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La elección del alcalde en segunda vuelta

De buena mañana, entre vasitos de zumo de naranja y croissants, el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, ha dado su opinión sobre la propuesta del PP para cambiar el sistema de elección de los alcaldes. A parte de considerar que introducir cambios cuando faltan pocos meses para las municipales de mayo de 2015 hace tufillo a traje a medida, él ha apostado por proclamar alcalde a aquel candidato que gane la votación en segunda vuelta. Además, con ello debería asegurarse gobernar cuatro años con mayoría.

Trias ha lanzado esta reflexión en el Fòrum Europa Tribuna Catalunya, rodeado de empresarios, políticos y periodistas. Está claro que, a la vista de las últimas encuestas y de cómo se ha desarrollado esta legislatura en Barcelona, para CiU sería una buena solución lo de la segunda vuelta. De hecho, seguramente, Trias se jugaría el ser o no ser alcalde con el candidato de ERC, Alfred Bosch, con menos experiencia municipalista. El último Barómetro semestral municipal daba un empate entre Trias y Bosch en intención de voto y CiU y ERC serían los dos partidos más votados. Si se la juegan entre ellos dos a la última carta, es más que posible que el actual alcalde pudiera reeditar su cargo.

El alcalde de Barcelona, Xavier Trias

El alcalde de Barcelona, Xavier Trias, durante su conferencia en el Fòrum Europa Tribuna Catalunya. NÚRIA JULIÀ / ACN

Para el líder de CiU en la capital catalana hay dos cosas que parecen estar muy claras: no quiere volver a gobernar en minoría (de ahí que quiera que el vencedor de una segunda vuelta se asegure la mayoría) y quiere un «gobierno fuerte». Todo eso lo conseguiría con el sistema de elección que propone, especialmente indicado, según él, para «un ayuntamiento muy atomizado». El caso es que así conseguiría reducir el peligro que supone la emergencia en Barcelona de partidos hasta ahora inexistentes en el Ayuntamiento, como Ciutadans, Podemos o Guanyem.

Tanto con el sistema de elección directa que propone el PP como con el de segunda vuelta, la cultura de pactos que ha imperado durante muchos años en el Consistorio barcelonés -con el llamado tripartito de izquierdas- se iría definitivamente al garete. Y, eso, justo cuando la aritmética de los resultados haría más necesario que nunca que los partidos se pusieran de acuerdo. Todo apunta a que habrá más formaciones políticas que nunca con opciones de conseguir algún regidor en las próximas elecciones. Si no hay cambios en el sistema de elección del alcalde, dos partidos clásicos, como PSC e ICV, deberían realizar una ofensiva pactista con otras fuerzas de izquierda para poder aspirar a volver a gobernar la ciudad. Hay opciones, muchas, más que nunca, pero hay tantas que es una incógnita que lo consiguieran.

A parte de eso, habría que esperar a ver cómo acaba la entente entre CiU y ERC en el Parlament de Catalunya para calibrar cómo podría afectar a nivel de Barcelona a la hora de hacer quinielas sobre posibles pactos. ¿Hacia dónde se decantaría Esquerra? ¿Hacia CDC o hacia sus antiguos socios de tripartito?… Sea como sea, surge la duda de si un sistema de elección del alcalde directo o en segunda vuelta, dinamitaría la tradicional cultura política pactista de Barcelona y, si precisamente, este nuevo sistema no haría más que poner otra vez de manifiesto que los partidos son, mayoritariamente, incapaces de ponerse de acuerdo para llegar a pactos que beneficien a la colectividad.

Asalto de las izquierdas en Barcelona

El domingo, 22 de mayo de 2011, CiU consiguió un resultado histórico en las elecciones municipales de Barcelona: arrebató la alcaldía a los socialistas después de 32 años de dominio del PSC. Se había llegado incluso a la coincidencia de que los partidos de izquierda habían gobernado en la Generalitat y en el Ayuntamiento de la capital catalana al mismo tiempo, haciendo célebre la fórmula del tripartito (PSC, ICV-EUiA y ERC).

