El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Si los libros de nutrición y dietética fuesen personas…

Lee libros

Acudir a una librería y buscar un libro de divulgación en materia de nutrición y dietética es un deporte de riesgo. Pero a diferencia de este último tipo de prácticas que solo es realizado por una minoría, los hechos nos confirman que este otro “deporte”, el de hacerse con un “libro de dietas”, es una práctica especialmente extendida… a ver, que levante la mano aquel que no tenga en su casa algún ejemplar de este tipo. Creo que es necesario coincidir y reconocer que quien más quien menos está dando asilo en su librería al menos a uno, cuando no a varios, libros de este tipo. No pasa nada… o sí que pasa, pero nos pasa a todos.

Afortunadamente de un tiempo a esta parte el siniestro panorama de enfrentarse a la sección de “dietas” de una librería ha cambiado de forma sensible, y si bien hasta hace unos años era raro encontrar cualquier otra cosa que no fuera basura “dietética” editada al son de las modas del estilo a la dieta del grupo sanguíneo, el método Dukan, la dieta Montignac, la enzima prodigiosa, las recetas anticáncer, etcétera; a día de hoy existe una oferta mucho más imperecedera, adecuada y, en resumidas cuentas, válida en este terreno.

Empezaba a decir en el título que si los libros sobre nutrición y dietética más populares, los más accesibles y divulgativos fueran personas sería interesante poder asistir a la zapatiesta que se montaría cada noche cuando los libros se quedan solos en la oscuridad de la librería (un poco en plan Toy Story, seguro que me entiendes)… Discusiones más o menos eruditas, o más o menos subidas de tono, acalorados debates e incluso con la posibilidad de que estos volúmenes de contenidos tan dispares llegaran a las manos… mejor dicho, a las hojas y a las tapas, ya que de puro divergentes, sus postulados son a todas luces francamente irreconciliables.

Existe una perversión solapada en toda sección de cualquier librería que albergue libros sobre alimentación y dietética. Esta se pone de relieve nada más entrar y preguntar por su ubicación; para ello el usuario suele dirigirse al empleado de turno: “¿Por favor, los libros de dietas?”. Una vez entre ellos la mayoría se pueden identificar en base a dos criterios no excluyentes (es más, buena parte de ellos recogen ambos criterios). Por un lado los que proponen largas minutas alimenticias con indefectibles listados de alimentos permitidos y prohibidos en virtud de sus infantiloides planteamientos y; por el otro, los que prometen un adelgazamiento eficaz, seguro y placentero o, también con frecuencia, una salud de superhombre con el fin de terminar muriéndose uno (esto lo digo yo) con la salud por las nubes. En cualquier caso siempre buen rollo, grandilocuentes promesas de éxito seguro, de revolucionarios métodos, de millones de lectores satisfechos, de obtener incluso un placer supremo en la tarea del adelgazar. Para este tipo de libros, clásicos donde los haya por muy reciente que sea su edición, el adelgazamiento se ejecuta con la alegría de quien impone una orden desahucio a unos kilos okupas que están en casa ajena. Todo muy fácil, placentero, a la última y requeteguay.

La universidad de Harvard recomienda vender así los libros de dietas milagro

Expertos británicos recomiendan un método revolucionario para vender libros de dietas milagro (simulación)

Sin embargo y como decía más arriba, a día de hoy la oferta milagrosa de hace unos años en estas secciones ha variado en un interesante sentido. Ya no solo hay ejemplares buenrollistas que con el fin de explotar las necesidades de una población ávida de soluciones simplistas hace su agosto todo el año en las estanterías de la sección de “dietas”. No, ahora compartiendo ese espacio… o mejor dicho, robándoselo a otros ejemplares de planteamientos absurdos, se pueden encontrar otras obras de mayor enjundia que, en líneas generales, tienen en la sana divulgación su principal leitmotiv. Me refiero a autores como por ejemplo Julio Basulto, Carlos González, Luis Jiménez, José Miguel Mulet, Antonio Palomar, etcétera… y los que seguro que me dejo en el tintero y los que espero vengan.

Porque… ya que estamos de tendencias, confío que esta se quede, me refiero a que cada vez más autores pongan en alza el racionalismo dietético (sin dejar de lado amplias connotaciones hedónicas del asunto) y se lancen a escribir y divulgar todo eso que llevaban profesionalmente bueno dentro de sí. Y es que tal y como propuso de forma especialmente clarividente Luis Jiménez, un buena meta no sé si para este año pero desde luego sí para los 5 próximos, sería convertir el área de “dietética y nutrición” de las librerías en una zona llena de libros dignos y rigurosos.

Al final, mi deseo es que en base a los procesos de selección natural esta nueva forma de hacer divulgación en materia de nutrición y dietética desplace, si no hasta la extinción (eso sería demasiado utópico) sí hasta un rincón, a los anteriores libros “de dietas” y de “adelgazamiento”.

Libros dietéticaSi yo fuera mi libro, me sentiría muy pero que muy incómodo al rozar mis tapas con determinados compañeros de estantería, y al mismo tiempo estaría encantado de rozarlas con las de esos otros que de un tiempo a esta parte están colonizando un espacio anteriormente acotado para la charlatanería y la magufería. Por tanto, no sé si sería demasiado pedir que en las librerías se nos pusiera en espacios diferentes, propongo por ejemplo que se cree la sección de “Dietochorradas y sacacuartos” a la que vayan a parar todos esos libros, clásicos o no, del tipo “Yo sí que como de Patricia Pérez”; “La terapia Gerson”; “El Método Gabriel”; “Es fácil perder peso”… y que en la sección que ya existe “Nutrición y dietética” se mantenga y se queden estas nuevas obras mucho más comprometidas con la realidad y cuyos propósitos originales son otros completamente diferentes.

Espero que este post sirva para animar a que cada vez más gente con criterio, independientemente de su título, se anime a publicar obras con un valor añadido diferente del que hasta la fecha ha sido más fácil encontrar.

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Imagen: https://twitter.com/darksilvara/status/590937662162395136

La dieta del grupo sanguíneo: tan útil como la del color de ojos

Jeringa

Como ya he dicho a menudo, las diferentes dietas milagro que en la actualidad gozan de una mayor o menor presencia en la población general distan mucho de ser novedosas. Algunas, las más clásicas, conviven sin apenas variaciones desde tiempo casi inmemorial entre nosotros. Entre estas, las más típicas serían por ejemplo, la dieta de la alcachofa, la de la sopa de col (con amplio seguimiento en el mundo anglosajón), la del sirope (de arce)… y, por supuesto, la del grupo sanguíneo. Cierto es que estas dietas “clásicas” alternan periodos de esplendor con otros de aletargamiento, pero a fin de cuentas siempre están ahí para poder echar mano de ellas cuando la absurda necesidad por encontrar una solución mágica, rápida… pero también ineficaz, aprieta. Otras, menos clásicas en su apariencia, no suelen consistir en otra cosa más que en un lavado de cara de otras dietas anteriormente olvidadas a las que se le cambia el nombre, se le pone una imagen diferente y se las recicla… uno de los ejemplos más típicos de este caso sería la dieta Dukan… una dieta hiperproteica como cualquier otra anterior pero con el sello de calidad de un médico francés. Es decir, más de lo ya conocido (y olvidado en cierta medida) pero con otro nombre y merchandaising para que parezca algo nuevo.

Bueno, a pesar del rutilante éxito del ya casi extinto método Dukan (quién lo hubiera dicho hace un par de años, ¿eh?) el post de hoy está dedicado a una de las clásicas, una de esas que apenas sufren modificaciones a lo largo del devenir de los años. Me refiero a la dieta del grupo sanguíneo.

¿En qué consiste la dieta del grupo sanguíneo?

