El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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“Alrededor de la mesa” es una expresión (y actividad) que hay que recuperar

No creo que descubra nada a nadie si digo que en la actualidad los españoles dedicamos menos tiempo a la comida que la que dedicaban las generaciones anteriores. Dedicarle menos a la comida, suele implicar en la mayor parte de los casos menos tiempo para compartir otras cosas con nuestros seres más próximos y queridos. Si bien aquello de reunirse en torno a una mesa es un rasgo que caracteriza a la mayor parte de las culturas, quizá sea por estos lares en donde más nos resistimos al cambio que los tiempos parece que obligan. A los españoles nos gusta, o al menos de eso tenemos fama, compartir más cosas y más tiempo alrededor de una mesa cuando nos juntamos a comer.

Este verano he tenido la oportunidad de volver a contrastarlo, aunque en verdad, si se presta atención, tenemos oportunidades casi diarias que lo ponen de relieve. Bueno, el caso es que por motivos estrictamente personales me desplacé con la familia a visitar a los padres de un viejo amigo de universidad que falleció hace años… tener viejos amigos (aunque ya no estén entre nosotros) es lo que tiene, que los lazos que estableces con ellos van a más allá de los personales… así pues, este julio tocó “carretera y manta” y visitar a unos señores, Obdulia y Manolo, ambos de 87 años, y pasar con ellos y otros amigos un par de cálidos días en su casa de Ourense.

Te cuento todo esto porque la mayor parte de nuestra estancia aconteció sin lugar a dudas alrededor de la mesa… la de la cocina-comedor, bien preparando lo que luego íbamos a comer, bien comiéndolo y después, en la sobremesa… contándonos nuestras cosas, poniéndonos al día, confesándonos en cierta medida y recordando con toda la alegría del mundo otros tiempos. Si las mesas hablaran, me gustaría conservar esa de Ourense para que nos recontara pasado un tiempo todo lo vivido a su alrededor.

Además de los correspondientes paseos por un entorno natural espectacular (nuestros amigos viven en una casa con huerto “de verdad”) como digo no puedo sino reconocer que pasamos la mayor parte del tiempo compartiendo, junto a otros invitados (vecinos que se acercaban a comer con nosotros) muchas más cosas que aquello que comíamos.

Ourense

En el plano más gastronómico no faltaron los productos que este encantador matrimonio auto producía (y no solo en su huerto): su embutido, la empanada gallega, sus verduras, sus patatas… y por supuesto un espectacular pulpo á feira (el mejor que he probado en mi vida o al menos empatado con el que probé hace 12 años en la misma casa) no podían faltar.

Te cuento todo esto a modo de homenaje de aquel amigo que tuve, Manolo, y que tuve la fortuna de compartir con otros buenos amigos: y por supuesto también de esas entrañables personas que son Obdulia y Manolo, sus padres.

Pero al hilo de este tema, al mismo tiempo también me gustaría poner en alza una campaña que de la mano de IKEA España va a poner en alza estas cuestiones y que, sinceramente, me gusta bastante. Por lo que he visto se trata de, usando el nicho de negocio de esta empresa, invitar a cocinar como una forma de desconectar los fines de semana, así como el facilitar la cocina durante el día a día, en especial en las cenas; y ayudar a mejorar en la planificación en todo lo que tiene que ver con el ciclo de la comida.

Y a mí, que alguien favorezca y te invite a retomar estas buenas y sanas costumbres… me parece muy acertado. Y es que digan lo que digan, no me imagino nuestra estancia en Ourense alrededor de una mesa mientras consumíamos pizza a domicilio o croquetas “caseras” industriales. No hubiera sido lo mismo. Y no me refiero a lo gastronómico.

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Nuevo libro: Mamá come sano; guía indispensable en embarazo y lactancia

mama-come-sanoLa paternidad en general… la maternidad más en concreto, o lo que es lo mismo el saberte responsable en última instancia de una criatura que depende absolutamente de ti (padres en general y madres de nuevo más en concreto) obliga a que muchas personas se decidan a ponerse las pilas en eso de la alimentación saludable. Los hijos son un gran motor de cambio (te lo conté en este post), o al menos de buenos propósitos (ya veremos cómo se terminan por materializar) y conste que me parece fenomenal… tal y como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena. Los cambios, si son para mejorar, siempre serán bien recibidos.

Las estrategias para propiciar esos cambios pueden ser varias y no tienen por qué ser excluyentes… que si consultar con un profesional, investigar en Internet, hacerse con un libro que de forma monográfica aborde estas cuestiones, etcétera. Pues bien, en este último caso tienes un texto que debiera ser de referencia para todas aquellas madres-padres que en la aurora de la maternidad deciden poner un poco de cordura entre tanto mito y tanta controversia que hay en el terreno de la alimentación de la mujer embarazada y lactante. Pero voy a ir más allá.

Mamá come sano” escrito por Julio Basulto debiera ser un libro de lectura-consulta obligada para todos aquellos alumnos y profesionales de la nutrición humana y dietética (para los dietistas nutricionistas) ya que resume de forma magnífica las cuestiones más candentes entorno a la alimentación en este episodio de la vida de la mujer. Estoy hablando de averiguar, por ejemplo, hasta qué punto influye la alimentación en la fertilidad; aclarar la sempiterna cuestión de “comer por dos” en el embarazo; el papel de múltiples nutrientes como el ácido fólico, el yodo, la vitamina B12; el de otros elementos de los estilos de vida como el tabaco o el alcohol; los famosos suplementos; el uso de “plantas medicinales”; la mayoría de los alimentos más conflictivos (algas, café, aditivos…); la cuestión del peso antes, durante y tras el embarazo; el vegetarianismo en el embarazo y la lactancia; etcétera. Y todo ello con el estilo al que nos tiene acostumbrado Julio (padre de otras obras como No más dieta; Secretos de la gente sana, Se me hace bola y Comer y correr) es decir, aportando una apabullante bibliografía tanto en calidad como en cantidad (toda ella recogida al final de la obra) con el fin de que el lector así interesado siga por su cuenta tirando del hilo y contrastando opiniones sobre aquello que más le interese.

No merece la pena entretenerse mucho más para alabar el trabajo de Julio que ha terminado en una obra especialmente actualizada en el conocimiento de esta materia y que carece de defecto alguno. Antes de despedirme hacer mención a los dos grandes teloneros que acompañan a Julio Basulto en “Mamá come sano”. Se trata del prólogo a cargo del pediatra Carlos González (superlativo) y el epílogo de la mano de Eva Hache (estupendo).

Par despedirme no me resisto a dejar aquí por escrito parte de prólogo que Carlos González destina a explicar la finalidad del libro que, aunque sencillo en su planteamiento, no deja de ser revelador.

No se trata, pues, de hacer un “sacrificio” durante unos meses para luego volver a comer patatitas y refrescos, sino de dejar de sacrificarnos, dejar de sacrificar nuestra salud en el altar de la moda y de la publicidad, y aprender a comer normalmente el resto de nuestras vidas. Porque lo que de verdad va a influir a largo plazo en la salud de nuestros hijos no es lo que hemos comido en el embarazo (que influye solo un poco) ni lo que comemos durante la lactancia (que no influye casi nada), sino los hábitos que adquirirá comiendo a nuestro lado durante los próximos veinte años o más.

