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“Observa la verdad y no la traspases. No calumnies a ninguna gente grande o pequeña”, Ptahhotep

‘Selfie’ político antisistema en Cataluña

La consulta alternativa del 9-N es posiblemente el primer selfie político antisistema de la historia de la democracia española tras el Franquismo. Digan lo que digan ambos bandos -Govern de la Generalitat y Gobierno español- es impepinable que sacar a la calle a más de 2 millones de votantes un domingo para que den su opinión sobre la Cataluña que quieren es un éxito de participación, sobre todo, si se tienen en cuenta los niveles de movilización electoral y la desidia que en los últimos años de crisis ha provocado la política entre la ciudadanía.

El Gobierno español ha calificado la jornada de «inútil, antidemocrática y acto de propaganda electoral», aunque en todo momento se ha obviado que ir a votar no presupone estar de acuerdo con la independencia de Cataluña, ya que cualquiera era libre de ejercer su voto y votar que «no». De hecho, ha habido votos de todos los signos. Lo cierto es que más de 40.000 voluntarios se han coordinado para hacer posible tanto la votación como el recuento -gestionando largas colas en colegios electorales- y esto es un hecho que está al alcance de pocas sociedades democráticas del mundo. Este 9 de noviembre, la sociedad civil catalana se ha hecho un selfie político antisistema -porque la consulta no era oficial y se ha celebrado bajo la incógnita de si la policía cerraría los colegios o no-. Y ha sido capaz de traspasar fronteras, con observadores internacionales y más de 120 medios extranjeros acreditados.

Votación del 9-N

Un ciudadano hace una fotografía a otro votante en un colegio electoral de Barcelona. FOTO: T. M.

Lo del selfie es, además, textual, porque este 9-N se ha puesto de moda hacerse una foto votando. No recuerdo haber visto nunca a nadie que se haga una foto votando en unas elecciones generales, autonómicas, municipales o europeas. Los que han ido a votar han querido dejar constancia de ello y han compartido sus fotografías en las redes sociales. No se escondían. Y lo del selfie es también textual porque el president Artur Mas, en su valoración final, ha afirmado: «Nos hemos mirado en el espejo y nos hemos gustado».

Otro elemento que pone de manifiesto este 9-N es que se supera la política del metro cuadrado, es decir, esta vez nadie puede discutir el número de manifestantes que han salido a la calle, porque todo ha quedado registrado. Cualquiera que haya visitado uno o más colegios electorales durante el 9-N habrá podido comprobar cómo ciudadanos que se habían acercado a votar sin reunir los requisitos -por ejemplo, no presentar el DNI o querer votar en una mesa que no les pertocaba- no han podido hacerlo. A diferencia de la Via Catalana o de otras manifestaciones ciudadanas, esta vez nadie puede discutir si es posible o no que 1,6 millones de personas participaran en la elaboración de la V gigante en Barcelona el último 11 de Setembre. Esta vez, ya nadie puede decir que tantas personas no podían caber en X metros cuadrados. Y, en realidad, da igual.

No importa que el Gobierno español diga que este 9-N ha sido «estéril» y que «no tendrá ninguna repercusión» (de momento, ya ha provocado la comparecencia del ministro de Justicia). Tampoco importa si ahora todo el proceso catalán se vuelve a judicializar aún más (la Fiscalía ya está investigando si ha habido responsabilidades penales) y los gobernantes siguen sin buscar soluciones políticas. Tampoco tiene mucha importancia que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, quiera utilizar esta movilización multitudinaria para avalar sus tesis. No, lo único cierto e importante de este 9-N es que la sociedad catalana se ha hecho un selfie político antisistema como una casa, capaz de mover a las urnas a más de 2 millones de catalanes de 16 años para arriba (con ancianos de más de 90 años e incluso 100 años acudiendo a votar) y sin ninguna cobertura legal (aunque, otra cosa, es lo que cada uno piense que es moralmente aceptable).

El Dragon Khan de la política catalana

El político catalán Joan Carretero hizo famosa su comparación del primer gobierno Tripartito del president Pasqual Maragall, del cual él mismo fue conseller, con el Dragon Khan, la atracción estrella del parque PortAventura. Los sobresaltos eran continuos y era como estar en una montaña rusa. A partir de ese momento, muchas veces se ha utilizado el término «Dragon Khan» para definir la política catalana. Hoy en día, como no podía ser de otra manera, el símil también sirve. El más claro ejemplo es el de la consulta: primero se celebraba (con decreto del president Mas y con ley catalana); luego no, porque el Tribunal Constitucional la suspendió cautelarmente, y ahora parece ser que sí otra vez, porque no se utilizará el censo oficial y se hará un 9-N «alternativo». Con lo cual, la vagoneta del Dragon Khan sube y baja, sube y baja… Y lo mismo hay que aplicar a la correlación de fuerzas entre los partidos catalanes. Vamos a verlo:

CiU: Mas consiguió arrebatar al Tripartito de izquierdas la presidencia de la Generalitat para CiU (subió), pero en las últimas elecciones se pegó un buen tortazo (bajó) que le ha llevado a un pacto de legislatura con ERC. Mas ha canalizado los mensajes de las manifestaciones soberanistas de los últimos 11 de Setembre y, ahora mismo, después de haber optado por su 4ª Vía y convocar un 9-N alternativo parece que ha vuelto a tomar la iniciativa (sube). Y es que esta aparente crisis entre los partidos proconsulta ha vuelto a demostrar que ERC no tiene fuerza suficiente sin CDC para liderar el proceso soberanista. Ahora bien, depende de lo que pase después del 9 de noviembre (si es que el Gobierno no impugna esta nueva versión de la consulta), Mas podría volver a bajar (si pierde los apoyos de la sociedad civil) o subir. Todo dependerá de cómo se encare el posible proceso de unas elecciones anticipadas plebiscitarias, que la ANC exige que se hagan antes de tres meses. Están en juego muchas cosas y, a nivel interno de CiU, su propia existencia como coalición tal como la entendemos hoy: CDC + UDC.