Hoy, se da una situación a la inversa: CiU gobierna tanto en Barcelona como en la Generalitat. El alcalde, Xavier Trias, y el presidente de la Generalitat, Artur Mas, se pueden saludar si salen a sus respectivos balcones, como dos vecinos que se dan los buenos días por la mañana. Pero, el panorama político barcelonés y catalán está muy convulso. Dejando de lado lo que pueda pasar en los próximos meses con la posible consulta soberanista del 9-N, la cuenta atrás para la celebración de los comicios locales de 2015 ya ha empezado y, con ello, el intento de asalto de las izquierdas para volver a recuperar la Plaça Sant Jaume.

Pero, hay muchas diferencias con respecto a 2011. La crisis no solo ha cambiado la vida de muchísimas personas, sino que el desprestigio de las instituciones públicas ha hecho que sean los movimientos ciudadanos de base los que supongan la mayor amenaza no solo para CiU, sino para los propios partidos de izquierda que han ostentado cargos de gobierno en el pasado, como ICV-EUiA, PSC o ERC.

En Barcelona, se ha ido formando un caldo de cultivo en los últimos años que ha dado pie a que líderes de plataformas ciudadanas hayan dado el paso para ponerse en la primera línea política. Es aquí donde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), los Yayoflautas o movimientos contra la subida de las tarifas del transporte han cuajado con más fuerza. Ya hace tiempo que se nota que hay barrios que han decidido romper con el sistema, como en Nou Barris, una de las zonas más castigadas por los desahucios. Los movimientos asamblearios están proliferando como setas, con la intención de reinventar la política y las instituciones «desde la base», desde «los ciudadanos». Aparecen grupos vecinales y, en el mismo barrio, otros grupos que piensan diferente a los otros y así sucesivamente. Lo vemos en el Paral·lel, donde hay un sector de vecinos que se oponen a las obras, tal como las está ejecutando el Ayuntamiento, y otro que sí que las quiere.

Ada Colau

Ada Colau, exportavoz de la PAH y, ahora, una de las caras más visibles de Guanyem Barcelona. ORIOL CAMPUZANO/ ACN

Pero, en cualquier caso, este mensaje de reinventar el funcionamiento de las instituciones será muy difícil de contrarrestar desde los partidos tradicionales. Y lo saben. Por eso, cuando la exportavoz de la PAH, Ada Colau, junto a otros ciudadanos deciden crear la plataforma Guanyem Barcelona, en seguida le salen novias y novios para intentar juntarlos bajo (o junto a) las siglas de los partidos de izquierda más convencionales, como ICV o ERC.

En cinco días, Guanyem Barcelona ha recogido 9.500 firmas de apoyo de las 30.000 que quiere conseguir hasta el 15 de septiembre. Y ha lanzado un vídeo en el que toca todos aquellos temas que cualquier partido de izquierdas de Barcelona debería abordar si quiere ganar algún voto en mayo de 2015, pero, con el añadido, que las caras visibles de la campaña son personas como las que podemos tener cualquiera de nosotros como vecinos: desde la vecina de la Barceloneta que se queja de que están «vendiendo» su barrio ante la presión turística e inmobiliaria al usuario del transporte público que no le extraña que alguien se cuele en el metro tras la última subida de las tarifas. El vídeo habla de la corrupción, de un «cambio profundo», «desde abajo». Y sus armas son «la calle» y «las redes sociales».

Los partidos de izquierda habituales, como ICV, PSC y ERC -los antiguos socios de tripartito- quieren «ganar» otra vez el gobierno de la ciudad, pero, ¿quién puede ni siquiera plantearse arrebatar a CiU lo que le ha costado 32 años ganar sin conseguir aliarse con plataformas como Guanyem Barcelona? Hay que añadir otro actor a este asalto de la Plaça Sant Jaume: las CUP. Ya están en el Parlament y tienen la mirada fijada en el Ayuntamiento. Y, ¿qué pasa con Podemos? Ya obtuvo buenos resultados en las últimas elecciones europeas.