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Compa «Mamá come sano»

Yodo en el embarazo: suplementamos, enriquecemos… o no hacemos nada

Yodo

Como padre de dos criaturas que nacieron con 4 años de separación (2004-08) no pude dejar de sorprenderme cuando dentro de los protocolos relativos al embarazo y al puerperio de mi santa se siguieran distintas rutinas al respecto de la suplementación en los respectivos embarazos. Una de esas diferencias, la más notable, se refería al yodo. En el primer embarazo el médico que nos atendió no hizo referencia alguna la presencia de yodo en la dieta de mi mujer y, en el segundo (el mismo médico) todo lo contrario, recomendándose el consabido suplemento de yodo (ya que se había instaurado un nuevo protocolo que incluía este elemento).

Sin embargo, como nutricionista la cosa me sorprendió menos ya que el tema viene de más atrás y las cuestiones suplementadoras relativas al yodo (en especial en el embarazo) siempre han sido un tema relativamente candente.

Un poquito de yodo, muy poquito, pero necesario y tampoco más

El yodo es uno de esos minerales que necesitamos incluir en nuestra dieta de forma obligatoria en un determinado rango de cantidades ya que de otro modo (por encima o por debajo) se corre el riesgo de sufrir determinados trastornos y enfermedades ligados a su toxicidad y deficiencia respectivamente. Otro de los aspectos más llamativos de este nutriente es que la Cantidad Diaria Recomendada (CDR) para la población adolescente y adulta es de 150 microgramos al día… aumenta casi hasta el doble en el caso de la mujer lactante, 290 microgramos al día, y también sufre un aumento considerable en el momento del embarazo, 250 microgramos día. Ya que estamos con esto de los números puntualizar que para lactantes la CDR está comprendida entre 110 y 130 microgramos al día (dependiendo de la edad del lactante) y para los niños (no lactantes) entre 90 y 120 microgramos (también en función de la edad)

Es importante el asegurar el aporte de yodo en la dieta ya que entre otras funciones se utiliza para la síntesis de las hormonas tiroideas imprescindibles a la hora de mantener el fino equilibrio de nuestro metabolismo, así como importantísimas funciones en el momento del desarrollo fetal y posterior crecimiento, ya que su déficit está relacionado con deficiencia mental y retraso moderado de la maduración intelectual o neuromotora.

Pero al mismo tiempo no nos debemos exceder con su aporte ya que se correría el riesgo de toxicidad por altas ingestas de yodo, que aunque parezca un contrasentido puede estar detrás tanto de situaciones patológicas de hipo como de hipertiroidismo.

Deficiencia de yodo en mujeres embarazadas europeas

De todas las regiones mundiales que la Organización Mundial de la Salud tiene establecidas es Europa, contra todo pronóstico, la región en la que más casos de deficiencia de yodo se han hallado entre los niños escolarizados. Lo de “contra todo pronóstico es relativo” porque cuando se contrasta por países la ingesta de yodo de las mujeres europeas durante su gestación, los datos revelan que en más de dos terceras partes de esos países las mujeres embarazadas no alcanzan las cantidades diarias de ingesta recomendada para el yodo (por no hablar del poco control que existe en buena parte de los países europeos para evaluar esta variable).

Por otra parte, en España la más reciente encuesta sobre ingesta alimentarioa de los españoles ENIDE 2012 (a estas alturas empezando a quedarse anticuada) reflejó en la ingesta habitual de alimentos por parte de los españoles un riesgo por ingesta inadecuada de yodo, especialmente en el caso de las mujeres. Es muy importante destacar que ENIDE 2012 recogió los datos nutricionales referidos al yodo a partir de encuestas, por lo que la estimación de la ingesta de yodo se ha realizado a partir de las respuestas de los encuestados y tablas de composición de alimentos y no por la yoduria (que es la herramienta que se considera como idónea para valorar estas cuestiones). Al mismo tiempo, tampoco se consideró en esta encuesta la posibilidad de consumo de sal yodada. Dos cuestiones importantes para interpretar con precaución los datos que ofrece la encuesta.

Consejos sobre el yodo en el embarazo

Ante esta situación y con independencia del protocolo embarazo-yodo que nuestra administración sanitaria asuma hay dos alternativas lógicas (la primera además de lógica es muy sencilla, económica y cómoda)

salinas (2)

  • La primera y más recomendable, hacer caso a la OMS cuando recomienda usar por sistema y para todas las personas en todo el mundo, la sal yodada. Para que te hagas una idea una ración de 2,5 gramos de este tipo de la sal aporta, ¡oh casualidad! 150 microgramos de yodo. (Ojo, he dicho sal yodada, no sal marina ni sal bajo cualquier otra denominación por muy molona que suene. Para que te hagas una idea, los mismos 2,5 gramos de sal de antes, pero marina, en vez de yodada, tan solo aportan de media 15 microgramos de yodo). Con esta simple medida, muy simple como puedes contrastar, se alcanza la CDR de yodo para la población general… pero no la de las mujeres embarazadas ni lactantes. Se considera con bastante buen criterio en mi opinión que el resto del yodo necesario en embarazo y lactancia puede ser aportado con facilidad a partir de una dieta adecuadamente diversificada. No obstante y por aquello de curarse en salud hay otra posibilidad.
  • Se trataría de la suplementación. Es decir, de recurrir al correspondiente comprimido que de forma combinada con otros nutrientes, o bien de forma individual (en cualquiera de los casos aportando unos 200 microgramos de yodo) se aporte la correspondiente cantidad de este micromineral.

En resumen

Para facilitar el mensaje práctico, adapto a continuación el mensaje que Julio Basulto deja en su imprescindible libro «Mamá come sano» (del que daré detallada cuenta en el próximo post de este blog) que dice más o menos así:

La utilización en casa de una cucharadita de sal yodada diaria de 2,5 gramos [una medida más que razonable que además no llega al límite con respecto al sodio que aporta] alcanza las recomendaciones de yodo para cualquier adulto (mientras no haya embarazo). ¿Y si estoy embarazada o dando el pecho? Bien, en esas circunstancias, se da por seguro que el uso de la mencionada sal yodada en el marco de una dieta saludablemente planificada es suficiente para cubrir los requerimientos especiales en estas etapas.

Sé que suena redundante pero en línea con la OMS, usa sal yodada y, además, come bien. En especial si estás embarazada.

Lamentablemente para lo que sería un mundo perfecto la suplementación con yodo para las mujeres gestantes no goza de un consenso claro a la hora de realizarla de forma sistemática.

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Imagen: Wikimedia Commons y tuelekza vía freedigitalphotos.net

¿Cuántas muertes se pueden atribuir al consumo de bebidas azucaradas? (2)

Este post es la continuación de este otro anterior en el que a modo de resumen se expuso el efecto sobre la salud (mortalidad) atribuible al consumo de bebidas azucaradas. A modo de resumen, se trata de explicar y poner en valor los datos arrojados por este estudio en el que se puso de relieve que se puede atribuir al consumo de las bebidas azucaradas cerca de 184.000 muertes al año… ¿Nos podemos fiar de estos estudios que dejan sobre la mesa un mensaje tan alarmante?

¿Beber refrescos y morir? Espera, espera...

¿Beber refrescos y morir? Espera, espera…

El problema de la fiabilidad de este tipo de datos

En ciencia resulta realmente complicado el aislar aquellos factores que terminan por propiciar una determinada condición de salud, una enfermedad en concreto o si es el caso el fallecimiento de un sector de la población. Vamos con un ejemplo.