Mas anuncia la pregunta de la consulta

Artur Mas anunciando la pregunta pactada con ERC, ICV y la CUP para el 9-N original. GUILLEM SÁNCHEZ / ACN

ERC: Al mando de Oriol Junqueras, Esquerra no ha hecho más que subir a la sombra de la Via Catalana y del resto de movilizaciones ciudadanas. Parecía que podía entrar en el Govern, pero el Dragon Khan es muy caprichoso y eso tampoco fructificó. Parecía que realmente tenía cogido y bien cogido a Mas, pero el PSC está asomando cada vez más la cabeza por la puerta del despacho del president y Josep Antoni Duran i Lleida, líder de UDC, aún sueña con aquella sociovergencia que propuso en su momento, sobre todo, para evitar un segundo Tripartito. ERC, que está en la cresta de la ola, deberá ir con cuidado en sus movimientos si no quiere perder protagonismo: ¿Quién necesita más a quién? ¿Junqueras a Mas o Mas a Junqueras? Cuidado con el Dragon Khan…

PSC: Con Miquel Iceta al mando, los socialistas están protagonizando una serie de movimientos que, si la táctica les sale bien, les puede relanzar. Sus alcaldes apoyan el 9-N alternativo o, al menos, no lo impedirán. Iceta le ha ofrecido a Mas un pacto para agotar la legislatura hasta 2016 previo acuerdo de un contrato social. En Barcelona, los socialistas están dispuestos a pactar los presupuestos con el alcalde Xavier Trias (CiU), que necesita un aliado para aprobar las últimas cuentas antes de las elecciones. El PSC necesita visibilidad después de que el Dragon Khan les situará abajo y de que, ahora, parece que les esté subiendo poco a poco.

PPC: Los populares han pasado de estar arriba, gracias a su mayoría absoluta en Madrid, a bajar (sobre todo, a raíz de escándalos como el de Método-3) y a perder, en cierta manera, el liderazgo del contrapeso a los partidos soberanistas a causa de la emergencia de Ciutadans. El PPC ha vivido su particular Dragon Khan y, solo gracias al fracaso del 9-N original, han recuperado terreno en la montaña rusa. ¿Hasta qué punto llegó a estar cuestionada en el partido su líder, Alicia Sánchez-Camacho? ¿Hubo realmente movimientos para buscarle un sustituto entre algún alcalde del PPC?…

ICV-EUiA: Después del experimento fallido del Tripartito que convirtió a Iniciativa en un partido de gobierno, ICV, como los socialistas, bajó en el Dragon Khan, aunque mantuvo mejor el tipo. El hecho de apuntarse al proceso proconsulta le ha hecho subir otra vez, al menos, a nivel mediático, pero los choques con Mas y CiU son demasiado importantes como para que su electorado pueda aguantar según qué cosas. Lo de la Declaración Unilateral de Independencia que quiere ERC no puede ni planteárselo. De hecho, ICV era, junto a UDC, la prueba de que la consulta del 9-N era la mal llamada «consulta soberanista», ya que una cosa es estar de acuerdo con que la gente vote y otra apoyar abiertamente la independencia. El Dragon Khan está atento a ICV, que, en los próximos meses, deberá jugar bien sus cartas de posibles alianzas (Guanyem, Podemos…) si no quiere que la montaña rusa catalana la castigue.

Ciutadans: El partido de Albert Rivera es el gran beneficiado del debate soberanista en el ala unionista. En las encuestas, le come terreno al PPC, aunque también le araña votos al PSC. Aunque ha tenido algún tropiezo, como el caso Cañas aún por resolver, se ha esforzado en aparecer como un partido regenerador y anticorrupción. Se puede decir que el Dragon Khan ha premiado a C’s con más expectativas de voto, por eso, Rivera apremia a Mas para que convoque las elecciones.

CUP: Este partido asambleario empezó su carrera en lo más bajo de la montaña rusa, pero las encuestas le son favorables y va escalando en el Dragon Khan. Los partidos tradicionales han asociado a la CUP despectivamente con los movimientos antisistema, pero, curiosamente, es la CUP quien estos días está apareciendo como el partido que pone orden y algo de seny. Los hemos visto con el preacuerdo con el Govern para salvar técnicamente el 9-N alternativo y con las negociaciones de mediación que esta formación ha hecho para intentar restablecer la unidad con ERC e ICV-EUiA. Además, es la CUP quien presidirá la comisión de investigación del caso Pujol en el Parlament. Por otro lado, es la CUP quien domina la calle y no se puede plantear un proceso participativo el 9 de noviembre sin que ellos se impliquen.

Así es como el Dragon Khan vuelve a dominar la política catalana. Es la atracción más veterana de PortAventura y sigue estando más de moda que nunca.

 

 

10 claves para las elecciones catalanas

Con el bloque de partidos proconsulta resquebrajado, en el horizonte se vislumbran unas elecciones catalanas. De ser plebiscitarias, como parece que podrían ser, volverían a abrir una página de ese «terreno inexplorado» al que hace referencia frecuentemente el presidente de la Generalitat, Artur Mas. Desde el momento en que se anunció la consulta alternativa del 9-N -la 4ª Vía de Mas- se abrió la precampaña con las reuniones de pasillo, de despacho y de restaurante para establecer las posibles alianzas. Ante unas plebiscitarias, ahora mismo, es muy difícil que hubiera solo dos bloques: a favor o en contra de la independencia, sobre todo, porque las cosas no son ni tan blanco ni tan negro en más de un partido, como en ICV-EUiA. El abanico de ideologías es tan grande y las cuentas pendientes (entre unos y otros) se han hecho tan importantes que, en ambos bandos, hay diferencias prácticamente insalvables. Por eso, ante unas elecciones habría que distinguir al menos 10 claves o juegos de alianzas si estas acabaran siendo plebiscitarias:

1. CDC y ERC confeccionan una lista conjunta con personajes independientes, como el cantautor Lluís Llach, y con en apoyo de Omnium y la ANC. Si Esquerra exige explicitar la declaración unilateral de independencia, UDC no participaría en la entente y CDC, ya veríamos… dependería de los tiempos de esa DUI y las formas.

2. CiU + ERC. Si, por el contrario, el acuerdo implica que, si se consigue la mayoría de votos, se abre un proceso para negociar con el Estado al estilo escocés, con un referéndum más adelante y con ofertas del Gobierno español que podrían ser tenidas en cuenta, como una posible reforma constitucional, en este escenario, UDC sí que podría unirse a la alianza, que sería de CiU + ERC (Esquerra debería aceptar que para una hipotética independencia habría que esperar a que fuera acordada con el Estado al estilo escocés). En este punto, habría que ver qué papel juegan Nova Esquerra Catalana (del exconseller Ernest Maragall), Avancem (del exdiputado díscolo del PSC, Joan Ignasi Elena) y Moviment Catalunya (con, entre otros, las exconselleras socialistas Montserrat Tura y Marina Geli).

