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Gemir o no gemir, esa es la cuestión

¿Sexo sonoro o placer silencioso? El debate, más bien facilón, surgió a raíz de la noticia de hace unos días sobre una mujer británica, Gemma Wale, a la que han mandado dos semanas a prisión por montar un escándalo cada vez que hacía el amor. Bueno, en realidad ha ido a prisión por hacer caso omiso de las advertencias del juez, que la había instado anteriormente a no ponerse a gritar como Tarzán en mitad de la noche, como denunciaban los vecinos. Pero no me extiendo en los detalles porque a estas alturas esa noticia ya la conoce todo el mundo…

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El caso es que, como decía, las aventuras y desventuras de esta mujer a consecuencia de su fervor sexual acabaron por sacar a relucir las preferencias de cama de media oficina. Y, como siempre, el resultado de hacer ese tipo de preguntas al personal fue de lo más variopinto. De todo hubo en la viña del señor, por decirlo de alguna manera, pero lo cierto es que, en el caso de los hombres, la mayoría admitió que esperaban y querían gemidos a la hora del sexo, aunque sin exagerar. “Tampoco se trata de que cante la Traviata, ya sabes, una cosa normal…”, explicaba uno mientras asentían varios. “Yo es que si gritan demasiado me suena a falso y me empiezo a rallar”, decía otro. Pero también había quien prefería el silencio. “Tú es que vas de tántrico”, le reprocharon algunas… “Que va coño, es que si no me desconcentro”. Un par de ellos, por el contrario, confesaron que le molaban los gritos, cuanto más altos mejor, independientemente de si eran de auténtico placer o fingidos. Jaca grande ande o no ande, que dirían en mi tierra…

Ellas, por su parte, coincidían en que la mayoría de hombres no gemían, sino que más bien gruñían o bufaban, cosa que ellos negaban. Pero la conclusión fue más o menos la misma: como diría Aristóteles, en el punto medio está la virtud. Al final me fui y los dejé ahí, en una guerra abierta entre gemidos y gruñidos. Yo creo que más de uno y de una acabaron un poco acalorados, con tanto debate. A saber dónde acabaron… Y cómo.