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Nada nuevo en ‘The Witcher’, otra serie de ficción cuyo gancho son las tetas

Antes de terminar el año quise engancharme a una última serie, la que marcaría el final de 2019. La elegida no fue otra que ‘The Witcher’. Sin saber qué iba a encontrar, me sumí en ese mundo mágico de criaturas de cuento, tramas de poder y mucha magia. Pero si algo se repetía capítulo a capítulo eran las tetas.

@witchernetflix

Su (ambicioso) objetivo era darnos a los huérfanos de ‘Juego de Tronos’ una serie que llenara el vacío. Analizando el aspecto sexual de la ficción, ¿podemos afirmar que ha sido misión cumplida?

Fue en 2011 cuando salió el primer capítulo de ‘Juego de Tronos’. Desde entonces, Hollywood ha vivido el escándalo de Harvey Weinstein, un sinfín de actrices denunciando abusos sexuales o protestando por mostrar su cuerpo (la propia Emilia Clarke llegó a cansarse de que recordáramos más a Daenerys sin ropa) que dio comienzo a los movimientos #TimesUp y #MeToo. Una marea feminista que llegó a todos los países del mundo.

En 8 años, la ficción que quiere ser su relevo -o al menos así nos la venden en redes sociales, conversaciones de amigos y hasta en la prensa-, no ha aprendido una sola de las lecciones de las que pecó la serie de HBO pese a que luego intentó reconducir los desnudos en pantalla.

Las mujeres lo hemos dicho en Twitter, en la calle a grito pelado delante del Congreso de los Diputados, en la comida familiar con el pariente machista de turno. Estamos hartas de ser consideradas un trozo de carne.

De eso, ‘The Witcher’ sabe un rato. En vez de marcar un antes y un después, la serie ha preferido convertir los 8 años de protestas, de malestar, de reivindicación, de avance, en un gigantesco paso atrás.

Tenemos muchas protagonistas femeninas, fuertes y valientes con personalidades de las que sentirnos orgullosamente identificadas, pero siempre con tetas fuera. Muchas tetas.

Si en los episodios hubiera la misma cantidad de hombres desnudos, no diría una sola palabra, pero una vez más, parece que solo la visión de la carne femenina es la que consigue funcionar como gancho para mantener a un espectador (masculino, por supuesto) interesado.

¿Por que si la trama no es lo bastante absorbente no tendría más sentido perfeccionarla hasta que fuera algo de lo que resultara imposible despegar los ojos, por su interés argumental, en vez de llenar los huecos con pechos?

Igual es que es demasiado esfuerzo trabajar en un guión con lo fácil que resulta meter tetas en la pantalla, como quien reenvía felicitaciones navideñas en los grupos de WhatsApp.

Y eso sin olvidar que una de las protagonistas debe pasar por la dolorosa cirugía estética mágica para lograr su sueño: ser guapa. La sirenita moderna no cambia la voz por unas piernas, sino su útero y ovarios por un físico espectacular.

Hasta en ese cliché han caído.

Debe ser que los productores no quieren que las mujeres nos olvidemos de que, además de ser un objeto decorativo de las escenas menos interesantes -desnudos que no aportan nada a la trama-, tenemos que seguir dispuestas a renunciar a lo que sea por la belleza.

Incluso si el precio es la maternidad, nada es tan importante como una mujer bonita.

En resumen, he terminado la serie sintiendo que estaba de nuevo en 1950.

Y, por supuesto, como toda ficción televisiva que se precie, el único sexo que aparece en pantalla es la penetración. Ya no hablamos de otro tipo de prácticas ni de estimulaciones. O gira todo alrededor del pene, o no hay serie.

Quienes están detrás de la adaptación a la pequeña pantalla de ‘The Witcher’ pueden sentirse orgullosos. Lo han conseguido.

