El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

Archivo de julio, 2013

La guindilla vasca o piparra, una auténtica delicatessen

IMG-20130717-WA008Como bien sabes si frecuentas este blog, son pocos los alimentos que se ven honrados con una entrada propia en el mismo. Y es que, como sabrás, no estoy muy por la labor de glosar las virtudes nutricionales de alimentos concretos haciendo que parezcan maná sin los que no se pueda vivir. Eso se lo dejo a otros a los que estas cuestiones se les da mejor que a mí.

De todas formas, y más o menos, si vives de Tudela hacia arriba, de Santander hacia la derecha y de Jaca hacia la izquierda hoy te doy permiso para saltarte la lectura: seguro que ya conoces esta especie de manjar con el que los dioses nos regalan el mes de julio y (si te atreves) parte del de agosto.

Se trata de las piparras o guindillas vascas. Quien más y quien menos ya las conocerá en su formato encurtido. Pero hoy me estoy refiriendo a las frescas, a las que se fríen y sirven de aperitivo y/o acompañamiento de platos diversos en temporada, esta precisamente.

Supongo que como he comentado conocerás su versión encurtida, con las que se elaboran esas maravillosas banderillas o pintxos a base de interponer en un palillo los trocitos de estas guindillas con trocitos de anchoas, palillo que suele terminar tocado con una aceituna, para regarlos generosamente con un buen aceite de oliva virgen extra (alias “gilda”). Pues bien, tal y como sucede con los espárragos de lata y sus homónimos frescos, a pesar del nombre, el producto no tiene nada que ver el uno con el otro.

No creo que te sea especialmente fácil encontrarlas si no vives en el somero triángulo geográfico que he esbozado a grandes trazos más arriba (si, lo sé, siempre habrá excepciones). Pero puedes llevarte alguna sorpresa, como por ejemplo yo este año que las he descubierto en mi mercado de Zaragoza. Otros años era mi madre la suministradora oficial.

Tal y como te decía la temporada fetén es la actual, quizá un poco antes, desde inicios del mes de julio hasta la primera mitad del mes de agosto. Ahora bien, cuanto más tardías más probabilidad de que te encuentres alguna de un picor ciertamente inconveniente. Por que lo cierto es que a pesar de la creencia general que asocia guindilla a picor, estas en principio no pican o tienen un suave y agradable matiz picante. Su sabor es, para mí, bastante original. Se parecen, como es previsible, a los pimientos verdes, a los pimientos de padrón, pero con matices “a huerta” absolutamente genuinos. Si estás pensando si es un alimento adecuado para tus hijos hijos, no lo dudes, mis hijas matan por ellas (y yo, evidentemente, les dejo hacer).

Si las encuentras y te apetece probarlas te sugiero que las frías en abundante aceite de oliva esperando a que se doren. Tras sacarlas y escurrir su aceite tan solo hay que sazonarlas al gusto. Las puedes consumir solas, tal cual, a modo de aperitivo o acompañando por ejemplo, volviendo al tema de la temporada, de una ventresca de bonito a la plancha. Si por el contrario (o además) eres más amante de esos grandes placeres gastronómicos pero sencillos (a los que desde luego un servidor no les hace el menor asco) te sugiero lo siguiente: un par de buenos huevos fritos, piparras fritas y un pan de hogaza genuino para untar y disfrutar… pondrás los ojos en blanco, te lo aseguro, #slurpslurp

¿Estas al corriente de la “verdadera” calidad nutricional del menú escolar de tus hijos?

Escuela silencioSomos muchos los padres quienes nos cuestionamos si al mismo tiempo que los menús escolares de nuestros hijos están bien planificados, luego esta planificación se traduce en una adecuada “puesta en el plato” día tras día. Está claro que una cosa es el menú semanal o mensual que nos hacen llegar desde el colegio, que sobre el papel puede quedar más o menos bonito y que luego, habrá que ver si las calidades son las más adecuadas.

Son frecuentes las revisiones de los menús escolares por entidades más o menos independientes en esta cuestión. Algunas de las más recurridas en los últimos años son las que con cierta periodicidad realiza el grupo Eroski-Consumer, aquí tienes las que hicieron en los años 2004, 2008 y 2011. Es complicado realizar un resumen que abarque las tres revisiones mencionadas, las distintas localidades objeto de análisis y sus diversas particularidades, pero mi conclusión es que así vamos mal. En especial cuando se toma en consideración que estamos en centros educativos y que la educación alimentaria debería ser, si no una materia específica, sí al menos un aspecto a tratar de forma transversal y qué mejor momento para hacerlo que en el de la comida.

Pero el caso que hoy os traigo es más reciente. Hace apenas quince días el Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de Illes Beleares hizo público un informe técnico sobre la adecuación de las comidas de los centros escolares de esta CCAA a la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición entre otras normas aplicables. El triste resumen de sus conclusiones es el siguiente:

  • El 80% de los menús evaluados en este informe no cumplen la Ley SAN y sólo el 10% cumple con la normativa específica de Baleares.
  • El 40% de los menús, según los datos disponibles, carecen de cualquier tipo de supervisión.
  • Los menús que tienen algún tipo de supervisión, se adaptan con mayor frecuencia a la normativa.
  • Existen diferencias significativas en cuanto al grado de cumplimiento, cuando la supervisión la realiza un dietista-nutricionista.
  • Solo 1 de cada 10 menús cumple la normativa y éstos están supervisados por dietistas- nutricionistas.
  • En ocasiones los profesionales que supervisan se encuentran con dificultades para adecuar los menús por petición expresa del centro educativo.
  • Aunque no se han evaluado menús de centros de 0 a 3 años, nos consta que la recomendación de cenas complementarias, la disponibilidad por escrito de menús especiales o la documentación sobre la información detallada de los platos que componen los menús es, en la inmensa mayoría de los centros, nula.

