El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Cinco claves para fomentar una adecuada imagen corporal en los hijos

La miserable realidad

Pepa tiene 6 años y es una niña sana, normal, activa, lista y espabilada como ella sola… Me consta que tiene unos padres preocupados e implicados en hacer las cosas bien desde el punto de vista de los hábitos de vida. Sin embargo, lo que hizo el otro día Pepa me encogió el corazón y provocó que se me llenaran los ojos de lágrimas. No es broma, aunque tampoco podría decirte muy bien si eran lágrimas de tristeza o de rabia. Tristeza profunda y una rabia de la leche. Las dos cosas al mismo tiempo.

Resulta que Pepa, me contaba hace poco su madre, cogió el otro día una hoja de papel, escribió una nota en ella, la metió en un sobre y se la entregó a su madre. Así, en mano, directamente, en plan funcionario de correos. En la hoja ponía, lo siguiente:

“No me gusta mi cuerpo… ¿qué puedo hacer?”

Niña espejo

Imagínate el cuadro. Pepa, es una niña que padece de eso que se llama acoso escolar, la discriminan por su imagen ya que Pepa es una niña grande… come bien, sano, está desde que sabe andar apuntada a dos actividades extraescolares deportivas… pero es grande. Te lo prometo, ella es así y la mar de guapa, maja y sana que está. Pero en el cole, algunos angelitos y angelitas, sus propios compañeros y compañeras de clase o de las vecinas, le dicen de todo menos cosas bonitas. No tengo la intención de reproducirlo aquí, pero te lo puedes imaginar; niños y niñas de 6 y 7 años en plan carretero, con una lengua más sucia que los baños de una estación de autobuses… Digo lo que voy a decir, por que yo no soy el padre de la criatura, pero vamos, que me toca ser a mí el implicado y Herodes parecería a mi lado un santo varón con lo que me imagino haciendo a los compañeros y compañeras de mi hija (y primero a sus padres).

La teoría

Con frecuencia, y pienso que también con bastante razón, dirigimos el dedo acusador hacia “nuestra sociedad” cuando nos machaca con ciertos estereotipos corporales que en realidad son imposibles e inalcanzables para el 99,8 por ciento de los mortales. En la mayor parte de los casos culpabilizamos a los medios de comunicación, más frecuentemente a la publicidad, el cine y a la televisión… y creo que no falta razón, pero quizá sí un poco de perspectiva.

Esta más o menos bien eso de ver la paja (seguro no tan “paja”) en el ojo ajeno, pero no está tan bien eso de no ser capaces de ver la viga en el propio. Desde luego, por mucha presión que sufran nuestros hijos del mundo de la publicidad y demás, que la sufren, no cabe la menor duda que lo que vean en casa puede ayudar a modular y matizar ese mensaje cuando no a dirigirlo en una u otra dirección.

En este sentido la Academia Norteamericana de Nutrición y Dietética (Eat Right, Academy of Nutrition and Dietetics) habitual referente en el terreno de la alimentación, a través de sus sección dirigida a los niños nos hace llegar un mansaje imprescindible al respecto de la responsabilidad que nosotros como padres y cuidadores tenemos en la imagen corporal que nuestros hijos puedan desarrollar de sí mismos. Lo puedes consultar íntegro en este enlace.

En resumidas cuentas el artículo pone de manifiesto que en todos los niños, con independencia de su figura o peso, pueden aparecer percepciones distorsionadas y conductas insanas al respecto de su imagen. Se hace destacar que la distorsión de la imagen corporal puede comenzar en edades tan tempranas como la de prescolar; de forma que tanto los padres como otros adultos que convivan con los más pequeños van a ser los modelos y los referentes en los que estos a buen seguro van a fijarse para establecer esa autopercepción de la imagen propia.

Los niños y jóvenes con una adecuada imagen de sí mismos suelen sentirse más seguros al tiempo que más confiados en sus capacidades para tener éxito;  en teoría no se suelen obsesionan por el tema de contar calorías ni con el peso. En sentido contrario, los niños con una imagen corporal negativa suelen experimentar mayor ansiedad y aislamiento, además de tener un mayor de riesgo de padecer tanto sobrepeso como los conocidos como trastornos de la conducta alimentaria.