En ERC están ahora inmersos en su proceso de primarias, del que se ha tenido que descolgar Jordi Portabella, el líder de Esquerra Republicana en Barcelona desde hace muchos años. En el PSC ya hicieron su proceso para elegir a su alcaldable. Por lo tanto, todos los partidos de izquierda están acelerando la elección de su alcaldable para plantearle a CiU -y al alcalde Trias- una batalla que va a durar muchos meses. De hecho, ya ha empezado. Ya estamos en pre-pre-pre campaña electoral. No hay que olvidar que Trias está en minoría y hace unos días fue reprobado por su gestión del conflicto de Can Vies. La oposición también le ha atacado por la privatización de los aparcamientos públicos y otros temas de calado para el electorado de izquierdas.

La mejor baza de CiU y del alcalde es la fragmentación de la izquierda. Si de aquí a mayo de 2015, los diferentes partidos y plataformas de izquierda no llegan a algún tipo de entendimiento o acuerdo, su división será su peor enemigo y el mayor aliado de CiU y del PPC.  Los populares siempre tienen voto oculto en las encuestas. Y luego está Ciutadans, a quien los sondeos le dan un gran crecimiento a nivel de unas posibles autonómicas anticipadas, pero que aún no han entrado en el Ayuntamiento y podrían hacerlo. Es decir, se avecina un interesante «cacao maravillao» en la Plaça Sant Jaume y, según como se vayan desarrollando los acontecimientos en los próximos meses, pueden conseguir algún regidor un amplísimo abanico de formaciones políticas y/o ciudadanas. Los más veteranos de la política municipal temen que la ciudad se vuelva, entonces, «ingobernable». Pero, ¿y si lo que la sociedad demanda ahora es que se gobierne de esta forma? Porque, al fin y al cabo, el veredicto de las urnas será el reflejo de lo que quieran los barceloneses.

 

Can Vies, el ADN de Barcelona

Podríamos decir que los altercados nocturnos en Barcelona, tras el desalojo y derribo del edificio okupado de Can Vies, son una actividad no deseada, que solo se debe combatir policial y judicialmente. Pero lo cierto es que «no son un hecho puntual», sino «el reflejo de un malestar social», tal como advirtió el primer día el presidente de la federación de asociaciones de vecinos de la capital catalana, Lluís Rabell. Y esta situación no se da solo en Sants, sino en la Zona Franca, en Ciutat Meridiana, en Bon Pastor, en el Besòs… En todos aquellos barrios en los que el mazo de la crisis ha golpeado más fuerte.

Estos días, en que se han visto imágenes de contenedores quemados, muchos se han apresurado a escribir tuits preguntándose qué pasará con la Marca Barcelona ahora. Pues, nada, porque la quema de contenedores e incluso de coches no es nada nuevo (¿ya nadie se acuerda de aquél coche patrulla de la Guardia Urbana ardiendo en la Plaça Universitat? ¿Y de aquella Intifada del Besòs?). Otras muchas veces se han producido altercados igual o más fuertes que los de estos días y la ciudad ha seguido adelante. ¿Por qué? Porque la contestación social forma parte del ADN de Barcelona. Fijémonos, por ejemplo, en los movimientos de los Yayoflautas o la PAH, que surgieron con más fuerza en esta ciudad para, después, expandirse por toda España. O los propios okupas, que siempre han tenido una gran actividad aquí.

Disturbios por Can Vies

Quema de contenedores y un coche en el Raval tras la manifestación de Can Vies. TONI ALBIR/ EFE

Esta ciudad siempre ha sido un imán para los llamados «movimientos antisistema», porque es en esta ciudad -pujante, moderna, multicultural, acogedora y cosmopolita- donde se reflejan con más matices lo mejor y lo peor del progreso. Barcelona es muy diversa y, en esa diversidad, vemos cómo, al mismo tiempo que triunfa el Primavera Sound en el Fòrum, al otro lado de la ciudad se están quemando contenedores. En un lugar los jóvenes bailan y, en el otro, expresan su rabia. Eso es Barcelona. Ese es su ADN.

