El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Y tú… ¿eres más de capricornio o de espárragos trigueros?

Aun no siendo creyente en estas martigalas, pocas cosas hay más autocomplacientes que regalarse los oídos leyendo las particularidades objetivas (ay, que me meo) de la personalidad, el carácter y comportamiento del signo zodiacal de cada uno (o de sus allegados) para luego terminar por concluir con gesto grave un elocuente «claro, claro, claro… ahora entiendo«. En realidad da igual de qué signo seas, si lees las particularidades de cualquier otro signo del zodiaco también son chulas. Todos los signos del zodiaco molan. Es como lo de ser un súper héroe u otro, al final, sean los que sean, tener súper poderes está genial.

Yo soy Capricornio y por tanto de mí se dice por ejemplo que pertenezco a:

Uno de los signos del zodiaco más estables, seguros y tranquilos. Son trabajadores, responsables, prácticos y dispuestos a persistir hasta sea necesario para conseguir su objetivo. Son fiables y muchas veces tienen el papel de terminar un proyecto iniciado por uno de los signos más pioneros. Les encanta la música. Un Capricornio exige mucho de sus empleados, familiares y amigos, pero solo porque se lo exige también a sí mismo. Suelen ser personas justas [etcétera]

Mola ¿eh? Sin embargo también molaría por ejemplo ser Escorpio:

El Escorpio es un signo intenso con una energía emocional única en todo el zodiaco. Aunque puedan aparecer tranquilos, los Escorpio tienen una agresión y magnetismo interno escondidos dentro. Son afables, buenos tertulianos, reservados y cortés, pero aunque parezcan estar algo retirados del centro de actividad, en realidad están observando todo con su ojo crítico. El Escorpio es tremendamente poderoso y su carácter puede causar enormes beneficios o grandes riesgos para los demás.

Buenrrollista

Y así podríamos seguir con todos y cada uno de los 12 absurdos signos del zodiaco. Todos molan en no poca medida… ¿qué quieres ser Spiderman o Superman? Pues eso, más allá de las fobias y filias personales, la cosa de tener súper poderes gusta… igual que ser Tauro, Libra… o Capricornio con ascendente Acuario.

¿Y qué puñetas tiene que ver esto con la cosa alimentaria te estarás preguntando? Pues mucho cuando se compara la zodiacal bobada con la estupidez alimentaria milagrosa.

Me refiero a los cientos de “documentos” apócrifos (por mucha referencia interna que quieran aportar) que, en forma de hoax guayón o bulo descontextualizado, cuajan la red (léase Internet) cuando no la bandeja de entrada de nuestros correos electrónicos.

Y si eres del gremio, es decir dietista-nutricionista, ya ni te cuento… cada dos por tres (en realidad cada uno por uno) se recibe la consulta de algún seguidor (en realidad de verdadero seguidor tiene poco, ya que de otra forma no me consultaría estas simplezas) al respecto de que hay de cierto en las bondades del aguacate, el ajo, los espárragos, las naranjas, la canela, los limones, la cebolla, las sardinas, el vino, la miel, la cerveza, el azafrán, la granada, las nueces, el kéfir, la chía… etcétera. ¿He dicho bondades? Perdón, quería decir milagros salutíferos descontextualizados… ¡por Dios, pero si sirven para todo! Curan y previenen el cáncer, alivian el dolor de estómago, erradican el estreñimiento, por supuesto también la diarrea, combaten el mal aliento, ejercen como potentes afrodisiacos seas hombre o mujer, incrementan el cociente intelectual, alivian el reuma, curan la diabetes, previenen cualquier enfermedad infecciosa (desde la gripe al ébola, pasando por el sida, el tifus y las paperas), evitan la utilización de las pérfidas vacunas, mejoran el aspecto de las uñas quebradizas, elevan el espíritu, revitalizan el humor, corrigen la escoliosis, hacen desaparecer la anemia, prolongan la vida, purifican el cutis, refrescan la función respiratoria, garantizan un embarazo exitoso (da igual cuál sea tu género) y como no, curan el cáncer… ¡Ah! ¿que eso ya lo he dicho? Sí, es verdad, pero es que con el tema canceroso se suele dar un especial coñazo. Con su consumo, podrás prescindir de la pérfida industria farmacéutica que solo pretende envenenarte y, por fin, ser una persona libre, feliz y con una salud a prueba de todo lo malo que te puedas imaginar. Cada uno de ellos son la panacea universal, el maná milagroso.

El formato habitual en la que nos solemos encontrar esta especie de resúmenes pluripositivos de no importa qué alimento es el de presentación powerpoint… aunque los vídeos en youtube son también legión.

Cuando soy consciente de que todos los seres humanos de este planeta pertenece a cualquiera de esos signos del zodiaco tan molones y que al mismo tiempo todos nosotros tenemos la posibilidad de alimentarnos con semejantes súper alimentos, aun no entiendo cómo ocurren esas grandes lacras de la humanidad como las guerras… o cómo, a fin de cuentas nos terminamos muriendo y padeciendo las mismas, u análogas enfermedades, que los perros o las lombrices de tierra.

Sabiendo de las excelencias de los seres que nacen bajo algún signo del zodiaco y con semejantes alimentos a su disposición, creo que en buena lógica… deberíamos ser seres luminosos o al menos eternos e incocupiscentes.

Así pues, cuando veas el próximo vídeo o ppt sobre lo estupendísimos que son algunos alimentos, avalados siempre por doctores de currículums interminables (e ilocalizables) haz lo mismo que cuando te enfrentas al horóscopo: léelo con humor, haz un comentario jocoso si acaso… y luego olvídalo y ponte a comer bien.

En definitiva, deja de dotar a tu alimentación de un efecto halo, de un envoltorio, ajeno al verdadero contenido y… ¡demonios ya, come bien!

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Imagen: Danilo Rizzuti vía freedigitalphotos.net

La cara más amarga de las bebidas azucaradas (44 años después)

Refresco de cola (2)Con la que le está cayendo a la industria del azúcar no era de extrañar que alguien aprovechara sus propios recursos publicitarios de hace años y los utilizara en su contra dándoles, a aquellos anuncios, la vuelta como a un calcetín.

Al final de este post tienes una serie de enlaces para que si lo deseas te pongas al día en cuestión de azúcar y refrescos, pero déjame que por favor te presente esta maravillosa iniciativa.

Su autor es el conocido como Center for Science in the Public Interest (CSPI) o lo que es lo mismo, el Centro para el aprovechamiento de la ciencia en interés público que en realidad se trata de una especie de organización para defender los intereses de los consumidores llevando a cabo programas de investigación y promoción de la salud a partir de la nutrición. Con ellos el CSPI pretende hacer llegar a los consumidores una información actualizada y útil que redunde en su bienestar.

Con estos fines el CSPI ha escogido una de las sintonías más icónica de los años 70 vinculada de forma indeleble a una conocida marca de refresco y le ha cambiado la letra. Así, en vez de hablar en la canción original de amor, felicidad y buen rollete en plan flower-power… se habla de enfermedad, diabetes, obesidad, hígado graso, pérdida de piezas dentales, etcétera.

Haciendo un poco de historia patria, hay que reconocer que el anuncio original (titulado Hilltop) fue estrenado en Estados Unidos a principios de los años 70; sin embargo, aquí en España la cancioncilla se coló en nuestros televisores a partir de los años 80 y con motivo, exclusivamente, de una campaña navideña por parte de la esta compañía que lleva “hidratando al mundo desde 1886”.

No obstante la grandeza de esta acertada adaptación va más allá de una empresa en concreto y, tal y como debe ser, dirige su mensaje a todas las empresas que elaboran “refrescos” azucarados. De esta forma en el vídeo se pueden intuir algunas de las señas de identidad de las empresas más representativas al menos en Estados Unidos.