Mas y Fernández

Artur Mas habla con David Fernández (CUP) en los pasillos del Parlament de Catalunya. RAFA GARRIDO / ACN

3. CUP. Es muy improbable que la CUP se pueda juntar a una alianza con CiU o incluso solo con CDC, porque CiU no deja de ser el partido del gobierno, el de los recortes, el que dirige a los Mossos antidisturbios, etc… La CUP podría optar por abogar en solitario por la independencia, ya que, si una cosa ha dejado todo el proceso de la consulta es que ERC necesita los votos de CiU para llevar el independentismo a las cotas más altas y CiU necesita los de ERC para seguir subsistiendo. Por eso, CUP y ERC segurían caminos distintos, también. La CUP no se puede permitir entrar en ese juego.

4. ERC puede no ponerse de acuerdo con CiU (o CDC) e intentar aglutinar sola a todos los grupos y entidades independentistas con vistas a una declaración unilateral de independencia. Pero, es muy improbable que una operación así pudiera tener éxito sin los votos del electorado convergente. No hay una mayoría suficiente sin CiU. Convergencia también podría ir por libre (de hecho, ahora ERC y CiU están negociando por separado con Òmnium y la ANC).

5. PSC ahora sigue su camino. Pese a los intentos de echar un cable a Mas para que se desvincule de ERC, los socialistas están ahora en un escenario en el que se encuentran cómodos con su discurso principal: la apuesta por la reforma constitucional. De hecho, es la propuesta inicial que parece tener más recorrido o posibilidades de salir adelante en cuanto el PP decida ponerse a ello. Para los populares eso sería después de las municipales y las autonómicas, porque antes no podrían pactar nada con el PSOE. Por eso, Mas podría querer ganar tiempo y alargar la legislatura, a la espera de una oferta PSOE-PP para un nuevo Estado con reforma de la Constitución. Pero a ERC, claro está, le conviene cuanto antes fijar unas plebiscitarias y que no dar pie a que el Estado haga una oferta mínimamente atractiva a Mas.

6. ICV-EUiA. El electorado de Iniciativa y Esquerra Unida quiere mayoritariamente una reforma del Estado, pero está más dividido sobre el tema de la independencia. Es decir, son del ‘Sí-NO’ en la hipotética pregunta que planteó Mas para la consulta junto al resto de partidos que daban su apoyo al 9-N original. Iniciativa, para no quedar muy fraccionada, debe abrirse a nuevos movimientos y buscar alianzas con Podemos y Guanyem, entre otros, que están a favor de que se consulte a la ciudadanía.

7. Ciutadans y UPyD. Ya ha habido contactos entre estos dos partidos para unir fuerzas, por lo que no sería descabellado que acudieran juntos a las elecciones. Aún así, para Ciutadans es mejor una alianza estratégica pensando en las generales y no tanto en unas autonómicas, ya que las encuestas, por sí solo, ya le dan un destacado crecimiento en Catalunya. No necesita ahora a UPyD, en realidad, sino para crecer un poquito más.

8. PPC-UDC. La líder de los populares en Catalunya, Alicia Sánchez-Camacho, ya ha lanzado en más de una vez la propuesta de una alianza de los partidos unionistas, en la que ha querido incluir explícitamente a UDC. Parece poco probable que Unió pueda adherirse a ella (antes se rompería el partido). Y el PSC no se puede permitir para nada figurar en una lista conjunta con el PPC: perdería a los socialistas catalanistas que aún pueda tener y en clave de municipales y generales no le beneficiaría.

9. PPC-Ciutadans-UPyD. Tampoco parece que a Ciutadans le convenga para nada aliarse con el PPC, ya que las encuestas ya le van bien solito y tiene la oportunidad de pasar por delante del Partido Popular. De momento, el papel que pueda jugar UPyD en esta alianza sería más testimonial. Además, Ciutadans es un partido que batalla contra la corrupción y debería explicar muy bien por qué se alía con los populares, salpicados por Gürtels, tartejas B y compañía.

10. El PPC va solo. En este caso sería porque nadie, finalmente, querría ir con los populares. Dejando de lado el voto oculto que siempre le acaba favoreciendo, las encuestas no le son nada favorables al PPC. Dependerá mucho de cuándo se celebren las elecciones catalanas en el nivel de castigo que pueda recibir por su gestión de la crisis de la consulta catalana.

¿Y si no hay elecciones? Rajoy decide hacer una oferta a Mas, que sea del agrado de UDC, que salvaguarde a CiU, que sea una salida más o menos airosa para Mas y el president decide buscar otros apoyos para alargar la legislatura (PSC, principalmente), siempre y cuando Rajoy accediera a que se consultara al pueblo catalán si está de acuerdo o no con la propuesta del Gobierno español.

Una cosa está clara, las elecciones catalanas, cuando se produzcan, se podrán decir «autonómicas», pero, en realidad, serán muchísimo más, porque no solo estará en juego el futuro de Catalunya. Por eso, habrá que tener en cuenta los movimientos que se hagan en el Puente Aéreo, ya que este partido se jugará en Barcelona y en Madrid.

La 4ª Vía de Mas

Después de tanto tiempo hablando de primeras, segundas y terceras vías, como la reforma de la Constitución española para encajar mejor a Catalunya en el Estado español, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha abierto la cuarta vía -la suya, la del Govern catalán- que consiste en celebrar una consulta alternativa el 9 de noviembre con voluntarios y negociar con los partidos soberanistas «la consulta definitiva», que será las elecciones autonómicas catalanas convertidas en unos comicios plebiscitarios.

Tras la medio ruptura del bloque proconsulta, con ICV-EUiA por un lado, ERC por otro, CiU por otro y la CUP intentando que no prevaleciera el «tacticismo», Mas ha decidido «tirar pel dret», como se dice en catalán, y seguir su propia hoja de ruta. Esa era la única salida que le quedaba porque no solo estaba en juego el Govern, sino la subsistencia en Catalunya de su propio partido, porque CDC -o incluso CiU- no hubiera podido aguantar que el 9 de noviembre no se hiciera nada de nada y que los miles de catalanes que han salido los últimos 11 de Setembre a la calle por el derecho a decidir se hubieran «frustrado», como alertó el Consejo Asesor para la Transición Nacional.

Con este camino, Mas ha abierto una aparente guerra Generalitat-Estado, al que ha definido textualmente como «el adversario real» y al que ha calificado de «poderoso, intransigente e intolerante». El presidente ha apelado al «ni un paso atrás», aunque ha perdido la batalla del consenso con los partidos proconsulta, que es lo que le daba alas hasta ahora. El president, muy dado a las metáforas, ha asegurado que él, cuando viene una ola, es partidario de meterse bajo el agua, dejar que pase y volver a sacar la cabeza para continuar nadando. Eso es lo que dice que ha hecho, pero después de una ola viene otra.

