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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Anorexia: Un paso más y bajo los pies, solo… el vacío

Puta mierda de realidad.

Puta mierda de vida que, en su discurrir, deja un reguero de cadáveres atormentados e ilusionados a la par que inocentes. Ya van dos ocasiones en un muy breve lapso de tiempo en las que me hago eco del dramático resultado de la fútil persecución de la delgadez en la que se ha convertido el actual canon estético femenino.

crespón negro

Si vives más allá de la ciudad Zaragoza es probable que no estés al corriente del acontecimiento que sacudió esta ciudad hace apenas dos semanas: dos chicas jóvenes, de 15 y 17 años, se precipitaron al vacío y de la mano desde la azotea de un edificio público. Ambas víctimas estaban al parecer diagnosticadas de anorexia.

Pocas enfermedades relacionadas con la alimentación tienen sin embargo tan poco que ver con ella. La frase que la define es: trastorno de la conducta… alimentaria… sí: alimentaria ¿y qué? Esto poco o nada tiene que ver al final… es más, creo que ni con el principio del asunto tiene que ver.

Esto no es cosa de nutrientes ni de otras chorradas. Se trata de la distorsión de la imagen propia que algunas personas sufren. Distrosión maligna en la que nuestro entorno tiene mucho que ver. Se han descrito decenas de circunstancias predisponentes, al igual que desencadenantes… el rédito, sin embargo, siempre es el mismo: vidas marcadas por el dolor, la de los propios pacientes y las de sus familiares.

Ningunas personas tan atormentadas con la pérdida de esas vidas como lo son los padres de las mismas. No es para menos.

Esta es la carta que los familiares de una de las chicas publicaron en Heraldo de Aragón la semana pasada. En ella se hace un sucinto análisis de los factores que, tristemente, pueden truncar las ilusiones, amores y esperanzas de una joven que, víctima de las condenas de nuestro tiempo, tuvo toda la vida por delante. Es necesario leer:

Acabamos de despedir a nuestra princesa. ‘Adri’ tenía solo 15 años y una vida plena y maravillosa por delante. Y tantos proyectos… Pero en su firme camino se cruzó la anorexia. Esta palabra nos provoca un escalofrío de terror que nos sacude. Aunque nada es comparable con el inmenso sufrimiento que padecen las princesas que caen en sus fauces. Desgraciadamente, son cada día más los casos, ya que se trata casi de una epidemia contemporánea.

Pese a su corta edad, la prodigiosa mente de ‘Adri’ siempre tenía la frase acertada y el pensamiento más inteligente. Hace unas semanas, nos decía que quería estudiar alguna especialidad de Medicina relacionada con la anorexia. Pero quería combatirla en su fase de inicio, ya que una vez dentro es muy difícil hacerla desaparecer. ¡Qué razón tenía! Ella mejor que nadie ha sabido lo que sufren estas criaturas una vez que se ha instalado en ellas ese trastorno maligno.

‘Adri’ decía que la clave está en cerrar las puertas de entrada. Ella nos relató su caso cuando ya era tarde. Y ahí está el problema. Cuesta percibir los primeros síntomas del trastorno, ya que, inmersas en el proceso vital de la adolescencia, las niñas cambian a menudo su carácter y los padres tienden a confundir los efectos propios de esa etapa de alteración hormonal con las consecuencias anómalas de la anorexia.

Del mismo modo, se intenta percibir con normalidad la tendencia de las adolescentes a poseer cuerpos de ‘modelo’. Y como cada vez las modelos utilizan tallas más pequeñas, se acentúa el proceso de deformación de la realidad en la mente de unas niñas aún sin sólidos cimientos. La obsesión por conseguirlo es ya una de las señales de alerta a las que debe atenderse. La publicidad es otro de los factores que influyen de modo especialmente dañino en el desembarco de este mal. La utilización recurrente de figuras esculturales, especialmente femeninas, sea cual sea el contenido del artículo anunciado, no tiene mucho sentido. Pero contribuye a hacer daño.

Y también está internet, donde existen foros y blogs en los que se compite desaforadamente por ser quien más peso ha perdido en el día. El daño que causan estas páginas web merecería una más activa persecución policial y penal. Las redes sociales hacen el resto, ya que, por todo lo anterior, el terreno está abonado para los mensajes más peligrosos sin apenas consciencia del daño que pueden hacer.

Y toda esta avalancha de mensajes nocivos llega masivamente a los colegios, donde entra y se propaga de manera silente, casi sin que nos demos cuenta, presentándose con toda normalidad la idea de la extrema delgadez como algo que a nadie llama la atención, porque se cohonesta con las imágenes que estamos acostumbrados a ver en televisión, en el cine, en la moda, en internet… Y ahí continúa la competición. Se divulgan y fomentan entre los propios estudiantes ideas que asocian la extrema delgadez con el canon de belleza a imitar. Dejamos al margen los casos de ‘bullying’ hacia las estudiantes que se ven incluso acosadas y humilladas por no seguir los designios impuestos por los estereotipos, pues esas conductas están ya tipificadas como antijurídicas.

