El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

El origen del famoso, útil y muchas veces malinterpretado Índice de Masa Corporal (IMC)

Como decía el otro día en esta práctica entrada se me quedó en el tintero el hablarles del IMC o índice de Quetelet.

Casi todas las personas tienen una idea de la existencia de un sencillo modelo matemático que informa a cada uno si su peso es más o menos adecuado a sus circunstancias. Casi todo el mundo como digo ha oído hablar del Índice de Masa Corporal o IMC. De ello se han encargado fundamentalmente los medios de comunicación al mencionarlo, en muchas ocasiones bastante a la ligera, con bastante profusión. Pero ¿cuál es su origen, cómo se interpreta, cuáles son sus ventajas… y sus inconvenientes? Para eso esta entrada.

 

¿Cuál es el origen del Índice de Masa Corporal?

En realidad el nombre en cuestión de IMC se usa desde hace relativamente poco tiempo, tanto como desde 1972 cuando el archiconocido Ancel Keys… (¿qué, que no conocen al padre de la “dieta mediterránea”? bueno, otro día les cuento las venturas y desventuras de su historia) como decía, cuando el bueno de Ancel Keys asignó el nombre literal de Body Mass Index (Índice de Masa Corporal) a un patrón matemático que ya se conocía desde hacía mucho tiempo como fórmula (o índice) de Quetelet.

 

¿Quién era Quetelet y por qué este índice?

Adolphe Quetelet nació en 1796 en Gante y fue un matemático de pro. A pesar de que su nombre no nos diga demasiado trabajó codo con codo con otras personalidades de la ciencia matemática como Laplace, Fourier y Poisson (a poco que sepan de estadística seguro que estos nombres ya les dicen algo más). Para que se hagan una idea de su relevancia histórica no es infrecuente encontrar su nombre asociado al “título” de patriarca de la estadística.

A ver si no me desvío demasiado y les cuento de una vez el origen de este famoso índice. El caso es que en 1835 Quetelet publicó una obra en dos volúmenes titulada “Sur l’homme et le développement de ses facultés. Essai d’une physique sociale” (volumen 1 y volumen 2), en la que se hace un resumen de sus investigaciones en estadística aplicada a las variables antropométricas y al comportamiento social. Una obra controvertida en su tiempo porque daba a entender un cierto determinismo “social” en base a las características antropométricas de cada sujeto. Algo muy en boga e aquellos años, el relacionar la antropometría con el comportamiento, en los que la ciencia criminalística despertaba al mundo de manos de figuras como Raffaele Garofalo, Alphonse Bertillon y Francis Galton entre otros (¿les suenan? es posible que no, pero las ultimas pelis de Sherlock Holmes seguro que sí –las de Robert Downey Jr, me refiero- Ahí pueden encontrar algunas referencias al fiasco del “bertillonage” o la frenología o, ahora sí, a la incipiente ciencia de la dactiloscopia). Pues bien en esa obra Quetelet describe qué:

“Durante el primer año de vida el aumento del peso es mucho mayor que el de la estatura. Después del primer año de vida y hasta el fin del desarrollo, el peso aumenta con el cuadrado de la estatura”.

Pero sin embargo, lejos estaba Quetelet de saber hasta dónde iba a llegar su formulita. Pese a la creencia actual general, Quetelet no estableció entonces el índice de Peso/Talla al cuadrado como un índice de obesidad, sus fines eran otros. Es decir, las investigaciones sobre las implicaciones del contenido de grasa corporal y su determinación experimental a partir de la “fórmula” de Quetelet, son muy posteriores a su época. Tanto como de principios de la segunda mitad del siglo XX.

Quetelet falleció en 1874 en Bélgica tras una prolífica carrera como estadístico en las más altas esferas de su época.

 

A pesar  de estar descrito hace casi tres siglos y empezar a “juguetear” con él desde hace más de medio, no fue hasta 1985 cuando en un trabajo infinitamente citado en la literatura científica se asentaba la buena correlación entre el IMC y la adiposidad, dando muestra de en qué situación ponderal está cada sujeto. En el trabajo titulado “Quetelet’s index (W/H2) as a measure of fatness» publicado en el  International Journal of Obesity, sus autores Garrow JS. y Webster J. concluye literalmente que “Quetelet’s formula is both a convenient and reliable indicator of obesity” (El índice de Quetelet es un indicador tanto apropiado como fiable de la obesidad”) tras haber comparado la composición de 128 sujetos (104 mujeres y 24 varones) a través de distintos medios con el mencionado índice. Posteriormente, los resultados de este trabajo mencionado se han ido corroborando y con ello se han ajustado los puntos de corte que hoy conocemos.

