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10 claves para las elecciones catalanas

Con el bloque de partidos proconsulta resquebrajado, en el horizonte se vislumbran unas elecciones catalanas. De ser plebiscitarias, como parece que podrían ser, volverían a abrir una página de ese «terreno inexplorado» al que hace referencia frecuentemente el presidente de la Generalitat, Artur Mas. Desde el momento en que se anunció la consulta alternativa del 9-N -la 4ª Vía de Mas- se abrió la precampaña con las reuniones de pasillo, de despacho y de restaurante para establecer las posibles alianzas. Ante unas plebiscitarias, ahora mismo, es muy difícil que hubiera solo dos bloques: a favor o en contra de la independencia, sobre todo, porque las cosas no son ni tan blanco ni tan negro en más de un partido, como en ICV-EUiA. El abanico de ideologías es tan grande y las cuentas pendientes (entre unos y otros) se han hecho tan importantes que, en ambos bandos, hay diferencias prácticamente insalvables. Por eso, ante unas elecciones habría que distinguir al menos 10 claves o juegos de alianzas si estas acabaran siendo plebiscitarias:

1. CDC y ERC confeccionan una lista conjunta con personajes independientes, como el cantautor Lluís Llach, y con en apoyo de Omnium y la ANC. Si Esquerra exige explicitar la declaración unilateral de independencia, UDC no participaría en la entente y CDC, ya veríamos… dependería de los tiempos de esa DUI y las formas.

2. CiU + ERC. Si, por el contrario, el acuerdo implica que, si se consigue la mayoría de votos, se abre un proceso para negociar con el Estado al estilo escocés, con un referéndum más adelante y con ofertas del Gobierno español que podrían ser tenidas en cuenta, como una posible reforma constitucional, en este escenario, UDC sí que podría unirse a la alianza, que sería de CiU + ERC (Esquerra debería aceptar que para una hipotética independencia habría que esperar a que fuera acordada con el Estado al estilo escocés). En este punto, habría que ver qué papel juegan Nova Esquerra Catalana (del exconseller Ernest Maragall), Avancem (del exdiputado díscolo del PSC, Joan Ignasi Elena) y Moviment Catalunya (con, entre otros, las exconselleras socialistas Montserrat Tura y Marina Geli).

Mas y Fernández

Artur Mas habla con David Fernández (CUP) en los pasillos del Parlament de Catalunya. RAFA GARRIDO / ACN

3. CUP. Es muy improbable que la CUP se pueda juntar a una alianza con CiU o incluso solo con CDC, porque CiU no deja de ser el partido del gobierno, el de los recortes, el que dirige a los Mossos antidisturbios, etc… La CUP podría optar por abogar en solitario por la independencia, ya que, si una cosa ha dejado todo el proceso de la consulta es que ERC necesita los votos de CiU para llevar el independentismo a las cotas más altas y CiU necesita los de ERC para seguir subsistiendo. Por eso, CUP y ERC segurían caminos distintos, también. La CUP no se puede permitir entrar en ese juego.

4. ERC puede no ponerse de acuerdo con CiU (o CDC) e intentar aglutinar sola a todos los grupos y entidades independentistas con vistas a una declaración unilateral de independencia. Pero, es muy improbable que una operación así pudiera tener éxito sin los votos del electorado convergente. No hay una mayoría suficiente sin CiU. Convergencia también podría ir por libre (de hecho, ahora ERC y CiU están negociando por separado con Òmnium y la ANC).

5. PSC ahora sigue su camino. Pese a los intentos de echar un cable a Mas para que se desvincule de ERC, los socialistas están ahora en un escenario en el que se encuentran cómodos con su discurso principal: la apuesta por la reforma constitucional. De hecho, es la propuesta inicial que parece tener más recorrido o posibilidades de salir adelante en cuanto el PP decida ponerse a ello. Para los populares eso sería después de las municipales y las autonómicas, porque antes no podrían pactar nada con el PSOE. Por eso, Mas podría querer ganar tiempo y alargar la legislatura, a la espera de una oferta PSOE-PP para un nuevo Estado con reforma de la Constitución. Pero a ERC, claro está, le conviene cuanto antes fijar unas plebiscitarias y que no dar pie a que el Estado haga una oferta mínimamente atractiva a Mas.

6. ICV-EUiA. El electorado de Iniciativa y Esquerra Unida quiere mayoritariamente una reforma del Estado, pero está más dividido sobre el tema de la independencia. Es decir, son del ‘Sí-NO’ en la hipotética pregunta que planteó Mas para la consulta junto al resto de partidos que daban su apoyo al 9-N original. Iniciativa, para no quedar muy fraccionada, debe abrirse a nuevos movimientos y buscar alianzas con Podemos y Guanyem, entre otros, que están a favor de que se consulte a la ciudadanía.

7. Ciutadans y UPyD. Ya ha habido contactos entre estos dos partidos para unir fuerzas, por lo que no sería descabellado que acudieran juntos a las elecciones. Aún así, para Ciutadans es mejor una alianza estratégica pensando en las generales y no tanto en unas autonómicas, ya que las encuestas, por sí solo, ya le dan un destacado crecimiento en Catalunya. No necesita ahora a UPyD, en realidad, sino para crecer un poquito más.

8. PPC-UDC. La líder de los populares en Catalunya, Alicia Sánchez-Camacho, ya ha lanzado en más de una vez la propuesta de una alianza de los partidos unionistas, en la que ha querido incluir explícitamente a UDC. Parece poco probable que Unió pueda adherirse a ella (antes se rompería el partido). Y el PSC no se puede permitir para nada figurar en una lista conjunta con el PPC: perdería a los socialistas catalanistas que aún pueda tener y en clave de municipales y generales no le beneficiaría.

