El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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La distorsión de la ración: cómo crear una nueva normalidad… pero anormal

La especie humana ha cambiado francamente poco en el último medio siglo. Me refiero en su naturaleza, en su biología. Si comparáramos este periodo de tiempo dentro de lo que sería la evolución de la especie con la vida de un ciudadano medio actual, cincuenta años de evolución podría equivaler a la décima parte de la duración de un estornudo… y como este dato solo es una opinión para la que no tengo pruebas no sería improbable que, además, me haya quedado corto. Vamos pues con un símil musical: decía Gardel en su famoso tango “Volver” que veinte años no es nada… pues cincuenta, digo yo, es menos que nada cuando lo que se observan son los posibles cambios de la madre naturaleza a través de la evolución.
CDC The New (Ab)normal

 

Sin embargo, nuestro entorno ha cambiado de forma salvaje. Brutal. Me refiero en este caso a cómo han cambiado las raciones que se nos ofrecen en la actualidad si las comparamos con las de hace medio siglo. Si atendemos a la transformación de las raciones cualquiera diría que el ser humano de hoy en día es una especie con unas necesidades inmensamente mayores que las de entonces. Te pongo solo unos ejemplos. Según el CDC norteamericano:

  • Desde 1950 hasta nuestro tiempo el peso medio de una hamburguesa se ha incrementado un 223%; y el tamaño de los “refrescos” un 500%
  • Desde principios de S XX el tamaño de una “ración de chocolate» (una chocolatina) se ha visto incrementado en un, pásmate, 1233%. Todo ello, en este caso y en los anteriores, sin hablar del aumento al largo de los años de la oferta o del acceso a este tipo de productos (no te voy a contar el acceso que yo tenía a los refrescos de cola a la edad de mis hijas y el que tienen estas actualmente)
  • Al mismo tiempo, desde 1960 el peso medio de las mujeres estadounidenses se ha incrementado 11,3 kilogramos y el de los hombres 12,7.

En resumidas cuentas el tamaño de las raciones ha crecido y el nuestro, los que nos comemos esas raciones cada vez más grandes también. Que sean dos hechos independientes (las raciones aumentan y nuestro peso también) y que no haya una relación de causalidad entre ambas circunstancias me costaría creerlo. Me cuesta creer por tanto que la industria alimentaria no tenga nada que ver en el aumento poblacional de la obesidad en el mundo en el último medio siglo, me cuesta creer que la presión que ejerce la industria del refresco, la de los dulces y la de la comida rápida sean actividades meramente circunstanciales pero no causales en el incremento mundial de la obesidad. La cantidad media de comida en un restaurante hoy en día es más de cuatro veces mayor que la de la década de 1950… no será desde luego la única razón que explique el incremento del perímetro de nustras, pero que es una de ellas me parece que es bastante evidente

¿Qué podemos hacer?

El propio CDC norteamericano ofrece algunas “soluciones” para cortar con esta negativa influencia de las nuevas raciones. Si queremos comer de forma más equilibrada, propone, hay algunas cosas que podemos hacer. Por ejemplo, si hay posibilidad, pedir aquellas raciones más pequeñas, compartir una misma ración con alguien (en vez de comérsela uno mismo), o bien comer una cantidad razonable y pedir que nos preparen el resto para llevárnoslo a casa (una alternativa muy típica en otros países y que empieza a cobrar cierta relevancia en nuestro entorno más cercano).

Sin embargo, desde mi punto de vista, estos consejos se circunscriben normalmente a malas elecciones de partida, es decir, a lo que sucede cuando se eligen para comer fuera de casa los típicos establecimientos de comida rápida (eufemismo de basura) así que, simplemente, de lo que se trataría es de hacer mejores elecciones para comer fuera de casa, y no pisar ese tipo de establecimientos

En cuanto a las comidas en casa, ya lo sabes, se trataría de prescindir de las comidas preparadas, que además de otras cuestiones nutricionales también suelen ser sustancialmente grandes, y en su lugar consumir comida de verdad de esa que se compra en los mercados… ¿te acuerdas?

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Imagen: http://makinghealtheasier.org/newabnormal

Aspartamo, transgénicos, bisfenol A y gluten: la industria hace su agosto con la mala ciencia

De entrada estos cuatro elementos tienen en común que todos han sido objeto de al menos un post en este blog (ver enlace 1, enlace 2, enlace 3 y enlace 4 a modo de ejemplo, aunque hay más) y que han sido tratados porque son temas de candente actualidad… Pero más allá de esta circunstancial anécdota tienen bastante más en común.

El caso es que, como veremos más adelante, la mala ciencia, la pseudociencia, o la falta de evidencia al respecto de un determinado tema son utilizadas en no pocas ocasiones como motor de cambio o de “mejora” por parte de la industria alimentaria, la cual modifica su línea empresarial utilizando como “primer motor causal” las modas populares o las tendencias a pie de calle. Para los fines que en este caso se persiguen poco importa lo que la ciencia diga, lo importante es lo que piensen los consumidores que a fin de cuentas comprarán y consumirán (o dejarán de hacerlo) en base a sus creencias… ya sean atinadas o no. Tenemos muchas muestras de ello; pero en este post pretendo aportar solo el ejemplo de cuatro casos que, tal y como he puesto de manifiesto, son especialmente sangrantes en el mundo de la conspiración alimentaria: se trata del aspartamo, de los transgénicos, del bisfenol A y del gluten. Vamos allá.

El aspartamo

AspartamoEl tema del uso del aspartamo y de PepsiCo es quizá el ejemplo más actual y representativo de lo que quiero decir. Me refiero a PepsiCo, porque esta refrescante compañía ha anunciado que a partir de agosto algunos de sus productos más representativos que utilizan el aspartamo como edulcorante acalórico cambiarán su formulación en Estados Unidos dejando de usar este edulcorante y lo sustituirán por otro que no tenga (aunque injustificada) tan mala prensa entre la población general. Y a la empresa no le duelen prendas a la hora de reconocerlo. Según esta compañía, la primera causa de la caída de las ventas de uno de sus buques insignia, la Pepsi Diet, que descendió más de un 5% el año pasado, es su contenido en aspartamo que es percibido por parte de los consumidores como un riesgo para la salud. Da igual que PepsiCo sepa que el uso del aspartamo es seguro… el consumidor es el que consume (valga la redundancia), el que por tanto aumenta sus beneficios… y si este, el consumidor, le asocia un perjuicio potencial a su consumo da igual lo que diga la ciencia al respecto, PepsiCo prescinde de él y ya está… todos más contentos: el consumidor que adquiere un refresco más saludable que no tiene el diabólico aspartamo (nótese la fina ironía) y ellos, la empresa, haciendo (más) caja. Que la evidencia al respecto de la seguridad del aspartamo sea otra pasa a un segundo plano o, directamente, se manda a tomar… viento. La pela es la pela.

