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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Nuevo libro: “Adelgázame, miénteme”

Adelgázame miénteme

No sin cierto apuro (y espero que también con cierto orgullo) hoy quiero compartir con vosotros la puesta a la venta de mi segundo libro, titulado “Adelgázame, miénteme” y de la mano de Ediciones B.

Aunque podría, yo no soy quien para criticarlo y por tanto prefiero dejar esta cuestión en vuestras manos. Pero lo que sí quiero hacer es una breve sinopsis del mismo para que el lector interesado sepa qué se puede encontrar entre sus páginas. Al mismo tiempo me gustaría comentar algunas cuestiones al respecto de la justificación para escribirlo.

Agradecimientos sinceros

Antes de nada, sí que quiero agradecer a dos personas concretas el hecho de que este libro hoy vea la luz. La primera de ellas es, sin lugar a dudas, Bittor Rodríguez (@bittoriyo) ya que fue él y no otra persona quien hace ya casi tres años me animó a escribir un libro sobre la fraudulenta industria del adelgazamiento. De hecho él y yo, ambos, íbamos a tener una cierta relación en su edición… sin embargo, y por esas raras vueltas que da la vida, al final me quedé con un manuscrito terminado en el cajón derecho de mi escritorio durmiendo, con toda paz y sin editarse, el sueño de los justos. Y así fue, hasta que Ediciones B apareció en escena.

Otra de las personas de las que es imposible olvidarse es el gran José Manuel López Nicolás (@ScientiaJMLN) quien sin pensárselo dos veces se prestó a prologar la obra. Es más, su texto gustó tanto en la editorial que se tomó parte del mismo para ilustrar la solapa de la contracubierta.

El adelgazamiento fraudulento es el meollo del libro

Tal y como se puede prever por su título, el libro está dedicado a desentrañar ese lucrativo negocio que se ha creado desde hace décadas en torno de la espuria pérdida de kilos. Más que nada porque, no sé a ti, pero a mí me hierve la sangre ese dato facilitado por la Eating Disorder Foundation que afirma que:

La industria del adelgazamiento es el único negocio rentable del mundo con una tasa de fracaso del 98%

Una afirmación que, sea o no cierta ya que la mencionada fundación no aporta mayor prueba del dato, no hace si no poner de relieve lo que todo el mundo sabe: aquello que con tanta fuerza, vehemencia y simplicidad habitualmente se vende para adelgazar no funciona. Me refiero en especial a las tan habituales dietas de moda y productos milagro.

Así, para introducir el tema, el primer capítulo (“La obesidad, los kilos de más y sus problemas”) comienza con un repaso al concepto de obesidad, su categorización (o no) como una enfermedad con entidad propia; y se mostrará una película a cámara rápida al respecto de cómo ha sida abordada la cuestión del adelgazamiento en diversas épocas a lo largo de los siglos hasta llegar a nuestras días cuando, enfermedad o no, a la obesidad se la cataloga con pocas dudas como una epidemia de nuestro tiempo.

En la segunda parte de la obra (“La industria en torno al adelgazamiento”) se describen por un lado los puntos débiles de la población a la hora de enfrentarse al problema de los kilos que más, y por el otro las estrategias más habituales de los “cazadores de incautos” para fidelizar a la población a partir de un producto milagro o una ineficaz dieta.

La tercera parte (“Adelgazar no es fácil”) analiza las razones que terminan por explicar por qué este tipo de planteamientos, aunque muy habituales, no terminan nunca por funcionar, al menos a nivel poblacional y dejando de lado los casos aislados o el «éxito» puntual. O dicho de otra forma, más directa, por qué el adelgazar es tan complicado aunque nos lo vendan tan sencillo. Así, los factores sociales, culturales, económicos, hedónicos… y sin tocar la inherente variabilidad fisiológica y genética ponen las cosas verdaderamente difíciles.

Después de tanto nubarrón y tanto despotricar en anteriores capítulos, en el cuarto, titulado “El vaso medio lleno”, es momento de aportar algunas de las claves para ponerse manos a la obra una vez que ya se ha aprendido a discriminar las malas propuestas adelgazantes de las válidas. Pero como no podría ser de otra forma, no hay claves milagrosas que valgan (reconozco que de haberlas sería un bonito contrasentido). Se trata de más bien de una especie de “plan de obra” para ponerse manos a la tal. Un planteamiento más conceptual de lo que se quiere obtener y qué actitudes serían las más adecuadas para conseguirlo.

Público objetivo

Mi objetivo inicial cuando empecé a escribir era dirigir esta obra al ciudadano de a pie, a la población general que pretende, si ella quiere, obtener una fotografía general de la situación al respecto de los métodos y productos fraudulentos. Aunque se mencionan dietas y productos concretos a modo de ejemplo para una mejor comprensión del texto, no es la norma y por tanto en él no se va a encontrar una lista detallada de dietas o productos milagro. Y es que el resumen es muy sencillo: Si alguien te dice que adelgazar es fácil… o has leído mal o miente como un bellaco. No hay vuelta de hoja.

Supongo que además la obra puede ser interesante para algunos profesionales que, preocupados de alguna manera por las cuestiones ponderales, de los alimentos y demás, quieren tener una visión, creo que diferente, de lo que habitualmente circula por ahí y se conoce como “opinión general”.

A modo de aliciente, es preciso saber que los tres primeros capítulos comienzan con un cuento corto, una alegoría que, como si fuera una fábula ayudará a la reflexión a partir de sus analogías y dobles sentidos. Los tres cuentos, ya lo adelanto, han sido publicados en este blog y posteriormente adaptados para la obra.

Y nada más, ahora precisamente, os toca a vosotros más que a mí, ejercer de críticos y llegado el caso de jueces. Espero que os guste.

Ni que decir que se puede encontrar en las librerías y canales habituales tanto en formato tradicional como de libro electrónico.

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“Adelgázame, miénteme. Toda la verdad sobre la industria del adelgazamiento” por Juan Revenga. Ediciones B. Páginas: 200 / Formato: 15 x 23 cm / ISBN: 978-84-666-5635-1

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (6): cosas que ni estarán ni se les esperará

Antes de comenzar este post recomiendo leer:

Comida basura

El artículo de hoy está dedicado a justificar la ausencia de determinados productos en aquella guía de alimentación saludable que yo confeccionaría. De todas formas antes de continuar me gustaría aclarar que, en esencia, el alma mater de las guías alimentarias está constituido por un icono que, a modo de síntesis, reúne en una sola imagen el conjunto de aquel mensaje dietético que se pretende hacer llegar a la población general. La elección de esta imagen, en forma de “plato”, “pirámide”, rueda, rombo, etcétera no es baladí ya que de esa elección dependerán en gran medida la información que se pretende hacer llegar… con una mayor o menor probabilidad de malinterpretación y también con una mayor o menor accesibilidad de esa información, pero ese tema será en sí mismo motivo de debate en otro capítulo de esta serie.

Adelanto todo esto porque, que aparezcan al final unos determinados alimentos u otros… o no, va a depender en gran medida de la elección de esa herramienta gráfica. Tal y como darás por supuesto, un servidor ya tiene en mente cuál será ese icono que se presentará al final de esta larga saga de capítulos. No obstante, y hasta que llegue ese día, es preciso hacer una serie de justificaciones y explicar los porqués de que ese icono sea el que finalmente será. Así, hoy toca explicar por qué determinados productos no van a figurar en la mencionada imagen.

Alimentos superfluos

El DRAE define “superfluo” como aquello que no es necesario o que está de más. Ya sé que no estamos aquí para hablar del DRAE ni cosa que se le parezca, pero de verdad que no sé qué es lo que pintan algunos productos que aparecen en no pocas de las guías de alimentación saludable que actualmente se manejan (entre ellas la ínclita “pirámide de la alimentación saludable SENC 2004” y que está a punto de reeditarse con un mensaje dietético similar al de aquel entonces… por no decir idéntico).

En la cima del mundo

Aunque ya te conté mi parecer a este respecto en esta entrada el caso es que, como bien sabrás, “nuestra pirámide” aloja en su cúspide una serie de productos alimenticios que maldita la falta que necesitan mencionarse a la hora de plantear un mensaje coherente sobre alimentación saludable. Se trata de alimentos que como te decía son “superfluos” y que no ayudan en absoluto a alcanzar un adecuado reparto de alimentos. De su consumo se podría decir que “cuanto menos mejor”. En el caso de “la pirámide SENC 2004” cuando se refiere a ellos, o cuando de dar una explicación al respecto de su presencia se trata, se cita que su consumo ha de ser ocasional en la frecuencia y moderado en las raciones.

