El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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La mala alimentación entre los niños españoles es patente y las soluciones claras

Niños comerLo he venido contando en infinidad de ocasiones, pero eso no quita para volver a recordarlo, máxime cuando nuevos datos vuelven a ratificar lo que ya sabíamos: nuestros niños ingresan más calorías que las que necesitan; entre ellos, la mayor parte por no decir la práctica totalidad estadísticamente hablando, no alcanzan las recomendaciones diarias de vitamina D; un 64% no llegan a esas recomendaciones de hierro y un 40% no alcanzan las de ácido fólico. Datos extraídos del  Proyecto Europeo Nutrimenthe, tal y como se hacía eco hace unos días este medio. Datos que ya se pusieron de manifiesto en otros estudios observacionales como este llevado a cabo en el marco de la Unión Europea, en el que además de los antedichos nutrientes se ponía de manifiesto una posible deficiencia en la ingesta de ácidos grasos de la familia omega tres y yodo.

Buenas soluciones vs malas soluciones

A tenor de los anteriores datos no me extrañaría que te entraran los miedos y que antes de terminar de leer este post ya estuvieras camino de la farmacia más cercana para proveerte de unos buenos y completos suplementos vitamínico-minerales que les rescaten a tus hijos de esas posibles deficiencias. Espera, no te precipites, hay una solución mejor. Y desde luego tampoco pasa por hacer acopio de alimentos ultraenriquecidos tal y como puse de manifiesto en la entrada Las mal llamadas “leches de crecimiento”: innecesarias y caras”; cualquiera de esas (malas) soluciones no harían otra cosa que incidir en la práctica del poco recomendable nutricionismo, mientras, además y probablemente nuestros hijos sigan comiendo más proteínas de las aconsejadas, más grasas saturadas y más azúcares, que son otras de las características de su alimentación y que se han puesto de manifiesto en el mencionado Proyecto Nutrimenthe.

No, la solución no consiste en poner malos parches a una prenda, la de su alimentación, que en general tiene más agujeros que un tapete de ganchillo. La solución pasa por “cambiar de prenda” y usar una más acorde a sus necesidades. Como digo, la solución no pasa por recurrir al aporte “artificial” de estos nutrientes al estilo del ejemplo que puse en el post Sucedió en una farmacia.

Más al contrario el posible camino hacia el deseable cambio consiste en que reviséis en casa qué es lo que coméis todos, recuerda que un niño no come lo que no tiene, y solo come lo que tiene porque tú lo pones a su disposición.

Estamos donde estamos porque, probablemente, la alimentación de nuestros niños está cuajada de alimentos superfluos y es deficitaria en alimentos… básicos, normales, de esos que yo llamo mudos, sin alegaciones sobre la salud. Estaríamos hablando de lácteos básicos, frutas, verduras, hortalizas, frutas, pescados, carne, huevos, etcétera.

Tomar pastilla

Ya que he tocado el tema de los pescaditos, alimentos que constituyen una importante fuente de ácidos grasos omega tres, quizá te interese saber que antes de incluir en la dieta de tus hijos ese tipo de suplementos que tan torticeramente de moda se están poniendo, que incluyáis más pescado en vuestra dieta. Tal y como le oí decir el otro día a Aitor Sánchez (@MiDietaCojea), antes que dar este tipo de suplementos (que aportan la ridícula cantidad de 250mg de omega tres) igual compensa que te pasees de vez en cuando con tus hijos por una lonja de pescado… si van con la boca abierta es posible que metan para dentro más omega tres que la que aportan estos suplementos en una de sus pastillas. Sí lo sé es una exageración, pero es una exageración graciosa. Pero igual te interesa saber que con una simple ración de sardinas o de salmón, o de atún, o de caballa o de otros pescados similares, estarás incorporando de 10 a 30 veces más omega tres que con los comprimidos de marras.

Un dato y una puntualización

Y por último, un bonito dato para que tengas en consideración y una puntualización. El dato hace referencia a que los padres, con no poca frecuencia, suele subestimar el peso de sus hijos o, peor aun, que estando “gordicos”, “rellenitos” o “majos” (es decir, con un sobrepeso u obesidad clínicos en toda regla) piensan que están mejor que si estuvieran en su peso. El problema es que el estatus de “estar en el peso” es observado no pocas veces en el caso de los niños como un signo de debilidad, y en esas circunstancias se les considera más dentro del estatus de “delgados” que en el de “normales”. A este respecto te recomiendo que le eches un vistazo a este post de Julio Basulto (@JulioBasulto_DN), ¿Considera normal que su hijo esté “fornido” o “rellenito”? Se equivoca.

La puntualización hace referencia a las recomendaciones de una pediatra que se incluyen en la mencionada noticia. En mi opinión, Cristina Campoy, tras haber hecho una defensa bastante buena sobre los elementos que deberían estar presentes en la dieta de esos niños, vuelve la vista a los padres como responsables (perfecto) diciendo que estos han de mantenerse firmes (¿cómo en un cuartel?) para inculcarles buenos hábitos. Y ahí, la cosa, para mí, desentona un poco. Lo de firmes me ha traído a la memoria el relato corto de Carlos González “La carga de la brigada nutricional” (incluido en su libro “Mi niño no me come”) y el adoctrinamiento con el que a veces se persigue que nuestros hijos coman mejor. Y lo de inculcar, pues lo de siempre… por muy buena (o mala ya no lo sé) prensa que tenga este término, significa lo que significa: “Apretar con fuerza algo contra otra cosa” y otras definiciones poco amables. Supongo que esta pediatra lo habrá hecho con su mejor intención, en cualquier caso considero necesario hacer estas matizaciones.