Los transgénicos

TRansgénico

Otro de los ejemplos más característicos de lo que quiero decir lo tenemos en la cadena de comida rápida con aura beatífica Chipotle, de la que a estas alturas ya me estoy arrepintiendo del post que le dediqué. El tema es que, tal y como puedes comprobar en el primer enlace de este apartado, esta cadena de “restaurantes” ha decidido prescindir de cualquier ingrediente transgénico en su oferta en base a tres argumentos: 1º que teóricamente (dicen) aun no se conocen los efectos a largo plazo sobre los consumidores y el medio ambiente de los productos transgénicos; 2º que el cultivo de transgénicos podría dañar el medio ambiente y; 3º que Chipotle debería ser un lugar en el que los consumidores pudieran consumir alimentos libres de productos transgénicos. Resulta curioso el observar que su tercer argumento en realidad no sea argumento alguno sino la reiteración de la decisión adoptada, es decir, prescindir de los alimentos de origen transgénico.

En cualquier caso, en mi opinión resulta lamentable el pretender usar unos argumentos que en realidad están más que contrastados, mientras se genera la duda, el temor, de que no lo están. Llegados a este punto creo que puede resultar especialmente interesante consultar este post al respecto de las 7 argumentaciones propagandísticas de quienes están en contra de los productos transgénicos.

El bisfenol A

Bisphenol_AEl tercero de los ejemplos alude a la decisión de algunas empresas, e incluso países, de prohibir el uso controlado del bisfenol A en los envases en contacto con los alimentos. Así, diversas empresas han optado en prescindir de este elemento y usar su ausencia como argumento de venta de sus productos a pesar de que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) acaba de emitir un informe relativo a la ausencia de riesgo con respecto a la actual exposición a esta sustancia, tal y como te conté en esta entrada.

Lo más curioso de este caso es que los más partidarios de las teorías conspirativas argumentan como punto a favor de la eliminación del bisfenol A que países como Francia o Canadá ya han prohibido su uso lo que, al usar estos argumentos, en esencia, no hace más que poner en evidencia la falacia populista, es decir, la que utiliza como argumento “lo que hacen muchos” para dar por buena una determinada acción… y eso, perdónenme que se lo diga, no es precisamente ciencia. Y es que, si algo tiene la ciencia, es que es muy poco democrática: la razón no se obtiene por mayoría.

El gluten

Para terminar con los ejemplos, acabo con una de las tendencias populares más en alza a día de hoy y que ha desembocado en una estrategia comercial concreta por parte de numerosas empresas a la hora de saber aprovechar el miedo indocumentado de una buena parte de la población. Es decir, en este caso, tal y como sucede en los anteriores, se trata de explotar un jugoso filón mercantilista que, sin ciencia… o al menos sin la suficiente ciencia que respalde ese miedo, termine en un interesante beneficio para la empresa que sepa aprovechar el desustanciado tirón. Así lo puse de manifiesto en varios post anteriores cuando me referí a los pretendidos beneficios universales de la dieta exenta de gluten (aquí, aquí y aquí).

La dieta exenta de gluten (más allá de que alguien sea celiaco o posea la denominada y aun poco clara sensibilidad al gluten no celiaca) causa furor, y tal y como ponen de relieve numerosos estudios prospectivos, constituye una destacada tendencia desde hace años con el fin (muy poco claro a la luz de la evidencia) de obtener algún beneficio sobre la salud.

Así, resulta francamente destacable que a pesar de que cada vez más gente busca productos “libres de gluten” con el fin de mejorar no importa qué condición de salud, la ciencia no encuentra justificación para esos pretendidos beneficios. Sin embargo, la realidad no importa cuando se contrasta el mercado y se observa cómo, cada vez con mayor frecuencia, se realizan alegaciones buenrollistas al respecto de la ausencia de gluten en no importa qué alimento. A este respecto merece muy mucho la pena echar un vistazo al artículo de revisión ¿Es el gluten el gran agente etiopatogénico de enfermedad en el siglo XXI? en el que se contrasta lo que te digo: un mercado que crece como la espuma fruto de la demanda popular a pesar de que la ciencia no atribuye, ni de lejos, lo que el consumidor pretende encontrar en una dieta exenta de gluten:

Revisada la literatura se intuye un posible efecto positivo de ciertos grupos de pacientes diagnosticados con enfermedades neuronales, y sin antecedentes de celiaquía o sensibilidad [al gluten no celiaca que] podrían beneficiarse de la dieta exenta de gluten. Esta posible evidencia, sugiere la necesidad de futuras líneas de investigación que podrían dar resultados muy esperanzadores. Para [el resto de] la gran mayoría de enfermedades aún es pronto, aunque consideramos que es necesario realizar estos estudios, ya que la gran inmensidad de resultados, poco consistentes y de poca evidencia científica que hemos observado en bases de datos no científicas, está ocasionando que la población general esté orientándose hacia la elección de productos sin gluten, como un patrón de dieta más saludable, sin que nosotros hayamos podido encontrar esta asociación en la presente revisión.

Sea como fuere, creo que estos cuatro ejemplos ponen de relieve con claridad meridiana cómo la opinión popular influida por una mala interpretación de la ciencia (o directamente, por la pseudociencia) condiciona las iniciativas de la industria alimentaria cuando al parecer lo más importante para esta lo constituye el balance de cuentas. Una pena, ya que de esta forma lo único que se consigue es entrar en un peligroso ciclo de retroalimentación positiva no limitado.

Con todo esto no quiero decir que corras a abrazar ahora refrescos con aspartamo, alimentos transgénicos, envases con bisfenol A o productos sin gluten… no. Más que nada porque una alimentación más o menos correcta y segura no tiene ninguna necesidad de estos elementos. Pero lo que sí quiero decir es que nuestras decisiones alimentarias no deberían tampoco estar basadas en la pseudociencia o en datos parciales de la ciencia… por muy habituales que sean.

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Imagen: Yikrazuul y Calvero vía Wikimedia Commons; Mister GC vía freedigitalphotos.net

Piensa en los factores que condicionan la obesidad: apuesto a que te dejas los más importantes

Habitualmente para los objetivos de un post como el de hoy bastaría con compartir la información de la que he sido conocedor en las redes sociales (típicamente Twitter o Facebook)…. pero no, hoy no, ya que la información, desde mi punto de vista se merece la mayor de las visibilidades.

marionnestle

El caso es que el otro día un buen compañero dietista-nutricionista, Alex Pérez Caballero (@elPiscolabis) realizó en su blog una entrevista a una persona a la que pocos tenemos acceso, aunque solo sea por la distancia. La dificultad, me refiero, es por la figura objeto de la entrevista, una de las personas más influyentes, independientes, formadas, con mayor claridad de ideas y con menos pelos en la lengua que se pueden encontrar en el panorama de la divulgación nutricional y alimentaria. Me refiero a Marion Nestle (para los despistados, nada que ver con la homónima multinacional). Desde aquí mi enhorabuena y reconocimiento al bueno de Alex por haber aprovechado la oportunidad de acercarnos, en primera persona, las opiniones de este monstruo de la divulgación.

