El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Ética y dietética

Ética

En el ejercicio de una profesión, las cuestiones de índole moral más allá de lo que dictan las leyes que son aplicables a toda la población, suelen ser motivo de debate. Así, los Códigos Deontológicos o la recopilación de deberes, teóricamente inexcusables, que todo profesional en su área debe cumplir son asumidos con cierta laxitud por no pocas personas. Aunque sin ser jurista (ruego que se me corrija si me equivoco) entiendo que son de obligado cumplimiento, de forma que su vulneración puede conllevar la inhabilitación profesional y, por ende, la prohibición del ejercicio durante un tiempo determinado.

Cuando se habla de ética y de deontología se habla de cómo es debido actuar, de unos valores que deben ser defendidos y respetados, de unas líneas rojas que no es aceptable traspasar y que cuya definición concreta suele plantear dilemas a cuya solución debería coincidir respuestas solidarias y responsables. Actuar con ética y en el marco de la deontología profesional tiene que ver con la justificación y con las razones que están detrás y que son previas a la decisión adoptada. No bastan solo las buenas intenciones; los comportamientos finales y sus consecuencias deben también ser previstos y orientarse de acuerdo a principios y valores sólidos.

Soy de la opinión que es preciso promover la creación de una cultura deontológica propia y específica de la nutrición humana y la dietética que, como tarde, habrá de empezar con la formación universitaria, pero que no acaba con ella si no que habrá de continuar y crecer a todo lo largo de la vida profesional. Es imprescindible incorporar en el trabajo diario esta dimensión deontológica ya que solo así conseguiremos diferenciarnos ante los demás profesionales y ante la sociedad como verdaderos expertos en nutrición humana y dietética.

Más allá de las interpretaciones del código deontológico que ya existe en esta profesión y que es de obligado cumplimiento (al ser la de dietista-nutricionista una profesión colegialmente reconocida) pretendo traer hasta el blog en entradas sucesivas algunos de los ejemplos que he llegado a conocer de algunos compañeros que tengo el placer de conocer. Ni que decir tiene que siempre que pueda traeré ejemplos de buenas prácticas y que si me lo permiten los implicados los citaré con nombre y apellidos.

Mientras tanto y a modo de preámbulo con el post de hoy, valga el conocer el Código Deontológico de la profesión de dietista-nutricionista. El mencionado texto, que se puede consultar en este enlace quizá le resulte interesante de examinar además de al profesional implicado, al ciudadano de a pie ya que ahí puede él encontrar las claves para distinguir un profesional… deontológicamente válido de otro que no lo es a resultas de contrastar hasta qué punto siguen unos y otros su código deontológico.

Se trata de un documento de apenas 11 páginas que reúne una serie de Buenas Prácticas y Principios que se resumen en 4 grandes apartados de responsabilidades del dietista-nutricionista:

  • Responsabilidades hacia la sociedad.
  • Responsabilidades hacia los clientes/pacientes.
  • Responsabilidades hacia la profesión.
  • Responsabilidades respecto a los colegas y otros profesionales.

Por cuestiones reconozco personales hoy me gustaría destacar una de esas Buenas Prácticas derivadas del Principio 22:

El dietista-nutricionista no denunciará a un colega ante el Colegio o Asociación ni dañará la imagen y su prestigio sin pruebas, basándose únicamente en conjeturas, suposiciones o razones personales.

(El que quiera entender que entienda… aunque ya adelanto que la cosa no va por mí)

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Nota: Imprescindible el agradecimiento y reconocimiento a la labor de Eva María Trescastro (@evatrescastro) actual cabeza visible como Presidenta de la Comisión de Deontología del Consejo General de Colegios de Dietistas-Nutricionistas que me pidió, con toda la razón, dedicar un post a estas cuestiones… muy en especial para que lo lean los actuales alumnos del grado de NHyD que según ella tanto siguen las actualizaciones de este blog. Pues va por ellos, así que, tomároslo en serio y tened presente que este tema no se acaba con este post, habrá más y con casos prácticos.

El texto de hoy está basad en el artículo aun no publicado pero aceptado «¿Es la ética profesional un lujo del que podemos prescindir?»