El Director ejecutivo del CSPI, Michael F. Jacobson, ha comentado que “las campañas publicitarias de las empresas de refrescos azucarados son “cada vez más sofisticadas e implican el lavado de cerebro de los consumidores destinando para ello miles de millones de dólares; campañas que están diseñadas para distraer la atención de la diabetes y centrar el mensaje en la felicidad. Por estas razones, nos pareció que ahora era el momento de cambiar la letra a la canción”.

No me entretengo más, te dejo con “Change the tune” (Cambia de melodía) invitándote a que no dejes de visitar el anterior enlace.

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Imagen:  tiverylucky vía freedigitalphootos.net

¿Mejorará la salud de los norteamericanos tras prohibir las grasas trans? Lo dudo

Bizcochito chocolateMe imagino que estarás al corriente de la noticia. Hace unos pocos días la Administración sanitaria estadounidense, la FDA (Food and Drug Administration) encargada de regular la comercialización de fármacos y alimentos, ha decido prohibir totalmente el uso de ácidos grasos trans (aquellos que se forman muy habitualmente en la hidrogenación de grasas y aceites vegetales) en la elaboración de alimentos procesados (enlace a la fuente original).

En realidad es la guinda de un pastel que se viene horneando desde hace al menos 10 años cuando este tipo de ácidos grasos empezaron a ubicarse en el punto de mira de las administraciones de salud de todo el mundo, pero más en especial en las de Estados Unidos. Así, hace años que tanto las administraciones locales como estatales de este país se lo estaban poniendo cada vez más difícil a este tipo de grasas. Ahora la FDA ha anunciado que las grasas artificiales «trans» son una amenaza para la salud pública y prohibirá su uso de manera gradual en un período de tres años dentro de todo el panorama nacional y que con ello espera reducir las enfermedades coronarias y la obesidad de sus ciudadanos.

No voy a entrar en tediosas explicaciones al respecto de los efectos metabólicos de este tipo de ácidos grasos y que al menos a mí nunca me han preocupado demasiado. Y digo que no me han preocupado por que la presencia de alimentos con este tipo de nutrientes en mi dieta y en la de mi familia es prácticamente anecdótica… por no decir desconocida. Es decir, si viviéramos en Estados Unidos y teniendo en cuenta que no incluimos alimentos que son fuente dietética de ácidos grasos trans, este tipo de medidas ni nos va ni nos viene. Y te digo esto por que…

Antes que usar alimentos que antes tenían… y ahora no van a tener… grasas trans, es mejor caracterizar tu consumo de alimentos con aquellos que no son susceptibles de incorporarlos. Al así hacerlo se matarán no dos si no varios pájaros de un tiro. Y es que los alimentos que son típicamente fuente dietética de ácidos grasos trans suelen ser, al mismo tiempo, ricos en azúcares, en grasas totales o en sal

Por aclararnos ¿qué alimentos son los típicos que incorporan ácidos grasos trans? pues la bollería industrial (o no tan industrial), las productos procesados, los platos preparados, la galletería, la chocolatería… es decir, alimentos que de ningún modo deberían obtener la etiqueta de ser saludables por convertirse ahora en libres de grasas trans o como a buen seguro dirán los norteamericanos trans fat free, dotando al producto en cuestión de una falsa apariencia beatífica a los ojos de los consumidores:

  • ¡Mira Kevin… estos bizcochitos rellenos de crema de cacahuete, nata y caramelo pone que son trans fat free!
  • ¡Genial Rose-Mary!… y además dice que son cardio-guays ya que tienen el sello de la Sociedad Americana de Dietética y Ciencias de la Alimentación… qué flipe… pillaré entonces un palé de bizcochitos para llevarlos de acampada este weekend.

Veamos. Llevamos demasiado tiempo practicando una guerra inútil contra los nutrientes mientras los alimentos en sí se van de rositas… y esto en mi opinión en es un error. Mientras la guerra se declare a la sal, al azúcar, a las grasas trans, etcétera, no conseguiremos nada en mi opinión. Vayamos contra esos grupos de alimentos insanos y, en vez de disfrazarlos salutíferamente hablando, pasemos de ellos mientras ponemos en valor los alimentos de verdad, aquellos que no tienen ingredientes (solo uno, ellos mismos) y que no digan nada en su envase termosellado de lo buenísimos que son para la salud porque le han puesto esto o quitado aquello.

¿Que si los estadounidenses mejorarán sus índices de salud con esta medida? Con sinceridad, lo dudo. Mientras no haya un cambio de paradigma lo veo muy improbable. Sin embargo, hay quien piensa que sí.
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Imagen: GTRES

La dieta macrobiótica: una perspectiva sobre su origen, postulados, riesgos y beneficios

Yin_Yang

Tocaba ya el comentar en el blog el tema de la famosa dieta macrobiótica. Lo cierto es que sin comerlo ni beberlo la semana pasada recibí tres consultas al respecto de este peculiar planteamiento dietético y, por si esta no fuera poca casualidad, un compañero me hizo llegar un video con muy poca gracia en el que se ve a los participantes de la actual edición de Masterchef en un taller de cocina macrobiótica… No sé que tendrá que ver el culo con las témporas, pero sea como fuere tanta carambola macrobiótica ha facilitado sin duda alguna este post. Voy a tratar de ser lo más aséptico posible en la descripción del asunto y de esta forma, inicialmente, acudir en la mayor parte de los casos a las fuentes que están a favor de este sistema y que por lo tanto lo promueven. Posteriormente daré mi opinión y las razones en las que la fundamento.

Origen de la Macrobiótica

Hay pocas dudas a la hora de hacer descansar el nacimiento de la cuestión macrobiótica tal y como hoy la conocemos (más o menos) en una persona concreta: George Ohsawa (1893-1966), un japonés que estableció una característica forma de comer en base al equilibrio entre el Yin y el Yang, dos conceptos de la filosofía taoísta que expresan la eterna dualidad de todo lo existente en el universo y que son al mismo tiempo fuerzas opuestas pero complementarias.

Desde una perspectiva más práctica según el análisis que realizó en 2011 el Ministerio de Sanidad sobre el estado de las terapias alternativas, la dieta macrobiótica se definió como “una manera de comer basada en el principio de equilibrio del Yin y el Yang. Se basa en la búsqueda del equilibrio físico y emocional a través de la nutrición”.

También en sentido formal la base de datos de encabezados de terminología médica define la dieta macrobiótica como: “Una forma de interpretar la nutrición fundamentada en el consumo de granos de cereales integrales, legumbres, verduras cocidas y en el principio chino Yin-Yang. Aboga por una dieta consistente en alimentos ecológicos y cultivados en proximidad a su lugar de consumo, verduras de temporada, ricas en carbohidratos complejos, a la par que menos grasas, azúcares y alimentos procesados ​​químicamente”.

En cualquier caso, los expertos en macrobiótica hacen sus interpretaciones. De este modo se expresa literalmente el propio centro (La Biotika) donde se llevó a cabo el taller de cocina macrobiótica para los participantes de Masterchef al respecto de esta filosofía de vida/alimentación:

La macrobiótica es el estudio y aplicación del Orden del Universo en la alimentación y en nuestra vida cotidiana.

Está basada en la observación y aplicación de este Orden, teniendo en cuenta la energía de los alimentos [Nota: por energía en este contexto no se entienden ni calorías ni julios… ni nada que se parezca formalmente hablando al concepto de “energía”], no de sus propiedades ya que estos al mezclarse con nuestros jugos digestivos se transforman.