Dicen que las cosas de palacio van despacio. Y los partidos proconsulta se han reunido los últimos días en tres palacios barceloneses: el Palau de la Generalitat, el Palau Robert y el Palau de Pedralbes. Tres palacios para escenificar el verdadero triángulo de partidos que ha acabado por no superar sus diferencias: CDC, UDC y ERC. A Unió (y a Duran i Lleida) le gustaría que el Estado apostara ya por una reforma constitucional, pero ni el Gobierno español está por la labor ni ERC está dispuesta a que esto se acabe así. Por contra, Esquerra apuesta por las plebiscitarias con una declaración unilateral de independencia, pero para ello hace falta mucho consenso y esto aún «está verde», aunque, según Mas, podría «madurar». Este es el papel de CDC, que a medida que pasen los meses deberá decidir definitivamente su encaje con Unió y su posible alianza plebiscitaria con ERC y quizás la CUP.

La 4ª Vía anunciada por Mas se basa en estos puntos básicos:

El presidente de la Generalitat, Artur Mas

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, anuncia una consulta alternativa el 9-N. ALBERTO ESTÉVEZ/ EFE

1. El 9-N habrá «locales abiertos, urnas y papeletas» para que los catalanes voten. Se hará en locales de la Generalitat para «no depender de terceros».

2. Podrán votar los mayores de 16 años e incluso se podría «ampliar a más colectivos» que los que recogía el decreto suspendido por el Tribunal Constitucional. Por ejemplo, sí que podrán votar los catalanes que residan fuera de Catalunya y que quieran venir a votar ese día. Para evitar utilizar el censo electoral serán los propios ciudadanos los que se registrarán con su DNI para poder votar voluntariamente en esta consulta.

3. La consulta del 9-N se basará en «marcos legales preexistentes» que dan a la Generalitat capacidad para organizar eventos de «participación ciudadana». El gran referente es la consulta que organizó el Ayuntamiento de Arenys de Munt, la primera soberanista, y solo entre sus vecinos.

4. La pregunta del 9-N será la misma que se pactó con los partidos que daban su apoyo a la consulta.

5. Se creará un Consejo General de Participación que vele por la transparencia de la votación del 9-N.

6. El recuento y los resultados provisionales se conocerán el 10-N.

7. Para organizar la consulta de participación ciudadan del 9 de noviembre, Mas necesita más de 20.000 voluntarios, por lo que el apoyo de la ANC y Òmnium será importante (o mejor dicho, vital). Y también necesitará la ayuda de los más de 900 ayuntamientos que votaron a favor del derecho a decidir.

8. La del 9-N será «una consulta anticipada antes de la definitiva», es decir, debe ser previa a las elecciones plebiscitarias. En este punto, CDC aún no se ha puesto de acuerdo con ERC si estas elecciones deben consllevar automáticamente una declaración unilateral de independencia. Mas es partidario de un proceso parecido al que planteaban los nacionalistas escoceses. El president no adelantará las elecciones plebiscitarias si no cuenta con el apoyo de ERC (tiene los votos) y la CUP (tiene la movilización en la calle), ya que es mucho más improbable que ICV-EUiA se uniera a ellos.

9. Mas vuelve a apelar a una participación alta en la consulta del 9-N y confía en que todos los partidos proconsulta llamarán a ir a votar. Por lo tanto, el 9 de noviembre se planea desde el Govern como una nueva Via Catalana que, en vez de que los catalanes se manifiesten en la calle, se les llama a ir a votar de forma voluntaria.

La 4ª Vía de Mas entraña grandes incógnitas:

1. La reacción del Gobierno español. Mariano Rajoy se ha apresurado a declarar que era una noticia «excelente» que Mas hubiera desistido de la consulta del 9-N. Pero, el presidente de la Generalitat le ha lanzado el mensaje de que la guerra continúa, que él sigue nadando. Siguiendo con el símil, hay que ver cómo vuelve a reaccionar Rajoy: si envía otra ola a Mas y batalla contra la nueva consulta del 9-N,  obligaría a Mas a meterse de nuevo en el agua y acabar convocando unas elecciones plebiscitarias antes de lo que él desearía, o si opta por hacerle una propuesta real de reforma constitucional, que es lo que está esperando Unió Democràtica de Catalunya.

2. Si Mas va o no de farol. Para llegar realmente a unas elecciones plebiscitarias, Mas debería ponerse de acuerdo (o no) con su socio de coalición (UDC) y con partidos de signo muy diferente, como ERC y CUP. La lista y el programa deben ser conjuntos y la apuesta sería por «la victoria o la derrota», es decir, deberían sacar mayoría absoluta. Pero, ¿si Mas no ha podido mantener el consenso sobre el 9-N, podría realmente dar el paso de las plebiscitarias con partidos tan diferentes como la CUP? ¿O es un farol con la esperanza que el Gobierno español mueva ya ficha y le haga una oferta?

3. ERC vuelve a ser clave en todo este asunto. Ahora mismo, el Gobierno de CiU depende de que Esquerra le continúe dando su apoyo en el Parlament, aunque el PSC ya le mostró a Mas su voluntad de colaborar. Y a Mas le gustaría agotar la legislatura, ya lo ha dicho varias veces. La 4ª Vía que propone no solo supone un nuevo pulso al Estado y, más en concreto, al Gobierno del PP, sino que también lo es para ERC. ¿Se pueden permitir los partidos proconsulta no dar su apoyo a la participación ciudadana alternativa del 9-N que ha propuesto Mas? Según los cálculos del presidente de la Generalitat, no. Pero, ahora, ya no está en juego solo la consulta del 9-N, sino la propia continuidad del Govern de CiU. En ese sentido, la 4ª Vía de Mas tiene otro peligro para él: que en vez de acabar en unas plebiscitarias finalice en unas elecciones anticipadas con cada partido por separado y con CiU engullida por ERC y con un crecimiento de nuevas fuerzas políticas, como Podemos, y un reforzamiento de otras, como Ciutadans. Esta sería otra ola que Mas y CiU deberían evitar, pero, ¿lo logaría?

