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La 4ª Vía de Mas

Después de tanto tiempo hablando de primeras, segundas y terceras vías, como la reforma de la Constitución española para encajar mejor a Catalunya en el Estado español, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha abierto la cuarta vía -la suya, la del Govern catalán- que consiste en celebrar una consulta alternativa el 9 de noviembre con voluntarios y negociar con los partidos soberanistas «la consulta definitiva», que será las elecciones autonómicas catalanas convertidas en unos comicios plebiscitarios.

Tras la medio ruptura del bloque proconsulta, con ICV-EUiA por un lado, ERC por otro, CiU por otro y la CUP intentando que no prevaleciera el «tacticismo», Mas ha decidido «tirar pel dret», como se dice en catalán, y seguir su propia hoja de ruta. Esa era la única salida que le quedaba porque no solo estaba en juego el Govern, sino la subsistencia en Catalunya de su propio partido, porque CDC -o incluso CiU- no hubiera podido aguantar que el 9 de noviembre no se hiciera nada de nada y que los miles de catalanes que han salido los últimos 11 de Setembre a la calle por el derecho a decidir se hubieran «frustrado», como alertó el Consejo Asesor para la Transición Nacional.

Con este camino, Mas ha abierto una aparente guerra Generalitat-Estado, al que ha definido textualmente como «el adversario real» y al que ha calificado de «poderoso, intransigente e intolerante». El presidente ha apelado al «ni un paso atrás», aunque ha perdido la batalla del consenso con los partidos proconsulta, que es lo que le daba alas hasta ahora. El president, muy dado a las metáforas, ha asegurado que él, cuando viene una ola, es partidario de meterse bajo el agua, dejar que pase y volver a sacar la cabeza para continuar nadando. Eso es lo que dice que ha hecho, pero después de una ola viene otra.

Dicen que las cosas de palacio van despacio. Y los partidos proconsulta se han reunido los últimos días en tres palacios barceloneses: el Palau de la Generalitat, el Palau Robert y el Palau de Pedralbes. Tres palacios para escenificar el verdadero triángulo de partidos que ha acabado por no superar sus diferencias: CDC, UDC y ERC. A Unió (y a Duran i Lleida) le gustaría que el Estado apostara ya por una reforma constitucional, pero ni el Gobierno español está por la labor ni ERC está dispuesta a que esto se acabe así. Por contra, Esquerra apuesta por las plebiscitarias con una declaración unilateral de independencia, pero para ello hace falta mucho consenso y esto aún «está verde», aunque, según Mas, podría «madurar». Este es el papel de CDC, que a medida que pasen los meses deberá decidir definitivamente su encaje con Unió y su posible alianza plebiscitaria con ERC y quizás la CUP.

La 4ª Vía anunciada por Mas se basa en estos puntos básicos:

El presidente de la Generalitat, Artur Mas

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, anuncia una consulta alternativa el 9-N. ALBERTO ESTÉVEZ/ EFE

1. El 9-N habrá «locales abiertos, urnas y papeletas» para que los catalanes voten. Se hará en locales de la Generalitat para «no depender de terceros».

2. Podrán votar los mayores de 16 años e incluso se podría «ampliar a más colectivos» que los que recogía el decreto suspendido por el Tribunal Constitucional. Por ejemplo, sí que podrán votar los catalanes que residan fuera de Catalunya y que quieran venir a votar ese día. Para evitar utilizar el censo electoral serán los propios ciudadanos los que se registrarán con su DNI para poder votar voluntariamente en esta consulta.

3. La consulta del 9-N se basará en «marcos legales preexistentes» que dan a la Generalitat capacidad para organizar eventos de «participación ciudadana». El gran referente es la consulta que organizó el Ayuntamiento de Arenys de Munt, la primera soberanista, y solo entre sus vecinos.

4. La pregunta del 9-N será la misma que se pactó con los partidos que daban su apoyo a la consulta.

5. Se creará un Consejo General de Participación que vele por la transparencia de la votación del 9-N.

6. El recuento y los resultados provisionales se conocerán el 10-N.

7. Para organizar la consulta de participación ciudadan del 9 de noviembre, Mas necesita más de 20.000 voluntarios, por lo que el apoyo de la ANC y Òmnium será importante (o mejor dicho, vital). Y también necesitará la ayuda de los más de 900 ayuntamientos que votaron a favor del derecho a decidir.