¿Cuáles son sus ventajas?

Sin lugar a  dudas la principal ventaja del índice de Quetelet o IMC es su sencillez para obtener las variables peso y talla (quien más o quien menos tiene una báscula en casa y una cinta métrica, aunque sobre el cómo se toman estas mediciones también se podría hablar largo y tendido) para aproximar la situación ponderal del individuo sin demasiadas “complicaciones” matemáticas como logaritmos, funciones derivadas y demás. Una sencilla multiplicación y otra sencilla división. En base a esta fórmula: Peso(kg)/Talla2(m) se han ido estableciendo una serie de puntos de corte que catalogan a cada sujeto en función a su peso. Digo «se han ido estableciendo» porque con el paso del tiempo los puntos de corte se han ido modificando ligeramente arriba y abajo. A día de hoy los criterios de la OMS y de la mayoría de sociedades y autoridades sanitarias consideran que se tiene…

  • Bajo peso cuando el IMC es menor de 18,5
  • Peso normal cuando el IMC está comprendido entre 18,5 y 24,9
  • Sobrepeso cuando el IMC está comprendido entre 25 y 29,9
  • Obesidad cuando el IMC es superior a 30.

¿Cuáles son sus desventajas?

El IMC no tiene desventajas si se utiliza y se interpreta bien (las dos cosas, utilización e interpretación) ¿Y cómo se utiliza bien? Pues tomando en consideración que los anteriores puntos de corte son sólo válidos y por lo tanto sólo se pueden aplicar a las poblaciones entre 20 y 65 años. Por debajo y por encima de estas edades podría “acertar” (con más probabilidad con las que están por encima) pero no es tan fiable como en el marco antedicho.

Entonces ¿no se utiliza el IMC para niños y adolescentes?

Claro que se utiliza, pero lo que no se hace es emplear los puntos de corte mencionados para realizar la valoración. Para niños y adolescentes se utilizan tablas percentiladas como estas que aquí les ilustro. Los que sean padres o madres y han ido alguna vez al pediatra con sus hijos conocerán las tablas percentiladas de peso para la edad, de talla para la edad y de perímetro cefálico para la edad. Pues estas son lo mismo pero con el IMC en el eje de las ordenadas (en vez del peso, la talla o el perímetro cefálico) y manteniendo la edad en el eje de las abscisas. Además hay una nueva particularidad, en el caso de las edades infantojuveniles hay dos tipos de tablas diferentes por sexos: azulitas para los nenes y rositas para las nenas (para no confundirse tontamente, vamos). Sobre los puntos de corte y cómo interpretarlas creo que habrá que hacer otro día otra entrada (de momento confíen en el personal sanitario que le atienda).

 

Como decía al principio, es frecuente que el IMC, ya sea para adultos o como veremos en este caso para niños se interprete no mal, si no rematadamente mal. Este ejemplo que aquí les traigo es el que propone una mediática psicóloga televisiva al hablar en una colección de libros que se hicieron a la estela del programa “Supernanny” y que ilustra lo desafortunado de sus “puntos de corte”, por no hablar de que prescinde de las variables sexo y edad, indispensable cuando se habla de niños y adolescentes. Para que se hagan idea, mi hija mayor cuando tenía cuatro años tenía un IMC de 14,6 es decir, entre los percentiles 25 y 50 según su edad y sexo, y sin embargo para el libro de  “supernanny” resulta ser «criterio de ingreso hospitalario» (¡!) Menos mal que su padre, al menos en este caso, sabe distinguir la morralla.

 

¿Cómo se interpreta correctamente?

Como decía también hay que saberlo interpretar correctamente y no sacar conclusiones descontextualizadas. Una de las mayores pegas que tiene el IMC es que no mide la grasa del individuo. En su lugar, estima que el peso, ya sea el «exceso» o la «escasez» de este, depende exclusiva y respectivamente del aumento de tejido graso o de su defecto… y no siempre es así.