Por tanto, si estamos viendo que las causas principales que hacen prender el devastador fuego de la anorexia proceden de comportamientos humanos, tendremos que reaccionar de una vez y poner fin a esta plaga. Es decir, a diferencia de otras enfermedades de procedencia exógena, en esta participamos los humanos muy directamente en su gestación, razón por la cual debemos ser igualmente quienes participemos en su prevención. Todos somos responsables si no hacemos nada por evitar el siguiente caso.

Por favor, hagamos caso al buen juicio de ‘Adri’: en esas vías de entrada es donde hay que poner el acento para combatir la anorexia, ya que es muy fina la línea que separa la delgadez sana frente a esta enfermedad muchas veces mortal y en todos los casos tormentosa.

‘Adri’ nos confesó que empezó a adelgazar simplemente por hacer «operación bikini» en torno a la primavera de 2013. Pero el problema se le fue de las manos. Pensaba que, con su poderosa mente, sería capaz de controlarlo. Pero llegó un día en el que, sin que ella se hubiera dado cuenta, era la enfermedad la que la controlaba a ella. La pobre se encontraba ya atrapada en esa maligna y destructora tela de araña de la que no pudo escapar. Era plenamente consciente de cómo había ocurrido todo y eso contribuía a su tormento, pues se echaba la culpa de haber caído en algo evitable, en algo que desde su portentosa inteligencia no debería haber ocurrido nunca y que la estaba destruyendo paulatinamente y causando dolor a su familia, por la que sentía auténtica devoción. Pero ya era tarde para dar marcha atrás y Adri se sentía incapaz de salir de ese infierno.

Cuando ‘Adri’ fue consciente de la gravedad de su situación, luchó con todas sus fuerzas para tratar de escapar de ella. Pero estaba enganchada y ya no había retorno posible.

Una de las muchas cosas bonitas que en la misa por ‘Adri’ dijisteis sus amigas fue cuando hablasteis de su especial sensibilidad para con los demás, y cuando la definisteis como «la eterna delegada». Es una forma muy descriptiva de definir cómo era: ‘Adri’ siempre tuvo entre sus principios rectores ayudar a los más débiles y a los que más sufrían, era la defensora de las perseguidas y de las menos afortunadas.

‘Adri’ no será ya capaz de desarrollar su proyecto de lucha contra la anorexia. Pero todos los que hayáis querido a ‘Adri’, que sois miles, como vimos el otro día en la iglesia, podéis aún hacer algo por ella, podéis ayudar a que su proyecto incompleto avance hasta la erradicación de este mal contemporáneo, difundiendo estas ideas, ayudando a las niñas que inician el mal camino a dar un giro de timón a su barco para inducirlas a buen puerto. No permitáis, en vuestro entorno cercano, ni un solo caso más de anorexia. Estaréis salvando muchas vidas y evitando un dolor infinito. Sabéis que vuestra eterna delegada habría dado ese buen consejo a tiempo que siempre ofrecía y que habría hecho todo lo que estuviera en su mano para evitar y prevenir este sufrimiento de otras.

Por ello, sabemos que estará muy feliz si contempla, desde el Cielo, que aún ha podido hacer algo por los demás, que ha podido seguir siendo desde allí la eterna delegada cuyo buen consejo siempre atendíais. Los que la hemos querido tanto y los que nos hemos sentido tan queridos por ella se lo debemos. Será su legado.

Firman este artículo Carlos, Chelete y María, padres y hermana de ‘Adri’.

Descansen en paz.

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Comer en familia un poderoso aliado para adquirir mejores hábitos

Comida enm familia

El por qué unas personas comen mejor que otras tiene una respuesta esquiva. Que esto sea así, probablemente se deba a la existencia de una buena cantidad de condicionantes desde individuales, a sociales, culturales, económicos y, por su puesto, familiares. En cuanto a estos últimos y desde hace tiempo se ha venido dando un especial hincapié a la importancia de realizar comidas en familia.

Por ejemplo, en este estudio Associations between watching TV during family meals and dietary intake among adolescents (“Vínculos entre el ver la televisión durante las comidas familiares y la ingesta dietética de los adolescentes”) se estudiaron los hábitos dietéticos de cerca de 4.800 adolescentes estadounidenses de en torno a los 15 años de edad. Entre ellos se constató que las comidas que se realizaban en familia tenían una mejor calidad dietética, eran más saludables, con más cantidad de alimentos vegetales y menor presencia de refrescos y frituras. Al mismo tiempo, tal y como reza el título, se midió la influencia de la televisión (encendida o apagada durante las comidas) y se constató que cuando la TV estaba encendida la calidad de los menús decrecía. Sin embargo, y esto es importante, aun comer en familia pero con la TV encendida estaba asociado a una mejor calidad que cuando los jóvenes comían por su cuenta (no en familia… aunque no se aclara si además viendo o no la TV).

