Las cuestiones oníricas resultan insondables para mí y la del otro día (más bien una noche de mediados de agosto) me dejó un tanto desconcertado, divertido sí porque fue un sueño agradable, pero también un poco mosqueado. Te cuento, soñé con Dukan.
Algo que se me antoja raro ya que por un lado la figura de este gurú dietético parece (al menos de momento) estar cayendo en una especie de espiral del olvido (ley de vida y por tanto previsto en cierta medida) y que por otro hace varios días, por no decir meses, que este señor no aparece en mi realidad consciente.
Sea como fuere si te gusta esto de interpretar los sueños ajenos te cuento mi alucinante experiencia y ya si queréis vosotros jugáis a darle sentido en plan Freud o Cuarto Milenio.
El panorama inicial era bastante surrealista, muy de la manera que se representan los sueños de los protagonistas de los comics de Tintín… cosas de los sueños. El caso es que en el sueño alguien, no sé muy bien quién, me invitaba a su boda en Valencia. Creo tener una vaga idea de que era un joven dietista-nutricionista al que ni tan siquiera conocía personalmente. Bueno, el caso es que me planto allí, en el banquete de boda que se celebraba en un hotel de mucho postín y me encuentro al bueno de Dukan, sonriente, amable, cercano. Todo el mundo iba de punta en blanco, como de boda, claro, pero más… solo faltaba una alfombra roja, muchos dietistas-nutricionistas de ambos géneros, muy jóvenes y a la vez muy glamurosos… solo conocía a unos pocos. Una rareza más de esta ensoñación consistía en que a pesar de que la boda era en Valencia (ciudad que apenas conozco) las calles de la ciudad eran de Pamplona (“mi ciudad” hasta hace unos años). Entre otras rarezas también me llamó la atención el menú (me extrañó al despertar, claro, porque en el sueño me pareció de lo más normal) en especial por su sencillez si la comparábamos con el resto de la parafernalia nupcial, cargada de boato y en plan jet-set: Macarrones con chorizo gratinados al horno y solomillo a la plancha con patatas que, sinceramente, estaba muy rico. Los postres no aparecieron en el sueño, supongo que en esta línea gastronómica habría sido un polo de limón. Para los más suspicaces he de deciros que no sé, no se mostró en el sueño, si Dukan probó los macarrones o las patatas del solomillo… conocer este detalle habría tenido su morbo, lo reconozco.
Bueno, al lío… el caso es que tras la comida la marea de invitados, ya digo que había muchos, me empujó a sentarme en uno de los amplios sofás del espectacular hotel… sofá al que pausado y con una sonrisa en la cara se acercó un cordial Pierre Dukan. Era un Dukan algo estropeado-pero-no por la edad, una edad que en apariencia él había tratado de disimular como hace ese tipo de gente que tiene mucha pasta, con botox, liftings y demás historias similares y entonces, sentándose, me habló en un correcto español.
– Hola Juan, ¿qué tal estás?
– Bien, aquí, pasando el rato.
– Oye, ¿menudo pelotazo, eh? [en clara referencia al éxito de ventas de su método, ya pasado pero aun cercano en el tiempo]
– Joer… y tú que lo digas, fue la leche, no había visto nunca antes algo así.
– Pues ahora tengo una duda, dijo Dukan, no sé si seguir o retirarme y dedicarme a “vivir la vida”, a vivir de las rentas que son muchas. Si sigo, he de sacar algo nuevo, aunque me da pereza y al así hacerlo se puede malinterpretar por personas como tú… aun le sacaríais más punta. El caso es que “mi método”, comercialmente hablando, ya no da más de sí, la novedad ha pasado y la gente ya no se lo cree.
– Pierre, con todo el cariño, le dije (he de confesar que en este punto del sueño no me reconocí) déjalo ya… tienes más pasta de la que jamás podrás llegar a gastar y además creo que ya es tiempo de que te dediques a disfrutar de los éxitos de tu trabajo. Y no, no me mal interpretes, no es que con tu retirada vayamos a vivir mejor los dietistas-nutricionistas, más al contrario, con tus absurdas pero lucrativas proposiciones al final nos das trabajo aunque sea criticando y poniendo tus métodos «en su sitio». Porque eso es lo único que se merecen… como tú además bien sabes, ¿verdad?. No, sinceramente, creo que si yo estuviera en tu lugar ahora me dedicaría como bien has dicho a “vivir la vida”.
Sin decir nada inmediatamente me dedicó una amplia sonrisa de complicidad. Se levantó (curiosamente también se levantó con él una señora que sin haber reparado en ella antes y sin abierto la boca era la interprete que siempre le acompañaba) y me dijo en francés, à bientôt mon cher ami y se marchó mientras su figura se difuminaba a medida que se alejaba hacia el contraluz del amplio ventanal del hotel… un poco en plan “autopista hacia el cielo” (reconócelo, eso cuando te despiertas y tomas conciencia, acojona)
Y ahí me desperté… divertido, he de reconocerlo, pero al mismo tiempo un tanto inquieto por su contundente à bientôt… ¿volverá Pierre Dukan a la carga en serio con un nuevo o mejorado sistema?… y lo que es aún más intranquilizador, ¿volverá a colarse en mis sueños?
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Actualización 1/09/2014: Gracias a Luis Jiménez (@centinel5051) he conocido que casi coincidente en fecha con este sueño apareció publicada la primera referencia a Dukan y su método en PubMed. Se trata de un caso clínico que pone de relieve los síntomas y consecuencias de una paciente aquejada de importantes vómitos y náuseas tras dos días de empezar con el método Dukan y entrar en un estado de cetoacidosis. Aunque tal y como resalta el artículo es un caso raro (por las consecuencias, no por alcanzar la cetoacidosis) y el nivel de evidencia que se le puede atribuir a este tipo de artículos es francamente limitado, supongo que a Pierre Dukan le hubiera gustado entrar con mejor pie en la base de datos MEDLINE de citaciones y resúmenes de artículos de investigación biomédica ofrecidos por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.
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Imagen: Suvro Datta vía freedigitalphotos.net