No voy a realizar una mayor glosa de la persona de Marion Nestle, no porque no la merezca sino porque para eso ya está la introducción del post de Alex en El Piscolabis.

Lo que sí que quiero es recomendarte de forma muy encarecida que leas dicha entrevista de cabo a rabo. Además, también me gustaría destacar algunas de las afiladas y oportunas respuestas de esta mujer.

[…]

Pregunta: La obesidad tiene un origen multifactorial: sedentarismo, alimentación, descanso, genética,… ¿Cuál crees que es el factor o factores más importantes a abordar? ¿Crees que hay otros motivos que pueden provocar obesidad?

Respuesta: Te has dejado los factores más importantes: el marketing alimentario y un entorno de oferta alimentaria que empuja a la gente a comer más cantidad y más a menudo. Por eso  son tan importantes las intervenciones públicas y políticas.

P: Coca-Cola ha emprendido una línea de acción en la lucha contra la obesidad. […] ¿Qué opinas sobre esta estrategia de venta a la que se van sumando otras compañías del sector alimentario? […]

R: El objetivo principal de las compañías de bebidas azucaradas es vender el máximo de producto posible al máximo de gente posible. Una manera de pasar por encima de la normativa es dar la apariencia de que hacen las cosas bien. Tienen una gran experiencia en marketing y ganan premios por sus iniciativas publicitarias y las estrategias que mencionas.

[…]

P: En materia de alimentación y nutrición, ¿qué crees que es más peligroso?, ¿el exceso de información (con el desinterés y confusión que a veces puede generar) o la ignorancia?

R: Ni una ni la otra. El verdadero problema es que la mayor parte de la información alimentaria procede de grupos con intereses comerciales para vender productos. Las agencias independientes no tienen recursos suficientes para hacer llegar mensajes más adecuados a la población.

[…]

Como se puede apreciar se trata de una persona que habla claro, que no se anda por las ramas y que no tiene problemas para señalar con el dedo a quien ella considera que se ha de señalar.

Tal y como comenté en esta entrada, también otras personalidades con un importante peso específico han levantado su voz para decir, sin ambages, que gran parte de la culpa de nuestra obesa situación es de la industria y de las malas prácticas que se derivan de las relaciones de esta con las administraciones públicas. Me refiero a Margaret Chan, directora general de la OMS… su opinión se puede sintetizar en una de sus magnificas frases que lo dice todo:

Son pocos los gobiernos que han priorizado las cuestiones de salud frente a los grandes negocios [en referencia a los negocios que establecen estos gobiernos con la industria alimentaria]

Así que olvídate en cierta medida de las cuestiones metabólicas, genéticas y demás. Tal y como has leído, Marion Nestle no solo opina en la misma línea que la directora general de la OMS sino que, además, atribuye a estas acciones de la industria y a su connivencia con las administraciones las causas de mayor peso en las grandes cifras de la obesidad.

En mi opinión es más que posible que no le falte razón. Es difícil, por no decir imposible (o yo al menos no lo conozco) atribuir un porcentaje concreto a la influencia de cada uno de los factores que han intervenido en la actual epidemia de obesidad. Pero sin duda alguna, el entorno, es decir, el ambiente en el que vivimos modulado como está por las campañas publicitarias de tantos alimentos insanos; unido a la inacción, cuando no a la complicidad de las administraciones sanitarias con las industrias que los producen, son con muy poco margen para la duda un factor causal muy, pero que muy importante. Mientras este marco no cambie, de poco servirá poner el foco de atención en otro lado mientras se finge que nos les preocupa el tema.

Ahora, el cómo provocar ese cambio es el gran problema. Parte de las claves creo que también las apuntó Marion Nestle: soluciones políticas e iniciativas públicas que faciliten a las personas el tomar decisiones más saludables y dirigidas a una población más formada, con mayor accesibilidad a determinados alimentos (y quizá no tanta a otros).

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Imagen: http://elpiscolabis.com/2015/01/05/marion-nestle-y-food-politics/

«Mentira podrida»: campaña para desenmascarar desmanes de la publicidad alimentaria

«Eso es publicidad, eso es mentira (podrida)«

Mentiroso

Con esta frase se podría sentenciar la realidad al respecto de una buena parte de la publicidad de alimentos. Y es que aunque la frase sea de mi cosecha, sé que así piensa también una buena parte de la población y también cada vez más profesionales que centran su labor en algún sentido u otro dentro de las cuestiones alimentarias. Una pena ya que la publicidad como actividad y forma de comunicación comercial en general no tiene la culpa. Ahora bien, tanta publicidad malsana va a terminar por hacer considerar a cualquier publicidad como negativa o dañina.

Así lo pensamos y así lo decimos de vez en cuando a pesar de que nuestras públicas opiniones no pasan por ser otra cosa que una especie de prédica en el desierto. Se opina, se grita, se indigna uno, se olvida… y ya está, vuelta a la misma mecánica rutina como si nada. Al final me queda una sensación similar a la de Winston Smith, el protagonista de la novela de 1984 (George Oewell) para quien el doblepensar era una complicada habilidad (y no me extraña) para lograr la estabilidad mental:

‘Doblepensar’ significa el poder, la facultad de sostener dos opiniones contradictorias simultáneamente, dos creencias contrarias albergadas a la vez en la mente […] Decir mentiras a la vez que se cree sinceramente en ellas, olvidar todo hecho que no convenga recordar, y luego, cuando vuelva a ser necesario, sacarlo del olvido sólo por el tiempo que convenga, negar la existencia de la realidad objetiva sin dejar ni por un momento de saber que existe esa realidad que se niega… todo esto es indispensable. Incluso para usar la palabra ‘doblepensar’ es preciso emplear el ‘doblepensar’. Porque para usar la palabra se admite que se están haciendo trampas con la realidad. Mediante un nuevo acto de ‘doblepensar’ se borra este conocimiento; y así indefinidamente, manteniéndose la mentira siempre unos pasos delante de la verdad. En definitiva, gracias al ‘doblepensar’ ha sido capaz el Partido —y seguirá siéndolo durante miles de años— de parar el curso de la Historia.

Más allá de mis desvaríos filosóficos sobre la cuestión, cada vez son más las personas que como te decía se ponen en pie para tratar de sacar los colores a esa industria ruin que se aprovecha del consumidor medio y abusa, bien con su machacona presencia en no importa que entorno, bien a partir de una publicidad claramente engañosa (sea legal o no ya que, como si no fuera suficientemente complicado el tema, de todo hay).