Imagen: Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

«Prostitución nutricional»

DineroGruesas palabras para una cruel e infame realidad. A pesar del rechazo visceral al que nos invita esta clase de expresiones, su definición (DRAE) no puede ser más cierta y ajustarse de modo más preciso a una buena parte de profesionales que han vendido su empleo o autoridad abusando bajamente de ellos por interés o adulación, es decir, prostitución con todas las letras. Una situación que cuando se realiza en el ejercicio de la profesión de dietista-nutricionista adquiere el calificativo de nutricional.

Lo cierto es que llevaba un tiempo con esta entrada rondándome la cabeza. Me refiero a eso de hacer autocrítica de la profesión. No es cuestión de ver la paja en el ojo ajeno y pasar por alto la viga en el propio. En no pocas ocasiones me he dedicado en este blog a criticar la forma que tienen algunos profesionales sanitarios de ejercer su profesión cuando implica a cuestiones nutricionales (algunos médicos, farmacéuticos, biólogos… también la de otras personas sin formación definida, etcétera) pero es preciso reconocer que dentro del colectivo de dietistas-nutricionistas también hay una importante dosis de prostitución nutricional. A ella, a su ejercicio, se llega por tres caminos típicos.

A modo de síntesis tenemos, por un lado, el perfil del “profesional” poco espabilado, con pocas luces e influenciable por el boato y oropel de las pseudociencias. Unas personas a las que su título tan solo es garantía de haber superado unas pruebas (los exámenes) y en las que el conocimiento no ha dejado poso alguno en su sabiduría. Es el prototípico seguidor de las “bioenergías”, “chakras”, y algunas medicinas «tradicionales» basadas más en el acervo popular y cultural de una población que en los datos contrastables. Son “profesionales” que creen en la homeopatía, en los análisis masivos de intolerancias alimentarias, en el poder del agua hexagonal en los alimentos con calorías negativas o en sistemas dietéticos sin demasiado aval… olvidando (si alguna vez lo conocieron realmente) todo aquello aprendido en su formación universitaria.

Por otro lado, tenemos el perfil del típico profesional espabilategui o aprovechategui. En este caso el “profesional” sabe que lo que hace en el ejercicio de su profesión de poco o para nada sirve salvo para aumentar sus ingresos. Y le da igual. O a lo mejor sí que le importa, pero el caso es que a pesar de ser consciente de lo que hace, lo sigue haciendo por que es lo que le interesa desde un punto de vista estrictamente crematístico. Es un sinvergüenza de tomo y lomo.

Y por último, tenemos al profesional desesperado por encontrar un trabajo y que ve en lo que no se podría calificar de otra forma más que de “redes de proxenetismo nutricional” la oportunidad de trabajar “de lo suyo”. Estas “redes” son, muy habitualmente, las que vienen establecidas en forma de franquicias cuyo único objetivo de negocio es la pérdida de peso, o las que establecen extravagantes sistemas de diagnóstico de diversas dolencias con cuyo resultado se puedan establecer desustanciadas pautas dietéticas. Estos negocios se suelen rodear de una parafernalia “cientifista” centrando su negocio, además, en la venta obligada de productos de dudosa, por no decir nula efectividad para los fines propuestos (ellos los tildan de suplementos, complementos y coadyuvantes). Al mismo tiempo, insisto, junto a la compra obligada de estos productos, al cliente potencial se le suele captar a partir del falaz reclamo de “consulta gratuita” y se les termina dando una pauta dietética conocida en el mundillo como “la dieta del cajón derecho”. Es decir, dietas estandarizadas en las que el “profesional” captado principalmente (pero no de forma exclusiva) entre las últimas promociones de dietistas-nutricionistas tiene un limitado margen de maniobra.

