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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Nutrición y trastornos del espectro autista (capítulo 2): muchas dudas y pocas certezas

Dudas y respuestas

El pasado viernes, en el capítulo 1 de esta mini saga, se abordaron las posibles (y poco claras hasta la fecha) causas de los trastornos del espectro autista (TEA) durante el embarazo y su relación con la situación nutricional de la madre. Así, y como lo prometido es deuda, hoy toca conocer qué se sabe de cierto al respecto de los posibles tratamientos de niños diagnosticados de TEA cuando esos tratamientos están vinculados con la alimentación, o más en concreto con algunos nutrientes determinados. Ya te adelanto que de lo que se sabe de verdad, “a ciencia cierta”, hay poco.

Introducción general sobre el tratamiento de los TEA

Tal y como te conté, como no hay un único TEA, tampoco hay un único tratamiento para las personas diagnosticadas con algún tipo de estos trastornos. Además, como hasta el momento los TEA no tienen cura y en una buena parte de los casos se desconocen las verdaderas causas, no existe ése fármaco o sustancia que lo “cure” y que a muchos nos gustaría que existiese. Así, el Centro de Control de Enfermedades (CDC) norteamericano reconoce que:

No hay un tratamiento único e ideal […]. Sin embargo, es muy importante enseñarle al niño las destrezas específicas en un contexto bien planeado y estructurado. Algunos niños reaccionan bien a un tipo de tratamiento mientras que otros tienen una reacción negativa o no reaccionan para nada al mismo tratamiento. Antes de escoger el programa de tratamiento, es importante hablar con los proveedores de atención médica del niño para comprender los posibles riesgos y beneficios.

También es importante recordar que los niños con TEA se pueden enfermar o lesionar de la misma manera que los otros niños que no tienen estos trastornos. Los chequeos médicos y dentales de rutina deben ser parte del plan de tratamiento. A menudo es difícil saber si la conducta de un niño está relacionada con una TEA o si es producto de una afección independiente. Por ejemplo, los cabezazos contra un muro pueden ser un síntoma de TEA o un signo de que al niño le duele la cabeza […]. Vigilar un desarrollo saludable significa no solo prestar atención a los síntomas relacionados con los TEA, sino también estar pendiente de la salud física y mental del niño.

Así, con este necesario preámbulo, el CDC clasifica las distintas propuestas de tratamiento actuales de TEA en cuatro grupos: terapias conductuales y de comunicación; tratamientos nutricionales; tratamientos farmacológicos y; medicina complementaria y alternativa

Como verás, aunque los tratamientos nutricionales están claramente diferenciados de aquellos pertenecientes a la medicina complementaria y alternativa, el CDC reconoce que sobre los primeros (y qué decir sobre los segundos) existen muchas propuestas (nutricionales) que no cuentan con la base científica necesaria para hacer una recomendación general. Un tratamiento no comprobado puede ayudar a un niño, pero no a otro.

De esta forma, en el abordaje de los TEA la mayor parte de los tratamientos generales incluyen algún tipo de consideración en relación a la alimentación. De forma general, estos cambios suelen incluir la eliminación de ciertos alimentos y la frecuente utilización de suplementos vitamínicos o minerales. Los tratamientos nutricionales se basan en la idea de que las alergias a los alimentos o la falta de vitaminas o minerales causan síntomas de TEA. Sin embargo, y a pesar de que algunos padres creen que los cambios en la alimentación provocan cambios en la manera en que el niño siente o actúa, lo cierto es que no hay un consenso científico a este respecto tal y como se verá a continuación. En cualquier caso antes de cambiar en algún sentido la alimentación de su niño con TEA es imprescindible hablar antes con su médico y con un nutricionista para asegurarse de que el niño recibe unos aportes nutricionales adecuados.

TEA y tratamiento nutricional: lo que se sabe y nada es casi lo mismo

Que más nos gustaría a nosotros que las cosas fuesen tan “sencillas”, pero va ser que no. A pesar de que no pocas personas se han subido al carro de tratamientos alternativos (entiéndase en este caso, sin pies ni cabeza) de la mano del Dr. Aprovechategui (= aprovechemos el filón de gente desesperada) y de que existen infinidad de planteamientos nutricionales que proponen tratar en mayor o menor medida los síntomas de los TEA, lo cierto es que no hay nada, de nada, claro. Ni los que proponen la restricción de ciertos elementos nutricionales (el más típico y recurrente en la actualidad el famoso gluten que sale hasta en la sopa), ni tampoco los suplementadores o enriquecedores, en el que los ácidos grasos del tipo omega tres, el ácido fólico y los famosos probióticos se llevan la palma. Da igual, aunque nos haría mucha ilusión que las cosas fuesen tan sencillas, la realidad nos dice que  no lo son. Puede que en determinadas casos concretos se experimente algún tipo de mejoría, pero ni parece que se pueda hacer una generalización, ni tampoco (y esto es lo peor) se está en condiciones de describir unas circunstancias concretas en las cuales un determinado tratamiento nutricional esté indicado.