Una muestra de lo que te cuento lo podemos encontrar por ejemplo en la asociación VSF (Veterinarios Sin Fronteras) Justicia Alimentaria Global que aparte de otros objetivos generales ha iniciado una campaña francamente admirable llamada “Mentira podrida”. Con ella se pretende poner en tela de juicio la verosimilitud de aquellos anuncios y spots de alimentos, y establecer hasta qué punto incluyen mensajes ilícitos, perversos o inducen, como poco, a la confusión.

Según VSF Justicia Alimentaria Global:

Eslóganes como fresco, saludable, hecho en casa, auténtico, real, artesano o directo del campo han sido los más utilizados por las marcas para vender sus productos. La industria ha visto una oportunidad y se ha apropiado del uso de estos conceptos haciendo creer al consumidor propiedades que los productos industriales lógicamente no tienen. De hecho, arrebatan el significado de los reclamos a las pequeñas explotaciones, artesanales y realmente auténticas, que sí están trabajando basadas en estos atributos.

Un producto light engorda menos, un alimento natural tiene menos aditivos, uno casero es artesano, uno que termina en -ol nos ayuda a bajar el colesterol, uno llamado sanísimo es más sano, uno con lactobacillus mejora nuestras defensas, un batido de cacao enriquecido con calcio es bueno para la población infantil, un paté con hierro es un alimento sano para los niños, unos pollos de corral son producidos por un pequeño agricultor/ a, y así hasta el infinito. Pero, ¿realmente es así? La mayoría de las veces no. ¿Entonces nos engañan? Sí. ¿Se puede evitar? Sí.

Tal es así que en el marco de esta campaña, ha creado unos “Premios Rancios al Peor anuncio Alimentario de la Historia”… una especie de profiterol de oro, premios con los que se conoce países en de Europa central los “premios” que otorga una asociación de consumidores (Food Watch) a la mentira publicitaria más insolente. Ojalá los “Premios Rancios” alcancen la repercusión mediática que en Alemania y otros países tienen los “Profiteroles de oro”. De momento, si quieres ayudar a que así sea puedes votar a los finalistas de la actual edición (anuncios de Puleva, Bimbo, El Pozo, Campofrío, Gallina Blanca y La Vaca que Ríe)

Una pena que haya que escoger, a mí no me resulta nada fácil. Lo que seguro pienso hacer el proponer a VSF más candidatos.

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Imagen: jesadaphorn vía freedigitalphotos.net

“Fed Up”: Brillante documental sobre obesidad, industria, administraciones y soluciones que no lo son

¿Somos tan egoístas, ruines y desafectos como para dejar la solución de la obesidad en manos de las respectivas responsabilidades personales?

Pues eso es exactamente lo que la industria alimentaria promueve y lo que las administraciones jalean.

fed_up_28810Fed Up es un documental estrenado recientemente en los Estados Unidos que a partir de preguntas obvias, al tiempo que incómodas, nos plantea una más que probable realidad en la que la industria alimentaria y las administraciones desempeñan un papel más que destacado en la incidencia de la obesidad y todos sus trastornos asociados. Su traducción juega con el doble sentido ya que Fed Up se utiliza tanto para indicar que uno está harto de comida o de tanto comer, como para expresar que esta hasta los… mismísimos en relación a un determinado tema. Y el tema del documental es la obesidad, sus causas, sus soluciones y los actores implicados.

¿Existe una relación entre el diámetro de nuestras cinturas, en continua expansión, y las recomendaciones dietéticas de las administraciones sanitarias?; ¿y si el enfoque para acabar con la obesidad estuviera claramente equivocado?; ¿las soluciones que se proponen son verdaderas soluciones?; ¿y si esas las “soluciones”, en el fondo, solo consiguen agravar el problema? Lo que desde luego está claro es que las soluciones propuestas hasta la fecha han coincidido con un aumento de las cifras de obesidad, más que en su retroceso.

Si te gustó esta entrada: Todo podrido: los intereses de la industria alimentaria distorsionan las políticas de salud pública o esta otra: “Más allá del peso”, el mejor documental que he visto sobre obesidad infantil, no puedes dejar de ver Fed Up. Es imprescindible.

Resulta llamativo el contrastar que aunque el problema de la obesidad se venía barruntando desde mediados del siglo pasado, ha sido a partir de finales de la década de los años 70 cuando su progresión ha dado un salto cuantitativo, hacia arriba, importante. Precisamente cuando las administraciones sanitarias se han puesto manos a la obra “en serio” haciendo recomendaciones en un sentido u otro. Y lo ha hecho bajo unas presiones inauditas por parte de la industria alimentaria, la cual, cuando ha visto sus intereses peligrar, ha apretado como ella solo sabe hacer para que dichas recomendaciones y la forma que tienen de llevarse a cabo resulten lo más cómodas posible en atención a sus “valores”.

No soy de los que sostienen la opinión de que la industria alimentaria produce una serie de alimentos para enfermar a la población… Sin embargo, sus intereses, “el para qué” los produce (sin duda alguna para mejorar su balance de cuentas) comporta al mismo tiempo un grave menoscabo en la salud de los consumidores. Lo hace empezando con el mismo diseño de sus productos, con su embalaje, con los regalos promocionales, con su constante bombardeo de una publicidad malsana, con sus grupos de presión, con su omnipresente presencia en no importa casi qué entorno y así, en definitiva, dando pie a crear un ambiente obesogénico del que, para muchas personas, es francamente difícil evadirse.

Me cuesta encontrar en este documental algún aspecto criticable. Pese a su extensa duración, más de hora y media, todos los temas que aborda son de una importante relevancia y los toca de manera sublime, aportando los más contundentes argumentos y contando con las más expertas de las opiniones. Empezando por el principio cuando cuestiona abiertamente si es honesto el hecho de culpabilizar individualmente a las personas que padecen obesidad. Una explicación que a la industria alimentaria le viene muy requetebién.

De este modo, sostener que todo lo que hay que hacer es decir a la gente que coma menos y que haga más ejercicio resulta en la constatación de un grave problema de perspectiva. Digo de falta de perspectiva porque esto es lo que se viene diciendo a través de las recomendaciones “oficiales” desde hace prácticamente medio siglo… y el problema global más que atajarse, o al menos contenerse, sigue en aumento. Con este planteamiento se hace descansar, sin duda alguna, la culpa en la persona implicada. No diré que las personas, individualmente, no está implicadas; pero desde luego, colectivamente, tiene pinta de que hay alguna razón general que dificulta o impide a esas personas alcanzar las metas a través de la solución propuesta. Con sinceridad, habida cuenta de la magnitud del problema creo que no se puede hacer descansar todo, ni tan siquiera la mayor parte de las causas del problema, en la responsabilidad individual.