La imagen más real de lo que representa el conflicto de Can Vies es la de okupas y vecinos haciendo una cadena humana con los escombros del centro social y, luego, queriendo reconstruirlo ellos mismos. Lo que le están diciendo -no ya al Alcalde, sino a todo el mundo- es que ya viven al margen del sistema porque ese sistema, que nos ha llevado a la crisis, ya no les representa. Esta es la gran lección de Can Vies, que ha hecho que, una vez más, Barcelona haya sido el escaparate del mundo. En este sentido, la gran conclusión que debería quizás extraer no solo el alcalde, Xavier Trias, sino todos los alcaldes y gobernantes con poder de decisión sobre sus ciudadanos, es que el Sistema, tal como lo entendíamos hace 10 años, ya no existe. Hay que practicar otra forma de hacer política y de gobernar, porque la legitimidad ya no se gana solo en las urnas cada cuatro años, sino en el día a día.

Hay seis grandes elementos que habría que tener muy en cuenta a la hora de analizar las consecuencias a corto y largo plazo del conflicto de Can Vies:

1. El sentido de la propiedad. Esta crisis ha deslegitimado por completo a los bancos, que fueron rescatados con el dinero de todos después de, en algunos casos, haber engañado a la ciudadanía con productos como las preferentes. También ha dejado desnudos a los poderes públicos, ya que fueron los Gobiernos -elegidos democráticamente- los que no supieron evitar el desastre de la recesión y los que, posteriormente, han aplicado recortes y ajustes a la población. Hoy en día, ¿quién pone en duda que una familia desahuciada le dé una patada a la puerta de un piso vacío de un banco y se ponga a vivir allí? ¿Quién puede dudar de que un grupo de jóvenes puedan tener el derecho a gestionar un centro social en un edificio en desuso desde hace muchos años? La gestión de la propiedad e, incluso, de la propiedad compartida, como puede ser un edificio municipal, hoy en día se debe revisar. ¿Por qué, si no, el Ayuntamiento ha tenido que afrontar también, paralelamente a Can Vies, el conflicto de la gestión del nuevo Casal de barrio de Sant Andreu, reivindicado por l’Ateneu l’Harmonia? ¿Por qué el lema de la manifestación del sábado en el centro de Barcelona era «Construyamos alternativas, defendamos los barrios»? Porque es el momento de hacer micropolítica y gobernar haciendo cirugía vecinal, atendiendo las demandas de los vecinos, no ya por barrios, sino calle a calle. Dicho esto, con respecto a la propiedad, en el movimiento okupa siempre ha habido una contradicción: tú no puedes okupar un edificio para denunciar la especulación de la propiedad privada y, cuando viene la policía a echarte, querer quedarte en él, ya que estás actuando tú mismo como ese propietario al que criticas. Y no vale el argumento de que este edificio es de todos, porque siempre es de alguien más que de otro. Y la especulación tiene muchas caras, lleve o no corbata; además de que, en este caso, no todos los vecinos de Sants estaban de acuerdo con la actividad de Can Vies. ¿Qué importa más, el proyecto social o el lugar donde se pone en práctica? Si es lo segundo, ¿no se está especulando también con la propiedad? Si fuera lo primero, será que no hay otros edificios vacíos en Barcelona donde poder crear otro Can Vies…

Reconstrucción de Can Vies

Vecinos y okupas ayudan en la reconstrucción del centro social Can Vies. TONI ALBIR/ EFE

2. El poder de los lobbies. Barcelona es una ciudad de éxito. Desde los JJOO de 1992 no ha parado de subir como la espuma. Es la capital mundial del móvil, alberga festivales de música de gran éxito internacional, atrae grandes empresas industriales y de la nueva economía, es una smart city… Y es un polo de atracción de turismo. El puerto de Barcelona está entre los cinco más importantes del mundo y es líder en el Mediterráneo; el aeropuerto no para de crecer en pasaje y en rutas y todas las grandes cadenas hoteleras parecen querer abrir ahora sus hoteles más singulares en esta ciudad, donde la crisis inmobiliaria les ha brindado grandes oportunidades de negocio. El poder de los lobbies es muy alargado. Solo así se explica que el Ayuntamiento haya accedido a reformar la Diagona y el Passeig de Gràcia de la forma y en el momento en que se está haciendo. ¿Cómo es posible que esta ciudad tardara tanto en aplicar una tasa turística? Por los lobbies, ni más ni menos. Pero, el problema viene cuando uno no se da cuenta de que hay otros lobbies, que no actúan en los despachos, sino que queman contenedores y coches. Tú no puedes reformar una calle de lujo -y encima colocando mal las baldosas de Gaudí- y mantener una zona del Raval viviendo entre ratas y con un proyecto urbanístico pendiente de ejecución desde el año 2000. La gente no es tonta. Es así como Barcelona se ha convertido en una ciudad donde los hoteleros y demás ejercen de lobby, pero también los okupas (aunque ellos critiquen a los lobbies, también, lo son), Stop Pujades y demás movimientos ciudadanos. Cada uno a su manera y con sus armas.

