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En una relación larga, ¿con condón o sin condón?

Llega el momento en una relación de pareja que miras a tu novio a los ojos y te dice «Bueno, qué, ¿lo hacemos sin?» «¿Cómo? ¡Pues claro que no!», respondes como buena ex alumna de colegio de monjas que ha aprendido en las charlas de orientación sexual que el preservativo es su mejor amigo.

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Pero pasa el tiempo y aquello entre los dos ya es más serio. Así que te preguntas si seguir usando protección.

No por nada, pero los condones no son precisamente baratos. Si a eso le sumas que es algo que utilizas a menudo, termina por ser un gasto considerable.

Plantearte dejarlo no debería ser algo que decides una noche y pones en práctica al día siguiente. Ya que por mucho que llevéis tiempo, no sabes hasta qué punto es sinónimo de monogamia.

Por eso la exclusividad en la relación es lo primero a tratar, aunque suponga que tienes que confiar en que va a ser respetada por encima de todo. Y, lo segundo, que ambos estéis sanos.

Yo no es que no me fíe de mi pareja, es que me fío más de un test de enfermedades venéreas. Así que cuando hay resultados negativos de por medios, tienes la tranquilidad de que, entre la monogamia y la salud sexual, no tiene por qué haber contagios.

El tercer punto a considerar es el embarazo. ¿Cuánto te preocupa el riesgo de que haya un bebé de por medio?

A mí al principio, era algo que me aterraba. Años después, siguiendo con mi pareja, con la que tengo pensado construir el resto de mi vida, y en el punto económico en el que estamos, la idea no me resulta tan angustiosa.

Así que la respuesta no es otra que depende de la importancia que le des a las tres bases fundamentales, las mismas que nos hacen usarlo. Pero ante la duda con cualquiera de ellas, mejor que la relación que nunca termines sea con el preservativo.

Duquesa Doslabios.

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¿Chupas sin protección? Estas son las venéreas que te pueden tocar

De un tiempo a esta parte me da la sensación de que cada vez veo menos anuncios de preservativos. Y no creo que se deba a que las empresas de profilácticos estén nadando en billetes por todo lo que usamos sus productos.

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Pero veo menos todavía, o, debería decir que en realidad no he visto en absoluto, anuncios que sensibilicen acerca de la importancia de las barreras de protección sexual a la hora de contagiarse de enfermedades venéreas por tener sexo oral.

Lo diré de otra manera: quiero un anuncio que me diga que por chuparla sin condón puedo terminar con cáncer de garganta.

Si más o menos todos estamos concienciados de los riesgos que conlleva (repito, más o menos) tener sexo sin protección, lo del sexo oral se nos escapa por completo.

Y la cosa es que existir barreras, como tal, existen. De hecho los condones de sabores pretenden precisamente hacer más placentera la idea de succionar un pene (aunque al final el supuesto sabor de cereza te termine sabiendo más a laboratorio farmacéutico que a fruta). 

De los preservativos para practicarnos sexo oral a nosotras ya ni hablamos, porque si bien soy consciente de que existen, ni los he comprado en mi vida ni conozco a nadie que los haya usado en los casi 30 años que llevo sobre el planeta.

Al final, estén o no estén, la gran mayoría opta por no usarlos.

Comodidad, pereza, tacañería por no querer estar usando varios condones en vez de solo uno, y en el caso del condón femenino, porque ni es conocido ni resulta realmente práctico y necesitaría una vuelta para que pudiera utilizarse de manera habitual y nos lo planteáramos.

Desarrollo y concienciación son las dos cosas que hacen falta para que asumamos de una vez por todas que es algo que deberíamos usar siempre.

De no hacerlo nos exponemos al sida, candidiasis, herpes genital, hepatitis B o virus del papiloma humano (que puede terminar en cáncer de garganta o cervicouterino) por poner unos ejemplos.

Puede que ahora mismo no estemos experimentando ningún síntoma, pero las enfermedades relacionadas con el sexo oral no tienen por qué manifestarse inmediatamente. Algunas pueden llegar a tardar años en desarrollarse.

«Más vale prevenir que curar» es, en este caso, el razonamiento más sensato.

Duquesa Doslabios. 

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¿Tenemos más relaciones sexuales en Navidad? Sí

Querid@s,

Parece que además de la primavera, la Navidad también la sangre altera. Y es que en estas fechas de supuesto recogimiento espiritual y celebración religiosa, tanto parejas como solteros tienen más relaciones sexuales que en otras épocas del año. Un año más, las fiestas navideñas pelean muy de cerca con las vacaciones estivales por hacerse con el título de la etapa más caliente del año, la más erótico-festiva y la de mayor desenfreno sexual. Basta consultar las estadísticas de nuestro país, las del Reino Unido o de Estados Unidos para destapar que la mayor parte de los alumbramientos ocurren en los meses de septiembre y octubre. Hagan sus cuentas. Polvos navideños y nueves meses después…bebé a la vista. Efectivamente, los padres de las criaturas los fabricaron en medio del jolgorio navideño, cuando las bebidas espirituosas corren a borbotones por las opíparas mesas, las barras libres, y las venas.

