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La política del Castillo de Cartas de Mas

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, es un gran amante de las metáforas en sus discursos. Pues bien, desde 2006 ha ido aplicando una política de Castillo de Cartas que explica por qué ha sido capaz de sucumbir y emerger sucesivamente a lo largo de los últimos años. Durante el tiempo que tuvo que tragar estar en la oposición, pese a que CiU ganaba las elecciones autonómicas, a la sombra del Gobierno Tripartito (PSC, ERC, ICV) de Pasqual Maragall y de José Montilla, empezó a construir su propio Castillo eligiendo él sus Cartas e intentando desligarse de la imagen de ser el ‘heredero de Jordi Pujol’. No solo se rodeó de ‘hombres y mujeres’ de su confianza, sino que, en los ayuntamiento, colocó a líderes municipales que ahora son alcaldes y alcaldesas jóvenes con un largo recorrido por delante.

Poco a poco, empezó a cimentar la base de su Castillo. En 2010, accedió a la presidencia tras hacer ganar a CiU 14 escaños respecto a 2006. Él, que había estado en las negociaciones del último Estatut de Catalunya (el que impulsó Maragall y que acabó recortando el Congreso y el Tribunal Constitucional) puso el punto de mira en el pacto fiscal para Catalunya. Fue entonces cuando cimentó otro piso más de su Castillo con la Carta de la mejora de la autonomía financiera, pero Mariano Rajoy le hizo tambalear un poco la construcción al negarle tal acuerdo. Todo esto, en medio de la crisis económica y con el cabreo de que el Estatut que había aprobado el Parlament y que votaron los catalanes se había hecho añicos.

Mas y Junqueras se saludan en el Parlament

Artur Mas y Oriol Junqueras se saludan en el Parlament. TONI GARRIGA / EFE

Mas, para que no se le cayera el Castillo de Cartas, empezó a flirtear con la idea del Estado catalán. Como Rajoy le había dado portazo, añadió a su nuevo piso del Castillo la Carta de la multitudinaria manifestación de la Diada de 2012 en Barcelona, con 1,5 millones de participantes y bajo el lema Catalunya, nuevo Estado de Europa. Fue así como decidió adelantar las elecciones al 28 de noviembre de ese mismo año, cometiendo el error de presentarse él solo como «el mesías» de ese nuevo Estado catalán, tal como se le criticó. El resultado fue que el Castillo de Cartas, esta vez, no solo se tambaleó, sino que el soplo que recibió fue tan grande que se le desmoronó. CiU perdió 12 diputados -situándose casi a niveles de 2006- y ERC resurgió ganando 11 diputados -casi los mismos que perdieron los convergentes-. ¿Qué pasó? El Castillo que Mas había estado construyendo aún tenía algunas Cartas marcadas, que lo hacían muy débil. Y es que el electorado soberanista no se lo creyó cuando decía que iba a por el Estado catalán, porque una cosa era Convergència (CDC) y otra Unió (UDC).

Mas aprendió la lección y volvió a cimentar el Castillo. Primero, escogió a ERC de socio parlamentario. Nadie podía discutirle entonces (o, al menos, tanto) que iba (más o menos) en serio. La Via Catalana hacia la independencia de la Diada de 2013 y la V gigante de 2014 fueron dos Cartas más que fortalecieron su Castillo. Otra jugada fue integrar en el proyecto a cuatro partidos de izquierdas (ERC, ICV-EUiA, CUP) que salían en las fotos con él cuando acordaban los pasos para la consulta (la primera, la que iba con la ley y el decreto) y mientras el Govern aplicaba una política de ajustes en la sanidad, la educacion… Además, añadió otra Carta a su Castillo: las múltiples entidades que se apuntaron al Pacte Nacional pel Dret a Decidir. Pero, el Castillo aún se tambaleaba, porque Rajoy seguía sin responder y Mas debía tomar las decisiones más rápido de lo que hubiera deseado muchas veces (presionado por ERC y por las manifestaciones en la calle). Es lo que Joan Rigol, el expresidente del Parlament por UDC, viene definiendo estos días como política de «giragonsa», es decir, que tras una curva venía otra en sentido contrario en seguida y, así, sucesivamente.