3. El drama de los barrios. Había un concejal socialista que siempre decía esto: «Nou Barris también es Barcelona». Pues bien, esa lección se ha perdido, porque hay barrios de Barcelona que, a raíz de la crisis, parecen que se han descolgado definitivamente. En las últimas elecciones europeas, Podemos cosechó sus votos precisamente en estas zonas de la ciudad que se sienten más desamparadas. La desigualdad social es creciente. Hay una clase media que está desapareciendo y hay una emergente necesidad de ayuda social directa, con Caritas y Cruz Roja trabajando a destajo. El paro está haciendo estragos en Sant Andreu, Nou Barris, Sant Martí o en la Zona Franca, mientras que en Les Corts o Sarrià-Sant Gervasi se están recuperando niveles de ocupación. Volvemos al argumento del principio. Lo que Can Vies pone de manifiesto es el drama que se vive en algunos barrios. Hay una brecha social y se corre el peligro de que se agrande aún más.

4. La Marca Barcelona. Que nadie se engañe, los turistas seguirán viniendo en masa a la ciudad, aunque se hayan quemado contenedores. Otras veces ha pasado. De hecho, hay turistas que incluso se han pasado por Can Vies a hacer fotos de la excavadora quemada. La llamada Marca Barcelona no se va a resentir por eso, porque los turistas no vienen a Barcelona porque puedan comprar en tiendas de lujo o visitar la Sagrada Familia, sino que les atrae la ciudad en sí misma, su vocación y su forma de ser. Lo que sí es cierto es que la Marca Barcelona corre el riesgo de morir de éxito. ¿Por qué un complejo de ocio y juego que se quiere construir en Tarragona se debe llamar Barcelona World?

Primavera Sound

Ambientazo en el Primavera Sound, en el recinto del Fòrum. MARTA PÉREZ/ EFE

5. El superávit municipal. En un contexto en que los poderes públicos no tienen ni un céntimo para gastar de más -un ejemplo es la Generalitat de Catalunya- el Ayuntamiento de Barcelona tiene una posición privilegiada, ya que declaró un superávit acumulado de 23,5 millones de euros gracias a que cerró el ejercicio de 2013 con un superávit de 139 millones de euros. En este contexto, no es de extrañar que entidades que antes eran menos contestatarias, ahora se junten con otras más guerreras y prediquen el «no pagar» en los transportes públicos. ¿Quién le hubiera criticado al alcalde Trias que hubiera invertido algunos millones en suavizar la subida del precio de la T-10 este año? Nadie. Ya no vale para nada anunciar que en 2015 habrá una nueva financiación del transporte público y que se pondrá en marcha la T-Mobilitat… Todo eso son cuentos chinos para los vecinos de esos barrios más castigados por la crisis. Una cosa hay que tener clara, Can Vies es otra de las patatas calientes que le han caído a Xavier Trias como alcalde, porque el conflicto viene de muy lejos, es decir, cuando los socialistas gobernaban en la ciudad. Otra patata caliente -aún no resuelta y de difícil solución- es Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), titular del edificio de Can Vies. Es decir, de momento, TMB ya le ha metido al alcalde en dos líos: el del desalojo y derribo de Can Vies y el de la deuda de 500 millones de euros que arrastra la empresa de transportes y que le ha impedido, por ejemplo, frenar el tarifazo de los billetes de bus y metro, según explicó él mismo.