Supongamos que alguien fallece a causa de un cáncer de pulmón. Siguiendo con el ejemplo supongamos al mismo tiempo que el fallecido era fumador activo, que convivía con otros fumadores (era por tanto también un fumador pasivo) y que además trabajaba en la minería, en concreto en la obtención de asbesto… otro elemento claramente identificado a la hora de aumentar de forma considerable el riesgo de padecer un cáncer de pulmón. Y ahora imaginemos que hay un número importante de personas que reúnen esas mismas características. Pues bien… las preguntas del millón son varias: ¿qué elemento de los citados ocasionó su cáncer? ¿Hubo algún tipo de sinergia entre todos los riesgos citados? ¿Hasta qué punto la genética de cada persona pudo influir teniendo en cuenta la exposición a estos factores de riesgo? Etcétera. No resulta nada fácil atribuir una magnitud concreta de riesgo a situaciones patológicas que tienen múltiples factores de riego… no digamos ya sí, al mismo tiempo coinciden elementos protectores y de riesgo, con determinadas predisposiciones genéticas. Lo que además suele ser habitual.

Volviendo al tema dietético

La cuantificación del impacto de la dieta en la génesis de enfermedades y en el riesgo de fallecimiento tiene las mismas dificultades que el ejemplo anteriormente expuesto. Sin embargo, el tipo de estudios que nos darían ése tipo de información tan útil y que tanto ansiamos serían muy fáciles de diseñar… Veámoslos.

Se trataría de ensayos de intervención a los que a una parte de la muestra en estudio se le sometería a unas condiciones dietéticas concretas y a la otra parte a condiciones distintas modificando una sola variable. En el caso que nos ocupa a un grupo se le obligaría a beber 12 latas de refresco azucarado al día frente a otra parte de la muestra en la que se mantendrían las mismas condiciones que en el primer grupo salvo que en este segundo se sustituirían aquellos refrescos por agua. Es más, podría haber otra(s) submuestra(s) a las que se aportara 6, 3, etcétera… latas de refresco al día. Luego se trataría de comparar los resultados de todos los grupos detallando en cada caso el impacto sobre la salud de la única variable entre todos los grupos considerados. Estos estudios como digo son fáciles de diseñar y se podrían hacer con todos los alimentos, desde la ginebra o la cerveza, a la panceta, pasando por las ciruelas claudias o la mantequilla de Soria… Todos. Pero, Houston, tenemos un problema. Y gordo: por razones más que obvias este tipo de estudios son éticamente reprobables y por tanto, al menos a día de hoy, es imposible llevarlos a cabo (al menos públicamente).

La solución: observación de cohortes

Por tanto, a la hora de establecer causalidades en este terreno no queda sino recurrir a lo que se denomina estudios de cohortes en las que una población es observada durante un cierto tiempo. Se miden ciertas variables y luego se observa si hay algún tipo relación (directa o inversa) en los parámetros de estas variables. Por ejemplo, una relación directa sería: “mientras hemos estado observando, los que beben más refrescos se mueren más”. Y si fuera inversa, al revés: “mientras hemos estado observando, los que beben más refrescos se mueren menos”. Aunque hay que tener en cuenta una serie de elementos, en el primer caso se podría decir que el consumo de refrescos incrementa el riesgo de muerte y; en el segundo que su consumo es un elemento protector.

En ambos casos la potencia de las conclusiones de este tipo de estudios quedará establecida por múltiples características, pero entre las más relevantes figuran el número de personas observadas (el número de la muestra) y el tiempo que han estado bajo observación.

Los principales problemas

Sin embargo, tal y como supongo que imaginarás este tipo de observaciones se prestan a un par de problemas típicos.

El primero de ellos es establecer la causalidad. Aunque dos variables evolucionen al mismo ritmo (cambios en un sentido de una variable implican cambios en el mismo sentido de la otra)… o de forma inversa (el aumento o disminución de la primera variable se asocia a cambios de signo contrario en la otra variable) no quiere decir a priori que los cambios de una de ella sea la causa de los cambios en la segunda… o sí. Recuerda esta entrada al respecto del chocolate y de su efecto sobre el adelgazamiento en lo que constituyó un nefasto ejercicio de divulgación periodística de un artículo científico al mismo tiempo también cuestionable.

Relacionado con el primer problema está el segundo a la hora de eliminar o al menos identificar los confusores. Un aspecto especialmente complicado en los estudios de este tipo. Los confusores son esos elementos que o bien no se han tenido en cuenta o que no se han ponderado de la forma adecuada y que influyen de forma significativa en la magnitud de la variable observada (lo más típico el fallecimiento o el padecimiento de una determinada enfermedad). El ejemplo clásico con el que suelo poner de relieve un confusor clásico es el del consumo de sandía y el número de muertes por ahogamiento: ¿Sabías que cuanta más sandía se consume, más aumenta el número de ahogados? Entonces, ¿acaso piensas que prohibir el consumo de sandía ayudará a evitar o a reducir el número de ahogados? La respuesta, ya la sabes, es que no. La correlación entre ambas variables existe (aumentan al mismo ritmo, asociación directa) pero no implica causalidad. La población toma más sandía cuando hace más calor (el verdadero elemento confusor) ya que en estas latitudes la temporada de sandía es el verano y también entonces se baña más gente, con lo que la probabilidad de que haya más ahogados aumenta.

Bebidas azucaradas y muerte ¿se han tenido en cuenta los confusores?

Pues para el pesar de la industria de los refrescos me temo me congratulo que sí. Precisamente el estudio en sí dedica unas pocas líneas a explicar la dificultad de demostrar fehacientemente el que este tipo de estudios ofrezcan datos fiables o lo que es lo mismo, que en este caso el número de fallecimientos mencionados (184.000, no te olvides) se pueda atribuir al consumo de bebidas azucaradas.

Para convencer de ello hay que partir del conocimiento de que la autoría principal del artículo descansa sobre una de las personas que en la actualidad gozan del mayor prestigio a la hora de investigar sobre estos temas, Dariush Mozaffarian. Y además el artículo hace constar que se ha hecho todo lo posible para controlar los elementos confusores, y de esta forma no sobreestimar en las conclusiones finales el impacto de las bebidas azucaradas sobre la salud frente a otros elementos dietéticos.

En resumen

  • El estudio en cuestión estima que cada año mueren 184.000 adultos y que la causa es el consumo de bebidas azucaradas.
  • Para llegar a estas conclusiones se han empleado los mejores datos que en la actualidad podemos obtener de forma ética.
  • Este resultado no sirve para identificar de forma personal el riesgo de muerte atribuible por el consumo de bebidas azucaradas. En su lugar, y no es tontería…
  • Sirve para establecer medidas válida encaminadas a evitar un buen número de fallecimientos a nivel poblacional… evitando/controlando (no alentando) el consumo de bebidas azucaradas.
  • Algo que hay que tener muy en cuenta cuando de forma ¿interesada… desinformada… torticera? se nos hacen llegar mensajes a través de los medios de comunicación generalistas como el que se puede ver en la imagen (MujerHoy, 1 de agosto de 2015), en el que se equipara el consumo de refrescos con el de otras bebidas, incluida el agua y otros productos netamente más interesantes desde el punto de vista de la salud, a la hora de mantener una correcta hidratación.
Con un par... de vasos de refresco, todo solucionado

Con un par… de vasos de refresco, todo solucionado

  • Aunque el estudio en cuestión está referido a la población adulta, me parece especialmente interesante hacer constar que las bebidas azucaradas (refrescos al uso, bebidas comerciales a base de frutas, batidos, etcétera) son un producto cuyo target de consumo, y por ende su publicidad, está dirigido a la población más frágil e inerme de nuestra sociedad: los niños y adolescentes.
  • Como consumidor, padre o madre, y ciudadano te toca a ti poner en su sitio a este tipo de productos. El momento de hacerlo (si no tienes un blog) es el de dejar de realizar determinados gestos en los lineales de tu supermercado, bares, cines y, en general, en cualquiera de los sitios donde estos productos de conveniencia (nunca de necesidad) se ponen a tu alcance.