A todo esto, Jordi Pujol (el «avi del partit»), confiesa que tiene una fortuna en Andorra. Aunque la noticia dejó tocada a CiU, lo cierto es que Mas pudo colocar otra Carta en su Castillo y aprovechar la ocasión para desligarse, ahora así, de la herencia de Pujol y presentarse como Artur Mas y ya está. El siguiente escalón fue que Josep Antoni Duran i Lleida diera un paso atrás en UDC y se reforzara el papel de otros líderes democristianos en la coalición más próximos a Mas. En cierta manera, Duran era (es) un resquicio de la herencia pujolista de CiU. Mas se declara abiertamente independentista, mientras que Duran apuesta por la vía confederal. Una vez Duran sale del primer plano y, en su lugar, emergen los Espadaler (conseller de Interior), Ortega (vicepresidenta del Govern y encargada de la logística de la consulta original) y De Gispert (presidenta del Parlament y a favor del ‘Sí, Sí’), Mas ya ha podido cimentar mejor su Castillo. Incluso el elegido para negociar secretamente con Madrid antes del 9-N ya no fue Duran, sino Rigol.

Mas y Fernández

Artur Mas habla con David Fernández (CUP) en los pasillos del Parlament de Catalunya. RAFA GARRIDO / ACN

Pero el Castillo de Mas aún era inestable. Ahora bien, tuvo un golpe de suerte inesperado. A los errores de Rajoy se le sumaron los errores de Oriol Junqueras y de ERC. Mas se jugó otra vez el Castillo que había construido a una carta: su cuarta vía, es decir, la consulta del 9-N organizada por los voluntarios. ERC cometió el error de no querer salir en esa foto (al principio), al igual que tampoco lo hizo ICV-EUiA. La CUP tampoco, pero fue quien salvó todo el proceso soberanista y quien consiguió que el 9-N saliera adelante (el abrazo de Mas con el diputado de la CUP, David Fernández, la noche del 9-N fue lo suficientemente elocuente). Los partidos proconsulta no le quisieron dar ese protagonismo a Mas, pero, al final, el president se ha erigido en el gran triunfador del 9-N, porque se ha impuesto su tesis ante el resto de partidos proconsulta, ha cumplido su promesa de que los catalanes votarían y, de paso, Rajoy le está haciendo aparecer como un mártir con la extraña querella de la Fiscalía (anunciada de antemano por el PP). Los 2,3 millones de votantes del 9-N han fortalecido como nunca el Castillo de Mas.

Así es como Mas ha alzado su nuevo Castillo de Cartas, del que ahora está construyendo otro piso, que es dúplex. Por un lado, si Rajoy sale ahora lanzando el guante de la reforma constitucional, para ver si realmente lo recoge CiU o el PSOE, también le está ofreciendo una vía de negociación a Mas, aunque en público no lo diga. Y Mas es capaz de aprobar los presupuestos de 2015 con el apoyo del PSC y agotar la legislatura. Por otro lado, si la cosa se complica mucho, desechará la Carta del PSC y apostará por las plebiscitarias y el gobierno de concentración, pero, si Rajoy deja que esto pase, sería otro gran error, porque es más fácil que el independentismo triunfe con unas elecciones constituyentes que con un referéndum legal y pactado con Madrid. Sea como sea, el Castillo de Cartas de Mas es ahora lo suficientemente sólido, gracias a ERC y a Rajoy, como para depender (casi) de él mismo para mantenerse sin derrumbarse. Solo un error de Mas lo haría caer… otra vez.

La 4ª Vía de Mas

Después de tanto tiempo hablando de primeras, segundas y terceras vías, como la reforma de la Constitución española para encajar mejor a Catalunya en el Estado español, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha abierto la cuarta vía -la suya, la del Govern catalán- que consiste en celebrar una consulta alternativa el 9 de noviembre con voluntarios y negociar con los partidos soberanistas «la consulta definitiva», que será las elecciones autonómicas catalanas convertidas en unos comicios plebiscitarios.