Este sistema dietético es aquel que postula que nuestra salud se va a ver influida de forma importante en virtud de nuestro patrón alimenticio (algo con lo que no cabe sino estar de acuerdo) pero que a su vez habrá de ser diferente en base al grupo sanguíneo de cada persona. Es decir, la dieta del grupo sanguíneo postula que con el fin de obtener un máximo beneficio sobre la salud, incluido el adelgazar, cada persona debería comer de forma diferente en base a los diferentes grupos sanguíneos básicos A, B, AB y 0. No tengo la menor intención de entrar a definir que es lo que deberían comer y evitar las personas en función de su grupo sanguíneo, para eso ya están las páginas que defienden su utilidad… Quién mejor que el hijo del fundador de esta propuesta dietética (y principal impulsor actual de la misma) para que nos explique en qué consiste la dieta ideal de las personas con el grupo A, con el grupo B, con el grupo AB… y con el 0. Así pues, hablando como es el caso de una “dieta generacional” en el sentido de que es el hijo el que defiende las propuestas originales del padre, creo preciso hacer un poco de historia.

La historia de la dieta del grupo sanguíneo

SangrePara conocer el germen de este planteamiento es preciso retrotraerse hasta principios del siglo XX cuando Karl Landsteiner descubrió y tipificó los grupos sanguíneos que hoy conocemos como A y B, y su distinta expresión fenotípica en virtud de los 4 serotipos que todo el mundo conoce: A, B, AB y 0.

A partir de este conocimiento con importantes implicaciones en el terreno de las transfusiones un tal James D’Adamo (el padre) se inventó allá por la década de los años ’50 una película que, carente de todo rigor científico, tenía cierta lógica interna a la luz de la ciencia de aquellos años. En resumen, el argumento de esa película viene a decir que la existencia de los distintos grupos sanguíneos no serían otra cosa que el fruto de la evolución y que surgieron como respuesta al distinto entorno alimentario en el que vivieron nuestros antepasados. Así, según el inventor (que gran adjetivo) de esta teoría el grupo 0 se consideraría el fenotipo “ancestral” o primigenio, grupo a partir del cual evolucionaron el resto (algo bastante cuestionable de entrada ya que todo apunta a que realmente fue el grupo A ese serotipo “ancestral”). En este caso pues el grupo 0 sería el cazador-luchador y le correspondería comer cosas que se hacían bajo este perfil (y evitar el resto), el grupo A sería el recolector-agricultor (ídem que anterior), el grupo B el ganadero (ídem que anteriores) y el grupo AB, el más evolucionado, sería una mezcla de los dos anteriores y podría beneficiarse, más o menos, de una dieta mixta.

La verdad sobre la dieta del grupo sanguíneo

A pesar de lo bonita de esta historieta y de lo coherente que pudiera resultar a primera vista y en aquellos años, se trata de una patraña como la copa de un pino a la luz de evidencia más actual.

Aunque jamás de los jamases sus defensores (primero el padre y luego el hijo, Peter) han podido demostrar fehacientemente su eficacia (lo que le va bien a las personas de un grupo sanguíneo le va mal a otro y viceversa) este método ha gozado de tiempo en tiempo de cierta relevancia entre la población general, nunca entre la comunidad sanitaria. Precisamente por su elevado impacto popular se han publicado algunos artículos que dejan más que clara su escasa validez. El primero de ellos una revisión sistemática de todo aquello que pudiera aportar cierta luz sobre el tema: Blood type diets lack supporting evidence: a systematic review (Ausencia de pruebas que apoyen la evidencia del grupo sanguíneo) que deja poco margen para la duda ya en su título… y concluye que:

En la actualidad no existe ninguna evidencia que otorgue validez a los supuestos beneficios sobre la salud de las dietas basadas en el grupo sanguíneo. Para validar sus afirmaciones, se requerirían estudios que compararan los resultados de salud entre aquellos participantes que siguieran una dieta en base a su grupo sanguíneo concreto (grupo de intervención) y aquellos otros participantes que continuaran con una dieta estándar (grupo control) con el mismo grupo sanguíneo.

Y claro… a pesar de lo que ha llovido desde los años ’50 y como esto no se ha hecho… no hay pruebas de que funcione.

Otro de los artículos, más reciente, de 2014: ABO genotype, ‘blood-type’ diet and cardiometabolic risk factors (Los genotipos A, B y 0; las dietas en base al grupo sanguíneo y los factores de riesgo cardiometabólico) concluye que:

Seguir determinadas propuestas dietéticas según el patrón de las conocidas como dietas del grupo sanguíneo está asociado con algunos beneficios sobre los factores de riesgo cardiometabólico. Sin embargo, estas asociaciones son independientes del genotipo A, B, AB o 0 de los individuos. Por tanto, estos hallazgos no apoyan la hipótesis de las dietas basadas en los grupos sanguíneos.

Alerta fraude

¿Qué quiere decir esto? Pues muy sencillo, que alguna de las cuatro propuestas típicas que se incluyen dentro del planteamiento dietético “del grupo sanguíneo” parece ser beneficioso para la salud cardiovascular, pero que el efecto de dicha dieta, es independientemente beneficioso del grupo sanguíneo del individuo. Es decir, imaginemos que alguien propone tres dietas diferentes en virtud del color de ojos: marrones, verdes o azules. La primera dieta podría estar caracterizada (por decir algo) por la riqueza de dulces, bollería y refrescos; la segunda por la presencia de grasas trans, sal y la ausencia de fibra… y la tercera, para los de ojos azules, por verduras, frutas y hortalizas. Lo que nos está queriendo decir este estudio es que, efectivamente, hay una dieta dentro del planteamiento “come en virtud del color de tus ojos” que es más beneficiosa que el resto (la dieta para ojos azules) pero que esta es beneficiosa con independencia del color de ojos.

¿Y cuál es la dieta que según la teoría de “come según tu grupo sanguíneo” es más beneficiosa… pero para todo el mundo? Pues sin lugar a dudas aquella que supuestamente está indicada, solo, para personas con grupo sanguíneo A. Es decir, la que enfatiza un amplio consumo frutas y verduras, al tiempo que un bajo consumo de productos cárnicos. Algo que no tendría que extrañar a nadie ya que este patrón es similar al que recomiendan todas las instituciones sanitarias serias con el fin de reducir el riesgo de las enfermedades cardiovasculares.

La puntilla adelgazante

Además de lo dicho, suficientemente contundente y de rabiosa actualidad, en 2007 el Ministerio de Sanidad Español realizó una revisión de las dietas milagro más frecuentes en nuestro entorno en la que la dieta del grupo sanguíneo era una de las incluidas. Así, en un trabajo firmado por la Organización Médica Colegial, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición y la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética se afirma de esta dieta que:

No existe una relación comprobada desde el punto de vista científico entre el tipo de sangre y la utilización de tejido graso. La prohibición de alimentos hace que la dieta esté asociada con sensaciones de hambre y sufrimiento, e induce a la pérdida de masa libre de grasa, en vez de masa grasa.

Por su parte el portal de Internet MedLine (un servicio de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU) incluye esta estrategia adelgazante dentro de las consideradas dietas milagro o de moda.

A pesar de lo dicho, todo apunta a que los libros que promueven esta solemne tontería a partir de diversos autores, además del original, seguirán siendo un éxito editorial. Es lo que tienen los clásicos… que mucha gente es fiel a ellos .

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Nota: agradezco a Luis Jiménez (@centinel5051) y a Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) sus aportaciones para la realización de este post

Imágenes: gameanna, dream designs, Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

Nuevo libro: “Adelgázame, miénteme”

Adelgázame miénteme

No sin cierto apuro (y espero que también con cierto orgullo) hoy quiero compartir con vosotros la puesta a la venta de mi segundo libro, titulado “Adelgázame, miénteme” y de la mano de Ediciones B.