Niña come sandía gtres

Con el fin de ayudar a los padres y madres para que sus hijos tengan una adecuada percepción de su imagen la mencionada Academia de Nutrición y Dietética ofrece cinco importantes claves para correr los menos riesgos posibles:

1. Repasar, como padres, la forma de referirnos a nuestro propio cuerpo y al de los demás

En especial cuando se hace en público o delante de los más pequeños. La forma en la que tú te refieres a tu propia imagen o a la de terceras personas ejercerá a buen seguro una poderosa influencia sobre cómo luego tus hijos percibirán su propio cuerpo. Si por ejemplo te refieres de forma especialmente negativa al aspecto de tus muslos, a tú última y desagradable dieta o a tu último entrenamiento especialmente extenuante, tus hijos van a absorber esa información como una forma “natural” de expresarse y van a identificar de forma equivocada temas por los que van a desarrollar una excesiva preocupación. En estas circunstancias es más probable que ellos comiencen a preocuparse por el tamaño de sus muslos, lleguen a la conclusión de que han de ponerse a dieta o de que deben torturarse con prácticas deportivas especialmente agotadoras.

2. Hablar de salud y restar importancia al peso

Es imprescindible un cambio de paradigma, un cambio de enfoque, en el que la salud sea la protagonista… y no el peso. Es de crucial importancia dejar de mostrar una especial obsesión por el peso y estar todo el rato haciendo referencias a los quilos que se pesan… y que si la báscula para arriba y la báscula para abajo. En su lugar se recomienda centrar el foco de atención en la salud, la tuya y la de ellos. Al menos delante de los más pequeños no des más demasiada al valor del peso. Habla de alimentos, de comidas equilibradas, adecuadas, nutritivas y sabrosas… de hábitos adecuados e inadecuados.

3. Adaptar la actividad física a sus gustos y posibilidades

Hay niños que parecen hechos para el deporte, otros son más sedentarios, unos son más de deportes de equipo, de fuerza, de resistencia, de coordinación… y otros todo lo contrario. Lo importante es que los niños disfruten mientras se mantienen un estilo de vida activo. NO importa especialmente qué hagan, pero sí que hagan algo… desde kárate a baloncesto, pasando por danza, bádminton, tenis, atletismo o senderismo… Adapta su actividad a sus gustos y posibilidades, y sobre todo que se diviertan.

4. Especial atención al acoso entre compañeros

Te lo contaba al principio. Las alusiones despectivas al peso realizadas entre los pares puede marcar de forma importante a los niños que son objeto de dicho abuso o agresiones verbales. Nosotros como adultos debemos mostrarnos intransigentes a la menor muestra de este tipo de comportamientos y, de forma preventiva hablar del tema con ellos. Desde luego, ante la menor sospecha de que tu hijo está sufriendo algún tipo de abusos en este sentido mi recomendación es que hables directamente con los responsables del colegio… y sin perder un segundo

5. Desterrar el mito de eso que se llama “cuerpo perfecto”

Aunque te parezca que no tienen edad para abordar estas cuestiones, creo que en el mismo momento que se les pone delante de un televisor o se les pone un videojuego en las manos es el momento para hablar con ellos de estas cuestiones, adaptando el mensaje a sus posibilidades de comprensión y dejándoles expresarse para poder hablar de los falsos modelos y de las falsas perfecciones.

Reconozco que tengo una especial sensibilidad con estas cuestiones. Por un lado en mi profesión hay muchas asociaciones con estos temas (demasiadas), tengo dos hijas muy niñas (aunque cada vez menos) y al mismo tiempo las circunstancias cercanas nos han golpeado, aquí en Zaragoza, con una especial crueldad tal y como te contaba hace pocas semanas al respecto del triste desenlace de dos casos de anorexia.

Por favor, con estos temas sé muy cuidadoso, y por supuesto tolerancia cero.

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Imagen: Stuart Miles vía freedigitalphotos.net y GTRES

Quiero perder peso: ¿Cada cuánto tiempo he de pesarme?

Báscula macizaEl título tiene trampa, lo reconozco… pesarse o no, el acto en sí, no va a influir directamente sobre la evolución de nuestro peso salvo… (y esto es importante) si su lectura condiciona nuestros hábitos. Es decir, si alguien se pesa y no va a adoptar cambio alguno en virtud de su resultado, el hecho de subirse a una báscula con mayor o menor frecuencia no va a influir en el peso de nadie.

Ahora bien, parece que hay una cierta relación en la trayectoria ponderal de las personas y el hábito que tengan de pesarse. Sea como fuere, las recomendaciones en este sentido son especialmente divergentes (para no variar). Por ejemplo, la conocida franquicia Weight Watchers recomienda a sus afiliados pesarse una vez por semana. Sin embargo, otros sistemas recomiendan olvidarse de pasar periódicamente por la tortura de subirse a una báscula y deshacerse de ella(s).