¿Nada mal, verdad?

Con el post de hoy quiero además a invitarte a conocer dos blogs amigos muy recomendables. Por un lado el de Lucía y su blog “Dime qué comes” y, por el otro, el de Raquel y su “Educando la alimentación”. En ambos se ha tratado recientemente este tema. En el primero, Lucía plantea una simple pregunta que puede ser muy reveladora de la calidad de la planificación del menú de tus hijos, el número de veces que hay un postre lácteo o, esto lo digo yo, el número de veces que el postre no es fruta fresca. Por su parte Raquel hace un desglose más pormenorizado que deja entrever las habituales miserias de los menús escolares: abuso de carnes y más en especial (lo que aun es peor) de sus derivados procesados; alta presencia de fritos; escasez de productos vegetales frescos, abundancia de rebozados, calidades “justas”, etc. Lo peor de todo esto no es tanto la constatación de una lamentable realidad sino el origen de tales males: el balance de cuentas de las empresas de catering, las presiones del centro (y de los padres) para que el niño coma… lo que sea, pero que coma, etcétera.

No sé que me da que las circunstancias en Illes Baleares no es un caso aislado. Mis hijas no comen en el colegio, tenemos la fortuna de poder arreglar el día a día para que coman en casa, pero créeme si te digo que pasan muchos menús de este estilo por mis ojos y su planificación es muchas veces, la haya hecho quien la haya hecho, lamentable. Eso la planificación, así que imagínate “la puesta en escena”.

Seguro que como madre, padre, docente o incluso por tu experiencia personal, tienes algunas cosas que contarnos sobre este tema.

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“Plomo en los bolsillos”, fascinante lectura sobre la épica del ciclismo

Plomo en los bolsillosEl libro se llama tal que así “Plomo en los bolsillos” y es altamente recomendable. Ya de entrada el subtítulo de la portada nos pone en antecedentes de forma breve pero también precisa sobre sus contenidos: “malandanzas, fanfarronadas, traiciones, alegrías, hazañas y sorpresas del Tour de Francia”. Publicado en 2005 (premio Marca de Literatura Deportiva) y reeditado en 2012 por la ed. Libros del K.O.,está firmado por el periodista Ander Izaguirre (@anderiza).

En resumidas cuentas se trata de un relato sorprendente desde la primera hasta la última línea sobre la historia del Tour de Francia, su nacimiento, sus héroes (y villanos), algunos curiosos entresijos y una buena parte de sus anécdotas más destacadas. No quiero destripar a nadie sus contenidos pero… ¿sabías que el nacimiento de esta titánica prueba en 1903 fue un reclamo creado para vender más periódicos? Para ello se diseñó una prueba deportiva que parecía más bien creada por algún sádico inquisidor medieval. Toma nota: 2.428 km divididos en ¡6 etapas! Los participantes de aquellas primeros tours de principio de siglo XX no podían llevar coches de apoyo que les suministrara víveres, sin entrenadores, sin posibilidad de cambiar de bicicleta… es decir circunstancias absolutamente increíbles que sumadas a la dureza de la prueba, incluso con etapas “eternas” de 28 horas que les obligaba a pedalear de noche y/o a dar la salida de algunas etapas a las 3 de la madrugada, hacen de este libro un compendio de historias sorprendentes.

Como no podía ser de otra forma el tema de la alimentación sale a colación en numerosas ocasiones. Desde el caso del Luxemburgués Faber que tomaba la salida con doce chuletas repartidas entre sus bolsillos, hasta el bilbaíno Vicente Blanco (apodado “el cojo”) que se “dopaba” con bacalao, pasando por los temibles caféraids, en los que el pelotón al completo, o al menos varios integrantes, entraban a saco en una posada, hostal o restaurante de carretera y arramplaban por las buenas con todo lo que tuvieran a su alcance. Luego el botín lo repartían entre el resto, en especial entre sus jefes de filas. Quizá te sorprenda saber que en aquel entonces el alcohol (las bebidas alcohólicas) era un elemento bastante consumido, antes, durante y después de las etapas.

Para que te hagas una idea del estilo de gente de la que se habla en el libro, de la que corría las grandes pruebas ciclistas de aquel entonces, quiero volver sobre el mencionado Vicente Blanco quien se trasladaba a tomar la salida de las pruebas en las que participaba en bici. ¿Que el Tour salía de París? Casi de víspera, o dos o tres días antes de la salida agarraba la bici y se iba pedaleando desde Bilbao hasta allí. Con un par, máxime teniendo en cuenta que, además, prácticamente le faltaban los dos pies.

El doping, otro de los elementos tristemente asociados a la alta competición, también está presente. Desde 1904, segunda edición del Tour, ya se empieza a hablar y comentar sobre la presencia de fármacos y sustancias sospechosas. Sin embargo, no fue hasta 1966 cuando se estableció un control antidoping y en 1967 cuando fallece, dándole a los pedales en el Mont Ventoux, el primer participante, Tom Simpson, a causa de una mezcla de calor, anfetaminas y posiblemente alcohol. Es francamente estremecedor leer este capítulo de la mano de Ander Izaguirre.

No quiero seguir, pero hay mucho más, entre otras cosas las etapas épicas, las batallas entre Coppi y Bartali; Anquetil y Poulidor; Merckx y Ocaña; las hazañas de Hinault, Induráin, etcétera. Es un libro que si aun no lo conoce mi vecino de blog Eduardo Casado (@educasado) sé que le entusiasmará. Así que te aseguro que ya seas un aficionado al deporte, un amante del ciclismo o alguien a quien le gusta descabezar una siesta desde el sofá viendo el Tour de Francia este libro no te dejará indiferente. Más aun, quizá como a mí, te deje con la boca abierta. Estupendamente contado, alejado de modas y bestsellers no te defraudará.

