El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Nuevo libro: Mamá come sano; guía indispensable en embarazo y lactancia

mama-come-sanoLa paternidad en general… la maternidad más en concreto, o lo que es lo mismo el saberte responsable en última instancia de una criatura que depende absolutamente de ti (padres en general y madres de nuevo más en concreto) obliga a que muchas personas se decidan a ponerse las pilas en eso de la alimentación saludable. Los hijos son un gran motor de cambio (te lo conté en este post), o al menos de buenos propósitos (ya veremos cómo se terminan por materializar) y conste que me parece fenomenal… tal y como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena. Los cambios, si son para mejorar, siempre serán bien recibidos.

Las estrategias para propiciar esos cambios pueden ser varias y no tienen por qué ser excluyentes… que si consultar con un profesional, investigar en Internet, hacerse con un libro que de forma monográfica aborde estas cuestiones, etcétera. Pues bien, en este último caso tienes un texto que debiera ser de referencia para todas aquellas madres-padres que en la aurora de la maternidad deciden poner un poco de cordura entre tanto mito y tanta controversia que hay en el terreno de la alimentación de la mujer embarazada y lactante. Pero voy a ir más allá.

Mamá come sano” escrito por Julio Basulto debiera ser un libro de lectura-consulta obligada para todos aquellos alumnos y profesionales de la nutrición humana y dietética (para los dietistas nutricionistas) ya que resume de forma magnífica las cuestiones más candentes entorno a la alimentación en este episodio de la vida de la mujer. Estoy hablando de averiguar, por ejemplo, hasta qué punto influye la alimentación en la fertilidad; aclarar la sempiterna cuestión de “comer por dos” en el embarazo; el papel de múltiples nutrientes como el ácido fólico, el yodo, la vitamina B12; el de otros elementos de los estilos de vida como el tabaco o el alcohol; los famosos suplementos; el uso de “plantas medicinales”; la mayoría de los alimentos más conflictivos (algas, café, aditivos…); la cuestión del peso antes, durante y tras el embarazo; el vegetarianismo en el embarazo y la lactancia; etcétera. Y todo ello con el estilo al que nos tiene acostumbrado Julio (padre de otras obras como No más dieta; Secretos de la gente sana, Se me hace bola y Comer y correr) es decir, aportando una apabullante bibliografía tanto en calidad como en cantidad (toda ella recogida al final de la obra) con el fin de que el lector así interesado siga por su cuenta tirando del hilo y contrastando opiniones sobre aquello que más le interese.

No merece la pena entretenerse mucho más para alabar el trabajo de Julio que ha terminado en una obra especialmente actualizada en el conocimiento de esta materia y que carece de defecto alguno. Antes de despedirme hacer mención a los dos grandes teloneros que acompañan a Julio Basulto en “Mamá come sano”. Se trata del prólogo a cargo del pediatra Carlos González (superlativo) y el epílogo de la mano de Eva Hache (estupendo).

Par despedirme no me resisto a dejar aquí por escrito parte de prólogo que Carlos González destina a explicar la finalidad del libro que, aunque sencillo en su planteamiento, no deja de ser revelador.

No se trata, pues, de hacer un “sacrificio” durante unos meses para luego volver a comer patatitas y refrescos, sino de dejar de sacrificarnos, dejar de sacrificar nuestra salud en el altar de la moda y de la publicidad, y aprender a comer normalmente el resto de nuestras vidas. Porque lo que de verdad va a influir a largo plazo en la salud de nuestros hijos no es lo que hemos comido en el embarazo (que influye solo un poco) ni lo que comemos durante la lactancia (que no influye casi nada), sino los hábitos que adquirirá comiendo a nuestro lado durante los próximos veinte años o más.

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Compa «Mamá come sano»

Semana mundial de la lactancia materna 2014 y amamantar en “cualquier sitio”

semana mundial de la lactacia materna 2014

Fiel a su cita, tras 21 ediciones anteriores y promovido inicialmente por OMS y UNICEF, estos primeros días de agosto se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna (#SMLM2014) bajo el lema: “En el siglo XXI, amamanta donde sea, cuando sea!”. Esta edición, se explica desde el portal de la OMS, se establece con el fin de normalizar, en cualesquiera que sean las circunstancias que acontezcan, la práctica de la lactancia materna:

[…] para recordar a la población general que es preciso derribar los obstáculos más importantes que impiden a las mujeres decidir por sí mismas si quieren amamantar y durante cuánto tiempo. Entre estos obstáculos se cuentan la influencia de las prácticas culturales, la escasa orientación y el magro apoyo que ofrecen los hospitales y los servicios de salud, las prácticas inapropiadas de comercialización que utilizan los fabricantes y distribuidores de las preparaciones para lactantes y otros sucedáneos de la leche materna, y la ausencia de protección de la maternidad y de programas que abogan por la lactancia materna en el lugar de trabajo

Una práctica cultural perjudicial [que] está ligada a las presiones, tanto explícitas como implícitas, que imponen que no se debe amamantar en público. Muchas mujeres no se sienten cómodas para amamantar en público debido al ostracismo social que surge con demasiada frecuencia cuando lo hacen. Para superar este obstáculo, las madres deben sentir el apoyo social necesario para sentirse cómodas al amamantar a su bebé cuando éste lo desee, dondequiera que esté. Sea que esté en su hogar o en público, debe sentirse cómoda para amamantarlo cualquiera sea el sitio o el momento en que el bebé tenga hambre o necesite consuelo. Amamantar de esta manera transmite un mensaje claro y convincente a su familia, la comunidad y la sociedad de que la lactancia materna es natural, y ayuda a reestablecer en algunos entornos, y a incorporar en otros, la lactancia materna como un comportamiento normativo de la mujer moderna.

 

Comerías tú aquí

Poniendo en alza esta circunstancia, la dificultad que encuentran no pocas madres para dar el pecho a sus hijos en lugares públicos, por la que la siguiente campaña ha salido a la luz. Fruto de la iniciativa de dos estudiantes de diseño gráfico, Johnathan Wenske y Kris Haro de la University of North Texas, y ante lo “mal visto” que está en determinados ambientes el amamantar a un niño en público. Situación que suele “solucionarse” con las madres dando el pecho en los servicios del establecimiento más cercano para no “ofender” a nadie. Para ello han creado esta impactante obra con el lema “¿Comerías tú aquí?” en las que se ve a tres mujeres sentadas en el inodoro de sendos servicios públicos dando el pecho. En el texto de los posters se puede leer:

¿Comerías tú aquí? No hay leyes que protejan a las madres lactantes frente al acoso y el rechazo de amamantar en público, viéndose con frecuencia obligadas a realizar esta práctica en espacios aislados e incluso en los servicios públicos. Póngase en contacto con la administración pública y las autoridades sanitarias para expresar su apoyo a las madres que amamantan, porque un bebé nunca debería ser alimentado en dónde “la naturaleza llama” [hay que reconocer que el juego de palabras final no está nada mal pensado]

Cada una de las tres fotografías se acompaña con un elocuente título o lema: “Buen provecho”; “Mesa para dos” y “Cena íntima”.

Desde luego y en este sentido nos queda mucho camino, hacia delante, por recorrer.

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Imégenes: OMS y Photo by Johnathan Wenske and Kris Haro

Madres dietéticamente ineptas (por ser suave) y víctimas de la publi

Ineptas, incapaces, inútiles… e incluso negativas, perniciosas, dañinas. Me refiero a ese tipo de madres que el otro día ponía de relieve una comentarista (“Una”) en esta entrada a colación de la educación nutricional que transmitimos a nuestros hijos a propósito del Día Nacional de la Nutrición 2014. Te lo copio-pego para que veas la simpleza y juzgues por ti mismo/a

Hace un par de semanas una amiguita de mi hija (7 años) me decía, mientras se estaba comiendo una manzana para merendar, “es que mi madre me ha puesto a dieta porque tenemos una comunión”.

Ayer se metió entre pecho y espalda para merendar un bocata y un croasan.

A mi entender, con el bocata, era suficiente. Pero lo que más me impactó es… ¿cómo puede decirle su madre que la pone a dieta para que quepa en la ropa porque tenían una comunión y nada más pasar, otra vez a comer guarradas?

Es de locos y de poco sentido común…

Mi madre me ha puesto a dieta porque tenemos una comunión”… Ya ves con 7 años. ¿Pero qué clase de madre es esa? ¿Qué valores le está transmitiendo a la niña en cuestión… es más, incluso a las amigas de su hija…? Por favor, un poquito de respeto… de seriedad… de responsabilidad… de sentido común, tal y como decía “Una”.

Luego no me extraña que pase lo que pasa, y conste que no hace falta ser madre para debutar con estas estupideces, probablemente esa niña, antes de ser madre y si la estupidez generacional no ha calado en ella (Dios no lo quiera) se ponga a hacer de las suyas por su cuenta… a dar ejemplo. Y además contará con todo el tonto-arsenal que aquellas empresas con pocos escrúpulos pongan a su disposición para invitarle, empujarle y animarle a seguir haciendo estupideces dietéticas. Empresas que se publicitan en medios acríticos con estas circunstancias.

