El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Imposible reconocer los antepasados de lo que comemos

La verdad es que el título que hoy me hubiera gustado poner no me cabía: “Tú no has evolucionado ni la mitad de la mitad de lo que lo han hecho los alimentos en los últimos milenios”… así que he optado por una versión más accesible.

En cualquier caso reconozco que me gotea el colmillo cuando cae en mis manos este tipo de información tan gráfica y contundente. Me refiero a cuando hay argumentos así de sencillos para poner de relieve que la historia esa de comer alimentos eco, bio o naturales… o productos “como nos los ofrece la naturaleza» y demás bla, bla… y ecobla se cae por su propio peso.

Aquí tenemos una serie de infografías de James Kennedy, un profesor de química en Australia, que ponen de relieve cómo eran antiguamente, hace cerca de 10.000 años los alimentos que hoy tan alegremente comemos y nos parecen tan naturales, tan originales y tan inmutables.

La realidad es que muchísimo antes de cualquier idea transgenética el aspecto de nuestras frutas y verduras ha cambiado de forma espectacular desde la aparición de la agricultura. Con ella, los responsables de la producción, los agricultores, han ido generación tras generación (de vegetales) seleccionando artificialmente (uso el adverbio aunque no debiera hacer falta) los cultivos y las cosechas para buscar los rasgos más deseables en cada caso, de forma típica los del tamaño, el color y el sabor.

Como 10.000 años son muchos para ir detallando los cambios acontecidos, este profesor ha ideado un súper resumen gráfico de esos cambios que han sufrido algunos vegetales.

Por ejemplo, la sandía: creo que seríamos incapaces de reconocer esta fruta como tal si nos presentaran las sandías-abuelas de hace 9.000 años… antes tenían ¡un diámetro medio de 5 cm y no pesaban más de 80 gramos! (ahora lo normal es que ronden los 2 a 8 kg)… ¿Y cómo se han producido los cambios de las sandías salvajes a lo que actualmente conocemos como sandías? Pues como decía antes, por selección artificial. Pero no son estos los únicos cambios… su composición, el número de variedades, etcétera son otras variables que han sufrido cambios espectaculares.

(James Kennedy)

(James Kennedy)

Otro ejemplo son los melocotones de hace 6.000 años a los que nos costaría esfuerzo reconocer ahora si nos los presentaran. Estos son ahora ¡16 veces más grandes que entonces! más jugosos… y cuentan con infinidad de variedades más (3 en la antigüedad frente a las 67, más o menos, actuales)

peach2

(James Kennedy)

Y así podríamos seguir con las zanahorias, el maíz, los tomates, la patata, las acelgas, la lechuga… es decir con absolutamente todos los alimentos de origen vegetal. Y no solo vegetal, también animal, ya que los pollos, los cerdos, los corderos, las terneras… definitivamente, todo lo que hemos considerado como alimento lo hemos modificado artificialmente por selección a nuestra antojo y conveniencia, como para que ahora me diga nadie que una manzana o un pollo es “natural” en base a su producción ecológica. Pues no.

Puedes consultar más infografías del mismo autor en este enlace.

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Nota: Mi agradecimiento a Ivan Zaera (@tricutumdurum) por hacerme llegar los contenidos para este post

“Alrededor de la mesa” es una expresión (y actividad) que hay que recuperar

No creo que descubra nada a nadie si digo que en la actualidad los españoles dedicamos menos tiempo a la comida que la que dedicaban las generaciones anteriores. Dedicarle menos a la comida, suele implicar en la mayor parte de los casos menos tiempo para compartir otras cosas con nuestros seres más próximos y queridos. Si bien aquello de reunirse en torno a una mesa es un rasgo que caracteriza a la mayor parte de las culturas, quizá sea por estos lares en donde más nos resistimos al cambio que los tiempos parece que obligan. A los españoles nos gusta, o al menos de eso tenemos fama, compartir más cosas y más tiempo alrededor de una mesa cuando nos juntamos a comer.

Este verano he tenido la oportunidad de volver a contrastarlo, aunque en verdad, si se presta atención, tenemos oportunidades casi diarias que lo ponen de relieve. Bueno, el caso es que por motivos estrictamente personales me desplacé con la familia a visitar a los padres de un viejo amigo de universidad que falleció hace años… tener viejos amigos (aunque ya no estén entre nosotros) es lo que tiene, que los lazos que estableces con ellos van a más allá de los personales… así pues, este julio tocó “carretera y manta” y visitar a unos señores, Obdulia y Manolo, ambos de 87 años, y pasar con ellos y otros amigos un par de cálidos días en su casa de Ourense.

Te cuento todo esto porque la mayor parte de nuestra estancia aconteció sin lugar a dudas alrededor de la mesa… la de la cocina-comedor, bien preparando lo que luego íbamos a comer, bien comiéndolo y después, en la sobremesa… contándonos nuestras cosas, poniéndonos al día, confesándonos en cierta medida y recordando con toda la alegría del mundo otros tiempos. Si las mesas hablaran, me gustaría conservar esa de Ourense para que nos recontara pasado un tiempo todo lo vivido a su alrededor.

Además de los correspondientes paseos por un entorno natural espectacular (nuestros amigos viven en una casa con huerto “de verdad”) como digo no puedo sino reconocer que pasamos la mayor parte del tiempo compartiendo, junto a otros invitados (vecinos que se acercaban a comer con nosotros) muchas más cosas que aquello que comíamos.

Ourense

En el plano más gastronómico no faltaron los productos que este encantador matrimonio auto producía (y no solo en su huerto): su embutido, la empanada gallega, sus verduras, sus patatas… y por supuesto un espectacular pulpo á feira (el mejor que he probado en mi vida o al menos empatado con el que probé hace 12 años en la misma casa) no podían faltar.

Te cuento todo esto a modo de homenaje de aquel amigo que tuve, Manolo, y que tuve la fortuna de compartir con otros buenos amigos: y por supuesto también de esas entrañables personas que son Obdulia y Manolo, sus padres.

Pero al hilo de este tema, al mismo tiempo también me gustaría poner en alza una campaña que de la mano de IKEA España va a poner en alza estas cuestiones y que, sinceramente, me gusta bastante. Por lo que he visto se trata de, usando el nicho de negocio de esta empresa, invitar a cocinar como una forma de desconectar los fines de semana, así como el facilitar la cocina durante el día a día, en especial en las cenas; y ayudar a mejorar en la planificación en todo lo que tiene que ver con el ciclo de la comida.

Y a mí, que alguien favorezca y te invite a retomar estas buenas y sanas costumbres… me parece muy acertado. Y es que digan lo que digan, no me imagino nuestra estancia en Ourense alrededor de una mesa mientras consumíamos pizza a domicilio o croquetas “caseras” industriales. No hubiera sido lo mismo. Y no me refiero a lo gastronómico.

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Fruta y verdura de aquí y de ahora

Potenciar el consumo de frutas y verduras de producción nacional entre el público que no es consumidor habitual por una parte; y fomentar el apoyo directo del Departamento a los productores afectados por el estancamiento del consumo por la otra son los dos objetivos con los que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) lanzó la campaña “fruta y verdura de aquí y ahora” que cuenta con su versión de invierno y de verano.