Sin embargo, y contra todo pronóstico, no son pocos los fabricantes de este tipo de productos superfluos los que sacan pecho por el hecho de ser mencionados en la “pirámide de la alimentación saludable” y, retorciendo el mensaje de esta a su voluntad e interés, “demuestran” que ellos también forman parte de una alimentación saludable por el hecho de estar incluidos en la “pirámide de la alimentación saludable” con mensajes del tipo: “[¿lo ves?] tus aperitivos industriales, snacks, refrescos y demás también pueden formar parte de una dieta variada y equilibrada”. Pues no. Repito: de ellos, como superfluos que son, se puede… se debería decir que “cuanto menos mejor”.

Así pues, y visto que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio…si de mi dependiera, la guía alimentaria que yo diseñaría no contendría en su imagen típica ni media palabra de aquellos productos alimenticios que fueran superfluos. Si acaso, y en alguna explicación aparte del propio icono (como lo es este artículo) mencionaría lo que ya he dicho: que de snacks salados, aperitivos industriales, refrescos bebidas azucaradas, bollería industrial y, en general, comida basura, cuanto menos mejor.

El tema del alcohol

Siendo el tema del consumo de bebidas alcohólicas una cuestión redundante en este blog, y por lo expuesto en varios artículos ya publicados (que puedes encontrar en los enlaces del final de este post), así como por la misma regla que se le aplica a los productos anteriormente mencionados, las bebidas alcohólicas no tendrían la menor cabida en mi guía alimentaria. El argumento principal se podría resumir en que estamos hablando de salud… y por ella hay cientos de cosas que se pueden hacer bien (y que hacemos mal) antes que preguntarnos si debemos o conviene tomar o no alguna bebida alcohólica (sea la que esta sea) por cuestiones de salud. Sabiendo que, además, con la mera presencia de cualquier mensaje más omenos positivo en las guías se corre el grave riesgo de que sea malinterpretado en plan: Pues si una copa de vino es buena, dos son el doble de buenas… y cosas por el estilo.

De hecho, y en el caso de la ya mencionada “pirámide de la alimentación saludable 2004” es de las pocas, por no decir la única guía de alimentación saludable en el mundo que a día de hoy incorpora un cierto mensaje de carácter indulgente (cuando no abiertamente beneficioso) a la hora de incluir el consumo de algunas bebidas alcohólicas, más típicamente vino, cerveza, cava y sidra.

Y en mi opinión, es que no. Por salud, lo que se dice por salud: no, nunca o jamás debiera estar ese mensaje sobrevolando por encima de unas guías alimentarias.

A este respecto, y aunque la cuestión de los patrocinios en este tipo de guías será también parte central de otro capítulo de la saga, merece la pena recordar que en el capítulo 12 del módulo 2 del Libro Blanco de la Nutrición en España se menciona que:

No debemos olvidar que el plato [en referencia a la actual guía alimentaria de EEUU], y anteriormente la pirámide [también en referencia a la de EEUU], son instrumentos políticos, cuyo fin frecuentemente no es solamente promover la salud de los consumidores, sino las ventas de ciertas industrias. La industria de la carne y los lácteos son dos de las industrias más poderosas de Estados Unidos

Y, por ello, me pregunto y lanzo esta cuestión al aire, qué es lo que pudo influir en el ánimo de anteriores versiones de la pirámide de la alimentación saludable SENC, para que, por ejemplo en 2001 la edición de aquella pirámide SENC incluyera una mención al consumo (opcional) de vino y, en 2004, conociéramos una nueva versión con la inclusión, además del vino, de la cerveza. Es decir, en menos de tres años, apenas modificaciones (salvo la de bajar el aceite de oliva un peldaño en la pirámide) y, eso sí, hacer acompañar al vino de la refrescante cerveza.

Pirámides SENC 2001-2004

Veamos, y para que mi mensaje no sea malinterpretado, el consumo de vino en España (no tanto la cerveza) tiene importantes connotaciones culturales, sociales, convivenciales, tradicionales y todo lo que uno quiera… pero su consumo por cuestiones de salud, opino, no se justifica de ninguna de las maneras. Por tanto, su inclusión en unas guías de alimentación saludable, además de no poderse justificar, aumenta el riesgo de poderse malinterpretar.

En resumen

Si de mi dependiera la realización de unas guías saludables se evitaría cualquier mención simbólica a aquellos alimentos considerados superfluos (tal y como sucede en las más recientes guías alimentarias de otros países). Al mismo tiempo, evitaría observar el consumo de determinadas bebidas alcohólicas con indulgencia y, por tanto, ni se mencionarían ni se representarían en su icono gráfico.

Seguiremos con un nuevo capítulo la semana que viene.

Quizá te interese consultar estos post relacionados con el tema:

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Imagen:  Iamnee vía freedigitalphotos.net

El irresoluto e ¿irresoluble? problema de la obesidad: Segunda serie sobre el tema de ‘The Lancet’

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Brutal e imprescindible, son los adjetivos que primero me vienen a la cabeza con el último trabajo publicado por The Lancet al respecto de la obesidad.

No sé qué tal andas de inglés pero para sacarle todo el jugo a la información que hoy traigo, merecería la pena (muchísimo) que hicieras los posibles por ponerte al día. Tal es así, porque la prestigiosa revista The Lancet (una de las más antiguas y prestigiosas entre las publicaciones de ámbito médico… por no decir la de más prestigio) ha publicado su segunda serie de artículos centrados en el tema de la obesidad. Digo la segunda, porque la primera aconteció en 2011.

A pesar de que no ha llovido tanto desde entonces, The Lancet aborda de nuevo el tema, imagino que movida por lo dramático de la situación, y aporta seis artículos que no tienen desperdicio, palabra. Así como una introducción en la que plantea el punto de partida y los motivos que justifican esta nueva Serie.

Con el fin de ponerte los dientes largos y de ayudar a vencer tu pereza (si es el caso) para enfrentarte a un texto en inglés (bueno, en verdad son seis, más un par de reflexiones) me he tomado la libertad de hacer un resumen traducido a mi manera del artículo que abre esta serie para que contrastes qué te vas a encontrar en los sucesivos artículos:

Así, el artículo Rethinking and reframing obesity (Replanteamiento y reformulación de la obesidad) dice más o menos tal que así:

En 2011 publicamos la primera Serie sobre la en la obesidad que resumía los conocimientos entonces disponibles sobre sus orígenes, su carga económica y de salud (con las perspectivas de futuro que se abrían ante nosotros), y la fisiología de control y mantenimiento del peso. La Serie concluía con varias recomendaciones basadas en la ciencia para llevar a la acción (ver enlaces 1, 2, 3 y 4). En un editorial adjunto a dicha Serie, se propusieron diversas “respuestas” que se concretaban en cinco mensajes urgentes para la acción:

Los cinco mensajes de The Lancet  sobre la obesidad en 2011 fueron:

  • La epidemia de la obesidad no revertirá en tanto en cuanto los gobiernos no asuman el liderazgo en este tema.
  • Las consecuencias de no hacerlo repercutiría como de costumbre en estos casos, en importantes costes de salud pública, en gastos de atención sanitaria, y en la pérdida de productividad.
  • Las suposiciones que habitualmente se hacen al respecto de la velocidad del adelgazamiento y del mantenimiento del peso perdido son erróneos.
  • Es preciso vigilar y evaluar con precisión los datos básicos referidos al estatus ponderal de la población, así como los resultados de las distintas intervenciones que se lleven a cabo.
  • Es imprescindible realizar un enfoque de multifactorial de la solución que implique a todos los sectores involucrados.

¿Qué ha pasado desde entonces? Por desgracia, se ha avanzado muy poco en este tema salvo reconocer [de nuevo] que se trata de un problema a escala mundial con importantes consecuencias tanto para la salud como para el bienestar. Así, en 2013 el estudio “Peso de las enfermedades en el mundo”, […] mostró que el 37% de los hombres y el 38% de las mujeres tenían un índice de masa corporal por encima de 25 kg/m 2, lo que supone un aumento del 28% y del 47 % en adultos y niños respectivamente desde 1980. En este sentido, las estimaciones apuntan a que en la actualidad 2.100 millones de personas en todo el mundo tienen sobrepeso. Es más, mientras en algunos países desarrollados se ha observado una aparente ralentización en el aumento de la prevalencia de la obesidad desde 2006, ningún país ha reportado una disminución significativa durante tres décadas.

