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Según un stripper, esto es imprescindible cuando quieres desnudarte ante alguien

Desnudarse es un arte. Es algo que entendí la primera vez que vi a un chico pelearse por quitarse los calcetines estando tumbado.

No fue lo más erótico del mundo, pero hace poco aprendí que podría haberlo sido con un pequeño cambio.

UNSPLASH

Pero no es que yo me las vaya dando de experta.

Admito que era de esas que pensaba que hacer un striptease era tan sencillo como poner You can leave your hat on y dejarse llevar por el momento.

Como hace poco coincidí con un amigo de un amigo que sí se había formado para trabajar de stripper, me pudo la curiosidad.

Es más, era habitual para sus amigos comentarlo en reuniones por si él se arrancaba con algún paso (dejando fuera el aspecto de quitarse la ropa, por supuesto).

Así que el experto fue muy claro al descubrirme cuál era el requisito imprescindible para hacer un buen striptease: contacto visual.

Así que ni una selección musical digna de Bar Coyote ni los pasos de Jennifer Lopez ni, como mencionaba al principio, saber quitarse los calcetines con un poco de arte.

No despegar la vista de encima.

Ya de por sí, desnudarse es algo que nos hace sentir vulnerables. Nos mostramos como somos y no tenemos ropa tras la que escondernos.

Algo tan íntimo se convierte en erótico en el momento que hacemos partícipe a una segunda persona.

Mirar mientras las prendas van cayendo grita a voces que queremos que nos vean, que nos recorran el cuerpo con los ojos, toda la piel antes de hacerlo con los dedos.

Y si para quien está en pleno proceso de desvestimiento supone el morbo de saber que quiere ser observado, también para el voyeur es toda una experiencia.

Duquesa Doslabios.

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Hay vida más allá del ‘striptease’: sexo alternativo para hacer por videollamada

Tenemos ganas de sexo. Y no lo digo solo yo.

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Que el trafico de porno haya pegado un repunte o la subida de ventas de juguetes sexuales -antes y durante la cuarentena-, son la prueba de que hemos dado con una forma de aprovechar el aislamiento y hacerlo más ameno.

Al final, no todos hemos tenido la suerte de encerrarnos en casa con nuestra pareja, pero tampoco es un problema. Tener dispositivos conectados a internet con cámara parecen pedir a gritos que los usemos más allá de la reunión del trabajo, para intimar.

Claro que siendo una ventana ‘virtual’ acompañada con un micrófono es como si los móviles y los teléfonos parecieran hechos para ejecutar stripteases.

Cuando parte de la excitación viene por el ojo, parece una opción más práctica. Además, ¿quién no ha ensayado alguna vez sus movimientos desvistiéndose con You can leave your hat on?

Aunque mi duda iba más allá. Siendo aficionados expertos en el striptease, ¿hay vida más allá de desnudarse delante de la videocámara?

Hablando con un amigo sobre sus relaciones en cuarentena me quedó claro que tirábamos demasiado de esta práctica, cuando nos ofrece muchas más posibilidades que no estamos teniendo en cuenta.

Mi primera sugerencia fue que hiciera un juego de rol play en el que aprovecharan para conocerse más relatándose mutuamente cosas que les gustaran sexualmente.

Eso sí, una vez las iban contando, empezaría la parte entretenida, ya que había que ponerlas en práctica para el otro.

Si se quiere llevar un paso más allá, también podemos tirar por el ‘efecto espejo’, imitando lo que vemos que hace la otra persona en la pantalla. Incluso dar rienda suelta a la imaginación jugando a usar las manos propias como si fueran los dedos o lengua del interlocutor, quien va dirigiendo la acción.

Al final, mi amigo, que es todo un artista en este ámbito, lo llevó al terreno del BDSM y ataviado con un pañuelo y unos guantes -es decir, irreconocible- iba mostrando unos carteles escritos a mano que daban órdenes.

Para mí, no solo se ha pasado el ‘videojuego’ de la cuarentena con su ocurrencia. Ha demostrado que la pantalla es compatible con cualquier parafilia.

Duquesa Doslabios.

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El burlesque madrileño por y para ellas

La primera vez que vi un espectáculo de burlesque fue en Youtube después de descubrir en Eurovisión 2009 a Dita Von Teese.

Recuerdo que si bien no era muy consciente de qué era el burlesque, me pareció totalmente magnética aquella mujer dando vueltas en una copa gigante de Martini y salpicando agua a los espectadores.

