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El sexo como necesidad y otras incongruencias de la asistencia sexual

Los días que el cuerpo puede aguantar sin agua, si se deja de beber, son tres.

Entra en una espiral en la que baja la presión arterial, el corazón se contrae menos, envía menos sangre, se da un shock circulatorio y se produce la muerte.

Sin embargo, ninguna falta de sexo lleva al organismo a un punto crítico.

sexo personas discapacidad

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Con este ejemplo, quizás un poco macabro para empezar la mañana, quería reflexionar acerca de algo que se está mencionando mucho estos días.

El debate de si se debería permitir que las personas con discapacidad reciban asistencia sexual.

Y es que uno de los principales argumentos que se utilizan es el de que el sexo es también una necesidad que necesita ser cubierta.

Sin embargo, como comentaba, necesidad es algo imprescindible, como el agua, la comida, el oxígeno que se necesita para respirar…

El sexo, por mucho que se una a esa palabra, no entra en la lista.

Permitir que se convierta en un motivo para aprobar la figura de esos ‘asistentes’ sexuales es abrirle la puerta a una prostitución disfrazada de algo que no es.

¿Cómo no ampliarlo a más sectores de la población si empezamos a levantar la mano? Si damos luz verde, porque consideramos el sexo un derecho básico, puede reclamarlo también una persona célibe involuntariamente.

Se nos cuela la explotación sexual, sobre todo si echamos un vistazo a quiénes reclaman este ‘servicio’: hombres, en su mayoría.

Pero independientemente de la demanda, nadie debería convertirse en un medio para el placer sexual.

Más si la razón por la que presta esa asistencia es el dinero y no el deseo (no me sirve la excusa de que se hace por voluntad propia si de poder dedicarse a cualquier otra cosa, lo haría).

Se tira de esa lástima que puede producir la situación de incapacidad de llevar una vida sexual como la del resto. Pero el hecho de que no sea como la del resto, no significa que no se pueda tener una vida sexual.

Además de que es el equivalente a negar que las personas con discapacidades no puedan considerarse parejas sexuales.

En mi opinión, la solución no está en regular esta asistencia.

Sí en dar con alternativas que permitan a las personas con discapacidad salir más, conocerse y tener espacios habilitados donde poder vivir sus relaciones sexuales (si contamos con un baño para personas con discapacidad, ¿por qué no una habitación de hotel?).

Desarrollar juguetes o herramientas que les faciliten disfrutar de su sexualidad y, por supuesto, dar una formación específica para que sus parejas -y ellas mismas- puedan familiarizarse con su manera de entender el sexo.

Eso es lo que realmente solucionaría su deseo de mantener una vida sexual activa (ojo, deseo, que no necesidad).

De otra manera, lo que estamos haciendo es ponerles un pez sobre la mesa en vez de enseñarles a pescar.

Mara Mariño

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OnlyFans: el truco de la prostitución para captar a las nuevas generaciones

2020 se suponía que iba a ser el año del cambio. El cambio de década, la excusa perfecta para dejar salir nuestra mejor versión.

Para avanzar como sociedad, para reciclar, para comer más vegano, para votar por mejorar. Y OnlyFans ha conseguido que volvamos a retroceder 70 años el tiempo.

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Si ya conoces de qué va (y eres hombre) lo que voy a escribir no te va a gustar. Si no te suena, te diré que es la prostitución que se ha puesto de moda este año.

¿Cómo? ¿Prostitución? Pero si según Google es algo más parecido a una red social que al típico prostíbulo del polígono industrial.

Ahí está su primer triunfo: maquillarlo hasta el punto de que parezca que forma parte de la misma categoría que Instagram o Facebook.

OnlyFans es una plataforma de contenido bajo subscripción. Lo que podría equivaler a una privatización de Instagram para aquellos creadores de contenido que quieran cobrar por su trabajo.

Entonces, ¿cómo ha terminado derivando en un caldo de cultivo para la explotación sexual?

Porque por muy buena que fuera la teoría, esa de ensalzar la obra de pequeños artistas -los creadores-, para el consumo de sus fans, lo cierto es que termina usándose para vender fotos eróticas, ya que el contenido no tiene ningún tipo de censura y son las que más fidelización consiguen.