Además, el debate está cada vez más polarizado con falsas e inútiles dicotomías: el culpar al individuo particular frente a la inculpación de un entorno obesogénico; la consideración de la obesidad como una enfermedad frente a considerarla “nada más que” una secuela esperable de una gula desenfrenada; observar la obesidad como una discapacidad frente a su consideración como una nueva normalidad [fruto de su prevalencia]; la escasa actividad física como una de las causas principales frente al consumo excesivo de alimentos y bebidas poco saludables como causa; la prevención frente al tratamiento; la sobrealimentación frente a desnutrición. [Ejemplos no faltan de estas dicotomías, el texto original contiene varios]

[Lo cierto es que…] En algunos países existen intentos aislados de puesta en marcha de políticas dirigidas a la prevención de la obesidad, pero en resumen, en la actualidad estamos tan lejos de realizar un esfuerzo mancomunado como lo estábamos en 2011. El Plan de Acción Mundial de la OMS para la Prevención y el Control de las Enfermedades No Transmisibles 2013-2020, aprobado por la Asamblea Mundial de la Salud en 2013, tiene marcado el objetivo del “no aumento” de la prevalencia de la obesidad entre los años 2010 y 2025. La fecha límite para este modesto objetivo estaba entonces a 10 años de distancia. Sin embargo, las políticas (parciales) que hay en la actualidad en marcha y las promesas “voluntarias” [de compromiso realizadas por algunos países] son insuficientes para alcanzar el objetivo fijado. Es necesario un replanteamiento urgente de las causas, los elementos que las facilitan y las barreras que dificultan ese cambio imprescindible que implique empezar a marcar una senda diferente de la que hasta ahora se ha observado en la pandemia mundial de obesidad.

Esta segunda Serie de The Lancet sobre obesidad […] brinda una interesante oportunidad para replantearse la situación comentada. La Serie examina falsas dicotomías y propone un replanteamiento de la obesidad como una consecuencia fruto de la «naturaleza recíproca de la interacción entre el medio ambiente y el individuo», en la que la constante retroalimentación termina por perpetuar la elección de alimentos y el comportamiento de los individuos.

En el primer artículo de la Serie […] se revisan algunas de las acciones adoptadas hasta el momento, se discuten las razones para el progreso desigual, y se introduce una nueva forma de pensar acerca de la obesidad.

El segundo artículo […]  se observa cómo se desarrollan las preferencias alimentarias y los porqués de la toma de decisiones en este sentido por parte de la población; se sugieren algunas políticas “inteligentes” de alimentos que podrían desarrollarse para la prevención de la obesidad.

En el tercer artículo […] se argumenta al respecto del importante rol, no explotado, hasta la fecha de la población general a la hora de erigirse en protagonista de las demandas de políticas y campañas de prevención frente a la obesidad.

Un cuarto artículo […] enfoca hacia el problema de la obesidad infantil y juvenil como una parte del problema general. […] Margaret Chan, Directora General de la OMS, reconoció […] que “acabar con la obesidad infantil es uno de los retos de salud más complejos a los que se enfrenta la comunidad internacional en este siglo”. […] Al mismo tiempo, es importante evitar el riesgo de desnutrición y las obsesiones enfermizas al respecto de la pérdida de peso en niños y adolescentes que tienen un peso normal. […]

En el quinto artículo se señala a la comunidad de profesionales sanitarios que, en la actualidad, está mal preparada tanto para hacer frente al problema general de obesidad como a los pacientes que la sufren. Entre otras, la estigmatización y la falta de voluntad para reconocer el problema son las difíciles barreras que se levantan en la relación entre los pacientes y los profesionales de la salud.

En el sexto y último artículo […] se hace un llamamiento para poner el acento en la responsabilidad de todos los actores implicados [en la solución] y proponen cuatro estrategias para así hacerlo. Además se concluye con ocho recomendaciones para dar impulso a un nuevo y muy necesario enfoque de prevención de la obesidad global y su tratamiento.

 Como te digo, si estás interesado en estas cuestiones, merece muy mucho la pena ponerse las pilas con este trabajo de The Lancet… pero más aún merecería la pena que nuestras autoridades sanitarias se lo leyeran. A mí me ha gustado tanto que no descarto que en futuras entradas se aborden cada una de estos artículos por separado. ¿Os gustaría?

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Nota: Puedes acceder a todos los resúmenes de los estudios sin mayor problema a partir de los enlaces facilitados. Pero además, la parte buena es que todos los artículos están disponibles al completo, para ello solo hay que registrarse como usuario, gratis, en The Lancet.

Imagen: GTRES

¿Indulto para el colesterol en las nuevas recomendaciones dietéticas americanas?

CholesterolTomo el relevo de mi buen vecino Javier Yanes (@yanes68) cuando el otro día en su blog ponía en alza el golpe de timón que se está llevando a cabo en el mundo de la nutrición y de las recomendaciones dietéticas. Este cambio, ya conocido por otra parte, consiste en señalar con el dedo acusador de todos los males dietéticos a los azúcares y fuentes alimentarias con hidratos de carbono simples; a la par que indultar de la pena impuesta durante más de 40 años a las grasas saturadas. Te lo contaba el bueno de Javier en este post que te recomiendo vivamente consultar.

Digo que tomo el relevo por que además de a las grasas saturadas, tal y como te contaba yo también en este otro post, al que parece que le ha venido Dios a ver es al manido colesterol. Y es que, tal y como reza el título de hoy, por fin las autoridades sanitarias norteamericanas están a punto de redimir a este elemento dietético tras 40 largos años de dura, durísima, condena. De esta forma, parece bastante probable que en las próximas guías dietéticas no se haga mayor referencia al peligro que implica incorporar una determinada cantidad de colesterol a partir de los alimentos. En un país formal como los EEUU que revisan las guías dietéticas cada cinco años, no como en otros (y de verdad que ahora no sé donde mirar para no mirar a “nadie”) resulta que desde la década de los años 70 se incluía una recomendación referente a no incorporar con los alimentos más de 300mg de colesterol al día. Tal es así que las actuales guías dietéticas formuladas en 2010 la incluyen… algo que como digo parece que va a cambiar.

Trailer sobre la peli del colesterol

Por resumirte mucho, muchísimo la película, el juicio sumarísimo y condena directa de la que ha sido objeto el colesterol deriva, con sentencia firme, desde 1961 cuando basándose en los informes de la American Heart Association (AHA) el gobierno de los EEUU proscribió el consumo de cualquier alimento susceptible de aportar una cantidad mínimamente significativa de colesterol… entre ellos el huevo, alimento que recientemente también fue indultado, tal y como te comenté en este artículo. En aquel entonces las pruebas en contra de ambos imputados, las grasas saturadas y el colesterol, parecían concluyentes: a mayor grasa saturada y colesterol mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.

Colesterol 2

Sin embargo, en la actualidad parece que nuevas pruebas se suman a un caso que parecía más que cerrado para aportar una perspectiva diferente de aquel proceso en el que tan mal parados salieron los imputados. Así, y aunque la cosa viene de más atrás, los mismos fiscales que los inculparon en su día (el American College of Cardiology y la American Heart Association) plantearon en 2013 y en base a nuevas evidencias que no había razón alguna al respecto de dirigir a la población general las advertencias que sobre el colesterol en los alimentos se habían venido realizando en las últimas cuatro décadas. Tal es así que a día de hoy la actual guía para reducir el riesgo cardiovascular publicada por la AHA, no hace alusión alguna a alimentos ricos en colesterol. En su lugar y en referencia a la dieta, lo único que recomienda y en positivo, es incorporar importantes cantidades de verduras, frutas y hortalizas. Nada al respecto de, en negativo, “evite comer esto o lo otro” por su cantidad de colesterol.