En este sentido merece muy mucho la pena tomar nota de lo que el Instituto de Salud Carlos III (en su Instituto de Investigación de enfermedades raras) sostiene sobre el uso de protocolos dietéticos para el tratamiento del autismo:

La controversia se fundamenta en los testimonios de las familias que usan estas dietas con sus hijos, así como la propia labor de difusión de los propios autores de este tratamiento.

En el lado contrario, están los profesionales que buscan evidencias médicas sobre el tratamiento con estas dietas y o no las encuentran, o lo que encuentran son solo evidencias muy parciales, nunca refrendadas por sistemas de evaluación considerados como patrones para la aplicación de tratamientos médicos de cualquier tipo en las personas. Estos métodos están específicamente diseñados para garantizar la eficacia, la seguridad y la calidad del tratamiento que se quiere aplicar y el uso de las dietas no debe ser nada que se salga de esta norma. Cambiar unos alimentos por otros de otro tipo pero de igual contenido calórico y composición de compuestos básicos, no implica problema alguno. Los alimentos naturales pueden contener compuestos que pueden, sin lugar a dudas, producir alteraciones en el organismo de ciertas personas susceptibles, pero los alimentos fabricados con fines concretos (libres de una substancia específica, etc) deben ser evaluados cuando se pretende utilizarlos de manera sistemática y como alternativa terapéutica para una patología. Para ello se deben probar usando criterios de manera que se puedan comparar sus efectos con otras personas que no están sometidos a esa intervención dietética, es decir, casos con el mismo diagnóstico, ajustados por la distribución de otras variables importantes como edad, sexo, tiempo de evolución, severidad, etc. Se debe hacer un seguimiento por igual a los dos grupos y con el tiempo suficiente para ver si la intervención a estudiar (la dieta en este caso) produce efectos sostenibles a largo plazo y también se deben evaluar sin que el médico que hace el estudio sepa que tratamiento está haciendo cada niño. Trabajar con ambos grupos de casos de manera ciega, es decir, que los investigadores que evalúan el beneficio del tratamiento y recogen también los inconvenientes, no conocen el grupo al que están asignados los casos (con tratamiento dietético o sin tratamiento con estas dietas).

Así, en el mismo documento enlazado (es muy recomendable que le eches un vistazo para entrar más detalle) se hacen una serie de reflexiones y recomendaciones al respecto del planteamiento de cualquier tratamiento nutricional enfocado a los TEA:

Hoy en día está ampliamente aceptado que los TEA son trastornos neurobiológicos cuyo origen puede estar ocasionado en periodos prenatales, sin que se puedan descartar factores preconcepcionales. Por lo tanto, no parece que factores externos, como puede ser la dieta, a los que todos nos exponemos durante los primeros años de vida, puedan ser los causantes de estos trastornos, al menos como factores etiológicas o causales.

Tampoco parece que si no son las causas últimas, puedan ser alternativas terapéuticas que curen el autismo, dado que ni parecen incidir en un supuesto factor causal, ni tampoco está clara la relación entre el potencial efecto beneficioso y el factor neurobiológico responsable de los TEA.

Es obvio que en medicina se han usado tratamientos que claramente eran beneficiosos pero cuya relación con el factor causal o los mecanismos de producción de la enfermedad no se conocieron hasta pasados muchos años del inicio de su utilización. No obstante, existen reglas aplicables a cualquier tratamiento que se propugne como beneficioso para una entidad clínica, que deberían respetarse, sobre todo si tras la decisión de adoptar o no una terapia dietética pueden existir daños asociados no controlables que pueden afectar tanto al niño tratado (bajo contenido en compuestos necesarios para la vida) como a la familia (carga socioeconómica).