9. PPC-Ciutadans-UPyD. Tampoco parece que a Ciutadans le convenga para nada aliarse con el PPC, ya que las encuestas ya le van bien solito y tiene la oportunidad de pasar por delante del Partido Popular. De momento, el papel que pueda jugar UPyD en esta alianza sería más testimonial. Además, Ciutadans es un partido que batalla contra la corrupción y debería explicar muy bien por qué se alía con los populares, salpicados por Gürtels, tartejas B y compañía.

10. El PPC va solo. En este caso sería porque nadie, finalmente, querría ir con los populares. Dejando de lado el voto oculto que siempre le acaba favoreciendo, las encuestas no le son nada favorables al PPC. Dependerá mucho de cuándo se celebren las elecciones catalanas en el nivel de castigo que pueda recibir por su gestión de la crisis de la consulta catalana.

¿Y si no hay elecciones? Rajoy decide hacer una oferta a Mas, que sea del agrado de UDC, que salvaguarde a CiU, que sea una salida más o menos airosa para Mas y el president decide buscar otros apoyos para alargar la legislatura (PSC, principalmente), siempre y cuando Rajoy accediera a que se consultara al pueblo catalán si está de acuerdo o no con la propuesta del Gobierno español.

Una cosa está clara, las elecciones catalanas, cuando se produzcan, se podrán decir «autonómicas», pero, en realidad, serán muchísimo más, porque no solo estará en juego el futuro de Catalunya. Por eso, habrá que tener en cuenta los movimientos que se hagan en el Puente Aéreo, ya que este partido se jugará en Barcelona y en Madrid.

Ciudadano Pujol

Si Orson Welles hubiera tenido entre sus manos un guión con la historia de Jordi Pujol, seguramente, la hubiera convertido en otra obra de arte del cine. Su Ciudadano Kane y este nuestro Ciudadano Pujol entrañan un mismo misterio por resolver. Si en uno todo arrancaba con una palabra enigmática (Rosebud); en el otro, todo se basa en determinar de una vez por todas esa frontera que separa -o que no debería separar- al político del ciudadano de a pie. Efectivamente, en su comparecencia en el Parlament, el expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol, «desnudo ante la opinión pública», tal como él mismo ha declarado, ha pronunciado en voz alta su propio Rosebud, como un moribundo Kane que agoniza: «Yo no he sido un político corrupto». Y lo ha argumentado así: «No he recibido nunca dinero a cambio de una decisión político-administrativa».

De todas las intervenciones de los grupos parlamentarios, la única que ha dado en el clavo ha sido la de David Fernández (CUP), quien ha sabido captar el Rosebud de Pujol y le ha replicado: «Sí es un político corrupto porque el fraude fiscal es una forma de corrupción». Y es que Pujol ha acudido al Parlament para intentar desvincular su mala imagen ‘como ciudadano’ de su ‘buena imagen’ (ya perdida) como expresidente de la Generalitat durante más de dos décadas de gobierno. Es por ello que les ha leído la cartilla a los diputados, como el padre que intenta volver a dar lecciones a un hijo ya perdido y que no confía en él. Y es por ello que lo más terrible de su (pseudo)voluntaria crucificción pública es que prefiere ser un mal ciudadano a que le tomen, además, por un mal político. Es decir, aún después de haber confesado que tenía una fortuna oculta en Andorra, ha continuado defendiendo, en cierta manera, que lo del «molt honorable» era (y debería seguir siendo) para siempre.

Ciudadano Kane

Cartel de la película ‘Ciudadano Kane’, de Orson Welles.

Pero, lo más terrible de esta historia, es que Ciudadanos Pujol hay muchos en política, es decir, aquellos que se niegan a aceptar que un político es un ciudadano más y que, por lo tanto, no se puede separar la conducta de Jordi Pujol político de la de Jordi Pujol ciudadano. Este es el Rosebud de la comparecencia del expresidente de la Generalitat, porque, hasta que todos los políticos no se den cuenta de ello, continuará habiendo casos de corrupción en esta esfera tan importante de nuestra sociedad.

De la comparecencia de Pujol en el Parlament ha quedado demostrado que sigue estando en forma, pero, también, que le separa un abismo su discurso del que hoy en día está inculcado -por suerte- en la calle. Yo he crecido escuchándole desde muy pequeño y, en cierta manera, hoy ha vuelto a decepcionar, no ya por lo que no ha dicho, sino por lo que sí que ha dicho. Y es que el Ciudadano Pujol y el Político Pujol no han entendido nada. No lo digo porque no haya dado todos los detalles que le pedían los diputados -ninguno de los presentes se había imaginado ni por un momento que los iba a dar-, sino porque sigue defendiendo que gobernó honestamente, aunque haya sido un mal ciudadano.

Los diputados se han dedicado más a darse palos entre ellos y a reproducir las disputas por el proceso de la consulta del 9-N más que a atacar y dejar al descubierto este Rosebud de Pujol. Y es que, en realidad, todos son políticos. Lo cierto es que ha sido una película con un final previsible y con una ejecución que Welles hubiera mejorado mil veces. Cabe esperar que si la líder del PPC, Alicia Sánchez-Camacho, acude alguna vez al Parlament -como se le pidió- para explicar el caso Método 3, se pueda dar un paso más hacia la simbiosis entre el político-ciudadano/ciudadano-político. El enigma Rosebud aún espera ser resuelto de una vez por todas.