Tras la medio ruptura del bloque proconsulta, con ICV-EUiA por un lado, ERC por otro, CiU por otro y la CUP intentando que no prevaleciera el «tacticismo», Mas ha decidido «tirar pel dret», como se dice en catalán, y seguir su propia hoja de ruta. Esa era la única salida que le quedaba porque no solo estaba en juego el Govern, sino la subsistencia en Catalunya de su propio partido, porque CDC -o incluso CiU- no hubiera podido aguantar que el 9 de noviembre no se hiciera nada de nada y que los miles de catalanes que han salido los últimos 11 de Setembre a la calle por el derecho a decidir se hubieran «frustrado», como alertó el Consejo Asesor para la Transición Nacional.

Con este camino, Mas ha abierto una aparente guerra Generalitat-Estado, al que ha definido textualmente como «el adversario real» y al que ha calificado de «poderoso, intransigente e intolerante». El presidente ha apelado al «ni un paso atrás», aunque ha perdido la batalla del consenso con los partidos proconsulta, que es lo que le daba alas hasta ahora. El president, muy dado a las metáforas, ha asegurado que él, cuando viene una ola, es partidario de meterse bajo el agua, dejar que pase y volver a sacar la cabeza para continuar nadando. Eso es lo que dice que ha hecho, pero después de una ola viene otra.

Dicen que las cosas de palacio van despacio. Y los partidos proconsulta se han reunido los últimos días en tres palacios barceloneses: el Palau de la Generalitat, el Palau Robert y el Palau de Pedralbes. Tres palacios para escenificar el verdadero triángulo de partidos que ha acabado por no superar sus diferencias: CDC, UDC y ERC. A Unió (y a Duran i Lleida) le gustaría que el Estado apostara ya por una reforma constitucional, pero ni el Gobierno español está por la labor ni ERC está dispuesta a que esto se acabe así. Por contra, Esquerra apuesta por las plebiscitarias con una declaración unilateral de independencia, pero para ello hace falta mucho consenso y esto aún «está verde», aunque, según Mas, podría «madurar». Este es el papel de CDC, que a medida que pasen los meses deberá decidir definitivamente su encaje con Unió y su posible alianza plebiscitaria con ERC y quizás la CUP.

La 4ª Vía anunciada por Mas se basa en estos puntos básicos:

El presidente de la Generalitat, Artur Mas

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, anuncia una consulta alternativa el 9-N. ALBERTO ESTÉVEZ/ EFE

1. El 9-N habrá «locales abiertos, urnas y papeletas» para que los catalanes voten. Se hará en locales de la Generalitat para «no depender de terceros».

2. Podrán votar los mayores de 16 años e incluso se podría «ampliar a más colectivos» que los que recogía el decreto suspendido por el Tribunal Constitucional. Por ejemplo, sí que podrán votar los catalanes que residan fuera de Catalunya y que quieran venir a votar ese día. Para evitar utilizar el censo electoral serán los propios ciudadanos los que se registrarán con su DNI para poder votar voluntariamente en esta consulta.

3. La consulta del 9-N se basará en «marcos legales preexistentes» que dan a la Generalitat capacidad para organizar eventos de «participación ciudadana». El gran referente es la consulta que organizó el Ayuntamiento de Arenys de Munt, la primera soberanista, y solo entre sus vecinos.

4. La pregunta del 9-N será la misma que se pactó con los partidos que daban su apoyo a la consulta.

5. Se creará un Consejo General de Participación que vele por la transparencia de la votación del 9-N.

6. El recuento y los resultados provisionales se conocerán el 10-N.

7. Para organizar la consulta de participación ciudadan del 9 de noviembre, Mas necesita más de 20.000 voluntarios, por lo que el apoyo de la ANC y Òmnium será importante (o mejor dicho, vital). Y también necesitará la ayuda de los más de 900 ayuntamientos que votaron a favor del derecho a decidir.

8. La del 9-N será «una consulta anticipada antes de la definitiva», es decir, debe ser previa a las elecciones plebiscitarias. En este punto, CDC aún no se ha puesto de acuerdo con ERC si estas elecciones deben consllevar automáticamente una declaración unilateral de independencia. Mas es partidario de un proceso parecido al que planteaban los nacionalistas escoceses. El president no adelantará las elecciones plebiscitarias si no cuenta con el apoyo de ERC (tiene los votos) y la CUP (tiene la movilización en la calle), ya que es mucho más improbable que ICV-EUiA se uniera a ellos.