En la actualidad, no existen datos de ensayos clínicos con estas dietas que hayan demostrado beneficio, por lo que es necesario conocer que el escepticismo de los científicos es razonable porque no es permisible creer en beneficios derivados de testimonios personales, por muy valiosos que estos sean, sino se siguen de una comprobación y demostración de la eficacia de una manera más específica y contrastada. Esta es la manera habitual en la que se debe trabajar para garantizar la seguridad de las personas y es por lo que el método científico ha sido desarrollado. No podemos, por tanto, admitir otros criterios para aplicar tratamientos a las personas con TEA, por mucho que la falta de disponibilidad de terapias curativas sea un factor que nos presione para una búsqueda más activa de tratamientos para estas personas.

Lo cierto es que en este post me había planteado hacer una revisión personal de lo que se sabe al respecto de elementos dietéticos concretos (como la presencia o no del gluten, el peso de los probióticos, de los omega tres o del ácido fólico) pero después de echar un vistazo a tan claras palabras por parte del Instituto de Salud Carlos III considero que no merece la pena enfangar el mensaje: No hay un tratamiento dietético claro en los casos de TEA, y quien lo plantee miente como un bellaco si, en especial, ofrece algún tipo de garantía al respecto de la mejoría.

Lo dicho, en mi opinión, como cada caso de TEA es un mundo diferente, te sugiero que si estás interesado consultes tanto con un médico como con un dietista-nutricionista sensatos.

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Imágenes:  Stuart Miles freedigitalphotos.net

La falacia de hablar demasiado bien de la cerveza

Cerveza salud_    UH Manoa LibrarySi sigues con cierta frecuencia este blog, ya te habrás dado cuenta que mantengo una especie de cruzada (no tan) personal con aquello de promocionar el consumo de bebidas alcohólicas en base a sus supuestos beneficios sobre la salud. Si quieres, puedes consultar las siguientes entradas para conocer un poco más mis razones.

Más en concreto voy a ahondar en el tema de la última entrada de esta relación. Aunque me centraré en la cerveza, la línea argumental bien podrían hacerse extensibles a cualquier otra bebida alcohólica, de forma más típica al vino. Vamos allá.

Los expertos y las entidades que promocionan el consumo de cerveza a través de la salud, lo hacen aludiendo a su contenido en una serie de nutrientes «clásicos» que son: su aporte de ácido fólico, fibra, calcio, cobre, silicio y manganeso entre los más típicos. Hoy me he propuesto analizar la veracidad de la presencia de estos nutrientes en esta bebida usando para ello las más frecuentes tablas de composición de alimentos tanto nacionales (entre otras esta de aquí o esta otra) como extranjeras.

¿Es la cerveza una fuente importante de ácido fólico?

Veamos, según las Tablas de Composición de Alimentos de Mataix, 100g. de cerveza aportan 4,1 microgramos de ácido fólico. Como ya sabrás, para poder decir que un alimento es fuente de una determinada vitamina ésta ha de estar presente (en 100g) en una cantidad igual o superior al 15% de la Cantidad Diaria Recomendada (puedes consultarlo en este post) ¿Y cuál es la CDR para el ácido fólico? pues 200 microgramos. Es decir, 100g. de cerveza aportan el 2,05% de la CDR de ácido fólico (en un “quinto”, el 4,10%). Dicho de otra forma, con la actual legislación la cerveza jamás podría ser considerada fuente de esta vitamina, y mucho menos con “alto contenido” y por tanto impensable el poder decir que es una fuente importante. Si alguien quisiera alcanzar el 15% de la CDR de ácido fólico con cerveza habría de beber cerca de 732g de cerveza (casi tres cuartos de litro) y si se pretendiera cubrir toda la CDR de ácido fólico con cerveza habría que beber casi 5 litros… me parece que cualquiera de estas dos ingestas se alejan bastante de lo que normalmente se entiende por un “consumo moderado”.

¿De verdad te preocupa la presencia de ácido fólico en tu dieta? Pues mira, en vez de tomar cerveza, te sugiero que compruebes la cantidad de la CDR de ácido fólico que se cubren con las siguientes raciones de otros alimentos: Un plato de alubias rojas cubren el 128% de su CDR; un vaso de zumo de naranja natural, el 68%; un plato de espinacas el 108% etc., y así suma sigue. Para que te hagas una idea un plátano tiene 3 veces más ácido fólico que el contenido en un quinto de cerveza.

¿Tiene la cerveza un contenido beneficioso de fibra?

He consultado las tablas de composición de alimentos que antes he mencionado, las del Departamento de Agricultura de los EEUU, la Base de datos Española de Composición de Alimentos y las tres coinciden: La cantidad de fibra en la cerveza es cero. Has leído bien, cero pelotero. De verdad que nos pretenden hacer comulgar con ruedas de molino. Sigamos.

