El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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La gastronomía como motor afrodisiaco… y déjate de «cachondinas»

Fresa y chocolateCachondina: este era el ingrediente estrella de los chistes verdes de mi adolescencia y juventud. Una supuesta sustancia imaginaria, líquida o en pastillas, que consumida por no importa quién aportaba unas ganas irresistibles de trincarse cualquier cosa que se moviera. Daba igual el género, hombre o mujer; daba igual también el grado de puritanismo inicial… si te ponían cachondina en la comida o en la bebida ya se podía dar por jodido cualquier cosa, animal o persona que se te cruzara en el camino. En los chistes daba mucho juego, lo aseguro. Pero solo en los chistes.

Junto al superpoder de la invisibilidad, el de volar o el de ser indestructible, muchos hemos fantaseado con la posibilidad de tener un bote de cachondina para ponérselo en el plato a nuestro tesoro sexual más reacio. La ciencia también se ha puesto a ello, es decir, se ha puesto a trabajar para buscar esa codiciada sustancia que tantos compradores tendría de existir… pero no la ha encontrado. Ya te lo contaba un día tal como el de hoy de hace un par de años: los alimentos afrodisíacos no existen.

Sin embargo, en el terreno de las pseudociencias hay cachondina para parar un tren, mucha ciencia milenaria, mucha ciencia natural y tradicional que, al final, no sirve para nada salvo para abusar del bolsillo de los crédulos y que no ha podido demostrar su eficacia.

Volviendo a lo más o menos serio, en cierta medida se hace complicado encontrar artículos científicos que traten en concreto de la posible existencia de estimulantes sexuales entre los alimentos, en vez de problemas particulares relacionados con el sexo de uno y otro género (lo más típico la disfunción eréctil en el caso de los hombres o la frigidez en el caso de las mujeres). Además de los artículos citados en la entrada de hace dos años, he encontrado esta revisión que supuestamente explora los remedios afrodisíacos vegetales que se supone están probados científicamente. El artículo, al final se centra en la mención de cerca de 17 remedios Phytoafrodisiacos, que luego no lo son. En la mayor parte de los casos las plantas mencionadas tienen un efecto sobre disfunciones sexuales más o menos frecuentes (impotencia, cantidad de espermatozoides, etc) más que en el efecto de aumentar la libido, que es en esencia de lo que se trata cuando lo que queremos encontrar es la tan ansiada cachondina. O bien, que esa es otra, menciona plantas que al parecer tienen ese ansiado efecto… en estudios realizados en ratas. Es decir, casi nada de nada.

Comida en compañía

Así pues, si lo que nos interesa es… lo que nos interesa, lo que nos queda a título práctico es lo de siempre, a currárselo, ya lo siento. Pero esta realidad no ha de ser motivo de desaliento, más al contrario. Tal y como recogía Manuel Vazquez Montalbán en su libro “Recetas Inmorales”…

No se trata de buscarle tres pies al gato de una supuesta cocina afrodisiaca, sino de concebir el comer en compañía como una situación afrodisiaca en sí misma, sobre todo si la química de los alimentos se corresponde con la de los comensales.

Se trataría por tanto de convertir o de prolongar el acto de comer en un acto de amor. Para ello la gastronomía puede convertirse en un aliado conveniente si se sabe rodear de una cierta distinción, de misterio… y todo ello aliñado con sugerentes insinuaciones. Al final, pocas verdades más ciertas en este sentido como aquella que sostiene Isabel Allende al afirmar que el primer afrodisiaco es el amor.

Además de esta entrada quizá te interese consultar esta otra: ¿Te “alegras de verme” o acaso tomas fitoterapia adulterada?

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Imagen: luigi diamanti y Ambro vía freedigitalphotos.net

Fetichismo sexual alimentario con origen japonés: nyotaimori o sushi corporal

Vaya por delante esta no-noticia: después de un año, hoy catorce de febrero de 2013 sigue sin haber pruebas evidentes de la existencia de un alimento que posea facultades claramente afrodisiacas. Así que en este terreno he de remitirme a la entrada de hace un año ¿Existen los alimentos afrodisiacos?

Así pues, y en relación con los alimentos, habrá que buscar este estimulante efecto no en su composición sino en los rituales o liturgias en los que los incluyamos. La estrategia es vieja como ella sola y de tiempo en tiempo sale a colación en novelas, películas, etc. (Historia de O, Un tranvía llamado deseo, Nueve semanas y media…)

Pero últimamente ha llamado mi atención un concepto del que no había oído hablar hasta ahora (y mira que me gusta la gastronomía japonesa): se trata del sushi corporal, body-sushi o más propiamente dicho nyotaimori. En esencia se trata de servir sushi y sashimi sobre el cuerpo desnudo de una mujer, como si esta fuera el plato o bandeja vamos. Existe una variante de esta práctica cuando el plato es un hombre, entonces recibe el nombre de nantaimori.