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Imagen: http://giphy.com/gifs/vCHKWBlygEAtG

¿Cuántas muertes se pueden atribuir al consumo de bebidas azucaradas? (1)

Burbujeante

Tenemos bastante bien asumido que el tabaco mata y que el consumo de alcohol también. Bueno, en realidad lo que tenemos claro es que ambos factores aumentan de forma considerable el riesgo de fallecer a causa de diversas dolencias inexorablemente asociadas a su uso.

Al mismo tiempo y en los últimos años se está poniendo de relieve a través de diversos estudios que el consumo de bebidas azucaradas también tiene sus riesgos sobre la salud… pero lo cierto es que nunca, al menos que yo sepa hasta la fecha, se ha concretado este riesgo con cifras claras. Pero ahora sí y de forma bastante contundente. No obstante, antes de mostrártelo, déjame hacer una pequeña introducción a la cuestión de las cifras de muertes atribuibles.

Yo mato más que tú

Citar los datos aportados en el cine, como por ejemplo los que aparecen en la película “Gracias por fumar”, no resulta ni muy serio ni muy convincente, lo sé, pero hoy esta estrategia me va a ayudar a centrar el meollo de este post… y de su continuación. Espero que no me lo tengas en cuenta, máxime sabiendo que con mucha probabilidad esos datos a los que me refiero estarán bastante cercanos a la realidad. Por resumir mucho digamos que en la mencionada comedia se relatan los conflictos éticos de una persona en su desempeño profesional, un auténtico tiburón y tergiversador: el portavoz de una supuesta Academia de Estudios del Tabaco. Una entidad que en la ficción (pero basada en hechos reales) tiene como fin el loable objetivo el buscar las relaciones entre el consumo de cigarrillos y cualquier posible mal para sus consumidores, aunque en realidad esta Academia no sea otra cosa que un organismo interpuesto por las grandes tabacaleras para, tal y como se dice en la película, “guardar secretos y manipular la verdad” (no me enrollo demasiado con la peli ya que le dedicaré un post enterito la semana que viene. Lo merece). El caso es que en un momento de esta peli salen a colación las muertes atribuibles en Estados Unidos a tres elementos: el consumo de bebidas alcohólicas, la posesión de armas de fuego y, claro está, el fumeque. Así, el representante de las tabacaleras se pavonea como un ave Real de este tipo delante de sus compañeros (los portavoces de las otras dos industrias) al poner de relieve que su producto mata a muuuuuuucha más gente cada año que lo que lo hacen los otros. En concreto en USA y según la peli: El tabaco mata a 475.000 personas al año, las bebidas alcohólicas a 100.000 y el uso de armas de fuego a 11.000. Solo en USA.

Dando un paso hacia la seriedad, entre aquellos datos de la OMS más fiables, y globales, no solo referidos a USA, se estima que el consumo de tabaco mata a más de 5 millones de usuarios al año en todo el mundo y a más de 600.000 fumadores pasivos. En lo que respecta al uso del alcohol, las cifras que la OMS maneja, atribuyen a este tipo de bebidas más de 3,3 millones de muertes al año en todo el mundo. (No he encontrado datos en la OMS al respecto de las muertes ocasionadas por armas de fuego).

Fumar es guay de la muerte

Fumar es guay de la muerte

El consumo de bebidas azucaradas solo mata a…

Conocidas las anteriores cifras, es posible que las que ahora te voy a mostrar te resulten casi ridículas. No obstante, ya verás porque no hay que perderles, ni mucho menos, el respeto.

El reciente estudio Estimated Global, Regional, and National Disease Burdens Related to Sugar-Sweetened Beverage Consumption in 2010 (Estimaciones mundiales, regionales y nacionales de la morbilidad vinculada al consumo de bebidas azucaradas en 2010) despeja muchas dudas sobre el impacto sobre la salud del azúcar añadido en la dieta. El estudio estima que de forma global se puede atribuir al consumo de las bebidas azucaradas cerca de 184.000 muertes al año; y hace el siguiente desglose:

  • 133.000 por diabetes,
  • 45.000 por enfermedad cardiovascular, y
  • 6.450 por cánceres.

Es más, se afirma también en él que el consumo de este tipo de bebidas está detrás de cerca del 1,2% todas las muertes por diabetes, por enfermedades cardiovasculares y por cáncer de todo el mundo.

Te decía que estas cifras parecen casi ridículas al lado de las anteriores del tabaco y del alcohol, pero me parece especialmente interesante hacer estas dos reflexiones a la hora de poner estos datos en contexto:

  • Hablamos solo de las muertes atribuibles al consumo de bebidas azucaradas, refrescos, etc… no de todos los elementos que en su conjunto pueden llegar a caracterizar un mal estilo de alimentación. Es decir, este es solo uno entre los múltiples elementos dietéticos que pueden estar detrás de fallecimientos prevenibles. Solo uno.
  • Además, tal y como señalan los autores en su escrito, las bebidas azucaradas son un elemento muy fácilmente identificable y mejorable (su presencia vs su ausencia) a la hora de mejorar los hábitos dietéticos. Por tanto, se indica que estos datos debieran servir para poner de relieve la necesidad urgente de cambiar e implementar este conocimiento en los programas de prevención tanto nacionales como internacionales.

Aunque también lo mencionaré en el siguiente capítulo, no te olvides de que aunque el estudio está centrado en población adulta, las bebidas azucaradas (refrescos al uso, bebidas comerciales a base de frutas, batidos, etcétera) son productos cuyo target de consumo, y por ende su publicidad, está dirigido a la población más frágil e inerme de nuestra sociedad: los niños y adolescentes.

En el próximo capítulo se abordará la cuestión de cómo poner en valor este tipo de datos, es decir de su consistencia… ¡No faltes!

Si te ha gustado esta entrada, quizá te resulte interesante consultar:

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Nota: Quiero agredecer a mi padre el haberme aportado algunos enlaces y argumentos para la confección de esta entrada. Además de conocerme bastante bien en lo personal parece que cada vez estamos más en sintonía en lo dietético.

Imagen: Paul vía freedigitalphotos.net y http://giphy.com/

Cinco claves para fomentar una adecuada imagen corporal en los hijos

La miserable realidad

Pepa tiene 6 años y es una niña sana, normal, activa, lista y espabilada como ella sola… Me consta que tiene unos padres preocupados e implicados en hacer las cosas bien desde el punto de vista de los hábitos de vida. Sin embargo, lo que hizo el otro día Pepa me encogió el corazón y provocó que se me llenaran los ojos de lágrimas. No es broma, aunque tampoco podría decirte muy bien si eran lágrimas de tristeza o de rabia. Tristeza profunda y una rabia de la leche. Las dos cosas al mismo tiempo.

Resulta que Pepa, me contaba hace poco su madre, cogió el otro día una hoja de papel, escribió una nota en ella, la metió en un sobre y se la entregó a su madre. Así, en mano, directamente, en plan funcionario de correos. En la hoja ponía, lo siguiente:

“No me gusta mi cuerpo… ¿qué puedo hacer?”