Me ha gustado tanto que, el verlo, me ha llevado casi cuatro horas a la hora de parar y tomar notas o buscar más información en la red al respecto de los temas que aborda y los datos que aporta. De hecho pocos son los temas, por no decir ninguno, que no hayan sido ya tratados en este blog:

Empezando por la absurda estrategia de contar calorías, el tema de las calorías vacías, por no hablar de la desmadrada presencia del azúcar en nuestro entorno (en especial cuando está camuflado en alimentos “saludables”), el impacto de la diabetes en nuestro entorno, el papel de la publicidad malsana, el doble juego de la industria que nos quiere vender como saludables aquellos alimentos con peor perfil nutricional, los curiosos socios de la administración sanitaria para hacer frente, poblacionalmente hablando, al problema de la obesidad (en todas partes cuecen habas), el peso del coste económico de una dieta saludable vs otra menos saludable, la importancia de los menús escolares, la de la educación nutricional y culinaria en casa, lo de atar los perros con longanizas etcétera. El caso, es que además el documental cuenta con la participación de no pocas personalidades y expertos de primera línea que tienen mucho que decir… y lo dicen, sobre esta cuestión.

En definitiva se trata de un completísimo documental que deja una misma pelota en tres balcones diferentes al mismo tiempo: en el de las administraciones, en el de la industria y en el de los ciudadanos. Está claro que las circunstancias invitan a pensar que los tres actores implicados van a hacer cosas muy distintas.

Por un lado, la industria es improbable que cambie su forma de actuar, tal y como sucedió con la industria del tabaco, seguirán negando la mayor ya que su porvenir depende de sus ingresos y, a día de hoy, con sinceridad, ya he desterrado cualquier idea de mi cabeza que invite a pensar que vayan a cambiar de forma positiva. Por su parte, es de esperar que un día la administración se dé cuenta de lo que tiene entre manos y de lo que se le avecina mientras le siga haciéndole el caldo gordo a la industria. Así, mientras ese día llega, que creo que lo hará, son los ciudadanos los que de forma colectiva tienen que decirle a la industria por donde pueden meterse sus productos, campañas, publicidades y demás ayudas privadas “para el desarrollo”. Es la sociedad la que con una mayor conciencia y castigando en el punto de venta a determinados productos, ha de terminar poniendo a esa industria en el sitio que se merece en virtud de la necesidad de la población… comprando más productos frescos y menos comida basura, cocinando más y dejarse de tantas declaraciones saludables, contenidos reducidos y enriquecimientos en los alimentos. En definitiva dejar el “nutricionismo” a un lado. Si queremos que algo cambie tenemos que tomar la iniciativa y no esperar a que alguien cambie las circunstancias por nosotros.

Podría extenderme bastante más contándote algunas de las escandalosas cifras que se manejan en el documental o haciéndote saber de las extorsiones y del mamoneo que se llevan entre manos la industria alimentaria, las distintas administraciones y, por ejemplo, la OMS… pero si así lo hiciera poco te quedaría por ver en un documental que, a pesar de lo dicho, tiene muy, muy poco de conspiranoico y mucho de realidad. Baste decir que entre los invitados a prestar su voz e imagen están el expresidente Clinton, investigadores de la escuela de Medicina de Harvard, numerosos políticos de Estados Unidos, representantes de la FDA, la cabeza del Servicio Público de Salud de Estados Unidos, Marion Nestlé… y tantos otros.

Sin embargo, déjame decirte que otros muchos representantes de la industria fueron invitados a participar en el documental y no accedieron. Entre quienes se negaron a participar figuran empresas como: Coca cola, Kellogg, Nestlé, Pepsi, la Asociación Norteamericana de Bebidas, Kraft, La Asociación del azúcar, etcétera. Ellos sabrán porqué ya que la realización del documental es, desde mi punto de vista, exquisita.

Por último, decir que te dejo a continuación el enlace al video que actualmente está colgado en el canal de YouTube con subtítulos en castellano. Ciertamente no confío demasiado en que siga ahí colgado mucho tiempo ya que tiene pinta de ir en contra de los derechos de autor. Así que ya lo puedes ver cuanto antes y, mejor aun, ya puedes ir encargando una copia. Yo ya lo he hecho.

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Nota: Mi agradecimiento una vez más para un buen compañero, Pablo Zumaquero (@pzjarana)

Imagen: http://www.elseptimoarte.net/peliculas/carteles/fed-up-9434.html

“That sugar film”: nuevo documental masoquista sobre el azúcar oculto en alimentos “saludables”

That sugar filmLa verdad es que no sé como la traducirán en España (si llega) pero el próximo mes de febrero se estrena en Australia That sugar film (“Ésa película azucarada (o sobre el azúcar)”, me atrevo a traducir así, un poco a vuela pluma) que sigue la estela de aquel clásico, Super size me, que acaba de cumplir 10 años. En aquella peli-documental, sin traducción oficial en el circuito español, pero que podría interpretarse como “Agigántame” o “Superagrándame”, su protagonista Morgan Spurlock decide someterse a una dieta drástica de McDonalds a base de comer en los restaurantes de esta franquicia durante todo un mes… desayuno, comida y cena, todo en McDonalds y chequear periódicamente sus indicadores de salud más típicos, empezando por el peso, pasando por ejemplo por los niveles de colesterol, glucemia, triglicéridos y demás y acabando por las transaminasas. El resultado, ya te lo puedes imaginar, al cabo de un mes el bueno de Morgan acabó con unos cuantos kilos de más y con unos significativante peores indicadores de salud. La película tiene varias aristas, pero digamos que a la compañía de las hamburguesas no le hizo mucha gracia y muchas cosas cambiaron en ella (al menos en su imagen) a partir de su estreno. El caso es que tuvo un éxito relativamente importante ya que incluso estuvo nominada a los premios Oscar… en su categoría, claro.

Pues bien, el caso es que un poco con la misma idea auto castigadora en la cabeza pero con otro objetivo en el punto de mira, está presta para su estreno la película mencionada. Como es fácil de presagiar, en este caso el objeto de la ira será el azúcar. Es decir, hay un sujeto, un tal Damon Gameau, actor australiano que se ha sometido a una estricta dieta especialmente rica en azúcares durante dos meses y nos cuenta en la peli su experiencia. Pero lo más llamativo de su propuesta no está en que sea él el que voluntariamente use ese azúcar y lo añada a su menú, no… Lo más destacado de su idea radica en seguir una dieta rica en azúcar pero a partir solo de alimentos que la industria cataloga o comercializa como “saludables” y que por tanto no pocos consumidores los consideraran de la misma forma y los incorporan sin el menor de los prejuicios a su ingesta habitual. Es más, por su supuesta cualidad mercantilista de “saludables” es más que probable que lejos de observarlos sin prejuicio alguno, estos productos “saludables” (pero con una cantidad importante de azúcares) sean buscados con el fin de seguir un patrón de vida saludable. Al fin y al cabo lo pone en la etiqueta, ¿no?