Me congratula ver como de vez en cuando las campañas institucionales se alinean con el grueso del mensaje dietético de uno, aunque la intencionalidad sea distinta. Dicen que el fin justifica los medios… bueno, hasta cierto punto o dentro de unos límites y estos de hoy a mí me parecen aceptables. No obstante, no hubiera estado de más que la iniciativa del MAGRAMA hubiera tenido de cómplice al MSSSI (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad): “Oye Javier, que soy Fernando, del MAGRAMA. Que resulta que el sector hortofrutícola las está pasando canutas y vamos a hacer una campaña para aliviarlo. Qué os parecería arrimar el hombro y promocionar el consumo de frutas y verduras como elemento de prevención primaria; vamos, utilizar la salud como ariete o palanca en las decisiones de compra del consumidor medio… y así, además rentabilizamos el millón y cuarto largo de euros que vamos a poner para la campaña”.

La campaña, nacida ante el temor de las posibles consecuencias negativas para el sector del embargo ruso del año pasado y del aparente descenso en el consumo de frutas y verduras por parte de los españoles según datos del Panel de Consumo hace especial hincapié en los aspectos económicos que afectan al sector, pasa de puntillas por las cuestiones medioambientales (la importancia que tiene en este sentido el consumo “local”) e ignora por completo los contrastados beneficios que tendría para la ciudadanía el hacer promoción de estos grupos de alimentos por cuestiones de salud. Un tiro, en mi opinión, mal aprovechado.

Y no lo digo por decir. Según un informe de la OMS y la FAO se recomienda como objetivo poblacional la ingesta de un mínimo de 400 g diarios de frutas y verduras (excluidas las patatas y otros tubérculos feculentos) para prevenir enfermedades crónicas como las cardiopatías, el cáncer, la diabetes o la obesidad… entre otros beneficios. Además, se aportan una serie de elocuentes datos:

  • Un consumo suficiente de frutas y verduras podría salvar hasta 1,7 millones de vidas cada año.
  • La ingesta insuficiente de frutas y verduras es uno de los 10 factores principales de riesgo de mortalidad a escala mundial.
  • Se calcula que la ingesta insuficiente de frutas y verduras causa en todo el mundo aproximadamente un 19% de los cánceres gastrointestinales, un 31% de las cardiopatías isquémicas y un 11% de los accidentes vasculares cerebrales.

Fruta y verdura de aquí y ahora

Así pues, haz caso de la campaña del MAGRAMA y además de los motivos que esgrime, aumenta el consumo de este grupo de alimentos. Seguro que ayuda a la fortaleza económica de un sector al que le deseo lo mejor… pero sobre todo quien saldrá ganando será tu salud y la de los que más te importan.

Para poder llevar a la práctica este consejo de la mejor forma posible te sugiero que consultes este enlace para conocer las temporadas óptimas de las distintas frutas, verduras y hortalizas. Por cierto, la campaña tiene etiqueta y esas cosas  #AquíyAhora

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Entrevista con Lidia de Masterchef: “a día de hoy aun no sé los motivos de mi expulsión»

Lidia Folgar

Se llama Lidia Folgar es gallega, dietista-nutricionista y la hemos visto embarazada en la última edición de Masterchef, la tercera, llegar hasta la semifinal. Si sigues el programa seguro que sabes quién es y cuáles son sus características personales y sus habilidades culinarias. Además, Lidia Folgar como buena compañera que es de profesión, ya ha pasado por alguna de las entradas de este blog de una forma más o menos visible… o bien “camuflada”. Por ejemplo, aprovecho para revelar en este post (cuento con su permiso) que una de las primeras entradas con más éxito de este blog y que aun sigue batiendo records de visitas (a pesar que se publicó hace dos años y medio) se la debo en buena parte a ella… me refiero al post sobre la fraudulenta detección de intolerancias alimentarias a partir de bioresonancia y su segunda parte … pues bien, ahora ya puedo decir que Lidia Folgar era amigo 2, y por tanto la persona que averiguó que tenía una mesa de despacho intolerante a la lactosa; amigo 2 fue también quien al darse cuenta de la farsa en la que estaba siendo utilizada su persona decidió no seguir colaborando y dejar su bien remunerado puesto de trabajo. También me he referido a ella cuando hablé de las recomendaciones al respecto del consumo de cereales y te invitaba, y lo sigo haciendo, a que leas su estupendo escrito sobre cómo pueden ayudar los cereales de desayuno a “cuidar la línea”.

Bueno, sea como fuere, el caso es que siendo una conocida mía y una compañera con la que comparto buena parte de las perspectivas de esta profesión, me supuso una sorpresa el verla aparecer en esta edición de Masterchef. Mi perspectiva sobre el programa sigue siendo la misma que plasmé hace año y medio cuando se estrenó su primera edición. En aquel entonces argumenté que en mi opinión el peso de la parte de reality-show del programa (un concepto televisivo que no es de mi agrado) estaba muy por encima de las escasas aportaciones culinarias tratándose como se trata, al menos sobre el papel, de un concurso de cocina. En cualquier caso, la aparición de Lidia en esta edición hizo que no pudiera evitar el seguir cada programa y apoyarla habida cuenta del afecto que hacia ella tengo.

Así pues, veamos que nos cuenta Lidia de su paso por la tercera edición de MasterChef:

P: Hola Lidia, primero lo importante: ¿qué tal estás en relación a tu embarazo?

La verdad es que hasta ahora he tenido suerte porque he llevado un embarazo perfecto, sin mayores molestias… también es cierto que es ahora, cuando entro en el tercer trimestre del embarazo, sobre todo con el calor, cuando empiezo a llevarlo peor… pero la verdad es que no me puedo quejar, en definitivas cuentas es lo que toca y no lo llevo mal

P: Empecemos por el principio ¿Qué se te cruzó por la cabeza para que un día te decidieras apuntar a Masterchef? ¿Te animó alguien o fue cosa tuya?

Fue algo bastante casual, estaba viendo el programa de Masterchef Junior con mi marido, vi el anuncio para hacer el casting para el programa de los mayores, y como me gustaba mucho cocinar y era seguidora del programa, le consulté a mi marido que a ver qué le parecía a él que me apuntara al casting… y el caso es que él me animó e insistió para que me apuntara; además era muy sencillo inscribirse inicialmente (tanto como rellenar un simple cuestionario) lo hice así, sin pensarlo demasiado, más como un acto impulsivo ya que nunca hasta entonces me había planteado presentarme a este tipo de cosas de la televisión.

P: ¿Cuál fue tu primera motivación o tu primer objetivo para apuntarte?

Tuve en cuenta que era un programa de mucha audiencia y me parecía una buena plataforma por un lado para dar a conocer la figura del dietista-nutricionista; y por el otro para hacer llegar un mensaje al respecto de la importancia que tiene el qué comemos con la salud. Al mismo tiempo, también pretendía derribar unos cuantos mitos, como por ejemplo, el de las personas que piensan que comer sano es comer lechuga más pechuga y poco más… en contraposición a lo que yo pienso relativo a que comer sano no está para nada reñido con el cocinar… mi lema era: rico y sano van de la mano y con él quería hacer una labor de educación alimentaria.

P: ¿Sientes que has alcanzado esa meta u objetivos que inicialmente te planteaste?