Niña espejo

Imagínate el cuadro. Pepa, es una niña que padece de eso que se llama acoso escolar, la discriminan por su imagen ya que Pepa es una niña grande… come bien, sano, está desde que sabe andar apuntada a dos actividades extraescolares deportivas… pero es grande. Te lo prometo, ella es así y la mar de guapa, maja y sana que está. Pero en el cole, algunos angelitos y angelitas, sus propios compañeros y compañeras de clase o de las vecinas, le dicen de todo menos cosas bonitas. No tengo la intención de reproducirlo aquí, pero te lo puedes imaginar; niños y niñas de 6 y 7 años en plan carretero, con una lengua más sucia que los baños de una estación de autobuses… Digo lo que voy a decir, por que yo no soy el padre de la criatura, pero vamos, que me toca ser a mí el implicado y Herodes parecería a mi lado un santo varón con lo que me imagino haciendo a los compañeros y compañeras de mi hija (y primero a sus padres).

La teoría

Con frecuencia, y pienso que también con bastante razón, dirigimos el dedo acusador hacia “nuestra sociedad” cuando nos machaca con ciertos estereotipos corporales que en realidad son imposibles e inalcanzables para el 99,8 por ciento de los mortales. En la mayor parte de los casos culpabilizamos a los medios de comunicación, más frecuentemente a la publicidad, el cine y a la televisión… y creo que no falta razón, pero quizá sí un poco de perspectiva.

Esta más o menos bien eso de ver la paja (seguro no tan “paja”) en el ojo ajeno, pero no está tan bien eso de no ser capaces de ver la viga en el propio. Desde luego, por mucha presión que sufran nuestros hijos del mundo de la publicidad y demás, que la sufren, no cabe la menor duda que lo que vean en casa puede ayudar a modular y matizar ese mensaje cuando no a dirigirlo en una u otra dirección.

En este sentido la Academia Norteamericana de Nutrición y Dietética (Eat Right, Academy of Nutrition and Dietetics) habitual referente en el terreno de la alimentación, a través de sus sección dirigida a los niños nos hace llegar un mansaje imprescindible al respecto de la responsabilidad que nosotros como padres y cuidadores tenemos en la imagen corporal que nuestros hijos puedan desarrollar de sí mismos. Lo puedes consultar íntegro en este enlace.

En resumidas cuentas el artículo pone de manifiesto que en todos los niños, con independencia de su figura o peso, pueden aparecer percepciones distorsionadas y conductas insanas al respecto de su imagen. Se hace destacar que la distorsión de la imagen corporal puede comenzar en edades tan tempranas como la de prescolar; de forma que tanto los padres como otros adultos que convivan con los más pequeños van a ser los modelos y los referentes en los que estos a buen seguro van a fijarse para establecer esa autopercepción de la imagen propia.

Los niños y jóvenes con una adecuada imagen de sí mismos suelen sentirse más seguros al tiempo que más confiados en sus capacidades para tener éxito;  en teoría no se suelen obsesionan por el tema de contar calorías ni con el peso. En sentido contrario, los niños con una imagen corporal negativa suelen experimentar mayor ansiedad y aislamiento, además de tener un mayor de riesgo de padecer tanto sobrepeso como los conocidos como trastornos de la conducta alimentaria.

Niña come sandía gtres

Con el fin de ayudar a los padres y madres para que sus hijos tengan una adecuada percepción de su imagen la mencionada Academia de Nutrición y Dietética ofrece cinco importantes claves para correr los menos riesgos posibles:

1. Repasar, como padres, la forma de referirnos a nuestro propio cuerpo y al de los demás

En especial cuando se hace en público o delante de los más pequeños. La forma en la que tú te refieres a tu propia imagen o a la de terceras personas ejercerá a buen seguro una poderosa influencia sobre cómo luego tus hijos percibirán su propio cuerpo. Si por ejemplo te refieres de forma especialmente negativa al aspecto de tus muslos, a tú última y desagradable dieta o a tu último entrenamiento especialmente extenuante, tus hijos van a absorber esa información como una forma “natural” de expresarse y van a identificar de forma equivocada temas por los que van a desarrollar una excesiva preocupación. En estas circunstancias es más probable que ellos comiencen a preocuparse por el tamaño de sus muslos, lleguen a la conclusión de que han de ponerse a dieta o de que deben torturarse con prácticas deportivas especialmente agotadoras.

2. Hablar de salud y restar importancia al peso

Es imprescindible un cambio de paradigma, un cambio de enfoque, en el que la salud sea la protagonista… y no el peso. Es de crucial importancia dejar de mostrar una especial obsesión por el peso y estar todo el rato haciendo referencias a los quilos que se pesan… y que si la báscula para arriba y la báscula para abajo. En su lugar se recomienda centrar el foco de atención en la salud, la tuya y la de ellos. Al menos delante de los más pequeños no des más demasiada al valor del peso. Habla de alimentos, de comidas equilibradas, adecuadas, nutritivas y sabrosas… de hábitos adecuados e inadecuados.

3. Adaptar la actividad física a sus gustos y posibilidades

Hay niños que parecen hechos para el deporte, otros son más sedentarios, unos son más de deportes de equipo, de fuerza, de resistencia, de coordinación… y otros todo lo contrario. Lo importante es que los niños disfruten mientras se mantienen un estilo de vida activo. NO importa especialmente qué hagan, pero sí que hagan algo… desde kárate a baloncesto, pasando por danza, bádminton, tenis, atletismo o senderismo… Adapta su actividad a sus gustos y posibilidades, y sobre todo que se diviertan.

4. Especial atención al acoso entre compañeros

Te lo contaba al principio. Las alusiones despectivas al peso realizadas entre los pares puede marcar de forma importante a los niños que son objeto de dicho abuso o agresiones verbales. Nosotros como adultos debemos mostrarnos intransigentes a la menor muestra de este tipo de comportamientos y, de forma preventiva hablar del tema con ellos. Desde luego, ante la menor sospecha de que tu hijo está sufriendo algún tipo de abusos en este sentido mi recomendación es que hables directamente con los responsables del colegio… y sin perder un segundo

5. Desterrar el mito de eso que se llama “cuerpo perfecto”

Aunque te parezca que no tienen edad para abordar estas cuestiones, creo que en el mismo momento que se les pone delante de un televisor o se les pone un videojuego en las manos es el momento para hablar con ellos de estas cuestiones, adaptando el mensaje a sus posibilidades de comprensión y dejándoles expresarse para poder hablar de los falsos modelos y de las falsas perfecciones.

Reconozco que tengo una especial sensibilidad con estas cuestiones. Por un lado en mi profesión hay muchas asociaciones con estos temas (demasiadas), tengo dos hijas muy niñas (aunque cada vez menos) y al mismo tiempo las circunstancias cercanas nos han golpeado, aquí en Zaragoza, con una especial crueldad tal y como te contaba hace pocas semanas al respecto del triste desenlace de dos casos de anorexia.

Por favor, con estos temas sé muy cuidadoso, y por supuesto tolerancia cero.

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Imagen: Stuart Miles vía freedigitalphotos.net y GTRES

Pues no, las fórmulas lácteas no son iguales (y ni mucho menos mejores) que la leche materna

Parece mentira que aun nos veamos en estas, pero no puedo dejar pasar el comentar algunas cuestiones que me vinieron a la cabeza tras leer la pasada semana el post de mi vecina Madre reciente al respecto de la donación de leche materna y que se tituló: 1.315 madres, 4.967 litros, 1.500 bebés. Hoy es el Día Mundial de la Donación de Leche Materna.

