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¡Menuda cena de Navidad de la empresa!

Querid@s,

Soy pluriempleada y la semana pasada asistí a la cena de Navidad de una de las empresas en las que trabajo.

Hay un compi que me gusta a rabiar, a más no poder, pero como reza el manido dicho al que no le falta razón, Donde tengas la olla no metas la polla. Yo no dejaba de repetírmelo y desde que entré en el restaurante intenté aplicarme toda la nochecita este sabio consejo del refranero español, pero al final no pude resistirme y caí en la tentación. No pude evitarlo, qué le voy a hacer. Todo el año trabajando juntos, codo con codo, cachete con cachete, pechito con pechito y ombligo con ombligo. Cuántos absurdos brain stormings hemos compartido, afterworks sin desmelene, reuniones a primera o última hora a las que me hubiera negado en rotundo a asistir si no fuera porque él estaba, y está para chuparse los dedos. Y así, un día, y otro, y otro, hasta hoy. Qué les voy a decir que ustedes no sepan ya, que el roce hace el cariño, que a nadie le amarga un dulce, y menos en Navidad, y que una vez al año no hace daño.

Ya hemos hablado al respecto y los dos lo tenemos muy claro. Claro, clarísimo. Lo hemos pasado bien (en realidad nos lo hemos pasado muy bien), pero en principio, este desliz no ha de repetirse. No es serio, nos vamos a ver todos los días, vamos a ser la comidilla del departamento y si nos descuidamos, de la empresa, las posibilidades de que esto llegue a algo son nulas, bla bla bla. Sinceramente yo creo que por mucho refrán que me estuviera repitiendo a mí misma aquella noche, subconscientemente llevaba meses esperando a que por fin llegase este evento navideño para darme un homenaje con ese hombre con el que tenía esa tensión sexual no resuelta.

Pues una cosa menos que me queda por hacer ¿no creen? También les digo que nosotros dos no fuimos los únicos en liarnos la manta a la cabeza. De hecho, nosotros dos fuimos la mar de discretos y lo que hicimos lo hicimos en la intimidad. A fecha de hoy lo nuestro lo sabemos él y yo, y ahora ustedes, pero ustedes no cuentan. No puedo decir lo mismo del baile más que sensual que se pegaron el jefe y la nueva, en la que él arrimaba cebolleta más allá de los límites de la prudencia, o la comida de morro lasciva y un tanto exagerada (con demasiada lengua a la vista) que se pegaron el becario y su tutora en medio de toda la pista de baile, con luces y todo. Con un par. O la que liaron en el baño de chicas dos del departamento comercial. El desfase y el desmelene están genial, pero no se comporten como si no hubiera mañana, porque desgraciadamente sí lo hay. Y tanto que lo hay.

Y a ustedes ¿Cómo les ha ido la cena de Navidad de la empresa? ¿Algo que contar?

Feliz vuelta al trabajo. Que follen mucho y mejor.