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“Observa la verdad y no la traspases. No calumnies a ninguna gente grande o pequeña”, Ptahhotep

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El Muro de la Palabra

La festividad de Sant Jordi, el Día del Libro y de la Rosa, ha tenido este año como una de sus novedades El Muro de la Palabra que 20minutos instaló en la parte alta de la Rambla de Barcelona. En un día espléndido de sol, miles y miles de barceloneses y turistas salieron a la calle y muchos de ellos se acercaron para dejar sus mensajes en el plafón o para curiosear. Miquel Fuster, dibujante de nuestro periódico, realizó un retrato de homenaje a Gabriel García Márquez, que fue de lo más fotografiado.

Mensajes en El Muro de la Palabra

Mensajes en El Muro de la Palabra de 20minutos en la Diada de Sant Jordi.

El Muro de la Palabra estuvo abierto a todo el mundo entre las 10 de la mañana y las tres de la tarde y acabó completamente lleno de dedicatorias de todo tipo, pero, sobre todo, de mensajes de solidaridad y a favor de la convivencia. Llamó la atención cómo, pese a la que está cayendo, la ciudadanía dejaba plasmados lemas que apelaban a la esperanza y a la lucha. Nadie parecía derrotado por la crisis, ni por los malos políticos, que recibieron críticas contra los recortes.

Como ejemplo, puedo explicar que, una hora antes de abrirse el Muro, una mujer se acercó y preguntó si podía escribir ya sobre él. Se llamaba Mercè. Me explicó que no podía esperar hasta las 10 y que quería dejar su mensaje porque, luego, no podría. Ante su insistencia, abrimos El Muro de la Palabra para que solo ella lo pudiera pre-inaugurar. Fue directa hacia él, con el rotulador que le facilitamos en la mano, y con pulso firme dejó escrita su frase.

Estaba claro que le salió de dentro, de muy dentro, y que tenía una gran ansiedad por sacarla y dejarla reflejada en El Muro de la Palabra. Mercè escribió sin dudarlo, el siguiente mensaje: «No tires la toalla, ¡vive!». A partir de ese momento, las llamadas a aprovechar el momento se sucedieron a lo largo de la mañana. Quizás, el año que viene, deberíamos cambiar de nombre e instalar El Muro de la Esperanza en vez de la Palabra, porque, como escribió enigmáticamente Enriq, otro ciudadano: «¿Las palabras se las lleva el viento?».