9. Mas vuelve a apelar a una participación alta en la consulta del 9-N y confía en que todos los partidos proconsulta llamarán a ir a votar. Por lo tanto, el 9 de noviembre se planea desde el Govern como una nueva Via Catalana que, en vez de que los catalanes se manifiesten en la calle, se les llama a ir a votar de forma voluntaria.

La 4ª Vía de Mas entraña grandes incógnitas:

1. La reacción del Gobierno español. Mariano Rajoy se ha apresurado a declarar que era una noticia «excelente» que Mas hubiera desistido de la consulta del 9-N. Pero, el presidente de la Generalitat le ha lanzado el mensaje de que la guerra continúa, que él sigue nadando. Siguiendo con el símil, hay que ver cómo vuelve a reaccionar Rajoy: si envía otra ola a Mas y batalla contra la nueva consulta del 9-N,  obligaría a Mas a meterse de nuevo en el agua y acabar convocando unas elecciones plebiscitarias antes de lo que él desearía, o si opta por hacerle una propuesta real de reforma constitucional, que es lo que está esperando Unió Democràtica de Catalunya.

2. Si Mas va o no de farol. Para llegar realmente a unas elecciones plebiscitarias, Mas debería ponerse de acuerdo (o no) con su socio de coalición (UDC) y con partidos de signo muy diferente, como ERC y CUP. La lista y el programa deben ser conjuntos y la apuesta sería por «la victoria o la derrota», es decir, deberían sacar mayoría absoluta. Pero, ¿si Mas no ha podido mantener el consenso sobre el 9-N, podría realmente dar el paso de las plebiscitarias con partidos tan diferentes como la CUP? ¿O es un farol con la esperanza que el Gobierno español mueva ya ficha y le haga una oferta?

3. ERC vuelve a ser clave en todo este asunto. Ahora mismo, el Gobierno de CiU depende de que Esquerra le continúe dando su apoyo en el Parlament, aunque el PSC ya le mostró a Mas su voluntad de colaborar. Y a Mas le gustaría agotar la legislatura, ya lo ha dicho varias veces. La 4ª Vía que propone no solo supone un nuevo pulso al Estado y, más en concreto, al Gobierno del PP, sino que también lo es para ERC. ¿Se pueden permitir los partidos proconsulta no dar su apoyo a la participación ciudadana alternativa del 9-N que ha propuesto Mas? Según los cálculos del presidente de la Generalitat, no. Pero, ahora, ya no está en juego solo la consulta del 9-N, sino la propia continuidad del Govern de CiU. En ese sentido, la 4ª Vía de Mas tiene otro peligro para él: que en vez de acabar en unas plebiscitarias finalice en unas elecciones anticipadas con cada partido por separado y con CiU engullida por ERC y con un crecimiento de nuevas fuerzas políticas, como Podemos, y un reforzamiento de otras, como Ciutadans. Esta sería otra ola que Mas y CiU deberían evitar, pero, ¿lo logaría?

 

De Lluís Companys a Artur Mas

Estos días se cumplen 80 años de los llamados Fets del Sis d’Octubre (los Hechos del Seis de Octubre), que supusieron la caída del Gobierno de la Generalitat después de que el ‘president’ Lluís Companys proclamara un Estado catalán que apenas duró nueve horas. La verdad es que esta mirada a la historia, observándola a través del espejo de la actualidad, resulta apasionante. El origen del conflicto -la mecha que encendió el último petardo- fue una ley (la Llei de Contractes de Conreu, es decir, la Ley de Contratos de Cultivo). Hoy, buena parte de la oleada soberanista surgió tras el recorte del Estatut y, estos días de octubre, el conflicto Estado-Catalunya se ha abierto por otra ley: la de consultas.

Esta Llei de Contractes de Conreu fue aprobada por el Parlament de Catalunya el 14 abril de 1934, tal como la Cambra catalana ha dado su visto bueno a la ley de consultas populares. Por aquel entonces, el llamado Tribunal de Garantías Constitucionales decidió anular la Llei de Contractes de Conreu (ahora, estamos a la espera de si el actual Tribunal Constitucional anula o no la ley de consultas).

