El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Propósitos más concretos, propósitos más fáciles de cumplir

Comentaba el otro día que los buenos propósitos de principio de año suelen tener mal pronóstico, es decir no se suelen terminar por materializar y eso nos deja con un “año nuevo, propósitos viejos” cuando año tras año se repiten las mismas buenas intenciones.

Parte del ya por sí complejo problema que conlleva el afrontar grandes empresas en relación con nuestra salud está en el formular “deseos” que, aunque buenos en su planteamiento, sean demasiado “indefinidos” (este año voy a comer mejor, voy a adelgazar, me voy a cuidar, etc. serían algunos ejemplos).

Así, es más eficaz el plantearse metas concretas con las que sepamos fehacientemente si las estamos poniendo en práctica. Tu compromiso es siempre importante, pero también lo es el hacer planteamientos realistas y por lo tanto alcanzables.

Desde la American Hearth Association proponen asumir 5 propósitos concretos y relativamente fáciles de controlar y por lo tanto de alcanzar. ¿Quieres verlos? aquí los tienes… y ánimo:

1. Bebe menos “cosas” que no sean agua

De esta forma, si cuando tengas que beber algo eliges el agua, habrá menos ocasiones en las que incorporar refrescos, bebidas azucaradas… y ya no te digo bebidas alcohólicas. Para que te hagas una idea, en Estados Unidos se considera que cerca de la mitad de las calorías que consume una buena parte de la población, todos los días, provienen de bebidas las azucaradas. En España, aunque esta tendencia quizá no sea tan evidente, sigue habiendo una proporción importante de  gente, entre ellos niños, que no saben afrontar la hora de comer, cenar, almorzar o merendar sin el consiguiente refresco.  Recuerda que la mejor fuente de hidratación, la más accesible normalmente y la más barata es el agua.

2. Haz más “verde” tu alimentación

Una buena medida bien sencilla sería, por ejemplo, tomar siempre postre y que este fuera fruta. Pero además, para cumplir con este buen propósito una de las claves es planificar tus compras de forma que tanto tu despensa como tu nevera hablen por si solas, nada más verlas, de cómo se come en esa casa. Para ello ten en cuenta que además de los productos frescos y de temporada (lo ideal a partir de frutas, verduras y hortalizas) también hay otras formas de posibilitar este cambio a partir de productos adecuados que se comercializan bien congelados y/o en conserva.

3. Hazte un consumidor de productos de temporada

Muy en relación con el punto anterior, ten en cuenta que son los alimentos vegetales sobre los que todavía hay una cierta estacionalidad (y algunos pescados). Comer productos típicos de cada estación es beneficioso para tu presupuesto y favorable para degustar cada producto en su mejor momento. Además, comer de temporada también suele implicar el “comer local”, al menos con mayor probabilidad, o lo que ha dado en llamarse “locavorismo” por aquel consumo de alimentos que favorece los productos producidos en tu misma área geográfica. Este patrón de consumo, al menos en principio, favorecería el crecimiento económico de tu región, de tu mismo entorno e implica una menor huella de carbono al necesitarse menos combustible para su transporte. Para ello, en el punto de compra contrasta el origen de los distintos productos y comprueba la estacionalidad de los distintos alimentos en esta página.

4. Pasa de los alimentos procesados

El consumo de alimentos procesados supone cerca del 75% de la sal presente en la dieta de los estadounidenses según la Asociación Americana del Corazón. Ya te lo he contado alguna vez, pero no está de más repetirlo: “come comida” o come aquello que tu abuela identificaría como comida. Al mismo tiempo, cocina más, no es nada difícil, te lo aseguro, solo hay que echarle ganas. Comprobarás que puede ser una ocasión perfecta para compartir con los demás tiempo de preparación, aprender cosas nuevas y por supuesto de disfrutar en la mesa. Ten en consideración que si preparas la comida en tu casa y prescindes más de los alimentos preparados también es probable que hagas más actividad física, habrá que ir a la compra, preparar los alimentos, etc.

5. Incorpora más alimentos ricos en fibra

La ventaja de este punto es que en buena medida vendrá solo, por añadidura, al cumplir con el 2º, 3º y 4º propósito. Pero además y para ello, trata de incorporar en más ocasiones las versiones “integrales” de aquellos alimentos en los que sea posible (arroz, pasta, pan…) y por supuesto, dales una oportunidad a las legumbres… Bueno, dales más de una, y procura que estén presentes al menos dos veces a la semana en tu plato. Las puedes poner ahora en invierno en forma del típico cocido con más ingredientes, pero también en forma de puré o en ensalada. Como ya comenté, para aquellos que viven “con el tiempo justo” hay productos de cuarta gama (ya cocinados y al natural) que facilitan el ahorro de tiempo.

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Foto 1: yourdoku

Tu compromiso con el adelgazamiento no depende del cambio de año

La tradición de auto proponerse cambios vitales con la llegada del año nuevo está profundamente arraigada en la civilización occidental. Entre las propuestas más clásicas figuran el dejar de fumar (quien lo hace), el adelgazar (se necesite o no desde un punto de vista objetivo) o el aprender un idioma, típicamente el inglés.