Antes de continuar es preciso aclarar que el peso de las personas puede fluctuar en no poca medida en el transcurso de 24 horas, casi 1 kilogramo, y que esta variabilidad parece estar relacionada más con la retención de líquidos que con el ingreso o gasto calórico.

Centrándonos en el adelgazamiento, aumento de peso o mantenimiento del mismo sí que algunos investigadores han encontrado una frecuencia óptima asociada (que no causalmente relacionada) con el hecho de pesarse. Así, en este estudio, se analizó la trayectoria de pérdida de peso de una muestra de 40 personas que tenían la intención de perder peso y que estaban, en principio, realizando una serie de cambios en sus estilos de vida conducentes a tal fin.

Así, se contrastó que las personas que más peso perdían eran aquellas que se pesaban al menos una vez al día. No es probable como decía una relación causa y efecto, pero sí que es más probable que aquellas personas que más fidelizadas están con sus cambios se suban más a menudo por que les gusta ver el resultado… a diferencia de aquellos que habiendo hecho mayores o menores transgresiones dietéticas prefieren no ver lo que marca la báscula. Una especie de mezcla entre el “ojos que no ven… corazón que no siente” o la estrategia del avestruz al pensar que por meter la cabeza bajo tierra el peligro o la situación incómoda va a dejar de existir. En este sentido, el promedio de tiempo sin subirse a la báscula que resultó en no ya pérdida de peso, sino en al menos no ganancia, fue de 5,8 días.

El estudio señalado coincide con otros hallazgos. Está bastante bien documentado que en un promedio de tres a cinco años una buena parte de las personas que en su día consiguieron perder una cantidad significativa de peso, lo vuelven a recuperar. Sin embargo, este estudio observó que aquellas personas que se pesaban a diario tras haber adelgazado de forma importante tenían menos probabilidades de engordar con el paso del tiempo.

En la misma línea de resultados se encuentra este otro estudio que concluye que:

El hecho de pesarse puede ayudar a mantener con éxito el peso perdido ya que permite tomar medidas conducentes a la prevención del aumento de peso. En sentido contrario, la disminución de la frecuencia en el pesarse se asocia de forma independiente con una mayor ganancia de peso.

Sea con el fin que uno se suba a una báscula es importante tener en cuenta que en condiciones normales el peso individual, además de tener una previsible fluctuación diaria, también es objeto de cambios cíclicos y normales a lo largo de la semana: aumenta durante el fin de semana hasta un máximo obtenido el domingo o el lunes para, luego, en el transcurso de la semana ir disminuyendo para volver a empezar otro ciclo conforme se acerca el fin de semana. Pero también se pueden sacar ciertos patrones al respecto de esta fluctuación semanal. Este estudio pone de relieve que aquellas personas cuyo peso tiene una mayor horquilla de variación de peso en el transcurso de una semana eran los más propensos a mantener su peso estable a largo plazo. ¿Curiosidad, casualidad, o las dos cosas?

Por último y a modo de consejo, yo me quedo con esta frase lapidaria de la Academia Americana de Nutrición y Dietética que en su muy recomendable documento de posicionamiento sobre el control del peso (Position of the American Dietetic Association: Wheight Menagement) sentencia:

La meta en el control del peso trasciende los kilos que marque la báscula: tanto si el peso cambia, como si no, el cambio de hábitos ha de ser uno de los objetivos [por no decir «el objetivo»]

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Imagen: Ambro vía freedigitalphotos.net

Los niños con sobrepeso y sus padres identifican mal su verdadera situación

Taparse los ojosTan solo una cuarta parte de los niños y adolescentes que tienen sobrepeso, así como solo una quinta de los padres de esos niños y adolescentes son capaces de valorar adecuadamente el peso de sus hijos. Dicho al revés, cerca del 75% de los implicados con sobrepeso y el 80% de sus respectivos padres son incapaces de percibir su verdadera situación ponderal cuando se padece sobrepeso. Unas cifras que se suavizan, aunque no lo deseable, en el caso de niños con obesidad.

Esta fue una de las conclusiones más relevantes de un estudio de seguimiento recientemente publicado por el Centro para la Prevención y Control de Enfermedades Estadounidense recientemente publicado.