8. La del 9-N será «una consulta anticipada antes de la definitiva», es decir, debe ser previa a las elecciones plebiscitarias. En este punto, CDC aún no se ha puesto de acuerdo con ERC si estas elecciones deben consllevar automáticamente una declaración unilateral de independencia. Mas es partidario de un proceso parecido al que planteaban los nacionalistas escoceses. El president no adelantará las elecciones plebiscitarias si no cuenta con el apoyo de ERC (tiene los votos) y la CUP (tiene la movilización en la calle), ya que es mucho más improbable que ICV-EUiA se uniera a ellos.

9. Mas vuelve a apelar a una participación alta en la consulta del 9-N y confía en que todos los partidos proconsulta llamarán a ir a votar. Por lo tanto, el 9 de noviembre se planea desde el Govern como una nueva Via Catalana que, en vez de que los catalanes se manifiesten en la calle, se les llama a ir a votar de forma voluntaria.

La 4ª Vía de Mas entraña grandes incógnitas:

1. La reacción del Gobierno español. Mariano Rajoy se ha apresurado a declarar que era una noticia «excelente» que Mas hubiera desistido de la consulta del 9-N. Pero, el presidente de la Generalitat le ha lanzado el mensaje de que la guerra continúa, que él sigue nadando. Siguiendo con el símil, hay que ver cómo vuelve a reaccionar Rajoy: si envía otra ola a Mas y batalla contra la nueva consulta del 9-N,  obligaría a Mas a meterse de nuevo en el agua y acabar convocando unas elecciones plebiscitarias antes de lo que él desearía, o si opta por hacerle una propuesta real de reforma constitucional, que es lo que está esperando Unió Democràtica de Catalunya.

2. Si Mas va o no de farol. Para llegar realmente a unas elecciones plebiscitarias, Mas debería ponerse de acuerdo (o no) con su socio de coalición (UDC) y con partidos de signo muy diferente, como ERC y CUP. La lista y el programa deben ser conjuntos y la apuesta sería por «la victoria o la derrota», es decir, deberían sacar mayoría absoluta. Pero, ¿si Mas no ha podido mantener el consenso sobre el 9-N, podría realmente dar el paso de las plebiscitarias con partidos tan diferentes como la CUP? ¿O es un farol con la esperanza que el Gobierno español mueva ya ficha y le haga una oferta?

3. ERC vuelve a ser clave en todo este asunto. Ahora mismo, el Gobierno de CiU depende de que Esquerra le continúe dando su apoyo en el Parlament, aunque el PSC ya le mostró a Mas su voluntad de colaborar. Y a Mas le gustaría agotar la legislatura, ya lo ha dicho varias veces. La 4ª Vía que propone no solo supone un nuevo pulso al Estado y, más en concreto, al Gobierno del PP, sino que también lo es para ERC. ¿Se pueden permitir los partidos proconsulta no dar su apoyo a la participación ciudadana alternativa del 9-N que ha propuesto Mas? Según los cálculos del presidente de la Generalitat, no. Pero, ahora, ya no está en juego solo la consulta del 9-N, sino la propia continuidad del Govern de CiU. En ese sentido, la 4ª Vía de Mas tiene otro peligro para él: que en vez de acabar en unas plebiscitarias finalice en unas elecciones anticipadas con cada partido por separado y con CiU engullida por ERC y con un crecimiento de nuevas fuerzas políticas, como Podemos, y un reforzamiento de otras, como Ciutadans. Esta sería otra ola que Mas y CiU deberían evitar, pero, ¿lo logaría?

 

CiU, ERC… y PSC

El último Debate de Política General en el Parlament de Catalunya ha sido importante porque los partidos catalanes han empezado a poner las cartas sobre la mesa sobre lo que puede pasar en las próximas semanas a nivel de posibles alianzas. Por un lado, el PPC sigue con su idea de crear un bloque antisoberanista, al cual invita a Ciutadans y Unió (sobre todo, le interesa la UDC de Duran i Lleida). Por otro lado, se ha reforzado el bloque pro-consulta (CiU, ERC, ICV-EUiA, CUP), con la aprobación de otra resolución a favor del 9-N. Pero, ¿qué tipo de alianzas se configuran de cara a lo que pueda pasar cuando el Tribunal Constitucional, como todo parece indicar, declare inconstitucional la consulta del 9 de noviembre?