El organismo utiliza la energía de los alimentos ingeridos para construir nuestras sustancias. Para mantener nuestra salud o restablecerla es necesario comer alimentos vivos como los cereales, que son alimentos con memoria y con luz. También se utilizan verduras de raíz (son las que tienen más energía) verduras de hoja de temporada y del lugar, legumbres, fruta del tiempo, excepto la naranja, que nos produce mucha acidez y está manipulada genéticamente, pescado, carne blanca, sal marina, miso, tamari y gomasio. Se evitan los alimentos extremos como la carne roja, los quesos, la charcutería, los huevos, las frutas tropicales, la miel, el azúcar, la leche, el café, las bebidas industriales y todo lo que no proceda directamente de la tierra o que haya pasado por la industria, incluida la industria dietética.

Para saber si un alimento es más Yin o más Yang hay que observar su origen, apariencia, composición, mecanismo [¿?] y finalidad. Conociendo y observando este Orden, nos convertimos en nuestros propios médicos, nos hacemos libres y no dependemos del juicio de los demás.

[…]

Para saber que nuestros riñones funcionan adecuadamente hay que observar si hacemos pipí tres a cuatro veces cada 24h y para saber que el estado de nuestro intestino es el adecuado, nuestras deposiciones tiene que ser sin olor (si hay olor hay fermentación), enteras (si se deshacen hay exceso de acidez) y que floten (si se hunden hay exceso de proteínas). Observando y aplicando este Orden, nos hacemos libres y felices [¿?].

(Ahí queda eso)

Los niveles de la dieta macrobiótica

Bien. Más allá de las interpretaciones más o menos personales de quien en España dicen ser expertos en esta filosofía, el grueso de aquellos que estudian y practican un estilo de vida macrobiótico (o “vida prologada” según su etimología ‘Macro’ = grande o largo; y ‘Bio’ = vida) reconocen que la forma de alimentación macrobiótica está jerarquizada en 10 niveles que van desde el -3 al 7, sin pasar por el cero. No he sido capaz de averiguar el porqué de esta curiosa forma de numerar diez niveles. Lo normal, digo yo, hubiera sino numerarlos del 1 al 10 (me pregunto por qué no los numeraron del -4 al 6 o del 592 al 601… solo por decir dos de entre las infinitas posibilidades)

El caso es que partiendo del nivel -3, el de iniciación, y con el objetivo de llegar al séptimo nivel 7 de máxima excelencia, el macrobiótico practicante va a tener que ir adaptando la composición de su dieta en base a las siguientes proporciones de alimentos:

Imagen1

Datos adaptados de Macrobiotic Guide

Tal y como se puede contrastar, la dieta macrobiótica además de basar sus postulados en las características Yin o Yang de los distintos alimentos (atribuciones que realiza sin guardar lógica alguna) es un patrón que tiende claramente al vegetarianismo para acabar siendo una dieta cerealista especialmente restrictiva. Así, las cinco primeras dietas (desde -3 a +2) incluyen alimentos de origen animal pero en una proporción claramente decreciente. A partir de ese punto (en las dietas +3 a +7) se prescinde de los alimentos de procedencia animal, serían por tanto veganas con cantidades crecientes de cereales. De hecho, el último peldaño dietético está compuesto exclusivamente por cereales en grano que además ni tan siquiera pueden cocinarse (si triturarse, pero tampoco demasiado).

Riesgos macrobióticos

Una buena parte de la población que conoce algo del tema macrobiótico suele asociar a este planteamiento oriental una imagen más o menos saludable sin conocer que en realidad, una vez en la autopista macrobiótica, su trayectoria conduce hacia un estilo dietético francamente restrictivo y deficitario en numerosos micronutrientes además de en proteínas, tal y como se puede contrastar con facilidad. Así, los riesgos de llevar una dieta macrobiótica a sus últimos niveles podría aumentar el riesgo con bastante probabilidad de ser deficitarias en proteínas, hierro, calcio, vitaminas A, D, C y B12; y por lo tanto aumentar el riesgo de anemia, escorbuto e hipocalcemia, entre otros. Tal es así que desde el punto de vista epidemiológico la dieta macrobiótica ya cuenta con víctimas mortales. Fallecimientos atribuibles en la mayor parte de los casos a llevar hasta sus últimas consecuencias sus postulados. Pero hay más.

Las múltiples alegaciones y propiedades que hacen descansar en la dieta macrobiótica quienes la promueven (como por ejemplo afirmar en ocasiones con no poca vehemencia que sirve para curar el cáncer) hace al mismo tiempo que aumenten las probabilidades de que determinadas personas abandonen tratamientos verdaderamente efectivos en favor de esta dieta… con su consiguiente riesgo.

Beneficios macrobióticos… y mi opinión

Veamos, prescindir del azúcar o de los alimentos que la incorporan en cantidades importantes como la miel; prescindir al mismo tiempo de alimentos procesados; no pasarse con los alimentos proteicos, en especial con las carnes rojas… hacer un uso más o menos importante de alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, hortalizas); priorizar el consumo de alimentos de temporada y cercanía… son mensajes con los que me he mostrado muy alineado tanto en mi vida profesional como a lo largo de muchos de los artículos de este blog. Son consejos que muchos de mis compañeros dietistas-nutricionistas darían con el fin de seguir un patrón de alimentación saludable. Sin embargo, hay víctimas colaterales (desde el punto de vista alimentario) que no tienen ni pies ni cabeza: ¿por qué se evitan las naranjas, las frutas tropicales, los huevos, etcétera?

Porque son más o menos Yang… o porque son más o menos yin… o vaya usted a saber, se me contestará. Es decir, los criterios sobre los que se construye este patrón dietético no tienen ni pies ni cabeza, no se han demostrado jamás y dudo mucho que se demuestren nunca… Déjame que te ponga un ejemplo práctico de las razones a través de las cuales se promociona este el estilo dietético. El siguiente fragmento está entresacado de uno de los libros que en la actualidad mejor acogida está teniendo en esto de la alimentación de estilo Zen (de clara inspiración macrobiótica), esta obra se llama “Revitalízate” y su autor el médico (sí, con carrera de medicina) es Jorge Pérez-Calvo:

El cereal yin (con alta carga electromagnética atrae la energía celeste yang) y al mismo tiempo su calidad yang con respecto a la tierra hace que también atraiga a la energía terrestre hacia arriba. La energía celeste por vocación llegará hasta la tierra. Así se consigue un completo flujo del chi (energía) por todo el cuerpo. Se universaliza más el pensamiento y asume una visión más holística de la realidad.

Con la carne de polaridad yang, se repele y atrae menos energía celeste. Se focaliza más la mente y se siente más atracción por lo terrestre, lo material y lo concreto. Promueve una mentalidad más materialista y menos empática con el entorno.

Es decir, poesía Zen en estado puro sin lógica alguna. En mi caso particular, si me lo hubieran vendido como que hay una tipificación de los alimentos entre aquellos que favorecen el aumento del nivel de midiclorianos y otros alimento que los disminuyen… con el fin de acercarte más al conocimiento de La Fuerza de La Guerra de las Galaxias (nada que ver con Newtons, kilopondios ni Dinas), ciertamente que un servidor hubiera quedado más complacido.

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Ahora en serio; las recomendaciones dietéticas que se postulan desde la macrobiótica pueden ser más o menos recomendables en sus primeras etapas, pero desde luego no por sus extravagantes explicaciones que pertenecen más al terreno de lo esotérico que de la ciencia. Además, en los niveles más avanzados la dieta macrobiótica supone en mi opinión un riesgo para la salud por sus claras carencias nutricionales. Todo ello sin olvidar el riesgo que supone que a alguien con una enfermedad importante se le llene la cabeza de pájaros y termine abandonando un tratamiento efectivo y basado en la evidencia. Y es que, puestos a asumir la existencia de extrañas energías en los alimentos para construir un determinado planteamiento dietético… ¿qué nos impedirá creer en fantasías e ideaciones netamente más peligrosas? ¿cuándo una «locura» pasa de ser solo divertida a ser peligrosa??