 

De Lluís Companys a Artur Mas

Estos días se cumplen 80 años de los llamados Fets del Sis d’Octubre (los Hechos del Seis de Octubre), que supusieron la caída del Gobierno de la Generalitat después de que el ‘president’ Lluís Companys proclamara un Estado catalán que apenas duró nueve horas. La verdad es que esta mirada a la historia, observándola a través del espejo de la actualidad, resulta apasionante. El origen del conflicto -la mecha que encendió el último petardo- fue una ley (la Llei de Contractes de Conreu, es decir, la Ley de Contratos de Cultivo). Hoy, buena parte de la oleada soberanista surgió tras el recorte del Estatut y, estos días de octubre, el conflicto Estado-Catalunya se ha abierto por otra ley: la de consultas.

Esta Llei de Contractes de Conreu fue aprobada por el Parlament de Catalunya el 14 abril de 1934, tal como la Cambra catalana ha dado su visto bueno a la ley de consultas populares. Por aquel entonces, el llamado Tribunal de Garantías Constitucionales decidió anular la Llei de Contractes de Conreu (ahora, estamos a la espera de si el actual Tribunal Constitucional anula o no la ley de consultas).

Nos situamos en el 4 de octubre de 1934. Alejandro Lerroux es proclamado nuevo presidente del Gobierno español y nombra a cuatro ministros de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José María Gil-Robles. La consecuencia inmediata fue que se declaró una huelga general en España. Ahora, el antagonista directo del Govern sería Mariano Rajoy y sus ministros del Partido Popular.

El 5 de octubre, la Aliança Obrera de Catalunya se une a la huelga general y la Generalitat da apoyo tácito a estos paros (¿se acuerdan de Oriol Junqueras, líder de ERC, cuando sugirió hace unos meses una posible huelga si no se podía celebrar la consulta?). De hecho, aquel octubre de 1934 Barcelona se paralizó.

Cumbre proconsulta en el Palau de la Generalitat

Artur Mas se reúne con los líderes de los partidos a favor de la consulta en el Palau de la Generalitat. TONI GARRIGA / EFE

Las tensiones entre Madrid y Catalunya se agravaron, hasta el punto que el 6 de octubre, a las 20 horas, en el balcón de la Generalitat, el president Lluís Companys proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. Sus palabras pasaron a la historia: «En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del Parlament, el Govern que presido asume todas las facultades del poder en Catalunya, proclama el Estado Catalán de la República Federal Española«. La última parte es significativa, porque habla del «Estado Catalán de la República Federal Española». Por lo tanto, si hubiera votado en la consulta del 9-N hubiera optado por la respuesta Sí-No, es decir, sí a que Catalunya sea un Estado, pero dentro de la modalidad República Federal Española.

Por aquel entonces, la proclamación de Companys comportó la declaración del estado de guerra (algo que el ministro Margallo ha dejado entrever en alguna de sus declaraciones recientes). El Ejército español debía tomar Barcelona y se produjeron disturbios en las calles.

El 7 de octubre de 1934, a la 06.00 horas, se dio por finiquitado el Estado Catalán. Tanto el Govern de la Generalitat como los responsables de los Mossos d’Esquadra fueron encarcelados en el barco Uruguay. La mayoría fueron condenados a 30 años de prisión. La amnistía llegó en 1936, con la ascensión al Gobierno español de las izquierdas. Y, después, bueno, después la Guerra Civil, Franco…

La opción de la declaración unilateral de independencia no ha sido nunca del agrado de Artur Mas, el equivalente contemporáneo a Lluís Companys. Los Fets del Sis d’Octubre se deben englobar en otra época, pero no deja de ser curioso que, 80 años después y en otro mes de octubre, España esté jugando en un tablero en el que hay en juego leyes aprobadas por el Parlament, autos de un tribunal y la opción o no del independetismo. A nivel español, también gobierna la derecha y, hasta el momento, solo la izquierda (PSOE) se ha mostrado abierta a proponer una posible salida a Catalunya, con la reforma de la Constitución y con el debate de la España federal.

A todo esto, en Catalunya, la unidad de los partidos proconsulta se pone a prueba cada día -la demostración es la reunión maratoniana del 3 de octubre de 2014 (hay que puntualizar el año para no confundirnos con 1934) en el Palau de la Generalitat para establecer un plan de ruta conjunto y sin grietas entre CiU, ERC, ICV-EUiA y la CUP-. Todo se mueve y nada, al mismo tiempo. Y es que ha pasado un año y sigue habiendo un 70% de catalanes a favor de la consulta y un 22% en contra, según la última encuesta del CEO (el equivalente catalán al CIS).

Esquerra aventaja a CiU en 6,7 puntos en intención de voto. Por eso, a Mas le interesaría una candidatura conjunta si, finalmente, tuviera que anticipar las elecciones catalanes y convertirlas en plebiscitarias. Pero, hasta el momento, el president se ha negado a salir al balcón de la Generalitat y, cuando se han producido manifestaciones de apoyo en la Plaça Sant Jaume, siempre ha salido a saludar a pie de calle. Y es que el cartucho de la proclamación del Estado Catalán al estilo Lluís Companys es, al menos en este mes de octubre de 2014, el último de los últimos…

 

 

 

 

Ciudadano Pujol

Si Orson Welles hubiera tenido entre sus manos un guión con la historia de Jordi Pujol, seguramente, la hubiera convertido en otra obra de arte del cine. Su Ciudadano Kane y este nuestro Ciudadano Pujol entrañan un mismo misterio por resolver. Si en uno todo arrancaba con una palabra enigmática (Rosebud); en el otro, todo se basa en determinar de una vez por todas esa frontera que separa -o que no debería separar- al político del ciudadano de a pie. Efectivamente, en su comparecencia en el Parlament, el expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol, «desnudo ante la opinión pública», tal como él mismo ha declarado, ha pronunciado en voz alta su propio Rosebud, como un moribundo Kane que agoniza: «Yo no he sido un político corrupto». Y lo ha argumentado así: «No he recibido nunca dinero a cambio de una decisión político-administrativa».

De todas las intervenciones de los grupos parlamentarios, la única que ha dado en el clavo ha sido la de David Fernández (CUP), quien ha sabido captar el Rosebud de Pujol y le ha replicado: «Sí es un político corrupto porque el fraude fiscal es una forma de corrupción». Y es que Pujol ha acudido al Parlament para intentar desvincular su mala imagen ‘como ciudadano’ de su ‘buena imagen’ (ya perdida) como expresidente de la Generalitat durante más de dos décadas de gobierno. Es por ello que les ha leído la cartilla a los diputados, como el padre que intenta volver a dar lecciones a un hijo ya perdido y que no confía en él. Y es por ello que lo más terrible de su (pseudo)voluntaria crucificción pública es que prefiere ser un mal ciudadano a que le tomen, además, por un mal político. Es decir, aún después de haber confesado que tenía una fortuna oculta en Andorra, ha continuado defendiendo, en cierta manera, que lo del «molt honorable» era (y debería seguir siendo) para siempre.