Pero no fueron las únicas. Otras de las conclusiones importantes y que ponen de relieve la relevancia de estar objetivamente al tanto del peso de cada uno como del de nuestros hijos radica en saber que la adopción de medidas para controlar ese exceso de peso es casi cuatro veces más probable cuando se hace una estimación acertada que cuando se está equivocado. Es decir, tanto hijos como padres se ponen manos a la obra para tratar de atajar esa situación cuando la evaluación del peso es acertada. Es algo lógico por otra parte que el aporte de soluciones sea más elevado cuando se tiene constancia de la existencia de un problema y no antes.

Al final, con una muestra de cerca de 2.600 participantes se obtuvieron los siguientes resultados en cuanto a la autopercepción del peso y la percibida por los padres según los sujetos en cuestión tuvieran un peso adecuado, tuvieran sobrepeso y obesidad.

Malinterpretación del peso de los hijos

Habrá quien piense que estos resultados no son extrapolables a España, y no seré yo quien le saque de su error ni tampoco el que le diga que está en lo cierto ya que no hay estudios similares realizados en España (o yo no los conozco). Sin embargo, este error en la valoración ponderal de los hijos cuando estos presentan un exceso de peso se ha contrastado en otros estudios cuando los participantes son de otras nacionalidades, por ejemplo, este de aquí en Alemania, o este otro en Finlandia… y no se me ocurren las razones por las que en España este tema fuera distinto. Más al contrario, y siendo como somos uno de los países europeos líderes en obesidad infanto-juvenil, todo apunta a que los resultados irán por el mismo camino. En lo personal desconozco las razones últimas de esta mala interpretación del peso propio por parte de lo chavales o por parte de los padres, pero entre la “estrategia de la avestruz”, la pereza ante las consecuencias de realizarla de forma adecuada y la vergüenza de verse reflejado uno mismo en la misma situación pueden ser parte de las claves lógicas que expliquen esta situación.

Con esta realidad en el horizonte es preciso darse cuenta que de poco o nada sirven todos aquellos esfuerzos encaminados a reducir la obesidad infantil si los propios implicados no se reconocen a sí mismos como portadores del problema. Y es que tal y como menciona Julio Basulto en este post ad hoc, hay muchos padres, y en especial muchas madres, que consideran normal… e incluso deseable que sus hijos estén “fornidos” o “rellenitos”.

El primer paso para aportar una solución es reconocer tener un problema… y así, en este terreno vamos muy mal.

Valorar de forma adecuada el peso de los hijos facilita tomar las medidas oportunas.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interese consultar:

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Imagen: Personal and Parental Weight Misperception and Self-Reported Attempted Weight Loss in US Children and Adolescents, National Health and Nutrition Examination Survey, 2007–2008 and 2009–2010 vía CDC y sippakorn vía freedigitalphotos.net

Portadas y titulares en revistas de salud: vergonzosos monotemas

Hay revistas de coches, de motos, de decoración, de bicis, de bricolaje, de moda, de trenes, “del corazón”, de aviones, de cocina, de modelismo, de barcos… y también, claro está, hay revistas de salud.

De entre las últimas, la más leída en España es ‘Saber vivir’, una revista vinculada al menos en sus orígenes el programa homónimo de La 1 (hoy no lo sé). La revista es la número uno en su sector (salud) y, toma buena nota, la número tres de todas aquellas con tirada mensual (sean de la temática que sean) lo que puedes comprobar en este enlace (página 43).

Saber vivir‘Saber vivir’, repito, es una publicación cuya temática es la salud en general. Siendo así, ¿te has preguntado alguna vez cuáles serán sus titulares? Yo sí, y por increíble que lo parezca, siempre, siempre, siempre el tema del titular principal, el de mayores caracteres es el mismo o parecido: la “dieta”, la figura, el adelgazamiento, la silueta, el peso… Es francamente difícil encontrar una portada, un titular, el principal además, en el que no se cumpla esta “norma”.

Puedes comprobarlo de la siguiente manera, vas a google y en la barra de búsqueda pones estas palabras: “saber vivir” revista portada y pinchas en imágenes, y obtendrás un resultado similar a este. Te redacto el tema principal de las portadas que yo veo (con su protagonista entre paréntesis):

Con el plan de saber vivir delgada y más sana (Rosa López).

Tú también puedes adelgazar. Gana fuerza de voluntad (Elena Furiase).