Quieres ejemplos. Allá van dos (solo dos, por no aburrir más que nada)

Bikini PompadourAquí tienes la gloriosa publicidad de temporada (bikini) que se ha marcado Pompadour.

Un coctel de infusiones sin pies ni cabeza en cuanto a sus pretenciosas e inútiles alegaciones: eliminar toxinas –ya ves– eliminar líquidos y mantener la línea. ¿Esto que no hace lo que dice que hace no debería ser catalogado de fraude? Desde mi punto de vista contraviene, tanto la legislación correspondiente al alimento como la de publicidad. Pero bueno, nada nuevo bajo el sol o que no conozcamos. La cosa en este caso tiene algo más de miga (y aprovecho para relacionarlo con el tema que nos ocupa) La foto de la izquierda está tomada de la publi que este fin de semana pasado podíamos encontrar entre las páginas de un suplemento, pero no cualquiera, es “Mujer hoy”, un suplemento que se define como “Revista especializada en el público femenino”… Menuda especialización. En lo que se refiere a su publicidad podría mostrar un poco más de delicadeza en vez de apretar los imaginarios, anacrónicos y sexistas golletes de la discriminación sexual en base a los estereotipos de la imagen femenina y demás. Y no, no es una excepción, no hace mucho pudimos ver esta otra publicidad en el mismo suplemento, esta vez a cargo de Lipograsil -ya ves, otra vez- En esta ocasión, además, con un tinte sexista muy feo.

Dieta lipograsil

No sé, me parece que una revista verdaderamente preocupada de las mujeres debería criticar estas cuestiones, su contenido y como son tratadas, antes que dar pábulo a: 1) Productos milagro y; 2) el machismo más retrógrado (disfrazado de feminismo) en relación a hacer, aun más si cabe, a las mujeres esclavas de su imagen (y con chorradas).

Con la forma de permitir este tipo de publicidades, con lo presentes que están y con la presión que hacen, no me extraña que cuando llegue el momento esas niñas de 7 años, ya creciditas, reaccionen como estas mujeres en este otro anuncio, esta vez a cargo de Bimanan… ignominioso.

Pero soy yo que tengo la mente muy sucia o a juzgar por lo que se ve en este anuncio estas mujeres… ¿están o no como… muy bien? ¿Acaso necesitan adelgazar? ¿No sería más recomendable que hicieran lo contrario? En fin.

Señores de las empresas en cuestión, señores publicitarios, señores de los medios (prensa, tv, etc.) y madres dietéticamente ineptas… algún día alguien, quien corresponda, les llamará al orden. Espero que sea temprano. Lo que están haciendo por la salud (física y mental) de la población, femenina en este caso, no tiene nombre. Yo os repudio.

Firmado: el padre de dos niñas de 5 y 9 años.

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¿Top Chef o Chef Chof?

stockimages (freedigitalphotos.net)

stockimages (freedigitalphotos.net)

Los programas de cocina me suelen gustar, no así los realities. Así pues un reality de cocina me deja con el corazón partío ¿qué parte pesa más, la culinaria o la de reality; qué hago lo veo o no lo veo? Depende.

Pues depende del programa. En el caso de MasterChef, por ejemplo, lo tuve claro en poco tiempo, el peso de la parte de reality era tal y la escasez de verdadera utilidad culinaria tan manifiesta que alcancé a ver un programa entero (el primero) y los veinte primeros minutos del segundo… fue suficiente, abandoné. Sin embargo, el caso de Top Chef es diferente, no es que me fascine, eso es cierto, pero a saltos logra captar mi atención. Y también me gusta como lo hace Alberto Chicote, para qué voy a decir lo contrario.

Ahora bien, esa atención es tanto positiva, con las que aprendes algo, se muestra un detalle, una anécdota interesante, etcétera; como en ocasiones negativa en aquellos casos en los que el programa capta mi atención por un detalle feo o poco acertado. Entre los detalles que sin lugar a dudas más me han gustado figura el aprovechar el programa para hacer una especie de homenaje a las madres a través de la cocina… o a la cocina a través de las madres. Algo que pudimos ver en el programa número 8 (ya sabes que para mí este aspecto es importante, puedes ver un ejemplo en esta entrada). Sin embargo, en sentido contrario algunas de las cuestiones negativas son en principio inimaginables en unos participantes que se suponen la crème de la crème (recordemos su nombre “Top Chef”) en el mundillo de la restauración profesional (en la vida real todos los participantes de Top Chef son cocineros en un restaurante de verdad).