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Imagen: digitalart vía freedigitalphotos.net y Alec Guiness caracterizado de Obi-Wan «Ben» Kenobi de http://es.starwars.wikia.com/wiki/Obi-Wan_Kenobi

Vinagre: el último mono de las ensaladas… para (casi) todo el mundo

Los que ya me conocéis sabéis de mi debilidad por aquellos alimentos/ingredientes menos glamurosos: la remolacha, los rábanos, el huevo pasado por agua, son algunos ejemplos. Puedo asegurar que no es una pose, por todos esos alimentos que acerco hasta este blog siento una especial predilección. Igual me gustan más que lo que suelen gustar por mera empatía… no sé, yo creo que me gustan realmente por lo que son, aunque quizá haya algún matiz psicológico, no lo puedo negar.

Bueno, el caso de hoy podría ser candidato a la elección del alimento/ingrediente más ninguneado, es decir, sobre el que casi nadie presta la menor atención dando igual, al parecer, que sea de uno u otro origen, calidad, procedencia, etcétera. me refiero como ya sabes al vinagre. El ejemplo más paradigmático es el de las ensaladas… te puedes preocupar por no importa qué ingrediente, que si la rúcula ha de ser la del huerto de mi tía Amparo, que si estas anchoas traídas de Santoña son lo más, o que si este queso es el perfecto para la salsa César que vamos a apañar… qué decir del interés, merecido, por poner uno u otro aceite (de oliva virgen extra)… ¿pero el vinagre… quién demonios se para a pensar en el vinagre que se le ha a poner ya no solo a la ensalada en sí, sino al escabeche que supongamos se pretende elaborar?

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Me parece que tenemos una incultura mayúscula con eso de tomar cualquier vinagre. Bueno, nosotros en casa nos preocupamos por estas cosas y, de media solemos andar por las siete u ocho variedades de vinagre. ¿Te parecen muchas, te parecen pocas…? Déjame que te cuente un poco los porqués.

El origen del vinagre

La palabra en sí como es fácil intuir proviene del francés vin aigre, que se traduce kiteralmente tan fácil como “vino agrio”. Su uso se pierde en el principio de los tiempos cuando más que como un condimento el vinagre se utilizaba para conservar el bien más preciado que una persona/familia/pueblo podía poseer en aquellos remotos años: los alimentos. Esto es así ya que debido a su acidez, aportada por ácido acético, limita en buena medida el crecimiento y proliferación de muchos microrganismos y por tanto evita el deterioro de esos alimentos. La historia de este ingrediente se mantiene prácticamente inalterada hasta el S XVII, hasta entonces la inmensa mayoría de vinagres se elaboraban a partir del vino o de la cerveza, pero a partir de aquel entonces otros productos empezaron a entrar en escena.

En la composición de todos ellos el ácido acético es el elemento que les caracteriza pero sus diversos orígenes y calidades pueden dar lugar a una variedad casi infinita de vinagres en los que los compuestos volátiles y aromáticos van a desempeñar un papel muy importante a la hora de aportarles características y personalidades diferenciadoras.

Tipos de vinagre en función de su origen

Existe una importante cantidad de vinagres, entre los que destacan:

  • El vinagre de vino, así en general, ya que esta categoría podría a su vez subdividirse en vinagre de vino tinto, de Jerez, de vino blanco, de cava… o de yema, un característico y exquisito vinagre realizado con el mosto derivado del primer prensado de la uva recién recogida que dará origen al vino de Jerez.
  • Acetos balsámicos italianos (Aceto Balsamico Tradizionale di Modena” y Aceto Balsamico Tradizionale di Reggio Emilia) elaborados con mosto de uvas blancas que se deja reposar por larguísimos periodos de tiempo en barricas de roble.
  • Vinagre de Orléans, típico de la región francesa que le da nombre… se trata de un producto relativamente similar al aceto balsámico italiano pero en cuya historia encontramos el hecho de ser los primeros vinagres aromatizados con hierbas entre las que destaca sin lugar a dudas el estragón.
  • Vinagres de manzana, de sabor especialmente ácido obtenido mediante la fermentación del mosto de manzanas. Aportan por lo general un toque afrutado y son indicados para cuando se pretende elaborar una aliño más o menos suave.
  • Vinagre de malta o de cerveza que como su propio nombre indica, suelen proceder de cervezas obtenidas mediante el malteado de la cebada. Muy apreciado buera de nuestras fronteras para elaborar, encurtidos maravillosos, como por ejemplo el de nueces.
  • Vinagre de arroz, un indispensable en la cocina japonesa… que además contempla al menos tres variantes de este vinagre, el negro, el blanco y el rojo y que se emplean cuidadosamente (ellos sí que saben) en función del plato a consumir (sopas, platos agridulces, sushi…) En líneas generales se caracterizan por ser suaves, no poco dulzones (dependiendo de la variedad) y a veces con toques ahumados.
  • Vinagre destilado: En mi opinión una abominación que se obtienen por destilación antes de que todo el alcohol del mosto sea haya convertido en ácido acético. Se trata de vinagres excepcionalmente fuertes, sin apenas aromas, muy baratos de obtener (muy rápidos) y que con un colorante adecuado (para que parezca que procede del vino ya que en realidad son tan trasparentes como el agua) suelen contentar buena parte de los consumidores.

Al final, como te decía, dependerá del plato o tipo de ensalada que quiera uno realizar que tendrá que elegir un vinagre u otro, así como se tiene la sensibilidad de escoger un aceite u otro. No sé por qué si desde el más estricto punto de vista gastronómico el aceite es importante, no se ha de prestar atención a un elemento que puede desarrollar, si se elije bien, una variada y compleja colección de matices a la hora de degustarlo.

En mi opinión y a modo solo de ejemplo una ensalada de patata y remolacha pide un aceto balsámico a gritos… de los italianos o incluso del de Orléans al estragón; una ensalada Waldorf-Astoria (la que lleva manzana y zanahoria ralladas, nueces…) queda fantástica con un vinagre de cava, sin ningún género de dudas cualquier escabeche, en especial si es de caza tipo perdiz un contundente vinagre de jerez DOP… es cuestión de ir probando observando las recetas clásicas de muchos platos.

Anímate a variar de vinagre… suelen ser carísimos cuando se comparan con el vinagre básico de un súper, pero baratísimos cuando se comparan con el precio del aceite de oliva virgen extra… y más si tenemos en cuenta que duran y se estiran muchísimo más que este. Cierto es que un litro de vinagre de Jerez aceptable puede costar 7 u 8 euros… y que hay vinagres excepcionalmente caros (en especial si nos ponemos en plan pijo con las variedades italianas) pero creo que es un recurso del que se puede sacar muchísimo jugo en la cocina por muy poco precio. Me voy a por unas aceitunas que estoy salivando como si fuera un perro de Pávlov.

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Imagen: @juan_revenga

Nutrición-área 51: ortigas para muscular «natural» (curioso, pero no)

El planteamiento, así de partida, recuerda, y no me digas que no, al rollete de Popeye y sus espinacas… pero en más extravagante. Una particularidad que es precisamente, la de su exotismo, un denominador común de buena parte de todas esas soluciones para obtener grandes resultados a partir de atajos.

Para ser sincero he de reconocer que el planteamiento ortiguero era nuevo para mí hasta hace unas semanas cuando un lector me dirigió esta consulta. La idea, descrita en pocas líneas, viene a sugerir que el extracto de ortiga (Urtica dioica), más en concreto de su raíz, tendría un potencial efecto para aumentar los valores de testosterona basales y, a partir de ahí, favorecer el aumento de la masa muscular.