Aunque podría, yo no soy quien para criticarlo y por tanto prefiero dejar esta cuestión en vuestras manos. Pero lo que sí quiero hacer es una breve sinopsis del mismo para que el lector interesado sepa qué se puede encontrar entre sus páginas. Al mismo tiempo me gustaría comentar algunas cuestiones al respecto de la justificación para escribirlo.

Agradecimientos sinceros

Antes de nada, sí que quiero agradecer a dos personas concretas el hecho de que este libro hoy vea la luz. La primera de ellas es, sin lugar a dudas, Bittor Rodríguez (@bittoriyo) ya que fue él y no otra persona quien hace ya casi tres años me animó a escribir un libro sobre la fraudulenta industria del adelgazamiento. De hecho él y yo, ambos, íbamos a tener una cierta relación en su edición… sin embargo, y por esas raras vueltas que da la vida, al final me quedé con un manuscrito terminado en el cajón derecho de mi escritorio durmiendo, con toda paz y sin editarse, el sueño de los justos. Y así fue, hasta que Ediciones B apareció en escena.

Otra de las personas de las que es imposible olvidarse es el gran José Manuel López Nicolás (@ScientiaJMLN) quien sin pensárselo dos veces se prestó a prologar la obra. Es más, su texto gustó tanto en la editorial que se tomó parte del mismo para ilustrar la solapa de la contracubierta.

El adelgazamiento fraudulento es el meollo del libro

Tal y como se puede prever por su título, el libro está dedicado a desentrañar ese lucrativo negocio que se ha creado desde hace décadas en torno de la espuria pérdida de kilos. Más que nada porque, no sé a ti, pero a mí me hierve la sangre ese dato facilitado por la Eating Disorder Foundation que afirma que:

La industria del adelgazamiento es el único negocio rentable del mundo con una tasa de fracaso del 98%

Una afirmación que, sea o no cierta ya que la mencionada fundación no aporta mayor prueba del dato, no hace si no poner de relieve lo que todo el mundo sabe: aquello que con tanta fuerza, vehemencia y simplicidad habitualmente se vende para adelgazar no funciona. Me refiero en especial a las tan habituales dietas de moda y productos milagro.

Así, para introducir el tema, el primer capítulo (“La obesidad, los kilos de más y sus problemas”) comienza con un repaso al concepto de obesidad, su categorización (o no) como una enfermedad con entidad propia; y se mostrará una película a cámara rápida al respecto de cómo ha sida abordada la cuestión del adelgazamiento en diversas épocas a lo largo de los siglos hasta llegar a nuestras días cuando, enfermedad o no, a la obesidad se la cataloga con pocas dudas como una epidemia de nuestro tiempo.

En la segunda parte de la obra (“La industria en torno al adelgazamiento”) se describen por un lado los puntos débiles de la población a la hora de enfrentarse al problema de los kilos que más, y por el otro las estrategias más habituales de los “cazadores de incautos” para fidelizar a la población a partir de un producto milagro o una ineficaz dieta.

La tercera parte (“Adelgazar no es fácil”) analiza las razones que terminan por explicar por qué este tipo de planteamientos, aunque muy habituales, no terminan nunca por funcionar, al menos a nivel poblacional y dejando de lado los casos aislados o el «éxito» puntual. O dicho de otra forma, más directa, por qué el adelgazar es tan complicado aunque nos lo vendan tan sencillo. Así, los factores sociales, culturales, económicos, hedónicos… y sin tocar la inherente variabilidad fisiológica y genética ponen las cosas verdaderamente difíciles.

Después de tanto nubarrón y tanto despotricar en anteriores capítulos, en el cuarto, titulado “El vaso medio lleno”, es momento de aportar algunas de las claves para ponerse manos a la obra una vez que ya se ha aprendido a discriminar las malas propuestas adelgazantes de las válidas. Pero como no podría ser de otra forma, no hay claves milagrosas que valgan (reconozco que de haberlas sería un bonito contrasentido). Se trata de más bien de una especie de “plan de obra” para ponerse manos a la tal. Un planteamiento más conceptual de lo que se quiere obtener y qué actitudes serían las más adecuadas para conseguirlo.

Público objetivo

Mi objetivo inicial cuando empecé a escribir era dirigir esta obra al ciudadano de a pie, a la población general que pretende, si ella quiere, obtener una fotografía general de la situación al respecto de los métodos y productos fraudulentos. Aunque se mencionan dietas y productos concretos a modo de ejemplo para una mejor comprensión del texto, no es la norma y por tanto en él no se va a encontrar una lista detallada de dietas o productos milagro. Y es que el resumen es muy sencillo: Si alguien te dice que adelgazar es fácil… o has leído mal o miente como un bellaco. No hay vuelta de hoja.

Supongo que además la obra puede ser interesante para algunos profesionales que, preocupados de alguna manera por las cuestiones ponderales, de los alimentos y demás, quieren tener una visión, creo que diferente, de lo que habitualmente circula por ahí y se conoce como “opinión general”.

A modo de aliciente, es preciso saber que los tres primeros capítulos comienzan con un cuento corto, una alegoría que, como si fuera una fábula ayudará a la reflexión a partir de sus analogías y dobles sentidos. Los tres cuentos, ya lo adelanto, han sido publicados en este blog y posteriormente adaptados para la obra.

Y nada más, ahora precisamente, os toca a vosotros más que a mí, ejercer de críticos y llegado el caso de jueces. Espero que os guste.

Ni que decir que se puede encontrar en las librerías y canales habituales tanto en formato tradicional como de libro electrónico.

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“Adelgázame, miénteme. Toda la verdad sobre la industria del adelgazamiento” por Juan Revenga. Ediciones B. Páginas: 200 / Formato: 15 x 23 cm / ISBN: 978-84-666-5635-1

Garcinia cambogia: el inútil suplemento adelgazante de moda

Garcinia fruto

Más que cualquier otro complemento adelgazante los productos a base o que contienen (o dicen contener) Garcinia cambogia son lo más de lo más en lo que a este superpoblado mundillo se refiere. Olvídate de la alcachofa, del té verde, el café del mismo color, la faseolamina o de cualquier otro chupi-producto que se te cruce por la cabeza. Lo cierto es que ofrecen las mismas garantías que el resto de complementos adelgazantes, es decir, ninguna, pero si tomas G. cambogia estarás a la última. De hecho, se trata de uno de los complementos fetiche del ínclito Dr. Oz y es, sin lugar a dudas, el complemento por el que más me han preguntado recientemente. Pero antes de continuar arrojemos un poco de luz al respecto de qué es eso de G. cambogia.

La planta y las teorías más ilusorias

En realidad Garcinia cambogia es el nombre científico en desuso por el que se conoce popularmente al tamarindo malabar, hoy referido verdaderamente como Garcinia gummi-gutta. Se trata de un árbol o arbusto que crece fundamentalmente en India y que ofrece un fruto de aspecto relativamente similar al de una calabaza, pero más pequeño. De su contenido en compuestos activos destaca el ácido hidroxicítrico, sustancia a la que se le atribuye la propiedad de inhibir una enzima llamada citrato liasa y con ello disminuir la síntesis de ácidos grasos y aumentar la de glucógeno; este efecto en teoría, influiría en una menor sensación de hambre y de ahí, su utilidad para perder peso.

Otras fuentes, en mi opinión poco documentadas aunque muy populares, incluyen también en la composición de G. gummi-gutta una cierta cantidad de L-carnitina. Se trata de un elemento asociado a la pérdida de peso alternativa puesto en valor en aquellos foros más entusiastas de los productos milagro. Sobre el papel de la L-carnitina en el metabolismo de las grasas te hablé en esta entrada ya que se le han atribuido propiedades “quema-grasa”. Muy en resumen, te diré que es cierto que la L-carnitina es un elemento que efectivamente intervine en la obtención de energía a partir de los ácidos grasos… pero se necesita la cantidad que se necesita y por aportar más a través de cualquier tonto-complementos no hará que se utilicen más ácidos grasos. Veámoslo con un ejemplo: uno de los elementos que necesita tu coche para funcionar es la batería, pero una vez que tiene ya una… ¿crees que el ponerle más baterías hará que funcione mejor? Pues con la L-carnitina lo mismo, es necesaria pero “poner” más en circulación (con la toma de complementos) no hará que se quemen más rápido las grasas.