Delgada y más sana con la dieta de Saber vivir (Rosa López, otra vez)

La dieta que sí protege tus células. Nuevo plan anti cáncer (Belén Rueda)

La dieta de Saber vivir te lo demuestra. Comer bien adelgaza (Reina Sofía)

La dieta que se adapta a ti. Adelgazar es fácil (si sabes cómo) (Marta Torné) [he de reconocer que el paréntesis ‘si sabes cómo’ me encanta]

Las claves definitivas para dejar de picar entre horas (Patricia Conde)

Adelgaza y reduce volumen (Fabiola Martínez)

Dieta para evitar la ansiedad por comer (Lola Herrera, sí la de los actimeles prodigiosos)

Rosa nos enseña los alimentos y ejercicios que funcionan (Rosa López, y van tres)

Adelgaza cuidándote: la dieta baja en grasas (Ana Belén)

La mejor dieta para el verano con los alimentos más útiles para adelgazar (Julia Otero)

Sana y delgada, la auténtica dieta mediterránea (Chenoa)

Y así un bochornoso, eterno e inmovilista etcétera.

¿Por qué bochornoso? Porque parece mentira que desde el principio de los tiempos de esta revista todos los titulares sean un reclamo a la dieta, al peso, al adelgazamiento, a la figura, a la delgadez, al volumen, a la retención de líquidos a la ansiedad por comer, a la operación bikini, etc.  Algo debe de estar fallando cuando mes a mes y sin interrupción se ofrezcan en el interior de la revista… o bien las mismas claves o bien distintas.

También porque, esa es otra, los contenidos por ejemplo del número de la revista que promueve en su portada la “auténtica dieta mediterránea” (no podía faltar) ¿serán los mismos que los que promueve la dieta baja en grasa, la anti cáncer, la cronodieta, la depurativa… etc? No, no me parece de recibo que a aquellas personas verdaderamente preocupadas por recibir un mensaje coherente en materia de dietética se les vuelva literalmente locos con tanto mensaje, muchos de ellos por fuerza contradictorios.

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Pero hay más ejemplos de como utilizar de forma abusiva y sempiterna un mismo reclamo. Por ejemplo, tenemos a ‘Men’s health’ y el ofrecimiento casi constante a sus lectores de cómo obtener un abdomen musculado, sin barriga y marcando el conocido como six pack, en castellano, la tableta de chocolate o la tabla de lavar. Los titulares hablan por sí solos (y sus imágenes, claro): “adiós a la barriga, plan de ataque de la A a la Z” o “adiós barriga” (repetido tal cual infinidad de números), “barriga plana ya” o “barriga plana en 15 días”, “la década del six pack”, “pierde barriga en solo 8 semanas”, “el nuevo six pack, más rápido, más fácil”, “six pack, ¡ahora!”, “abdomen más fuerte”…

Esta repetición en los titulares pone de manifiesto que se trata más de una estrategia para aumentar las ventas a base de apelar a las principales debilidades de la plebe consumidora, que de un verdadero interés de ofrecer a la población una información válida. Yo al menos así lo veo. Un significativo signo de los valores de la sociedad general.

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Imagen: farconville vía freedigitalphotos.net

¿Es obligatorio desayunar si quieres adelgazar?

DesayunoPocas frases relacionadas con la alimentación tenemos tan grabadas a fuego como la que dice que el desayuno es la comida más importante del día, pero ¿realmente lo es, es así para todo el mundo… importante para qué y para quién? ¿Qué hay de cierto en aquella frase que nos advierte que una de las claves de la alimentación saludable dice que hay que desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo?

Si atendemos a una de las cuestiones que seguro más nos preocupan, la obesidad, la relación entre esta y el desayunar o no, no está nada clara. Son varios los estudios científicos que utilizando distinta metodología han obtenido resultados dispares a la hora de establecer una influencia del desayuno (o del no desayuno) en el estatus ponderal de las personas. Por un lado, en algunos casos, parece que se observa una relación directa entre saltarse el desayuno y la obesidad, y sin embargo en otros estudios no se halla tal relación o, por lo menos, apuntan a que saltarse el desayuno podría influir en la reducción de la energía diaria total (lo cual en principio y teóricamente podría ayudar a perder peso).

Como digo las cosas no están nada claras, al menos en este aspecto. Tal es así que en el documento varias veces comentado “Recomendaciones nutricionales basadas en la evidencia para la prevención y el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en adultos” (Consenso FESNAD-SEEDO) se concluye que con la actual evidencia disponible son controvertidas e inconsistentes las investigaciones que estudian la relación entre la omisión del desayuno en adultos y el riesgo de sobrepeso y obesidad. De similar contenido es el artículo titulado Myths, Presumptions, and Facts about Obesity (“Mitos, presunciones y realidades en torno a la obesidad”) que en el correspondiente apartado de “presunciones” y tras revisar diversos artículos en relación a temas “candentes” vinculados a la obesidad afirmó que la expresión “desayunar de forma habitual es un factor protector  frente a la obesidad” es, cuando menos, una presunción. ¡Ojo!, no dice que sea un mito ni que sea falso, dice que es una presunción y que no se debería asumir de forma categórica y darla por cierta.