Una somera búsqueda en internet, en plan a lo bruto, ya sirvió para sacarme de dudas y centrar el tema. Esta “solución” es frecuentemente propuesta en el marco de algunos gimnasios, más en concreto en aquellos en los que el culto al bíceps se ha elevado al rango de religión… supongo que ya te estarás imaginando en cierta medida el aspecto de sus feligreses partidarios.

Así se puso un primo segundo de Bugs Bunny cuando dejó las zanahorias y se pasó a las hortigas

Así se puso un primo segundo de Bugs Bunny cuando dejó las zanahorias y se pasó a las ortigas

Sus defensores alegan que…

Para supuestamente obtener ese aumento de la testosterona circulante y que esta ejerza un efecto anabolizante (efecto más que contrastado de esta hormona) quienes promueven el uso del extracto de raíz de ortiga plantean lo siguiente: en realidad no es que se aumente la cantidad neta de testosterona circulante sino que su efecto radica en que algunas sustancias del extracto de ortiga, los lignanos, interferirían con las moléculas transportadoras de testosterona. De este modo, al no producirse la unión proteína transportadora-testosterona, quedaría más hormona de esta “libre” que es precisamente la forma biológicamente más activa de la testosterona.

En resumen: consumo de ortiga menos uniones de globulinas con la testosterona → más testosterona libre mayor efecto (anabolizante) de esta, que era lo que se buscaba.

Suena bien… pero ¿funciona?

Ortiga

Nadie hasta la fecha ha diseñado y publicado un estudio que con la suficiente calidad sostenga que este proceso… y su resultado sobre la masa muscular sean los que se han mencionado hace un momento. Uno de los más serios realizados hasta la fecha contrastó los niveles de testosterona en 558 pacientes divididos entre aquellos que tomaron extracto de ortiga tres veces al día durante seis meses y los que tomaban placebo… pero no encontró diferencias en la cantidad de testosterona entre los sujetos de ambos grupos. Hay que decir que el estudio en cuestión no estaba centrado en la ganancia muscular y sí en las implicaciones de la testosterona en la hiperplasia de la próstata.

En otro estudio llevado a cabo en ratas, se contrastó que efectivamente la administración de extracto de raíz de ortiga aumentaba la cantidad de testosterona en estas… las pegas metodológicas sin embargo son varias: no hubo grupo placebo, el ensayo no fue “a ciegas”, se midió solo la cantidad de testosterona, no su efecto posterior sobre la masa muscular y, evidentemente, se realizó en roedores con las dificultades que tiene extrapolar las conclusiones a los humanos. Este estudio, de nuevo, estaba enmarcado en la investigación de soluciones en los casos de hiperplasia de próstata, además de que los investigadores ofrecieron otros mecanismos de acción distintos a los anteriormente expuestos.

Por último, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) también tuvo que posicionarse sobre el posible efecto de la ortiga para “vigorizar el cuerpo”. Su respuesta fue que el hecho de “vigorizar el cuerpo” (que era lo que el solicitante preguntaba si podía usar como alegación de salud en un alimento o suplemento) es demasiado genérico y poco específico como para poder hacer una alegación de salud sobre la ortiga… Quién sabe que pasaría si se preguntaran estas cosas a la EFSA con más talento… y además se aportaran algunas pruebas, pero de momento es que nones.

En resumen: La idea de que consumir ortiga de alguna forma (o algunos componentes de esta) pueda tener un impacto sobre la masa muscular de una persona no parece descabellada pero está lejísimos de ser probada… Y es que, si algo tiene el colectivo que generalmente habita en esos tempos de adoración al cuerpo llamados gimnasios, es que suelen flipar un buen rato con este tipo de mensajes guayones.

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Imágenes: Karen Shaw vía freedigitalphotos.net y http://giphy.com/gifs/muscle-bugsbunny-ZKh7vs4vGOqqs

Pues no, las fórmulas lácteas no son iguales (y ni mucho menos mejores) que la leche materna

Parece mentira que aun nos veamos en estas, pero no puedo dejar pasar el comentar algunas cuestiones que me vinieron a la cabeza tras leer la pasada semana el post de mi vecina Madre reciente al respecto de la donación de leche materna y que se tituló: 1.315 madres, 4.967 litros, 1.500 bebés. Hoy es el Día Mundial de la Donación de Leche Materna.

Leche materna vs fórmula

De veras que me parece increíble que a estas alturas haya quien argumente que las fórmulas lácteas sean igual de buenas que la leche materna ya que según comentaron algunos participantes en el maremágnum de opiniones que se suscitó a continuación, las fórmulas artificiales actuales son de suma calidad (que sí, pero que no). Es más, según alguno cree, se le incorporan esos componentes “imprescindibles” que argumentan los partidarios de la leche materna… lo que (casi parece que se lee entre líneas) termina en un producto hasta mejor aun que la leche materna. O quizá no sea tan increíble el saber de personas que así piensan, fíjate: según este estudio se puso en evidencia que, al menos en Estados Unidos, el porcentaje de personas que estaba de acuerdo con la afirmación “la fórmula infantil es tan buena como la leche materna” pasó de un 14,3% en 1999 a un 25,7% en 2003 (no voy a hacer mayor comentario… que se me hincha la vena mala)

Mencionemos de nuevo que en este tema parece que es imposible encontrar opiniones mesuradas o simplemente educadas que no terminen en el insulto y el menosprecio del que no opina de la misma forma que uno. Es decir, que en base a mi experiencia, tanto los defensores de una y otro postura (lactancia materna vs lactancia artificial) suelen en muchos casos estar, ambos, bastante embebidos de cierto fundamentalismo. Así pues, tras santiguarse tres veces y tocar madera con los dedos cruzados mientras se pisa una caca (que es lo que los supersticiosos harían cuando uno se arriesga a volver a escribir sobre estos temas) vamos allá…

Leche materna vs fórmula: composición

Para que el que quiera utilice los argumentos que le dé la gana, pero que los utilice bien, veamos a continuación cuáles son las diferencias bromatológicas de ambos productos, de la leche materna frente a la leche artificial, de modo general. Ni que decir tiene que esta comparativa está basada en generalizaciones aceptadas de ambos productos y que dependiendo de la leche particular que se considere se podrían encontrar no pocas discrepancias aunque las características nutricionales de uno y otro producto estén más que marcadas.

Comparación leche materna fórmula

Así, tal y como se puede contrastar el mayor parecido entre la leche de fórmula y las leches maternas es su aporte energético (nada relevante en cualquier caso, un combinado de ron y refresco de cola puede tener las mismas calorías que un bocata de jamón). Sin embargo, la cantidad de proteínas es un 40% más abundante en la fórmula, tienen más hidratos de carbono y suelen tener menos grasa. Pero si encontramos notables diferencias entre la cantidad de macronutrientes, más significativa me parecen las que encontramos en relación a su calidad.

En cuanto a las proteínas en la lecha materna el 30% lo constituye la caseína y el 70% restante las proteínas del suero entre las que destacan alfa-lactoalbúmina (de alto valor biológico para el bebé), seroalbúmina, beta-lactoglobulinas, inmunoglobulinas, glicoproteínas, lactoferrina, lisozima, enzimas, moduladores del crecimiento, hormonas y prostaglandinas. Una composición cualitativa muy difícil de igualar por las diversas fórmulas ya que la fracción proteica de la leche materna es especialmente digerible e hipoalergénina cuando se compara con la de las fórmulas.