En resumen, la historia al parecer consiste en poner de relieve y en las carnes propias de este actor en principio bien parecido lo que te contaba en esta entrada acerca de si el problema con el tema del azúcar está en el azucarero o en otros alimentos que, al igual que sucede con la sal, por ejemplo, lo incorporan de forma que el consumidor medio es poco consciente de su presencia.

Al final, también nos lo podemos imaginar ya que de otro modo no habría peli, el bueno esta vez de Damon recibe las peores noticias por parte de sus médicos (spoiler): está desarrollando hígado graso entre otras calamidades relacionadas con su salud; aumento importante de su perímetro de cintura, aumento del peso, de la glucemia… y eso tan solo en las tres primeras semanas de experimento (recuerdo que se prolonga por espacio de dos meses) y en el que su meta es incorporar con esos alimentos “saludables” el equivalente a 40 cucharaditas de azúcar por día. Nada más… pero tampoco nada menos.

Como te decía se estrena en Australia el próximo febrero y no hay aun prevista fecha de su estreno en el mercado estadounidense… así que para el europeo imagínate. Eso sí, en cuanto podamos acceder a ella y verla al completo, no dudes que la comentaremos en este blog.

Puedes acceder a la página oficial de la película en este enlace, así como al blog de su protagonista en este otro (yo que acabo de saber de él creo que se le va un poco la pinza en relación los trabajos en los que participa y que comparte en su página) y al tráiler oficial aquí.

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Imagen: https://www.facebook.com/thatsugarfilm/photos_stream

Todo podrido: los intereses de la industria alimentaria distorsionan las políticas de salud pública

Raising Healthy Children: Maragret ChanQue uno diga en este blog que las políticas de salud de los principales gobiernos del mundo se hallan mediatizadas y confeccionadas en base y en cierta medida por los intereses crematísticos de la potente industria alimentaria… puede ser tomado a pitorreo o incluso considerarse que el bloguero en cuestión, o sea, un servidor, ha caído en el más burdo de los planteamientos conspiranoicos. Lo tengo asumido.

Sin embargo, que lo diga públicamente la Directora General de la Organización Mundial de la Salud, la Dra. Margaret Chan, y que no le tiemble el pulso a la hora de explicar con pelos y señales esta acusación, es probable que cambie sustancialmente la forma en la que se interprete el mismo mensaje.

Sí, has leído bien, la OMS acusa a la industria alimentaria de intervenir de forma importante y negativa en las políticas de salud de muchos gobiernos. Y a los gobiernos de dejarse hacer. Hace poco más de un año, en el discurso de apertura de la 8 ª Conferencia Mundial de Promoción de la Salud de 2013 que protagonizó esta valiente mujer, señaló con su dedo acusador y sin el más mínimo asomo de duda a la industria alimentaria y a las administraciones de buena parte de los gobiernos de tergiversar las políticas de salud dirigidas a la población general en beneficio propio. La primera, la industria, para aumentar las ventas de sus negocios y los segundos, los gobiernos, dejándose “untar” (consciente o inconscientemente). Así, las políticas de salud que se publican están formuladas en cierta medida en base a los intereses, nada loables, de cada uno: la industria y las administraciones… todos salen beneficiados. Todos menos uno, el sujeto pasivo de la película que al mismo tiempo es el actor principal, es decir, la ciudadanía sobre la que se dirigen esas políticas.

¿No me crees? No te culpo, si a mí antes de leer el discurso al que me refiero en la misma página oficial de la OMS, me lo hubieran contado, tampoco me lo hubiera creído. Para que seas tú mismo quien pueda juzgarlo, puedes encontrar el discurso íntegro en este enlace. Me he tomado la libertad de hacer una traducción libre de parte de su mensaje (no soy traductor oficial) para que se entienda mejor tratando de mantener al máximo su literalidad y contexto. Estas son algunas de las verdades que lanzó Margaret Chan a la cara de la industria alimentaria y a la de aquellos gobiernos que retuercen los programas públicos de salud a su antojo. Por lo que deja entrever de sus palabras, no se trata de unos pocos gobiernos, ni unas pocas empresas, sino que más al contrario, se trata de algo bastante habitual:

[…] En la actualidad las campañas de promoción de estilos de vida saludables y la adopción de conductas para alcanzarlos se encuentran con la oposición de fuerzas que distan mucho de ser “amables”. Más bien, todo lo contrario.

El esfuerzo público dirigido a prevenir las enfermedades no transmisibles [tras hacer una especial alusión a la obesidad, la diabetes y el cáncer] se enfrenta a intereses comerciales de poderosos agentes económicos. En mi opinión, este es uno de los mayores retos a los que se enfrentan las campañas de promoción de la salud.

Tal y como pone de manifiesto la publicación que resume esta conferencia [ver al completo en este enlace] no solo se trata del problema observado en otro tiempo con las grandes tabacaleras (Big Tobacco). Ahora, la Salud Pública tiene que lidiar también con otras industrias en los mismos términos que entonces; se trata de la “Big Food”, “Big Soda” y “Big Alcohol”. Son estas industrias las que en este momento temen una regulación de sus productos por parte de las administraciones sanitarias y las que están recurriendo a las mismas tácticas que antaño puso en práctica la industria tabacalera.

El pasado reciente aporta pruebas suficientes para documentar que estas tácticas por parte de la industria alimentaria ya se han puesto en marcha. Entre ellas, se incluyen la creación de empresas dentro del mismo grupo con una “cara amable”, la creación de grupos de presión [lobby], el realizar promesas de autorregulación, el interponer demandas y el financiar estudios de investigación que lo que consiguen es tergiversar la evidencia y confundir al ciudadano.

Además, este tipo de tácticas también incluye la realización de donaciones, regalos y contribuciones relacionados con causas nobles, o bien vistas por parte de la comunidad, de forma que estas industrias terminan siendo percibidas como corporaciones respetables tanto a los ojos de la ciudadanía como ante los de la clase política. Entre sus estrategias destacan también el hacer descansar la responsabilidad de una mala salud en cada persona, individualmente; así como pretender hacer creer que las acciones de los gobiernos por regular estas cuestiones no son otra cosa sino una forma más de interferir en la libertad personal de cada cual y su derecho a elegir libremente.

La oposición ejercida es de una magnitud formidable. Ya que un amplio poder en los mercados se traduce en poco tiempo en poder político, son pocos los gobiernos que han priorizado las cuestiones de salud frente a los grandes negocios. Tal y como hemos aprendido de experiencias anteriores, como con la del tabaco, cuando una corporación poderosa se lo propone, puede vender casi cualquier cosa a la población.