Además, con no poca frecuencia se confunden situaciones. Me explico. No es lo mismo que algo se suponga que es recomendado y ayude a no engordar (que habría que verlo) con que, por otro lado, sirva para adelgazar una vez que ya se tiene obesidad. Y todo ello, ambas situaciones (no aumentar de peso o bien perderlo), ponerlas en el contexto individual de cada uno. No es lo mismo alguien que no ha desayunado en su vida y conserva un peso y una salud adecuados (que los hay), que alguien que quiere adelgazar, tenga o no la costumbre de desayunar desde siempre. Habrá que ver, si es el caso, porqué no desayuna, en qué situación le deja el no hacerlo (fatiga, malhumor, ansiedad, situaciones de picoteo, grandes ingestas posteriores, etc.). Y si desayuna, lo mismo: cómo lo hace, en qué consisten sus desayunos, etcétera.

Es decir, se trata de poner en el contexto individual el efecto que tiene el no desayunar o el desayunar y cómo se hace. De otro modo, las expresiones generalistas como aquellas con las que empezaba el post, a pesar de su raigambre, no parecen tener mucho sentido.

Lo más probable, si visitas un dietista-nutricionista con el fin de adelgazar, lo que te dirá es que ordenes tu alimentación, que seas tú quien la controle de forma consciente… Para eso, en muchas ocasiones, para organizar un patrón de alimentación coherente es muy probable que te recomiende el desayunar. Puede hacerse inmediatamente tras levantarte, antes de ducharte o después más tarde, con unos u otros alimentos, etcétera. Pero lo más probable que te dirá es que tengas y sigas un mínimo plan de las ingestas a lo largo del día en su más amplio sentido (y el desayuno es una de las posibles). Todo ello en contraposición al ir a salto de mata. No es una clave indefectible, pero si una de las más probables que, creo, te pueden ayudar.

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Imagen: Ambro vía freedigitalphotos.net

Nutrición-área 51: La flora intestinal como condicionante del peso

Clostridium_difficileYa comenté en el nacimiento de esta subsección que en ella tendrían cabida algunas cuestiones que forman parte de la investigación en materia de alimentación, nutrición y salud y que no todos ellas tenían porque ser “disparatadas” o anecdóticas. El de hoy no es, en principio, ninguno de estos esos casos tal y como sucedió en la entrada de los ciclos-futiles. En resumen se trata de lo siguiente, al parecer, recientes hallazgos han puesto de relieve la posible relación de la flora intestinal con el estatus ponderal o bien con la facilidad vs dificultad para adelgazar.

Antes de continuar no quiero que pienses que he perdido el norte. Sigo siendo de la opinión que la obesidad es una enfermedad multifactorial, que puede ser descrita de forma simple (o incluso simplista) como el resultado de un desequilibrio a largo plazo en términos energéticos entre la ingesta y el gasto energético, equilibrio en el que interviene de forma importante la genética de cada individuo. Sin embargo, mientras que los hábitos alimentarios modernos (caracterizados por la sobre-abundancia) y nuestro estilo de vida (cada vez más sedentario) son algunos de los principales elementos que facilitan el espectacular auge de la obesidad, algunos científicos se están volcando en la investigación de otros posibles factores de riesgo. Uno de esos elementos más recientes ha surgido en los últimos años y especula con la relación entre la obesidad y la composición y funciones de los microrganismos (las bacterias) de nuestro tracto digestivo.

De momento los resultados son controvertidos, es decir no está nada claro, ya que hay estudios de todo tipo, tanto en modelos animales como en humanos y sus resultados contradictorios. La mayor parte de estudios se centran en la distinta proporción de dos Phyla de microrganismos los bacteroides y los firmicutes. Así, buena parte de los estudios ya sean en animales como en humanos que han encontrado asociaciones entre una particular población microbiana y la obesidad apuntan a que en los individuos obesos la población de bacterioides está aumentada y la de firmicutes reducida frente a aquellos otros no obesos. Incluso hay estudios que han puesto de manifiesto un cambio en la población de bacterias tras el adelgazamiento.

Sin embargo, otros estudios no han encontrado tal relación y achacan la variación en la población microbiana a otros factores, entre ellos la composición de la dieta. Más en concreto a la presencia de determinados elementos tales como grasas con un determinado perfil lipídico, la mayor o menor presencia de fibra, etcétera.