Sin embargo, esta medida posiblemente plasmada en las próximas guías dietéticas norteamericanas no es del gusto de todos los investigadores. Aunque a muchos de ellos les parece una medida razonable (la de desterrar un límite máximo de ingesta diaria de colesterol) entre ellos Walter Willett, presidente del departamento de nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard; hay otros que expresan sus reticencias en base, principalmente, a lo mucho que a la ciencia le queda por conocer sobre el metabolismo del colesterol. Entre esas cuestiones que hoy se ponen encima de la mesa están las ya casi omnipresentes en nuestra época nutrigenética y nutrigenómica, ya que al parecer hay un importante porcentaje de población que es más vulnerable que el resto a dietas ricas en colesterol.

En resumen

Para desquicie de buena parte de la población, así como de esa industria alimentaria que ahora va a ver como la alegación “sin colesterol” va a tener menos relevancia que el horóscopo, estamos ante un cambio de considerable magnitud en relación a una de las más importantes directrices dietéticas del último medio siglo. Y conste que no me extraña ese desquicie cuando los cambios son tan drásticos. Así, pienso que sería bueno que en aras de una mayor confianza en la ciencia por parte de la población, este tipo de giros se dieran de forma algo más paulatina en vez de en forma de figurados volantazos que pueden hacer pensar que no haya nadie al mando.

En cualquier caso, lo que hay que tener claro es que los cambios en el terreno de la ciencia, de la buena ciencia, no son solo normales sino que además han de ser deseados. Quizá la lectura del artículo sobre “la maleta de Asimov (o por qué lo que ayer era bueno hoy es malo y viceversa)” ayude mejor a comprender lo que quiero decir.

Entradas relacionadas:

¿Qué haces tú por tu colesterol?

Grasas saturadas: de villanas a heroínas, crónica de la última gran revolución dietética

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Nota: quiero agradecer a Alfonso Triguero la aportación de material

Imagen: ChemNerd vía Wikimedia Commons y Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

Tres cosas que estoy seguro mis hijas harán de mayores a la hora de comer

Gambas curry_ensalada

Bueno… seguro, lo que se dice seguro 100 % no lo estoy, ahora bien, sé que las probabilidades de que así lo hagan son bastante altas. No me entretengo, te las cuento y luego me explico:

1º Incorporarán de alguna forma una ración de alimentos vegetales en todas las comidas principales.

Tomarán fruta de postre.

No se “jartarán” de nada, incluso de aquello que más les gusta.

Mi mujer y yo tenemos la suerte de poder tener a nuestras hijas en todas las comidas principales del día. Suerte digo, por la oportunidad que tenemos de poder transmitirles, sin decir nada especialmente, solo “haciendo”, una serie de conductas alimentarias que consideramos las más adecuadas y por tanto las mejores para ellas… y la suerte también de poder disfrutar de ellas, de su compañía. Desayunamos con ellas y también comemos y cenamos… en realidad, salvo el almuerzo o la merienda, que las hacen en el colegio a lo largo de la semana laboral, todas las ingestas del día las hacen en casa. E incluso esos almuerzos y meriendas, aunque se consumen fuera, se hacen con alimentos o productos elaborados en casa… o sea, bocadillos en la mayor parte de las ocasiones.

Así, al respecto de los tres ítems mencionados, ellas saben, hasta el punto de echarlos en falta en las raras ocasiones que se cambia alguna de estas rutinas, y así nos lo hacen saber: ¿hoy no hay ensalada, ni verdura o guarnición vegetal? preguntan con extrañeza. Al mismo tiempo, no se cuestionan qué hay de postre sino que preguntan directamente qué fruta se va a tomar de postre. Es decir, estas cuestiones las tienen absolutamente interiorizadas… y lo que es mejor, las asumen con agrado más que como una obligación.

Carolina Naranja (480x640)Cada una, no sé hasta que punto es lógico o no, tienen sus propios gustos y apetencias, y además de una forma bastante marcada (te lo conté en esta entrada hace un par años, y el paso del tiempo no ha hecho sino remarcar esas diferencias). Carolina, la pequeña (6), y por citar solo unos pocos ejemplos, prefiere las naranjas, el pescado, el apio y en general los sabores exóticos. Por su parte Adriana (10) le encantan las manzanas, la carne en su más amplia definición, el tomate y los platos y sabores más tradicionales. La primera, creo, come más con sus papilas gustativas, y la segunda con lo ojos.

El caso, es que estas pequeñas-grandes diferencias nos importan y nos afectan bastante poco en la rutina diaria. Se soluciona con una oferta relativamente variada que unas veces, está claro, satisface más a una y otras a otra. Unas veces, va por días o temporadas, cada una de ellas tiene más hambre o apetito… y otras menos. Comen la cantidad que les apetece, ni más ni menos; rebañan o no el plato, según les apetezca. Pero lo que desde luego sí que me llama la atención es lo ¿perfectamente? que regulan su pulsión por comer incluso en aquellas ocasiones que encima del plato tienen el más codiciado de los manjares. Digamos que en el caso de Adriana, la mayor, ese plato podría ser cordero al horno, y en el caso de Carolina merluza a la romana. Pues bien, sea lo que sea que a cada una de ellas más les prive (y te aseguro que es algo que cualquiera de las dos manifiesta de forma bastante elocuente), paran de comer cuando… ¿consideran que ya han comido suficiente… o cuando están llenas? Pongo entre interrogantes ambas posibilidades porque la primera se me antoja demasiado reflexiva para su edad; y la segunda porque viendo lo que comen, tampoco creo que sea porque están “hartas”. No sé, no he llegado a comprender bien porqué dejan de comer ante los platos que más les gustan.

Sea como fuere, si faltan unos trigueros, unos pimientos, una ensalada… o lo que sea vegetal, máxime si de primero no ha habido acelgas, brócoli, alcachofas… nos lo van a recordar. Como también sabemos que, en virtud de sus distintos gustos, cierta polémica está servida cuando llega el momento del postre… ahí deciden ellas, teniendo que ponerse de acuerdo qué fruta van a comer, siempre de entre las de temporada, eso fijo.

Hueso de la suerte

Te cuento todo esto porque a pesar que las vivencias personales tienen muy poco peso a la hora de recomendar patrones de conducta a la población general, estas, las mías, las nuestras coinciden al 100% con las conclusiones de algunos estudios que, en relación a educar en materia de alimentación a los hijos, concluyen que tiene mucho mayor peso el modelo que ofrecen los padres que todos aquellos esfuerzos que de palabra, con presiones, chantajes, negociaciones, amenazas, premios y castigos estos tratan de condicionar los patrones de alimentación de sus hijos. Por ejemplo:

Influencia de las actitudes parentales en el comportamiento alimentario de los hijos

El ejemplo positivo de los padres podría ser el mejor método para mejorar la alimentación de los niños, antes que aquellos intentos por “controlar” su dieta.

Influencia familiar sobre la conducta alimentaria y su relación con la obesidad infantil

Existen evidencias que indican que el patrón de conducta alimentaria familiar tiene un papel relevante en el comportamiento de alimentación del niño.

“Solo tres bocados más”: análisis observacional de la socialización parental durante la comida de los hijos

El deber de los padres consiste en proporcionar a sus hijos un catálogo de alimentos nutritivos; y son los niños, no los padres, los que deben decidir qué y cuánto de esos alimentos comer.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interés leer:

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Foto 1: Gambas con curry y ensalada en casa.

Foto2: Carolina disfrutando como una loca de sus naranjas.

Foto 3: Adriana y Carolina con el “hueso de la suerte” tras comer pollo asado.

 

Nueva “Guía Alimentaria” (pirámide SENC) en construcción: cambiar para que nada cambie

Empiezo poniéndome el casco y las protecciones, aunque ya adelanto que si este post fuera bien entendido, con la sana crítica constructiva como principal objetivo (con éste fue escrito) no debiera hacer falta. Espero y deseo que los implicados quieran encajar mis comentarios en su verdadera dimensión.

Resumo fugazmente el contexto para todos aquellos que no estén al corriente y luego me extiendo para justificar mis opiniones. Resulta que hace muy pocos días hemos sido conocedores de que se está realizando una revisión de la conocida como “Pirámide de la alimentación saludable”. Lo primero que pasó por mi cabeza al enterarme, fue un enorme “por fin”, con suspiro incluido, mientras dirigía mi vista hacia el cielo (como si este hubiera desempeñado o fuera a desempeñar algún papel).

Al poco de leer la primera noticia que me dio para ir tirando del hilo y llegar al trasfondo de la “nueva” pirámide, ese celestial “por fin” del que hablaba se fue transformando en una desagradable sensación del tipo “tierra trágame” acompañada de no poca incredulidad, hasta terminar en un angustioso “mátame camión”. (Le quito hierro al asunto a la hora de contarlo porque lo prefiero así a expresarme según me pide el cuerpo).