No del todo… en los primeros programas me di cuenta que casi era mejor que no hablara mucho de nutrición ya que el programa era de cocina, algo que no se paraba de repetir. Así, si hablaba mucho de nutrición tenía la sensación como si se ridiculizara un poco nuestra profesión… entonces, al final, no quise insistir mucho sobre eso ya que me temía que precisamente se diera la imagen contraria a la intención que yo quería hacer llegar. Se me hacían muchas preguntas relativas a mis preferencias y gustos personales y mis respuestas se mezclaban con mi profesión… y una cosa no tiene nada que ver con la otra. Es una pena porque pienso que hubiera sido una plataforma ideal para hablar de la importancia de los hábitos de alimentación saludable.

P: Una vez que resultas elegida y aceptas las condiciones de la productora ¿Qué tal se lleva eso de vivir tan aislado y tanto tiempo?

Esa fue la parte más dura en especial al principio, no tener noticias del exterior, no poder desahogarme y contarles las cosas que me pasaban a las personas que quieres. Esa es la parte más dura aunque al final son tus compañeros los que terminan convirtiéndose en tu familia. De todas formas lo peor para mí fue el primer mes, luego ya te adaptas a las circunstancias, pero el primer mes fue bastante duro en este sentido.

P: Los participantes del programa os coláis en nuestras casas durante dos horas y media un día a la semana… pero más allá de lo que nosotros vemos en pantalla, cuéntanos lo que se pueda del día a día de un concursante de MasterChef.

Lo que más tiempo invertimos es en las horas de grabación, son muchísimas horas, muchas más de las que la gente se pueda imaginar y eso nos ocupa la mayor parte de la semana. Si a eso le sumamos los viajes, las pruebas de exteriores y las clases de cocina… el tiempo libre es bastante escaso. Para que te hagas una idea a la casa solíamos llegar a la tarde-noche. Por tanto, los días verdaderamente libres o de descanso, fueron muy raros o escasos.

P: Con respecto a los tres miembros del jurado (Samantha Vallejo-Nájera, Pepe Rodríguez y Jordi Cruz) ¿tenéis más contacto con ellos que el que se ve en las emisiones? ¿Os alientan, os enseñan, os estimulan, os dan consejos?

No tenemos más contacto con ellos que el que se ve en televisión, no les conocemos en lo personal, ni sabemos cómo son fuera de las cámaras. En las grabaciones solo hablaban con nosotros lo que se emite en el programa… y si no estábamos grabando, no teníamos la posibilidad de hablar con ellos.

P: En tu opinión qué porcentajes de reality-show y de concurso gastronómico tiene Masterchef

Yo me presenté a MasterChef con la idea de participar en un concurso de cocina ya que a mí los realitis no me gustan ni tampoco creo que yo dé el perfil típico de «persona de reality». A mí lo que me gustaba y motivaba era la parte de cocinar, las pruebas, los retos… la parte de reality no me interesaba nada.

P: Una vez que sales del concurso y contrastas lo que se ha estado emitiendo (por que hasta que no salís no tenéis ocasión de ver nada) ¿te parece que se ajusta a la realidad la imagen que se ha proyectado de tu persona?

Aunque yo ya me hacía una idea cuando estaba dentro, ha sido al salir cuando me he dado cuenta que no, más en concreto al principio. No me gustó demasiado cómo se hacían determinadas valoraciones o los comentarios sobre mi profesión… entonces, lo cierto es que yo me puse bastante a la defensiva. Creo que inicialmente se proyectó una imagen de mi persona fría, soberbia… cuando lo único que hacía era responder en la medida de mis posibilidades cuando veía cosas que no me gustaban o que no estaban alineadas con mis principios o valores. A medida que fue avanzando el programa, el jurado fue bajando el tono en sus valoraciones, yo ahí me relajé más y es posible que en los últimos programas empezara a mostrarse algo más parecido a la persona que verdaderamente soy yo realmente.

P: Sabiendo que nadie nos va a leer ni a escuchar… si tuvieras la oportunidad de mejorar algo de MasterChef, de su funcionamiento, ¿qué consejos le darías a la productora o qué cosas cambiarías?

Como espectadora del programa me gustaría que se centraran más en las cuestiones culinarias y que se dejaran más a un lado las vidas y las características personales de los concursantes. Es decir, que se explicara mejor la elaboración de cada uno de los platos para que los espectadores pudieran, si quisieran, reproducirlos en sus casas… no que salga solo el resultado final de si el plato está más o menos bien o mal. Es decir, que haya más cocina.

P: Sabemos qué te llevó a Masterchef, pero ¿qué crees tú que vio la productora en tu perfil para elegirte como participante?

Creo que mi estilo de cocina les gustó al tener algo de diferente en el sentido de considerar, además de otros elementos, los aspectos nutricionales. Luego, como es comprensible también tenían que estar bien cocinados… no solo era el que vieran que ponía de relieve cuestiones nutricionales ya que me consta que al casting se presentaron otras personas que eran nutricionistas. Es posible que otras características mías les pudieran influir, pero lo principal creo que fue mi estilo de cocina.

P: El día de tu eliminación en las redes sociales muchas personas se preguntaban cuáles fueron los motivos que ocasionaron tu expulsión ese día. Yo, con toda sinceridad, he de decir que no los vi (y he repasado el vídeo un par de veces) y no acierto a descubrir las razones objetivas de tu eliminación. Es más, yo llegué a aventurar que te aplicaron el artículo 33. Está claro que los espectadores nos quedamos sin una explicación lógica… ¿te los han hecho saber a ti después? ¿tienes alguna idea al respecto?

Yo no sé más que lo que se vio en televisión y por lo tanto la realidad fue esa, no se me dio ningún tipo de explicación, ni tampoco desde una perspectiva más culinaria se me mencionó algún fallo que pudiera haber cometido. Además la expulsión también aconteció tras una prueba de grupo y eso, al menos en esta edición de MasterChef, creo que era la primera vez que sucedía… y me pilló un poco por sorpresa. Era un día que yo estaba contenta con el trabajo, además los comensales habían valorado bien nuestros platos (el voto de los comensales lo había ganado nuestro equipo). Luego el jurado decidió que nuestro equipo fuera el peor, detallaron algunos fallos dentro de la prueba… y ninguno de ellos lo había cometido yo. Por eso digo que ese día la expulsión me pilló de sorpresa. Así pues, solo podría especular con los motivos de la expulsión ya que sé tanto como lo que se vio en la emisión del programa.

P: ¿Has aprendido de cocina en tu paso por Masterchef?

Sí, por supuesto. Partía de un nivel bajísimo, en el sentido de que yo sabía de cocina aquello que se derivaba de lo que yo cocinaba en mi casa… no tenía base ninguna; y lo que ahora sé lo he aprendido del paso por el programa. Sí que es verdad que aprendí menos de lo que me hubiera gustado ya que las grabaciones nos dejaban muy poco tiempo para recibir todas las clases que a mí me hubiera gustado.

P: ¿Y de macrobiótica… aprendiste algo?

Sí claro, aprendí un montón (risas). Para lo que sí que me sirvió el programa aquel fue para reafirmar lo que ya pensaba sobre la alimentación macrobiótica [ver enlace]… en esencia que al hablar de salud es preciso hablar de ciencia y no de fe; que no se puede extrapolar el patrón alimenticio de una parte del mundo a otra parte bien distinta y que no se debe usar como argumento de venta el “a mí me funciona”.