Ideal para el verano.

“Thigh gap” o el espacio entre los muslos, como peligrosa tendencia

Thigh gapIncreíble pero cierto, al parecer una nueva tendencia está haciendo furor entre las adolescentes femeninas allende los mares y amenaza con empezar a causar estragos entre las foráneas. De hecho, ya no se trata de una tendencia extranjera sino más bien generalizada. Este ridículo canon de belleza que al parecer está considerado como el súmmum de la exquisita delgadez, es conocido por la expresión inglesa que lo define textualmente thigh gap (es decir, “espacio entre muslos”) consistente en presentar un espacio libre, visible entre ambos muslos, mientras se mantienen las piernas (más o menos) juntas. En este enlace puedes ver algunos ejemplos.

Como de costumbre con las modas de este estilo uno de los riesgos es que además de afectar a la población adolescente se termine generalizando entre la población femenina y deje de ser observado como una extraña moda, más o menos pasajera, entre la población juvenil.

El verdadero peligro radica en retroalimentar el delicado universo de los trastornos de la conducta alimentaria, la bulimia nerviosa y sobre todo, la anorexia nerviosa. Un mundo que se nutre a menudo de estos pequeños logros u objetivos. Hoy es el thigh gap, ayer fue el marcar el hueso de la clavícula (otro clásico entre las aquejadas por esta problemática), que se pongan de relieve todas las costillas o dejar “al desnudo” el hueso de la cadera… ya veremos qué viene mañana.

La mayor parte de las fuentes consultadas tanto nacionales como extranjeras y que se hacen eco de esta tendencia, hacen descansar en su origen a las pasarelas de la moda, evidentemente en la elección de modelos demasiado delgadas (“modelos” de qué me pregunto yo) y más en concreto en aquellas que trabajan para una determinada marca de ropa interior femenina, Victoria’s Secret. No seré yo quien lo ratifique, pero desde luego tampoco quien lo desmienta. Tras un vistazo a su página web (a la sección de “braguitas”), dan ganas de invitar a muchas de las modelos que ahí aparecen a un reconstituyente. Están famélicas. Sonrientes, pero famélicas. Con cara de viciosas, pero famélicas. Famélicas.

Hace unos pocos años (2006) la pasarela Cibeles saltó a los titulares de prensa, además de por lo que le corresponde, por instaurar la norma de no dejar participar a modelos con un índice de masa corporal (IMC) por debajo de 18. Está claro que la medida, además de polémica y claramente arbitraria (y malamente arbitraria, digo yo) no tuvo mucho impacto y/o seguimiento por muchas de las marcas que se dedican a la moda femenina. Tal y como reflejó “El Mundo Todayen este enlace (es broma) además del consabido IMC, me parecería más efectivo el que las modelos participantes en las pasarelas internacionales demostraran que pueden comerse (sin vomitarlo después) un McMenú (aunque yo, si me lo permite “El Mundo Today” cambiaría ese McMenú por una fabada asturiana o un cocido madrileño con todos sus sacramentos).

El caso es que como supongo te imaginas, ya tenemos entre nosotros dietas, productos, ejercicios, rituales, etcétera para conseguir el tan ansiado thigh gap. Como puedes suponer todos súper sanos y súper-súper recomendables. Con ellos, ya lo verás, florecerán como las setas en primavera los pseudoprofesionales y sus pseudoremedios infalibles que te ayudarán en un tiempo récord (máximo dos o tres semanas) a tener un thigh gap por el que pueda pasar un tranvía mientras mantienes las piernas juntas.

En definitivas cuentas esto del thigh gap no deja de ser una peligrosa tendencia más que, anclada en unos cánones de belleza absurdos y posiblemente dañinos, termine por incentivar tanto los demasiado favorecidos trastornos de la conducta alimentaria como la charlatanería sanitaria.

Un signo más de los ridículos tiempos que nos ha tocado vivir.

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Imagen: photostock vía freedigitalphotos.net

Psoriasis, dieta y tratamientos alternativos

PsoriasisLa psoriasis es una enfermedad de la piel que en términos generales causa picazón y/o parches dolorosos de piel engrosada y enrojecida con escamas de color grisáceo. La psoriasis es frecuente que aparezca en hombros, rodillas, cuero cabelludo, espalda, cara, palmas de las manos y plantas de los pies, aunque también puede manifestarse en otras localizaciones.

 

La causa principal de la psoriasis parece estar relacionada con una alteración del sistema inmunológico. En condiciones normales, en el proceso de recambio celular, las nuevas células de la piel que crecen en la parte más profunda de la misma, suben hacia la superficie en un proceso que normalmente dura cerca de un mes. Sin embargo, en los pacientes aquejados de psoriasis este proceso se produce con mayor celeridad y se lleva a cabo en unos pocos días debido a que las nuevas células avanzan demasiado rápido. Los síntomas mencionados síntomas vienen y van con una alta variabilidad interpersonal, y todo apunta a que existen distintos elementos que pueden modificar el pronóstico. Entre los más evidentes figuran: las infecciones, el estrés, tener la piel reseca y ciertos fármacos. Además, y sin ser hereditaria, existe una cierta predisposición genética.

¿Tratamiento dietético específico? No

Los dietistas-nutricionistas no abordamos casos de psoriasis. La razón es clara, ni en la etiopatogenia de la enfermedad ni en los posibles tratamientos hay a priori elementos dietéticos que parezcan estar relacionados. En sentido contrario algunos terapeutas alternativos, en no pocas ocasiones terapéutas sanitarios (alternativos) recurren a extrañas formulaciones dietéticas con los pacientes aquejados de esta patología.

