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Cómo Tom Holland se convirtió en nuestro Imperio Romano

Es 2017, suena I’m singing in the rain. Un Tom Holland, vestido al estilo de Gene Kelly, aparece bailando en un plató de televisión con sombrero y paraguas en mano.

Una veintena de segundos después los acordes de Umbrella de Rihanna interrumpen la canción y el protagonista de Spider-man reaparece en el escenario ataviado como la de Barbados en el videoclip de su canción.

Tom Holland Rihanna Umbrella

YOUTUBE

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El vídeo de su actuación tiene más de 146 millones de visualizaciones en Youtube (y todas las mujeres que conozco somos responsables de una docena de ellas, por lo menos).

Lo curioso es que si comparas a Tom Holland con el resto de actores de Hollywood, o más en concreto con quienes han sido sus compañeros de rodaje en las películas de Marvel, prever este éxito habría sido poco probable.

Cualquiera diría que estando al lado de Chris Hemsworth, Chadwick Boseman o Chris Evans, quien se metió en el papel del hombre araña no tenía las mismas posibilidades de triunfar entre el público femenino.

Menos musculoso que ellos, bajito y siempre con ese papel de eterno adolescente, si por algo se distingue en el casting de las películas de acción es por no encajar en el molde del superhéroe ‘macho-man’.

Ahí reside para muchas uno de sus mayores atractivos, en interpretar al héroe poco popular, algo patoso y friki, pero tierno hasta la médula.

Trabajos cinematográficos aparte, en aquel show televisivo Tom nos dio algo que ninguno de los demás pudieron.

No hablo de bailar de maravilla, de clavar la Lyp Sinc Battle o de que el traje de Rihanna dejara a la vista que, además, está en una forma física al nivel del personaje inventado por Stan Lee.

Tom nos conquistó con la seguridad plena de bailar vestido de mujer de la manera más digna posible, sin convertirlo en algo cómico ni ridículo, que es como suele verse en televisión.

Otros cómicos o actores se han metido en la ‘piel’ de otras cantantes para hacer mofa de ello, Arturo Valls mal imitando a Shakira o a Miley Cyrus, son dos ejemplos que se me ocurren que llegaron a marcarnos.

Mientras que Tom no exagera ni ridiculiza los movimientos de la artista original, no hace de la feminidad una caricatura, sino una obra maestra.

Fue la normalidad lo que no olvidamos de aquella performance. Sentir que lo hizo desde el respeto nos choca, porque vivimos en un mundo donde disfrazarse de mujer en una despedida de soltero es la cumbre de la diversión, el chiste se cuenta solo.

El actor mostró algo inusual: un lado femenino bailando y vistiendo como una mujer, lo que desafiaba la representación viril según la masculinidad hegemónica.

Aquel empoderamiento suyo propio -y extensivo a todas las mujeres-, hizo que lo interpretáramos como sensual. Se convirtió en todo un mito erótico.

Así que se entiende que, aún a día de hoy, haya quien escriba «Me desperté esta mañana y pensé que era el momento de volver a ver este vídeo», «Este video vive en mi cabeza sin pagar alquiler» o «Sé que han pasado varios años, pero siempre que lo recuerdo, vuelvo a mirarlo».

Tom Holland bailando Umbrella es nuestro Imperio Romano.

Mara Mariño

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‘A las mujeres se les valora por su capacidad de resultar atractivas a los hombres, el resto suele ser secundario’

Ana Lombardía, psicóloga y sexóloga (la encontraréis en sexoenlapiel.com) tiene una visión muy clara no solo de la sexualización bajo la que vivimos, sino de lo que implica ser mujer en la era en la que el aspecto es la unidad de medida.

Partimos de que «La publicidad usa el sexo para vender casi todo», una de sus primeras afirmaciones con la que es imposible no estar de acuerdo (¿alguien se ha olvidado ya del anuncio de champú en el que la actriz gemía de placer?).

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Siendo mujeres, esto nos pilla por completo. «Una mujer puede ser brillante, una gran profesional, tener unos valores formidables, etc pero lo que más destaca de ella es su atractivo físico. Muchas mujeres, cuando quieren que sea su trabajo lo que destaque, tienden a vestirse discretas o a ocultar los rasgos que consideran más atractivos de su aspecto».

Pero, ¿cómo hemos llegado a este punto? ¿Por qué los hombres no viven tan sexualizados como nosotras? Ana me arroja luz sobre el asunto.

¿Por qué somos nosotras las más propensas a ser sexualizadas?
Por lo general, a los hombres se les valora por muchos de sus rasgos personales: carácter, profesión, valores, la confianza en sí mismo, dinero…. A las mujeres, muchas veces, por su capacidad de resultar atractivas a los hombres, el resto de rasgos suelen ser secundarios.