Un error sería por ejemplo decirle a  Lennox Lewis o Myke Tyson o a cualquiera de estos “angelitos” que tienen, sobrepeso casi obesidad el uno; y el otro obesidad, a tenor de una lectura “frívola” de sus IMC respectivos cuando aquel glorioso combate en 2002. Sería un error el emitir tal “diagnóstico”… y también una terrible imprudencia, salvo que se lo digamos por teléfono y además no nos conocieran. Y es el caso de muchos deportistas, en especial en aquellos cuya disciplina incluya un componente de “fuerza” importante; al igual que sucede con mis queridos Homo croassanis, es decir con los culturistas. En todos estos caso, pese a salir un IMC dentro de los valores de sobrepeso u obesidad, el mucho peso se debe al importante desarrollo de la musculatura y no a la presencia excesiva de tejido adiposo, elemento último que define en verdad la obesidad tal y como se puso de manifiesto en esta entrada.

 

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5 comentarios

  1. Dice ser MSD Soft

    Es interesante disponer de un método objetivo para saber si una persona está en su peso ideal o no.

    Parece obvio que es fácil conocer si alguien está muy por debajo de su peso óptimo o muy por encima, pero hay muchas personas que no son capaces de juzgar por sí mismas objetivamente.

    El ejemplo más claro lo tenemos con las personas anoréxicas, que por más que adelgazan siempre se ven gordas. Una pequeña operación matemática les mostrará si están o no equivocadas.

    El último ejemplo de este artículo en el que se muestra un IMC superior a 37 es la excepción que confirma la regla. En el resto de casos, podemos fiarnos con confianza del IMC basado en nuestra estatura y peso.

    26 octubre 2012 | 09:59

  2. Dice ser Doctormolins

    Bien documentado y redactado, como siempre en tu blog Juan.
    Esta vez manifiesto mis discrepancias puesto que para mi es un método de valoración del peso, caduco y poco indicativo.
    Además de no tener en cuenta la composición corporal -como bien dices- tampoco tiene en cuenta la edad y el sexo, siendo bien conocido que la composición corporal entre hombre y mujer es bien diferente.
    No puede ser objetivo un índice (y menos su escalado de normalidad o patología) cuando para una mujer de 40 años de 1,62m de altura, nos da como peso saludable un rango de entre 48.5 Kg y 65,2 Kg , o sea, si mi calculadora no ha fallado 16,7 Kg de diferencia.
    Yo prefiero usar más parámetros y conseguir un rango de «normalidad» más ajustado. Peso «ideal» = Talla en centímetros – 100; menos el 10%. A éste peso le sumo un kilo por década que pasa de los 20a. Al resultado le doy un margen de +/- 2 kilos en función de su estructura osea. (Esto para la mujer, al hombre no le resto el 10%).
    Así, para el caso de la mujer de 40a y 1,62m anteriormente citado, su peso «ideal» oscilaría entre 55.8 y 59, 8, lo que correspondería a un IMC de entre 21,2 y 22,8 Yo le llamo la fórmula del Dr. Molins.
    Buen fin de semana

    26 octubre 2012 | 10:31

  3. Dice ser ANTONIO LARROSA

    A mi me parece que lo mejor es mirarse en el espejo, el espejo nunca engaña.

    Clica sobre mi nombre

    26 octubre 2012 | 12:00

  4. Dice ser Carla

    Vaya pedazo lección.

    Carla
    http://www.lasbolaschinas.com

    27 octubre 2012 | 20:55

  5. Dice ser Hector

    Me gusta mucho este blog porque se aprenden muchas cosas y es muy riguroso, veraz y científico, cosa que se suele echar de menos casi siempre en estos temas nutricionales.
    Pero si me dejas dar mi opinión, me parece inadecuado e imporpio de un blog como este bromear con personas por su aspecto físico. Ha costado muchos años concienciar a la gente para que no se bromee ni se hagan gracias hirientes con las personas obesas, entendiendo que la dignidad de una persona es un valor que está por encima de su aspecto físico. Si se es una persona de principios se debería aplicar este principio también al resto de casos, incluídos los culturistas y quien sea. Lo del hombre croisant es una falta de respeto tanto más inexplicable en un blog de nutrición, en donde probablemente entran a leerlo muchos culturistas ya que es un tema de interés para ellos.
    En resumen respetemos a las personas de alto IMC independientemente de si este se debe a grasa o músculo.

    29 octubre 2012 | 12:43

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