La ciencia, la legislación y la realidad

Hay numerosas publicaciones, pero entre los estudios más serios al respecto de la utilidad de esta planta o de sus extractos en el adelgazamiento tenemos esta revisión y metaanaálisis de ensayos clínicos The Use of Garcinia Extract (Hydroxycitric Acid) as a Weight loss Supplement: A Systematic Review and Meta-Analysis of Randomised Clinical Trials. Su conclusión, tras analizar los resultados de 12 ensayos clínicos que reunían la mínima calidad exigible y que incluían los resultados de más de 700 participantes fue:

Las pruebas sugieren que los extractos Garcinia/ácido hidroxicítrico favorecen la pérdida de peso en el corto plazo. Sin embargo, la magnitud de este efecto es pequeña y tiende a desaparecer cuando se consideran los ensayos más rigurosos; además la relevancia clínica [su importancia general] parece ser cuestionable.

Más reciente pero con similares conclusiones es este otro estudio Evaluation of the safety and efficacy of hydroxycitric acid or Garcinia cambogia extracts in humans que afirma que:

Hay poca evidencia que apoye la eficacia y posibles beneficios a largo plazo de los extractos de G. cambogia. Con respecto a la toxicidad y seguridad, […] salvo en casos excepcionales, los estudios realizados en animales de experimentación no han reportado un aumento significativo de la mortalidad o de la toxicidad. […] En los estudios con humanos tampoco se han descrito diferencias en cuanto a los efectos secundarios negativos entre individuos tratados con G. cambogia y controles.

Y es que, por mucho que ahora esté más o menos de moda, el rollete de utilizar los fito-complementos con extractos de esta planta no es precisamente reciente. Ya he comentado alguna vez que la fama de los absurdos planteamientos dietéticos y de productos milagro responde a ciclos en los que la exaltación y el olvido de los mismos se usan de forma comercialmente conveniente y en virtud de la (escasa) memoria popular. Siendo así y como cabría esperar en tales circunstancias la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) recibió hace tiempo la consulta al respecto de poder atribuir en los preparados comerciales a base de G. cambogia algún tipo de alegación que hiciera referencia a sus supuestas propiedades adelgazantes. Sin embargo, a pesar de que la consulta figura que se realizó en 2008 (página 55), la EFSA aún no se ha pronunciado. Seguiremos esperando, aunque sea cual sea su opinión, la mía la tengo bastante clara.

Garcinia EFSA

Así pues, en lo que a una lectura más conceptual se refiere sobre este tipo de “ayudas” para adelgazar, me gustaría que reflexionaras al respecto de un hecho. Si bien algunos tratamientos médico-sanitarios no inciden directamente sobre las causas del problema pero sin embargo se consideran al mismo tiempo válidos, en el caso del posible adelgazamiento con estos remedios fitoterápicos ni está relacionado con las causas ni tampoco hay una mayor evidencia que vincule su uso con ningún efecto beneficioso real. Por tanto… ¿para qué demonios pueden servir salvo para hacerle el caldo gordo a los que nos plantean falsas pero melifluas y atrayentes soluciones?

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Imagen: Vssun vía Wikimedia Commons

‘Top-Five’ de dietas disparatadas para 2015

Cabeza bomba

Siguiendo con lo que empieza a ser ya una tradición te hago llegar lo que la Asociación Británica de Dietética (BDA) ha considerado como los modelos dietéticos más disparatados que al parecer van a tener un especial auge en este 2015.

Antes, por si quieres comprobar cuáles han sido los listados de años anteriores, puedes consultar este post en lo referente a 2013 y este para 2014.

Pues bien, sin más preámbulos veamos que es lo que la BDA considera como especialmente peligroso para este año desde el punto de vista dietético y que suelen aparecer a la estela de algún personaje más o menos famoso. Tan solo advertir que no todos los planteamientos de esta lista han de ser “adelgazantes”; es más, la mayor parte de los de este año se plantean como una forma de comer “más sana”, de “desintoxicarse” y demás películas en plan buen rollete.

5º Puesto

Maravillosa propuesta la de depurarse y “limpiarse por dentro” a base de comer arcilla o barro. Te lo conté en su día en esta entrada. Según este absurdo planteamiento, una simple cucharada de arcilla al día (no vale cualquiera, hay que comprársela a quienes han montado el tinglado) te mantiene desintoxicado de isótopos negativos y otras toxinas (ejem). Algo que sería muy divertido (para vérselo hacer a aquellos que lo proponen) sino fuera porque entre las arcillas que se comercializan con este fin, se han encontrado cantidades de plomo y arsénico significativas (ole, y ole).

4º Puesto

Se le llama en inglés la dieta VB6, que suena como a misil intercontinental o algo así, pero no. Responde a las siglas Vegan Before 6pm, que viene a ser una propuesta que invita a ser vegano “por horas”, en esencia entre las 06:00 y las 18:00… sin mayores recomendaciones de qué hacer a partir de las 18:00 y las 06:00 del día siguiente. Se trata de un sistema “con libro” pero sin pies ni cabeza, que me parece que es la expresión que más se ajusta a este tipo de planteamientos. Ya sé que en nuestro entorno resulta muy interesante animar a la gente a comer más alimentos de origen vegetal, pero así hacerlo no ha de implicar postular chorradas como esta del horario. Además, este plan aparenta dar por sentado que una dieta vegana es “per se” saludable… cuando lo cierto es que no tiene por qué ser así; de hecho hay veganos 100% que pueden llevar una dieta muy desequilibrada. Además, crear franjas horarias con este tipo de absurdos planteamientos abre de par en par las puertas al descontrol, a partir de las 18:00. Es por tanto un sistema sobre el que planea el peligroso y tontusco concepto de la compensación.

3º Puesto

La BDA otorga la medalla de bronce para la denominada “dieta sin azúcar”. A ver, supongo que se trata de llevar al extremo una sana recomendación, la de reducir nuestro actual consumo per cápita de azúcar. Tomamos mucho, demasiado y al parecer esta dieta propone pasar de la gran remojada a la gran secada eliminándolos en su totalidad, incluidos los presentes de forma “natural” en los alimentos (como es el caso de las frutas más en concreto) e incluso eliminar muy a menudo todos los alimentos que contengan alguna clase de hidratos de carbono. Tanto la BDA como yo mismo aconsejamos una reducción de los azúcares presentes en la dieta, en especial aquellos que provienen de alimentos procesados (refrescos, pastelería, galletería, dulces…) pero eso es una cosa, y la total eliminación es otra. Eliminar por completo los azúcares de la dieta implicaría además prescindir de verduras, frutas, productos lácteos, frutos secos. Además, en lo que resulta el colmo de las contradicciones, en no pocas ocasiones esta “dieta sin azúcar” sugiere sustituir el azúcar de adición por otros productos que no siendo en realidad azúcar como tal, lo contienen como ingrediente mayoritario, me refiero al agave, la miel, etcétera (para saber cuanto en la miel es azúcar pura y dura, puedes consultar esta entrada).