Déjenme recordarles una cosa. Ni un solo país del mundo ha conseguido darle la vuelta a la epidemia de obesidad en todos los grupos de edad. Esta realidad no es consecuencia de una falta de voluntad individual. Es consecuencia de la ausencia de voluntad política a la hora de meter mano en este gran negocio.

Estoy profundamente preocupada por dos actuales tendencias:

La primera implica la posibilidad de que la industria y las administraciones lleguen a acuerdos “comerciales” fruto de las denuncias de la primera sobre las segundas. En la actualidad, algunos de los gobiernos que han establecido medidas para proteger la salud de sus ciudadanos están siendo llevados a los tribunales por parte de la industria. Y esto es peligroso.

La segunda se refiere al interés que pone la industria para moldear las políticas de Salud Pública, en especial aquellas medidas que afectan a sus productos. Si una industria está involucrada en la formulación de políticas de Salud Pública, tengan la seguridad de que aquellas medidas más eficaces serán o bien minimizadas o bien apartadas en su totalidad. Esta tendencia también está bien documentada y es así mismo peligrosa.

Gracias.

Dinero

Palabra de Margaret Chan actual Directora General de la OMS (inició su mandato en 2012 y se prevé dure hasta 2017).

¿Cómo se te ha quedado el cuerpo? A mí muy bien por una parte… y muy mal por otra. Bien porque no son habituales las personalidades de este tipo que se atreven a hablar sin pelos en la lengua, o que tras haberlo hecho permanezcan más de una semana en su puesto… y de esto hace poco más de un año.

Y mal por lo mismo, porque fue hace más de un año, y algunos gobiernos que tenemos muy (pero que muy) cerca no se han debido leer todavía este discurso… o si lo han hecho aun están por el suelo mondándose de risa (lo que aun es peor).

Si te ha gustado esta entrada no dejes de consultar:

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Post data: por vez primera en la existencia de este blog te invito a que por favor difundas esta información de la mejor forma que puedas. Creo que atañe a cuestiones que nos conciernen a todos y sobre las que en cierta medida vivimos con una venda en los ojos. Venda fabricada por la industria y anudada a nuestra cabeza por las administraciones. O al revés.

Nota: Apenas hace tres días que fui conocedor de este demoledor discurso en el blog “Comer o no comer” cuando Julio Basulto se hacía eco de él. No suelo publicar artículos que tengan como tema central uno recientemente publicado en blogs «afines», pero por lo anteriormente dicho en la post data con este hago una excepción habida cuenta de la impresión que causaron en mí estas palabras y la necesidad que creo debiera de existir en darlas a conocer.

Imagenes: World Economic Forum vía Wikimedia Commons y Ambro vía freedigitalphotos.net

Origen de los bulos sobre las grandes empresas de la industria alimentaria

De tiempo en tiempo y con relativa frecuencia saltan a la palestra los más variopintos bulos sobre casi no importa qué producto de la industria alimentaria. Algunos de estos bulos son generales, como aquel que te conté sobre el atún en lata radioactivo o aquel otro sobre los enigmáticos números en la base de los “cartones” de leche. Otros aluden directamente a un producto concreto de una empresa determinada. En este último caso los hoax o bulos (mal) intencionados divulgados por medios electrónicos y redes sociales suelen dirigirse hacia empresas punteras en su sector con grandes cifras de venta. Son especialmente conocidos los referidos a Cocacola, Nestlé, Danone… ya que es con ellas y no con empresas de menos empaque con las que se consigue un mayor impacto y dispersión del bulo. Sobre la última de las empresas mencionadas, seguro que recuerdas aquellos que aludían a que uno de sus productos “estrella” el Actimel producía un efecto contrario al deseado (en este caso el adecuado funcionamiento del sistema inmune) cuando se seguía un consumo crónico del producto de más de una semana ya que según el bulo las defensas de nuestro cuerpo se “acostumbraban a depender del Actimel”.

Lays artesanas 2Sobre el verdadero origen de estas leyendas urbanas, su porqué, solo puedo expresar mi opinión y decir que a pesar de que hay quien afirma que algunas de ellas son fruto de un extrabajador despechado o que las emprende la competencia a mí estas explicaciones me parece otro bulo más en sí mismos. En mi opinión, podrían ser estrategias o incluso “ejercicios” de márquetin con los que se ensaya hasta donde se puede llegar, o simplemente representar la poco edificante labor de esa figura conocida como el troll, o de personas conspiranoicas con cierta influencia pero escaso conocimiento. Otra posibilidad es la de llamar la atención con el fin de ser renviado de forma masiva y, con ello, permitir a los piratas informáticos hacerse con una buena cantidad de correos electrónicos. Sinceramente, no lo tengo nada claro y lo más probable es que no todos los bulos compartan un mismo porqué.

Sin embargo, el ejemplo concreto que hoy os traigo es algo diferente y también algo más reciente (yo lo he conocido hace bastante poco). Se trata del cambio en la denominación comercial de las “Patatas Lay’s Artesanas”. Desde hace ya un tiempo (creo que desde 2011) este producto ha pasado de lucir en su envase la denominación concreta de “artesanas” a (fíjate bien) “artesancis” pero con una tipografía tal que sigue pareciendo que pone la denominación anterior. A partir de ahí, empezaron a surgir las conjeturas, las suposiciones y los bulos (incluso desde algunos medios de comunicación) que daban a entender o que decían abiertamente que este cambio era debido a que alguien (nunca se concreta quién) le había prohibido a la marca el uso de la expresión “artesanas” tal cual dado que su elaboración no era precisamente artesanal.

Lays artasanas 2

No obstante, si bien es cierto que su elaboración no tiene nada de artesanal, todo apunta a que en buena lógica el cambio en la denominación “artesanal” por “artesancis” se debe al interés de la marca por abaratar costes y conseguir un único envase (una única bolsa) que sea igualmente válida tanto para el mercado español como para el portugués. De hecho, en la bolsa a la que me refiero toda la información se aporta de forma paritaria en ambos idiomas… todo salvo la denominación. Así, con esa especial tipografía, al poner “artesancis” se consigue que el consumidor español lea “artesanas” sin demasiados problemas y que al mismo tiempo el portugués lea “artesanais” que viene a ser lo mismo. Hasta aquí la explicación más probable tal y como también se explica de forma convincente en el blog “República del Branding” en este post.

Además de estas razones, y pese a lo que les pese a las personas con una mentalidad más conspiranoica que racional, el uso de expresiones como “artesano”, “natural”, “casero”, “mediterráneo” en la publicidad es… gratuito y se pueden usar libremente aunque su uso implique un contrasentido patente en esta clase de productos tal y como comenté en la entrada Son croquetas caseras porque lo pone en la caja.