La figura de la mujer ha estado relegada, históricamente, a complacer las necesidades del hombre, aquellas domésticas y sexuales. Ese es uno de los motivos por los que en lo primero en lo que nos fijamos o destacamos es su atractivo físico. Da igual lo buena que sea una mujer en su trabajo, o en cualquier otro ámbito de su vida personal.

¿Crees que el cuerpo masculino está sexualizado de la misma manera?
El cuerpo masculino no está tan sexualizado como el femenino. A lo largo de la historia se ha erotizado el cuerpo de la mujer de dos modos: prohibiendo y adornando. Se ha prohibido que se vea el pelo, los tobillos, las rodillas, los hombros… Nos adornamos con pulseras, collares, telas de colores, nos teñimos el pelo, nos pintamos los ojos o los labios. Con el cuerpo masculino no se ha seguido el mismo proceso.

De los hombres se erotizan otras cosas: su profesión, su capacidad de liderazgo, su nivel ecónomico, incluso su nivel intelectual. El físico también es importante, pero ni muchísimo menos igual que en las mujeres. Por ejemplo, si pensamos en actores o cantantes famososo masculinos, podemos encontrar numerosos casos de hombres muy poco agraciados físicamente pero tremendamente atractivos y erotizados por su talento, su carisma, su personalidad…

Si nos fijamos en el ejemplo de los striptease, es también muy claro. Las mujeres se visten para esos espectáculos resaltando su cuerpo, mostrando zonas erógenas, con grandes tacones y muy maquilladas. Los hombres, en cambio, suelen disfrazarse ¡con profesiones! El policía, el bombero, el médico…

¿Dirías que socialmente la sexualización masculina se limita al pene?
La principal zona erógena del hombre es el pene. Es la parte del cuerpo que más se ha erotizado, la que hemos aprendido a estimular y las más utilizada a la hora de conseguir un orgasmo. Por ello, es también la zona del cuerpo masculino a la que más atención dedicamos en los encuentros sexuales. Igualmente, cuando se habla del atractivo de un hombre, se suele hacer referencia al tamaño de su pene. A mayor tamaño, mayor atractivo se le suele conceder. Incluso, a un pene grande se asocian (erróneamente) otra serie de atributos, como capacidad para ser buen amante, fortaleza, liderazgo, carácter fuerte, etc.

¿Cómo se consigue escapar de esa sexualización impuesta? ¿Por dónde empezamos?
Lo primero es hacer consciente esa sexualización, enumerar los distintos factores que la componen y empezar a abordarlos uno a uno. Cada uno de nosotros somos más susceptibles a unos o a otros, por lo que será un proceso muy individual. Podremos abordar las ideas preconcebidas que tenemos acerca del atractivo físico de las personas, qué características de personalidad les atribuimos por ello, qué tipo de personas escogemos como parejas, qué importancia le damos a nuestro propio atractivo físico, cómo nos valoramos según lo sexualizados/as que nos vea la sociedad o nuestro entorno cercano…

¿Algún consejo para sexualizar otras zonas del cuerpo más allá del pene en el caso de los hombres?
Se puede erotizar otras partes del cuerpo, y no limitarse al pene para obtener placer sexual. Existen otras zonas del cuerpo que tienen gran cantidad de terminaciones nerviosas y que pueden ser muy erógenas: los pezones, el cuello, las orejas, las ingles, los testículos, el ano, la zona perinal… Podemos jugar a descubrirlos utilizando, por ejemplo,un aceite de masaje o un gel lubricante. Funciona muy bien jugar a «prohibir» estimular el pene y, de este modo, descubrir el resto del cuerpo.

Duquesa Doslabios.

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¿Porno sin imágenes? Déjate excitar por el oído

Parece que la pornografía es la única opción que existe a la hora de estimularse por cuenta propia. Como si todo el morbo se redujera a eso, imágenes que imitan, o buscan imitar, un intercambio que es el que realmente resulta excitante.

GTRES

Su recorrido, de varias décadas, se ha hecho con un mercado en el que difícilmente podían competir las novelas eróticas, especialmente desde la eclosión de internet ligada a un ultradesarrollo de la tecnología. Pero ni solo de pan vive el hombre ni solo de porno la excitación.

En mi búsqueda de fuentes alternativas, aparecieron los relatos eróticos escritos por personas anónimas en plataformas gratuitas. Un espacio en el que, mediante categorías, podías llegar a aquellas historias de tu gusto.

Leer erotismo tiene algo que le falta a la pornografía. Ese uso de la imaginación apoyado por palabras tan evocativas como «lamer» o «penetrar» te sacuden de una manera que ya quisieran las películas.

Mi último descubrimiento, el proyecto que han puesto en marcha sobre una estimulación sexual alternativa para mujeres sin imágenes (porque sí, definitivamente puedes excitarte sin necesidad de ver a un actor eyaculando sobre la cámara, que es algo que más que morbo, te da vergüenza ajena).