2º Puesto

La medalla de plata se la lleva una vieja conocida: la paleo dieta. Un planteamiento dietético que tiene casi tantas variantes y versiones como seguidores en el mundo. Por eso, dar una definición sobre qué es la paleo dieta es sumamente complicado ya que no se ponen de acuerdo ni entre sus defensores (es casi tan difícil como dar una definición de dieta mediterránea). Unos excluyen unos alimentos, otros los incorporan, otros los usan solo en determinadas circunstancias… Sé que me arrepentiré, pero para quienes no sepan de qué va esto de la paleo dieta, digamos que es una propuesta dietética inspirada en lo que podría haber comido el hombre prehistórico. Así pues, tanto la exclusión de grupos enteros de alimentos como algunas formas de prepararlos están a la orden del día y, desde mi punto de vista no tiene demasiado sentido. Conste que parte de una buena y muy deseable premisa: no consumir alimentos procesados. Pero el problema viene cuando, por ejemplo, hay quien plantea que un tomate o una patata entran dentro de “ lo procesado”… así, la cosa empieza a complicarse y no poco. Lo cierto es que además suelen tender a ser especialmente ricas en proteínas y se podría correr el riesgo de ser deficitarias en algunos nutrientes, incluido la fibra. Sin embargo, tampoco estoy de acuerdo con el balance que hace la BDA al advertir que su seguimiento es una garantía para sufrir deficiencias (y menos utilizando el tema de la exclusión de leche de la dieta y la deficiencia en calcio). Estoy convencido que un servidor podría llegar a compartir alguna de las miles de variantes que tiene lo que se ha dado en llamar paleo dieta. Ahora bien, así en principio, también es cierto que las dietas que empiezan con grupos de alimentos “a excluir” no son de mi especial devoción.

Y por último, en el primer puesto… la tontería de las tonterías, la reina de las simplezas dietéticas…

1º Puesto

La orinoterapia. No sé que más decirte… la orinoterapia es eso… beber tu propia orina con fines terapéuticos. El tema no es para nada novedoso; como buena parte de los disparates dietéticos sus seguidores apelan a un origen ancestral, las culturas orientales y demás. Sin ir más lejos, en España ya tuvimos hace años un sonado defensor de esta dorada tontería de la mano de Txumari Alfaro (conocido por conducir dar su opinión y la cara en un programa de éxito en los años 90, “La botica de la abuela”). Sí, el tema es como para ir a mear y no echar gota, pero es lo que hay, y por tanto, así están las cosas.

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Imágenes: holohololand freedigitalphotos.net

Cosas que has de saber antes de tomar un suplemento para adelgazar

PastillacasSí, sé que la fecha es propicia. Con las festividades navideñas encima y los buenos propósitos a la vuelta de la esquina es muy probable que no poca gente ande planificando esa ansiada pérdida de peso, con sus estrategias y planes estupendos, sus dietéticos menús… como probable es que muchos también estén tentados de usar una “ayudita” en forma de suplemento. Pero, ¿realmente ayudan los suplementos alimenticios, per se, a adelgazar? La respuesta, ya me conoces, es que depende.

Supongo que es fácil creer que el funcionamiento o no dependerá del que escojas… que si de alcachofa, que si de pimiento (sí, ya lo sé, capsicum queda más enrollado y da mejor el pego), que si de judía (venga va… faseolamina mola más), que si de café verde (si ponemos ácido clorogénico suena más serio, pero solo suena), que si de mango africano, que si de Garcinia cambogia, que si… etcétera. Pero no. Va a ser que no, ya que la “ayudita” extra no depende de la naturaleza o “principio activo” ¿Sabes porqué? Porque ninguno ha demostrado funcionar como tú esperas que funcione. Por algo se llaman productos milagro, porque necesitan de creyentes.

Entonces, habrá quien piense que dicho funcionamiento dependerá del fabricante que los produce (laboratorio para los técnicos en marketing): que si con no-sé-cuantos controles de calidad, que si obtenidos solo a partir de cultivos orgánicos o de agricultura ecológica, que si producido en Alemania o en Japón, que si más o menos “natural”… y demás para bienes. Ya siento desilusionarte, pero va a ser que tampoco, la “ayudita” en cuestión tampoco va a depender de la supuesta excelencia en su fabricación, ya que, como te he dicho en el párrafo anterior, ninguno funciona aunque el procedimiento de su elaboración cuente con las máximas garantías. Y, no, tampoco depende del precio. Como ninguno funciona, más barato o más caro tampoco es la clave. Consejo: si aun y todo decides usar alguno, mi recomendación es que sea el más barato. El efecto, creeme, será el mismo (ninguno), pero al menos habrás perdido menos dinero.

Entonces, ¿de qué depende?

Pues básicamente, agárrate a la silla, de que estén adulterados intencionadamente con ingredientes farmacéuticos no declarados que, ¡oh casualidad! esos ingredientes sí que tienen una evidencia detrás más o menos contrastada como coadyuvantes de la pérdida de peso. Seguro que más de uno se hará las consabidas preguntas obvias:

¿Por qué los ponen? Supongo que porque como algunos productores de suplementos saben que sus productos no hacen nada en referencia a la utilidad de su comercialización, el adelgazamiento, pues les ponen sustancias que “sí que hacen”. Así el cliente seguro que queda “satisfecho” y además, le dan un repasito a la competencia.

¿Por qué no los declaran? Porque están prohibidos. Se suele tratar de sustancias con actividad farmacológica que se usan (o no) en algunos medicamentos. Como la categoría de producto de la que estamos hablando es la de los “suplementos o complementos alimenticios” estas sustancias están prohibidas en tales productos. Para más inri, algunas de estas sustancias además tienen prohibido su uso incluso como medicamentos.

Sorpresa (2)

Entonces ¿los fármacos auténticos que contienen esas sustancias prohibidas en algunos suplementos, podrían ofrecer esa “ayudita” extra? Vuelta a la misma respuesta de antes: depende. A día de hoy se conocen decenas de compuestos que bien a través de un mecanismo fisiológico u otro pueden ayudar a perder peso, y ese efecto es algo bueno y deseable… pero al mismo tiempo también suelen tener otros efectos que son malos e indeseables. Lo malo es que esos efectos secundarios negativos suelen resultar inaceptables y, en la actualidad y por estas razones solo hay un principio activo legalmente aceptado en España para el tratamiento de la obesidad, y es el orlistat. Que además, para lo que nos interesa, lo del adelgazar, tampoco es especialmente efectivo.

Curiosamente el orlistat no es el principio activo con el que se suelen adulterar los suplementos alimenticios adelgazantes. Para ello se suelen utilizar drogas mucho más peligrosas que normalmente interfieren en el sistema nervioso.

Te cuento todo esto, porque hace unos pocos meses y de nuevo, la Food and Drug Administration norteamericana volvió a poner de relieve la presencia en el mercado de suplementos adelgazantes adulterados con sibutramina (un principio activo que estuvo legalmente incluido en algunos fármacos contra la obesidad y que hoy está retirado) y con sustancias con un negro historial como la dimetilamilamina. Quizá ahora muchos se pregunten, entonces…

¿Puede estar pasando esto en España con nuestros suplementos adelgazantes? Con sinceridad, no lo sé. Lo más “gracioso” del asunto es que como los controles que se les hacen a estos productos por parte de la administración, no son ni la mitad de la mitad de exigentes que a los fármacos, nadie podría asegurarlo. Y conste que anteriormente en España ya ha habido casos similares.

Así pues, creo que la conclusión es bastante clara. Ningún suplemento dietético ha demostrado funcionar como se espera que funcione; al mismo tiempo los controles a los que están sometidos son escasos; y además hay una cierta probabilidad de que estén adulterados con peligrosas sustancias (sobre todo si no se sabe que están ahí pudiendo interaccionar con verdaderos fármacos).

De veras que no sé dónde puede estar el beneficio de arriesgarse a tomar ningún suplemento adelgazante, y mucho menos comprarlo.