Leche materna vs fórmula

De veras que me parece increíble que a estas alturas haya quien argumente que las fórmulas lácteas sean igual de buenas que la leche materna ya que según comentaron algunos participantes en el maremágnum de opiniones que se suscitó a continuación, las fórmulas artificiales actuales son de suma calidad (que sí, pero que no). Es más, según alguno cree, se le incorporan esos componentes “imprescindibles” que argumentan los partidarios de la leche materna… lo que (casi parece que se lee entre líneas) termina en un producto hasta mejor aun que la leche materna. O quizá no sea tan increíble el saber de personas que así piensan, fíjate: según este estudio se puso en evidencia que, al menos en Estados Unidos, el porcentaje de personas que estaba de acuerdo con la afirmación “la fórmula infantil es tan buena como la leche materna” pasó de un 14,3% en 1999 a un 25,7% en 2003 (no voy a hacer mayor comentario… que se me hincha la vena mala)

Mencionemos de nuevo que en este tema parece que es imposible encontrar opiniones mesuradas o simplemente educadas que no terminen en el insulto y el menosprecio del que no opina de la misma forma que uno. Es decir, que en base a mi experiencia, tanto los defensores de una y otro postura (lactancia materna vs lactancia artificial) suelen en muchos casos estar, ambos, bastante embebidos de cierto fundamentalismo. Así pues, tras santiguarse tres veces y tocar madera con los dedos cruzados mientras se pisa una caca (que es lo que los supersticiosos harían cuando uno se arriesga a volver a escribir sobre estos temas) vamos allá…

Leche materna vs fórmula: composición

Para que el que quiera utilice los argumentos que le dé la gana, pero que los utilice bien, veamos a continuación cuáles son las diferencias bromatológicas de ambos productos, de la leche materna frente a la leche artificial, de modo general. Ni que decir tiene que esta comparativa está basada en generalizaciones aceptadas de ambos productos y que dependiendo de la leche particular que se considere se podrían encontrar no pocas discrepancias aunque las características nutricionales de uno y otro producto estén más que marcadas.

Comparación leche materna fórmula

Así, tal y como se puede contrastar el mayor parecido entre la leche de fórmula y las leches maternas es su aporte energético (nada relevante en cualquier caso, un combinado de ron y refresco de cola puede tener las mismas calorías que un bocata de jamón). Sin embargo, la cantidad de proteínas es un 40% más abundante en la fórmula, tienen más hidratos de carbono y suelen tener menos grasa. Pero si encontramos notables diferencias entre la cantidad de macronutrientes, más significativa me parecen las que encontramos en relación a su calidad.

En cuanto a las proteínas en la lecha materna el 30% lo constituye la caseína y el 70% restante las proteínas del suero entre las que destacan alfa-lactoalbúmina (de alto valor biológico para el bebé), seroalbúmina, beta-lactoglobulinas, inmunoglobulinas, glicoproteínas, lactoferrina, lisozima, enzimas, moduladores del crecimiento, hormonas y prostaglandinas. Una composición cualitativa muy difícil de igualar por las diversas fórmulas ya que la fracción proteica de la leche materna es especialmente digerible e hipoalergénina cuando se compara con la de las fórmulas.

En cuanto a la grasa de la leche materna (y a pesar de sufrir importantes fluctuaciones en su contenido tanto a lo largo del periodo de lactancia como de un mismo día) posee una proporción relativamente estable en cuanto a la proporción de ácidos grasos: cerca de un 42% de ácidos grasos saturados y en torno al 57% de poliinsaturados. Toda la leche materna es especialmente rica en estos ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga y quizá por eso la mayoría de las fórmulas están enriquecidas con ellos desde hace dos o tres décadas. Sin embargo, es preciso saber que aunque la “la percha” sobre la que se construyen la mayor parte de las fórmulas lácteas para lactantes es la leche de vaca desnatada, esta se ve enriquecida con diferentes mezclas de aceites procedentes de la colza, la soja, el coco, el girasol y la oleína de palma.

El caso de los hidratos de carbono también merece mención especial. El origen de los carbohidratos de la leche materna es sin duda alguna la lactosa. Su alta concentración (en comparación con la leche de vaca) facilita la absorción del calcio y el hierro y promueve la colonización intestinal de una flora microbiana fermentativa que mantiene un ambiente ácido en el intestino que inhibe en cierta medida el crecimiento de bacterias, hongos y parásitos. Por su parte, en el caso de las fórmulas también suele ser la lactosa el principal hidrato de carbono, no obstante no es infrecuente encontrarlas con ingredientes tan poco apetecibles como el sirope y maltodextrinas de maíz.

En cuanto a los micronutrientes, las fórmulas están enriquecidas “a cascoporro” con minerales que parecen especialmente interesantes, más en concreto el calcio y el hierro cuya presencia es notablemente superior a la de las leches maternas.

Nutrientes a parte

Más allá de los nutrientes clásicos, su cantidad y origen, la leche materna presenta singularidades concretas que difícilmente podrán ser igualadas algún día en las fórmulas… o no al menos a corto plazo y a un precio más o menos asequible (como si las actuales lo tuvieran… que esa es otra). Me refiero por ejemplo a factores anti infecciosos como los anticuerpos, la inmunoglobulina A, la lactoferrina (que “secuestra” el hierro haciéndolo inaccesible a las posibles bacterias y por este mecanismo frenar su proliferación), las lisozimas… Quizá por estas razones la incidencia de infecciones es menor en lactantes alimentados al pecho que en aquellos con lactancia artificial.

Así pues: no, las fórmulas lácteas no son iguales que la leche materna… y ni mucho menos mejores. De forma que si existe la posibilidad de crear entornos en los que se estimule la donación de este preciado fluido entre las madres que les sobre leche para que otros bebés puedan aprovecharse de ello, pues bienvenido sea.

Ahora ya… que cada cual, haga lo que le dé la gana.

Si te has quedado con ganas de seguir leyendo y sobre todo profundizando sobre el tema te recomiendo sigas por este post del experto en el tema Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) Lactancia materna: deliciosa conexión entre la inmunidad de la madre y la del bebé

Y si quieres leer más en de lo publicado en el blog sobre el tema:

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Imágenes: Boians Cho Joo Young vía freedigitalphotos.net

Alimentos en el recuerdo: Ensalada de remolacha

El otro día, junto con mis hijas, vino a comer a casa una amiga de la mayor (10 años). Aunque mis hijas comen de casi todo ya sabemos las preferencias alimentarias que tienen, que cosas les gustan más o menos… pero cuando vienen invitados estamos in albis y procuramos hacer comidas más facilonas que “exóticas” (sin caer tampoco en el “menú infantil”).

Ensalada de remolachaIndependientemente del menú (creo que fue pasta integral con trigueros al pesto y lomo de cerdo con bisaltos, más fruta) soy incapaz de reprimir mi ramalazo nutricionista y suelo dar pie a hablar en la mesa de la comida con el fin de indagar en los hábitos alimentarios, lo que le gusta y no, los hábitos de su casa… de la invitada de turno. Pregunté por los rábanos (mientras ponía un cuenco de ellos en el centro de la mesa para que cogiera quien quisiera) y a partir de ahí, fui tirando del hilo. Os sorprendería saber todo lo que se aprende con estas cosas. Entre todos los detalles que conocí, me llamó la atención que nuestra pequeña invitada no conociera ni de oídas la remolacha… ¿remo-qué? preguntó. “Remolacha” repetí.