Tal y como suele suceder con muchas otras enefermedades crónicas, de difícil solución o con mecanismos etiopatológicos aun no del todo bien esclarecidos, las propuestas “alternativas” aparentan ser una solución válida para unos pacientes con frecuencia desesperados. Y es que no es para menos, la psoriasis, además de lo incómodo de sus síntomas puede afectar de forma importante a quienes la padecen a la hora de implicar un menoscabo de su imagen y, por tanto, afectar a sus relaciones sociales. Es decir, se trata de una enfermedad que tiene un impacto destacado tanto en el bienestar físico, como en el psicológico y social de los pacientes.

Por estos motivos, no es infrecuente que se termine por recurrir a determinados terapeutas enmarcados dentro de la medicina alternativa y complementaria. Entre este tipo de tratamientos son frecuentes la acupuntura, la balneoterapia, la quiropráctica, sin olvidar a la homeopatía, la aromaterapia o tratamientos «florales». Y por supuesto, la proposición de las dietas más variadas en combinación con complementos dietéticos. Sin embargo, la National Psoriasis Fundation de Estados Unidos afirma que el resultado de este tipo de intervenciones “alternativas” es tanto o más variable entre individuos distintos que los tratamientos “convencionales”. Dicho de otra forma, que lo que le ha funcionado a uno no tiene porqué funcionarle a otro. Suponiendo, esto lo digo yo, que la mejoría se le pueda atribuir fehacientemente al mencionado tratamiento, o a su efecto placebo.

Pera

En realidad el tema de hoy viene a raíz de una consulta que me hizo el otro día una lectora a la que un médico naturópata recomendó una dieta relativamente normal pero estricta al mismo tiempo con la inclusión de algunos elementos que no podía saltarse bajo ningún concepto: el desayuno consistiría de forma estricta en 3 peras, 2 manzanas y unas cuantas avellanas; la utilización de suplementos de omega tres; un depurador hepático (desconozco cuál en concreto) etcétera.

Con toda sinceridad no tengo argumentos para decir que esa pauta la vaya a ir bien o mal para la mejora de su psoriasis, pero al mismo tiempo él, el médico naturópata, tampoco creo que los tenga para decir que sí le va a ir bien. Por lo tanto eso de mostrarse tan tajante en cuanto a lo que le va ir bien (o mal) no me parece una buena asistencia.

Para terminar y a modo de resumen, concluir que a día de hoy no hay ninguna pauta dietética seria que se haya estandarizado, ni indicación alguna de suplementación, para pacientes con psoriasis sea cual sea su tipología. En sentido contrario las recomendaciones de todas las asociaciones implicadas en esta temática recomiendan, en general, una dieta equilibrada, evitar los hábitos tóxicos (alcohol y tabaco) y practicar ejercicio. En todos los casos de enfermedades crónicas, incluída la psoriasis, los pacientes debieran desconfiar de las alegaciones o esloganes del tipo «tratamientos curativos», ya que éstos no existen y, en una buena parte de los casos, se trata de fraudes que juegan y se aprovechan de la buena fe, la falta de conocimientos médicos y la desesperación de algunos afectados.

Es decir, nuestra alimentación no tiene una influencia directa sobre la evolución de la psoriasis, pero un estilo de vida adecuado puede ayudar a mantener la piel en mejor estado.

Antes de despedirme, y como viene siendo habitual en este blog cuando se abordan este tipo de temáticas, recomendaría a aquellas personas interesadas o a sus familiares el ponerse en contacto con alguna asociación de afectados de reconocida solvencia. En nuestro entorno Acción Psoriasis es una de ellas, si acaso la principal en el panorama nacional, una asociación que cuenta con una página web de interesantes contenidos.

Nota: Este artículo no sustituye la consulta con un profesional de la salud cualificado.

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Imagen: James Heilman, MD vía Wikimedia Commons y Andy Newson vía freedigitalphotos.net

¿Puedo beber agua de mar, tiene algún beneficio? (Parte 2, la dieta del delfín)

DelfínA estas alturas del cuento ya no sé cómo llegué a ser consciente de la existencia de una propuesta dietética llamada “la dieta del delfín” y eso que, eso sí lo recuerdo bien, fue hace poco. Quizá fuese hablando con Julio Basulto a cerca de este maravilloso post a cerca de la infraestructura de la charlatenería nutricional.

Sea como fuere la cosa me picó bastante. No por el hecho de conocer “una más” entre los cientos de dietas con nombre más menos estrambótico o exótico, sino por el hecho de la grandísima fascinación que desde pequeño me ha causado el mundo del mar en general y más en concreto el de los mamíferos marinos. Por tanto este concepto reúne para mí dos elementos que coincidentes en su proposición no podía dejar escapar: dieta y delfines. De verdad que si no hubieran estado unidos estos dos términos creo que no le hubiera dadicado la menor atención, porque no se la merece.

Como en muchos otros casos similares, se trata de la formulación de unos postulados dietéticos más o menos adecuados (comer alimentos integrales, más vegetales, con moderación, mantenerse activo, etc.) es decir, nada que no se sepa; al tiempo que se adornan con excentricidades como el beber agua de mar. Son precisamente estas extravagancias a las que se les termina por atribuir la mayor parte de los beneficios del mencionado postulado dietético. Algo para nada nuevo y que ya hemos comentado hasta la saciedad en este blog y que se resume, una vez más con la frase: “Las dietas de moda tienen cosas buenas y originales, pero las buenas no son originales y las originales no son buenas

Lo primero que pensé fue, ya está: esto tiene que consistir, casi por definición en mazarse a comer atunes y/o sonreír de forma bobalicona. Pero no, una somera búsqueda por internet de en qué podía consistir el tema me llevó a este vídeo del programa Espejo Público de Antena 3 en el que se entrevista (eufemismo de “discute acaloradamente”) a Ángel Gracia autor de “la Dieta del Delfín” quien promueve los beneficios de beber agua de mar (directamente y/o rebajada), entre otras cosas. Hecho que motivo el post de ayer acerca del hecho de beber agua de mar y esta, su segunda parte. Puedes ver el vídeo a continuación.