Para mí no solo han alcanzado a ‘Juego de Tronos’, sino que repitiendo su patrón machista y cosificador –ese que parece darnos a entender que las mujeres somos un complemento para adornar las escenas-, lo han superado, ya que no han aprendido nada de las críticas que recibió su predecesora en cuanto a los desnudos.

Solo decirle a Netflix que si sabe contar, no cuente conmigo entre la audiencia de la segunda temporada de su flamante apuesta. No pienso seguir viendo, a estas alturas, una serie en la que de nuevo el principal atractivo es que salgan mujeres sin ropa.

Duquesa Doslabios.

(Ya puedes seguirme en Instagram, Twitter y Facebook).

La reina destronada por practicar sexo en un reality show

Querid@s,

Zara Holland, la hasta antes de ayer Miss Reino Unido, ha sido destronada por la organización del certamen.

¿Por qué tanto revuelo?  La ex Miss Reino Unido mantuvo relaciones sexuales en el “reality show” Love Island. La joven belleza se ha acostado con otro concursante, Alex Bowen: un polvo mostrado de manera implícita, pero visto por alrededor de un millón de espectadores. Imágenes de ambos en el lecho en las que se podía ver los ojos de gustirrinín en la cara de él. Y como ella se relame.

Esta es la prueba del delito.

Los directivos del concurso han dejado bien clarito a los medios de comunicación que ambas partes habían acordado por contrato que la Miss podía participar sin ningún problema en el concurso, pero- intuyo que viéndolas venir- siempre y cuando no mantuviera relaciones sexuales. Bajo ningún concepto. Pues parece ser que la reina se ha pasado los términos acordados por los mismísimos y ha echado una canita al aire con el Sr. Bowen.

Los organizadores del certamen de belleza afirman con rotundidad que aunque no «tienen ningún problema con el sexo», no pueden perdonar el episodio ocurrido entre Holland y Alex Bowen en Love Island. Y dicen «Estamos orgullosos de promover valores positivos de las concursantes en la sociedad moderna, y estoy incluye la promoción de un modelo femenino fuerte y positivo. La información que hemos recibido de otros concursantes y gente del público en general es que en adelante no podemos promover a Zara como un modelo positivo. Entendemos que todo el mundo comete errores, pero Zara, como embajadora de Miss Gran Bretaña, no mantuvo la responsabilidad que se esperaba de su título». Desde el reality show se ha criticado la decisión tomada por el certamen. Aunque la han expulsado, se rumorea que la destronada reina ha salido del concurso no por ese motivo, sino por la enfermedad de su madre.

Los usuarios de Twitter y la presentadora del reality, Caroline Flack, han mostrado su indignación porque no entienden el hecho de que le retiren el título de Miss por practicar sexo en un reality. Se les antoja una decisión ridícula y que no parece del siglo en el que vivimos. La que seguro está dando palmas de alegría como la flamenca del Whatsapp es Deone Robertson. La nueva Miss Gran Bretaña.

tweets

El debate está servido.

Yo creo que Zara ha cometido un fallo y el certamen ha hecho lo propio. Nadie. A mi juicio (personal e intransferible) ha errado no por follar y que todos la vean, no por hacer lo que le venga en gana, sino porque había acordado una cosa, se había comprometido a algo y había dado su palabra. Creo que la palabra, y más la de honor, lo dice todo de nosotros. Es el empeño de la propia dignidad como prueba de que nos involucramos en el cumplimiento de una promesa o compromiso. Es una demostración de coherencia personal y no debería incumplirse. Y Zara ha incumplido su palabra. Tampoco tenemos derecho a crucificarla. Gracias a Dios, ni vivimos en la Edad Media ni la Santa Inquisicion ya no hace de las suyas estamos en la Edad Media y no se castiga con la pena de muerte a nadie por follar en un programa de televisión. Aunque muchos quisieran.

¿Y ustedes qué opinan? ¿Creen que los organizadores han hecho bien en destronar a Zara?