Nos situamos en el 4 de octubre de 1934. Alejandro Lerroux es proclamado nuevo presidente del Gobierno español y nombra a cuatro ministros de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José María Gil-Robles. La consecuencia inmediata fue que se declaró una huelga general en España. Ahora, el antagonista directo del Govern sería Mariano Rajoy y sus ministros del Partido Popular.

El 5 de octubre, la Aliança Obrera de Catalunya se une a la huelga general y la Generalitat da apoyo tácito a estos paros (¿se acuerdan de Oriol Junqueras, líder de ERC, cuando sugirió hace unos meses una posible huelga si no se podía celebrar la consulta?). De hecho, aquel octubre de 1934 Barcelona se paralizó.

Cumbre proconsulta en el Palau de la Generalitat

Artur Mas se reúne con los líderes de los partidos a favor de la consulta en el Palau de la Generalitat. TONI GARRIGA / EFE

Las tensiones entre Madrid y Catalunya se agravaron, hasta el punto que el 6 de octubre, a las 20 horas, en el balcón de la Generalitat, el president Lluís Companys proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. Sus palabras pasaron a la historia: «En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del Parlament, el Govern que presido asume todas las facultades del poder en Catalunya, proclama el Estado Catalán de la República Federal Española«. La última parte es significativa, porque habla del «Estado Catalán de la República Federal Española». Por lo tanto, si hubiera votado en la consulta del 9-N hubiera optado por la respuesta Sí-No, es decir, sí a que Catalunya sea un Estado, pero dentro de la modalidad República Federal Española.

Por aquel entonces, la proclamación de Companys comportó la declaración del estado de guerra (algo que el ministro Margallo ha dejado entrever en alguna de sus declaraciones recientes). El Ejército español debía tomar Barcelona y se produjeron disturbios en las calles.

El 7 de octubre de 1934, a la 06.00 horas, se dio por finiquitado el Estado Catalán. Tanto el Govern de la Generalitat como los responsables de los Mossos d’Esquadra fueron encarcelados en el barco Uruguay. La mayoría fueron condenados a 30 años de prisión. La amnistía llegó en 1936, con la ascensión al Gobierno español de las izquierdas. Y, después, bueno, después la Guerra Civil, Franco…

La opción de la declaración unilateral de independencia no ha sido nunca del agrado de Artur Mas, el equivalente contemporáneo a Lluís Companys. Los Fets del Sis d’Octubre se deben englobar en otra época, pero no deja de ser curioso que, 80 años después y en otro mes de octubre, España esté jugando en un tablero en el que hay en juego leyes aprobadas por el Parlament, autos de un tribunal y la opción o no del independetismo. A nivel español, también gobierna la derecha y, hasta el momento, solo la izquierda (PSOE) se ha mostrado abierta a proponer una posible salida a Catalunya, con la reforma de la Constitución y con el debate de la España federal.

A todo esto, en Catalunya, la unidad de los partidos proconsulta se pone a prueba cada día -la demostración es la reunión maratoniana del 3 de octubre de 2014 (hay que puntualizar el año para no confundirnos con 1934) en el Palau de la Generalitat para establecer un plan de ruta conjunto y sin grietas entre CiU, ERC, ICV-EUiA y la CUP-. Todo se mueve y nada, al mismo tiempo. Y es que ha pasado un año y sigue habiendo un 70% de catalanes a favor de la consulta y un 22% en contra, según la última encuesta del CEO (el equivalente catalán al CIS).

Esquerra aventaja a CiU en 6,7 puntos en intención de voto. Por eso, a Mas le interesaría una candidatura conjunta si, finalmente, tuviera que anticipar las elecciones catalanes y convertirlas en plebiscitarias. Pero, hasta el momento, el president se ha negado a salir al balcón de la Generalitat y, cuando se han producido manifestaciones de apoyo en la Plaça Sant Jaume, siempre ha salido a saludar a pie de calle. Y es que el cartucho de la proclamación del Estado Catalán al estilo Lluís Companys es, al menos en este mes de octubre de 2014, el último de los últimos…

 

 

 

 

Festival Bachcelona en CiU

Esta semana se celebran los últimos recitales del Festival Bachcelona en Barcelona, pero un reconocido aficionado a Bach es el que ha dado la nota: Ramon Espadaler, conseller de Interior del Govern de la Generalitat, quien acaba de convertirse en el número 2 de CiU tras la renuncia a la secretaría general por parte de Josep Antoni Duran Lleida. Espadaler, que tiene 20 años menos que su líder en UDC, tiene el cometido de trasladar la temperanza de las suites para violonchelo que tanto le atraen de Bach a las relaciones entre CDC y UDC, los dos socios de la federación nacionalista catalana.