No solo se queda en las imágenes o vídeos que están a la venta por la cuota mensual que implica la suscripción, conversaciones privadas desembocan en peticiones a cambio de más dinero.

Una investigación de la BBC para el documental Nudes4Sale descubrió que hay incluso menores de edad que venden contenido. Y que los mayores consumidores en OnlyFans son hombres.

Si sumamos ambos descubrimientos, es fácil adivinar qué es lo que más triunfa.

¿De qué me quejo? De que haya un encubrimiento con esto. De que se blanquee lo que viene siendo la versión social de la pornografía, que puede llegar a prostitución con la utópica idea de que es una alternativa real a formarse para conseguir dinero de manera ‘fácil’.

Solo se une en la misma frase empoderamiento y sexo cuando se refiere a la satisfacción sexual de los hombres, el único público que parece ser tenido en cuenta.

Pero, ¿es realmente una libre elección de lo que se hace con el cuerpo cuando solo se toma esa salida para recibir una remuneración económica? Algo que, de poseerla por otros medios, ¿ni se plantearían hacer?

La plataforma quería dar visibilidad a jóvenes talentos, sí, pero a la hora de la verdad, la materia prima más solicitada son los cuerpos, el auténtico objeto de consumo y no una novela, ilustración o canción de la creadora.

Lo que se venden no son proyectos, ideas o ilusiones, son personas y se consumen personas.

Y por mucho que OnlyFans se jacte de su seguridad, ya hay contenidos que se han colgado en otras webs, lo que significa que las memorias de internet se encargarán de que no puedan desaparecer fácilmente.

¿Qué va a pasar con las menores de edad -o incluso chicas de más de 18 que todavía son jóvenes-, que vean cómo una serie de imágenes o vídeos sexuales les frenan a la hora de conseguir un trabajo porque basta poner su nombre en un buscador para que aparezca su foto desnuda?

Te lo digo yo, que serán estigmatizadas y rechazadas para puestos que les interesen, pero recibirán atractivas ofertas de la industria pornográfica o la prostitución. Están reclutando a las nuevas generaciones delante de nuestras narices.

Duquesa Doslabios.

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Videollamadas y pobreza, así ha afectado el coronavirus a la prostitución

Cuando digo que el estado de alarma ha afectado al sexo, no puedo obviar el de pago.

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Si pensaba que las medidas en contra de los desplazamientos, como las amonestaciones, podrían frenar el que es uno de los negocios más populares en España, estaba muy equivocada.

Ha sido algo que me ha confirmado una de las propias mujeres que se dedica a ejercer la prostitución. Es ella quien me cuenta que, por mucho que en los meses de marzo y abril disminuyera el número de clientes, alguno seguía acudiendo infringiendo las normas.

Ante eso, las videollamadas fueron las que suplieron las demandas de quienes buscaban sexo sin tener que salir de casa, esos que no querían jugársela.

¿El precio? Entre 20 y 30 euros que muchas iban juntando para el alquiler. Ya que, como ella misma me confirma: «Nunca dejaron de cobrarnos el alquiler por semana, por habitación…».

«Iba al supermercado con 10 o 20 euros a comprar comida para un par de días», me cuenta recordando que, aunque haya quienes consideren esto una profesión, quienes la ejercen (mujeres en su mayoría) no tienen ningún tipo de protección.

Ni bajas por salud en el caso de que se contagiaran, ni un ERTE que les permitiera un ingreso mínimo.

El miedo a las multas estaba ahí, aunque no a todos les preocupaba por igual. Como ella misma me confirma: “Siempre buscan sexo. Para un putero es muy importante, como una necesidad, por eso pagan”.

Ni la pandemia mundial que ha dejado miles de víctimas era un freno a la hora de conseguir satisfacer sus deseos.

«Me llamaban y decían que no tenían miedo, que les parecía una exageración lo este virus, que en todo caso el miedo era al VIH».