Sushi corporalEl caso es que esta práctica ha despertado un cierto revuelo en los últimos días cuando un restaurante de Castellón se ha visto obligado a dejar de ofrecer esta opción en su carta dada la avalancha de quejas presentadas al Observatorio de Publicidad No Sexista considerando que esta práctica atenta «contra la dignidad de la mujer» según la Conselleria de Bienestar Social. Está claro que al parecer el restaurante solo ofrecía la versión femenina del plato, pasando por alto la opción masculina. De otra forma no sé yo si las quejas hubieras tenido tanto sentido.

El tema tiene bastantes aristas, de entrada la cuestión del uso del cuerpo humano, su cosificación, con independencia del sexo elegido. En cualquiera de ambas posibilidades no deja de ser una práctica que si no se realiza con el máximo respeto y ofreciendo todas las garantías no deja de tener, especialmente para algunos, unas características implícitas demasiado utilitaristas. No lo sé, yo no lo tengo claro a este respecto. Supongo que una práctica tan particular habrá de ser observada en el marco de la cultura que le dio origen, y no sé hasta que punto otras sociedades pueden asumir esa misma metafísica. Si es que la tiene.

Sin embargo, el mayor de los inconvenientes que yo le veo es el tema de la higiene alimentaria. No cabe ninguna duda que en la elaboración del sushi, no tanto del sashimi, se ha de manipular con las manos el producto, pero eso es algo inevitable. Lo que sí es evitable, es la presentación sobre el cuerpo desnudo y eso no esta exento de, poco o mucho, de un aumento del riesgo de contaminación. Algo poco deseable. No me malinterpretéis no soy una persona especialmente escrupulosa, yo diría que lo justo (claro, que voy a decir) pero no sé hasta qué punto me haría gracia este tipo de espectáculos. Porque en mi opinión se trata de eso, de un espectáculo; la gastronomía nada tiene que ver, no creo que por estar sobre el cuerpo de alguien el sushi cambie sus propiedades organolépticas. Salvo por la temperatura, eso sí, pero si es cuestión de comer el sushi a 37ºC creo que hay soluciones más prácticas. No sé, yo lo veo más como una especie de cena (o comida) con espectáculo. Las hay con música en directo, con striptease, con monólogos, etc. y también por lo que se ve con este tema.

Será cuestión de la edad, aunque creo que no, hace 20 años creo que sería de la misma opinión; pero si es por el carácter afrodisiaco de un encuentro gastronómico yo prefiero reunirme para cenar con quien poder hablar, compartir, reír, etc. sabedor de que con quien lo hago es el objetivo de mis deseos más carnales… y a la inversa. Y el practicar el nyotaimori con mi partenaire como comensal no creo que aumentara mi líbido y mucho menos haciendo de plato mudo e inmóvil. En fin, para gustos los colores.

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Foto: Wikipedia Kerry Smith

¿Existen los alimentos afrodisiacos?

 

Muchas felicidades a los Valentín, Valentino y a las Valentina, y muy en especial a todas aquellas personas que estén enamoradas y aprovechen este día para demostrárselo. Desde mi experiencia personal he de reconocer que aunque este día esté bien, merece más la pena dedicarle a ése enamoramiento una media constante mayor, que hacer concretas exaltaciones en días señalados como el actual.

Bueno, en días tan especiales como el presente es probable que muchos de ustedes quieran celebrar la festividad con una noche cuajada de gula y lujuria, y que para ello hayan pensado en sacar partido de un elemento como predisponente para el siguiente (sea en el orden que sea, ya que mi amigo Jesús sostiene que a él, «el comer le da hambre», en cualquiera de los dos sentidos). Dicho de otra forma: ¿Existen los alimentos afrodisiacos, se puede aumentar la probabilidad de contacto carnal con el uso de determinados alimentos?

Antes de meternos de lleno con este tema, merece la pena tener en cuenta uno de los comentarios de este blog, en el que JC sostenía que es fácil, en cuestiones de nutrición, encontrar resultados de estudios científicos en un sentido y también, al mismo tiempo, en el contrario. Dándole toda la razón, maticé que dada esta «problemática» se hace imprescindible acoger con más garantías aquellos estudios que aportan una mayor evidencia científica. Así, frente a artículos discretos con escasa evidencia sobre un resultado, también se pueden encontrar otros artículos con estudios mejor diseñados, con más muestra y con menos conflictos de intereses. ¿Con cuál o cuáles nos quedaremos para aumentar la probabilidad de no confundirnos? Sin duda alguna con los que observan el resultado más nítido, menos desenfocado, desde más cerca, es decir, con los que aportan más evidencia científica. Esta cuestión, será tema para una entrada específica cualquier día de estos… o varias, me temo.

