El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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¿Conoces algún conejo gordo o alguna vaca flaca?

Quién no ha oído alguna vez a alguien utilizar un ejemplo de animales a tenor de lo que estos son o comen con el fin de incentivar el consumo de un determinado alimento. En ocasiones, como también veremos, la gente utiliza este tipo de ridículas analogías para convencerte de que una determinada opción dietética es más o menos buena o mala, según el caso.

Uno de las últimas ocasiones en las que he podido ver uno de estos absurdos ejemplos es el que ha empleado una conocida marca de cereales al sugerir en su anuncio de televisión el consumo de sus nuevos cereales ultrafibrosos (esto lo digo yo) al esgrimir que los “animales”, así en genérico, (sin concretar si se trata de un elefante africano, un tigre de bengala o un escarabajo de la patata) consumen alimentos ricos en fibra y están algo así como felicísimos porque son riquísimos (los alimentos, me refiero). Mientras, en el anuncio, se ve por detrás un sonriente cervatillo (¿sonríen los cervatillos en los anuncios de cereales con fibra?, se lo preguntaría Phillip K Dick, pero está muerto).

Lo cierto es que me ha costado encontrar el video en cuestión en Internet, pero gracias a una colega (@_martaDN) ha sido posible. No  voy a comentar la peregrina idea publicitaria de asociar los beneficios de incorporar suficiente fibra en nuestra dieta, con lo rica que es a tenor de lo encantados que están los ciervos al seguir su típico patrón de alimentación. Y digo yo ¿qué se habrán fumado los creativos para llegar a idear esta publicidad; o mejor, qué se habrán chutado los directivos de la empresa anunciante para darla por buena? Creo que debe ser algún cóctel similar a los que usaba el mencionado Phillip K. Dick cuando se ponía delante de un teclado. Siempre he tenido la impresión que las sesiones de creativos tienen que ser unas reuniones la mar de divertidas.

Menos televisivas son las recomendaciones que algunas personas hacen en base a otros ejemplos zoológicos:

“Come carne de conejo que es la que menos engorda, ¿acaso has visto alguna vez un conejo gordo?”

O bien, en sentido contrario, como si la argumentación anterior pudiera tener algún sentido:

“A mi no me convencen los vegetarianos porque, como se puede comprobar, las vacas, los hipopótamos y los elefantes que son todos gordísimos son vegetarianos”

Bueno, aunque sobre lo de los conejos habría que establecer cuál es su estándar ponderal, porque haberlos grandes y aparentemente gordos los hay.

Ya ven, y no es broma, no. Estos argumentos los utilizan personas humanas reales. Muchos ironizan con estas frases trayéndolas a colación en un momento-chiste, pero otras, se las creen. Que es a lo que voy.

Creo que se puede comprobar por la trayectoria de este blog que no centro mi labor en promocionar el consumo de un determinado alimento o, en su caso, en desaconsejarlo. Más bien mi mensaje va dirigido a tratar de hacer un uso adecuado de los alimentos en su, más o menos justa, frecuencia y cantidad. Y todo ello puesto en relación con las características y condicionantes particulares de cada uno. Así que es difícil (no imposible) que encontréis en el blog descalificaciones o recomendaciones categóricas sobre alimentos concretos, si acaso sí sobre su uso.

Así pues, tampoco ahora voy a loar las virtudes de la carne de conejo y decir en su favor que es la mejor carne del mundo. Pare eso ya están las cooperativas, en este caso, las de productores de conejo que lo hacen bastante bien (la promoción me refiero). Por ejemplo, una de las más conocidas y activas es Intercun, que suele aportar periódicamente estudios sobre los beneficios en el consumo de este tipo de carne, recetas, etc.

Por favor, no me mal interpreten, la carne de conejo no es en absoluto mala, ni desaconsejada. Es más, puede reunir interesantes características que la hacen idónea para incluirla con cierta periodicidad entre nuestras recetas de cabecera, pero tampoco es cuestión hacer una virtuosa glosa de sus propiedades. Y mucho menos hacer analogías sin sentido sobre lo gordos o delgados que son los conejos y sacar de ahí conclusiones disparatadas. Matiz arriba, matiz abajo las características nutricionales de la carne de conejo son similares a las de cualquier otra carne con un reparto similar en sus principios inmediatos. En este caso, el aporte nutricional de 100g de carne de conejo, es bastante parecido  (energía, cantidad de grasa, aporte proteínico…) al de 100g de carne de pollo, solomillo de cerdo o incluso de ternera… Y antes de que se me disparen los comentaristas sacando diferencias anecdóticas (porque las hay) voy a hacer una pregunta retórica: si una carne en particular fuese tantísimo mejor que las otras, ¿qué hacemos, comemos sólo de esa y las demás las apartamos de nuestros platos? No parece muy coherente ni práctico. Otra cosa es el tema de los gustos, ahí no me meto. Así pues si me preguntan con qué frecuencia se debería incorporar este tipo de carne, respondería que de 3 a 4 veces a la semana alternando su consumo entre los distintos tipos y teniendo en cuenta que: 1º No es imprescindible y, 2º que la ración estándar de este tipo de carne está entre los 80 y 120 gramos segun distintas fuentes (un cuarto de pollo o conejo, un filete «normal», etc.)

Con respecto a lo de las vacas, los elefantes, etc., su gordura y su vegetarianismo creo que no merece la pena abundar en esta tontería. Sin embargo, sí que me comprometo a hacer un día una entrada sobre el cómo es posible que estos animales “vegetarianos estrictos” crezcan tan rápido y se hagan tan voluminosos. Tiene su intríngulis, no creáis.

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