Ciudadano Kane

Cartel de la película ‘Ciudadano Kane’, de Orson Welles.

Pero, lo más terrible de esta historia, es que Ciudadanos Pujol hay muchos en política, es decir, aquellos que se niegan a aceptar que un político es un ciudadano más y que, por lo tanto, no se puede separar la conducta de Jordi Pujol político de la de Jordi Pujol ciudadano. Este es el Rosebud de la comparecencia del expresidente de la Generalitat, porque, hasta que todos los políticos no se den cuenta de ello, continuará habiendo casos de corrupción en esta esfera tan importante de nuestra sociedad.

De la comparecencia de Pujol en el Parlament ha quedado demostrado que sigue estando en forma, pero, también, que le separa un abismo su discurso del que hoy en día está inculcado -por suerte- en la calle. Yo he crecido escuchándole desde muy pequeño y, en cierta manera, hoy ha vuelto a decepcionar, no ya por lo que no ha dicho, sino por lo que sí que ha dicho. Y es que el Ciudadano Pujol y el Político Pujol no han entendido nada. No lo digo porque no haya dado todos los detalles que le pedían los diputados -ninguno de los presentes se había imaginado ni por un momento que los iba a dar-, sino porque sigue defendiendo que gobernó honestamente, aunque haya sido un mal ciudadano.

Los diputados se han dedicado más a darse palos entre ellos y a reproducir las disputas por el proceso de la consulta del 9-N más que a atacar y dejar al descubierto este Rosebud de Pujol. Y es que, en realidad, todos son políticos. Lo cierto es que ha sido una película con un final previsible y con una ejecución que Welles hubiera mejorado mil veces. Cabe esperar que si la líder del PPC, Alicia Sánchez-Camacho, acude alguna vez al Parlament -como se le pidió- para explicar el caso Método 3, se pueda dar un paso más hacia la simbiosis entre el político-ciudadano/ciudadano-político. El enigma Rosebud aún espera ser resuelto de una vez por todas.

CiU, ERC… y PSC

El último Debate de Política General en el Parlament de Catalunya ha sido importante porque los partidos catalanes han empezado a poner las cartas sobre la mesa sobre lo que puede pasar en las próximas semanas a nivel de posibles alianzas. Por un lado, el PPC sigue con su idea de crear un bloque antisoberanista, al cual invita a Ciutadans y Unió (sobre todo, le interesa la UDC de Duran i Lleida). Por otro lado, se ha reforzado el bloque pro-consulta (CiU, ERC, ICV-EUiA, CUP), con la aprobación de otra resolución a favor del 9-N. Pero, ¿qué tipo de alianzas se configuran de cara a lo que pueda pasar cuando el Tribunal Constitucional, como todo parece indicar, declare inconstitucional la consulta del 9 de noviembre?

En este punto, hemos visto dos movimientos:

CiU-ERC: Oriol Junqueras se ha ofrecido públicamente a entrar en el Govern, pero solo para «blindar» la consulta del 9-N. La respuesta de Artur Mas no ha sido: «claro que sí, mañana mismo os doy tres consellerías y la vicepresidencia del Govern». No, más bien le ha dicho a Junqueras que tienen que negociar, porque, de hecho, la consulta ya está «blindada» bajo la legalidad del Parlament, tanto con mociones como con la ley de consultas. Cuando Mas hizo su oferta a ERC para que entrara en el Govern, recibía palos de todas partes por los recortes -en Catalunya- y por el proceso soberanista -desde Madrid- por lo que tener a Esquerra en el Govern le daba más fuerza. Hoy en día, tener a ERC en el Govern tampoco parece tan importante, sobre todo, si el propio Mas lanza la posibilidad de unas elecciones anticipadas (a no ser que una alianza de gobierno se prolongara en una alianza electoral). Pero, ERC, tiene la línea trazada en el 9-N. Por su parte, Mas solo se comprometió a convocar la consulta y eso lo cumplirá, por lo que, aunque el TC la invalide, él se sentirá liberado de su «mandato» parlamentario y de las movilizaciones de la Via Catalana.

Mas y Junqueras se saludan en el Parlament

Artur Mas y Oriol Junqueras se saludan en el Parlament. TONI GARRIGA / EFE

(CDC-ERC: Hay que abrir un paréntesis para ver si la «negociación» a la que hizo referencia Mas, más bien se refiriera a configurar una entente para que CDC y ERC confeccionaran unas listas conjuntas para unas supuestas elecciones anticipadas en las que llevarían la independencia claramente en su programa. Si esta alianza ganara los comicios por amplia mayoría absoluta, tendrían la misma fuerza que los escoceses para reclamar un referendo. Lo que pasa es que esto significaría muy posiblemente romper los lazos entre CDC y UDC, así como deshacer esa «unidad» de acción a la que se ha venido apelando con el resto de partidos pro-consulta -ICV-EUiA y la CUP-).

CiU-PSC: Miquel Iceta, el nuevo líder de los socialistas catalanes, ha ofrecido abiertamente a Mas el apoyo del PSC para ayudarle a agotar la legislatura hasta 2016. Y es que Mas ha admitido que él, por preferir, prefiere seguir gobernando hasta entonces. Iceta lo ha justificado diciendo que, a cambio, deberían firmar lo que él llama «un contrato social». Vuelve a tomar forma la sociovergencia. Los socialistas, a diferencia del PP, sí que apuestan por una reforma federal de la Constitución y tener más visibilidad ‘social’ en Catalunya les ayudaría de cara a las elecciones generales de otoño de 2015, para las que el Partido Popular parece querer jugar a luchar contra Podemos y ningunear al PSOE. En los últimos días, se ha producido otro movimiento interesante: Jaume Collboni, líder del PSC en Barcelona, le ha ofrecido a Xavier Trias (CiU) negociar un acuerdo para que el alcalde convergente no tenga que prorrogar los presupuestos de 2014 y pueda aprobar las cuentas de 2015 con el apoyo de los socialistas. Es decir, en pocos días de diferencia, el PSC le ha ofrecido dos pactos a CiU: uno, en el Parlament; el otro, en el Ayuntamiento de Barcelona.