Los cambios de fase han conseguido que vuelva a subir la demanda: «Este mes de mayo ha repuntado. Ya casi no hay videollamadas y vienen en persona«, afirma ella.

Pero, por mucho que pueda continuar ejerciendo bajo el paraguas de la ‘Nueva normalidad’, seguirá formando parte de un sector de la población vulnerable, expuesto a esta pandemia y a cualquier otra circunstancia, sin más alternativa que dedicarse a esto hasta que aguante el cuerpo.

¿En qué fase de la desescalada toca ayudarles con sus problemas y defender sus derechos?

Duquesa Doslabios.

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La prostitución, esa ‘gran salida laboral’ según la Universidad de La Coruña

Desde muy pequeñas aprendemos, cada una a nuestra manera, qué es la prostitución.

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Y, aunque nunca llegues a ponerla en práctica, con los años te das cuenta de que, para muchos hombres, tu cuerpo no es más que una mercancía.

Afortunadamente, con la madurez, y, sobre todo, en la era en la que estamos actualmente con tantas voces de mujeres rebelándose a ser relegadas a meros objetos de usar y tirar, cada vez reivindicas más tu cuerpo. El tuyo y el de tus compañeras.

Porque entiendes que, cuanto más rememos todas en la misma dirección, más libres, independientes y seguras viviremos.

Avanzamos a pasos agigantados, pero siempre habrá quienes quieran devolvernos al patriarcado, a ocupar el eterno segundo plano. Esa jaula con barrotes de oro que dice que, si te metes en ella -desnuda, eso sí-, puedes recibir lo que quieras a cambio.

Y el último ejemplo de ello viene del ámbito universitario.

Bajo el nombre Jornadas sobre el Trabajo Sexual, la Universidad de La Coruña quiere llevar el debate de la prostitución a la enseñanza superior, pero ¿realmente está bien planteado?

Solo hay que echar un vistazo al programa para descubrir que, el hilo argumental de las ponencias, busca legitimar y fomentar una actividad que, en España, no es legal (empezando ya por camuflarla poniéndole un nombre menos denostado).

El hecho de que sea una universidad pública quien ofrezca esto se traduce en dos cosas, la primera, que ha sido financiado con dinero de todos y, la segunda, que pretenden hacer de un acto, basado en la explotación de mujeres, una salida laboral a la misma altura que socióloga, profesora, matemática o periodista.

Pero, ¿que una actividad que no es legal se quiera pintar como una opción seria de futuro tiene sentido?

El último estudio realizado en España sobre la prostitución dejó unas cifras muy esclarecedoras al respecto.

Las mujeres son el 90% de las personas que se dedican a ella. Y, de uno de los programas de comando Actualidad sobre esta práctica, saco otra cantidad impactante, el 96% de ellas lo hacen obligadas, ya sea por proxenetas o porque no encuentran otra manera de sobrevivir.

Es decir, de 100 prostitutas, menos de 14 lo hacen por voluntad propia, por decisión personal, porque quieren o porque les gusta. Todo lo demás es coacción o desesperación por salir adelante.

Por tanto es como si se crean unas jornadas para hablar del enriquecimiento mediante las casas de apuestas obviando conscientemente que, la gran mayoría de personas que lo hacen, terminan con problemas de adicción y arruinadas.

A excepción de ese porcentaje tan ínfimo, el resto de mujeres se enfrentan a una actividad en la que están totalmente expuestas física y emocionalmente, donde son abusadas por hombres que en muchas ocasiones las fuerzan, las hieren y les terminan contagiando enfermedades en el mejor de los casos. Eso si tienen la ‘suerte’ de no ser asesinadas.

Así que por mucho que las jornadas universitarias quieran dar un lavado de cara a la prostitución, lo cierto es que es una ‘profesión’ incompatible con la igualdad.

El programa parece buscar todo lo contrario, darle fuerza a una actividad que somete y esclaviza a las mujeres, aprovechándose de la situación económica de aquellas que están más indefensas.

Quienes han llegado a España para salir adelante o bien han sido traídas como parte de la red de trata de personas.

