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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Distribución de carne en mal estado en China y la “Fast Food Nation”

Fast food nationSupongo que la noticia de la semana pasada en China a colación de la comercialización de carne podrida no te habrá dejado indiferente. De hecho nuestra susceptibilidad por estos temas ha subido bastantes enteros en los últimos tiempos y como tal supone una tendencia que va a seguir en alza tal y como señalé hace poco en este post (me refiero a la creciente preocupación, no al fraude, esperemos). Quizá no sea tanto que nuestra sensibilidad haya aumentado sino que en la actualidad la facilidad en la comunicación, en la llamada era de la información, nos hace llegar hasta nuestros oídos con mucha más celeridad y precisión este tipo de noticias alarmantes. La cuestión es que el hecho en sí es preocupante con independencia de quién se entere. Antes solo se alarmaban unos pocos y ahora se alarman muchos dado el impacto de los hechos en sí y lo vulnerables que nos hacen sentir cuando conocemos incidentes de este estilo. No es para menos, estamos hablando de lo que comemos y del resultado que sabemos bien puede tener sobre nuestra salud.

Por si acaso no te enteraste te lo resumo: hace unos pocos días un medio de comunicación de este país denunció publicamente de que la compañía alimentaria Husi de Shanghái procesaba y distribuía a sus clientes carne en mal estado, un importante problema agravado por una actividad fraudulenta en toda regla cuando se conoció que además se alteraban (en beneficio de esta empresa) las fechas de caducidad. Es decir, no se trata de un “error” en el procesado, de un incidente… no, se trata de mala baba en toda regla. Merece la pena destacar que no es solo una cuestión de “chinos” ya que la tal compañía Husi es a la vez una filial del grupo OSI de Estados Unidos.

El escándalo subió unos cuantos enteros cuando se supo que este productor/distribuidor proveía de carne y materias primas a grandes multinacionales de la conocida como fast food o cadenas de comida rápida, léase, McDonalds, KFC, Pizza Hut.

De este lamentable hecho yo sacaría dos lecturas. En primer lugar, ser conscientes que, de nuevo, son este tipo de cadenas de “restaurantes” y ese tipo de productos en donde se termina por materializar ese eslabón, el último, en el que el consumidor acaba por tomar contacto con esos alimentos corrompidos. Ya no estamos hablando de la mayor o menor idoneidad nutricional en el uso de este tipo de “restaurantes” y productos procesados, suponiendo que las materias primas estuvieran en un estado higiénico aceptable… es que además, no lo están; y el punto de distribución, de tu bandeja a tu boca, vuelve a ser ese tipo de productos y ese tipo de “restaurantes” que los distribuyen al comensal. Esto a su vez merece dos reflexiones: ¿acaso estas multinacionales de la comida rápida no tienen sus propios controles de calidad? Se supone que en este tipo de establecimientos se ha de hacer un control sanitario de las materias primas recibidas y, o bien se lo saltan a la torera, o bien los realizan y se saltan a la torera sus resultados. Y además, vuelve a poner de manifiesto que es precisamente en los productos más procesados (tal y como te comenté en esta y en esta otra entrada) en donde al consumidor se le pueden meter más goles. Parece que este tipo de productos (ya los adquieras en las típicas bandejas de tu supermercado o bien en este tipo de “restaurantes”) tienen todos los números para convertirse en una especie de vertedero de los alimentos de origen animal.

Tras la polémica, ya te lo puedes imaginar, las grandes cadenas implicadas han salido a la palestra pública para decir a voz en grito que ya han retirado de la venta aquellos productos procedentes de la factoría en la que ha saltado el escándalo. Ya podemos dormir tranquilos.

La segunda de las lecturas que vienen a mi cabeza es que este tipo de polémicas no son precisamente nuevas en este tipo de industria. Para nada. La actualidad trajo a mi memoria la (profética en este caso) película Fast Food Nation (“El país de la comida rápida”) de 2006 dirigida por Richard Linklater y basada en el libro homónimo de Eric Schlosser. En ella se entrelazan varias tramas, varias denuncias sociales para ser más concreto, pero el hilo conductor parte del encargo que recibe un directivo de una de estas cadenas de comida rápida (una hamburguesería) para desentrañar el problema que ha supuesto el encontrar en unos análisis una carga de E. coli, muy por encima de la permitida en el buque insignia de sus hamburguesas, la Big One. Lo que hay que descubrir en la película es el origen de esa mierda (tal cual, porque de eso se trata, se expresa uno de los dirigentes de la multinacional) en esas hamburguesas. Todo ello aderezado en la película con una importante denuncia social enmarcada en la inmigración ilegal, las precarias condiciones laborales de estas personas, el uso de drogas, etcétera. Todo un poema, tristemente real, a tenor de las habituales circunstancias. Este es su trailer.