Lo segundo fue ponerme a buscar por la red a ver si en algún lado se podía encontrar el libro en cuestión, a poder ser en pdf… y he de decir que no me resultó nada de difícil encontrarlo (sin transacción que medie, se entiende).

Mi resumen del libro “la dieta del delfín”

Aburrido hasta decir basta. A pesar de contar con 302 páginas, una vez leídas al principio las bases de esta supuesta dieta, el libro consiste en una machacona repetición hasta el hastío de aquellos conceptos por los que el autor hace descansar en el consumo de agua de mar tanto beneficio. Al principio es divertido y hasta resulta curioso jugar a adivinar cuál será la siguiente excentricidad formulada sin el menor atisbo de la evidencia científica o contradiciendo directamente a la misma.

Además está la sempiterna demonización del conocimiento científico ortodoxo al que no solo le atribuye la incompetencia en no lograr curar prácticamente nada sino al que también culpa de la mayor parte de nuestras enfermedades. Ojo al dato de esta frase:

La panacea del agua de mar basa su poder curativo y preventivo en tres ejes que actúan equilibradamente gracias a la información que les suministra la sabiduría innata del ADN marino. El mismo ADN que dió origen a la primera célula, sana y sin mutaciones. Mutaciones que son la excusa para justificar la ignorancia de los sanitaristas cuando fracasan sus diagnósticos y tratamientos. Por ejemplo, cuando fracasa la vacuna contra la gripe que proponen para “todos los niños y ancianos” al final de cada verano.

No podía faltar, como es costumbre en los textos de este estilo, la separación de los alimentos en alcalinos y ácidos, la necesidad de mantener un medio interno alcalino, ya que de otra forma sobrevendrán todo tipo de enfermedades (en especial, claro, el cáncer) y por supuesto la eterna criminalización del consumo de lácteos (algo que no deja de ser curioso cuando, luego, en un menú propuesto incluye sin rubor al yogur). Por ejemplo:

Porque “todas las enfermedades son ácidas” y son tan ácidas que no hay nada tan ácido como un cadáver, un muerto. Acidez mortal progresivamente patológica” que dispara la corrosiva y traicionera oleada de microbios que desintegran y vuelven cenizas al organismo que los albergó –pleomorfismo Bechamp.

Hala, ahí queda eso.

Impensable sería pensar que se dejara de citar y defender los trabajos en el terreno de la nutrición de personas tan ilustres a día de hoy como el celebérrimo Premio Nobel Linus Pauling y su defensa de la nutrición ortomolecular:

Pauling descubrió la nutrición celular creando la Medicina y la Psiquiatría Ortomoleculares. Todo un concepto holístico para conservar la salud

Nota: Si quieres saber un poco más sobre que pensamos algunos sobre la llamada nutrición ortomolecular, te sugiero que sigas este enlace

Paisaje marino

En realidad el padre de todo este rollo del tipo consuma agua de mar para sentirse mejor parte de un tal René Quinton quien al parecer en 1904 postuló las Leyes de la Constancia del medio interno:

Leyes de la Constancia del Medio Interno: Osmótica, Térmica, Marina y Lumínica –fluorescencia. Leyes que rigen la vida celular y orgánica de todos los vertebrados, incluidos los humanos, los mamíferos marinos, los peces, las aves y el resto de los animales vertebrados. Hace mas de 100 años Quinton comprobó científica e irrefutablemente que el Medio Interno de todos los vertebrados es agua de mar –70% del volumen humano– y dijo: “la célula es la expresión concreta de la idea abstracta de la vida”. ¿Por qué los científicos han olvidado a Quinton?

No pienso contestar la última pregunta ya que aunque a mi me parezca retórica, me asusta el pensar que se formule en serio o que merezca una respuesta.

En el vídeo anterior como habrás comprobado se encontraba entre los invitados un representante de los “Laboratorios Quinton” quienes al parecer, no rehúsan rechazar este tipo de prácticas, aunque es cierto que entre sus preparados a base de «suero marino» (esto lo digo yo) hay más cosas.  Más al contrario, invitan a consumir el agua de mar que, eso sí, ellos comercializan una vez extraída del mar en puntos muy concretos  y precisos (denominados «vortex»). Posteriormente el agua es tratada por medio de la microfiltración en frío (sin comentarios) y puesta a su venta en farmacias (sí, en farmacias). Ni que decir tiene que el autor del libro y el representante de estos laboratorios discrepan ya que según Ángel Gracia en este proceso se pierden gran parte de las propiedades del agua de mar.

En fin, que ya me he extendido más de lo que pensaba y de lo que por supuesto merece este tema (aun estoy dudando si merecía la pena publicarlo).

Tal  como me decían el otro día en twitter (@alimmenta) a estos del agua de mar y a esos otros que se “alimentan” del sol los metía yo en una habitación solos y… hala, como los inmortales.

Nota: «La dieta del delfín» Ángel Gracia. Ed. Oreal, 2011

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Imagen: Bill Longshaw, 9comeback vía freedigitalphotos

¿Puedo beber agua de mar, tiene algún beneficio? (Parte I)

Agua, agua por todas partes,
Sin embargo ni una gota para poderla beber.