Por suerte, esta película tiene fecha de estreno: el 9 de noviembre. Lo que pase ese día acabará por configurar este juego de alianzas.

Cataluña: entre la política y la legalidad

La Diada de 2014 ha convertido definitivamente Cataluña en una cuestión de Estado, que afecta a dos de los pilares básicos de cualquier democracia moderna: el ejercicio de la política para canalizar la vida colectiva y la aplicación de la legalidad para garantizar el buen funcionamiento de la sociedad. Mas defiende que «es un error resolver a través de la arquitectura legal un problema genuinamente político» y Rajoy se escuda en la Constitución para oponerse a la consulta, puesto que no reconoce como legal la ley que aprobará el Parlament catalán el día 19 –con el apoyo añadido del PSC– y que Mas utilizará para llamar a votar el 9 de noviembre bajo la legalidad catalana.

El origen de este conflicto, aunque se esté celebrando el Tricentenario de la caída de Barcelona a manos de las tropas borbónicas en 1714, es la sentencia del Constitucional que recortó el Estatut de autonomía catalán aprobado por el Parlament y los catalanes. Esto dio pie a las movilizaciones multitudinarias a favor del derecho a decidir, consecuencia también del hecho de que Mas y Rajoy no solucionaron a nivel político en su momento el problema con la fallida negociación del pacto fiscal. Y, seguramente, ahora tampoco lo harán, a pesar de que el referéndum de Escocia marque un precedente dentro de la Unión Europea.

El president Artur Mas

El presidente de la Generalitat, Artur Mas. ALBERTO ESTÉVEZ / EFE

Cuando Mas y Rajoy se reunieron para hablar del pacto fiscal, CiU no llevaba en su programa político la independencia. En aquel momento, la política volvió a fallar, y la ciudadanía, desengañada y en plena crisis económica, decidió salir a la calle para reclamar el derecho a decidir de los catalanes.

Ahora, como un pez que se muerde la cola, lo que empezó en el Constitucional volverá al Constitucional, con lo cual los políticos volverán a convertir este tribunal en una herramienta política. Esto, a pesar de que el Constitucional ya dejó entrever que la «cuestión catalana» era conveniente que se resolviera sin recurrir a los jueces. Y es que, después de tres años de movilizaciones, ha quedado patente que una sentencia del TC no es una solución e, incluso, puede generar un problema aún más grande.

La Diada de este año en Cataluña demuestra que el soberanismo no pierde fuerza y que tiene una gran capacidad de movilización, pero, también, queda claro que los que se oponen a la consulta y a la independencia están también más organizados, aunque sean más minoritarios. Es así como el famoso «choque de trenes» corre el peligro de trasladarse a la sociedad, posiblemente, porque están fracasando tanto la política como la legalidad.

La elección del alcalde en segunda vuelta

De buena mañana, entre vasitos de zumo de naranja y croissants, el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, ha dado su opinión sobre la propuesta del PP para cambiar el sistema de elección de los alcaldes. A parte de considerar que introducir cambios cuando faltan pocos meses para las municipales de mayo de 2015 hace tufillo a traje a medida, él ha apostado por proclamar alcalde a aquel candidato que gane la votación en segunda vuelta. Además, con ello debería asegurarse gobernar cuatro años con mayoría.

Trias ha lanzado esta reflexión en el Fòrum Europa Tribuna Catalunya, rodeado de empresarios, políticos y periodistas. Está claro que, a la vista de las últimas encuestas y de cómo se ha desarrollado esta legislatura en Barcelona, para CiU sería una buena solución lo de la segunda vuelta. De hecho, seguramente, Trias se jugaría el ser o no ser alcalde con el candidato de ERC, Alfred Bosch, con menos experiencia municipalista. El último Barómetro semestral municipal daba un empate entre Trias y Bosch en intención de voto y CiU y ERC serían los dos partidos más votados. Si se la juegan entre ellos dos a la última carta, es más que posible que el actual alcalde pudiera reeditar su cargo.

El alcalde de Barcelona, Xavier Trias

El alcalde de Barcelona, Xavier Trias, durante su conferencia en el Fòrum Europa Tribuna Catalunya. NÚRIA JULIÀ / ACN

Para el líder de CiU en la capital catalana hay dos cosas que parecen estar muy claras: no quiere volver a gobernar en minoría (de ahí que quiera que el vencedor de una segunda vuelta se asegure la mayoría) y quiere un «gobierno fuerte». Todo eso lo conseguiría con el sistema de elección que propone, especialmente indicado, según él, para «un ayuntamiento muy atomizado». El caso es que así conseguiría reducir el peligro que supone la emergencia en Barcelona de partidos hasta ahora inexistentes en el Ayuntamiento, como Ciutadans, Podemos o Guanyem.

Tanto con el sistema de elección directa que propone el PP como con el de segunda vuelta, la cultura de pactos que ha imperado durante muchos años en el Consistorio barcelonés -con el llamado tripartito de izquierdas- se iría definitivamente al garete. Y, eso, justo cuando la aritmética de los resultados haría más necesario que nunca que los partidos se pusieran de acuerdo. Todo apunta a que habrá más formaciones políticas que nunca con opciones de conseguir algún regidor en las próximas elecciones. Si no hay cambios en el sistema de elección del alcalde, dos partidos clásicos, como PSC e ICV, deberían realizar una ofensiva pactista con otras fuerzas de izquierda para poder aspirar a volver a gobernar la ciudad. Hay opciones, muchas, más que nunca, pero hay tantas que es una incógnita que lo consiguieran.

A parte de eso, habría que esperar a ver cómo acaba la entente entre CiU y ERC en el Parlament de Catalunya para calibrar cómo podría afectar a nivel de Barcelona a la hora de hacer quinielas sobre posibles pactos. ¿Hacia dónde se decantaría Esquerra? ¿Hacia CDC o hacia sus antiguos socios de tripartito?… Sea como sea, surge la duda de si un sistema de elección del alcalde directo o en segunda vuelta, dinamitaría la tradicional cultura política pactista de Barcelona y, si precisamente, este nuevo sistema no haría más que poner otra vez de manifiesto que los partidos son, mayoritariamente, incapaces de ponerse de acuerdo para llegar a pactos que beneficien a la colectividad.