En resumen, el debate sobre la importancia en el desarrollo y tratamiento de la obesidad de la relación entre Bacteroides y Firmicutes sigue totalmente abierto. Uno de los elementos más obvios a tener en cuenta para la caracterización de la flora microbiana son las diferencias en la genética del huésped. Además, hay otros factores importantes que convendría tener en cuenta antes de sacar conclusiones precipitadas en este asunto. Entre esos factores están, el tipo de dieta restrictiva efectuada en el caso de adelgazamiento, la magnitud de la pérdida de peso y la duración del estudio. Es posible que el más importante de estos factores esté relacionado con la composición en macronutrientes de la dieta.

Otra cuestión por dilucidar especialmente relevante es si las poblaciones de estas bacterias son responsables de las variaciones del peso o en sentido contrario su ecosistema cambia como consecuencia de la dieta que en cada momento se sigue. Es decir, queda por esclarecer si los cambios en la tipología y cantidad de las bacterias presentes en nuestro organismo son causa o efecto de las variaciones en el peso.

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Foto: Centers for Disease Control and Prevention vía Wikimedia Commons

¿A cuánto está el kilo de billete en este avión?

Obesidad en avión_Davezilla was takenLa posibilidad llevaba planeando (nunca mejor dicho) desde hace tiempo en el mundo de las aerolíneas. El hecho de que el precio del billete de avión dependa del peso del usuario es una medida que se viene barajando o sugiriendo de tiempo en tiempo por algunas compañías aéreas. Muchas veces con bastante cachondeo, sin ir más lejos aquí tienes una estrategia publicitaria sobre una aerolínea falsa cuyo principal alegación consistía en anunciar que establecería el precio del billete en base al peso del viajero (todo terminó por ser sólo una artimaña publicitaria con el fin de hacer ver el posible gancho de un medio de comunicación para futuros anunciantes). O esta otra, una inocentada por parte Ryanair en la que la compañía obligaría a que el personal de cabina adelgazara con el fin de ahorrar combustible, entre otras medidas como la de poner menos hielos en las bebidas que se sirvan frías, etc.

Pero todo llega y lo que ayer era una broma o una publicidad más o menos falta de escrúpulos hoy se hace realidad. Finalmente la aerolínea SamoaAir ha puesto en práctica esta medida: El precio del billete oscilará en virtud de la tara del viajero, entendiendo esta como la suma de su peso corporal más el de su equipaje.

La cuestión tiene sus claroscuros. Por un lado está la discriminación que se hace en virtud de las características personales de cada uno y eso no es bonito, a mí al menos no me gusta u observo estas medidas con una cierta aprensión.

Pero sin embargo, por otro, no me digas que no parecen injustas algunas las actuales políticas de las aerolíneas con respecto al “peso”. Me explico y te pongo un par de ejemplos. Tradicionalmente por el precio del billete uno puede facturar equis kilos de peso, y si se pasa, se paga más. Resulta que mi peso es de 74 kilos y el de mi querida esposa 60 (pongo lo de querida porque es verdad… ¡ah! y porque me lee) y sin embargo la cantidad de kilos que tenemos derecho a facturar en el equipaje es el mismo… ¿no sería más justo que a mi santa le permitieran facturar por el mismo precio 14 kilos más que a mí (o a mí 14 menos)? Y eso teniendo en cuenta que la diferencia no es excesivamente grande, las hay mucho mayores. Por ejemplo, en nuestro último viaje en avión vimos a un… un… (sinceramente no sabría como denominarlo) digamos que a un angelito que pesaría no menos de 200 kilos, grande en todas sus dimensiones, que ocupaba, como podía e incrustado en su asiento, una única plaza. ¿Pagaría este hombre el mismo precio que nosotros suponiendo que lo hubiéramos contratado por el mismo medio? Supongo que sí. Así que, teniendo en cuenta que la diferencia media de peso con el resto de pasajeros rondaría los 140 kilos no deja de ser una situación sorprendente. Al final, según este argumento parece razonable que el precio del billete dependa de la masa total que el usuario aporta al avión con independencia que sea de su propio peso o de equipaje.

Además, sobre la actualidad de Samoa Air hay un elemento para la reflexión, se trata de que precisamente Samoa está en una de las regiones, en realidad toda la zona de la micronesia, con mayor tasa de obesidad del planeta ¿será casualidad? Para que te hagas una idea Samoa ocupa el sexto lugar entre los países con mayor IMC medio tanto para hombres como para mujeres. Por delante de Samoa se encuentran países de su misma zona como Nauru (¿te suena? debería), Islas Cook, Tonga, Niuie y en el caso de los varones, también Estados Unidos.