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Imagen: Toa55 y stockimages vía freedigitalphotos.net

Dos conceptos para el término ‘detox’: el válido y el absurdo

zumo de apio

Han sido varias las ocasiones en las que se ha tratado en este blog el concepto depurativo, detoxificante o dicho de forma más chic: ‘detox’, que es al parecer como mola referirse a él cuando de una dieta al uso se trata. Aquí tienes alguna de esas entradas:

Tal y como sabrás si visitas con frecuencia este blog me gusta adelantarme en cierta medida a los acontecimientos y al parecer no debo de ser el único. Si bien dediqué hace bien poco un post al tema de los recurrentes problemas y latiguillos gastro-navideños, acabo de conocer este interesante artículo publicado en The Guardian en el que de alguna forma se pone de relieve la estúpida tendencia que se nos avecina (como todo los años) al recomendar algún tipo de dieta en esta línea de la que te hablo: dietas detox para después de las Navidades.

En dicho artículo se toma entre otras la opinión de una de las personas más reconocidas en su ámbito a la hora de poner en tela de juicio remedios y tratamientos alternativos. Me refiero a Edzard Ernst un profesional médico e investigador especializado en el estudio de la medicina complementaria y alternativa con miles de publicaciones en su haber. Sabes que no soy partidario de usar el argumento de autoridad pero, créeme que la opinión de este señor, aunque mera opinión cuando se toma su palabra en un medio periodístico, es una garantía importante (al menos para mí).

Bueno, el caso es que se le pregunta al respecto de la utilidad del concepto “detox” y su respuesta no pudo ser más contundente, y a mi juicio también convincente:

Que quede claro, existen dos tipos de desintoxicación: una es respetable y la otra no. la respetable se circunscribe al tratamiento médico de aquellas personas con algún tipo de adicción a las drogas […].

El otro concepto es el que mantienen “secuestrado” algunos empresarios, curanderos y charlatanes a la hora de vender un tratamiento falso que supuestamente libera de toxinas el cuerpo de quienes se supone las han acumulado. Si el nivel de toxinas se elevara por encima de un valor tal que tu cuerpo no pudiera eliminarlas, lo más probable es que se falleciera en un periodo de tiempo más o menos corto, y que se necesitara de una intervención médica urgente. En un cuerpo sano, los riñones, el hígado, la piel, incluso los pulmones mantienen el cuerpo desintoxicado mientras hablamos. No existe el modo de mejorar algo que ya funciona correctamente en un organismo sano, y desde luego los tratamientos “detox” tampoco lo consiguen.

El mismo artículo de The Guardian rescata el parecer al respecto de las dietas detox de manos de otra especialista una dietista-nutricionista del St. George’s Hospital, Catherine Collins, quien sin andarse por las ramas afirma que:

La idea de que nuestro hígado necesita alguna manera de ser «limpiado» es ridículo [por ejemplo después de algún tipo de exceso gastronómico o alcohólico]

[…]La mejor forma de llevar una vida “desintoxicante” es no fumar, hacer ejercicio y disfrutar de una dieta sana y equilibrada como lo es por ejemplo, la dieta mediterránea. […] Si se renuncia al Jack Daniels y se pasa a comer durante dos semanas apio y pepinos en lugar de bollería, lo más probable es que uno se sienta mejor. Eso pasa así porque ese estilo dietético es simplemente mejor, no porque se esté «desintoxicando» nada.

La explicación a tanta majadería desintoxicante subyace según algunos especialistas en psicología con los que coincido, en la necesidad por parte del ciudadano de a pie de encontrar aquello que le gustaría que existiese… aunque la realidad demuestre que no existe. Es decir, oír y comprar aquello que nos gustaría que existiera y que nos proponen algunos aprovechando esa “necesidad”. Algo para lo que, tristemente, no faltan candidatos. Es decir, lo que te conté hace ya tiempo en esta entrada.

Aunque buena parte de la población sabe en su fuero interno que estas cosas “no funcionan” se permiten en cierta medida ya que su existencia realiza una especie de efecto balsámico sobre la conciencia del ciudadano medio. Sin embargo, el bueno de Edzard Ernst es bastante menos condescendiente con este tipo de planteamientos ya que sin ambages afirma que:

Cualquier persona que promocione un tratamiento de desintoxicación se está beneficiando de una alegación que es falsa y, por definición, se trata de un sinvergüenza.

Bravo.

Así pues, ante la duda de si estarás intoxicado o no, lo mejor que puedes hacer tal y como dice mi colega Virginia Sánchez (@virginut) es ponerte en contacto con el Instituto Nacional de Toxicología, antes que hacer de marioneta para quienes promocionan, alientan, distribuyen y comercian algún tipo de fraudulenta estrategia dietética del tipo ‘detox’.

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Nota: Mi agradecimiento a la Dra. Valdez (@tu_endocrino) por haberme hecho llegar el artículo de The Guardian.

Imagen: phasinphoto vía freedigitalphotos.net

Vinagre de manzana para adelgazar: mi historia de amor y desencuentro con él

Apple_cider_vinegarParece mentira pero hace ya más de 11 años de mi primer escrito dirigido a desterrar soplapolleces en el mundo de la dietética. En aquel entonces fue sobre la supuesta indicación del vinagre de manzana como suplemento adelgazante y quema-grasa. Fue también un encargo, yo estaba haciendo mis prácticas obligatorias para acabar la carrera de Nutrición Humana y Dietética y me encargaron un artículo que estaba previsto publicar en el portal de alimentación de Consumer sin mi autoría reflejada. Me daba igual, me hacía mucha ilusión ver un texto mío publicado en el “Internet” de la época y además quería gritar al mundo la tontería esta. En cierta medida tenía la esperanza de que pudiera abrir los ojos a mucha gente y que esta mandanga caería en el olvido. Ya ves… siempre he sido un poco iluso. Y hasta aquí el especial cariño que le tengo al tema del vinagre de manzana, ahora viene el desencuentro.

El caso es que el otro día una conocida me preguntó por el vinagre de manzana como elemento adelgazante (es decir, que siguen dando guerra). No es que ella se lo crea, ni necesitara saber si verdaderamente funciona a través de mi opinión, ya está convencida de ello aunque solo sea por el marco y manera en la que se publicita.

No obstante, no todo son cápsulas de vinagre de manzana, también hay quien propone usar este aliño diluido en agua y con ello promocionar el adelgazamiento. Así, no hace mucho tiempo pudimos constatar este escrito en una conocida publicación semanal en el que se refleja como se pueden sacar las cosas de contexto a pesar de toda la NO evidencia al respecto de las propiedades adelgazantes del vinagre. Se hizo así poneinedo en alza este estudio de 2009 (Vinegar intakes reduces body weight, body fat mass and serum triglyceride levels in obese Japanese subjects*) y haciendo aquello a lo que tan acostumbrados estamos: descontextualizar el actual conocimiento que se tiene sobre una materia en concreto y coger solo aquellos estudios y artículos que afirman aquello que queremos oír o de lo que queremos escribir. Lo más curioso de este tema es que el estudio en cuestión realizado con 175 pacientes y durante 3 meses, efectivamente contrastó una diferencia leve pero significativa en el adelgazamiento entre los que tomaban vinagre y los que no y además de forma dosis dependiente. Y digo solo vinagre y no “vinagre de manzana” porque esta variedad fue elegida solo por su mejor tolerancia en cuanto al sabor, no por sus milagrosas y únicas propiedades. Así, los autores del estudio hicieron descansar una gran parte de los resultados no al hecho de que fuera vinagre de manzana sino a que fuera simple y llanamente vinagre. De todas formas esas diferencias significativas en cuanto a la pérdida de peso entre quienes tomaban y no tomaban vinagre poseen una escasa relevancia clínica. Para que te des cuenta, tras tres meses de estudio la media de pérdida de los que más adelgazaron (y que más vinagre tomaron) fue de 1,9 kg, frente al grupo que tomo la mitad de la dosis y que perdió una media de 1,2 kg o el grupo control (que no tomó vinagre) y que ganó una media de 0,4 kg. Además, tras 1 mes de haber acabado el estudio las diferencias eran apenas perceptibles entre los tres grupos ya que en aquellos que habían perdido peso (y poco) lo habían recuperado prácticamente todo.