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Desnutrición y malnutrición no son sinónimos. En Cataluña tampoco

Niña pastelPor desnutrición se entiende el déficit, la falta de nutrientes que puede ocasionar alteraciones del crecimiento o del desarrollo, menor resistencia a infecciones, una mala o más lenta curación de lesiones, y una peor evolución clínica de diversas enfermedades. Todo ello puede y suele acarrear un aumento de la morbilidad y de la mortalidad. Las causas de desnutrición son diversas y se pueden deber a: una ingesta escasa e inadecuada; a la alteración de los procesos de digestión y absorción de nutrientes; a un proceso metabólico alterado; o a una excreción aumentada de los nutrientes en cuestión.

Por su parte, la malnutrición, consiste en el seguimiento de patrones dietéticos inadecuados pudiendo ser incorrectos tanto por el defecto o la falta de nutrientes como por el exceso. Por tanto, la alimentación excesiva, la malnutrición por exceso también presenta, lo sabemos bien, problemas importantes tales como la obesidad, diabetes, algunas cardiopatías, hipertensión y el conocido como síndrome metabólico.

Y ¿a qué viene esto? Esto viene a colación de la noticia que hace una semana supimos de manos del Síndic de Greuges de Catalunya quien en diversas notas de prensa relativas al lanzamiento del Informe sobre la Malnutrición Infantil en Catalunya hacía este resumen de la situación:

Cerca de 50.000 niños catalanes tienen «severas» privaciones alimentarias fruto de la pobreza de sus familias y 751 menores de 16 años sufren desnutrición, con una media de edad de cuatro años y el 25% de ellos bebés.

En la mayor parte de los medios de comunicación en los que pude leer, ver y escuchar esta noticia se hacía un especial hincapié en la crisis económica como elemento causante de esta situación, ya fuera de forma directa o más o menos velada. Todo ello a partir de titulares bastante alarmantes.

El caso es que dos colectivos de pediatras (la Secció d’Atenció Primària de la Societat Catalana de Pediatria y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria) han salido al paso para aclarar algunos de los posibles malentendidos que podrían suscitar el informe del Síndic de Greuges de Catalunya. Su posicionamiento lo puedes leer aquí. En él, una vez aclarado qué son malnutrición y desnutrición y cómo se deben emplear para no causar alarma, hacen el siguiente resumen sobre este tema:

En definitiva, podríamos afirmar que en Cataluña hasta el momento no puede hablarse de desnutrición en la población infantil por motivos económicos, pero nos preocupa seriamente que pueda ocurrir en un futuro más o menos cercano.

Tal y como menciona la nota antedicha el mayor problema al que se enfrenta en la actualidad nuestra sanidad pública (Catalana o de cualquier otra comunidad autónoma) es más la malnutrición excesiva. Sin hacer de menos a los posibles casos de desnutrición y habiendo de estudiar previamente las causas de cada uno de esos casos (ya hemos visto que puede haber varias, no solo la privación económica) el verdadero problema es el exceso de peso de la población española. Su malnutrición. Dependiendo de la fuente consultada y en el caso de los niños y adolescentes, con datos válidos para todo el panorama nacional (incluida Cataluña) el sobrepeso y la obesidad infanto-juveniles afectan a entre una cuarta parte y un tercio de la población total… Eso sí que es un problema.

Un problema que además puede ser doble. No es para nada improbable pensar en la posibilidad de encontrar casos de malnutrición por exceso y desnutrición al mismo tiempo. Es decir, niños, niñas, jóvenes (y también adultos) que al tiempo que presentan exceso de peso cuentan con algún déficit nutricional. Los déficits de hierro, calcio y algunas vitaminas son frecuentes en nuestro entorno a causa, al mismo tiempo, de una alimentación sobredimensionada en sus calorías y deficitaria en algunos nutrientes claves.

Una de las cuestiones que podría explicar esta aparente paradoja y que además echa mano de la complicada situación económica actual para explicarse queda reflejada en la reflexión de esta entrada en la que pongo de relieve que quien teóricamente dispone de menos recursos económicos, suele aprovecharlos peor. Por tanto, quizá me equivoque, creo que sería relativamente fácil realizar mejores elecciones en la cesta de la compra que las que actualmente hacen muchas de esas familias con presupuestos  ajustados.

Al menos así lo dice mi experiencia personal. En el súper he visto los carros de la compra de familias claramente modestas y, por el mismo precio que pagaron, opino que podrían haber hecho elecciones mucho mejores. En esta misma línea y elocuente por sí sola, es la información que el propio informe del Síndic de Greuges hace en la tabla de la página 25 sobre la frecuencia de consumo de bebidas y productos azucarados y snaks por parte de los niños en función de su origen socioeconómico: en general, a menor “clase social”, mayor frecuencia de consumo de estos productos y también en general mayores cifras de obesidad. Sin embargo, y esta es la razón que justifica esta entrada, la obesidad en el mencionado informe pasa de puntillas y no se hace la menor referencia importante a la misma.

Así que, es cierto, la situación económica no acompaña, pero la cultura alimentaria-culinaria-nutricional de la población tampoco.

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Imagen: Stoonn vía freedigitalphotos.net