Los antecedentes

Hacia mediados del pasado siglo XX se fueron popularizando las conocidas como “guías alimentarias” que a partir de la utilización de iconos y representaciones gráficas más o menos accesibles se pretendía hacer llegar a la población una serie de consejos básicos sobre el qué comer con el fin de poder establecer un patrón de alimentación más o menos saludable. Con el paso de los años las distintas guías publicadas por diversos países fueron objeto de una serie de cambios con el fin de adaptar el mejor conocimiento de las cuestiones nutricionales al avance de los tiempos, a la vez que se trataba de hacer llegar a partir de mejores herramientas y representaciones más sencillas de interpretar por parte del ciudadano de a pie. Con independencia de los contenidos, hemos vistos guías en forma de rombo, de rueda, etcétera

En este proceso merece la pena detenernos en el año 1991 ya que fue entonces cuando el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (la USDA) publicó la primera “pirámide” que supuso un hito importante que pronto fue reinterpretada por muchos otros países y adaptada a sus necesidades y particularidades. De aquella “pirámide”, deriva nuestra actual “pirámide de la alimentación saludable” (al menos en su forma) y que ahora, y después de otras modificaciones, vuelve a replantearse.

Pirámides USA

Se hace preciso prestar atención al caso de la USDA y observar el destacado interés que en Estados Unidos ha supuesto cada renovación de los contenidos con el fin de hacer estos mensajes más claros y directos, y lo menos controvertidos posibles. En mi opinión está claro que más allá del éxito de las transformaciones acaecidas desde la primera pirámide USDA, cada nueva propuesta ha supuesto un claro esfuerzo por mejorar la herramienta. La primera gran renovación la vimos en 2005 (my pyramid) cuando los estratos de la pirámide que contenían alimentos pasaron de estar en posición horizontal o paralela al suelo a dividir la pirámide desde la cúspide y hacia su base en posición más o menos vertical. En mi caso reconozco que no me gustó ya que el icono, ese tipo de representación, complicaba la comprensión de los contenidos. Es probable que por ello durara tan poco, y así en 2010 la USDA publicaba una nueva (de verdad) herramienta apartando por completo el concepto de pirámide y optando por la sencillez al presentar my plate. Una herramienta que, más allá de los contenidos a mí me resulta mucho más difícil de malinterpretar, más clara. Posteriormente y tal y como mencioné en esta entrada la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (HSPH, que también editó su propia pirámide tiempo atrás) publicó una nueva guía eligiendo, en mi opinión con acierto, la fórmula “del plato”… y además con unos contenidos difícilmente mejorables.

La pirámide española

Me he referido a las modificaciones más recientes de las guías alimentarias en EE.UU porque en España este tema ha evolucionado de forma muy diferente. En España y finales de siglo XX nuestras autoridades sanitarias tomaron las pirámides de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) como referente a la hora de dirigir a la población un mensaje sobre alimentación saludable. Así, desde la primera pirámide publicada por la SENC de la que yo tengo constancia, allá por 1995, hasta la actualmente vigente (la publicada en 2004) los contenidos generales de la famosa pirámide apenas han sufrido cambios de relevancia, salvo la de subir o bajar el aceite de oliva, cambiar el vino a derecha e izquierda de la imagen, o adicionar, además del vino, la cerveza en la guía. Cambios de escaso calado que a mi modo de ver responden poco a cuestiones nutricionales y más a… otras cuestiones (que cada uno haga volar su imaginación). Es decir, desde hace 20 años el grueso de del mensaje de la pirámide de la SENC sigue igual a pesar de que las cosas desde la perspectiva de la nutrición comunitaria han cambiado bastante. Una especie de «Atrapado en el tiempo» nutricional.

piramide-senc

Y lo que es peor, tienen pinta de seguir igual ya que la presentación de la “nueva» pirámide va por el mismo camino… o peor. Digo así porque el mensaje estrictamente dietético sigue exactamente igual (alimentos ricos en hidratos de carbono en la base; un segundo escalón con frutas y verduras más el aceite de oliva; el tercero ocupado por alimentos más o menos proteicos -carnes pescados, legumbres y frutos secos- y lácteos bajos en grasa; un cuarto escalón con carnes grasas y derivados cárnicos y; por último snacks y alimentos especialmente ricos en azúcares). Lo-mis-mo-de-siem-pre; sin olvidar a nuestros queridos wine & beer omnipresentes por estos lares.

Como si el mensaje, la herramienta, no fuera lo suficientemente farragosa de interpretar con tanto ítem presente, al mismo tiempo la “nueva» pirámide parece que se va a ver “enriquecida” con otros conceptos que, a los pies de la misma, van a informar al ciudadano de la importancia del “equilibrio emocional” (como lo oyes), el peso del “balance energético”, «la sostenibilidad» y la práctica de “tecnologías culinarias saludables”. Según parece, en este último aspecto se va a hacer referencia más a la posible interacción entre los distintos materiales de cocina y los alimentos (como ves un tema de rabiosa actualidad y de una urgentísima importancia en materia salud pública) que a la conveniencia de hacer más o menos fritos y rebozados.

No me iré sin hacer aportaciones en positivo

En mi opinión, si tuviera la ocasión de plantear mis modificaciones ante el replanteamiento de una guía alimentaria dirigida a los españoles, las haría de la siguiente forma:

  • [eliminado]
  • Acto seguido propondría el cambio de la fórmula de la “pirámide”. A día de hoy y con la pre-presentación de la “nueva” que se ha hecho, supondrá un galimatías de aun peor comprensión que la anterior. Los mensajes debieran ser pocos, claros, directos y sencillos… sin tener que estar delante de la pirámide media hora para desentrañar sus secretos. En este sentido, más allá de sesudos científicos y médicos, brindaría una oportunidad a los profesionales del marketing… y todo ello con un objetivo claro en mente: pureza de ideas.
  • Daría un mayor peso que el que se le da en la representación visual de la “nueva” pirámide a las frutas, verduras y hortalizas. La mayor parte de todas las recomendaciones que realizan otros países ya han cambiado el chip, desterrando de ese lugar preminente a las fuentes alimentarias ricas en hidratos de carbono (arroces, pastas, derivados del trigo, etcétera). Y no, no me malinterpreten, no estoy ni muchísimo menos en su contra; lo que digo es que a día de hoy y habida cuenta del actual patrón de consumo todas la principales estrategias ha de ir encaminadas a fomentar el aumento de los alimentos de origen vegetal fresco y a disminuir el de los alimentos ricos en hidratos de carbono. Y no se trata solo de cambiar tendencias de consumo, también la evidencia científica está detrás de este mensaje. Fíjense por ejemplo en “my plate” de la USDA o en el “plato de alimentación saludable” de la HSPH. ¡Pero si hasta la pirámide de la dieta mediterránea ya ha avanzado en ese sentido!
  • Quitaría, y sin mirar atrás, cualquier alusión a las bebidas alcohólicas. Si quieren, pueden apoyarse en la opinión de la OMS. A día de hoy y sin contar la otra pirámide patria (la de la dieta mediterránea) ¿alguien me puede decir una sola guía dietética oficial que en la actualidad contenga alusión alguna a los beneficios sobre un determinado consumo de bebidas alcohólicas? Pues eso.

Lo cierto es que lo voy a dejar aquí… habría muchas más mejoras que hacer y al mismo tiempo dar muchas razones que las justificaran, pero creo que por hoy es suficiente. Prometo que la semana que viene dedicaré un post en exclusiva a proponer mejoras y justificarlas.

Solo me queda reiterar mi voluntad de ayuda ya que yo sí que creo que las cosas se pueden hacer mucho mejor con el fin de beneficiar a los actores principales de estas cuestiones, los ciudadanos. Quizá, abrir la mano para que otros profesionales, con otra formación que no sea la estrictamente médica, y que al mismo tiempo aporte una “sangre” y perspectivas nuevas a este asunto sea una sugerencia que podría ayudar mucho en esa tarea a la que ustedes llaman consenso, y que a mí, me cuesta mucho encontrar en este tipo de trabajos.

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Nota: El contenido original de este artículo ha sido modificado porque la información que contenía no había sido verificada ni contrastada convenientemente. Falta íntegro el epígrafe titulado «Circunstacias kafkianas (las de siempre por otra parte)»

Lamento las molestias ocasionadas.