Me temo que algún día, y no es una broma, los remedios adelgazantes exprés tipo dietas milagro y similares terminen por usar el argumento de “Pierda peso con la Dieta-Jet y ahorre en sus billetes de avión”. Tiempo al tiempo. Otro aspecto negativo es que la medida termine por extenderse y además de abarcar a todas las compañías aéreas empiecen a sumarse los trenes, autobuses, transportes públicos… ¿Te imaginas el precio del taxi en virtud del peso que has dado al sentarte? (no sé que opinará de esto mi compañero en el blog “Ni libre ni ocupado” Daniel Díaz)

El lado positivo podría buscarse en que así es probable que la gente que se va de vacaciones en avión se controle más durante este periodo (momento típico del año en el que más kilos se ganan) viendo que si engorda durante las mismas, el billete de vuelta se incremente de forma sensible con respecto al de la ida.

El debate está abierto.

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Foto: Davezilla was taken

PD: Tengo que agradecer a diversos compañer@s de las redes sociales el que me hicieran llegar esta noticia, en especial a @Meryweri  y a Laura Saavedra

 

¿Qué es la obesidad?

El tema de la obesidad es una cuestión que suele preocupar a la gente, y si no es así, debiera, ya que según los datos de la última Encuesta Europea de Salud (2009), del total de la población adulta española (de 18 años o más) sólo el 44,28% conserva un peso adecuado, el 37,65% tiene sobrepeso en distinto grado, y el 16,00% tiene obesidad en distinto grado (y un 2,07% peso insuficiente). Dicho de forma directa, en España sólo el 44% tiene un peso adecuado. Antes de proseguir una matización, la herramienta utilizada para catalogar la situación con respecto al peso en la citada encuesta fue el Índice de Masa Corporal (IMC) con todas sus ventajas, pero también con todas sus limitaciones.

Dicho esto veamos qué es la obesidad, aunque esta labor de averiguación depende en cierta medida de a quién le preguntemos. Por ejemplo, si tiramos de la cuerda del diccionario de la lengua, el DRAE, la cuestión se aclara poco, de obesidad dice que es la «cualidad de obeso», y de obeso, «Dicho de una persona: Excesivamente gorda». Todo lo cual no nos aclara demasiado las cosas.

Así que vamos a consultar algunas fuentes más técnicas a ver si salimos de dudas.

Podemos acudir en primera instancia, por ejemplo, a la Organización Mundial de la Salud (OMS). ¿Qué dice la OMS que es obesidad? Pues algo bastante conciso y acertado a mi entender: «El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud«.

¿Tendrá razón? ¿opinarán de similar modo otras organizaciones supranacionales o las distintas sociedades científicas directamente implicadas? Parece que si.

Si acudimos a la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) encontramos la siguiente definición: «La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial que se define por la existencia de un exceso de grasa corporal que pone al individuo en una situación de riesgo para la salud«, es decir, un poco más largo pero en esencia lo mismo que la OMS.

Por su parte, fuentes extranjeras de reconocido prestigio, como por ejemplo MedlinePlus (un servicio de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU.), afirma que «la obesidad significa tener un exceso de grasa en el cuerpo«. O sea, en los tres casos muy parecido y sin dejar de hacer protagonista a un elemento bien concreto, la cantidad de grasa o de tejido adiposo.

En resumen, ser obeso u obesa está únicamente determinada por la cantidad de grasa de la persona y en relación siempre con sus circunstancias (al menos sexo, edad y talla).

Con frecuencia la obesidad de una persona se relaciona únicamente con su peso y esto no es del todo acertado ya que dicho peso puede estar condicionado por otros elementos distintos de la grasa o el tejido adiposo. No obstante, aunque con la variable «peso» no se acierte al 100%, con ella se coincide muy a menudo en que las personas que pesan «de más» lo hacen porque tienen un exceso de tejido adiposo.

Así pues, lo primero que habría que contrastar antes de lanzarse a adelgazar es saber si la cantidad de grasa que tenemos es excesiva, y en esto una báscula normal (la típica de baño) no nos puede ayudar demasiado. El acudir a un profesional sanitario debería ser un primer paso para que, antes de la intervención dietética y/o sobre los estilos de vida, nos haga una mínima evaluación de la composición corporal.

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Foto 2: Dreamstime