En cuanto a la grasa de la leche materna (y a pesar de sufrir importantes fluctuaciones en su contenido tanto a lo largo del periodo de lactancia como de un mismo día) posee una proporción relativamente estable en cuanto a la proporción de ácidos grasos: cerca de un 42% de ácidos grasos saturados y en torno al 57% de poliinsaturados. Toda la leche materna es especialmente rica en estos ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga y quizá por eso la mayoría de las fórmulas están enriquecidas con ellos desde hace dos o tres décadas. Sin embargo, es preciso saber que aunque la “la percha” sobre la que se construyen la mayor parte de las fórmulas lácteas para lactantes es la leche de vaca desnatada, esta se ve enriquecida con diferentes mezclas de aceites procedentes de la colza, la soja, el coco, el girasol y la oleína de palma.

El caso de los hidratos de carbono también merece mención especial. El origen de los carbohidratos de la leche materna es sin duda alguna la lactosa. Su alta concentración (en comparación con la leche de vaca) facilita la absorción del calcio y el hierro y promueve la colonización intestinal de una flora microbiana fermentativa que mantiene un ambiente ácido en el intestino que inhibe en cierta medida el crecimiento de bacterias, hongos y parásitos. Por su parte, en el caso de las fórmulas también suele ser la lactosa el principal hidrato de carbono, no obstante no es infrecuente encontrarlas con ingredientes tan poco apetecibles como el sirope y maltodextrinas de maíz.

En cuanto a los micronutrientes, las fórmulas están enriquecidas “a cascoporro” con minerales que parecen especialmente interesantes, más en concreto el calcio y el hierro cuya presencia es notablemente superior a la de las leches maternas.

Nutrientes a parte

Más allá de los nutrientes clásicos, su cantidad y origen, la leche materna presenta singularidades concretas que difícilmente podrán ser igualadas algún día en las fórmulas… o no al menos a corto plazo y a un precio más o menos asequible (como si las actuales lo tuvieran… que esa es otra). Me refiero por ejemplo a factores anti infecciosos como los anticuerpos, la inmunoglobulina A, la lactoferrina (que “secuestra” el hierro haciéndolo inaccesible a las posibles bacterias y por este mecanismo frenar su proliferación), las lisozimas… Quizá por estas razones la incidencia de infecciones es menor en lactantes alimentados al pecho que en aquellos con lactancia artificial.

Así pues: no, las fórmulas lácteas no son iguales que la leche materna… y ni mucho menos mejores. De forma que si existe la posibilidad de crear entornos en los que se estimule la donación de este preciado fluido entre las madres que les sobre leche para que otros bebés puedan aprovecharse de ello, pues bienvenido sea.

Ahora ya… que cada cual, haga lo que le dé la gana.

Si te has quedado con ganas de seguir leyendo y sobre todo profundizando sobre el tema te recomiendo sigas por este post del experto en el tema Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) Lactancia materna: deliciosa conexión entre la inmunidad de la madre y la del bebé

Y si quieres leer más en de lo publicado en el blog sobre el tema:

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Imágenes: Boians Cho Joo Young vía freedigitalphotos.net

Aspartamo, transgénicos, bisfenol A y gluten: la industria hace su agosto con la mala ciencia

De entrada estos cuatro elementos tienen en común que todos han sido objeto de al menos un post en este blog (ver enlace 1, enlace 2, enlace 3 y enlace 4 a modo de ejemplo, aunque hay más) y que han sido tratados porque son temas de candente actualidad… Pero más allá de esta circunstancial anécdota tienen bastante más en común.

El caso es que, como veremos más adelante, la mala ciencia, la pseudociencia, o la falta de evidencia al respecto de un determinado tema son utilizadas en no pocas ocasiones como motor de cambio o de “mejora” por parte de la industria alimentaria, la cual modifica su línea empresarial utilizando como “primer motor causal” las modas populares o las tendencias a pie de calle. Para los fines que en este caso se persiguen poco importa lo que la ciencia diga, lo importante es lo que piensen los consumidores que a fin de cuentas comprarán y consumirán (o dejarán de hacerlo) en base a sus creencias… ya sean atinadas o no. Tenemos muchas muestras de ello; pero en este post pretendo aportar solo el ejemplo de cuatro casos que, tal y como he puesto de manifiesto, son especialmente sangrantes en el mundo de la conspiración alimentaria: se trata del aspartamo, de los transgénicos, del bisfenol A y del gluten. Vamos allá.

El aspartamo

AspartamoEl tema del uso del aspartamo y de PepsiCo es quizá el ejemplo más actual y representativo de lo que quiero decir. Me refiero a PepsiCo, porque esta refrescante compañía ha anunciado que a partir de agosto algunos de sus productos más representativos que utilizan el aspartamo como edulcorante acalórico cambiarán su formulación en Estados Unidos dejando de usar este edulcorante y lo sustituirán por otro que no tenga (aunque injustificada) tan mala prensa entre la población general. Y a la empresa no le duelen prendas a la hora de reconocerlo. Según esta compañía, la primera causa de la caída de las ventas de uno de sus buques insignia, la Pepsi Diet, que descendió más de un 5% el año pasado, es su contenido en aspartamo que es percibido por parte de los consumidores como un riesgo para la salud. Da igual que PepsiCo sepa que el uso del aspartamo es seguro… el consumidor es el que consume (valga la redundancia), el que por tanto aumenta sus beneficios… y si este, el consumidor, le asocia un perjuicio potencial a su consumo da igual lo que diga la ciencia al respecto, PepsiCo prescinde de él y ya está… todos más contentos: el consumidor que adquiere un refresco más saludable que no tiene el diabólico aspartamo (nótese la fina ironía) y ellos, la empresa, haciendo (más) caja. Que la evidencia al respecto de la seguridad del aspartamo sea otra pasa a un segundo plano o, directamente, se manda a tomar… viento. La pela es la pela.

Los transgénicos

TRansgénico

Otro de los ejemplos más característicos de lo que quiero decir lo tenemos en la cadena de comida rápida con aura beatífica Chipotle, de la que a estas alturas ya me estoy arrepintiendo del post que le dediqué. El tema es que, tal y como puedes comprobar en el primer enlace de este apartado, esta cadena de “restaurantes” ha decidido prescindir de cualquier ingrediente transgénico en su oferta en base a tres argumentos: 1º que teóricamente (dicen) aun no se conocen los efectos a largo plazo sobre los consumidores y el medio ambiente de los productos transgénicos; 2º que el cultivo de transgénicos podría dañar el medio ambiente y; 3º que Chipotle debería ser un lugar en el que los consumidores pudieran consumir alimentos libres de productos transgénicos. Resulta curioso el observar que su tercer argumento en realidad no sea argumento alguno sino la reiteración de la decisión adoptada, es decir, prescindir de los alimentos de origen transgénico.

En cualquier caso, en mi opinión resulta lamentable el pretender usar unos argumentos que en realidad están más que contrastados, mientras se genera la duda, el temor, de que no lo están. Llegados a este punto creo que puede resultar especialmente interesante consultar este post al respecto de las 7 argumentaciones propagandísticas de quienes están en contra de los productos transgénicos.

El bisfenol A

Bisphenol_AEl tercero de los ejemplos alude a la decisión de algunas empresas, e incluso países, de prohibir el uso controlado del bisfenol A en los envases en contacto con los alimentos. Así, diversas empresas han optado en prescindir de este elemento y usar su ausencia como argumento de venta de sus productos a pesar de que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) acaba de emitir un informe relativo a la ausencia de riesgo con respecto a la actual exposición a esta sustancia, tal y como te conté en esta entrada.

Lo más curioso de este caso es que los más partidarios de las teorías conspirativas argumentan como punto a favor de la eliminación del bisfenol A que países como Francia o Canadá ya han prohibido su uso lo que, al usar estos argumentos, en esencia, no hace más que poner en evidencia la falacia populista, es decir, la que utiliza como argumento “lo que hacen muchos” para dar por buena una determinada acción… y eso, perdónenme que se lo diga, no es precisamente ciencia. Y es que, si algo tiene la ciencia, es que es muy poco democrática: la razón no se obtiene por mayoría.