Antes de continuar con la entrada de hoy conviene atender a una definición libre, pero más a menos aceptada de qué se supone que es un alimento afrodisiaco. Se trataría en este caso de cualquier alimento con capacidad de despertar el instinto sexual, inducir al contacto carnal y/o que aumenta el placer o el rendimiento sexual.

¿Existen a la luz de esta definición los alimentos afrodisiacos? La verdad es que hay mucha literatura al respecto, pero mucha de ella está enmarcada en la ciencia basura o mala ciencia más directamente. Hay mucha creencia, mucha fe, anclada en prácticas y costumbres de siglos atrás, de culturas “milenarias”, mucha “ciencia onírica”, pero de la buena hay verdaderamente poco (pero suficiente), y lo que hay de esa, me temo, que no les va a entusiasmar demasiado. Pero vayamos por partes.

Una búsqueda de artículos científicos de cierta calidad relacionados con el tema de alimentación afrodisiaca, o alimentos afrodisiacos o nutrientes afrodisiacos o aumento del deseo sexual y alimentos, en ensayos clínicos, ensayos clínicos aleatorizados, revisiones y meta-análisis en humanos arroja pocos resultados (busco sólo en humanos porque considero que las expectativas de zoofilia este San Valentín no serán demasiado elevadas). La mayor parte de ellos aluden al tratamiento de la disfunción eréctil, algo que en principio (en principio, subrayo) no interesa demasiado para este artículo.

En resumen, no existen artículos con suficiente calidad que hable de las probadas propiedades de las ostras, de las fresas, de los higos, de los espárragos, de la trufa, de la vainilla, del chocolate… o del alimento que ustedes consideren como alimentos afrodisiacos. Lo único que he encontrado con suficiente enjundia son estos dos artículos:

El primero, una revisión de 2011 que analizó el efecto afrodisiaco de distintas hierbas “naturales” para tomar en infusión con pretendido poder afrodisiaco, pero que al final se centraba en especial en la disfunción eréctil y su tratamiento. Es decir, no alimentos como tal y, por tanto, poco adecuado para una cena romántica con expectativas; imagínense: “Cariño, hoy que es San Valentín, te voy a invitar a cenar unas tisanas magníficas”. Estas cosas dan poco juego desde el punto de vista gastronómico.

La segunda, otra revisión de 2010, bastante mejor trabajada que la anterior, pero que de nuevo hacía especial hincapié en la disfunción eréctil. No obstante, me gustaría trear a colación alguno de sus contenidos que me parecen bastante esclarecedores de cómo se suele abordar el tema sexual-alimenticio. En los resultados de la revisión se dice (casi) textualmente: Existe escasa evidencia en la literatura [científica] para recomendar el uso de afrodisíacos naturales para la mejora bien del deseo y/o bien el rendimiento sexual. Los datos sobre la eficacia de la yohimbina no es compatible con el amplio uso de esta droga [no alimento], que sólo tiene efectos leves en el tratamiento de la disfunción eréctil psicógena. Aunque hay una tendencia positiva hacia la recomendación de ginseng como un afrodisiaco eficaz, se precisa de más estudios y en mayor profundidad para abarcar este amplio tema y su mecanismo de acción antes de sacar conclusiones definitivas. Los datos sobre el uso de afrodisíacos naturales en las mujeres es limitada». Y en  las conclusiones dice: “El conjunto de la actual evidencia con respecto a las pruebas objetivas existentes indica que no existen los afrodisiacos naturales como un tratamiento efectivo para las disfunciones sexuales masculinas o femeninas. Ya se trate de  hombres “potentes” o de hombres con disfunción eréctil la búsqueda de afrodisíacos naturales continuará a pesar de los decepcionantes datos actuales sobre su efectividad”.

En resumen, la compañía, el marco, la complicidad, la intención, etc. son los verdaderos motores afrodisiacos de una relación. A ver si con un ejemplo me explico mejor: El consumo de un bocadillo de tortilla de patatas maridado con Pepsi-Max compartido con una morbosa pareja que albergue idénticas y lubricas intenciones que las propias terminará casi seguro en el sofá, la cama, la cocina, el ascensor o el garaje con el disparo de fantásticos cohetes artificiales. Sin embargo, un menú a base de ostras, algas exóticas, pezones de fruta (= fresas) con caviar y champagne francés Dom Perignon «disfrutado» junto a un adefesio y que además este adefesio esté de mala gaita acabará casi seguro en dolor de cabeza por alguna de las partes.

En definitiva, el alimento en sí mismo no es el elemento importante, sino más bien la intención o la compicidad con la que se eligen, se preparan, se comparten, se decora la mesa, se prepara el entorno, la música, etc. y como no, las expectativas de la pareja al respecto.

Que ustedes se disfruten.

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Foto: Dremstime free stockphotography.