El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Somos lo que comemos y por eso somos una especie difiodonta (con dientes “de leche”)

Alcanzada cierta edad y con hijos a cuestas uno se ve constantemente asediado por hitos que al menos en apariencia no tienen otro sentido que poner de manifiesto la fugacidad… de las cosas.

En lo que llevamos de verano y tratándose de dientes e hijas las noticias han venido a pares: la mayor (11 años) ha perdido su última pieza “de leche” y la menor (6 años) acaba de ingresar en el club de los desdentados al deshacerse de la primera. Y qué quieres que te diga… estas cosas, pues como que dan cierta perspectiva vital a un padre que como quien dice las vio nacer ayer. (A ver papá, mamá… ya sé que vosotros tenéis mucho más que contar que yo en este sentido, pero este es mi blog).

Dientes y muelas

Centrando un poco más el tema hay que tener en cuenta que la archiconocida afirmación ‘somos lo que comemos’, cuando se refiere a los dientes, adquiere un especial significado ya que su morfología va a reflejar claras adaptaciones alimentarias y ecológicas en nuestros ancestros.

Algunos animales tienen dientes y otros no

Parece una perogrullada pero no conviene caer en las falsas apariencias. Aunque son muchos los animales que poseen elementos trituradores en la región oral, incluidos los invertebrados (como por ejemplo los caracoles) no todos estos elementos son dientes propiamente dichos. Es decir no serían estructuras homólogas a los dientes de los cordados; si acaso sí análogas, es decir, con idéntica o similar función pero con distinto origen embrionario. El caso es que, tratándose verdaderamente de dientes, su anatomía, origen y disposición son elementos de gran utilidad para definir especies y caracterizar poblaciones. Así, la organización, número y morfología de las piezas dentales son parámetros de gran utilidad para definir nuevos taxones y establecer relaciones filogenéticas con otras especies.

Los dientes de verdad aparecen con las mandíbulas de verdad

Dando un gran salto evolutivo y sobrevolando el resto de especies animales hasta llegar a los mamíferos, los dientes propiamente dichos aparecen con las especies que incorporaron en el proceso evolutivo las mandíbulas, es decir con los gnatostomados (grupo de peces y tetrápodos). Con esta herramienta, la mandíbula y sus dientes como tal, se introdujo una clara ventaja en las posibilidades de alimentación de los vertebrados, lo que se piensa influyó en el aumento de tamaño de las nuevas especies.

En el caso de los tetrápodos (para que me entiendas los “bichos” con cuatro extremidades ambulatorias o manipulatorias como las de los anfibios, los reptiles, los mamíferos y las aves) los dientes empiezan a formarse en la etapa embrionaria a partir de la denominada cresta o lámina dental de la epidermis, que contiene el llamado órgano adamantino, cuyas células (adamantoblastos) forman el esmalte, debajo del cual se encuentran a su vez los odontoblastos, que forman la dentina (también denominada marfil). Sean o no mamíferos, en los tetrápodos existen dos crestas dentales en la etapa embrionaria, una debajo de la otra, que originarán de forma sucesiva las denticiones decidual (la que “se cae”) y definitiva.

Llegamos a los mamíferos

Volviendo a dar otro gran salto y pasando por encima de las particularidades dentales de las aves actuales (cuyos especímenes no presentan dientes y sus mandíbulas están recubiertas por un estuche córneo que forma el pico) y de las de reptiles y anfibios con especial tendencia a la polifiodontia (con varias generaciones de dientes a lo largo del ciclo vital) en el caso de los mamíferos el patrón polifiodonto pasó a ser difiodonto, es decir con dos generaciones exclusivamente de dientes: la decidual y la permanente.

Así pues, la mayor parte de las especies de mamíferos actuales son difiodontos, aunque hay algunas excepciones. Por ejemplo, en el caso de los marsupiales, solo se reemplaza el tercer premolar;  y en el caso de algunos roedores su dentición nunca se reemplaza. Esta tendencia evolutiva, la de no sustituir piezas dentales (monofiodontia), es secundaria.

¿Y por qué dos generaciones de dientes?

No deja de ser una teoría, aunque bastante compartida, el hecho de que cada juego de dientes responda a las concretas adaptaciones de estos elementos a las diferentes dietas o patrones de alimentación que se observan a lo largo del ciclo vital de los mamíferos. De ahí que los “dietes de leche”, la primera dentición o decidual, esté presente en el periodo del desarrollo durante el cual el individuo se alimenta principalmente de la leche de su madre.

Así que hablando de especialización, además de difiodonta, el ser humano también es una especie heterodonta ya que las piezas dentales que posee son diferentes estando especializadas cada una de ellas en una función concreta para procesar los alimentos… ya te dije que el “somos lo que comemos” toma en el caso de los dientes un especial significado.

Dentition

En resumen hijas mías: hay que ver lo rápido que crecéis.

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Nota: para la realización de esta entrada se ha consultado “Origen y evolución de los dientes: de los cordados primitivos a los humanos modernos” de Pérez-Pérez A. y colaboradores (Rev. Esp. Antrop. Fís. (2010) 31: 167-192)

Imagen:  Cham vía Wikimedia Commons