Pues desde el cariño y respeto que le tengo a esta profesión y en especial dirigido a la última categoría de actuales o futuribles dietistas-nutricionistas, dejadme por favor que os dé mi opinión. No caigáis en las “redes de proxenetismo nutricional”. Trabajar para ellas no es la solución a trabajar “de lo nuestro”, aunque pueda parecerlo, es mentira. Se utiliza a los dietistas-nutricionistas para que prestéis vuestra imagen, en realidad solo vuestro título, para poder ser exhibido en el cuchitril en el que probablemente “pasaréis consulta” y dotar al acto de venta de zarandajas varias de una falsa prestancia. Vuestro contrato, lo que viene escrito en el papel por el cual termináis alquilando vuestra profesionalidad a la empresa lo deja meridianamente claro, seréis contratados bajo el epígrafe de “técnicos comerciales” o cualquier otro eufemismo para describir el verdadero y único propósito de vuestra presencia allí, que no es otro que encasquetar a los clientes (me niego en estas circunstancias a referirme a ellos en forma de pacientes) los productos y sistemas que la marca pone a vuestra disposición. Recuerda: sin venta de producto no hay negocio y… honestamente ¿tú crees que se puede adelgazar sin los mencionados productos; son necesarios… son imprescindibles… crees que se hace una adecuada educación nutricional haciendo descansar parte del éxito en ellos? (Ponte en la piel del cliente y en lo que pensará de esos productos).

Es momento de ser sincero y reconocer que un servidor también estuvo tentado en su tiempo de pasar por una de estas franquicias. Afortunadamente me di cuenta pronto del trasfondo y huí despavorido. Es más, os contaré un “secreto”. En no pocas ocasiones el colectivo de dietistas-nutricionistas ha levantado su voz, bien desde el asociacionismo, bien de forma espontánea, para denunciar lo que en su día parecía ser toda una afrenta a nuestra profesión. Habida cuenta de que hace unos años (hoy menos) muchas de las personas que “pasaban consulta” en estas franquicias no eran dietistas-nutricionistas, existía una especie de clamor popular entre nosotros que proponía cambiar las cosas y exigir que en este tipo de negocios o afines fuera un dietista-nutricionista el que estuviera al frente. Pues bien, yo opinaba lo contrario y, en una expresión que ha terminado por trascender entre muchos compañeros, afirmé (y lo mantengo) que el día que en todas estas franquicias solo hubiera dietistas-nutricionistas al frente, la respetabilidad de este profesional sería gravemente vulnerada y que, entonces, no nos lavaría ni toda el agua del Jordán.

Prostitución nutricional

Conozco varios compañeros que han pasado por este tipo de negocios, algunos han salido y otros aun continúan. Todos tienen todo mi respeto ya que me resulta muy costoso atribuirles un porcentaje concreto de la culpa de haber estado o de seguir allí trabajando… las “redes” saben muy bien como hacer su trabajo y las condiciones laborales, en general, para todos, son terriblemente jodidas. Pero déjame que termine con una opinión y un consejo estrictamente personales.

Prostitución nutricional 2Estimado dietista-nutricionista, probablemente eres más joven que yo y con menos experiencia, pero trabajar en estas franquicias o en estos negocios no es “trabajar de lo tuyo”; en mi opinión y haciendo buena la segunda acepción que da el DRAE de este término, es «prostitución nutricional». Y si de NO trabajar de lo tuyo se trata, seguro que te es posible buscar otros trabajos en los que además, de rebote, no se enturbie el verdadero valor profesional de los dietistas-nutricionistas. Hay gente que ya lo probó y se salió, otros ni siquiera lo probaron. Se puede. Dignifica tus estudios y dignifica tu profesión.

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Nota 1: Quiero agradecer en el alma a una compañera, Anabel Lara (@anabelikalara) su estímulo y aquiescencia para escribir esta entrada a partir de un comentario en Twitter.

Nota 2: Reconozco que las franquicias a las que me refiero son negocios que desempeñan una actividad completamente legal (supongo). En este sentido, no tengo nada en contra de ellas. Tan solo he querido poner de manifiesto que las personas que en ellas trabajan no tienen  porque ser dietistas-nutricinistas y, que en mi opinión, si lo son, las labores que desempeñan, en general, están muy por debajo de su preparación.