 Samuel Taylor Coleridge, The Rime of the Ancient Mariner (traducido)

 

Mar

La pregunta no es baladí, para nada. Puede que estés en la playa o que estés a puntito de hacerlo; quizá hayas leído algunas de las excéntricas propuestas dietéticas que proponen beber agua de mar para conservar y/o recuperar la salud; o es posible que tu espíritu inquieto y de pequeño científico te hayan llevado a preguntarte que, si el agua es tan imprescindible… ¿de dónde demonios la sacan las especies marinas, más en concreto los mamíferos que viven en su medio?

Sea como fuere y sea lo que sea que hayas leído al respecto de obtener/recuperar salud a través de la ingesta de agua de mar no hagas ni repajolero caso, tienes más probabilidades de ponerte malito que de mejorar. Por otro lado, si eres un naufrago que está leyendo estas líneas y estás a la deriva con cientos de millas de agua de mar en todas direcciones, sin una gota de agua potable que llevarte a los labios y, curiosamente, con una conexión a Internet para poder acceder a este post, ni se te ocurra tratar de beber agua de mar para aplacar tu sed. El remedio será peor que la enfermedad, te deshidratarás antes que no bebiéndola y por tanto, antes también, es probable que fallezcas por deshidratación.

En este post y el siguiente voy a abordar (bonito verbo este de “abordar”, muy a colación del tema) diversas dudas a cerca del consumo de agua de mar, algo que tristemente hay quien está tratando de poner de moda y defiende a capa y espada (casi literalmente tal y como veremos mañana). Pero hoy no.

Hoy toca aclarar porqué no podemos (en realidad “debemos”) beber agua de mar para aplacar nuestra sed, y de dónde sacan entonces el agua precisa para sobrevivir aquellos seres vivos que siendo mamíferos como nosotros viven en el medio marino.

Necesitamos agua y necesitamos sal ¿podemos entonces beber agua de mar?

La respuesta ha de ser clara: no. De ninguna de las formas, salvo que queramos tener un problema a corto plazo. El agua de mar es unas tres veces más concentrada en sales que nuestro plasma sanguíneo, una sangre muy similar en su concentración salina a la de todas las especies de mamíferos ya sean marinos, anfibios o terrestres. Así, si se bebe agua de mar se habrá de eliminar este exceso de sal produciendo una orina extremadamente salada (concentrada).

Nephron_illustration

La producción de orina en los riñones requiere de un primer paso de filtración en el glomérulo renal. En este proceso se “microfiltra” todo el plasma sanguíneo, incluyendo el agua y pequeñas moléculas como sales, pero no así las moléculas más grandes, ni tampoco evidentemente las células sanguíneas. A continuación hay que recuperar gran parte de esa agua “microfiltrada” y esta acción se lleva a cabo en el “asa de Henle” un largo túbulo a través del que se reabsorbe el agua. A mayor longitud del “asa de Henle” mayor capacidad tendrá esa especie de recuperar agua y mayor será por tanto la concentración de su orina.

La realidad nos dice que nuestros riñones tienen la capacidad de producir orina con una concentración ligeramente inferior a la del agua de mar, por tanto, si alguien bebe demasiada agua de mar, se desprenderá de más agua al orinar que aquella que bebió con el fin de librarse del exceso de sal.

Así pues, paliar la sed bebiendo aunque sean pequeños sorbos de agua de mar implica dar comienzo a un peligroso círculo vicioso: cuanta más se beba, más deshidratación y por tanto sed se padecerán. Como decía el infernal profesor de lengua de un amigo (@jesusmnavarrol): Segunda sed bebe quien bebe agua salobre.

Y los mamíferos marinos ¿beben agua de mar?

La respuesta rápida, sin complicaciones es: no. Si nos queremos complicar un poco la vida habría que decir que muy puntualmente algunas especies sí, pero no es lo habitual.

Entonces, si no beben agua y orinan (porque orinan) ¿de dónde sacan el agua para reponer la que excretan con la orina?

La respuesta rápida es: de la comida y, además, del agua procedente del metabolismo interno fruto de la obtención de energía a partir de los conocidos como principios inmediatos (grasas, proteínas e hidratos de carbono) ya que el agua es uno de los subproductos de este metabolismo.

Vamos con la explicación un poco más detallada: salvo un par de excepciones conocidas (manatíes y dugones), todos los mamíferos marinos son carnívoros y se alimentan de peces, plancton, krill, etcétera (dependiendo de la especie) que en definitiva son productos con un contenido de sal similar al de su propia sangre (o al de la nuestra) obteniendo el agua de aquella que se denomina “agua de constitución” de los alimentos que ingieren y evitando por completo el deshacerse del exceso de sal que supondría el ingerir agua de mar.

La cosa cambia de forma importante en el caso de los mamíferos marinos herbívoros (manatíes y dugones), ya que al fin y al cabo su alimento consta de una salinidad muy similar a la del agua de mar, una circunstancia pareja a lo que les sucede a crustáceos y moluscos (aunque estos evidentemente no sean mamíferos) que se alimentan de vegetales marinos. Centrándome en el caso de estos mamíferos se han observado bucles más largos en el “asa de Henle” mencionada, lo que les permitiría a estas especies, y solo a ellas, recuperar más agua a base de concentrar más su orina.

Para terminar, una curiosidad ¿beben agua dulce los mamíferos marinos?

Pues aunque te suene a chufla algunos sí que lo hacen cuando se les presenta la ocasión. Por ejemplo, se ha observado con frecuencia este comportamiento entre los manatíes de las salinas de Florida cuando se acercan a beber de una manguera abierta de la que brota agua dulce. Además también se sabe que algunas focas “comen” nieve con el fin, se supone, de aportar una cierta cantidad de este tipo de agua.