La prostitución no empodera a la mujer, que no puede poner en su currículum esa experiencia, la paraliza. No le permite desarrollarse profesionalmente o ver proyectada su carrera como en otro trabajo, porque no es un trabajo.

Pienso en mí y en las mujeres trabajadoras de mi entorno. En que hemos sido contratadas en nuestro puesto por nuestra formación. Para la prostitución, en cambio, solo es necesario el cuerpo, que, más que mano de obra, no es otra cosa más que un bien de consumo (del que se abusa hasta el extremo).

Y yo me pregunto que cómo vamos a avanzar en la liberación de la explotación sexual, cómo vamos a erradicar la violencia machista, cuando una universidad quiere normalizar la explotación de mujeres y realmente ofrecerla como una opción de futuro para que sus alumnas (repito, las mujeres somos el 90% del mercado y 96% lo hacen forzadas) vean con buenos ojos la práctica.

Solo hace falta escuchar los testimonios de algunas mujeres que se dedican a ella para entender que no es un trabajo, sino la única opción de sobrevivir. Una vía que es una forma de violencia.

En el momento en el que la dignidad de un trabajador no se respeta, hemos dado con algo que contradice los Derechos Humanos, un motivo más por el que no puede ser considerada, catalogada y mucho menos explicada en una universidad pública como una actividad profesional regulada.

¿Esa es la nueva lección maestra de la universidad pública, que las mujeres dejemos de estudiar, de formarnos, de crecer, de reivindicar igualdad en salarios y que nos metamos a prostitutas para llegar a lo alto?

Duquesa Doslabios.

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¿Eres un putero? Eres ‘una caca’

Quiero darle las gracias a Twitter por hacer que me encontrara con un vídeo en el que aparecían dos boñigas hablando sobre tener sexo con prostitutas.

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«Le follé la cara con tanta fuerza que casi vomita un par de veces, se le saltaban las lágrimas», dice uno de los protagonistas en un diálogo que concentra las frases que se pueden leer en cualquier foro de hombres que frecuentan estos servicios, poco antes de ser pisados por un pie.

La obra de animación de Lula Gómez dejaba muy claro el mensaje: si pagas por sexo, eres una caca.

Es una ingeniosa manera de resumir en 40 segundos por qué la sociedad funcionaría mucho mejor sin puteros. Y si el vídeo no os toca de alguna manera, espero que con mi opinión sirva, por lo menos, para que reflexionéis un poco al respecto.

Para empezar, ser putero es sinónimo de ser egoísta, de considerar que tus deseos valen más que la voluntad de una persona (porque si no pagaras por ello, si pudiera elegir libremente, no podrían tener sexo con esas mujeres).

Porque sí, la base de la prostitución son las mujeres, un 90% frente a un 7% que son transexuales y tan solo un 3% que se dividen entre hombres y niños.

Además de egoísta, también se puede relacionar con sentirse superior. Los deseos sexuales del putero están por encima de todo. De la hora, del estado emocional de esa persona, de su vida diaria, de lo que sea. El putero se acostumbra a la disponibilidad y pide una buena disposición.

Sentirse por encima tiene un riesgo, y es que el putero considera que sus deseos se tienen que cumplir. Independientemente de cuales sean, ya sean bizarros como lamer los genitales de un cachorro o emocionales como recibir besos en la boca y abrazos. Y si no se cumplen, suelen estar dispuestos a que las prostitutas paguen las consecuencias.

Es de sobra conocido que hay una gran cantidad de puteros (las mujeres que se dedican a esto han llegado a comentarlo en este espacio) que ejercen violencia de todo tipo. Física y verbal, llegando incluso a amenazar con el asesinato.

Para el putero la prostituta no es otra cosa que una persona de segunda, algo desechable que escoge, usa y tira como si fuera un producto del supermercado. Nada más que un trozo de carne, un recipiente que utiliza y cambia a su gusto, ya que a la semana, usa otro.

No entra en la mentalidad del putero preocuparse por la situación de las mujeres que se encuentran ejerciendo, una realidad de la que son muy conscientes (la gran mayoría saben que es la pobreza lo que les lleva a dedicarse a la prostitución e incluso que lo hacen coaccionadas) pero pagan igualmente.