Por su parte, la ex Miss Reino Unido ha lamentado el coito televisivo que la ha catapultado a la fama internacional. Antes solo la conocían en la Gran Bretaña y ahora es trending topic, casi una celebrity mundial. La ex Miss se arrepiente, aunque dudo si lo hace coaccionada por el certamen, aconsejada por su madre/ representante, o quizás haya reflexionado y de corazón  deplora lo ocurrido. Sea como fuere, se manifiesta de la siguiente guisa: “Ya sabes, cuando estás en el momento, simplemente sucede. Yo en realidad no soy así”. Solo le ha faltado decir No es lo que parece.

¡Feliz Sexo!

The Sex Factor: El reality show en busca de las nuevas estrellas del porno

Querid@s,

Éramos pocos y parió la abuela. No bastaba con Supershore y su sexo gratuito y desmadrado, el manido edredoning de Gran Hermano o los escarceos a escondidas de la madre de ¿Quién quiere casarse con mi hijo? que ahora a los americanos se les ha ocurrido la tórrida idea de llevar a la caja tonta el porno puro y duro en forma de reality show. Me encanta.

Y es que el porno se ve cada vez menos sucio y más sexy. A pesar de que a muchos todavía les sigue pareciendo una práctica para gente que no es más que una panda de degenerados y enfermos, aunque ellos mismos lo visionen en solitario y lo nieguen después. Cometer el acto para después negarlo, y no solo eso, condenarlo. Esta es una de las grandes miserias del ser humano que tantas desgracias nos brinda.

Los tiempos cambian y parece que el porno se ha impregnado de un halo de glamour, aunque en el mundo de la pornografía no sea oro todo lo que reluce. Pero eso ya es otro cantar del que debatiremos en otra ocasión. Gracias a Dios, pero sobre todo a la evolución de las sociedades modernas, al porno se le ha liberado de esa infamia marginal que no le abandonaba ni a sol ni a sombra. El porno ya no es lo que fue en el siglo pasado. El porno ya no es cosa de putas y guarras, de inmorales, de suci@s, de maricones o de pervertid@s como dirían las más envenenadas de las malas lenguas.

Ahora es cosa de todos. Lo ven las madres, los padres, los hijos, hasta nuestros mayores. ¿Qué piensan, que solo ustedes tienen derecho? No sean injustos. Por eso a la gente que le gusta el sexo tiene cada vez menos reparos en follar delante de las cámaras. Y esto es precisamente lo que está ocurriendo en el nuevo reality show norteamericano The Sex Factory.

The Sex Factor es la nueva apuesta de la conocida web porno Xhamster. La productora enfrenta en una serie online a ocho hombres y ocho mujeres en la liza por convertirse en la nueva pornstar, y de paso meterse en el bolsillo un sabroso y no menos estelar contrato de un millón de dólares. Los dieciséis concursantes hincarán codos (y rodillas) en esta academia que enseña a sus alumnos a convertirse en la nueva estrella del porno. El concurso, que estrenó su primer episodio hace una semana, pone a prueba las habilidades de los alumnos en los asuntos sexuales para coronar a los reyes del porno y conseguir llevar a su equipo hasta la victoria. Es decir, dicks vs chicks. Pueden disfrutar por la cara de la primera entrega en la web Sexfactor

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Que sepan que The Sex Factor no es el primer concurso porno de la Historia. En 2005 se estrenó el reality Jenna’s American Sex Star, de PlayboyTV. Jóvenes aspirantes a actriz porno competían entre ellas por un jugoso contrato y toda la gloria que el porno promete y que quizás, después de metido nada de lo prometido. El programa tuvo dos temporadas y una excelente acogida. No sorprende el éxito, pues su presentadora era ni más ni menos que la legendaria actriz porno Jenna Jameson. Por si tal bello reclamo fuera escaso, el reality online contaba con un jurado de excepción entre cuyos miembros más viriles despuntaban Ron Jeremy y Gene Simmons, de Kiss, aunque este último hizo una única participación estelar como juez durante un capítulo.