Actualización 28 de julio de 2014: Por fin, un compañero dietista-nutricionista (José Joaquín López, @SimplementeJJ) que trabajó en una de las franquicias señaladas ha levantado su voz y nos cuenta su ilustrativa experiencia en este post «casa» de otra compañera (Lucía Martínez, @Dimequecomes). Puedes consultarlo en este enlace: Desenmascarando a Naturhouse. Tras leerlo, y a título personal me gustaría decir dos cosas: la primera, gracias; y la segunda, me gustaría ver más entregas de esta sabrosa línea de divulgación. Ánimo y enhorabuena a ambos.

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Imagen: Ambro vía freedigitalphotos.net

Lo «fácil» de despotricar contra algo y no aportar soluciones

No es la primera vez, pero sí espero que sea la última, en la que termino contestando un comentario de un lector a resultas de la entrada de ayer. Muchos me dicen que no hago bien al entrar al trapo. Que sepáis que lo he tenido en cuenta, no obstante, me ha parecido una ocasión estupenda como para dejarla escapar y así aclarar un par de cosas: contestar un argumento recurrente de mis “trolls” más íntimos y para arrojar algo de luz sobre cómo es la labor de algunos dietistas-nutricionistas que entienden la profesión de una manera similar a la mía.

En resumen, la entrada es esta y el comentario en cuestión este que copio-pego tal cual. Mi respuesta está a continuación.

“hola” dijo:

Jo tio eres un manta de tu profesión.

¿Por qué existen todas las dietas del mundo? habiendo profesionales tan bueno como tú?

Simple. porque tu NO ERES UN PROFESIONAL DE NADA.

Como ir a tu consulta solo sirve para tirar el dinero (la verdad es que creo que no tienes ni consulta propia), la gente en su desesperación hace cualquier cosa.

Si fueras un mínimo de bueno, con tanta gente deseando adelgazar TE FORRABAS, pero como solo eres otro sacacuartos, así te va, tienes que publicar chorradas aquí para que te paguen algo e ir tirando, que la vida esta muu mala, no??

Anda listo, dinos que hay que hacer para adelgazar, tu te metes con todas las dietas PERO NO APORTAS NADA DE NADA.

DINOS UNA DIETA QUE FUNCIONE Y DEJATE DE DIETAS QUE NO FUNCIONAN TIO MEDIOCRE.

Si, suma y sigue. Dentro de una semana volverás a poner otro estúpido comentario sobre otra dieta, es lo tuyo, para otra cosa no sirves.

enfado

Hola «hola», gracias por tu comentario. No te lo tomes por lo personal, mi respuesta es general para la gente como tú, aunque parezca que solo te hablo a ti.

Quizá te sorprenda si te digo que tienes toda la razón. Para desasosiego tuyo te diré que soy consciente de tus argumentos desde hace tiempo: qué fácil es despotricar contra algo y, al mismo tiempo, no ofrecer una solución «tan eficaz» como aquella contra la que se despotrica… Que sería, un poco en resumen, tu línea argumental (eres libre de decirme si en algo estoy equivocado)

Ahora bien, «hola», las formas te pierden. Como sabes, no nos conocemos y sobre dichas formas te diré que te libra el que este blog esté alojado en un medio de comunicación al que de una forma u otra debo pleitesía, sea esto dicho sin empaque de ningún tipo. En otro caso, si el blog fuera estrictamente personal, quizá me arrancaría a decirte lo que pienso de ti en ese terreno, a pesar de no conocerte más allá de lo que tus apenas 12 líneas de comentario dejan entrever. Lo haría tal y como como tú lo has hecho; que sin tomar en consideración estas premisas te has atrevido opinar en lo personal. Es lo que de alguna forma creo que te mereces, sí. Pero no lo voy a hacer. En su lugar te voy a decir lo que pienso.