Nota 2: Ruego muy encarecidamente que los lectores pongan en contexto los contenidos de este artículo con la visualización de dos vídeos ambos pertenecientes a la Sesión Científica Extraordinaria “Guías Alimentarias, Equilibrio Nutricional y Balance Energético” en el marco de la Real Academia Nacional de Medicina: El primero de ellos es la intervención del Prof. Javier Aranceta Bartrina que dura poco más de media hora y sugiero prestar atención a los minutos 00:26 y 33:50. El segundo corresponde a la intervención del Dr. José María Ordovás que dura algo más de 50 minutos y también sugiero prestar especial atención a los minutos 00:26 y 1:05

Imagen: Pirámide SENC 2004.

“Fuente de Omega-3”… entre el pitorreo de la industria y la legislación

Ya he comentado mil y una veces que la actual legislación al respecto de las declaraciones nutricionales en los alimentos tiene más agujeros que una flauta. Desde un punto de vista conceptual porque, aunque estuviera bien hecha, fomenta el auge de una muy mala práctica en el consumidor medio, me refiero al nutricionismo, un tema sobre el que no voy a entrar en detalle ya que ya lo hice en su día y por eso te invito a que sigas el anterior enlace. Y desde un punto de vista más concreto, porque le da alas a la industria para hacer, legalmente o no (eso que lo decidan los juristas) lo que les sale por el forro… generando como decía una serie de conceptos erróneos en la población general que para nada están alineados con una sana perspectiva de las cuestiones nutricionales. Vamos a concretarlo con el omega-3.

Chimichurri 3El otro día pasó por mi Time Line de Twitter una fotografía de una salsa, un aderezo, en concreto un chimichurri, que declaraba entre otras cosas, ser una fuente de ácidos grasos omega-3. Raro. Doblemente raro por que por un lado los ingredientes que normalmente caracterizan los productos de este tipo no son en principio fuentes de omega-3. Y por el otro porque aunque lo fueran, las cantidades que se suelen emplear en el normal uso de este tipo de productos tampoco dan para tirar cohetes con ningún tipo de aporte (y de omega-3 menos ya no es un nutriente que se prodigue demasiado en muchos alimentos).

La primera traba puede ser artificiosamente salvable poniendo algún ingrediente que, aunque extravagante, sea rico en omega-3… y ¿que hay más rico en omega-3 que el propio omega-3?; tanto como el 0,07 % del producto contiene este tipo de ácidos grasos añadidos y, se aclara en la etiqueta que es procedente de algas. Chimichurri con algas… o algui-churri (ahí queda la idea).

¿Se salva la segunda traba con esta estrategia? dependerá de tres elementos: de la cantidad de omega-3 que nos quede en el producto final, de las Cantidades Diarias Orientativas que estén establecidas para los omega-3 y de lo que diga las autoridades sanitarias al respecto de con qué cantidad presente de omega-3 en un alimento se puede decir que es fuente de estos ácidos grasos.

Chimichurri 2

¿Cuál es la Cantidad Diaria Orientativa de Omega-3?

Siendo estos omega-3 de los tipos considerados DHA y EPA y alegando el producto: “Los ácidos eicosapentaenoico y docosahexaenoico contribuyen al funcionamiento normal del corazón”, la Comisión Europea considera a partir del Reglamento 432/2012 que para obtener un beneficio de su ingesta habría que hacer un consumo diario como mínimo de 250 miligramos de DHA/EPA (tal y como se cita en la etiqueta). Todo ello teniendo en cuenta que también según la EFSA la ingesta diaria recomendada de DHA/EPA es de 2 gramos, es decir 2.000 miligramos.

¿Qué cantidad queda de omega-3 en el producto final?

Dando por válidos los valores de la información nutricional del producto: 100 gramos de salsa contienen 70 miligramos de omega-3; y 15 gramos de salsa (la ración estándar que propone el fabricante) 10,4 miligramos.

¿Qué cantidad de omega-3 permite decir en un alimento que es fuente de ellos?

Aquí es donde, hay que reconocerlo, la cosa se lía gracias a las autoridades sanitarias y la legislación. La primera indicación que da la EFSA al respecto de cuándo se puede decir que un alimento sea fuente de omega-3, es que ha de contener en 100 gramos o 100 mililitros de producto al menos un 15% de la ingesta diaria recomendada, cifrada como ya has visto en 2.000 mg… Como es fácil de observar, el 15% de 2.000 mg son 300 mg. ¿Tiene esta salsa 300 mg por cada 100 gramos de producto? No, tiene 70 miligramos (que son cuatro veces menos que los consabidos 300 mg) y por ración mucho menos, 10,4 mg; lo que implica 29 veces menos.

Ahora es cuando viene la bofetada al consumidor

Pero, dicho lo dicho, la EFSA también incluye que el producto puede alegar ser fuente de omega-3 siempre que el 15% de la cantidad diaria recomendada se encuentre en 100 kilocalorías de producto. Opinión que se encuentra recogida en el Reglamento 116/2010, que modifica en relación a los ácidos grasos el Reglamento 1924/2006 (ver el apartado 6). Y entonces se lía la cosa. Veamos.

La salsa aporta 32 kcal por 100 gramos, luego para conseguir 100 kcal con el chimichurri habrá que consumir 312 gramos de la misma. Resulta que entonces 312 gramos de salsa (que aportan sus 100 kcal) contendrán 218 miligramos de omega-3. ¿Llega a los 300 miligramos? Tampoco, se acerca de forma considerable, pero no. Ni tan siquiera a los 250 miligramos que indica el Reglamento 432/2012

En resumen; tomando la cifra más beneficiosa marcada por la legislación (para que un producto pueda llevar esta declaración, se informará al consumidor de que el efecto beneficioso se obtiene con una ingesta diaria de 250 mg de EPA yDHA) y pretendiendo obtener el consabido beneficio, habría que usar más de 24 raciones de este chimichurri. Si cada una de ellas es de 15 gramos (insisto tal y como sugiere el fabricante) estas 24 raciones implicaría tomar más de 360 gramos de salsa.

Texto chimichurri

A mí que me perdonen, no sé si esto es legal o no. Para mí desde luego, tal y como yo interpreto los datos, no. Si finalmente no lo es, serán los juristas quienes tendrán que interpretarlo, lo que desde luego creo que es inapelable es que se trata de una tomadura de pelo a la racionalidad. En especial si sabemos que una racioncita de sardinas rebozadas, otra de salmón a la plancha o una de bonito con tomate, alcanzan, de forma individual y redondeando, entre los 4.000 y 6.000 miligramos de omega-3. Estas cosas y similares, pero no otras, son fuente de omega tres… coñe.

Otra vuelta de tuerca

Lo siento por Salsas JR que con esta entrada ya son dos la que dedico a alguno de sus productos. La primera a partir de la mayonesa con estevia como reclamo salutífero (lo sigo sin entender) y luego la de hoy. No dudo de sus buenas intenciones (bueno, un poco sí) pero me parece que están demasiado volcados en las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables sacando un poco los pies del tiesto (y me refiero a la más estricta racionalidad, no a su legalidad). Pero de verdad, poner una alegación referente a que tomar chimichurri puede beneficiar el normal funcionamiento del corazón a partir de su extemporánea inclusión de una cantidad ineficaz de omega-3… pues me parece ridículo. Igual luego va y el producto es excelente, reconozco que no lo he probado, pero una cosa no quita la otra (esta vez, como la otra, tampoco creo que me manden una cesta degustación).