Quinn, que se lanzará el 13 de abril, y en palabras de su fundadora, Caroline Spiegel, «No tendrá contenidos visuales, solo audio e historias escritas. Y lo mejor es que esto es una fuente abierta, de manera que la gente puede subrayó sus fantasías o contenidos propios».

QUINN

Eso sí, pasando por el filtro de los creadores antes de aparecer en línea.

Sus objetivos son varios: en primer lugar, desempolvar la imaginación evitando que nos acomodemos a un estímulo en el que somos sujetos pasivos y no activos.

En segundo lugar, luchar contra la idea de las mujeres teniendo placer que nos llevan vendiendo las películas porno estos años, alejándose del prisma masculino que crea ficciones para estimular a una audiencia que son mayoritariamente hombres.

Y, en tercer lugar, llegar a un nuevo público que, quizás como yo o como muchas de mis amigas, no nos hemos llegado a sentir nunca cómodas ni con ese concepto de la sexualidad ni de la excitación de las películas X explorando otras vías de placer, desconocidas hasta ahora, pero, seguramente igual o más placenteras.

Duquesa Doslabios.

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‘Burlesque’: el desnudo más juguetón

Un beso al aire aquí, una sonrisa pícara por allá… Asisto como espectadora a mi primer espectáculo de burlesque y no sé qué me voy a encontrar.

@FEELINGCHEEKYBURLESQUE

Mi educación de colegio católico hace que sienta cierto pudor, no sé a dónde mirar cuando, estando en primera fila, prácticamente puedo apreciar el interior de un tanga.

Pero consigo olvidarme y evadirme gracias a las artistas y termino jaleando como la que más.

Lo que había empezado de golpe y porrazo (un poco frío) se va templando al poco tiempo gracias a las risas. Y es que el burlesque es ridículamente divertido. Sensual y burbujeante sin duda, pero no pierde oportunidad de exprimir el humor.

Tiro de un guante blanco de una Marilyn Monroe enfundada en el vestido rosa interpretada por una artista que canta el playback de Diamonds are a girl’s best friend.

De Los caballeros las prefieren rubias termina con el vestido blanco de La tentación vive arriba sin despeinarse ni perder una pizca de encanto. Lo que Norma Jean no mostraba en las películas era aquel final en bragas con unas pezoneras brillantes.

Llueve purpurina de los guantes lanzados al aire en mitad de un striptease al igual que las referencias culturales. Una Hiedra Venenosa y una Miley Cyrus juguetona tampoco faltan al espectáculo de variedades.

Es quizás uno de los más sorprendentes actos el de una Barbie Girl con la barba cubierta en brillantina rosa que consigue desprenderse de las prendas con una gracia que ni yo misma en mis noches más inspiradas.

Burlesque es ballet, canto, striptease clásico y juguetón como el que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en Dita Von Teese y una presentadora que nos prepara antes de cada show como un entrenador al boxeador que va a pisar el ring para que recibamos a cada nuevo artista con más ganas.

«El último número os hará soñar» dice para despedirnos y animarnos a darle la bienvenida a una artista que me parece salida de una versión tórrida de Los Supersónicos de Hanna Barbera.

Pone fin a la exhibición dejándome con ganas de más, pero sobre todo volviendo a casa con un montón de ideas. Al final quitarse la ropa era lo de menos, es una función sobre actitud.

Y es que resulta imposible no contagiarse del espíritu «impertinente» (en el mejor sentido de la palabra) de la compañía que lleva la palabra en el propio nombre @feelingcheekyburlesque.

Serge Marshennikov: hiperrealismo y sensualidad

Querid@s,

¿Fotografía o pintura?

Esto es lo que curre cuando se mezclan hiperrealismo y sensualidad.

Serge Marshennikov nació en 1971 en Ufa (Bashkiria, URSS). Desde muy pequeño siempre practicó el dibujo, la pintura y la escultura con cualquier material que tuviera en sus manos. Su madre animó a Serge a estudiar pintura y desde sus albores tuvo una sucesión de maestros particulares y asistió a cursos de arte. Después de recibir una serie de premios por sus acuarelas y pinturas al pastel, Serge decidió dedicarse a la pintura de forma profesional.

Terminó sus estudios en la Escuela de Arte de Ufa en 1995 y continuó dando clases en una de las academias más prestigiosas del mundo, la “Academia Repin de Bellas Artes” de San Petersburgo. Hoy en día su obra es una inmensa colección de óleos que retratan la fragilidad y la sensualidad del cuerpo femenino. Combinando las técnicas hiperrealistas con su talento para transmitir la belleza femenina, Marshennikov se ha hecho un nombre en el mundo del arte contemporáneo. Pueden seguir disfrutando de la obra del ruso Serge Marshennikov en su página personal.

Que follen mucho y mejor.