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Post data: Si bien es cierto que no comulgo con muchas de las políticas y practicas publicitarias de una buena parte de la industria alimentaria, creo que no es necesario confundir esta opinión con el reconocimiento de estos bulos y, en la medida de lo posible, ponerlos en su sitio o arrojar un poco de luz sobre el tema.

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Nota: Quiero agradecer a un buen alumno, Mariano Giménez (@ilpicas), su inquietud y aportaciones para hacer esta entrada

Imágenes: Juan Revenga (@juan_revenga)

Historia de la Alimentación en dos minutos

sartén dinero

Gastamos mucho en alimentación y desperdiciamos mucho de aquello en lo que invertimos. Ni que decir tiene que de todo ese gasto, los impuestos y otros gastos indirectos se llevan una buena mordida… no es estrictamente el alimento en sí el objeto de todo ese gasto.

Con frecuencia los problemas que el mundo de la alimentación ha trasladado a nuestro entorno los atomizamos de forma que nos es imposible obtener una perspectiva más general de la situación, una especie de aquello de que el árbol no nos deja ver el bosque, y de tiempo en tiempo conviene tomar cierta perspectiva. Afortunadamente hay quien de vez en cuando se encarga de resumirlo y ofrecer una visión sintetizada de la situación y sus porqués. Y de ahí este vídeo que hoy os traigo.

Cierto es que a estas alturas su contenido no descubre nada nuevo pero es interesante la forma resumida que tiene de exponer las causas de la actual situación sin demasiadas estridencias, al menos yo no se las encuentro. Si acaso algunas carencias, eso sí, en especial alguna referencia a en teoría lo mal que estamos y lo mucho que al menos en apariencia nos preocupamos por estas cuestiones del comer y su relación con la salud… me refiero a la importante cantidad de sistemas dietéticos adelgazantes, curativos… que a día de hoy, como bien sabes a poco que sigas este blog, son legión y a los que no se hace ninguna referencia en el vídeo.

Aquí tienes, dos minutos y poco sobre el origen y circunstancias de lo que nos ha hecho llegar hasta aquí

En relación con los contenidos de esta entrada han aparecido estos otros artículos que igual te interesa consultar:

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Nota: quiero agradecer a Spoony Toons (@SpoonyToons) el hacerme llegar este recurso así como las buenas conversaciones compartidas en Twitter

Imágenes:  Boaz Yiftach vía freedigitalphotos.net

La industria alimentaria y «su índice nutricional»

La Access to Index Foundation es una es una organización internacional sin ánimo de lucro que dedica su labor a abordar aquellos desafíos de relevancia mundial que afectan a las cuestiones nutricionales y de acceso a los medicamentos. Tiene su sede en Holanda y cuenta con Consejo de Administración asesorado tanto por un grupo asesor independiente y un grupo de expertos. En concreto esta Fundación ha hecho público un estudio de tres años de duración financiado por: la Alianza Mundial para una Mejor Nutrición (GAIN), la Fundación Bill y Melinda Gates y el Wellcome Trust en el que se ofrece una clasificación muy detallada de cómo los principales productores mundiales de alimentos contribuyen con sus políticas, productos, publicidad y demás a mejorar la alimentación de las personas a lo largo y ancho del mundo.

Con este fin la Fundación a través de un estudio denominado Access to Nutrition Index (ATNI) pretende poner de manifiesto los puntos fuertes de la industria y aquellos aspectos en los que mejorar con el fin de que esta, la industria, termine por ofrecer mejores productos y, al mismo tiempo, la Fundación pretende erigirse como una fuente de información independiente sobre estas cuestiones.

Con estas premisas el informe que hoy traigo evalúa los compromisos, la actuación y las prácticas de divulgación con respecto a la nutrición de 25 de los mayores fabricantes de alimentos y bebidas del mundo, contrastando estos elementos con las directrices, normas y mejores prácticas internacionalmente aceptadas.

Así, el Access to Nutrition Index (ATNI) evaluó las empresas en función de los siguientes aspectos:

  • Estrategia, gestión y gobernanza corporativas en cuanto a nutrición.
  • Formulación y entrega de productos apropiados, asequibles y accesibles.
  • Influencia positiva en las elecciones y el comportamiento del consumidor.

La clasificación con los distintos aspectos evaluados (distintos colores) la puedes consultar en el siguiente gráfico. No obstante, te sugiero que pinches en este enlace para conocer con detalle la calificación en cada uno de las variables evaluadas. En este otro, puedes descargar el informe al completo.

Index Nutrition

Danone, Unilever y Nestlé son las empresas mejor clasificadas según ATNI, recibiendo las puntuaciones más altas en términos de lucha contra la obesidad y la desnutrición. Pero incluso las empresas mejor clasificadas tienen por delante un amplio margen de mejora, siendo la puntuación más alta un 6,3 en una escala de 10,0 puntos. Además, se informa que tanto Danone como Nestlé incumplen el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna, hecho que influyó en su puntuación. ATNI recomienda que ambas empresas, junto con otros fabricantes de sucedáneos de la leche materna, tomen medidas inmediatas para garantizar el pleno cumplimiento del Código Internacional.

Así pues las principales conclusiones de manos de sus autores son:

  • Las empresas con mayor puntuación tienen compromisos claros, políticas detalladas y metas mensurables con respecto a la nutrición. También han encargado a sus altos directivos la consecución de estos objetivos, estableciendo incentivos para que lo hagan.
  • Las prácticas de las empresas a menudo no están a la altura de sus compromisos.
  • Las empresas están perdiendo oportunidades importantes para cumplir sus compromisos en áreas estratégicas como la formulación de productos, el marketing y la distribución.
  • Las empresas no están significativamente comprometidas en abordar la desnutrición y podrían aprovechar mejor su experiencia, conocimientos y escala para ayudar a combatir este problema de salud mundial.

El informe desafía a las empresas a:

  • Desarrollar objetivos claros y medibles para mejorar la nutrición. Esto es fundamental para asegurar que las actividades comerciales básicas de las empresas, como el desarrollo de productos, los precios, la distribución y la comercialización, estén centradas en la nutrición.
  • Pasar sus compromisos a la acción para mejorar la nutrición y desarrollar mecanismos para seguir y supervisar el progreso.
  • Aumentar la divulgación pública de las actividades en materia de nutrición. Dicha divulgación sustenta la credibilidad, refuerza cualquier evaluación de sus prácticas en cuanto a nutrición y mejora la rendición de cuentas.
  • En el caso de las empresas que fabrican sucedáneos de la leche materna, garantizar el pleno cumplimiento del Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna en todos los países.

Está previsto que el ATNI se actualice cada dos años, así que estaremos pendientes.

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