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¿Con amor o sin amor? Claramente hablamos de follar

Querid@s,

¿Follar con amor o sin amor?

Yo me decanto sin dudarlo un instante por la casilla de sexo con amor.

Charlemos hoy, para variar, sobre el asunto del fornicio y la jodienda, de fornicar, practicar el coito, copular, trincar, arrimar cebolleta ( he aquí mi preferida entre todas las opciones posibles), echar un polvo, un quiqui, un casquete, tener sexo, chingar, cohabitar, bombear, echar un polvo o hacer el amor. O las expresiones seguramente menos familiares como checar medidas, darle de comer al chango, subir al guayabo, humedecer el pizarrín, ponerle collar a la pescuezona, dar caldo, desflemar el cuaresmeño, pegarle al peluche, apuñalar el oso desde adentro. Si bien unas veces se me antojan escasos los polvos echados, otras pienso que el asunto se me ha ido un poquito de las manos, ya que no logro aproximarme, sin pasarme, a la cifra justa de parejas y apaños sexuales que he tenido hasta el día de hoy.

Follar es algo maravilloso, un dulce manjar y qué diantres, un derecho que tenemos todos. Siempre que se nos permita, convendrán. Qué duda cabe que es una de las cosas más exquisitas que le puede ocurrir a uno en esta vida tan mundana. Pero cuando se practica sexo con esa persona a la que se ama, eso ya son palabras mayores.

Follar con amor…

Follar con amor es de lo mejorcito que hay. Con amor uno siente que lo tiene todo, que está donde quiere estar y con quien quiere estar. Para algunos (desconozco si muchos o pocos, creo que los porcentajes se reparten a partes casi iguales), el sexo y el amor poco o nada tienen que ver el uno con el otro. Pero eso no significa que la combinación de ambos en un único acto sea el éxtasis más bendito que se puede probar en carnes propias. Cuando hay amor de por medio, ese sexo le toca a uno el alma, además de todo lo demás.

En mi caso han sido infinitamente más las veces que lo he hecho sin amor que con amor. ¿Ustedes? No nos autoengañemos, en esas noches en las que uno liga, esa noche hay poco amor entre las sábanas mojadas. Tampoco hay amor cuando uno echa una canita al aire con el follamigo o amigovio de turno. Incluso, en esas relaciones de pareja en las que al final se les rompe el amor de tanto usarlo, tampoco se folla con amor.

Porque cuando uno folla con esa persona sin la que no puede vivir y mientras está metido en faena siente que esos besos, los de siempre, son el mejor bálsamo que se puede probar, que el aroma de su piel, el de siempre, le sigue trasladando a un mundo mejor, que sigue adorando perderse en cada recoveco de su cuerpo, que el sabor de su boca, el de siempre también, le sigue pareciendo el más dulce y que ese cuerpo, cada vez más uva pasa, sigue estremeciéndole a pesar del pasar de muchos cumpleaños, ay querid@s, estos son nuevamente palabras mayores.

Permítanme que les diga que aunque eso del sexo sin amor no le llega ni a la suela de los zapatos a follar con amor, no seré yo la que se queje de esos polvos sin pizquita de amor que me regala la vida y me caen de sopetón, o que otras veces me he ganado a pulso. Cada sesión de sexo sin amor es una bocanada de aire fresco que siempre me ponen el corazón contento y mis partes alegres como castañuelas, y me suben la moral hasta el infinito y más allá. Eso sí, cuando he tenido la maravillosa suerte de follar con amor de veras, toda yo me escapo a otra dimensión y veo las estrellas, el cielo y toda la puñetera galaxia. Existe el mismo placer venéreo, las chiquicientas hormonas que se liberan durante el sexo y esa descarga repentina de la tensión sexual acumulada que acompaña al clímax final. Pero hay algo más. Y ese algo más es simplemente amor. Es lo que ocurre cuando uno se va a la cama con los grandes amores, los primeros amores o los amores de su vida. Que vuela.

En esos momentos de suprema e inefable felicidad (l@s que follan con amor me comprenderán), no puedo contenerme, me da por ponerme melodramática y por llorar. De pura felicidad, de plenitud, de no poder estár más en la gloria; estoy donde quiero estar con quien quiero estar. La última vez que follé con amor fue hace unos años. Demasiados, sin duda. Pero una no elige enamorarse o no hacerlo. A pesar de las inmundicias, las desgracias y las miserias de este condenado planeta, a pesar de los millones de amantes que en esos momentos yacerían revueltos entre sabanas húmedas como nosotros, pero sin duda no como nosotros, esa noche quise detener el tiempo para siempre. Fue algo escandalosamente estremecedor y de lo más extraño. Tan extraño que no se ha vuelto a repetir.

¿Y ustedes, cómo lo hacen? ¿Con o sin amor?

Que follen mucho y mejor.