Pues eso, que ni idea, aquella niña de 10 años no había oído hablar en su vida de este singular tubérculo (Beta vulgaris) de la misma familia que las espinacas (aunque de estas nos comemos las hojas) o de la tan de moda ahora, quinoa. Ni oído ni, claro está comido…

Mi extrañeza se tronó cierto cabreo, ya fuera de casa, cuando con la chirrinta de remolachas entre ceja y ceja, se me ocurrió ir a comprar un manojo para comerlas al día siguiente. Conste que quería remolacha de verdad, fresca, cruda, no las bolas esas que se venden termo-selladas al vacío y cocidas en la mayor parte de supermercados. Digamos que no hay una gigantesca diferencia para quién no conoce ambas opciones, pero para quién la conoce sí. Bueno, pues el cabreo vino de mano de mi fracaso: tras visitar cerca de 10 verdulerías y fruterías me volví a casa sin remolachas. Las razones me las dieron los verduleros: no se vende, es muy barata pero como no se vende, no me compensa traerlas. No daba crédito.

De mis recuerdos gastronómicos de la infancia guardo con especial cariño las ensaladas de patata cocida y remolacha de casa de mis abuelos. Una ensalada dificilísima de elaborar y carísima que se aliñaba con una complicadísima vinagreta de aceite de oliva, vinagre de vino, cebollita picada y perejil.

Pues bien no fue sino en Madrid el otro día cuando después de contar estas peripecias remolacheras a un amigo que me alojaba en su casa, que este se me presentó al día siguiente con un manojo de remolachas de verdad. Y de ahí esta entrada.

Remolacha cruda

Para hacer la remolacha solo hay que cocerla, algo más que la patata, con piel, pero sin pasarse ya que a mí me gustan con cierta turgencia… una de las características en las que más difieren las que están ya a la venta en los supermercados que son especialmente blandas. Cocer la patata. Cortar ambas en ruedas, aliñar como ya he dicho y a comer. Así era aquella ensalada en casa de mi abuela.

Hoy en mi casa, los días que hay ensalada de este tipo, los ingredientes que se suman han aumentado… la adornamos con unos encurtidos variados, algunos le ponen atún en aceite y se hace acompañar (o no) de mayonesa.

Bien sabéis que cuando me pongo con estos temas no me entusiasma practicar el nutricionismo y hablar de los aportes nutricionales del alimento en cuestión. Sin embargo y habida cuenta de que me imagino que muchos no sabrán ubicar este producto (muchos es posible que confundidos porque de la remolacha –pero otra- se extrae el azúcar, le atribuirán un elevado aporte energético) no me resisto a dar cuatro pinceladas. Aporta poquísimas calorías, unas 30 kcal/100g (para que te hagas una idea la acelga 29 kcal/100g) y aporta cantidades más que significativas de potasio, fibra y ácido fólico.

Además de esta ensalda, no es un producto que se prodigue demasiado en las recetas, sin embargo algunas hay, aunque lo reconozco, yo solo he probado su gazpacho.

No sé… de veras que no termino de comprender los problemas que tienen algunos de tiempo, económicos o de habilidades culinarias para diversificar su menú diario con opciones más o menos naturales.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interese consultar:

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Foto: @juan_revenga

Alimentos en el recuerdo: huevo pasado por agua

No sé muy bien cuantos años tenía, supongo que más de cuatro pero tampoco muchos más. Sin embargo, el resto de los elementos están más o menos claros en mi memoria. Siempre era domingo por la tarde-noche (creo); al menos en mi memoria todos esos días eran domingo. En la tele, la mía en blanco y negro, ponían “Las calles de San Francisco” (me refiero a la de Karl Malden y Michael Douglas) o bien “Hawái 5-0”, la clásica, claro (por dios que gran tema)… posiblemente una serie sustituyó a la otra, pero no recuerdo bien. Lo que sí que tengo claro era el plato que tenía delante en todas esas ocasiones.

Se trataba de un plato de diseño infantil (con patitos blancos sobre fondo azul a modo de cenefa); en el centro del mismo había una huevera de plata que sostenía el alimento para el cual estaba destinado dicho menaje. Alrededor cuatro o cinco tiras finitas de pan tostado… para untar; y también una cucharilla… para rascar lo que se escapara en el uso del pan.

Aquella era en esencia mis cenas de domingo, y luego la de mis hermanos cuando éramos niños: huevo pasado por agua. Un “invento” que a la luz de las actuales circunstancias parece proscrito, hasta insano es posible que algunos argumentaran, a la luz de, por ejemplo, de unas salchichas que no son tal sino, al parecer, proteínas y fósforo. Qué huevos.

serie del huevo pasado por agua.jpgBueno, el caso es que con la entrada de hoy quiero poner en alza una de esas cenas infantiles que según parece y en virtud de las modestas pesquisas realizadas en mi entorno más cercano (familia a parte) están en claro retroceso y casi postergadas al olvido. En su lugar, las cenas de nuestros hijos, están cuajadas de elementos mucho más modernos, donde va a parar, que aquellas soluciones arcaicas y rudimentarias con las que al parecer se complicaban la vida las madres de hace cuarenta años cuando no había tantos recursos maravillosos… y es que, no me extraña, la presentación y consumo de huevos pasados por agua está lleno de inconvenientes. Veamos:

De entrada su accesibilidad, ya que la materia prima es especialmente difícil de conseguir y cara. Los huevos a día de hoy no se encuentran en cualquier lado y además cuando se consiguen su precio es altísimo: entre 10 y 15 céntimos por unidad.

Hay que continuar con las dificultades técnicas de su elaboración, no accesibles a todo el mundo: se necesita un cazo más o menos pequeño y agua.

Y finalizamos con el tiempo: casi nadie dispone a día de hoy de 3 o 4 minutos para preparar el plato principal de la cena de un niño (o la de un adulto).

Como se puede contrastar, todo son dificultades que hacen del huevo pasado por agua un lujo al que pocas familias puedan acceder y que por lo tanto, en su lugar, tienen que recurrir a una cena a base de salchichas de Frankfurt que tan amablemente pone a su disposición la industria alimentaria, sabedora ella de sus dificultades. Dificultades económicas, de tiempo y nutricionales ya que, ya se sabe, donde estén unas grasas (y carnes) procesadas que se quiten los huevos.

Volviendo sobre Karl Malden (aquel maravilloso y narigudo secundario) y mis huevos pasados por agua, recuerdo con especial júbilo la broma que entonces hacía tras acabar con mi cena y que mis hijas reproducen, tal cual, a día de hoy. Me refiero a eso de una vez que se había dado cuenta del huevo, darle la vuelta sobre la huevera y simular que no lo habías tocado… que aún no se había empezado a cenar aunque alrededor del plato se acumularan los delatores trocitos de cáscara por donde se abre el huevo para empezar a comerlo. Al final, se le decía a mamá o papá… “que síiiiii, que ya me lo he comido” mientras se clavaba la cucharilla en lo alto del huevo ya consumido.

En fin, espero que esta sencilla propuesta sirva para iluminar de alguna forma las cenas cotidianas de los más pequeños (o no tanto) en esta época cuajada de dificultades para comer de forma saludable. (Es broma)

Si te ha gustado esta entrada ya te estás aplicando sobre los huevos pasados por agua, dejando de lado las «cómodas» propuestasde la industria alimentaria y, si quieres, puedes consultar:

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Foto: @juan_revenga que muestran una de las originales hueveras en las que hace cuarenta años se cenaba uno los huevos pasados por agua y que son las mismas que hoy utilizan en casa mis hijas (Ya sé que te lo he dicho de palabra, pero que quede por escrito… gracias mamá)

Sugerencias de la OMS para restringir la publi de alimentos dirigida a los niños

Comida basura

Si hay una necesidad sobre la que parece que hay pocas dudas al respecto de las estrategias de marketing que sigue la industria alimentaria en general, es la de reducir la presión que ejercen los distintos productores sobre la población infantil. Y no es para menos, para ponerte en situación te sugiero que eches un vistazo al inmenso documental “Más allá del peso” o a este revelador post, ahí tienes algunos ejemplos de a qué tipo de presión me refiero.

