El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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OPSON: operaciones policiales internacionales tras el fraude alimentario

PolicíaNuestra sensibilidad aumenta a cada momento en todos aquellos temas que implican tanto una violación de la seguridad alimentaria con respecto a los estándares asumidos, como al fraude también alimentario. Aunque son diferentes, infracciones en la seguridad de los alimentos y el fraude, en no pocas ocasiones, el fraude también se acompaña de un menoscabo en la seguridad alimentaria y con él un mayor riesgo para la salud. En los últimos tiempos hemos sido tristes testigos de no pocos ejemplos en los que esa seguridad se ha vulnerado y con ella se ha puesto en jaque en cierta medida la salud del consumidor.

Pero el fraude alimentario, como tal, es otra cosa. Se trataría de la falsificación del alimento un gato por liebre a la vieja usanza o, más en nuestro tiempo, darte un aceite de calidad inferior etiquetado como de calidad superior y así con cualquier producto: jamones, caviar, chocolate, vinos… sea el que sea. Lo conocemos con los top manta en forma de relojes, bolsos, cinturones, etcétera que lucen a la vista una marca y una calidad que en realidad son, por lo general, una castaña.

Pues no sé si lo sabes pero hay mucho de este fraude. Hasta el punto que desde hace cuatro años Europol e Interpol dedican un programa específico en varios países europeos para atajar este delictivo negocio que al parecer va en alza y que genera jugosos beneficios. Se llaman Operaciones OPSON y se trata de una iniciativa conjunta entre Europol e Interpol para desarticular redes de fabricación, distribución y venta tanto de alimentos y bebidas falsos como de aquellos de baja calidad. La primera operación OPSON tuvo lugar en 2011 y en ella participaron 10 países. La implicación internacional va en aumento y en la OPSON III (2013) participaron 31 países (18 Estados miembros de EU). Así, durante un mes, se notificaron 8.660 inspecciones, 1.813 casos y 103 sospechosos. En total se incautaron o retiraron del mercado, 5.661 toneladas de alimento, 681.000 mil litros de bebidas y cerca de 255.000 artículos. Imagina… si esto es lo que se pilla, qué es lo que habrá. Me gustaría saber si los responsables policiales tienen alguna estimación al respecto de a qué porcentaje de las mercancías ilegales alcanzan sus incautaciones.

En lo que respecta a España en concreto, la implicación de la Guardia Civil desde el inicio, 2011, ha sido destacada. Así en la OPSON III, la del año pasado la Guardia Civil sancionó 1.663 infracciones administrativas, se detuvo a 25 personas y se incautaron 500 toneladas de alimentos y 400.000 mil litros de bebidas; y la planificación de la OPSON IV, la de este año, se ha realizado en España.

Para finalizar me gustaría trasladar a nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del estado un par de comentarios. El primero referente a la escasa divulgación de los nombres, marcas y puntos de distribución donde se cometen estas fechorías; opino que con independencia de que el atropello se cometa con un determinado producto o marca, los consumidores deberíamos estar más al corriente de los resultados de estas operaciones para sancionar con nuestras acciones (de no compra) aquellos establecimientos que incurren en falta. Y la segunda; he comprobado que a lo largo de las tres operaciones OPSON llevadas a cabo hasta la fecha, el trabajo de campo se realiza en el último mes del año respectivo… ¿no sirve este modus operandi, el suyo el de los buenos, para dar pistas a los malos de cuándo han de cuidarse más?

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Imágenes: cooldesign vía freedigitalphotos.net

Distribución de carne en mal estado en China y la “Fast Food Nation”

Fast food nationSupongo que la noticia de la semana pasada en China a colación de la comercialización de carne podrida no te habrá dejado indiferente. De hecho nuestra susceptibilidad por estos temas ha subido bastantes enteros en los últimos tiempos y como tal supone una tendencia que va a seguir en alza tal y como señalé hace poco en este post (me refiero a la creciente preocupación, no al fraude, esperemos). Quizá no sea tanto que nuestra sensibilidad haya aumentado sino que en la actualidad la facilidad en la comunicación, en la llamada era de la información, nos hace llegar hasta nuestros oídos con mucha más celeridad y precisión este tipo de noticias alarmantes. La cuestión es que el hecho en sí es preocupante con independencia de quién se entere. Antes solo se alarmaban unos pocos y ahora se alarman muchos dado el impacto de los hechos en sí y lo vulnerables que nos hacen sentir cuando conocemos incidentes de este estilo. No es para menos, estamos hablando de lo que comemos y del resultado que sabemos bien puede tener sobre nuestra salud.

Por si acaso no te enteraste te lo resumo: hace unos pocos días un medio de comunicación de este país denunció publicamente de que la compañía alimentaria Husi de Shanghái procesaba y distribuía a sus clientes carne en mal estado, un importante problema agravado por una actividad fraudulenta en toda regla cuando se conoció que además se alteraban (en beneficio de esta empresa) las fechas de caducidad. Es decir, no se trata de un “error” en el procesado, de un incidente… no, se trata de mala baba en toda regla. Merece la pena destacar que no es solo una cuestión de “chinos” ya que la tal compañía Husi es a la vez una filial del grupo OSI de Estados Unidos.