Desconozco el programa de estudios completo, pero entre las asignaturas que los dedicados alumnos habrán de estudiar con ahínco destacan los besos y las felaciones. Estas ultimas vienen con un valor añadido y decisivo: un cronómetro. Ergo, es preciso eyacular (y conseguir que el otro eyacule) en un tiempo determinado o se va un@ por donde ha venido. No se andan con chiquitas estos de The Sex Factory. No me extraña, atendiendo al elenco de presentadores y al jurado. Sexies y expertos en la materia a más no poder. La presentadora estelar es Asa Akira, reconocida actriz porno y ganadora en su momento del AVN Award a mejor actriz porno. Junto a ella, un jurado muy especial. Tori Black, Remy LaCroix, Lexi Belle y Keiran Lee son los coaches sexuales que echarán una mano -aunque desconozco hasta qué punto- a los participantes para demostrar lo que valen delante de las cámaras.

El jurado de 'The Sex Factor'

El jurado de ‘The Sex Factor’

Pero…siempre tiene que hablar un pero. Los ósculos incluyen besos lésbicos, cómo no, pero por alguna razón ni se toca el tema de la homosexualidad. Ya estamos otra vez con el rollito sexista. Dos mujeres sí se pueden besar apasionadamente, pero no dos homosexuales. De nuevo la jodida censura, incluso en el porno. Manda huevos. Otro factor del primer episodio son los gemidos. Imagino que a estas alturas de la vida, y de la película (porno), todos sabemos que esos gritos que ellas ponen en el cielo no son reales, vamos que son producto del fingimiento.

No pienso ser la inoportuna spoiler de turno, aunque ya les adelanto que ni se casan, ni comen perdices. Eso sí, felices se les ve un rato. Y el final feliz está garantizado. De sobra.

Buen fin de semana. Que follen mucho y mejor. 

A veces las segundas citas son las mejores

Querd@s,

Tras el monumental batacazo con el terror de las nenas (sin duda la peor cita que he tenido en mi dilatada experiencia de citas a ciegas) conocí a Jaime, todo un gentleman. Sabía que toparme con alguien peor que el informático era estadísticamente imposible y demasiado para el body, pero Jaime superó sobradamente mis expectativas. Todo hay que decirlo, yo estaba acojonada y a Dios rogando y con el mazo dando mientras pensaba en la joyita que me podía caer teniendo en cuenta la patética suerte que me había tocado otrora.

Pero esta vez tuve suerte. Jaime era, y sigue siendo, un tipo con clase, educado, simpático, guapete y además de mi mismo pueblo. La bella Jávea. Aunque cada uno es de su padre y de su madre, con Jaime conecté enseguida. Hubo química, buen feeling y lo cierto es que la cita se me pasó volando. Hablamos como lo hacen las personas normales, la conversación fluyó desde el principio, ninguno de los dos tenía que hacer esfuerzos sobrehumanos para mostrar interés por la vida del otro, y me di cuenta de que teníamos tantas cosas en común que la cita me supo a poco.

Además esta vez si pude probar el postre, que estaba de rechupete. Gracias Jaime por el buen rato que pasamos juntos. Me hizo olvidar con creces el mal trago del día anterior y pensar que, a veces, las primeras citas son las peores. Y las segundas, las buenas.

Como ya les he comentado, actualmente me encuentro en Chicago hasta nueva orden. Pero una paellita en el pueblo donde los dos pasamos los veranos no nos la quita nadie.

Diganme que les pareció la cita. ¿A que Jaime mola? No me defrauden y sean sinceros plis. Como siempre.

Aunque en el restaurante de Primeras Citas lo de menos es la comida, les animo a que si están solteros y sus corazones abiertos a encontrar el amor, se sienten en una de sus mesas desconociendo por completo con que partenaire les va a tocar compartir mantel y velada. Y que se dejen llevar en esta especie de ruleta rusa del amorPor malérrima suerte que tengan con la cita que les caiga en gracia, les aseguro que, al menos, se lo pasarán bien. Que no se lo tengan que contar.