¿Es la cerveza una fuente apreciable de calcio?

La cerveza aporta entre 4 y 8mg. de calcio/100g según todas las tablas consultadas, lo que representa, sobre los 800mg de la CDR para este mineral, un aporte de entre el 0,5% y el 1% (o si lo prefieres entre un 1% y un 2% por cada «quinto» de cerveza)… como ves muy alejado del 15% legal para poder hacer cualquier declaración.

Sin embargo, con un vaso de leche se alcanza el 35,6% de la CDR de calcio; con un plato de espinacas el 35,3%; con un puñado de almendras el 8,75%; con dos yogures el 43,1%; etcétera.

¿Es la cerveza una fuente de cobre, silicio y manganeso?

Cerveza vitamina_Lone Primate

Pues es difícil saberlo por que los datos de estos minerales ni tan siquiera aparecen en las tablas referidas cuando se consulta la cerveza. Es de suponer que si tuviera una cantidad significativa, aunque fuera pequeñita la harían constar, y resulta que no. Además, y en concreto para el silicio, no hay establecida una CDR (puedes consultarlo en este enlace, página 12)

Todos estos hechos me parece que hablan por sí solos y deberían hacer que te plantearas la profesionalidad de todas aquellas personas, entidades, medios de comunicación, etc., que siendo profesionales o no, se les llena la boca a la hora de hablar de los beneficios del consumo de cerveza y de sus propiedades nutricionales.

Por último, apoyaré mi argumentación con este breve post publicado en ara.cat (una  web de pago pero que si te suscribes puedes leer de forma gratuita un artículo al día) firmado por el pediatra Carlos González. El tema es la cerveza y la reciente aparición de un libro titulado “Mujer, Ginecología y Cerveza”, de la que este medio ya se ha hecho eco. Déjame que te transcriba ya traducido (el original está en catalán) el escrito de Carlos González:

La noticia sale a raíz de la presentación del libro Mujer, ginecología y cerveza, coordinado por un profesor universitario, publicado por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia y financiado por… ¡Oh, han olvidado de decirlo! Cuesta creer que un grupo de médicos eminentes, sin ningún incentivo externo, reunidos para analizar cómo mejorar la salud de la mujer, hayan elegido la cerveza.

Dicen que la cerveza es «una fuente importante de ácido fólico» y le atribuyen un contenido beneficioso en fibra (aunque no he sido capaz de ratificarlo). Aseguran también que «la cerveza ayuda a combatir o retrasar la aparición de enfermedades como el Alzheimer o la osteoporosis». ¿Por qué no aparece, todo ello, en la botella de cerveza? Pues porque no es cierto. Sólo se pueden hacer las alegaciones de salud aprobadas por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria. Si escribes ciertas cosas en la etiqueta del producto te puede caer una sanción. Mejor que lo diga un médico en un libro, se ve que ellos están autorizados a decir cualquier tontería. Vergüenza.

No sólo los partidos políticos, también fundaciones, ONG y sociedades científicas deberían hacer públicas sus fuentes de financiación. Y los periodistas, discernir qué es noticia y comprobar los datos antes de publicar nada.

En definitiva, ¿sabes porqué las marcas no hacen publicidad de la cerveza en relación con su aporte nutricional y tienen que recurrir a la opinión de expertos, la edición de libros, la creación de fundaciones proconsumo y la utilización de los medios de comunicación?

1. En primer lugar porque está terminantemente prohibido por la legislación vigente el hacer cualquier declaración de propiedades saludables ni de contenido nutricional en cualquier producto que incorpore más de 1,2% de alcohol en su composición salvo aquellas que se refieran a una reducción del contenido de alcohol o de energía. (Reglamento (CE) 1924/2006 artículo 4.3) Y si está prohibido ¿no te has planteados los porqués de esta prohibición tan dramática? Una lectura de esta entrada quizá aclare bastante las cosas; y
2. En segundo lugar porque, aunque no contuviera alcohol, la presencia de los nutrientes “clásicos” sobre los que se hacen descansar tanta bondad, no alcanza ni de lejos las cantidades mínimas para hacer tales alegaciones.

Hay que haber bebido mucha cerveza o tener muchos intereses depositados en la veracidad de tanto beneficio para creerse tanta charlatanería.

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Este post participa en la XXII edición del Carnaval de Biología, que hospeda @CEAmbiental en su blog Consultoría y Educación Ambiental

BIOCARNAVAL Edición 23

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Foto 1: UH Manoa Library

Foto 2: Lone Primate