Vayamos por partes. Las estadísticas de estudios estadounidenses confirman que en el país del dólar, el 16 de septiembre es el día del año que más americanos nacen. El Reino Unido, según revelan los datos extraidos del Registro Nacional de Nacimientos, septiembre también es el mes en que más ingleses llegan a este mundo. Mientras, en España, las estadísticas del INE muestran que septiembre y octubre son los meses que registran más nacimientos en siete de nuestras comunidades.

Kate Hudson se desternilla en 200 cigarrillos

¿Qué es lo que tiene la Navidad que incita a las parejas a practicar más sexo?

Hace un frío que pela

La respuesta que a todos nos viene a la cabeza a bote pronto es el tiempo. Normal, tiene toda su lógica. Si por algo se caracterizan los meses de diciembre y enero es porque son los más fríos del año, al menos en el hemisferio norte. Las temperaturas más bajas provocan un mayor acercamiento de las parejas. Esa búsqueda de roce y el anhelo del calorcito humano en forma de contacto físico son los culpables de que en estas fechas haya más juegos de alcoba. Además del frío invernal, algo también característico de estas fechas es el aumento de horas de noche, y por tanto, de la oscuridad. La mayoría de nosotros prefiere practicar sexo de noche que de día, por mucho que no a pocos nos ponga el polvo mañanero. De toda la vida se folla más de noche que de día, eso es incuestionable. ¿De noche y un disuasorio fresquíbiris en el exterior? Es la combinación perfecta para quedarse en casa, buscando el calorcito en los brazos del otro y acurrucándose en el regazo del amor y de la pasión. Así no es de extrañar que sean más las horas que se pasan en pareja.

Alegría, alegría

Pero en este calentamiento sexual en tan señaladas fechas influyen más motivos que los factores puramente meteorológicos. Esta época es sinónimo de felicidad, para mi gusto en ocasiones excesiva y de obligado cumplimiento. Entre la Nochebuena de amor, la Navidad jubilosa y la alocada Nochevieja, los sentimientos están a flor de piel y todo es, o se supone que ha de ser, alegría, cariño, cercanía, generosidad, afecto, buenos deseos y amor. Personalmente no me veo yo dándole que te pego en Nochebuena y el día de Navidad, pero Nochevieja es otra cosa mariposa. La última noche del año siempre tiene su punto sexy. Quizás porque marca el fin de un año y el comienzo de otro, porque cierra una etapa y abre una nueva, pero sobretodo porque nos invade una suerte de melancolía de lo que se va, y la esperanza y la emoción de lo que está por venir. Quizás sea el tintorro pelesón o el alcohol de garrafón que nos pimplamos en el cotillón de turno en el que decidimos despedirnos del vetusto año y darle la bienvenida al año nuevo. Sea como sea, la última noche del año se suele vivir con especial euforia navideña. Nos desmelenamos y nos deshinibimos en nuestro último empeño sexual del año. Ante el efecto fin del mundo que provoca el principio del fin, los que no han mojado el churro en los doce meses anteriores se afanan en utlizar sus sexos de una vez por todas, porque de esta noche sí que no pasa.

El sexo como mecanismo para aliviar el estrés

Aunque en estas fechas casi todos disfrutamos de días de vacaciones, en Navidad la gente anda en general bastante estresada. Que si las cenas familiares, que si la comida con la suegri, que si los regalitos de las narices, que si nos ha tocado por segundo año consecutivo encargarnos del Roscón de Reyes, que si acertaremos o no con los presentes. Para esto último hay solución, ya hemos hablado aquí de algunos regalos infalibles con los que acertarán seguro. Seguimos…otra comida familiar, más regalos, más parranda, más gastos…y la gente se va poniendo cada vez más nerviosa y el estrés navideño se apodera de todo su ser. Pues para aliviar esta maldición también recurrimos al sexo, que todo lo cura. Con pan todas las penas son menos, y con sexo pueden ser deliciosas. Por tanto, el sexo es un excelente quita estreses de lo más reconfortante.

En fin, todo este rollo macabeo para decirles que existen más probabilidades de que pillen ustedes uno de estos días que en otra época del año. Así que aprovechen. Pero ándense con ojo, la Navidad, además de una incansable fábrica de juguetes, también puede ser una lujuriosa fábrica de bebés, deseados o no. Ojo con beberse hasta el agua de los floreros, no olviden tomarse sus anticonceptivos orales y si practican sexo ocasional con un desconocido usen preservativo siempre. Me pregunto si tanto bebé/sexo se debe a la magia de la Navidad, a besuconas tradiciones como la de comerse a besos bajo el muérdago y a sanas y necesariaas costumbres de supervivencia al invierno de buscar calor humano en el otro, o por el contrario es, sin más, el efecto colateral de demasiados litros de alcohol y la efervescencia de la burbujas doradascon las que brindamos por un mundo mejor.

¡Feliz Navidad!

Que follen mucho y mejor.