Mobbing turístico en Barcelona

Una vez más, cuanto más cerca están las elecciones municipales, más se acentúa la importancia del distrito 1 de Barcelona: Ciutat Vella. Todos los comicios tienen sus claves y, en el caso de la capital catalana, los barrios del centro de la ciudad marcan el pulso político. Este verano lo hemos visto con la Barceloneta, donde el llamado turismo de borrachera y los pisos turísticos ilegales han ocupado las primeras páginas… Otra vez. También se está poniendo en peligro la convivencia en el sur del Raval, donde las mafias de la prostitución han descubierto que, si revientan las puertas de las fincas de los vecinos, las prostitutas pueden ofrecer sus servicios sexuales exprés a los turistas sin que la Guardia Urbana les moleste. El conflicto de los apartamentos ilegales viene de lejos, al igual que el turismo de borrachera (local y foráneo) del Raval, y son asignaturas pendientes de resolver por esta Barcelona donde se está extendiendo el fenómeno del mobbing turístico: la ciudad es incapaz de absorver el gran crecimiento de turistas que está experimentando año tras año y eso se traduce en un acoso a la vida de los barceloneses e, incluso, en la expulsión de los vecinos de sus casas víctimas de la especulación turística.

El origen del problema cabe encontrarlo en el boom inmobiliario, por lo que podríamos decir que es uno de los últimos coletazos de aquel pelotazo que tanto daño hizo a Barcelona y a sus barrios más populares. Lejos de desaparecer, durante la crisis se ha incrementado el fenómeno: primero, porque es la salida que han encontrado los especuladores para sus pisos acumulados durante los años de bonanza y que, con la crisis, no pudieron vender; y, segundo, porque hay barceloneses de a pie que han visto en el alquiler de habitaciones y de sus pisos a los turistas una fuente de ingresos extra y suculenta («en agosto me largo de la ciudad y alquilo el piso a los guiris y me saco una pasta», piensan). Si todo eso lo metemos en la misma coctelera y lo removemos, el combinado acaba siendo muy amargo (y nada refrescante) para los vecinos que sufren las consecuencias de este turismo llamado de low cost. Todo ello, alentado por los llamados Pla d’Usos municipales, que, mandato tras mandato, han dado alas a la proliferación de una ofera turística y de ocio nocturno que ha atraído a ese turismo de borrachera.

Pero, hay que mirar atrás para entender el problema presente. Primero, los JJOO de 1992, bajo mandato de Pasqual Maragall, proyectaron una imagen de Barcelona muy mediterráneamente festiva. Pero, el «amigos para siempre» se le ha ido de las manos a esta ciudad. Y no tardó mucho, ya que el boom de la barra libre del incivismo asociado al turismo se produjo bajo el mandato de Joan Clos, sucesor de Maragall. La imagen del alcalde saltando y bailando samba en el Passeig de Gràcia junto a Carlinhos Brown en pleno Fòrum de les Cultures de 2004 fue muy elocuente. Pero, Clos (o su equipo) se dieron cuenta de que habían creado un monstruo cuando ya era demasiado tarde.  Eran tiempos en los que la burbuja inmobiliaria estaba en pleno apogeo y en los que los ancianos y ancianas del Raval y el Gòtic eran víctimas del más terrible de los mobbings inmobiliarios. ¿Dónde han ido a parar muchos de esos pisos en los que vivían barceloneses de toda la vida y que fueron despojados de unas casas que luego, con la crisis, no se vendieron? Que se lo pregunten a los vecinos de la Barceloneta…

Protesta de vecinos de la Barceloneta

Vecinos de la Barceloneta protestan contra el turismo de borrachera y los pisos turísticos ilegales. BEGOÑA FUENTES / ACN

Con Clos, la situación llegó a ser tan insoportable que, tras la presión vecinal, el ayuntamiento tuvo que inventar figuras como la del barcelonés «voluntario del civismo». El alcalde pasó de bailar con Carlinhos Brown a hacerse fotos quitando carteles de las paredes del Raval. Pero, el cáncer del incivismo ya se había enquistado y la operación de los voluntarios duró dos días mal contados y fracasó. Aún así, los socialistas continuaron gobernando, con apoyos de ERC y de ICV. En el PPC, su líder, Alberto Fernández Díaz, hizo famoso aquello de que «Barcelona es jauja», y desde CiU, Xavier Trias (hoy alcalde), también criticaba la espiral incívica. Entonces es cuando llegó la Ordenanza de Civismo, que pretendía erradicar ese incivismo en Barcelona. Se establecierom multas por orinar en la calle y hasta se prohibió ir con el pecho descubierto en plan guiri por la calle para evitar la imagen de los turistas en chancletas y bañador paseando por la Rambla.

Pero, la ordenanza también ha fracasado, porque, en realidad, nunca ha habido una voluntad política real de erradicar esa economía de turismo low cost y de borrachera porque mueve muchísimo dinero en Barcelona y, especialmente, en los barrios de Ciutat Vella, como la Barceloneta, el Raval y el Gòtic. Tanto es así que otro alcalde, Jordi Hereu, sucesor de Clos, recibió una bofetada un día que paseaba por el Raval de una vecina cabreada. Era marzo de 2010 y la mujer le dijo: «Dales un toque a la Guardia Urbana, no te digo que trabajen mal, pero muchas veces llamas a la Guardia Urbana cuando hay problemas y no vienen». Esta misma frase se la hemos podido oir a los vecinos de la Barceloneta que este verano se han manifestado contra los apartamentos turísticos ilegales y a los vecinos del Raval que sufren el turismo de borrachera.

La Ordenanza de Civismo se ha retocado cada vez que los vecinos han salido a la calle a protestar, pero el cáncer, como decíamos, está enquistado. Se erradicaron los liampiaparabrisas de los semáforos y los gorrillas aparcacoches y, en cierta manera, lo que se vino a llamar mendicidad organizada, pero no el turismo de borrachera, porque forma parte de un buen pedazo de pastel de la economía más lucrativa de Barcelona, de la misma forma que los lateros -vendedores ilegales ambulantes de bebidas alcohólicas- que lo alimentan.

Ahora, Trias es el alcalde que se enfrenta a este cáncer y que, pese a ser él médico de profesión, tampoco ha sabido extirpar. El distrito 1 barcelonés es seguramente el más difícil de gobernar, sobre todo, porque es el escaparate de Barcelona. Lo hemos visto con Maragall, con Clos, con Hereu y, ahora, con Trias, que tendrá que ir con cuidado de aquí a las próximas elecciones. Después del conflicto de Can Vies, ahora le ha estallado Ciutat Vella, donde siempre se juega la gran batalla electoral de Barcelona, que ha pasado del más crudo mobbing inmobiliario a padecer las consecuencias del mobbing turístico.