En este punto, hemos visto dos movimientos:

CiU-ERC: Oriol Junqueras se ha ofrecido públicamente a entrar en el Govern, pero solo para «blindar» la consulta del 9-N. La respuesta de Artur Mas no ha sido: «claro que sí, mañana mismo os doy tres consellerías y la vicepresidencia del Govern». No, más bien le ha dicho a Junqueras que tienen que negociar, porque, de hecho, la consulta ya está «blindada» bajo la legalidad del Parlament, tanto con mociones como con la ley de consultas. Cuando Mas hizo su oferta a ERC para que entrara en el Govern, recibía palos de todas partes por los recortes -en Catalunya- y por el proceso soberanista -desde Madrid- por lo que tener a Esquerra en el Govern le daba más fuerza. Hoy en día, tener a ERC en el Govern tampoco parece tan importante, sobre todo, si el propio Mas lanza la posibilidad de unas elecciones anticipadas (a no ser que una alianza de gobierno se prolongara en una alianza electoral). Pero, ERC, tiene la línea trazada en el 9-N. Por su parte, Mas solo se comprometió a convocar la consulta y eso lo cumplirá, por lo que, aunque el TC la invalide, él se sentirá liberado de su «mandato» parlamentario y de las movilizaciones de la Via Catalana.

Mas y Junqueras se saludan en el Parlament

Artur Mas y Oriol Junqueras se saludan en el Parlament. TONI GARRIGA / EFE

(CDC-ERC: Hay que abrir un paréntesis para ver si la «negociación» a la que hizo referencia Mas, más bien se refiriera a configurar una entente para que CDC y ERC confeccionaran unas listas conjuntas para unas supuestas elecciones anticipadas en las que llevarían la independencia claramente en su programa. Si esta alianza ganara los comicios por amplia mayoría absoluta, tendrían la misma fuerza que los escoceses para reclamar un referendo. Lo que pasa es que esto significaría muy posiblemente romper los lazos entre CDC y UDC, así como deshacer esa «unidad» de acción a la que se ha venido apelando con el resto de partidos pro-consulta -ICV-EUiA y la CUP-).

CiU-PSC: Miquel Iceta, el nuevo líder de los socialistas catalanes, ha ofrecido abiertamente a Mas el apoyo del PSC para ayudarle a agotar la legislatura hasta 2016. Y es que Mas ha admitido que él, por preferir, prefiere seguir gobernando hasta entonces. Iceta lo ha justificado diciendo que, a cambio, deberían firmar lo que él llama «un contrato social». Vuelve a tomar forma la sociovergencia. Los socialistas, a diferencia del PP, sí que apuestan por una reforma federal de la Constitución y tener más visibilidad ‘social’ en Catalunya les ayudaría de cara a las elecciones generales de otoño de 2015, para las que el Partido Popular parece querer jugar a luchar contra Podemos y ningunear al PSOE. En los últimos días, se ha producido otro movimiento interesante: Jaume Collboni, líder del PSC en Barcelona, le ha ofrecido a Xavier Trias (CiU) negociar un acuerdo para que el alcalde convergente no tenga que prorrogar los presupuestos de 2014 y pueda aprobar las cuentas de 2015 con el apoyo de los socialistas. Es decir, en pocos días de diferencia, el PSC le ha ofrecido dos pactos a CiU: uno, en el Parlament; el otro, en el Ayuntamiento de Barcelona.

Por suerte, esta película tiene fecha de estreno: el 9 de noviembre. Lo que pase ese día acabará por configurar este juego de alianzas.

Asalto de las izquierdas en Barcelona

El domingo, 22 de mayo de 2011, CiU consiguió un resultado histórico en las elecciones municipales de Barcelona: arrebató la alcaldía a los socialistas después de 32 años de dominio del PSC. Se había llegado incluso a la coincidencia de que los partidos de izquierda habían gobernado en la Generalitat y en el Ayuntamiento de la capital catalana al mismo tiempo, haciendo célebre la fórmula del tripartito (PSC, ICV-EUiA y ERC).

Hoy, se da una situación a la inversa: CiU gobierna tanto en Barcelona como en la Generalitat. El alcalde, Xavier Trias, y el presidente de la Generalitat, Artur Mas, se pueden saludar si salen a sus respectivos balcones, como dos vecinos que se dan los buenos días por la mañana. Pero, el panorama político barcelonés y catalán está muy convulso. Dejando de lado lo que pueda pasar en los próximos meses con la posible consulta soberanista del 9-N, la cuenta atrás para la celebración de los comicios locales de 2015 ya ha empezado y, con ello, el intento de asalto de las izquierdas para volver a recuperar la Plaça Sant Jaume.

Pero, hay muchas diferencias con respecto a 2011. La crisis no solo ha cambiado la vida de muchísimas personas, sino que el desprestigio de las instituciones públicas ha hecho que sean los movimientos ciudadanos de base los que supongan la mayor amenaza no solo para CiU, sino para los propios partidos de izquierda que han ostentado cargos de gobierno en el pasado, como ICV-EUiA, PSC o ERC.