Por tanto, tal y como recomienda este estudio y en concordancia con otras evidencias en este mismo sentido, se alienta a que todos los responsables de salud hagan el esfuerzo de recomendar a las familias los beneficios de comer juntos, así como el mantener la televisión apagada durante ese momento.

En mi casa, no sé si lo he contado alguna vez, hacemos el 90% de la vida en la cocina. En su día (hace años ya) tuvimos la oportunidad de, al hacer la reforma, instalar antena de TV en la cocina y el hecho es que la pusimos… pero no la utilizamos, y me refiero a la toma de la antena, porque la realidad es que nunca jamás una TV ha pisado nuestra cocina. Y lo cierto es que no se le echa de menos en absoluto. Ni está, ni se le espera… que decía aquel.

Antes de despedirme déjame decir que las relaciones entre el comer o no en familia y la obesidad de los hijos no está tan clara. Comer “mejor” parece que sí, pero que el comer en familia esté relacionado con el estatus ponderal de los hijos no resulta ser algo especialmente evidente, al menos de momento. En esta revisión sistemática sobre la relación de las comidas familiares y la obesidad en la infancia (Frequency of family meals and childhood overweight: a systematic review) concluye que no se encontraron pruebas consistentes de una relación inversa entre el número de comidas familiares y el riesgo de sobrepeso en la infancia. Los autores reconocen la dificultad de poder obtener una perspectiva concluyente de estas cuestiones habida cuenta de los múltiples factores de confusión que pueden interferir en el resultado.

Por mi parte, en mi casa seguiremos comiendo en familia siempre que podamos, eso lo tenemos todos clarísimo.

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Imagen:   stockimages vía freedigitalphotos.net

Con la muerte de una familia, pocas «bromas»

Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

¿Por qué la verdad no es noticia y sí las elucubraciones? Me refiero a la muerte de aquella familia sevillana hace apenas un mes y sobre la que tantas tonterías precipitadas se dijeron en infinidad de titulares. Sin embargo, a día de hoy, cuando las cosas empiezan a estar más claras fruto de las investigaciones correspondientes y resulta que lo acontecido poco o nada tiene que ver con las iniciales “sospechas”, no hay grandes titulares, solo pequeñas reseñas. La verdad ha dejado de ser noticia aun cuando el hecho original sí lo fue.

Como digo, hoy 17 de enero cuando escribo estas líneas, el tema está bastante perfilado en torno a las verdaderas causas de aquellos fallecimientos: un posible envenenamiento con un plaguicida de uso industrial (no alimentario), más en concreto algún compuesto con base en hidrógeno fosforado. No es lo mismo un envenenamiento que una intoxicación alimentaria. Si recordamos un poco lo acontecido, la familia en cuestión habría fallecido, con muy pocas dudas a tenor de las noticias del momento por una intoxicación alimentaria. A partir de ahí se dio rienda suelta a la imaginación y lo que es peor, se sacó a relucir el dedo acusador apuntando, eso sí, en plan “ventilador y mierda”. Es decir, a todo lo que se moviera y también a lo estático. A todo.

Se dijo que la familia habría consumido alimentos en mal estado y para ello se apuntó con el famoso ventilador y se puso en tela de juicio la seguridad de la cadena alimentaria, una especulación a la que se dio categoría de verdad. Se dijo también que, habida cuenta de la precaria situación económica de la familia, esta habría adquirido alimentos ya caducados, puestos a su disposición y, de ser así, de forma contraria a la normativa. Otra especulación. Se afirmó incluso que la poco entonces supuesta y sí segura intoxicación alimentaria habría podido ocurrir por haber comido alimentos rescatados de entre los contenedores de basura; algo que se terminó por desmentir. En definitiva, se especuló con muchas cosas, con muchas tonterías y, lo que es peor se les dio a esas sospechas el cariz de verdad de forma muy precipitada. Ese dedo-ventilador acusador también se dirigió hacia los servicios sanitarios que los trataron cuando aun los miembros de la familia estaban con vida. No seré yo quien entre a valorar cómo lo hicieron, pero desde luego el considerar a los pacientes víctimas in situ de un envenenamiento, no es ni de lejos una posibilidad inmediata a tenor de las circunstancias y la sintomatología que presentaban.

Los motivos de la entrada de hoy son tres: el primero, poner en alza la seguridad de la cadena alimentaria. El grado de seguridad del que hoy disfrutamos lo tildaría yo de excelente e inimaginable solo unos pocos años atrás. Que es mejorable, pues seguro que sí; pero el ponerla en tela de juicio así, de primeras, no me parece correcto.