Usa cuchara, chupa cuchara, usa cuchara. ¡¿Qué?!

Entre los detalles más estridentes en un programa de televisión con una cierta pretensión de mostrar al público el cotidiano (y sano) quehacer de una cocina destaca el tema del uso de los utensilios de cocina para probar o catar cómo va la receta. Lo más frecuente es el caso de la cuchara para probar la salsita de turno, el punto de sal del sofrito o la textura de la reducción de Pedro Ximenez… por decir algo. En no pocas ocasiones se ve ante la cámara como el participante en cuestión prueba o da a probar una muestra de lo que está elaborando con la cuchara que está utilizando para dar vueltas a la receta. Eso no es malo. Lo malo es que esa cuchara, después de utilizada para probar (de llevársela a la boca) vuelva a la receta en elaboración sin haberse lavado. Otra solución después de haber probado sería seguir con otra cuchara limpia.

Digo esto por dos motivos. El primero es la cuestión del flagrante incumplimiento de las más elementales normas de lo que se denominan Buenas Prácticas de Higiene Alimentaria, unas buenas prácticas que son, aunque no lo parezca por el nombre, de obligado cumplimiento según lo establecido en los programas de Análisis de Peligros y Puntos de Control Crítico (también conocidos como APPCC). Lo segundo porque… ya lo siento por la incertidumbre generada… si esto es lo que se hace con cámaras delante, imaginémonos lo que puede haber en una cocina cuando nadie “observa”.

Algún día dedicaré un post al somero entendimiento de los APPCC, baste decir por el momento que son protocolos estandarizados que tienen que cumplir de forma obligatoria todo establecimiento en el que haya una elaboración, manipulación, almacenamiento, transporte, distribución o venta de alimentos con el fin de asegurar unas mínimas garantías en el terreno de la seguridad e higiene alimentarias.

Cuestiones estrictamente culinarias

Ya he adelantado que no he seguido todos los capítulos de Top Chef, pero en aquellos que sí, he visto detalles que para mi incipiente cultura gastronómico-culinaria me han sorprendido sobremanera. Citaré solo dos.

Por un lado está el tema del Steak tartar que un equipo de concursantes se planteó presentar como alternativa dentro de la carta de un restaurante de estilo rotundamente clásico como lo es Lhardy. De veras que estoy receptivo a todo tipo de sugerencias, pero a mi entender un Steak tartar clásico, según mandan los cánones, se elabora delante del cliente. Se pica la carne a cuchillo delante de él, o cuando menos, se sazona en su presencia y para ello se suele utilizar una especie de carro o de mesa específicamente empleados para ello. Además, según mi experiencia es norma obligada el preguntarle al comensal después de que lo haya probado si quiere más de una cosa o de otra (pimienta, sal, salsa Wocestershire, etcétera). Sin embargo, en Top Chef el Steak tartar en cuestión se elaboró al completo con antelación al inicio del servicio en la cocina, se sirvió emplatado procedente de la cocina y no se vio ofrecimiento alguno del personal de sala hacia el cliente sobre su preferencia de utilizar más o menos especias. A mí me resultó chocante, que queréis que os diga. Más aun si entre alguno de los apuntes negativos que recibió el Steak tartar en cuestión  era que sabía a “que le había dado el aire”, a oxidado… decisivo defecto en este plato tan delicado.

Y luego está el tema de los espagueti a la carbonara. En una prueba destinada a dos concursantes ya eliminados (en El almacén de Top Chef) se les indicó que tenían que hacer por separado la mencionada receta de pasta. Y va, y los dos Topchefs-peromenos, elaboran la salsa carbonara con nata. Increíble (la auténtica receta, la original, aunque no lo creas, no lleva nata). En esta ocasión la dirección estuvo al tanto y rectificó a los cocineros. Es más, la prueba en sí, estoy convencido estaba ideada con toda la intención de hacer caer a los dos ex concursantes en la trampa, habida cuenta de lo extendido de la creencia que los spaghetti alla carbonara se elaboran con nata (o solo con las yemas de los huevos en vez de con el huevo crudo y entero)

A mí me parece de cajón y me sorprendió que unos cocineros con experiencia cayeran en una trampa tan burda o de principiante. Si siguieran este blog y, en especial me hubieran hecho caso cuando recomendé ese recetario esencial de la cocina italiana que es “Cuchara de plata” lo hubiera tenido chupado.

Aquí te dejo una foto de los carbonara que nos calzamos el otro día en familia. Sin nata, por supuesto (#slurpslurp).

Carbonara

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