A pesar de lo dicho, aun sigue habiendo bastantes dudas sobre cómo consiguen este tipo de animales el equilibrio hidrosalino viviendo en el medio en el que viven, al menos de los detalles más finos de dicho metabolismo. De lo que no cabe la menor duda es que, para nosotros, “segunda sed bebe quien bebe agua salobre”.

Mañana, como no podía ser de otra forma, “la dieta del delfín” (sí, como lo oyes) y sobre los supuestos beneficios de beber agua de mar.

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Imagenes:  1 Charisma vía freedigitalphotos.net; 2 Burton Radons vía Wikimedia Commons

Si tu pizza te la trae a casa un drone, eso, no es comida

El término “drone” es un anglicismo que se ha colado a la chita callando, como casi siempre, en nuestras conversaciones para hacer referencia a un vehículo aéreo no tripulado. No sé si a ti te sucederá, pero la mayor parte de las imágenes que me vienen a la cabeza cuando los drones salen a colación son de conflicto, guerra, bombas, cámaras espía, misiles y demás. Sin embargo, no tiene porqué ser así, este tipo de vehículos pueden realizar muchas otras “misiones” menos agresivas a priori.

Algo así es lo que han debido de pensar los creativos de Domino’s Pizza quienes parece que están valorando seriamente lo de sustituir al eterno moto-pizzero por este tipo de artefactos en una versión más amable que la que habitualmente tenemos de ellos.

Aquí tienes un ejemplo de cómo podría implementarse este adelanto bautizado inicialmente como el DomiCopter.

En cuanto al comentario nutricional de esta novedad, creo que ya te lo imaginas. Que nos traigan la comida en moto o en drone hasta la puerta de casa, ya sea esta pizza, hamburguesa, comida china, mejicana, tortilla de patatas… o la que sea, se trata de la misma comida de siempre, con sus características comunes, normalmente poco estupendas. Es frecuente que en estos casos se trate de preparaciones altamente procesadas con unas propiedades poco recomendables: exceso de sal, grasas, grasas saturadas y/o trans, escasez de fibra, una relativamente alta densidad energética… vamos lo que ya te he contado en otras ocasiones.

Michael Pollan, de quién ya te he hablado en otro post, explica que para “comer comida” de verdad, de la buena, de la saludable, de la que debiera caracterizar tu estilo dietético, conviene evitar este tipo de opciones alimentarias o al menos conseguir que no sean una constante en nuestras vidas. De hecho una de sus frases más célebres pasa por decir no conviene comer comida que se diga igual en todos los idiomas del mundo (piensa en tus marcas de bebidas y snaks preferidas… o en las más odiadas) o que si lo que te vas a comer te lo sirven a través de la ventanilla de un coche, eso, no es comida. A todo esto añado yo que si te la hacen llegar a tu casa en drone (o moto) tampoco. Por lo menos como norma o de forma habitual.

Actualización: A través de Twitter Javier Salas (@javisalas) me acaba de hacer saber que al parecer este sistema de estilo drone-food-delivery ya está funcionando a pleno rendimiento en otros sitios, por ejemplo para encargar «tacos«, eso sí, la propuesta que me adjunta y que os hago llegar en este enlace es sólo para la bahía de San Francisco y se desconoce si de verdad funciona o no.

¿Te gustaría contar con dietistas-nutricionistas en la sanidad pública? Aquí puedes aportar tu granito de arena

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Soy dietista-nutricionista, más o menos ya me conoces. Y como yo hay miles de dietistas-nutricionistas aquí en España que, a pesar de tener un reconocimiento tácito por parte de la Administración en cuanto a la formación universitaria que nos “adorna” y las competencias que adquirimos como profesionales, nuestra realidad es que estamos total y absolutamente desamparados y ninguneados como profesionales.

Tan desamparados, por ejemplo, como para ser España el único país de su entorno en el que no existe un profesional de nuestro perfil en la cartera de servicios de la sanidad pública. El único. ¿Quieres acudir a un profesional de este tipo? Pues vas y lo pagas de tú cartera, así están las cosas, además de arriesgarte a que te encuentres con cualquiera que tenga una consulta abierta. Sin mayor control, tú pagas y tú te arriesgas. Como os digo, esto no pasa en la mayor parte de los países desarrollados en los que el dietista-nutricionista (o el profesional afín a este, sea como sea que se le denomine en cada estado) está ampliamente integrado en la sanidad pública: atención primaria, especializada, hospitalaria, etc. Y no es para menos, la inclusión de este profesional, tal y como se ha demostrado en diversas ocasiones supone un importante ahorro para las arcas públicas además de, lo más importante, mejorar de la calidad de vida del paciente, reducir los tiempos de hospitalización, etcétera.

Te iba a resumir ahora, otra vez, cuál es nuestra situación y cómo podría cambiar la tuya, como paciente, si la figura del dietista-nutricionista estuviera contemplada en la sanidad pública, pero casi mejor que, si quieres, te leas estas entradas que publiqué en su día.

Vamos al meollo que no me quiero enrollar hoy demasiado. El caso es que recientemente se han activado distintas iniciativas de “recogida de firmas” a partir de la plataforma change.org con el fin de solicitar la presencia de la figura profesional del dietista-nutricionista en la sanidad pública. Más en concreto en la atención primaria y en la hospitalaria. Por si te gustaría sumarte a esta iniciativa, te invito a que firmes estas dos peticiones en curso:

Por la inclusión de la figura del dietista-nutricionista en atención primaria y de acceso a todos los ciudadanos

Por la inclusión de la figura del dietista-nutricionista en atención hospitalaria

GraciasRecuerda que no son excluyentes (puedes firmar ambas) y que puedes invitar a cuantos más mejor (amig@s, familiares, novi@s, parejas…) para que se sumen a esta petición y también firmen. Es más que probable que con la inclusión de este profesional se cuente con más y mejores y herramientas para mejorar la salud de la población general. Gracias.