P: Está claro por lo que se ve del programa que tienes un especial apoyo en Sally, pero más allá de las cuestiones personales, y centrándonos en los aspectos más culinarios… ¿Qué te parecen las naturales aptitudes de Carlos hacia la cocina? Yo te adelanto que a mí me tiene alucinado.

El apoyo de Sally lo tengo porque desde el principio fuimos compañeras de habitación y la conozco mucho más al mantener un contacto diario durante tres meses. En cualquier caso tanto Carlos como Sally tienen formación en cocina (Carlos estudia hostelería y Sally hizo un curso en el Cordon Bleu) pero hay cosas que les diferencian claramente: Sally, por edad lleva más años cocinando, se nota que es la que cocina en su casa y los platos que conoce los hace muy bien; la diferencia con Carlos es que este no tiene tanta experiencia, ni tanta variedad de platos, pero él tiene mucha mayor capacidad de improvisación para hacer algo que no había hecho nunca antes… por no hablar de sus excepcional habilidad para emplatar, lo que le hace el mejor a la hora de emplatar de entre todos los participantes.

P: ¿Crees que MasterChef ha cambiado en algún sentido tu vida? ¿Y la perspectiva del mundo televisivo… te la ha cambiado?

A día de hoy no, mi vida sigue siendo igual. La principal diferencia es que la gente ahora me conoce y no disfruto de la libertad de ser anónima. Pero bueno, soy una persona a la que le gusta llevar una vida tranquila, sigo en mi pueblo y con el mismo trabajo. Quizá aun sea muy pronto para contestar a si mi vida se verá afectada, de momento no tengo mayores inquietudes más allá de ampliar horizontes laborales si se me presenta la oportunidad. Pero vamos que no me veo haciendo cambios radicales en mi vida.

P: Lo mejor que te llevas de tu paso por MasterChef es…

Con gran diferencia el haber conocido a mis compañeros que, a pesar de ser muy distintos, nos llevamos francamente bien. La convivencia tan estrecha entre 15 personas que no se conocen de nada pudiera parecer en principio un motivo de conflicto, sin embargo fue al revés, nos llevamos fenomenal.

P: Y lo que no te gusta nada haberte llevado es…

Lo que peor me llevo es la imagen que en cierta medida se ha proyectado de mi carácter, como te decía antes, el de una persona fría, soberbia incluso por no actuar en contra de mis principios o valores. Las personas soberbias suelen ser personas que se creen por encima de los demás y no es precisamente mi caso. En este orden de cosas, una persona con una buena autoestima es alguien que no se cree inferior a los demás y que no reconoce que se le diga que no puede o no sirve para una determinada tarea. Creo que ése sería mi caso, que es muy distinto al de creerse superior. Todo ello poniendo en contexto que el participar en un concurso de televisión no es algo que la gente normal haga en su día a día y es posible que esta circunstancia pueda modificar las reacciones habituales.

P: ¿Hay algo sobre lo que no te haya preguntado y que te gustaría expresar libremente?

Pues sí, ya lo he aclarado en alguna otra entrevista pero quiero incidir sobre ello ya que cuando lo vi me angustié mucho, me refiero a lo del dichoso chorizo y el chocolate. En cuanto al primero, se me preguntó directamente, no fui yo quien sacó el tema, y he de aclarar que el chorizo como alimento, ni me gusta ni me sienta bien; y no me gusta como no me gusta la coliflor que es lo que hubiera respondido si me lo hubieran preguntado. No es algo que tenga que ver con mi trabajo ni con la cuestión de “prohibir” alimentos, algo con lo que no estoy de acuerdo desde el punto de vista profesional.

Con respecto al chocolate yo expliqué en numerosas ocasiones en el programa que yo cocino y como en mi casa de lunes a viernes y que por costumbre familiar los fines de semana como fuera con la posibilidad de que sea en esas ocasiones cuando “caiga” algo dulce… y por lo tanto en mi casa no hay nada dulce por que no lo compro, entre otras cosas chocolate, porque no considero adecuado el comer más dulce entre semana que el que pueda comer el fin de semana si es el caso. En mi casa tengo cacao puro pero no tengo “chocolate”. Eso no quiere decir, insisto, que sea una persona que se prohíbe alimentos, o que deje de comer cosas porque tenga un carácter obsesivo con las cuestiones nutricionales… ni por su puesto esa imagen que de mí se transmitió a raíz de ese comentario que hice al respecto de que en mi casa no compraba chocolate.

También me gustaría aclarar que no soy vegetariana; mucha gente cree que lo soy y, aunque es una opción ética que podría haber elegido sin problemas, no es mi caso a día de hoy. Fíjate, además tengo conejos y pollos criados en casa… y sería absurdo el criarlos y no comerlos.

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Nota: Mi agradecimiento a la productora Shine Iberia SA que finalmente y tras unas tensas e incomprensibles “negociaciones” (incomprensibles para mí) accedió a que le pudiera realizar esta entrevista a Lidia Folgar.

Una grande, la industria alimentaria, para que personas y mascotas coman igual… ‘de bien’

Perro con cubiertosQue la misma industria alimentaria que fabrica, elabora y transforma los alimentos que uno come se encargue también de dar de comer a nuestras mascotas debería hacernos reflexionar. O si esta perspectiva no parece suficientemente sospechosa siempre se puede observar al revés, es decir, que la industria que está detrás de la comida para perros y gatos es, en esencia, la misma que le da a sus dueños de comer. Todo ello sí uno quiere… claro, pero lo cierto es que hay muchos que queriendo o no, sabiéndolo o no… comparten el mismo restaurador que su perro. Es lo que de alguna forma puso de manifiesto un artículo del Washington Post hace unos meses con un elocuente título The McDonaldization of American pet food (“La McDonalización de la comida de las mascotas americanas”).

Es innegable… a día de hoy las empresas que copan la mayor parte del negocio del pienso para mascotas pertenecen a los mismos grupos empresariales que son líderes en alimentación humana… tal y como se pone de relieve y a modo de ejemplo en el muy recomendable blog Food polics: la marca Purina PetCare pretenece al gigante Nestlé (es decir, al mayor de los gigantes); el monstruo de las chocolatinas y golosinas Mars también tiene una división de alimentación para mascotas… Lo cierto es que en lo que a simple vista se muestra, tampoco veo una mayor diferencia entre las típicas barritas que comercializa Mars y las clásicas galletitas para perros… y así suma y sigue.

Con este panorama en el que la industria alimentaria típicamente humana diversifica su negocio hacia los animales me ha llamado mucho la atención el conocer que del año 2000 a esta parte las ventas de comida para mascotas se han prácticamente duplicado… ¡duplicado! pasando, solo en el mercado estadounidense, a generar unas ventas de 22.000 millones de dólares el año pasado. Pero por el amor de Dios… ¿se puede saber qué comían antes nuestras mascotas?

Quizá, parte de la explicación viene de contrastar que la entrada en plan a lo bruto de la industria alimentaria en el mercado de la comida para mascotas ha venido acompañado de un importante crecimiento en las ventas de productos de “élite” para las mascotas. Y es que con la experiencia que acumulaba el sector creando productos para “personas humanas”, esta industria no iba a dejar escapar el filón de explotar una de las mayores debilidades de este consumidor, es decir, el producto Premium. Es más, supuestas tres líneas básicas de comida industrial para mascotas: la básica y más económica, la de gama media y la Premium, es esta última la que acapara casi la mitad de la cifra de ventas mencionadas.