Así, el resumen al respecto de la cuestión adelgazante del vinagre es que solo existe un único estudio serio y de calidad a priori aceptable que haya reflejado una pérdida, muy modesta, de peso con su uso. Además, el hecho de que haya sido con vinagre de manzana parece más un hecho circunstancial que trascendental. Es decir, una evidencia muy escasa como para hacer grandilocuentes artículos y recomendaciones al hilo del vinagre de manzana.

Tal es así que a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria también se le ha preguntado su opinión al respecto de si podría decirse o hay datos que apunten hacia que la ingesta de vinagre de manzana podría ser un elemento que ayudara en algún sentido al control del peso. La respuesta (sé que te la estás imaginando) fue que no, redactada en 2011 al modo y manera que ya conocemos:

En base a la evidencia disponible no se puede establecer una relación de causa y efecto entre el consumo de vinagre de manzana y el control del peso.

Sin embargo, ya lo ves, a día de hoy siguen siendo frecuentes no ya solo la publicidad de este tipo de productos milagro, sino al mismo tempo la labor, ¿desinteresada? seguro desinformada, de algunos profesionales del periodismo que dicen de sí mismos ser expertos de referencia en temas de nutrición.

Supongo que si después de tanto tiempo entre nosotros del vinagre de manzana (al menos 11 años) y de tantas otras zarandajas, hubiera demostrado al menos un mínimo efecto coadyuvante en la pérdida de peso, a estas alturas sería un clamor conocido por todo el mundo en vez de estar relegado, como le corresponde, a la ignominia de formar parte de ése selecto grupo de productos milagro cuyo éxito real tan solo depende de la credulidad y desesperación de algunas personas.

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*Nota: lo siento por el enlace pero no hay forma que de que redireccione de la forma correcta al estudio completo. En cualquier caso se puede consultar (espero) en la página de la publicación

Imagen: Phongnguyen1410 vía Wikimedia Commons

Jeffrey Friedman: no existe una sola dieta válida que no sea la equilibrada (y no estoy seguro)

Ratón obesoPara los que no conozcáis a Jeffrey Friedman se trata de un reconocido investigador especialista en genética molecular, más en concreto en el área de la obesidad y los mecanismos biológicos reguladores del peso.

A mediados de la década de los noventa del pasado siglo veinte saltó a la fama al identificar una hormona, la leptina (o proteína OB), que en modelos animales (ratones) se identificó como una molécula inhibidora del apetito. De forma muy breve, está proteína sería secretada por los adipocitos (entre otros tejidos) cuando estos ya tuvieran una cantidad de grasa almacenada elevada. Una vez liberada en el torrente sanguíneo, la leptina, a modo de “señal” sería recibida por el “centro regulador” del apetito, el hipotálamo, y promovería la inhibición del mismo. Un claro ejemplo de retroalimentación negativa.

Este proceso, relativamente simple, se contrastó de forma bastante consistente en ratones observando que existían algunos ratones obesos que en base a una mutación que codificaba para la formación de leptina eran incapaces de controlar su apetito. En estos ratones la administración exógena de leptina, calmaba su apetito y conducía a una reducción del peso.

El caso es que el futuro para tratar la obesidad humana se tornó claramente esperanzador. Si este mecanismo fuera reproducible en los seres humanos se habría dado con una especie de piedra filosofal al respecto del tratamiento de la obesidad. Pero la realidad terminó por no ser tan sencilla. En el caso de los seres humanos pocos eran (y son) los pacientes obesos que mantuvieran unos niveles de leptina deficitarios, en lo que la administración de más leptina, de más “señales” para que se inhibiera el apetito, no iba (y no es) la solución milagrosa para la inmensa mayoría de personas aquejadas de obesidad.

Valga esta introducción sobre el protagonista de hoy, Jeffrey Friedman, para hacernos una idea de su perfil como investigador y para destacar que no es precisamente un donnadie ya que sus trabajos pasados y actuales son ampliamente reconocidos por la comunidad científica. Aunque la cosa se ha puesto muy interesante con el tema de la leptina y seguro que os ha puesto los dientes muy largos, no es el tema del post de hoy (a ver si saco tiempo y le dedico un par o más de post, porque la cosa es de todo menos sencilla).

Friedman

Saco a colación a este investigador para poner en alza sus declaraciones en esta entrevista publicada la semana pasada en El País. Empezando por el título “No hay pruebas de que las dietas que eliminan grasas o hidratos funcionen” que resume de alguna manera sus declaraciones, es posible que sus afirmaciones puedan ser descontextualizadas cuando, más al contrario, me parecen francamente lúcidas y esclarecedoras de la situación a la hora de poner de relieve el escaso valor de cualquier estrategia dietética en el tratamiento de la obesidad en las que solo se tenga en cuenta la proporción de macronutrientes.

Desde su primera respuesta este especialista afirma que la mayoría de las personas y no pocos profesionales sanitarios tienen un objetivo erróneo: no es cuestión de pesar menos sino de obtener mejor salud. Algo que ha defendido un servidor infinidad de veces.

Pregunta. ¿Aspirar a estar más delgados es positivo?

Respuesta. Creo que depende de cuáles sean nuestros objetivos. Si alguien tiene sobrepeso o está obeso, nuestro objetivo debería ser mejorar su salud. Eso puedes hacerlo sin perder mucho peso. Comiendo una dieta saludable y haciendo ejercicio para perder un poco de peso, con mucha frecuencia, los problemas de salud mejorarán. Si nuestro objetivo es mejorar la salud, no insistiría en que la gente esté delgada. No hay evidencia de que alguien que es obeso vaya a estar mejor quedándose muy delgado. Y más importante, no creo que haya muchas posibilidades de lograrlo, porque hay un sistema biológico muy poderoso que mantiene nuestro peso y hace que nuestro peso se mantenga sin grandes variaciones por arriba o por abajo.

Además, comparto su particular escepticismo a la hora de hablar del éxito de cualquiera de los tres modelos dietéticos clásicos que habitualmente se postulan para el tratamiento de la obesidad desde este prisma (1º bajo en hidratos de carbono; 2º bajo en grasas y; 3º bajo en calorías con los tres macronutrientes “equilibrados”).

P: ¿Las dietas más populares tienen una base científica?

R: Hay mucho debate sobre cuál es la mejor dieta para perder peso. El consejo estándar sería: toma una dieta equilibrada y con menos calorías, y ya está. Pero después habrá gente que te recomiende no comer ninguna grasa, lo que se llama la dieta Pritikin, o no comas hidratos de carbono, en la dieta Atkins. En realidad, no sé cuál es la mejor opción, porque para averiguarlo necesitaríamos un experimento que es muy difícil. Tienes que poner grandes cantidades de gente en una de las dos dietas durante mucho tiempo.

El problema con las dietas es que no puedes mirar a los datos en seis meses; normalmente hacen falta uno o dos años para que la gente vuelva a su peso, así que tienes que tener grandes cantidades de gente en cada una de las tres dietas, y entonces tienes que hacer observaciones mucho tiempo después, de una manera rigurosa. El problema es que a largo plazo hay tan poca gente capaz de mantener la pérdida de peso que nunca consigues una respuesta. Así que yo soy agnóstico sobre cuál de las tres funciona. Intuitivamente, diría que lo mejor es comer una dieta equilibrada, pero tampoco hay pruebas de que eso funcione.