El caso es que al final no he podido por menos que acordarme del fragmento de la peli en el que aparece Bruce Willis (Harry Rydell en la película) encarnando a un socarrón (por no decir cabronazo) intermediario entre la carne de los mataderos y de salas de despiece, y las multinacionales que finalmente comercializan ésa carne de dudosa salubridad. El muy cabronazo, ahora sí, mientras disfruta a dos carrillos de una espléndida Big One, con todo el carisma que un actor yanqui de pro lo puede hacer cerveza en ristre, le comenta al directivo encargado de encontrar el origen de la contaminación fecal (lo siento por el enlace en italiano, no lo he encontrado ni doblado ni en versión original):

Con sinceridad [aun suponiendo que efectivamente la carne esté contaminada] no sé dónde puede estar el problema. Se supone que la carne ha de ser cocinada… ¿no? Pues cocínala y asunto arreglado. [Además] No vamos a acabar a con la industria automovilística de Detroit porque cada año mueran más de 40.000 personas en accidentes de coche, ¿no? Así que, [no te des demasiado mal], todo el mundo tiene que comer un poco de mierda de vez en cuando.

Te lo traduzco… ¿que tu hamburguesa congelada (antes de cocinarse) contiene además de carne, caca de vaca? ¿Que tu hamburguesa congelada (antes de cocinarse) se cae al suelo y juegan al hockey con ella? No te preocupes, ésta habrá de pasar por la “higienizante” acción de la parrilla o del horno o de cualquier otra fuente de calor y asunto resuelto. Otra cosa será el día que este tipo de establecimientos se dediquen a hacer promociones de steak tartar… ahí la cosa cambiaría de forma importante. Ahora que caigo… no me importaría ver “disfrutar” a uno de los directivos de estas multinacionales delante de una cámara de esta sabrosa especialidad preparada con la carne de sus hamburguesas (tomada al azar, claro).

A mí de momento, y como ya vengo haciendo, no me pillarán en uno de estos “restaurantes”, ni comprando este tipo de productos en el supermercado salvo por causa de fuerza mayor. No me gusta demasiado la idea de no saber qué estoy comiendo y menos cuando una de las alternativas es tan escatológica. Ya sea cruda o a la plancha. Yo lo llamo principio de precaución.

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Si solo le importan las pechugas y los muslos… mándalo a KFC

KFCMucha gracia me hizo ver el otro día en mondo twitter este mensaje tal cual que pone de relieve, supongo, la excesiva importancia que suelen dar a la “imagen” de algunas mujeres sus respectivas parejas. Muchas veces, también hay que reconocerlo, la culpa la tenemos nosotros, todos, al hacer descansar sobre esa imagen un valor desorbitado, es decir, esa culpa también podría recaer en no pocas ocasiones en las propias implicadas (recuerda esta entrada: “Thigh gap” o el espacio entre los muslos, como peligrosa tendencia«)

Cambiando de tercio, quería dedicar esta entrada a hablar precisamente de la marca en cuestión, KFC, ya que en mi opinión su imagen carga con uno de los mitos más difundidos y absurdos en el mundillo de las cadenas de restauración. Supongo que ya estrás al corriente de este bulo que dice que esta cadena de restaurantes se vio obligada a cambiar su nombre original de “Kentucky Fried Chicken (Pollo frito de Kentucky) por el de KFC por que resulta que se había comprobado que la comida que ellos servían no procedía de pollos al uso sino de una especie de engendro polleril, una especie de Frankenstein avícola, que carecía de pico (a veces incluso se decía que carecían de cabeza), plumas e incluso de casi, casi de huesos que les impedía sostenerse en pie. De esta forma, continúa el mito, era mucho más económico y rentable, echar entero la especie esta de mutante a la freidora… sin desperdicios, todo aprovechable ya que el negocio así era mucho más rentable. Por lo tanto, según este bulo, a la marca se le urgió a que quitara la palabra chicken (pollo) porque no reflejaba la realidad de su producto. Lo cierto es que esto de los mitos que ponen en la picota a empresas de renombre siempre me ha hecho mucha gracia, supongo que a las empresas implicadas ninguna, pero es lo que hay.

Al parecer, la realidad del cambio de nombre de Kentucky Fried Chicken, por el de solo KFC se debió al interés de la empresa de desvincular su nombre comercial de la palabra “frito”. Término que en los tiempos que corrían (y corren) podría asociarse por parte de los consumidores, consciente o de forma subliminal, a una elección alimentaria poco saludable, a muchas calorías, a fritanga y, así en general, a un producto poco recomendable. Este cambio en la denominación comercial se produjo en 1991 pocos años después de que la empresa pasara a manos de  PepsiCo, quien introdujo diversos cambios en su carta, ampliándola y ofreciendo más opciones (pizzas, hamburguesas…) más allá del pollo frito.

Conste que no soy ningún defensor de la marca, ni detractor tampoco… más allá de lo poco que a título particular me gustan este tipo de opciones (grandes cadenas de hamburgueserías, pizzerías, etcétera), tanto desde el punto de vista organoléptico o como opción frecuente. La verdad es que creo que solo he pisado uno de estos establecimientos en mi vida, creo que en los años 90 y, la verdad ya entonces no me entusiasmó. Igual va siendo hora de volver a probar y de salir de dudas… o de ratificarme.

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