Consciente de esta situación la OMS ha elaborado un documento con las normas que sería conveniente observar a la hora de dirigir no importa qué campaña de marketing al público infantil. La verdad es que es como para ponerlo en un pedestal. Tanto que es el típico documento que nuestras autoridades se pasarán a buen seguro por el arco del triunfo y que jamás veremos cumplirse (tiempo al tiempo y ojalá me equivoque). Lamentablemente.

En resumen y para no aburrirte, ya que lo gordo está precisamente en el contenido del documento, la OMS ha lanzado una herramienta para ayudar a los distintos países a reducir la promoción de alimentos con demasiada grasa, azúcar y sal dirigida a niños, tal y como pone de manifiesto en su web. Voy a dejar a un lado las razones que han movido a la OMS para realizar este trabajo ya que, en relación con la prevención obesidad infantil, además de conocidas las puedes obtener en el enlace anterior. Vamos al lío.

El documento en cuestión es este y la parte importante, donde está el meollo, está contenida en la tabla del anexo, es decir en la tabla de la página 11 y siguientes. Dicha tabla contiene 17 categorías de alimentos y la OMS sugiere que solo aquellos alimentos que dentro de su categoría cumplan con determinadas características nutricionales deberían poder anunciarse “para los niños”. O dicho de otra forma… si un determinado producto no cumple dichas características su fabricante debería tener prohibido realizar campañas de marketing y comercialización con los niños como publico objetivo. En concreto ésas características refieren exclusivamente al contenido de: grasa total; de grasas saturadas; de azúcares totales; de azúcares añadidos (es decir que no formen parte del alimento de forma consustancial y a diferencia del ítem anterior); de edulcorantes distintos del propio azúcar; de sal; y de calorías.

Es decir, si la composición de un determinado producto excede un determinado valor de alguna de las categorías mencionadas en 100g de producto… ese producto no debería tener permitido anunciarse. Seguro que te mueres por conocer las categorías y las recomendaciones de la OMS. Vamos a verlas:

Categoría 1. Chocolate y productos de confitería, barritas energéticas, y postres y aderezos “dulces”: No deberían poder anunciarse ninguno con independencia de su contenido en los ítems anteriormente señalados.

Categoría 2. Bollería, galletas dulces y pasteles; otros productos de pastelería dulces y las mezclas para su elaboración: No deberían poder anunciarse ninguno con independencia de su contenido en los ítems anteriormente señalados.

Categoría 3: Aperitivos salados (palomitas de maíz y maíz; frutos secos; galletitas y pretzels salados; otros aperitivos a base de arroz, maíz, o patata): Solo deberían anunciarse aquellos elaborados con cero azúcares añadidos y con un máximo de 0,1g de sal por cada 100g de producto.

Categoría 4. Bebidas (este ítem se subdivide a su vez en cuatro apartados):

  • Zumos: No deberían poder anunciarse ninguno con independencia de su contenido en los ítems anteriormente señalados.
  • Bebidas lácteas: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 2,5g de grasas totales; con cero azúcares añadidos y con cero edulcorantes.
  • Bebidas energéticas: No deberían poder anunciarse ninguna con independencia de su contenido en los ítems anteriormente señalados.
  • Otras bebidas (Colas, limonadas, naranjadas, otros refrescos, bebidas azucaradas, aguas minerales y aguas “con sabores”… con azúcares añadidos o con edulcorantes: Solo deberían anunciarse aquellos que tengan cero azúcares añadidos y cero edulcorantes.

Categoría 5. Helados: No deberían poder anunciarse ninguno con independencia de su contenido en los ítems anteriormente señalados.

Categoría 6. Cereales de desayuno: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 10g de grasas totales; menos de 15g azúcares totales; y menos de 1,6g de sal.

Categoría 7. Yogures, leches fermentadas, cremas y alimentos similares: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 2,5g de grasas totales; menos de 2,0g de grasas saturadas; menos de 10g de azúcares totales y; menos de 0,2g de sal.

Categoría 8. Quesos: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 20g de grasas totales; y menos de 1,3g de sal.

Categoría 9. Comidas y platos precocinados o listos para comer: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 10g de grasas totales; menos de 4g de grasas saturadas; menos de 10g de azúcares totales; menos de 1g de sal; y menos de 225 kcal/100g.

Categoría 10. Mantequilla y otras grasas y aceites: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 20g de grasas saturadas; y menos de 1,3g de sal.

Categoría 11. Pan y otros productos afines: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 10g de grasas totales; menos de 10g de azúcares totales; y menos de 1,2g de sal.

Categoría 12. Pasta fresca o seca, arroz y otros cerales: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 10g de grasas totales; menos de 10g de azúcares totales; y menos de 1,2g de sal (lo mismo que en el caso de la categoría anterior)

Categoría 13. Carne fresca y congelada, carne de aves, pescados y similares, huevos: Tienen libertad para anunciarse sin restricciones al respecto de su composición nutricional.

Categoría 14. Carnes procesadas, aves y pescados procesados: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 20g de grasas totales; y menos de 1,7g de sal.

Categoría 15. Fruta, verduras y hortalizas frescas o congeladas: Tienen libertad para anunciarse sin restricciones al respecto de su composición nutricional.

Categoría 16. Frutas, verduras y hortalizas procesadas: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 5g de grasas totales; menos de 10g de azúcares totales; cero azúcares añadidos y; menos de 1g de sal.

Categoría 17. Salsas y aderezos, incluyendo los productos para dippear/untar: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 10g de grasas totales; cero azúcares añadidos y; menos de 1g de sal.

Aplausos

Con un par de…

Hay que reconocer que la OMS los tiene bien puestos… eso y que no le va a hacer caso ni Dios… o a medias. Lo digo porque tengo bastante claro lo que va a suceder en nuestro país, algo que, no es por casualidad, no es lo mismo que ocurre, actualmente, en otros países en los que estas medidas ya se están aplicando. ¿Quieres ejemplos? No creo que te sorprenda, en especial los países escandinavos (Noruega, Dinamarca…) donde estas condiciones o similares no solo se están haciendo cumplir, sino que además han servido de inspiración a la OMS para elaborar esta herramienta.

Tampoco es por casualidad que los únicos grupos de alimentos que tienen “libertad” para anunciarse con independencia de su composición son solo los alimentos frescos (aunque se comercialicen congelados). Y otro de los aspectos llamativos es que el grupo de la bollería, el de la confitería, el de los zumos, el de las bebidas energéticas y el de los helados NO deberían anunciarse fuese cual fuese su composición… Y el de las bebidas azucaradas o con edulcorantes solo podrían hacerlo mientras no llevaran ni azúcar ni edulcorantes (me da que en la OMS además están de cachondeo). En resumen, a tomar por… con esos alimentos en lo que se refiere a su publicidad dirigida a los niños.

Y añado… si los alimentos no recomendados son los que son, y los que quedan tienen las limitaciones que tienen, (salvo los frescos, que no tienen ninguna) ve tomando nota porque lo que no es bueno para tus hijos tampoco lo es para ti… Y si de mí dependiera, estas normas no solo las aplicaría a la publicidad dirigida a los niños sino que las haría extensiva a toda la publicidad de los alimentos. ¿Acaso hay algo que justifique el no hacerlo?

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Imagenes:  Iamnee y Ambro vía freedigitalphotos.net