Por último, si quieres hacerte eco de esta demanda en las redes sociales, te sugiero que además de incluir los enlaces de más arriba, utilices la etiqueta #dn_sns_ya (Dietistas-nutricionistas en el Servicio Nacional de Salud, Ya)

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Imagen: Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

El desayuno está servido, la comida está servida, la cena está servida…

– ¿Sabes cuáles son los tres sonidos más hermosos del mundo?

El desayuno está servido, la comida está servida, la cena está…

– Noooo, no, no… la cadena de un ancla, el motor de un avión y el silbido del tren.

– Cacahuetes…

 

Quienes me conocen ya saben de mi pasión por el cine (por el clásico en especial, sin casi importar el género). Afición de la que me vanaglorio de saber un poco menos que de nutrición (lo cual no es decir demasiado, lo sé). Sea como fuere la cuestión es que ambas cosas me apasionan. Esta afición que algunos atribuyen a causa de tener una cierta edad no se debe a tal. Recuerdo como con 16 años le pedía a mi profesor de judo, cuando aun conservaba ciertas esperanzas de ser alguien en ese deporte, que me dejara salir del entrenamiento 10 minutos antes para poder llegar a casa y ver desde el principio las pelis que, ahora recuerdo, ponían en un ciclo de La 2 sobre Katherine Hepburn (Oh Diosa!)

El ejemplo que hoy os traigo, el diálogo antedicho, viene de la mano de una extemporánea “¡Qué bello es vivir!” (It’s a wonderful life, Frank Capra, 1946) no es más que la constatación de lo arraigado que está entre la población el comer, o mejor dicho el placer por comer. Aquí tienes el enlace a su versión original por si el anterior llegado el momento falla.

Este diálogo entre dos de sus protagonistas, James Stewart y Thomas Mitchell, banal para su argumento, captó mi atención casi desde la primera vez que la vi y pone de manifiesto lo predispuestos que estamos a sentarnos a una mesa para comer.

Comer, como digo, es un acto al que asociamos palabras como rico, bueno, maravilloso, placer disfrute, etcétera. Recorremos cientos de kilómetros para comer en este o aquel restaurante; celebramos, compartimos, recordamos, nos confesamos, nos prometemos, emocionamos, etcétera ante una (buena) mesa. Al igual que añoramos, recordamos, emulamos aquellas otras cuando las presentes no son todo aquello que nos gustaría que fueran.

Frente a esta realidad, están las consabidas “dietas”. Las de principio de año, las previas al verano, tras el mismo… ya sabes, las “dietas”. Las de “125g de lo que sea con 73g de aquello otro”, las de las restricciones, las del ayuno “saludable”, las de “esto sí, pero de aquello otro no”, las de mañana acabo (¡por fin!) o las de mañana empiezo (¡oh Dios, qué voy a hacer!). O de forma más concreta: tu dieta. Tu maldita dieta.

Aunque no lo creas y con independencia del nombre que la avale o de la firma que esté detrás, en realidad se trata, en todos los casos, de la misma dieta. La mismita. Es esa que siempre muestra una lustrosa apariencia pero resulta ser de escasa persistencia, se trata en todos lo casos de la misma ignominia que empieza por decirnos cuan pecaminosos han sido nuestros hábitos previos y cuantos ascéticos sacrificios hemos de auto inflingirnos para alcanzar unos efímeros resultados. En todos los casos es la misma por que ninguna funciona, a la larga, cuando determinación y voluntad iniciales sucumben al hastío y al aburrimiento.

¿Y sabes porqué, en parte, tu dieta no funciona? Por que en realidad, se llame como se llame (algo malo a priori que tenga ya un nombre) ninguna de ellas tiene en cuenta uno de los principales motores de nuestra supervivencia en estas circunstancias de superabundancia… el placer por comer, ya te lo he dicho. Este placer es algo consustancial, inherente e ineludible. Al principio, tu dieta (recuerda tenga el nombre cualquiera que le hayan puesto) te prometerá el oro y el moro, te dirá que no pasaras “hambre”, que disfrutarás, que será súper-llevadera, etcétera. Te lo prometerán sobre el papel, más en concreto sobre el papel de la portada o de la contraportada o de su envoltorio, incluso entre sus primeras líneas si se trata de un libro “de autoayuda”. Pero la realidad, tú lo sabes bien a pesar de lo maniatado y amordazado de tu subconsciente cuando empiezas la dieta, es otra. Más adelante, sí o sí, te esperan restricciones, privaciones, alteración de los horarios, de tus compromisos sociales…

Así pues, recuerda, si en algún caso te quieres “poner a dieta”, (y conste que te desanimo a que emplees este término) nunca pases por alto o te olvides del placer que supone para ti el comer. A todos nos gusta comer. Tendrás que llegar a un punto de encuentro entre lo que te gusta y lo que te conviene, dando a cada apartado su justa parcela. Si no tienes recursos (culinarios, de organización, conocimientos, etcétera) te sugiero que contactes con un (buen) dietista-nutricionista.

Por último, permíteme un consejo, cuando te hablen de «pequeños caprichos«, «día libre» o de «no dieta» huye. Huye como alma que lleva el diablo. Estas expresiones guardan en su interior el germen de esos sacrificios futuros que al parecer te esperan (y que además ¡están planificados!) o de los que ya has pasado. Y no se trata de eso. Para nada. Nadie te dice que el cambio de hábitos sea algo en principio sencillo, pero se trata de cambiar para disfrutar, no para sufrir. De otro modo auguro un mal futuro. Recuerda, una vez más, qué bello es vivir.