En Barcelona, se ha ido formando un caldo de cultivo en los últimos años que ha dado pie a que líderes de plataformas ciudadanas hayan dado el paso para ponerse en la primera línea política. Es aquí donde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), los Yayoflautas o movimientos contra la subida de las tarifas del transporte han cuajado con más fuerza. Ya hace tiempo que se nota que hay barrios que han decidido romper con el sistema, como en Nou Barris, una de las zonas más castigadas por los desahucios. Los movimientos asamblearios están proliferando como setas, con la intención de reinventar la política y las instituciones «desde la base», desde «los ciudadanos». Aparecen grupos vecinales y, en el mismo barrio, otros grupos que piensan diferente a los otros y así sucesivamente. Lo vemos en el Paral·lel, donde hay un sector de vecinos que se oponen a las obras, tal como las está ejecutando el Ayuntamiento, y otro que sí que las quiere.

Ada Colau

Ada Colau, exportavoz de la PAH y, ahora, una de las caras más visibles de Guanyem Barcelona. ORIOL CAMPUZANO/ ACN

Pero, en cualquier caso, este mensaje de reinventar el funcionamiento de las instituciones será muy difícil de contrarrestar desde los partidos tradicionales. Y lo saben. Por eso, cuando la exportavoz de la PAH, Ada Colau, junto a otros ciudadanos deciden crear la plataforma Guanyem Barcelona, en seguida le salen novias y novios para intentar juntarlos bajo (o junto a) las siglas de los partidos de izquierda más convencionales, como ICV o ERC.

En cinco días, Guanyem Barcelona ha recogido 9.500 firmas de apoyo de las 30.000 que quiere conseguir hasta el 15 de septiembre. Y ha lanzado un vídeo en el que toca todos aquellos temas que cualquier partido de izquierdas de Barcelona debería abordar si quiere ganar algún voto en mayo de 2015, pero, con el añadido, que las caras visibles de la campaña son personas como las que podemos tener cualquiera de nosotros como vecinos: desde la vecina de la Barceloneta que se queja de que están «vendiendo» su barrio ante la presión turística e inmobiliaria al usuario del transporte público que no le extraña que alguien se cuele en el metro tras la última subida de las tarifas. El vídeo habla de la corrupción, de un «cambio profundo», «desde abajo». Y sus armas son «la calle» y «las redes sociales».

Los partidos de izquierda habituales, como ICV, PSC y ERC -los antiguos socios de tripartito- quieren «ganar» otra vez el gobierno de la ciudad, pero, ¿quién puede ni siquiera plantearse arrebatar a CiU lo que le ha costado 32 años ganar sin conseguir aliarse con plataformas como Guanyem Barcelona? Hay que añadir otro actor a este asalto de la Plaça Sant Jaume: las CUP. Ya están en el Parlament y tienen la mirada fijada en el Ayuntamiento. Y, ¿qué pasa con Podemos? Ya obtuvo buenos resultados en las últimas elecciones europeas.

En ERC están ahora inmersos en su proceso de primarias, del que se ha tenido que descolgar Jordi Portabella, el líder de Esquerra Republicana en Barcelona desde hace muchos años. En el PSC ya hicieron su proceso para elegir a su alcaldable. Por lo tanto, todos los partidos de izquierda están acelerando la elección de su alcaldable para plantearle a CiU -y al alcalde Trias- una batalla que va a durar muchos meses. De hecho, ya ha empezado. Ya estamos en pre-pre-pre campaña electoral. No hay que olvidar que Trias está en minoría y hace unos días fue reprobado por su gestión del conflicto de Can Vies. La oposición también le ha atacado por la privatización de los aparcamientos públicos y otros temas de calado para el electorado de izquierdas.

La mejor baza de CiU y del alcalde es la fragmentación de la izquierda. Si de aquí a mayo de 2015, los diferentes partidos y plataformas de izquierda no llegan a algún tipo de entendimiento o acuerdo, su división será su peor enemigo y el mayor aliado de CiU y del PPC.  Los populares siempre tienen voto oculto en las encuestas. Y luego está Ciutadans, a quien los sondeos le dan un gran crecimiento a nivel de unas posibles autonómicas anticipadas, pero que aún no han entrado en el Ayuntamiento y podrían hacerlo. Es decir, se avecina un interesante «cacao maravillao» en la Plaça Sant Jaume y, según como se vayan desarrollando los acontecimientos en los próximos meses, pueden conseguir algún regidor un amplísimo abanico de formaciones políticas y/o ciudadanas. Los más veteranos de la política municipal temen que la ciudad se vuelva, entonces, «ingobernable». Pero, ¿y si lo que la sociedad demanda ahora es que se gobierne de esta forma? Porque, al fin y al cabo, el veredicto de las urnas será el reflejo de lo que quieran los barceloneses.