Estupidizando Humanizando a las mascotas

Pienso para perros alimenta tus defensas

Bien pensado, yo creo que la industria tampoco es la culpable, ella va a lo suyo, que es hacer dinero de la mejor forma posible y para ello nada mejor que observar al consumidor y darle lo que este quiere. Si el consumidor quiere idioteces, quién es la industria para negárselas… y con todo el derecho del mundo cobrárselas. ¿El bloguero ha dicho idioteces?

No te quepa la menor duda, ya que no sabría catalogar de otro modo un pienso industrial para perros basado en la dieta mediterránea (del que o quiero pararme a pensar en su formulación) o en aquel que estimula sus defensas (yo creo que Danone en este caso debería tener legítimo derecho a una mordida)… o, el no va más, pienso libre de carne para perros y gatos vegetarianos (o más bien para personas vegetarianas que, contra natura, quieren alimentar a su mascota al estilo vegetariano). Pero hay más, no te quepa duda, tras los piensos imposibles (en los que queda más que patente una proyección de las neuras y filias de algunos humanos) tenemos cerveza para perros o vino para gatos. A mi parecer en cierto sentido creo que el ser humano es un ser vivo social que vive físicamente aislado de sus congéneres… o que en cierta medida, conforme evoluciona tiende a ese aislacionismo mientras se rodea de otros seres vivos que le hagan compañía… y ¿con quién se podría compartir una birra después del trabajo si no hubiera una cerveza canina? ¿con quién si no festejar una cena a la luz de las velas con un ¿buen vino? si no hubiera vino para gatos?

Y enfermándolas

En fin, si alguien viera esto con la suficiente perspectiva se partiría de risa, pero solapadamente claro, ya que el mero hecho de sonreírse públicamente con estas cosas seguro que encima es políticamente incorrecto. A mí la verdad, no me hacen ninguna gracia. En definitivas cuentas, desde un punto de vista poblacional hemos conseguido enfermarnos consumiendo una serie de productos que la industria alimentaria se ha apresurado a proporcionarnos, al tiempo que hemos contagiado nuestras propias enfermedades crónicas a nuestras mascotas. Estas ahora ya comen igual, de mal, que nosotros; tienen una vida igual, de mala, que nosotros en cuanto a la actividad física; y padecen una serie de enfermedades iguales a las nuestras, entre ellas la obesidad y la diabetes, que han experimentado en el mundo canino y felino un despegue francamente inaudito en los últimos años.

Si nosotros tuviéramos perro o gato en casa (lo último lo veo francamente improbable) ten por seguro que comería igual que lo hacemos el resto, es decir, al margen dentro de lo razonable, de los alimentos procesados, elaborados, preparados, etcétera.

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Nota: mi agradecimiento para Carlos Casabona @carloscasabona y José Miguel Mulet @jmmulet por el intercambio de ideas en Twitter

Imagen: Mister GC vía freedigitalphotos.net y @carloscasabona

Vinagre: el último mono de las ensaladas… para (casi) todo el mundo

Los que ya me conocéis sabéis de mi debilidad por aquellos alimentos/ingredientes menos glamurosos: la remolacha, los rábanos, el huevo pasado por agua, son algunos ejemplos. Puedo asegurar que no es una pose, por todos esos alimentos que acerco hasta este blog siento una especial predilección. Igual me gustan más que lo que suelen gustar por mera empatía… no sé, yo creo que me gustan realmente por lo que son, aunque quizá haya algún matiz psicológico, no lo puedo negar.

Bueno, el caso de hoy podría ser candidato a la elección del alimento/ingrediente más ninguneado, es decir, sobre el que casi nadie presta la menor atención dando igual, al parecer, que sea de uno u otro origen, calidad, procedencia, etcétera. me refiero como ya sabes al vinagre. El ejemplo más paradigmático es el de las ensaladas… te puedes preocupar por no importa qué ingrediente, que si la rúcula ha de ser la del huerto de mi tía Amparo, que si estas anchoas traídas de Santoña son lo más, o que si este queso es el perfecto para la salsa César que vamos a apañar… qué decir del interés, merecido, por poner uno u otro aceite (de oliva virgen extra)… ¿pero el vinagre… quién demonios se para a pensar en el vinagre que se le ha a poner ya no solo a la ensalada en sí, sino al escabeche que supongamos se pretende elaborar?

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Me parece que tenemos una incultura mayúscula con eso de tomar cualquier vinagre. Bueno, nosotros en casa nos preocupamos por estas cosas y, de media solemos andar por las siete u ocho variedades de vinagre. ¿Te parecen muchas, te parecen pocas…? Déjame que te cuente un poco los porqués.

El origen del vinagre

La palabra en sí como es fácil intuir proviene del francés vin aigre, que se traduce kiteralmente tan fácil como “vino agrio”. Su uso se pierde en el principio de los tiempos cuando más que como un condimento el vinagre se utilizaba para conservar el bien más preciado que una persona/familia/pueblo podía poseer en aquellos remotos años: los alimentos. Esto es así ya que debido a su acidez, aportada por ácido acético, limita en buena medida el crecimiento y proliferación de muchos microrganismos y por tanto evita el deterioro de esos alimentos. La historia de este ingrediente se mantiene prácticamente inalterada hasta el S XVII, hasta entonces la inmensa mayoría de vinagres se elaboraban a partir del vino o de la cerveza, pero a partir de aquel entonces otros productos empezaron a entrar en escena.

En la composición de todos ellos el ácido acético es el elemento que les caracteriza pero sus diversos orígenes y calidades pueden dar lugar a una variedad casi infinita de vinagres en los que los compuestos volátiles y aromáticos van a desempeñar un papel muy importante a la hora de aportarles características y personalidades diferenciadoras.

Tipos de vinagre en función de su origen

Existe una importante cantidad de vinagres, entre los que destacan:

  • El vinagre de vino, así en general, ya que esta categoría podría a su vez subdividirse en vinagre de vino tinto, de Jerez, de vino blanco, de cava… o de yema, un característico y exquisito vinagre realizado con el mosto derivado del primer prensado de la uva recién recogida que dará origen al vino de Jerez.
  • Acetos balsámicos italianos (Aceto Balsamico Tradizionale di Modena” y Aceto Balsamico Tradizionale di Reggio Emilia) elaborados con mosto de uvas blancas que se deja reposar por larguísimos periodos de tiempo en barricas de roble.
  • Vinagre de Orléans, típico de la región francesa que le da nombre… se trata de un producto relativamente similar al aceto balsámico italiano pero en cuya historia encontramos el hecho de ser los primeros vinagres aromatizados con hierbas entre las que destaca sin lugar a dudas el estragón.
  • Vinagres de manzana, de sabor especialmente ácido obtenido mediante la fermentación del mosto de manzanas. Aportan por lo general un toque afrutado y son indicados para cuando se pretende elaborar una aliño más o menos suave.
  • Vinagre de malta o de cerveza que como su propio nombre indica, suelen proceder de cervezas obtenidas mediante el malteado de la cebada. Muy apreciado buera de nuestras fronteras para elaborar, encurtidos maravillosos, como por ejemplo el de nueces.
  • Vinagre de arroz, un indispensable en la cocina japonesa… que además contempla al menos tres variantes de este vinagre, el negro, el blanco y el rojo y que se emplean cuidadosamente (ellos sí que saben) en función del plato a consumir (sopas, platos agridulces, sushi…) En líneas generales se caracterizan por ser suaves, no poco dulzones (dependiendo de la variedad) y a veces con toques ahumados.
  • Vinagre destilado: En mi opinión una abominación que se obtienen por destilación antes de que todo el alcohol del mosto sea haya convertido en ácido acético. Se trata de vinagres excepcionalmente fuertes, sin apenas aromas, muy baratos de obtener (muy rápidos) y que con un colorante adecuado (para que parezca que procede del vino ya que en realidad son tan trasparentes como el agua) suelen contentar buena parte de los consumidores.