@FEELINGCHEEKYBURLESQUE

La artista se movía con gracia y picardía, como si estuviera envuelta en alguna travesura de esas que terminan con alguien alzando socarronamente los ojos al cielo y pensando “qué pillina”.

“El burlesque da la libertad a la mujer para hacer lo que quiera sobre un escenario” me dice Miss Loot, cuya compañía de burlesque se estrena este sábado en Madrid. “En España se estaban centrando en la parte de bailar pero no en todo lo que es el origen del burlesque, que es básicamente la burla y el striptease”.

“Esta es la primera vez que se reunirán artistas para tocar todos los palos, se traerán invitados extranjeros y va a mezclar diferentes tipos de burlesque para presentárselos al público español. Un burlesque más clásico, más teatral, más cómico y también con baile” afirma.

Para la artista da a la mujer el poder de «enseñar su cuerpo, tener el control… No pretende crear algo para gustar a los hombres y seducirles. Al fin y al cabo es un espectáculo de variedades, quiere entretener».

Al burlesque hay que ir con la mente abierta y las timideces fuera, algo aplicable tanto a artistas como a los asistentes: «Desnudarse da vergüenza porque cuesta mucho quererse a uno mismo, pero una vez que sobrepasas ese punto ya da igual. No se realizan desnudarme integrales como norma general, se llega hasta las pezoneras. Quien se lo quiera tomar como un striptease puede, al fin y al cabo nos quitamos la ropa, es una forma respetable de pensar».

Tras estudiar realización de audiovisuales y espectáculos «quería hacer algo que juntase el musical con el poder» afirma Miss Loot, cuyo personaje es alguien «que tiene el mando y a la que le gusta jugar con el público y que este responda. Cada una tiene la personalidad que quiere. Puedes ser más canalla, más elegante, más inocente, tener dualidad… Incluso en cada número puedes variar si así lo quieres».

Otros beneficios psicológicos que le han traído el burlesque es que «te ayuda a tomar control sobre tu cuerpo, a reconciliarte con él, a aceptar que no todos somos iguales y que los cuerpos de las mujeres son bellos sean como sean«.

«Pero lo más importante para mí al menos es tener la libertad de hacer el espectáculo que me apetezca, cambiar cuando me apetezca y hacer lo que quiera». Por tanto, como gata curiosa, le pregunto qué nos podemos encontrar: «El show ofrece algo diferente a lo que hay en la España actualmente, no es sentarse a ver una obra completa ni un concierto. Puedes interactuar, gritar, bailar, beber… Lo que quieras»

¿Nos vemos el sábado ahí entonces?

Duquesa Doslabios

El bello arte de desnudarse, le llaman striptease

Querid@s,

Según un documento sumerio, el arte de desnudarse data del siglo III a. C. Luego vino la danza de los siete velos de la princesa Salomé, pero no se convertiría en espectáculo popular hasta finales del siglo XIX, en locales como el café parisino El diván japonés. El que está considerado como el primer striptease en una sala comercial frente a espectadores ocurrió en el Moulin Rouge de París el 9 de febrero de 1893.

Desde entonces ha habido mucho despelote, pasando por artistas como Mata Hari y Dita Von Teese, que llegaron a ser famosas internacionalmente. Gilda, en 1946, aunque la diva solo se quitó los guantes y el collar, Brigitte Bardot y Jeanne Moreau en Viva María!; la musa Sophia Loren en el tercer episodio de la película italiana Ayer, hoy y mañana. En los locos años 60, esos del arte Pin Up, lo que se llevaba en striptease era esto. Vean.

Forma parte de una serie en la historia del fetiche vintage y películas de burlesque de lo más undeground. Unas décadas más tarde, la contemporánea Kim Basinger enciende en los ochenta al personal en Nueve semanas y media al ritmo de la canción «You can leave your hat on». No olvidemos el aclamado striptease masculino de Full Monty. Y ahora le toca a usted, pero no será hasta dentro de dos días que inauguraremos la guía Lilih Blue para protagonizar un striptease de película.

Mientras tanto y para que vaya un poco documentado por la vida (y en el noble arte de quedarse en cueros) mientras menea el esqueleto, les digo una cosa. Cuando alguien tiene éxito y hace las cosas bien, y por el contario usted no, lo más inteligente es dedicarse al arte de la mímica. Imite, copie ese modelo de éxito e intente mejorarlo, si puede. En esto del despelote, ocurre exactamente lo mismo. No está de sobra que visionen un par de películas del género para conseguir un poco de inspiración.

