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“Observa la verdad y no la traspases. No calumnies a ninguna gente grande o pequeña”, Ptahhotep

Archivo de enero, 2015

Política de alianzas en Barcelona

Como era de esperar, las elecciones municipales de Barcelona ya se están convirtiendo en un ensayo de los comicios catalanes de finales de septiembre. Las alianzas tendrán mucho que ver y que contar en el resultado final en ambos casos. De momento, Mas-Junqueras (CiU-ERC) ya han sellado el pacto que ha permitido fijar la votación en el 27 de septiembre. Pero, la atención está ahora en la capital catalana.

Ada Colau se erige en la líder de la entente Guanyem-ICV-EUiA-Podem-Procés Constituent y, con ello, se produce un movimiento de cromos en la política municipal barcelonesa. Ricard Gomà, principal valedor de esta alianza en Iniciativa, ha sido, al mismo tiempo, su víctima. Gomà, que es el único jefe de filas municipal que puede decir que en este mandato no ha pactado nunca con el alcalde Xavier Trias (CiU), tiene que renunciar a repetir en la candidatura, precisamente, para facilitar esta alianza de partidos de izquierda.

Ricard Gomà

Ricard Gomà, líder de ICV-EUiA en Barcelona. SERGI SABATÉ / ACN

Gomà ha sido víctima de la política pasada de su partido, de pasos que Iniciativa hizo y que, quizás ahora, con la perspectiva del tiempo, igual no hubiera dado. Gomà fue miembro del gobierno tripartito de PSC-ICV-ERC en el Ayuntamiento de Barcelona. Y eso quiere decir que se le vincula con decisiones que se tomaron en aquel momento. Hay que situarse en el contexto histórico, con ICV gobernando también en la Generalitat con otro gobierno tripartito. Fue entonces cuando se aventuró a llevar las riendas de carteras como la conselleria de Interior, lo que le abrió la puerta de los truenos ante la dificultad de justificar ante sus votantes que eran los ‘jefes’ de los Mossos d’Esquadra. Pero, este es solo un ejemplo y, en Barcelona, se reprodujeron otros, como cuando se anunció la candidatura a los Juegos Olímpicos de invierno. Para los votantes más ecologistas, esta no fue una buena jugada.

Jordi Portabella, líder de ERC

Jordi Portabella, líder de ERC en Barcelona. BEGOÑA FUENTES / ACN

Otro movimiento que se ha producido es el cambio de candidato en ERC. Su líder en Barcelona, Jordi Portabella, cuenta con un historial aún más largo en el Ayuntamiento. Quizás fue él quien inauguró la política más reciente de alianzas soberanistas, cuando decidió presentarse a las últimas elecciones municipales en coalición con el partido del expresidente del Barça, Joan Laporta. Y, quizás, visto con la perspectiva del tiempo, esta maniobra fue la que acabó salvando a Esquerra Republicana de continuar teniendo representación en el consistorio barcelonés y, ahora, poder aspirar a más. Pues bien, Portabella tampoco repite como candidato, ya que su partido ha preferido poner al frente a Alfred Bosch, diputado en Madrid.

Es así como dos políticos que han fomentado las ententes que ahora están dando sus frutos (Ricard Gomà y Jordi Portabella) han acabado pagando por ello. Es cierto que ambos sufrieron en su momento el desgaste de haber gobernado y que sus partidos sufrieron un revés importante en las últimas municipales, pero, en cierta manera, han sido pioneros de lo que ahora se está gestando en la política catalana: alianzas de izquierdas renovadas y alianzas soberanistas.

El pacto Mas-Junqueras favorece al alcalde Trias

El renovado pacto Mas-Junqueras o CiU-ERC favorecerá a corto plazo las aspiraciones de Xavier Trias de mantenerse en el cargo de alcalde de Barcelona, al menos, cuatro años más. El líder de Convergència i Unió en la capital catalana no para de repetir que su proyecto de ciudad no es solo para cuatro años, sino para ocho o doce, pero no podía dejar de mirar de reojo el posible avance de una coalición de izquierdas con Guanyem y Ada Colau al frente.

Con el acuerdo Mas-Junqueras, que se quiere hacer extensivo a las elecciones municipales de mayo, Trias se asegura la carta de poder gobernar en coalición con ERC si fuera necesario para sumar mayoría y no tener que depender -como le ha pasado estos últimos cuatro años- de pactar una cosa con un grupo de la oposición y otra cosa, con otro. Más allá de que Trias lo haya podido hacer mejor o peor estos cuatro años (cada barcelonés sacará su propia conclusión), lo que ha quedado absolutamente claro en esta legislatura es que no hay en Barcelona una oposición lo suficientemente fuerte como para disputarle al alcalde su cargo. Se vio claramente cuando Trias se sometió a una moción de confianza para aprobar los presupuestos y la superó sin muchos problemas. Ahora bien, de cara a las municipales de mayo quedaba en el aire el gusanillo de la incógnita de hasta dónde podría llegar el frente Guanyem-Podem-Procés Constituent-ICV-EUiA, sobre todo, si al final se les sumara la CUP en algún tipo de pacto postelectoral. Con la entente CiU-ERC esta duda parece disiparse, a no ser que Guanyem y el resto de grupos de izquierda consiguieran capitalizar tantos votos como para ser alternativa de gobierno.