No obstante, por si quieren seguir por esta, en mi opinión, ridícula senda, les propongo muy en serio que sigan engalanando su producto con otras declaraciones nutricionales buenrollistas que se han dejado en el tintero. Por ejemplo, además de “sin gluten” que ya la incluyen (y no me parece mal), a la vista de su lista de ingredientes y sin haber de momento una concreta legislación que lo regule, podrían ponerle también “sin lactosa” (es gratis). Ya con el RE 1924/2006 en la mano podrían legalmente incluir también “bajo en grasa”; y además “sin grasas saturadas”. Ya sé que no se olvidan de los azúcares ya que han incluído el «sin azúcares añadidos» (pero con estevia, eso sí) pero también podrían decir de su producto que es “de bajo contenido en azúcares”. Del tema de la sal y de la fibra mejor “pasamos palabra”. Voy con más: les sugiero que además analicen el contenido en minerales o vitaminas de su salsa, probablemente aparezca alguno con el que seguro puedan rascar alguna alegación del tipo “fuente de, o alto contenido en…” lo que sea; y si es que no (cosa que dudaría), siempre pueden añadírselos (como se suele hacer en los cereales de desayuno o con los Bollycaos)… es algo que no cuesta demasiado y siempre queda chuli ponerlo en la información nutricional. Además, después de su inclusión, por ejemplo de hierro, podrían hacer una alegación saludable del tipo, «este ferri-churri ayuda a la normal función cognitiva«. Si al final les queda espacio en la etiqueta entre tanta medalla y parabien podrían poner que, además, está muy rico o que es “natural” (aunque tenga estabilizantes E-415 y E-466) recuerden que estas expresones son gratis total.

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Nota: En esta página de la AECOSAN podrá encontrar quien quiera la mayor parte de la legislación actualizada relativa a las declaraciones nutricionales y saludables en los alimentos.

Quiero agraceder a Ana Isabel Gutierrez (@Fasmida) el hacerme llegar este prodigio salsero, suyas son las imágenes.

Concretar la cantidad de cafeína en tu café no es complicado… es lo siguiente

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El post de la semana pasada sobre el uso, y en especial abuso, de la cafeína generó cierta polémica ya que de alguna manera algunas personas entendieron que estaba haciendo una campaña anti café. No fue mi intención. Más al contrario traté de poner sobre aviso a los lectores de una creciente moda relativa al uso de la cafeína pura en polvo (nada que ver con el café como tal) con vete-a-saber qué intención. También es cierto que el citado post pudo generar una cierta alarma entre quienes, sabedores del contenido en cafeína del café, tienen el hábito de consumirlo.

Pues bien, con el fin de poner un punto racional y ordenar todas estas cuestiones hoy veremos cuánta cafeína se puede incorporar con el consumo de esta bebida y su potencial (o no) riesgo.

Cantidades seguras de cafeína (venga de donde venga)

De entrada, me parece indispensable conocer la muy reciente opinión de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) al respecto de la incorporación de cafeína en la dieta (sea cual sea su origen en los alimentos) por parte de la población general. Así, en este documento que aún está caliente, la EFSA nos hace llegar estas conclusiones provisionales sobre el informe que tiene en redacción sobre la mesa:

  • Las dosis únicas de hasta 200 mg de cafeína no plantea problemas de seguridad para los adultos (18-65 años) incluso cuando se incorpora a menos de dos horas antes del ejercicio intenso. Así mismo la ingesta diaria de hasta 400 mg no plantea problemas de seguridad en los adultos.
  • Resulta poco probable que la cafeína interactúe de forma negativa con otros constituyentes de «bebidas energéticas» – tales como la taurina, la glucuronolactona – o el alcohol.
  • En mujeres embarazadas, la ingesta de hasta 200 mg al día de cafeína tampoco plantea problemas de seguridad para el feto.
  • Para los niños (3-10 años) y adolescentes (10-18 años), la ingesta diaria de 3 mg por kg de peso corporal se consideran seguros.
  • Las dosis únicas de 100 mg pueden, en los adultos, aumentar el tiempo en el que se tarda en conciliar el sueño así como acortar el tiempo de sueño.

Con estos datos en mente es hora de conocer cuánta cafeína se ingresa cuando se consumen distintas bebidas.

La cafeína en el café

Si hay una bebida en la que se hace especialmente difícil concretar de forma precisa la cantidad de cafeína es sin lugar a dudas el café. El problema es que esa cantidad final de cafeína en nuestra taza va a depender de forma importante de dos elementos: por un lado la variedad de los granos de café y, por el otro, de las infinitas formas que hay de prepararlo (con cafetera italiana o moka; cafetera de filtro o goteo; cafetera de émbolo; café turco; café expreso; cafetera de vacío; café instantáneo, etcétera)

Tipos de caféEn cuanto a la primera variable, el tipo de café, se puede resumir que hay dos grandes tipos de especies botánicas con las que se elaboran los distintos tipos de café: Coffea arabica y Coffea robusta que aun pertenecientes a la misma familia (Rubiaceae) tienen notables diferencias, entre ellas la cantidad de cafeína que contienen sus semillas, más del doble en las especies de robusta que en las de arabica. Entre otras de las diferencias es preciso destacar que el cultivo de robusta es mucho más agradecido que el de arabica… lo que implica que, de normal, los preparados de café con el primero de los orígenes (robusta) sea mucho más frecuente y abundante. En sentido contrario el café de origen arábica es considerado de mucha más calidad, ya no por su mucho menor contenido en cafeína si no por sus cualidades organolépticas intrínsecas, de normal, más fragantes y aromáticas… por tanto el café con este origen es considerado de una calidad (y precio) superior. Esta es una de las características que, no sé porqué, no suele estar reflejada en los envases de café cuando uno compra en cualquiera de sus versiones este producto.

Sobre la preparación, y en centrándome en los principales métodos, para una misma variedad y una misma cantidad parece que el café tipo moka (cafetera italiana) es el que más cafeína extrae, seguido del tipo expreso y acabando en el de tipo americano (cafetera de filtro o por goteo).

Así pues, como comprenderás y habida cuenta de la importante cantidad de variables que intervienen en la concentración de cafeína bien por su origen o bien por el método de elección con el que se elabore el café es francamente difícil concretar la cantidad de cafeína que contiene un café. Todo ello a pesar que en innumerables páginas y recursos bibliográficos se aportan este tipo de datos. Al final, tal y como ocurría con el tema de las tablas de composición de alimentos, resulta bastante controvertido el pretender ofrecer una información invariable y certera sobre este tema.

No obstante hay quien lo intenta y, por si es de tu interés aquí te dejo una serie de recursos en los que se brinda información sobre la cantidad de cafeína en los distintos formatos de café (y otras bebidas). Resulta curioso contrastar que en ninguna de las fuentes consultadas se habla del origen del café (arabica o robusta) siendo que es esta variable constituye uno de los elementos que más diversidad ofrece sobre el contenido en cafeína.

Contenido de cafeína (International Coffe Organization –en español-)

Consumo de cafeína (J.J. Barone, H.R. Roberts. Caffeine ConsumptionFood Chemistry and Toxicology, vol. 34, pp. 119-129)

Contenido en cafeína en alimentos y bebidas de uso habitual (FDA)

Cuánta cafeína hay en… (web caffeineinformer.com)

Calcula tu consumo de cafeína (OCU)

Conoce el contenido de cafeína de algunos alimentos (Vitónica)

Contenido en cafeína de distintos alimentos y fármacos (Center of science in the public interest)

Contenido en cafeína del café, el té, los refrescos y otras bebidas (Clínica Mayo)

Contenido en cafeína de distintas bebidas y productos (blog “cafeína”)

Si has llegado hasta aquí…

Si tu interés, paciencia o el café que te estás tomando han dado como para que llegues leyendo hasta aquí, me parece justo el retratarme y que conozcas que si un servidor tuviera que responder de forma (más o menos) concisa sobre la cantidad de cafeína que hay en un café solo típico de cafetería diría que… para un café solo “normal” de unos 50 ml en una cafetería al uso y usando café robusta, yo apostaría por una cantidad de cafeína de 60 a 100 mg y si es de arabica de entre 20 a 40 mg. Por eso digo que me hace tanta gracia la gente que sin demasiado margen para la duda afirma que… «pues un café, tiene tantos miligramos de cafeína«.

Antes de despedirme creo interesante mencionar que por mucha cafeína que contenga un café “normal”, difícilmente se alcanzarán los 200 mg de cafeína, límite que de momento la EFSA ha mostrado como seguro en dosis única para la población general adulta, tal y como mencionaba en la primera parte de este post.

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Imagen: ZioDave vía Wimedia Commons y Iamnee vía freedigitalphotos.com

¿Tendrá el género masculino (obeso) mayores problemas reproductivos en el futuro?

Lunes pollasExiste cierta evidencia basada en la observación que sostiene que aquellos varones con mayores índices de masa corporal y mayor perímetro de cintura tienen una peor calidad de esperma. Las deducciones, aunque sean así a vuela pluma, no parecen muy complicadas: la cifra absoluta y el porcentaje de obesos en el mundo está en constante aumento y, si esto continúa en este sentido y el “fluido vital” de los varones obesos es cada vez menos eficaz en su única función conocida… ¿habrá un momento en que estos no se reproduzcan o que su éxito sea menor en estas lides que el de aquellos varones que no padecen obesidad?