El segundo motivo no es otro que poner de relieve este desafortunado contexto informativo en el que frecuentemente nos hallamos. No me molestan en exceso los iniciales titulares exagerados, precipitados y especulativos. Me molesta más que hoy, después de toda la repercusión que tuvo el tema en su día, cuando se empiezan a aclarar las verdaderas causas, estas pasen de puntillas por los medios de comunicación. Ya no se abren los informativos con esta, al parecer, no-noticia.

Y el último motivo es que, ya que aparentemente no lo hace nadie, tratar de lavar en cierta la imagen de una familia al respecto de sus circunstancias y estilo de vida. Una familia a la que no conozco pero sobre la que se han dicho muchas cosas, no precisamente bonitas, no precisamente ciertas y que por razones obvias se merece todo el respeto. En especial, por el respeto que se le debería guardar a la hija de 13 años que afortunadamente sigue con vida.

Sobre el cómo pudo producirse el envenenamiento, si fue un accidente o si no lo fue todavía está por esclarecerse. Y eso ya es algo que no se abordará en este blog.

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A colación de la noticia original, el día 16, cuando la “hipótesis” alimentaria era tesis probable entre la opinión pública participé con Luis Herrero (@encasadeherrero) en el programa “En casa de Herrero” en ella ya doy muestra desde el principio de las cautelas que debían tomarse en este tema y aventuro como causa más probable, y desde mi punto de vista, el envenenamiento. Puedes escucharla a partir del minuto 07:20

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Nota: Quiero agradecer a «gominolas de petroleo» (@gominolasdpetro) su interés y la información aportada para esta entrada.

Cuando la televisión se sienta a la mesa el riesgo de obesidad aumenta

Televisión comidaEl balance energético, ése delicado equilibrio que al final termina por condicionar, cuando no determinar, nuestro estatus ponderal se ve influido por múltiples elementos: genéticos, sociales y del entorno. Uno de esos factores ligados al entorno y a nuestro comportamiento parece ser la forma y manera en la que asumimos el momento de la comida, qué hacemos, con quién lo hacemos y cómo lo hacemos. Elementos todos ellos que son especialmente influyentes en el caso de los más pequeños, de nuestros hijos.

Así, el caso de comer mientras se ve o no la televisión puede condicionar su ingesta, tanto en cantidad como en calidad. Esto parece ser así de forma que ver la televisión mientras se come aumenta el riesgo de obesidad entre niños y adolescentes. En este estudio realizado sobre una muestra de casi 5.000 jóvenes norteamericanos puso de relieve que ver la televisión mientras se come en familia se asoció con una peor calidad de la dieta entre estos adolescentes. Pero no es solo lo que se hace y cómo se hace a la hora de comer; las horas totales que los más jóvenes dedican a la televisión o al resto de “pantallas” (consolas, móviles, tabletas…) bien en la comida o fuera de ella, también parece que estén relacionadas con la calidad dietética. Esta revisión de la literatura científica a este respecto concluye que son diversos los estudios que han documentado una asociación entre el número de horas de televisión y la prevalencia así como la incidencia de la obesidad. Es decir, la combinación de todos aquellos factores relacionados con el estilo de vida que suelen acompañar un uso intensivo de televisión colocan a estos niños ante un mayor riesgo de obesidad y, claro está, de mala nutrición.

Dicho lo dicho, también hay algunos artículos disonantes con esta perspectiva. Por ejemplo, este estudio no encontró una mayor variación dietética en el qué y cuánto consumían un grupo de adolescentes que comían en familia en relación con el ver o no la TV . Según este estudio, las ventajas de comer en familia pueden deberse al simple hecho de tener a los hijos adolescentes en casa durante las horas de comida.

Sea como fuere, en mi casa se come sin televisión. Ya he comentado que tenemos la fortuna de poder organizarnos para comer todos los días con nuestras peques (5 y 9 años). Comemos en la cocina, ya sea día de labor o festivo y aunque tenemos toma de TV en la cocina no tenemos aparato (quien evita la ocasión, evita el peligro) y solo cenamos dos días a la semana (viernes y sábado) delante de la TV, en el salón, normalmente con algún concurso al uso o alguna peli. Llámame raro pero siempre he considerado que comer y ver la TV son actividades incompatibles, si se come se come y si se ve la TV… pues eso. Algo así como el conducir y leer; está claro que si nos ponemos, se puede hacer, pero asumiendo no pocos riesgos.

Tal y como concluye el primer estudio que he mencionado, los profesionales sanitarios debieran trabajar con las familias para promover de forma enfática que en las comidas se mantenga la TV apagada.

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Imagen: Boians Cho Joo Young vía freedigitalphotos.net