Les aconsejo 9 Semanas y MediaStripteaseShow Girls o que estudien a la ingenuamente seductora Natalie Portman en el sublime film Closer. Si todo esto les da algo de pereza, pasen y vean estos casi 9 minutos en los que las celebrities nos dan una clase maestra de cómo se desnuda uno al son de la música.

Que follen mucho y mejor.

Mentiras arriesgadas: descubrir de repente que tu novio es un stripper

Podría ser el guión de una película. Mala, sí, pero peores las he visto. Resulta que Miriam, amiguísima querida, llevaba más de un año en paro y hace un par de semanas, tras numerosas pruebas y entrevistas, consiguió un sí como una casa para un ansiado puesto de trabajo. No uno cualquiera, sino uno con el que llevaba años soñando. Al fin algo le salía bien a esta amiga mía tan buena como gafe, todo hay que decirlo.

GTRES

GTRES

Pues bien, Miriam decidió que había que celebrarlo por todo lo alto. Llevaba meses deprimida por la falta de curro y porque su novio, un cretino que nunca me gustó, no le hacía ni caso. El tipo siempre estaba demasiado ocupado sacando músculo en el gimnasio y preparando sus maratonianas reuniones de trabajo. Se supone que tenía un alto puesto en el departamento de ventas de una empresa de informática y que tenía que viajar mucho. Y cuando digo mucho es mucho, incluidos bastantes fines de semana.

A lo que iba… Miriam había decidido que quería desbarrar y reírse un poco, así que convocó a su grupo de incondicionales para una noche de celebración y parranda. Y no se le ocurrió otra cosa a la buena muchacha que ir a una de esas salas en las que un grupo de tíos hormonados empiezan a despelotarse al ritmo de la música con una coreografía que pretende ser sexy, pero que no pasa de restregarte el mandoble contra el culo, echarte nata por el escote y simular un polvo desaforado mientras te revuelcan por el escenario a la vista de todo el mundo. Canela fina.

“Todo sea por complacer a Miriam, que con el añito que lleva…”, pensamos, y allá que fuimos. Y ya que estábamos, pues nos mimetizamos con el ambiente dispuestas a darlo todo. En esas andábamos cuando, al cuarto o quinto número, aparece un cachas vestido de bombero. Con casco y todo. Saca a una chica con una banda de futura novia colgada y una diadema con diminutas pollas en la cabeza, para cachondeo de sus amigas, y empieza el pseudomagreo. Vuelta por aquí, vuelta por allá, que si ay que original soy porque juego con la manguera… En fin, todo lo que podáis imaginar. Hasta que se quita el casco y las gafas de sol, porque en esos sitios, los bomberos llevan gafas de sol… y ¡Oh cielos, es Marcos! Sí, el alto ejecutivo de ventas informático, el gran viajero.

Aún puedo ver la mueca congelada en la cara de Miriam y el coro de ojos estupefactos que se volvieron hacia ella y que se buscaban desesperadamente unos a otros, preguntándose qué hacer, incluidos los míos. “¿Pero vosotras sabíais esto? ¿Es una broma?”. “Pero nosotras que coño vamos a saber, si has sido tú la que nos has traído!”. Y así fue como Miriam, mi pequeña gafe, descubrió que su novio, además de un cretino, era un mentiroso. Luego vinieron el ataque de ansiedad, los llantos, y el inevitable grito de las menos contenida de nosotras: “¡No os creáis nada, a ese bombero de mierda ni se levanta y solo se excita con porno homosexual!”.

A partir de ahí mejor os ahorro los detalles. Solo os diré que al final resultó que ni agente de ventas, ni informático, ni nada de nada. El tipo trabajaba de guardia de seguridad en uno de los muchos centros comerciales que cierta cadena de grandes almacenes con nombre de tinte anglosajón tiene repartidos por toda la ciudad. Y digo yo, en los tres años que llevaban juntos, ¿Nunca lo sospechó? ¿Nunca fue a recogerlo al trabajo, ni conoció a ningún compañero, ni nada de nada? ¿Es eso posible? La pobre Miriam no para de llorar, pero yo espero que más pronto que tarde, cuando haya olvidado al innombrable y superado el disgusto, podamos reírnos juntas de este episodio.