En lo que se refiere a la pérdida de peso, un reciente estudio llevado a cabo por una empresa farmacéutica con motivo de la comercialización “libre” de un fármaco que antes sólo era accesible con receta, pone de manifiesto que el principio de año es el momento en el que con más probabilidad se afronta el adelgazamiento. En este estudio realizado sobre más de 12.000 mujeres del norte de Europa (Bélgica, Finlandia, Dinamarca, Holanda, Noruega y Suecia) se puso de manifiesto que la media anual de “intentos” por perder peso se sitúa entre las 2 y las 5 ocasiones (que ya está bien), siendo en enero el momento más recurrido con un 39% de las encuestadas. Sobre su éxito o fracaso, los datos no son demasiado esperanzadores, tan solo el 50% de las que se lo propusieron alcanzaron inicialmente una pérdida notable de peso. Lo más chocante es que entre todas ellas, las que tenían un IMC inferior a 25 manifestaron haber alcanzado con éxito sus metas en un 20% de los casos; sin embargo entre las que partían de un IMC superior a 30 (obesidad) tan solo el 9% manifestó haberlas alcanzado. En cualquier caso y dándole la vuelta a las cifras esto supone entre un 80 y un 91% respectivamente de fracasos.

Sea como sea, el caso es que el proponer como pistoletazo de salida para perder peso un suceso no relacionado con las metas propuestas (cuando empiece el nuevo año, pasen las navidades, reyes o lo que sea) suena más a fecha de inicio del cumplimiento de una condena que a un verdadero interés por el cambio de hábitos, que en esencia es de lo que se trata. De otro modo, las probabilidades de fracaso aumentan. Te sugiero que tal y como se dice en la foto tu único buen propósito para 2013 sean no hacerte buenos propósitos. ¿Te has parado a pensar que si consideras que algo es bueno el que te lo propongas hacer el 1 de enero y no el 17 de septiembre, por ejemplo, suena un poco absurdo? (y además pinta mal cara al éxito)

Así, entre la población general se suele afirmar demasiado a la ligera que nadie tiene éxito en la pérdida de peso a largo plazo. Esta creencia proviene quizá de un estudio de 1959 de Stunkard y McLaren-Hume en el que se observó la evolución de una población de 100 individuos obesos, entre los que tan solo 2 (2%) mantuvo una pérdida de 9 kg o más tras dos años de iniciar el tratamiento. Este evidente fracaso llevó a los autores a sentenciar una frase lapidaria, hoy muy conocida en este mundillo:

 

La mayoría de los obesos que comienzan un tratamiento dietético lo abandonan; de los que continúan, la mayoría no pierden peso; y de los que pierden peso, la mayoría vuelven a recuperarlo

Ya ves, incluso los profesionales de estas cuestiones te advierten que lo más difícil es mantener la pérdida de peso a lo largo del tiempo (salvo que seas un mercachifle de las dietas de moda que te dirán lo contrario, que es sencillísimo y maravillosísimo con su método). Y yo lo subscribo.

No obstante, no es imposible. En la actualidad hay estudios que estiman en torno a un 20% la cifra de éxitos de entre quienes verdaderamente se proponen adelgazar. Como ves no es fácil, pero tampoco es imposible. “Éxito” en este caso se define como haber perdido más del 10% del peso inicial y mantener esa pérdida al menos un año.

Por su parte, el National Weight Control Registry norteamericano que constituye el mayor estudio prospectivo a largo plazo sobre la pérdida de peso exitosa te aporta una serie de claves que son comunes entre quienes han perdido al menos 30 kg y han mantenido dicha pérdida al menos 5 años y medio. Estas cifras no están tomadas al azar ya que en sí mismas constituyen el criterio de selección (entre otros) para formar parte del mencionado registro. Toma nota de cuáles son los elementos más presentes entre quienes han conseguido adelgazar tanto y durante tanto tiempo. Entre ellos:

– Mantienen un nivel relativamente elevado de actividad física (aproximadamente 1 hora/día)

– Su alimentación es baja en calorías y en grasa.

Desayunan de forma habitual (dicho de otra forma, no se saltan ingestas)

Controlan periódicamente su peso ellos mismos

– Su patrón de alimentación es similar con independencia de que sea fin de semana o que día de labor (es decir, no hay “días libres”)

– Además, afirman que a medida que el tiempo avanza y mantienen la pérdida de peso cada vez les cuesta menos esfuerzo mantenerse.

– Por último, también se constata que cuanto más prolongan en el tiempo unos hábitos más adecuados de alimentación y ejercicio, más disminuyen las sensaciones de depresión e inhibición, elementos que se consideran favorecedores para alcanzar el éxito a largo plazo.

En próximas entradas seguiré con este tema.

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Foto 1: katerha

Foto 2: ehoyer