Que follen mucho y mejor.

Mi cita con el terror de las nenas

Querid@s,

Nuestro paso (el de Víctor y mío) por el programa de Primeras Citas  (#FirstDatesha dado de qué hablar. Tengo un buen amigo con el que acabo de hablar que hasta me dice que entre tanta cita romántica en la que todo eran risas, jolgorio y buenos modales, la de Víctor y la mía, fue una cita que, como poco, dejaba un desagradable sabor de boca. Como cuando uno se come un limón y no le queda otra que poner cara de pocos amigos y de puro asco.

Está claro que lo que mal empieza, bien no puede terminar. Y les confieso que no fue para menos. No me dedicaré a meterme con él. Creo que las cosas caen por su propio peso y que con su actitud lo dijo todo. Sé que algunos pensarán que yo también tengo lo mío y no les quito razón. Pero nadie es perfecto, ni siquiera ustedes. En mi defensa sólo puedo decir que fui yo misma e intenté ser lo más educada posible. Hasta el postre. Me quedé con ganas de hincarle la dentadura, pero a esas alturas del fatal desencuentro, la velada comenzaba a resultarme del todo insoportable, aburrida y mi acompañante, abyecto y bastante anodino. Torrente a su lado, un perfecto caballero.

Si esa cita hubiera tenido lugar sin cámaras y en un contexto normal, ya les aseguro que servidora se hubiera esfumado en el preciso momento en que el informático hizo su estelar entrada en el restaurante. Para los que se lo pueden preguntar, les confirmo de antemano que yo no estaba ahí para buscar novio. Entre otras cosas, porque esas cosas no se buscan. Yo estaba ahí para pasármelo bien, para conocer gente y probar suerte en esto del amor vía un programa de televisión. También a hacer televisión, con mejor o peor suerte– y a intentar darme a conocer, pues a mis treinta y cinco primaveras sigo diciéndole a mi madre que quiero ser artista. Y también a intentar que sean más los lectores que se dejen caer por este blog que siento mi casa.

Por si no quedó revelado en el programa, antes de la cita- según él mismo me afirmó ni corto ni perezoso- había amenizando su velada bebiendo birras con un colega en el parque y que a él las morenas no le gustaban, preferencia que ya había comunicado de antemano al programa y no entendía porque no había ahí una rubia para él. Comentarios zafios inundaron nuestra maravillosa velada. La verdad es que me lo pase hasta bien, pero me dio pena ver cuan profundo puede descender la condición humana con tal de dar de qué hablar.

Lógicamente no sale todo, pero «mi cita» me deleitó con comentarios tan ofensivos que entiendo que la cadena ha decidido omitir. Pero echando mano de aquel refrán manido pero escrupulosamente certero, no ofende quien quiere, sino quien puede. No les entretengo más por hoy. Sólo espero que nadie se encuentre en la fastidiosa tesitura de compartir un desencuentro con un@ señor@ de semejante calaña. Ni siquiera en la televisión.

Resultó que inmediatamente despues de la fatídica cita, los reponsables del programa me dijeron que mi cita verdadera se habia puesto enferma justo antes de que comenzara la grabacion y que el terror de las nenas era el sustituto. Se disculparon conmigo y me confesaron que se habían equivocado con él, a pesar del casting que sí realizó. Fueron muy amables y me pidieron que me quedara un día más y que al día siguiente tendría la cita con el chico que habían buscado ex profeso para mí. Así tuve la oportunidad de probar suerte una vez más en esto del amor y me atreví con una segunda cita a ciegas. Lógicamente infinitamente mejor que la del informático. Ni a la suela de los zapatos le llegaba el terror de las nenas al caballero que tuve el placer de conocer al día siguiente. Por si les apetece, se emite este jueves, o viernes. Ya les contaré…

Que follen mucho y mejor.