Los últimos meses se había deteriorado la relación entre el jefe de filas de Convergència, el president Artur Mas, y de Unió, Duran Lleida, aunque este último haya negado que esto haya influido en su decisión. En el trasfondo está la consulta. CDC ya se ha mostrado abiertamente a favor no solo de un referéndum, sino de la independencia de Catalunya, mientras que en Unió aún no han decidido qué votarían si se llega a celebrar una consulta.

Las suites para violonchelo de Bach resurgieron en el panorama musical internacional gracias a Pau Casals, el mismo que hizo aquel discurso en la ONU en 1971 donde reafirmó sus orígenes catalanes y su compromiso a favor de la paz, recordando que «Catalunya tuvo el primer Parlamento democrático mucho antes que Inglaterra» y «las primeras naciones unidas». Hoy en día, las suites de Bach son muy codiciadas por los grandes solistas. Mstislav Rostropovich las interpretó durante la caída del Muro de Berlín y han sonado con fuerza en otros grandes acontecimientos internacionales. Espadaler, seguramente, no sabe el peso que sus admiradas suites de Bach tienen en el contexto histórico reciente, pero, en cualquier caso, le ha tocado lidiar en los próximos meses con otro momento que puede ser crucial en la historia de España.

Duran Lleida y Ramon Espadaler

Josep Antoni Duran Lleida y Ramon Espadaler, exnumero 2 y nuevo número 2 de CiU. ALEJANDRO GARCÍA / EFE

Mas asegura que Espadaler es de su «confianza», al igual que lo es de Duran Lleida. Pero, a priori, parece ser que en el seno de UDC está ganando también el pulso el sector más soberanista. El nuevo número 2 de CiU vive en Vic, cuyo alcalde es uno de los mayores promotores de la Asociación de Municipios por la Independencia. Espadaler, democristiano, ha recibido una educación dentro del ideario cristiano y catalanista.

De hecho, participó en la elaboración del Estatut de Autonomía de 2006, aquel que impulsó el president Pasqual Maragall, que aprobó el Parlament y que después recortaron el Congreso y el Constitucional, tras el recurso presentado por el PP. Es decir, participó activamente en aquella operación fallida de dotar de más autogobierno a Catalunya y que, con el tiempo, ha dado pie al actual auge del independentismo. El Govern no ha negado nunca que en aquella sentencia del Constitucional contra el Estatut aprobado por la Cambra catalana está el origen del actual conflicto.

Espadaler ya había sido conseller con Jordi Pujol entre los años 2001 y 2003, pero en aquella ocasión se encargó de Medio Ambiente. Ahora, con Mas, es conseller de Interior, una de las carteras más importantes del Govern de la Generalitat. Esto puede jugar a su favor o en contra en su carrera política, dependiendo de cómo vaya solucionando los problemas que periódicamente surgen, por ejemplo, en torno a las actuaciones de los Mossos d’Esquadra. Hasta la fecha, ha cambiado al director de la policía catalana, ha aceptado eliminar las pelotas de goma tras recomendarlo el Parlament y ha tenido que afrontar operaciones polémicas, como el desalojo de Can Vies.

Sea como sea, justo antes del paréntesis de agosto, CiU ha movido ficha para prepararse para el otoño más caliente que se recuerda en Catalunya desde hace décadas. Nada más llegar de las vacaciones, la Diada del 11 de septiembre será otra prueba de fuerza para los movimientos ciudadanos y políticos que defienden la consulta. Más o menos por esas fechas, con la ley de consultas catalana aprobada, Mas deberá firmar el decreto de convocatoria del referendo si quiere que se celebre el 9N. Entre medio está la esperada reunión entre presidentes, justo después de que se hagan públicas las balanzas fiscales. Rajoy jugará la carta de la mejora de la financiación, pero con el pacto fiscal ya no hay suficiente para los partidos a favor del derecho a decidir. Incluso Duran Lleida aceptó concurrir a las últimas elecciones catalanas con un programa de CiU en el que se mostraba favorable a la consulta.