Al final, como te decía, dependerá del plato o tipo de ensalada que quiera uno realizar que tendrá que elegir un vinagre u otro, así como se tiene la sensibilidad de escoger un aceite u otro. No sé por qué si desde el más estricto punto de vista gastronómico el aceite es importante, no se ha de prestar atención a un elemento que puede desarrollar, si se elije bien, una variada y compleja colección de matices a la hora de degustarlo.

En mi opinión y a modo solo de ejemplo una ensalada de patata y remolacha pide un aceto balsámico a gritos… de los italianos o incluso del de Orléans al estragón; una ensalada Waldorf-Astoria (la que lleva manzana y zanahoria ralladas, nueces…) queda fantástica con un vinagre de cava, sin ningún género de dudas cualquier escabeche, en especial si es de caza tipo perdiz un contundente vinagre de jerez DOP… es cuestión de ir probando observando las recetas clásicas de muchos platos.

Anímate a variar de vinagre… suelen ser carísimos cuando se comparan con el vinagre básico de un súper, pero baratísimos cuando se comparan con el precio del aceite de oliva virgen extra… y más si tenemos en cuenta que duran y se estiran muchísimo más que este. Cierto es que un litro de vinagre de Jerez aceptable puede costar 7 u 8 euros… y que hay vinagres excepcionalmente caros (en especial si nos ponemos en plan pijo con las variedades italianas) pero creo que es un recurso del que se puede sacar muchísimo jugo en la cocina por muy poco precio. Me voy a por unas aceitunas que estoy salivando como si fuera un perro de Pávlov.

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Imagen: @juan_revenga

Exagerada promoción salutífera del consumo de bebidas alcohólicas (mi paso por #PintOfScienceSpain)

imageEl otro día tuve el privilegio de ser invitado para dar una charla en el marco de las primeras jornadas de Pint of Science celebradas en España. Para quién no lo conozca Pint of Science tiene como objetivo ofrecer charlas interesantes, divertidas, importantes, sobre las últimas investigaciones científicas, en un formato accesible al público. ¡Y todo ello en un bar! Se pretende de esta forma ofrecer una plataforma que permita a la gente discutir la investigación con las personas que la llevan a cabo. Se trata de una organización sin fines de lucro, dirigida por voluntarios, y que fue creada por una comunidad de investigadores de postgrado y postdoctorales en 2012. El festival se celebra anualmente durante tres días simultáneamente en bares de todo el mundo.

Bueno, el caso es que cuando me la ofrecieron no se me ocurrió mejor idea que hablar sobre los supuestos beneficios del consumo de bebidas alcohólicas sobre la salud, en especial cuando el mensaje complaciente sobre este tipo de productos se dirigen a la población general, así, en plan a lo bruto.

Lo cierto es que meterme en una cervecería de regio abolengo para dar caña (je, je je) a un auditorio cuajado de consumidores de esta bebida no parece lo más sensato… pero me di cuenta después de que tras enunciar mi propuesta, esta fuera inmediatamente aceptada… ya no podía echarme atrás (quién dijo miedo).

Al preparar la charla en el plano más divulgativo posible, pero sin olvidar ni mucho menos la ciencia que había detrás, tuve la feliz idea de ilustrar en cuatro diapositivas (dos para la cerveza y dos para el vino) algunos de los titulares a los que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación a la hora de hablar maravillas del consumo de estas dos bebidas. Pues bien, a pesar de que en otras diapositivas había chistes explícitos con el fin de arrancar al menos una sonrisa… fueron éstas, que no eran chistes, las que terminaron por hacer encanarse a los asistentes. Aquí te las dejo para que juzgues tú mismo si este compendio de titulares reales como la vida misma son o no motivo de risa en especial cuando se tiene la perspectiva de verlos juntitos.

De la cerveza se ha dicho y se está diciendo:

 Cerveza 1

Cerveza 2

Y del vino se ha dicho y se está diciendo:

Vino 1Vino 2Bueno, no sé cómo lo verás tú, pero en mi opinión creo que hace días que nos hemos pasado cuatro pueblos con esto de recomendar beber cualquier bebida alcohólica y usar para ello la salud como ariete. ¿Sabes porqué? Pues por que el consumo de bebidas alcohólicas sea en la medida que sea, tiene más perjuicios que beneficios. Así, de modo gráfico puse esta diapositiva para ilustrarlo.

Riesgo vs beneficioAhora bien, si queremos ponernos serios también podemos… por ejemplo usando esta bonita gráfica que resume el estudio que hace unos pocos años se publicó en The Lancet en el que se analizaban la magnitud de los daños ocasionados por distintas drogas en Reino Unido ya estén legalizadas o no… te sugiero que mires a la izquierda.

 Lancet

Así pues, recomendar poblacionalmente cualquier ingesta, aunque sea moderada, de bebidas alcohólicas representa en suma un importante incremento del riesgo sobre elementos que tienen un notable impacto en la Salud Pública.

En resumen

¿Pueden (o deben) las bebidas alcohólicas estar presentes en una dieta saludable? Lamentablemente con lo que hoy sabemos, la ciencia no tiene las respuestas claras, contundentes y dicotómicas (sí o no) que nos gustaría. Existen infinidad de riesgos conocidos ligados al consumo de bebidas alcohólicas. Al mismo tiempo el consumo moderado de algunas de estas bebidas se ha asociado con mejores indicadores de salud… sin embargo, la evidencia al respecto no es ni coherente ni concluyente. Con estas premisas ¿no resulta un tanto temerario hacer la presión que se hace en su consumo a partir de la salud? A mí me parece que sí.

Aquí te dejo la diapositiva final en la que después de una hora de charla y no pocas risas de complicidad con el auditorio, resumí mí intervención.

 Resumen

Mi agradecimiento más sincero a los organizadores de Pint Of Science Spain (muy en especial a Fernando Gomollón @gomobel, JuanJosé Sáez @jjsaenzde y José Luis Cebollada) por querer contar conmigo en la primera edición de este evento en España, y por supuesto, a los asistentes que de tan buen grado aceptaron (y agradecieron) mis puntos de vista… lo pasamos francamente bien.

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Si quieres profundizar más sobre la relación del consumo de bebidas alcohólicas en la salud quizá te interese consultar:

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Imagen: @juan_revenga

Qué demonios es una «taza de café» y qué me puedo encontrar dentro

Café variadoSe agradece que de vez en cuando y aunque sea por mera casualidad, la actualidad investigadora apoye los contenidos de algunos temas ya tratados en el blog.