Artur Mas y Xavier Trias

El alcalde de Barcelona, Xavier Trias, y el president Artur Mas, camino de la Misa de la Mercè.  SERGI SABATÉ / ACN

Con los datos orientativos del último Barómetro Municipal parece difícil pensar que el frente de izquierdas pudiera ser alternativa de gobierno (Guanyem, Podem, ICV-EUiA), ya que sumaban 8,3% en intención de voto (9,7% con la CUP), pero también es cierto que, por entonces (julio de 2014), no se preguntó abiertamente en la encuesta por la opción Guanyem y tampoco este partido estaba ya tan organizado y encaminado como ahora. En aquel sondeo, CiU y ERC empataban al frente en intención de voto (11% cada uno), por lo que es lógico pensar que, aún doblando su intención de voto el frente de izquierdas en las elecciones de mayo, es difícil que pueda desbancar a Trias del gobierno municipal. Tendría que pasar algo muy gordo y entrar en juego otras variables como para que el pacto Mas-Junqueras no se traduzca en la reelección del alcalde de Barcelona: el PPC solo tenía un 1,2% de intención de voto y siempre tiene muchos votantes ocultos y Ciutadans también puede jugar su papel, pero, al mismo tiempo, disputarle el voto no nacionalista al Partido Popular, con lo que se pueden canibalizar los dos.

Otro aspecto que parece favorecer a Trias es que ERC ha escogido una candidatura para las elecciones municipales de Barcelona que parece más pensada para pactar que para gobernar. Esquerra ha decidido apartar a Jordi Portabella, actual líder republicano en el Ajuntament y con una larga trayectoria municipal, y poner como candidato a Alfred Bosch, que se ha pasado los últimos cuatro años en Madrid. De hecho, ya tarda en aterrizar más a menudo en Barcelona. Si nos fijamos en sus últimas intervenciones ante los medios, normalmente habla del proceso soberanista y no de lo que pasa en Barcelona. Es más, en televisión siempre lo presentan como diputado de ERC en el Congreso y no como candidato a la alcaldía de Barcelona. Para que los barceloneses te voten deben entender que conoces bien la ciudad y el Puente Aéreo no ayuda mucho a ello. Por eso, se antoja que Bosch -si no se pone las pilas- es más bien una posible muleta para que Trias siga gobernando en vez de una alternativa real al actual alcalde.

Bosch asegura que no quiere trasladar el pacto Mas-Junqueras a Barcelona, pero… ¿realmente depende de él eso? Afirma que, en la capital catalana, ERC se presentará «como alternativa de gobierno de Xavier Trias, representando otro modelo de ciudad». Incluso deja la puerta abierta a pactar con Guanyem, ICV-EUiA y la CUP. Este argumento, aunque fuera verdad y no una mera estrategia electoral, ¿realmente es coherente? ¿Cómo se puede entender una alianza CiU-ERC si a las primeras de cambio no se pone en práctica en Barcelona? ¿No ha sido ERC quien ha estado insistiendo toda esta legislatura para que el Ajuntament elabore libros blancos y demás iniciativas para presentar a Barcelona como la capital de una Catalunya independiente y ha estado colaborando con Trias en todo esto? ¿Realmente, Bosch se cree que Mas dejará caer Barcelona antes de las catalanas en un hipotético escenario -algo improbable- que consiga sacar más votos que CiU en las municipales? Es más, a partir de ahora, Barcelona se erige en la primera gran prueba de fuego del pacto Mas-Junqueras. Por otro lado, ¿cómo se explicaría que Guanyem o ICV-EUiA o la CUP pactaran con ERC en el Ajuntament, cuando Esquerra ha dado su apoyo al Govern de CiU durante estos útlimos años en el Parlament?

A todo esto, el que parece que puede salir más perjudicado es el PSC (el último Barómetro Municipal le daba 2,6% de intención de voto, cuando en las elecciones de 2011 llegó al 11,5%). El candidato socialista, Jaume Collboni, ha conseguido algo de impacto con el acuerdo para rebajar el precio de la tarjeta T-10 de transporte público, pero la campaña se le presenta complicada. No solo tiene que luchar contra Trias, sino que Guanyem y Podem le apretarán, porque ven al PSC como un partido de izquierdas de la «casta», como diría Pablo Iglesias. Y, al menos, ICV-EUiA puede decir que ha sido el único partido que no ha pactado nada con el gobierno municipal de CiU durante esta legislatura.