Tampoco hay que olvidar que CiU no es el único partido que está haciendo movimientos internos antes de otoño. Es notorio el cambio de líder y de dirección en el PSC, con Miquel Iceta (que ya ha comido con Mas en el Palau de la Generalitat), así como otros partidos, como el propio PPC, que no hace mucho también hizo retoques en su cúpula. No solo CiU, sino todos los partidos catalanes están preparándose para una segunda mitad de año que se prevé tan intensa como esas suites de Bach. Ahora solo falta saber quién será el encargado de tocar el violonchelo.

La hoja de ruta de Rajoy

Podríamos pensar que estas elecciones europeas son más importantes en clave española y catalana que no por lo que respecta al futuro de Europa. Y es que, dependiendo del resultado electoral (con la pugna PP-PSOE a nivel estatal y CiU-ERC a nivel catalán), se desencadenará una hoja de ruta u otra. Por lo que me explican fuentes del PP, la de Rajoy con respecto a Catalunya sería la siguiente:

1. El PP confía en ganar las auropeas, aunque sea por poco. Poco después de las elecciones, empezarán las ofertas al presidente de la Generalitat, Artur Mas: primero, una mejora de la financiación y, de algún modo, del autogobierno.

2. El PP negociaría en paralelo con el PSOE, que sigue apostando por una reforma de la Constitución. Los dos grandes partidos españoles podrían llegar a algún tipo de acuerdo con respecto a Catalunya y, también, referente a otras cuestiones de Estado, como las pensiones. Incluso Felipe González ha llegado a especular sobre un gobierno de concentración nacional. Los populares creen que se deben acometer grandes pactos en cuestiones muy sensibles. Su idea es cerrarlos con Alfredo Pérez Rubalcaba, que desgastaría su imagen ante el votante socialista y que, una vez concluidos estos acuerdos, daría paso a otro líder del PSOE, que abanderaría después la oposición hasta las próximas elecciones generales.

Consulta soberanista

Papeletas de la consulta soberanista.

3. A Rajoy le fastidiaron dos grandes cosas de Mas. Una, que se reuniera con él en la Moncloa y, acto seguido, el President convocara elecciones anticipadas porque no obtuvo el pacto fiscal (no le gustó, porque se lo hubiera dado si las condiciones económicas del país lo hubieran permitido, pero entonces la crisis estaba en su peor fase y, ahora, Rajoy ya se puede plantear la mejora de la financiación tras las elecciones europeas). El otro gesto que le sentó fatal a Rajoy fue que Mas anunciara, junto a sus socios parlamentarios, la pregunta y la fecha de la consulta. No se lo esperaba. Teniendo en cuenta todo esto, el presidente del Gobierno hará ofertas a Mas por fases. Lo que pasa es que el President deberá someter cualquier hipotético principio de acuerdo o propuesta de Rajoy a una consulta, ya sea por vía de referendo o con elecciones plebiscitarias.

4. Si ERC ganara a CiU en las próximas elecciones europeas, los populares confían en que la más que posible brecha que se abriría entre Convergència Democràtica de Catalunya y Unió Democràtica de Catalunya sea una señal para que Mas acepte una nueva negociación dentro de los parámetros del pacto fiscal, mejora del autogobierno y quizás algún tipo de retoque de la Constitución. El President ya ha anunciado que quiere retomar el diálogo con Rajoy y le ha pedido que «no obstruya» la ley de consultas catalana para evitar «un mayor conflicto». Mas hace un llamamiento a «no cerrar en falso» el encaje de Catalunya con el resto de España. La correlación de fuerzas ERC-CiU y cómo encaje la coalición CDC-UDC una hipotética derrota electoral en las europeas puede ser determinante para un acercamiento Moncloa-Palau de la Generalitat. Eso sí, lo que está claro es que los catalanes votarán sí o sí, ya sea en una consulta -Mas le pide a Rajoy que proponga él qué pregunta quiere, incluso sobre una reforma de la Constitución- o bien en unas elecciones catalanas en clave plebiscitaria.

Es así como la hoja de ruta de Rajoy empezará justo la noche del 25 de mayo, cuando se conozcan los resultados de las europeas.