No hace demasiado tiempo te contaba que conocer la cantidad de cafeína en “un café” era una cuestión francamente azarosa a resultas de no conocer, como consumidores, la variedad del café que se nos sirve, el grado de tostado al que ha sido sometido, ni la forma de realizar ese café. Además de otros factores, estos tres elementos citados (variedad, tostado y forma de extracción) son también los más importantes a la hora de poder intuir de alguna forma la cantidad tanto de cafeína en un café determinado, como la concentración en otras sustancias características del café, los compuestos fenólicos, que tan a menudo se relacionan con diversos efectos sobre la salud.

Así pues, tal y como te cuento, se acaba de publicar un artículo titulado Variations in caffeine and chlorogenic acid contents of coffees: what are we drinking? (Variabilidad en las cantidades de cafeína y ácido clorogénico en el café: ¿qué estamos bebiendo?) que pone de relieve de forma empírica las concentraciones variables de estos dos elementos (cafeína y ácido clorogénico) en diversos cafés en base a su origen, tostado y forma de preparación en tres ciudades europeas, en concreto en Pamplona, Parma (Italia) y Glasgow (Escocia).

Como dato interesante que desconocía creo destacable mencionar que con independencia del origen del café (bien sean variedades arábica o robusta, la segunda con una mayor cantidad de cafeína que la primera) la cantidad de cafeína en los granos de café se mantiene más o menos estable con independencia del grado de tostado que se haya practicado sobre ellos. Sin embargo, y a diferencia de la cafeína, la cantidad de compuestos fenólicos presentes inicialmente decae a medida que se aumenta el grado de tostado sobre los granos. De esta forma, adelanta el estudio, la relación entre la cafeína y los compuestos fenólicos analizados son un buen indicador del tostado que se ha practicado sobre el café: a mayor relación cafeína/compuestos fenólicos, tostado más intenso y viceversa.

Con estas premisas, los resultados hallados en este estudio se concluye que de todos los cafés analizados en estas tres ciudades se ha encontrado una variación enorme en el contenido de cafeína que oscila entre los 48 hasta 317 mg por café; y de 6 hasta 188 mg en el caso de los ácidos cafeilquínicos (familia que acoge al conocido ácido clorogénico). Así mismo, se ha contrastado que el volumen por “taza de café” servido es especialmente variable (¡de 13 a 104 mL en el caso de los espresso analizados!) y, por tanto, la medida popularmente mencionada como “una taza de café” no es una medida reproducible… o que de serlo, depende mucho de en dónde se mencione. Aspectos todos ellos de una importante repercusión a la hora de recomendar y vincular el efecto de esta bebida en la salud de los consumidores.

Más en concreto, y en relación a los resultados obtenidos en los cafés españoles (en realidad en relación a los café servidos en Pamplona) la cantidad de cafeína por taza de café fue la más uniforme con variaciones de entre 97 a 127 mg por taza, frente a las de Parma (73 a 135 mg) y las de Glasgow (101 a 275 mg). A su vez, se puso de manifiesto que en España (en realidad al menos en Pamplona) se prefieren variedades café con un tostado más suave ya que la concentración de ácidos cafeilquínicos fue la más alta, y por lo tanto obteniendo una relación cafeína/ ácidos cafeilquínicos más baja.

En resumen

Café desde el origen

Si te interesa una mayor cantidad de cafeína opta por cafés realizados con la variedad robusta. Si por el contrario prefieres cafés con menos cafeína, elige arábica (todo ello dejando a un lado las diferencias en el aroma, sabor, etcétera inherente a estas variedades y sus diferentes orígenes)

Si por otro lado estás interesado en hacer un buen acopio de compuestos fenólicos a partir del café, deberías optar por los cafés menos un menor proceso de tostado. En este apartado resulta significativo mencionar que además de la observación de los cafés mencionados an las cafetrías de 3 ciudades europeas (Pamplona, Parma y Glasgow) el estudio también observó la cantidad de cafeína y compuestos fenólicos de cafés instantáneos (6 de la marca Nestlé, uno de Fortaleza y otro más de Marcilla) resultando que el producto “Nestlé Green Blend” ofrecía una concentración de compuestos fenólicos excepcionalmente alta frente al resto. Además, en relación a los cafés preparados con café soluble (instantáneo) la cantidad de cafeína fue sustancialemente menor a la encontrada en los cafés espresso de cafetería con valores que oscilaban entre los 48 y 88 mg de cafeína por ración (= 2g de café instantáneo en 125 mL de agua hirviendo)

Al final, los autores del artículo hacen un llamamiento, totalmente lógico, con el fin de que los consumidores puedan estar mejor informados. Teniendo en cuenta que: 1º anualmente se consumen 500 mil millones de taza de café; 2º que en su consumo se hacen descansar numerosas connotaciones relacionadas con la salud y; 3º que la variabilidad de los elementos presentes en una “taza de café” es excepcionalmente alta en base a su origen, procesado, volumen servido y forma de obtención… se debería mantener mejor informados a los consumidores en relación al café que en cada momento tienen delante y de su composición, al menos en base a su contenido en cafeína y compuestos fenólicos.

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Nota: mi agradecimiento a Marc Casañas (@Firefly_fan) por hacerme llegar este estudio

Foto: kanate y amenic181 vía freedigitalphotos.net

Alimentos en el recuerdo: Ensalada de remolacha

El otro día, junto con mis hijas, vino a comer a casa una amiga de la mayor (10 años). Aunque mis hijas comen de casi todo ya sabemos las preferencias alimentarias que tienen, que cosas les gustan más o menos… pero cuando vienen invitados estamos in albis y procuramos hacer comidas más facilonas que “exóticas” (sin caer tampoco en el “menú infantil”).

Ensalada de remolachaIndependientemente del menú (creo que fue pasta integral con trigueros al pesto y lomo de cerdo con bisaltos, más fruta) soy incapaz de reprimir mi ramalazo nutricionista y suelo dar pie a hablar en la mesa de la comida con el fin de indagar en los hábitos alimentarios, lo que le gusta y no, los hábitos de su casa… de la invitada de turno. Pregunté por los rábanos (mientras ponía un cuenco de ellos en el centro de la mesa para que cogiera quien quisiera) y a partir de ahí, fui tirando del hilo. Os sorprendería saber todo lo que se aprende con estas cosas. Entre todos los detalles que conocí, me llamó la atención que nuestra pequeña invitada no conociera ni de oídas la remolacha… ¿remo-qué? preguntó. “Remolacha” repetí.

Pues eso, que ni idea, aquella niña de 10 años no había oído hablar en su vida de este singular tubérculo (Beta vulgaris) de la misma familia que las espinacas (aunque de estas nos comemos las hojas) o de la tan de moda ahora, quinoa. Ni oído ni, claro está comido…

Mi extrañeza se tronó cierto cabreo, ya fuera de casa, cuando con la chirrinta de remolachas entre ceja y ceja, se me ocurrió ir a comprar un manojo para comerlas al día siguiente. Conste que quería remolacha de verdad, fresca, cruda, no las bolas esas que se venden termo-selladas al vacío y cocidas en la mayor parte de supermercados. Digamos que no hay una gigantesca diferencia para quién no conoce ambas opciones, pero para quién la conoce sí. Bueno, pues el cabreo vino de mano de mi fracaso: tras visitar cerca de 10 verdulerías y fruterías me volví a casa sin remolachas. Las razones me las dieron los verduleros: no se vende, es muy barata pero como no se vende, no me compensa traerlas. No daba crédito.