Si te hubieras tomado la molestia de saber un poco más de mí en vez de lanzarte de forma furibunda a cuestionar mi profesionalidad, te hubieras percatado que efectivamente tengo una consulta abierta al público. Y, si más allá de lo que “google search” te puede aportar, te hubieras interesado solo un poquito en indagar sobre el modo y manera que tengo de conducir dicha consulta te hubieras dado cuenta que tus palabras no tienen mayor sentido salvo que no sean para autorretratarte como un “troll” de wikipedia. Soy consciente que con esta respuesta incumplo la primera norma a la hora de tratar con estos, que es sencilla: no alimentar los trolls. No sé si convendrás conmigo, pero al igual que las dietas al uso, las normas están para cumplirlas casi siempre, y para saltárselas de vez en cuando y de forma discrecional. Sopesando ventajas e inconvenientes. Hoy estás de suerte, vas a tener taza y media de tu natural sustento.

exclamaciónEntérate bien. Yo no respondo por el resto de dietistas-nutricionistas de este país, pero sí respondo por mí, y para tu particular solaz te diré que yo no tengo la clave para adelgazar a nadie. A nadie. Ahora bien, sé muy bien, y me enorgullezco de ello (a pesar de considerar la posibilidad de equivocarme) reconocer cuáles son las típicas estratagemas para aprovecharse del candor general de alguien quien, sin mucho espíritu crítico desea adelgazar, o de quien demuestra más deseo que lógica en esta empresa. Estadísticamente, habiendo tantos obesos como hay, son bastantes los que podrían picar.

Como te digo yo no tengo la clave para que nadie pierda peso. Adelgazar es jodidamente difícil, en especial si se quiere hacer con salud. Y yo no sé como conseguirlo. ¿Lo ves? Si quisiera “forrarme” con este tema te diría, esgrimiría, que yo sí conozco la piedra angular del adelgazamiento, y para ello pondría todo mi empeño con el fin de sacar tajada. Con estas metas podría hacer publicidad, declaraciones, difusión de mis éxitos (ya sean reales o ficticios, en este mundillo da lo mismo, la impunidad está casi asegurada) etcétera. Entérate bien: Yo no doy ni pongo dietas. Yo no aseguro pérdidas de peso meteóricas (ni de las otras). Yo no tengo primeras consultas gratuitas. Yo no vendo, recomiendo ni dispenso suplementos ni complementos. Yo no pacto ninguna cantidad de kilos perdidos en un determinado lapso de tiempo. Yo no “fidelizo” al paciente (seguro que tu prefieres llamarle “cliente”) con “X” seguimientos semanales, quincenales o mensuales. Yo no me dedico en exclusividad a la pérdida de peso. Yo no tengo consultas de 10, 15 ó máximo 30 minutos. Yo no quiero volver a ver en mi consulta a mis pacientes. Yo no doy menús diarios. Yo no aporto soluciones. Ni las aporto, ni las prometo, ni por tanto, las ofrezco.

Un servidor ofrece, como buenamente puede, herramientas a quien las precisa y a quien al mismo tiempo quiere utilizarlas y sentirse parte, la más importante, de su proceso en el cambio de hábitos dietéticos. Y a pesar de ello no siempre funciona, ni tan siquiera la mayor parte de las veces, sin embargo, yo sigo fiel a mis criterios. Los que considero deontológicamente adecuados y veraces, aunque poco rentables, eso sí. Quizá por eso mi consulta está semivacía. Y quizá por esos mismos principios me importa un carajo que así esté. Si mis planteamientos profesionales en el terreno de la dietética no son suficientes para ganarme con ellos honradamente la vida ten por seguro que buscaré otra forma de ganármela. No sería la primera vez.

alegría en internet

Si no te gustan mis entradas en este blog te sugiero que no entres a leerlo, hoy por hoy Internet ofrece millones de alternativas distintas a la que hoy te has atrevido, quiero pensar que inconscientemente, a criticar y que posiblemente sean de tu agrado. Úsalas y deja en paz este blog bienintencionado.

Si decides insistir por este barrio, déjame decirte que serás bienvenido, siempre y cuando tus comentarios sean educados, sin prejuicios y sin juicios de valor carentes de pruebas y basados en meras conjeturas. De otro modo, siguiendo las muy fácilmente comprensibles normas de este medio para realizar comentarios, serás vetado (hoy tienes tu ración, pero a pesar de ser viernes, no te pienses que todos los días van a ser domingo). Reconozco que esta no es mi casa, pero aun ejerciendo de invitado, no voy a permitir que un donnadie (recuerda que no te identificas) utilice este espacio para menospreciar de forma injustificada mi trabajo o para insultarme.

Saludos.