Y luego la puntilla… no se puede hacer descansar toda la cuestión de la obesidad en elementos biológicos del tipo hambre y saciedad y ya está. En este problema hay muchos otros factores e intereses implicados tal y como también he defendido en múltiples ocasiones: las industrias alimentaria, dietética y farmacéutica, los hábitos sociales, culturales, la organización de los tiempos laborales, los conocimientos para implementar la cuestión alimentaria de una forma u otra…

P: Pero quienes promueven las dietas hablan de ellas como si estuviesen bien probadas

R: Si piensas sobre la obesidad, es posible que, más que ningún otro problema de salud, esté en el centro de muchas partes interesadas. La industria de las dietas es inmensa y tiene un mensaje claro: toma nuestra dieta y perderás peso. La industria farmacéutica también tiene intereses. Si fabricamos un fármaco, tómalo y perderás peso. Además, a la industria del medicamento le gustaría que las reglas para aprobar fármacos fueran relajadas, y cuanto más drama haya, mejor es el clima para que eso suceda. Cuando quieres que tu mensaje llegue al público, necesitas dinero, y por eso muchas veces el mensaje de los científicos queda ahogado entre el de todas estas partes interesadas que tienen mucho dinero.

Lo que sabemos que funciona es que si comes una dieta equilibrada con menos calorías, pierdes peso. Y en esas dietas los carbohidratos, las proteínas y las grasas están equilibradas. El problema viene con las dietas que eliminan carbohidratos o grasas, que te dicen que puedes comer lo que sea y perder peso igual, solo se trata de cambiar lo que comemos. Creo que eso sería muy bonito, pero no creo que haya pruebas de que eso funcione a largo plazo y que sea saludable. Así que es mejor que hagamos lo que sabemos que funciona.

[…] Nos estamos centrando en un aspecto equivocado. Nos centramos en el peso cuando deberíamos centrarnos en la salud. Si estás obeso y tienes problemas de salud, como diabetes o enfermedades cardiacas, deberíamos pensar en cómo mejorar tu salud. […] De hecho, si estás muy obeso y no tienes problemas médicos, no estoy seguro de que debiéramos hacer nada, más allá de la recomendación que sirve para el resto de comer una dieta saludable y completa y hacer ejercicio. […]

En resumen, las declaraciones de este señor me parecen muy acertadas. No obstante, he echado una cosa de menos que en mi opinión hubiera supuesto un broche de oro a la entrevista. Me explico, decir que hay que comer mejor y llegado el caso menos, a la vez que moverse más no es decir gran cosa. La clave, tal y como yo veo el panorama está en conseguir que las personas implicadas logren eso y además sean felices, les guste, les compense… o como quieras decirlo. Es decir, además de los procesos biológicos genéticamente influidos, ¿qué es lo que hace que una persona que ha perdido una cantidad de peso en el corto plazo (seis meses) esté con el mismo peso que al principio tras, por ejemplo, dos años? Y más aun… ¿qué es lo que provoca que los pacientes terminen por abandonar ese patrón de alimentación adelgazante (dieta) y se vuelva en este sentido a la casilla de salida?

Sopena de repetirme, opino que el posible remedio al problema genérico de obesidad pasa por buscar una solución de boca hacia arriba al menos con tanta intensidad como las soluciones propuestas de boca hacia abajo.

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Nota: Quiero agradecer a @carlosxabier su aportación para esta entrada

Imágenes: http://wellcomeimages.org/indexplus/obf_images/f8/b4/c49c22fb05314d0c5915103a1217.jpg vía Wikimedia Commons y  http://www.rockefeller.edu/research/faculty/labheads/JeffreyFriedman/

Las recurrentes preguntas y latiguillos gastro-navideños de todos los años

Navidades aburridasFeliz Navidad y próspero año nuevo. ¡Hale! ya lo he dicho un 17 de noviembre. ¿Te parece pronto? A mí también, pero por lo visto hay a quien no. De hecho la semana pasada ya recibí la primera consulta de una periodista para hacerme una entrevista al respecto de qué es lo que se puede hacer para compensar los excesos navideños, en referencia, claro está a los excesos gastronómicos. Y luego más preguntas sobre qué alimentos son los más “depurativos”, cuáles tiene la capacidad de sanar la vesícula, para qué sirven las dietas “detox”, si deberían ser estas pautadas por un profesional sanitario y no a tontas y a locas… Imagínate mi cara al otro lado del teléfono.

No seré yo quien cuestione la planificación de contenidos de una determinada revista y los plazos de los que disponen. Además, no me importa tanto el momento en el que se plantean sino la absurdez de tanto pensamiento redundante y de escaso calado. Por no hablar de cuando la periodista quiere sacar de tu boca y con sacacorchos sus propias opiniones. Va a ser que no.

Que qué se puede hacer para compensar los excesos navideños, me preguntaron. Pues lo mismo que lo que se puede hacer para compensar las multas por exceso de velocidad al circular a 230 km/h, le contesté: pagar y hacer propósito de enmienda. En el caso de la multa abonarla y proponerse no circular más a esas velocidades; y en el caso de la dietética lo mismo, jorobarse (pagar) y no actuar de forma tan simple como para que el año que viene se vuelva a las mismas y… (esto es lo que más me fastidia) encima preguntando que qué se puede hacer. Otra vez. En fin.

Además, seamos sensatos… ¿alguien cree que si a lo largo del año en curso hubiera surgido algún remedio eficaz para atajar los efectos de los excesos navideños (o gastronómicos de cualquier temporada del año) no se le hubiera dedicado titulares, artículos y programas de radio hasta que nos sangraran los oídos? Pues eso, que no. Y como es que no, no hay nada más que decir que lo que se dijo el año pasado y lo que habrá que decir, tristemente me temo, el que viene.

Uno ve aquí dos problemas de base. Por un lado, ya te lo conté en esta entrada, es la previsión de los excesos. Pensar que como es una fecha señalada y las fechas señaladas se celebran de forma destacada en torno de una mesa hay que excederse. Pero no, la celebración no tiene porqué ir asociada al exceso. Si acaso, ese exceso lo podría asumir con mayor indulgencia en otro tiempo, otra época, aquellas con más carestías o falta de recursos… pero, ¿ahora, hoy en día… precisamente cuando nuestra habitual existencia está ya de por sí caracterizada por el exceso cotidiano? No, no lo puedo entender. Entonces, si se siguen asumiendo estas fechas tan señaladas que se nos avecinan de forma tan inadecuada, lo que ocurre es que hacemos un exceso sobre el exceso habitual. Parte del problema es que el patrón cotidiano, de por sí ya excesivo, es asumido por lo frecuente y recurrente como normal. Así, el exceso diario es lo normal (habitual) y lo de las navidades entonces el exceso al cuadrado.

Y por el otro lado, está la absurda obsesión que hasta cierto punto nos causa la Navidad en este tema y no, al parecer, lo que sucede el resto del año (con el paréntesis, claro, de la operación bikini). Es cierto, en el periodo navideño se puede ganar una cantidad de peso significativa tal y como apuntan algunos estudios cuando se compara con otras épocas del año; sin embargo, parece que se nos olvida que el resto del año (y que no son navidades) también, en líneas generales, se sigue aumentando de peso tal y como apuntan otros artículos. No poco y todos los años. Siempre para arriba y con el empujoncillo que puede suponer la Navidad.

Así pues, que con el actual panorama te vengan a preguntar a mediados de noviembre qué se puede hacer ante los excesos navideños, es signo inequívoco de que hay varias cosas que no funcionan demasiado bien en esta sociedad.

¿Que qué se puede hacer? Cualquier cosa menos la que se hizo el año pasado. Eso es lo que se puede hacer.

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Nota Bene: ¿Sabes lo más gracioso? Al final no hubo entrevista, la periodista quería oírme hablar de los beneficios hepato-depurativos de las hojas de alcachofa, de los prodigiosos poderes de las dietas detox y de otras historias igualmente buenrollistas. Pues fue que no. Para buen rollo, este año ya tenemos el anuncio de la Lotería (ejem).

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Imagen:  imagerymajestic vía freedigitalphotos.net