El gluten

Para terminar con los ejemplos, acabo con una de las tendencias populares más en alza a día de hoy y que ha desembocado en una estrategia comercial concreta por parte de numerosas empresas a la hora de saber aprovechar el miedo indocumentado de una buena parte de la población. Es decir, en este caso, tal y como sucede en los anteriores, se trata de explotar un jugoso filón mercantilista que, sin ciencia… o al menos sin la suficiente ciencia que respalde ese miedo, termine en un interesante beneficio para la empresa que sepa aprovechar el desustanciado tirón. Así lo puse de manifiesto en varios post anteriores cuando me referí a los pretendidos beneficios universales de la dieta exenta de gluten (aquí, aquí y aquí).

La dieta exenta de gluten (más allá de que alguien sea celiaco o posea la denominada y aun poco clara sensibilidad al gluten no celiaca) causa furor, y tal y como ponen de relieve numerosos estudios prospectivos, constituye una destacada tendencia desde hace años con el fin (muy poco claro a la luz de la evidencia) de obtener algún beneficio sobre la salud.

Así, resulta francamente destacable que a pesar de que cada vez más gente busca productos “libres de gluten” con el fin de mejorar no importa qué condición de salud, la ciencia no encuentra justificación para esos pretendidos beneficios. Sin embargo, la realidad no importa cuando se contrasta el mercado y se observa cómo, cada vez con mayor frecuencia, se realizan alegaciones buenrollistas al respecto de la ausencia de gluten en no importa qué alimento. A este respecto merece muy mucho la pena echar un vistazo al artículo de revisión ¿Es el gluten el gran agente etiopatogénico de enfermedad en el siglo XXI? en el que se contrasta lo que te digo: un mercado que crece como la espuma fruto de la demanda popular a pesar de que la ciencia no atribuye, ni de lejos, lo que el consumidor pretende encontrar en una dieta exenta de gluten:

Revisada la literatura se intuye un posible efecto positivo de ciertos grupos de pacientes diagnosticados con enfermedades neuronales, y sin antecedentes de celiaquía o sensibilidad [al gluten no celiaca que] podrían beneficiarse de la dieta exenta de gluten. Esta posible evidencia, sugiere la necesidad de futuras líneas de investigación que podrían dar resultados muy esperanzadores. Para [el resto de] la gran mayoría de enfermedades aún es pronto, aunque consideramos que es necesario realizar estos estudios, ya que la gran inmensidad de resultados, poco consistentes y de poca evidencia científica que hemos observado en bases de datos no científicas, está ocasionando que la población general esté orientándose hacia la elección de productos sin gluten, como un patrón de dieta más saludable, sin que nosotros hayamos podido encontrar esta asociación en la presente revisión.

Sea como fuere, creo que estos cuatro ejemplos ponen de relieve con claridad meridiana cómo la opinión popular influida por una mala interpretación de la ciencia (o directamente, por la pseudociencia) condiciona las iniciativas de la industria alimentaria cuando al parecer lo más importante para esta lo constituye el balance de cuentas. Una pena, ya que de esta forma lo único que se consigue es entrar en un peligroso ciclo de retroalimentación positiva no limitado.

Con todo esto no quiero decir que corras a abrazar ahora refrescos con aspartamo, alimentos transgénicos, envases con bisfenol A o productos sin gluten… no. Más que nada porque una alimentación más o menos correcta y segura no tiene ninguna necesidad de estos elementos. Pero lo que sí quiero decir es que nuestras decisiones alimentarias no deberían tampoco estar basadas en la pseudociencia o en datos parciales de la ciencia… por muy habituales que sean.

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Imagen: Yikrazuul y Calvero vía Wikimedia Commons; Mister GC vía freedigitalphotos.net

Qué demonios es una «taza de café» y qué me puedo encontrar dentro

Café variadoSe agradece que de vez en cuando y aunque sea por mera casualidad, la actualidad investigadora apoye los contenidos de algunos temas ya tratados en el blog.

No hace demasiado tiempo te contaba que conocer la cantidad de cafeína en “un café” era una cuestión francamente azarosa a resultas de no conocer, como consumidores, la variedad del café que se nos sirve, el grado de tostado al que ha sido sometido, ni la forma de realizar ese café. Además de otros factores, estos tres elementos citados (variedad, tostado y forma de extracción) son también los más importantes a la hora de poder intuir de alguna forma la cantidad tanto de cafeína en un café determinado, como la concentración en otras sustancias características del café, los compuestos fenólicos, que tan a menudo se relacionan con diversos efectos sobre la salud.

Así pues, tal y como te cuento, se acaba de publicar un artículo titulado Variations in caffeine and chlorogenic acid contents of coffees: what are we drinking? (Variabilidad en las cantidades de cafeína y ácido clorogénico en el café: ¿qué estamos bebiendo?) que pone de relieve de forma empírica las concentraciones variables de estos dos elementos (cafeína y ácido clorogénico) en diversos cafés en base a su origen, tostado y forma de preparación en tres ciudades europeas, en concreto en Pamplona, Parma (Italia) y Glasgow (Escocia).

Como dato interesante que desconocía creo destacable mencionar que con independencia del origen del café (bien sean variedades arábica o robusta, la segunda con una mayor cantidad de cafeína que la primera) la cantidad de cafeína en los granos de café se mantiene más o menos estable con independencia del grado de tostado que se haya practicado sobre ellos. Sin embargo, y a diferencia de la cafeína, la cantidad de compuestos fenólicos presentes inicialmente decae a medida que se aumenta el grado de tostado sobre los granos. De esta forma, adelanta el estudio, la relación entre la cafeína y los compuestos fenólicos analizados son un buen indicador del tostado que se ha practicado sobre el café: a mayor relación cafeína/compuestos fenólicos, tostado más intenso y viceversa.

Con estas premisas, los resultados hallados en este estudio se concluye que de todos los cafés analizados en estas tres ciudades se ha encontrado una variación enorme en el contenido de cafeína que oscila entre los 48 hasta 317 mg por café; y de 6 hasta 188 mg en el caso de los ácidos cafeilquínicos (familia que acoge al conocido ácido clorogénico). Así mismo, se ha contrastado que el volumen por “taza de café” servido es especialmente variable (¡de 13 a 104 mL en el caso de los espresso analizados!) y, por tanto, la medida popularmente mencionada como “una taza de café” no es una medida reproducible… o que de serlo, depende mucho de en dónde se mencione. Aspectos todos ellos de una importante repercusión a la hora de recomendar y vincular el efecto de esta bebida en la salud de los consumidores.

Más en concreto, y en relación a los resultados obtenidos en los cafés españoles (en realidad en relación a los café servidos en Pamplona) la cantidad de cafeína por taza de café fue la más uniforme con variaciones de entre 97 a 127 mg por taza, frente a las de Parma (73 a 135 mg) y las de Glasgow (101 a 275 mg). A su vez, se puso de manifiesto que en España (en realidad al menos en Pamplona) se prefieren variedades café con un tostado más suave ya que la concentración de ácidos cafeilquínicos fue la más alta, y por lo tanto obteniendo una relación cafeína/ ácidos cafeilquínicos más baja.