Bromas (que no tanto) a parte, este estudio The relationship between male BMI and waist circumference on semen quality: data from the LIFE study (Relaciones del IMC y el perímetro de cintura masculino con la calidad del semen: datos del estudio LIFE) pone de relieve lo que te cuento:

Al examinar los parámetros de calidad del semen, el volumen eyaculado mostró una disminución lineal a medida que aumentaba el IMC y el perímetro de la cintura [a más IMC y a más perímetro de la cintura, menos semen]. Al mismo tiempo, el recuento de espermatozoides se asoció de forma negativa al perímetro de la cintura [a medida que este aumentaba, menos espermatozoides se constataban]. […] El porcentaje de hombres que presentaban un volumen anormal de esperma, que tenían una menor concentración de espermatozoides y un menor conteo total de estos, aumentaba a medida que aumentaba el volumen corporal […]

No sé si en este momento el decir “blanco y en botella” es una expresión adecuada… pero seguro que me entiendes.

En cualquier caso, ya se han hecho otros estudios en esta línea y, aunque de resultados variables, los más recientes apuntan hacia resultados similares a los comentados. En sentido contrario a lo dicho, este artículo, con metaanálisis incluido, no encontró asociación alguna entre el IMC y los parámetros de calidad del semen… la contrario que este otro, más reciente y también con metaanalísis, que sí:

El sobrepeso y la obesidad se asociaron con un aumento de la prevalencia de la azoospermia y la oligozoospermia […]

Sea como fuere, si las cuestiones del esperma no te interesan demasiado, pero el tamaño de tu “herramienta” sí, has de saber que perder peso, en especial perímetro de la cintura (barriga) puede ayudar a que esta luzca mayor (no a que aumente su tamaño) es decir, que parezca mayor. La razón, facil de comprender, la encontramos al saber que un vientre más o menos prominente invade en cierta medida la base del pene, y hace que el órgano parezca más pequeño. Así, perder grasa abdominal, podría ayudar a lucirla mejor.

Como ves, tanto en este sentido, como en el horizontal, no hay mayores ventajas de estar por encima de tu peso.

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Nota: esta entrada, como la del lunes anterior (#lunesTetas) se ha realizado a colación de la iniciativa #lunesPollas convocada a través del portal Naukas (@Naukas_com). A este paso, el lunes que viene toca #InglesBrasileñas.

Imagen:  Ambro vía freedigitalphotos.net

La cafeína es como “la fuerza”, también tiene un reverso tenebroso

Café solo

La cafeína es la sustancia más famosa dentro de la familia de sustancias psicoactivas más consumidas en todo el mundo, las metilxantinas… y de largo. Baste saber que según algunas fuentes cada día se consumen cerca 1.600 millones de tazas de café. Al día, repito. Y eso contando solo con el café, ya que si para contabilizar la cantidad de cafeína (o sustancias análogas) se considera también el consumo de té, mate, cacao y refrescos de cola… imagina la cantidad de “cafeína” que este saldo reportaría.

Antes de continuar, prefiero aclarar que las denominadas como teofilina, teobromina y mateína… presentes de forma natural en las bebidas o alimentos respectivos té, cacao y mate, son también metilxantinas (sustancias de la misma familia química que la cafeína y que guardan un parentesco químico y de efectos fisiológicos muy próximos)

Metidos ya en materia es preciso recordar una de las máximas de las toxicología, atribuida a Paracelso, que sostiene, más o menos, que “todo es veneno, nada es sin veneno. Sólo la dosis hace el veneno” (el original de esta frase, en alemán, queda mucho más contundente, es cierto, aunque la mayoría por estos lares no tengamos ni idea de qué quiere decir: “Alle Dinge sind Gift und nichts ist ohne Gift; allein die Dosis macht, dass ein Ding kein Gift ist”.

Con este punto de partida es preciso coincidir que hasta aquellos elementos que consideramos intrínsecamente salutíferos, como por ejemplo el agua, pueden tener efectos negativos si nos pasamos con su consumo. ¿Beber mucha agua puede resultar perjudicial? No lo dudes… y no poco perjudicial, tienes algunos ejemplos en este enlace y en este otro.

Y la cafeína no va a ser una excepción. De hecho sobre esta sustancia se reparten halagos y pestes casi a partes iguales. Aunque también es cierto que de un tiempo a esta parte se ha producido una especie de redención nutricional sobre el café… así algunos estudios relacionan sus potenciales beneficios con el contenido en cafeína, pero otros en alguna otra de los cientos de sustancias con actividad biológica que suelen estar presentes en el café y que acompañan a la cafeína. Eso, claro está cuando no se consuma café descafeinado, en cuyo caso, esos potenciales efectos no podrán estar relacionados con la cafeína y sí con alguna otra de esas sustancias.

¿Qué es la cafeína y que efectos conocidos tiene?

Según la base de datos de encabezados de terminología médica, describe la cafeína como:

Una metilxantina natural presente en algunas bebidas y que también se utiliza como agente farmacológico. El efecto más notable de ella es el de estimular del sistema nervioso central, aumentando el estado de alerta y la agitación. También relaja el músculo liso, estimula el músculo cardíaco, estimula la diuresis, y parece ser útil en el tratamiento de algunos tipos de dolor de cabeza. También se han observado algunos efectos celulares [no sistémicos] de la cafeína, pero no están del todo claros en base a su perfil farmacológico. Entre los efectos más importantes descritos figuran la inhibición de ciertas enzimas (como las fosfodiesterasas de nucleótidos cíclicos), funcionar como un antagonista para los receptores de adenosina, y modular el metabolismo del calcio dentro del panorama intracelular.

 Darth_Vader

El problema de dominar «la fuerza»

Sea como fuere, al parecer existe una tendencia en alza entre determinados sectores de la población general que en base a una lectura incompleta, descontextualizada o directamente errónea de lo que actualmente se sabe a ciencia cierta sobre la cafeína, se han lanzado a consumir la cafeína en estado puro. No me preguntes sobre cuáles son esos pretendidos beneficios, ya que en estas cuestiones prefiero mirar para otro lado. El caso es que la administración sanitaria estadounidense (la conocida como FDA) ha salido a la palestra para alertar de los peligros que tiene el consumo de cafeína pura (ver en este enlace):

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) advierte que se está vendiendo cafeína pura en polvo directamente a los consumidores y recomienda no adquirir estos productos. En particular, a la FDA le preocupa la cafeína pura en polvo que se vende en bolsa al por mayor en internet. La FDA tiene conocimiento del fallecimiento de al menos un adolescente que consumió estos productos.

En esencia, estos productos son 100 por ciento cafeína. Una sola cucharadita de cafeína pura equivale, aproximadamente, a 25 tazas de café.

La cafeína pura es un estimulante poderoso y una pequeña cantidad puede causar una sobredosis accidental. […]

Los síntomas de una sobredosis de cafeína pueden incluir pulso acelerado o peligrosamente errático, convulsiones y la muerte. Vómito, diarrea, estupor y desorientación son también síntomas que acarrea la toxicidad de la cafeína. Y es probable que estos síntomas sean mucho más intensos que los que ocasionan tomar demasiado café, té u otra bebida con cafeína. […]

La FDA recomienda a los consumidores no adquirir cafeína pura en polvo.

Es casi imposible medir con exactitud la cafeína pura en polvo con los medidores comunes de la cocina y es fácil que uno consuma una cantidad mortífera.

Así pues, aunque algunos estudios hayan podido hacer descansar un potencial beneficio en el consumo de cafeína a partir de la ingesta racional de alimentos, esto no quiere decir, ni mucho menos, que más sea mejor. Está bien que te guste, como a mí, el café tan negro como Darth Vader… pero una cosa es eso y la otra pasarse cuatro galaxias con la cafeína.

Déjate de rumores y consulta con un profesional sanitario de reconocido prestigio antes de lanzarte a realizar cosas raras.

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Nota: quiero agradecer a Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) y Miguel Lurueña (@gominolasdpetro) sus aportaciones para la realización de este post.

Imagen: samuiblue vía freedigitalphotos.net y The Conmunity – Pop Culture Geek vía Wikimedia Commons