El escándalo subió unos cuantos enteros cuando se supo que este productor/distribuidor proveía de carne y materias primas a grandes multinacionales de la conocida como fast food o cadenas de comida rápida, léase, McDonalds, KFC, Pizza Hut.

De este lamentable hecho yo sacaría dos lecturas. En primer lugar, ser conscientes que, de nuevo, son este tipo de cadenas de “restaurantes” y ese tipo de productos en donde se termina por materializar ese eslabón, el último, en el que el consumidor acaba por tomar contacto con esos alimentos corrompidos. Ya no estamos hablando de la mayor o menor idoneidad nutricional en el uso de este tipo de “restaurantes” y productos procesados, suponiendo que las materias primas estuvieran en un estado higiénico aceptable… es que además, no lo están; y el punto de distribución, de tu bandeja a tu boca, vuelve a ser ese tipo de productos y ese tipo de “restaurantes” que los distribuyen al comensal. Esto a su vez merece dos reflexiones: ¿acaso estas multinacionales de la comida rápida no tienen sus propios controles de calidad? Se supone que en este tipo de establecimientos se ha de hacer un control sanitario de las materias primas recibidas y, o bien se lo saltan a la torera, o bien los realizan y se saltan a la torera sus resultados. Y además, vuelve a poner de manifiesto que es precisamente en los productos más procesados (tal y como te comenté en esta y en esta otra entrada) en donde al consumidor se le pueden meter más goles. Parece que este tipo de productos (ya los adquieras en las típicas bandejas de tu supermercado o bien en este tipo de “restaurantes”) tienen todos los números para convertirse en una especie de vertedero de los alimentos de origen animal.

Tras la polémica, ya te lo puedes imaginar, las grandes cadenas implicadas han salido a la palestra pública para decir a voz en grito que ya han retirado de la venta aquellos productos procedentes de la factoría en la que ha saltado el escándalo. Ya podemos dormir tranquilos.

La segunda de las lecturas que vienen a mi cabeza es que este tipo de polémicas no son precisamente nuevas en este tipo de industria. Para nada. La actualidad trajo a mi memoria la (profética en este caso) película Fast Food Nation (“El país de la comida rápida”) de 2006 dirigida por Richard Linklater y basada en el libro homónimo de Eric Schlosser. En ella se entrelazan varias tramas, varias denuncias sociales para ser más concreto, pero el hilo conductor parte del encargo que recibe un directivo de una de estas cadenas de comida rápida (una hamburguesería) para desentrañar el problema que ha supuesto el encontrar en unos análisis una carga de E. coli, muy por encima de la permitida en el buque insignia de sus hamburguesas, la Big One. Lo que hay que descubrir en la película es el origen de esa mierda (tal cual, porque de eso se trata, se expresa uno de los dirigentes de la multinacional) en esas hamburguesas. Todo ello aderezado en la película con una importante denuncia social enmarcada en la inmigración ilegal, las precarias condiciones laborales de estas personas, el uso de drogas, etcétera. Todo un poema, tristemente real, a tenor de las habituales circunstancias. Este es su trailer.


El caso es que al final no he podido por menos que acordarme del fragmento de la peli en el que aparece Bruce Willis (Harry Rydell en la película) encarnando a un socarrón (por no decir cabronazo) intermediario entre la carne de los mataderos y de salas de despiece, y las multinacionales que finalmente comercializan ésa carne de dudosa salubridad. El muy cabronazo, ahora sí, mientras disfruta a dos carrillos de una espléndida Big One, con todo el carisma que un actor yanqui de pro lo puede hacer cerveza en ristre, le comenta al directivo encargado de encontrar el origen de la contaminación fecal (lo siento por el enlace en italiano, no lo he encontrado ni doblado ni en versión original):

Con sinceridad [aun suponiendo que efectivamente la carne esté contaminada] no sé dónde puede estar el problema. Se supone que la carne ha de ser cocinada… ¿no? Pues cocínala y asunto arreglado. [Además] No vamos a acabar a con la industria automovilística de Detroit porque cada año mueran más de 40.000 personas en accidentes de coche, ¿no? Así que, [no te des demasiado mal], todo el mundo tiene que comer un poco de mierda de vez en cuando.

Te lo traduzco… ¿que tu hamburguesa congelada (antes de cocinarse) contiene además de carne, caca de vaca? ¿Que tu hamburguesa congelada (antes de cocinarse) se cae al suelo y juegan al hockey con ella? No te preocupes, ésta habrá de pasar por la “higienizante” acción de la parrilla o del horno o de cualquier otra fuente de calor y asunto resuelto. Otra cosa será el día que este tipo de establecimientos se dediquen a hacer promociones de steak tartar… ahí la cosa cambiaría de forma importante. Ahora que caigo… no me importaría ver “disfrutar” a uno de los directivos de estas multinacionales delante de una cámara de esta sabrosa especialidad preparada con la carne de sus hamburguesas (tomada al azar, claro).

A mí de momento, y como ya vengo haciendo, no me pillarán en uno de estos “restaurantes”, ni comprando este tipo de productos en el supermercado salvo por causa de fuerza mayor. No me gusta demasiado la idea de no saber qué estoy comiendo y menos cuando una de las alternativas es tan escatológica. Ya sea cruda o a la plancha. Yo lo llamo principio de precaución.

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