En resumen

Café desde el origen

Si te interesa una mayor cantidad de cafeína opta por cafés realizados con la variedad robusta. Si por el contrario prefieres cafés con menos cafeína, elige arábica (todo ello dejando a un lado las diferencias en el aroma, sabor, etcétera inherente a estas variedades y sus diferentes orígenes)

Si por otro lado estás interesado en hacer un buen acopio de compuestos fenólicos a partir del café, deberías optar por los cafés menos un menor proceso de tostado. En este apartado resulta significativo mencionar que además de la observación de los cafés mencionados an las cafetrías de 3 ciudades europeas (Pamplona, Parma y Glasgow) el estudio también observó la cantidad de cafeína y compuestos fenólicos de cafés instantáneos (6 de la marca Nestlé, uno de Fortaleza y otro más de Marcilla) resultando que el producto “Nestlé Green Blend” ofrecía una concentración de compuestos fenólicos excepcionalmente alta frente al resto. Además, en relación a los cafés preparados con café soluble (instantáneo) la cantidad de cafeína fue sustancialemente menor a la encontrada en los cafés espresso de cafetería con valores que oscilaban entre los 48 y 88 mg de cafeína por ración (= 2g de café instantáneo en 125 mL de agua hirviendo)

Al final, los autores del artículo hacen un llamamiento, totalmente lógico, con el fin de que los consumidores puedan estar mejor informados. Teniendo en cuenta que: 1º anualmente se consumen 500 mil millones de taza de café; 2º que en su consumo se hacen descansar numerosas connotaciones relacionadas con la salud y; 3º que la variabilidad de los elementos presentes en una “taza de café” es excepcionalmente alta en base a su origen, procesado, volumen servido y forma de obtención… se debería mantener mejor informados a los consumidores en relación al café que en cada momento tienen delante y de su composición, al menos en base a su contenido en cafeína y compuestos fenólicos.

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Nota: mi agradecimiento a Marc Casañas (@Firefly_fan) por hacerme llegar este estudio

Foto: kanate y amenic181 vía freedigitalphotos.net

Carbón activado en los zumitos detox (la penúltima pijochorrada)

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Por favor, que alguien me diga que de verdad no hay nadie por ahí detrás partiéndose la caja (la recaudadora) con esto de la moda detox, los zumos ultra-depurativos, el carbón y tal… Tiene que haberlo.

No sé si te has enterado, supongo que sí, si en especial tienes las neuronas abducidas por aquello del rollete new age-alternativo (en realidad, que lo sepas, new age y alternativo redundan en el mismo concepto) pero por si acaso te lo cuento: a la moda esta de los licuados más verdes que la rana de los smacks de kellogg’s ha llegado el ingrediente místico-científico-guay que le faltaba: el carbón activado. Ahora, con el carbón activado, los zumos de marras saben igual de mal que antes, realizan la misma acción detox que antes, ninguna, pero con un color mucho más… como diría yo… de chipirón. Eso es, tan oscuro como Darth Vader dándose un baño de espuma con jabón de La Toja en un pozo de petróleo por la noche. Todo sea por la salud alternativa. No queda tan chic como antes, eso es cierto, el verde aquel era espectacular, pero es que en este momento cuando lo chic se pasa de rosca, lo chic es lo no-chic. No sé si me entiendes. Tampoco te culpo.

Esto se parece cada día más al desayuno de unos supuestos picapiedra alternativos, ya me lo estoy imaginando. El cabeza de familia, Pedro, con su desayuno tradicional desintoxicante, a base de arcilla, el niño, Pebbles, algún licuado verde como de saurópsido, es decir como de dinosaurio, pero vegetal-tradicional, con bien de apio, perejil, acelgas, espinacas y cúrcuma; y ella, Vilma, lo mismo pero enriquecida la detoxificante bobada con carbón activado. Lo creas o no esta parece ser la última moda al respecto de la tontería de turno. Todo sea por la limpieza de intestinos y purezas de colon (el aloe vera y el limón parecen a su lado rudimentarias reliquias de la prehistoria purgativa. Totalmente demodé)

Cómo no, el actual origen mercantilístico del uso del carbón activado como estupidez depuradora ha venido de la mano de la de siempre: Gwyneth Paltrow. Es más, yo no tomaría otra cosa que aquella que hubiera puesto de moda esta especie de veleta buenrollista con el cerebro en paradero desconocido. Así lo dicen aquí, y si lo dicen es que será verdad. Para hacer el mejor zumo limpiador (léase detox) estos son los Tips (los tips quedan muy chic) de la receta:

  • Vegetables cold pressed (vegetales prensados en frío): Con este método de extracción los ingredientes, nutrientes y antioxidantes no se oxidan ni degradan y por tanto se mantienen más intactos.
  • Organic (ecológico): Por razones obvias las frutas y verduras deben estar libres de pesticidas [es decir, también por razones obvias, para comerte todo el estiércol con el que se abonan]
  • Raw & unpasteurized (crudo y sin pasteurizar): Utilizar verduras crudas que no se han calentado maximiza los nutrientes
  • Never High Pressure Pascalization (Nunca recurras a verduritas sometidas a procesos de Pascalización mediante altas presiones): Algunos fabricantes desaprensivos de la industria alimentaria guayona, pero malotes en su ser más íntimo, recurren a la Pascalización mediante altas presiones con el fin malicioso de alargar la vida útil de los zumos de las verduritas ecológicas, lo que les permite distribuirlos con seguridad en distintos puntos de venta y realizar envíos de sus productos a las tiendas de comestibles. No siempre será posible, pero por el bien de tus enzimas antioxidantes que vas a detoxificar es mejor elegir eco-licuaditos sin Pascalizar [Va en serio que me sentiría muy defraudado si no hubiera por ahí ningún vendedor de mandangas orgánicas partiéndose de risa)

La realidad (activada)

El carbón activado en realidad es una sustancia de uso sanitario ante situaciones reales de intoxicación. Es decir, algo que afortunadamente no se da en el día a día: si no te has comido una ración de setas ponzoñosas (u otras cosas venenosas por vía oral) nadie necesita ningún zumo detox y mucho menos que esté aderezado con el ¿de verdad? atrayente carbón activado.

Este elemento que en definitivas cuentas no es absorbible por la mucosa intestinal, se usa en situaciones críticas y puntuales para reducir la absorción de determinados fármacos, si es el caso, o de algunas sustancias tóxicas o venenos que se hayan podido ingerir accidentalmente o de forma voluntaria y con el fin de impedir en lo posible su absorción. Además, es interesante saber que aunque la eficacia del carbón activado no está bien documentada para todos los medicamentos y venenos, este se ha convertido en un elemento protagonista en la mayor parte de los protocolos de (verdadera) intoxicación. Es decir, la administración de dosis importantes de carbón activado tiene la finalidad médica de “arrastrar” aquella sustancia nociva que por la causa que fuera está presente en el tracto gastrointestinal, siendo su uso hospitalario.

Al mismo tiempo, la amplia capacidad adsorbente (ahora con «d») del carbón activado le hace ser también un elemento indispensable en determinadas máscaras de gas, filtros de agua… y en plantillas para que no te canten los pinreles.

En realidad, y volviendo a la cuestión alternativa, la cantidad que se añade de carbón activado a los zumos de la discordia es prácticamente anecdótica en relación a su uso racional en el ámbito hospitalario. Es decir, lo único que se consigue es dotar a la tontería licuada de un glamour inversamente proporcional a su efecto real. Lo más gracioso del tema es que en base a su poder adsorbente, este ingrediente también es capaz (y no poco) de robar, quelar, secuestrar, adsorber algunos nutrientes como por ejemplo las vitaminas del grupo B (tiamina, niacina, piridoxina, biotina) y el ácido ascórbico (vitamina C) con lo que su uso, además, implica un licuadito limpiador menos nutritivo que si no se usara el carbón de marras, o sea, menos vitamínico.

En resumen, el carbón activo no “limpia” ni detoxifica nada que no se encuentre en el tracto digestivo de quien lo ingiere, salvo, eso sí, unos cuantos, no pocos euros de la cartera. Porque la bobada esta es de todo menos eficaz para lo que se propone y barata.

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Nota: esta entrada ha tomado como inspiración este post del blog Science-based Medicine

Imagen: Instagram/LuliTonix