De mis recuerdos gastronómicos de la infancia guardo con especial cariño las ensaladas de patata cocida y remolacha de casa de mis abuelos. Una ensalada dificilísima de elaborar y carísima que se aliñaba con una complicadísima vinagreta de aceite de oliva, vinagre de vino, cebollita picada y perejil.

Pues bien no fue sino en Madrid el otro día cuando después de contar estas peripecias remolacheras a un amigo que me alojaba en su casa, que este se me presentó al día siguiente con un manojo de remolachas de verdad. Y de ahí esta entrada.

Remolacha cruda

Para hacer la remolacha solo hay que cocerla, algo más que la patata, con piel, pero sin pasarse ya que a mí me gustan con cierta turgencia… una de las características en las que más difieren las que están ya a la venta en los supermercados que son especialmente blandas. Cocer la patata. Cortar ambas en ruedas, aliñar como ya he dicho y a comer. Así era aquella ensalada en casa de mi abuela.

Hoy en mi casa, los días que hay ensalada de este tipo, los ingredientes que se suman han aumentado… la adornamos con unos encurtidos variados, algunos le ponen atún en aceite y se hace acompañar (o no) de mayonesa.

Bien sabéis que cuando me pongo con estos temas no me entusiasma practicar el nutricionismo y hablar de los aportes nutricionales del alimento en cuestión. Sin embargo y habida cuenta de que me imagino que muchos no sabrán ubicar este producto (muchos es posible que confundidos porque de la remolacha –pero otra- se extrae el azúcar, le atribuirán un elevado aporte energético) no me resisto a dar cuatro pinceladas. Aporta poquísimas calorías, unas 30 kcal/100g (para que te hagas una idea la acelga 29 kcal/100g) y aporta cantidades más que significativas de potasio, fibra y ácido fólico.

Además de esta ensalda, no es un producto que se prodigue demasiado en las recetas, sin embargo algunas hay, aunque lo reconozco, yo solo he probado su gazpacho.

No sé… de veras que no termino de comprender los problemas que tienen algunos de tiempo, económicos o de habilidades culinarias para diversificar su menú diario con opciones más o menos naturales.

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Foto: @juan_revenga

La salmonella de los huevos (y el riesgo de salmonelosis)

huevo salmonellaLa semana pasada hice un post en el que puse en alza el huevo pasado por agua como una receta aparentemente moribunda a pesar de su alto interés y valor nutricional. Valores a los que se suman sus muy favorables aspectos económicos se mire como se mire (incluso si lo comparemos con productos alimenticios que son considerados como excepcionalmente baratos, como por ejemplo, unas salchichas de Frankfurt).

Sin embargo, una de las cuestiones que más me preguntaron al respecto de aquel post es su idoneidad desde el punto de vista de la seguridad alimentaria habida cuenta que es una receta que emplea huevo (evidentemente) y además lo hace con un tratamiento térmico relativamente ligero. En concreto, me preguntaban si el consumo de huevos pasados por agua no podría implicar algún riesgo de salmonelosis, una toxiinfección alimentaria típicamente asociada al consumo de preparaciones en las que interviene el huevo, en especial cuando este está crudo o poco cocinado.

A este respecto merece la pena tener en cuenta que las diversas bacterias responsables de ocasionar una salmonelosis, es decir, las especies patógenas del género Salmonella, cuando están presentes se encuentran de forma característica en el exterior del huevo, es decir sobre la cáscara, nunca en su interior, y que su presencia es más probable en aquellos huevos que no han sido correctamente manipulados en su recolección y envasado. Además, este género de bacterias no es demasiado resistente a las condiciones ambientales más habituales, tales como concentraciones elevadas de sal, luz solar, desecación o calor.

Esto quiere decir que la probabilidad de adquirir una salmonelosis es bastante improbable en el caso de los huevos pasados por agua ya que estos se sumergen en agua hirviendo (100ºC) durante al menos tres minutos, sin que quede la menor duda de que los posibles microrganismos presentes en su cáscara queden «neutralizados».

El mayor riesgo de salmonelosis ocurre, por tanto en aquellos alimentos que utilizan el huevo en crudo o con un tratamiento térmico breve y que, a la vez, son consumidos con un intervalo de tiempo relativamente importante desde su preparación… cosa que, evidentemente, no ocurre en el caso de los huevos pasados por agua.

Esto es así porque, además, el recuento de bacterias en el huevo en origen no suele ser tan alta como para alcanzar la dosis que genera una toxiinfección (en referencia, claro está, a huevos procedentes de las granjas comerciales comunitarias que mantienen programas obligatorios de control de Salmonella). Por tanto, si hubiera un tiempo de espera entre la preparación y el consumo, a una temperatura alta que favorezca la reproducción… y la cáscara hubiera estado dañada permitiendo con antelación al cocinado el paso de bacterias al interior del huevo… entonces sí que existirá un  riesgo de toxiinfección significativo.

Las barreras naturales del huevo

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Son varias las barreras que mantienen el interior del huevo libre de gérmenes, entre ellos de la Salmonella. En primer lugar se encuentra la cáscara, cuya integridad y limpieza determinarán si un huevo es apto para su consumo. Solo cuando la cáscara está sucia y deteriorada es posible que los microorganismos penetren al interior del huevo. Por esta razón no pueden comercializarse como huevos de ‘categoría A’ los huevos cuyas cáscaras presenten suciedad o fisuras. Por tanto los huevos rotos se consideran no comestibles y deben ser desechados.

En la misma superficie de la cáscara se encuentra otra estructura de protección: la cutícula. Es una película de mucina que la recubre en forma húmeda cuando la gallina pone el huevo y que se seca sobre la superficie, contribuyendo a cerrar los poros y a hacer de barrera frente a contaminantes exteriores y evitar la pérdida de agua. Tras la puesta, se va deteriorando y desaparece entre dos y cuatro días tras la puesta. Por último, bajo la cáscara, existen también dos membranas de protección. Ambas rodean el albumen y proporcionan protección contra la penetración bacteriana.

Se asume un especial riesgo cuando…

  • Se utilizan para su consumo huevos que presentan la cáscara deteriorada o con fisuras (los gérmenes han podido acceder con antelación al interior del huevo).
  • Cuando se casca el huevo y parte de la posible presencia de gérmenes del exterior contamina el resto del huevo.
  • Cuando además se somete a un escaso tratamiento térmico que no llegaría a “higienizar” la posible contaminación.
  • Cuando, por último, el consumo de la receta se realiza transcurrido un tiempo relativamente alto desde su elaboración y, además no se ha conservado de forma adecuada, que es en refrigeración.

Tal y como se puede contrastar y en base al proceso de elaboración y consumo típicos del huevo pasado por agua, el riesgo de salmonelosis es bastante escaso por no decir imposible, siempre que se tenga la precaución de escoger una materia prima adecuada, es decir, huevos frescos, limpios y que tengan la cáscara íntegra.

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Fuentes: para este post se ha utilizado principalmente dos fuentes bibliográficas, “El gran libro del huevo” y “Manejo del huevo y los ovoproductos en la cocina”, ambos del “Instituto de estudios del huevo” del que además, proceden las imágenes.