Por lo tanto, es así como el pacto Mas-Junqueras favorece al alcalde Xavier Trias y presenta la batalla de Barcelona del próximo mes de mayo como una pugna entre Trias y Colau, ya que el bloque de izquierdas de Guanyem parece erigirse ahora mismo como el único que puede movilizar suficientes votos gracias a la suma de sus alianzas y recogiendo los votos de los barceloneses más descontentos con Trias, por ejemplo, en Nou Barris. Es decir, el alcalde podría al menos invitar a una cerveza a Mas y Junqueras, ya que el president ya le ha dejado hecha media campaña electoral.

El LSD: clave del proceso soberanista

Las tres claves del proceso político catalán son ahora mismo las Listas, las Siglas y la Delegación del voto. Este LSD -no confundir con la droga psicodélica del mismo nombre- está marcando la agenda política desde hace al menos tres años, pero sobre todo los últimos meses, a raíz del 9-N y todo lo que se ha derivado desde entonces, incluso a nivel judicial. Vamos a analizar los tres elementos: la L, la S y la D:

1. Listas. La batalla dialéctica en público, ya sea micrófono en mano o a través de las redes sociales, que están protagonizando CiU y ERC, Artur Mas y Oriol Junqueras, estos días mientras negocian las condiciones de un posible adelanto electoral en Catalunya, tiene como tema central las listas: una única lista soberanista (opción Mas) o varias listas por separado según el ideario de cada partido (opción Junqueras). Gobernar desgasta, sobre todo, si has aplicado recortes (por los motivos que sean), por lo que Mas sabe que detrás de una lista unitaria, CiU tiene más opciones (a pesar de que CDC asegure que tiene una encuesta que, por separado, les da más votos a ellos que a Esquerra). Por su parte, Junqueras sabe que si acude a unas elecciones con Mas sería una imagen parecida a la de David Fernández (CUP) abrazándose al president al final de la jornada del 9-N. Una parte del electorado de izquierdas podría no entender esta unión CiU-ERC y podría irse parte del voto a la CUP o incluso a otras candidaturas. Pero, en medio de todo, el pez sigue mordiéndose su propia cola, ya que solo haciendo lo que parece imposible se puede hacer posible el avance del proceso soberanista catalán. Es decir, si el 9-N fue un éxito de convocatoria es, entre otras cosas, por el abrazo Fernández-Mas. Pero, claro, cuando los partidos están ante unas elecciones con trascendencia legal, ya es más difícil que las diferentes formaciones políticas se unan.

La Via Catalana de 2013.

Participantes en la Via Catalana de 2013 que reivindicó la independencia. ACN

2. Siglas. Como el nombre de un equipo de fútbol, las siglas de un partido son su identidad. CiU, inmersa en un proceso interno de reequilibrio de la coalición -cabe recordar el paso atrás que ha tenido que dar Josep Antoni Duran i Lleida- está, al menos ahora, dispuesta a jugar la carta de una candidatura conjunta con otro partido y con presencia de la sociedad civil. ERC, en cambio, no tiene tanto desgaste de marca. Otros, como la CUP, también están dispuestos a formar parte de una candidatura multipartido -sin CiU, eso sí- dentro de Crida Constituent.

3. Delegación del voto. En cierta manera, tal como parece que se quieren plantear unos comicios catalanes de carácter plebiscitario, sería como un acto de Delegación de voto ciudadanía-políticos / políticos-ciudadanía. Es decir, desde la primera gran movilización por el llamado «derecho a decidir» de los catalanes, todos los partidos han jugado la carta de acercarse a las plataformas ciudadanas que están a favor o en contra del proceso soberanista. Hay que preguntarse si, de la misma manera que la crisis ha hecho cuajar nuevos partidos políticos de raíz ciudadana, como Guanyem o Podemos, este fenómeno se ha dado o no a nivel soberanista. La ANC, por ejemplo, no se ha transformado netamente en un nuevo partido político, sino que apela a una entente de los partidos soberanistas ya constituidos. Mas intenta reunir una candidatura con este acento ciudadano (entre otras cosas, por los motivos expuestos anteriormente por la situación interna de CiU y por el desgaste de gobernar), pero aún no se ha conseguido trasladar del todo el espíritu de la Via Catalana a nivel de los partidos catalanes. Cada uno hace la guerra por su cuenta, sobre todo, con la perspectiva de las elecciones. Y, si nos fijamos en el ideario de las nuevas formaciones de origen ciudadano y que apoyarían el proceso soberanista, veremos que, en sus manifiestos fundacionales, priman sobre todo la lucha social. Es el caso del Procés Constituent de la monja Teresa Forcades y del economista Arcadi Oliveres, que apuesta por un sistema económico ético, un trabajo justo y digno, una democracia participativa, una vivienda digna, el derecho al propio cuerpo, un mundo más sostenible o la cultura de la paz. Quizás la CUP, con su carácter asambleario y su apuesta decidida por la independencia, es la que más se ajustaría a una posible fusión de la ciudadanía participativa con el soberanismo. Pero, si bien el papel de la CUP fue clave para el éxito del 9-N, ante la perspectiva ahora de unas elecciones no parece que quiera volver a tener ese papel aglutinador y mediar entre CiU y ERC.