6. El Sistema. ¿Qué quiere decir hoy en día ser antisistema? ¿Es que hay sistema? O mejor dicho, ¿es el sistema que nos llevó a la crisis el que debe seguir imperando? El alcalde Trias ha disfrutado de tres años de mandato más o menos plácidos, aunque hay que tener en cuenta que gobierna la ciudad en minoría. Esto quiere decir que ha tenido que hacer equilibrios para sacar adelante, por ejemplo, los presupuestos. Le ha beneficiado que no ha tenido una oposición muy fuerte y organizada. Pero, el conflicto de Can Vies ha estallado justo cuando en el PSC ya han resuelto sus primarias y poco después de unas elecciones europeas que han visto la emergencia de ERC -en pleno debate sobre quién será su alcaldable- en la ciudad. Pero, lo más importante es que, si ahora es difícil gobernar la ciudad en minoría, ¿qué pasará de aquí a un año cuando previsiblemente entren en el Ayuntamiento partidos que ahora aún no están representados? ¿Estarán ahí la CUP, Ciutadans y otras marcas nuevas? Can Vies no es un marrón para Trias, sino para todos los gobernantes. Can Vies es el símbolo de que el Sistema ha cambiado y que, para una parte de la población, es tan «antisistema» el que quema contenedores como el que quiere especular en los barrios, como cuando Millet y Montull impulsaron el hotel de lujo del Palau de la Música y los vecinos les pararon los pies.

¡Qué gran oportunidad es gobernar Barcelona, una ciudad que te brinda, como en ningún otro sitio, la ocasión de regenerar el sistema! Can Vies forma parte del ADN de Barcelona, igual que el Primavera Sound, las maravillosas obras de Gaudí o los Yayoflautas, porque esta ciudad es así de plural, diversa y contestataria. Lo es ahora y lo ha sido siempre. Si Can Vies ha demostrado algo es que todo político que quiera ejercer planes de futuro -urbanísticos, sociales…- debe, primero, hacer gestos de presente. Simplemente, porque ya nadie cree la palabra de un político.

La foto de la desigualdad social

El sindicato CCOO acaba de presentar un informe sobre la evolución de las Desigualdades Sociales en Catalunya. De este documento se extraen varias conclusiones, como que es uno de los territorios donde más han aumentado las diferencias de clase, con una concentración de la renta en la población más rica. De hecho, en los años previos a la crisis, los niveles de brecha social entre los catalanes eran inferiores a la media europea, mientras que ahora se encuentran por encima.

Los resultados del informe de CCOO también muestran como las consecuencias de la crisis no se han repartido de forma equitativa y, por lo tanto, cómo se han incrementado las diferencias entre ricos y pobres. Un aspecto que se señala como «preocupante» y «crónico», es el incremento de parados de larga duración que hace más de 2 años que buscan un trabajo.

Niños buscando entre la basura

Niños buscando entre la basura en Barcelona junto a un Audi. FOTO: T. M.

Entre los datos que se aportan para justificar estas conclusiones podemos ver que la renta del 20% de las familias con ingresos elevados es 6 veces superior a la renta del 20% con menos ingresos. De igual modo, se visualiza como la pobreza ha crecido de manera más intensa en los últimos años. En 2012, el 25% de la población vivía en riesgo de pobreza y de exclusión social.

En este contexto, hoy en día, Barcelona es una de las ciudades que quizás refleja más en España esta desigualdad social. Al lado de sus hoteles y restaurantes de lujo, podemos ver a un sector de la población empobrecida que busca y rebusca en los contenedores de basura. Incluso se ha hablado mucho en los últimos meses del incremento de la pobreza infantil, que ha acarreado problemas como la malnutrición.

La fotografía que acompaña este post es real, tomada en el barrio del Raval, muy cerca de la famosa Rambla de Barcelona, gran epicentro universal de la ciudad. Se puede ver a unos niños buscando entre la basura, justo al lado de un Audi, uno de esos coches que podemos considerar de gama alta. Esta es la imagen de la desigualdad social.