De hecho, no buscan ayudar, sino mantener esa esclavitud sexual, que les beneficia, con argumentos como que es la libertad de la mujer la de dedicarse a lo que quiera, que hay muchas que prefieren esto a fregar escaleras o porque consideran que, si no hubiera prostitutas los índices de violaciones se dispararían.

Así que, después de leer todo esto, diría que queda bastante claro por qué ser putero es, como dice Lula, ser una caca. Y diré más, a todos nos gusta encontrar la calle limpia, sin excrementos por el suelo.

Duquesa Doslabios.

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«Un hombre que paga por sexo no está bien de la cabeza»

Dentro de la prostitución: conversaciones con la chica X

Hace poco conocí a la chica X. Sabes de quién hablo. Tú también la conoces.  La que vive en un piso de Madrid, de Valencia, de un pueblo de Toledo con cinco mil habitantes o cerca de la playa. Es esa que te cruzas en el supermercado, en el gimnasio, la que podría tener la edad de tu hija, de tu hermana mayor o de tu novia, cualquiera de las mujeres que te rodean. Aunque esta, en concreto, tiene 26 años, y esto es lo que me contó de su oficio, la prostitución.

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¿Qué clase de protección tienes ante clientes que se niegan a pagar, recurren a la violencia o no quieren marcharse de tu piso?
Yo cobro al principio, si no paga, se va. Varias veces han venido sin dinero o con menos del acordado.
Al último que me hizo eso me dio tanta bronca… Llega y me intenta besar ya en la puerta. Un asco, muy baboso. Le aparto y le llevo a la habitación, le pido el dinero y empieza a tocarse el pene y a intentar manosearme.

Le aparto de nuevo y le pido el dinero nuevamente. Me dice que no tiene. Le grité a mi amiga y entre las dos le echamos. Era un tipo bastante grande físicamente. Le echamos a empujones y una vez en la puerta le golpeamos en la cara.

¿Qué pretendía? ¿Tener sexo sin pagar con una prostituta? Hace poco a mi compañera de piso, un putero le cogió el dinero que le había pagado y se fue corriendo. Le tuvo que amenazar para que volviera a devolver el dinero. Y eso que lo había tratado bien. Yo no me dejo ni tocar, pero ella hace de todo.

Encontramos el lugar donde trabajaba, y se asustó. Cuando regresó le grabamos con el móvil. El hombre parecía un gato asustado corriendo por todos lados. Ella le partió un palo de la escoba en la cabeza. Se lo merecía. Se fue llorando. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué robarle a una prostituta a la que acabas de follar?

¿Ha cambiado tu percepción de los hombres?
Sí, de ver tantas fotos de parejitas o con hijos. Me dan asco. Cada vez que veo a la típica pareja con hijos pequeños en la calle me lo imagino a él de putero. ¿Cómo puedes hacerle eso a tu pareja? Premeditadamente, pagando, buscando. No tienen respeto ni por ellos ni por las personas que tienen al lado. ¿Cómo puedes formar una familia así, bajo la mentira?

¿Cómo vas a educar a tu hijo si eres un mentiroso de serie? ¿Acostarte mirando a los ojos a tu pareja después de haber estado con otra persona? Muchos de ellos son bisexuales, contratan prostitutos incluso.
Aparte no hay más que ver sus móviles y las búsquedas que hacen en internet.

Estoy bloqueada a nivel sexual, no siento deseo, me cuesta hasta con un chico que me gusta. Imagina con los puteros. Nulo. Se excitan hasta con animales. A mi compañera de piso le han preguntado si su cachorro participaba. ¿Cómo se puede estar tan enfermo?

¿Has vuelto a coincidir con tus clientes en otros contextos?
Yo olvido sus caras enseguida, no los recordaría, pero ellos si se acuerdan de mí. Están en todas partes, médicos, políticos, policías, guardias civiles, tipos en el paro, etc. Si he coincidido con ellos no me habré enterado. Creo que si veo alguno con la novia me reiría y le haría sentir mal si ha sido maleducado conmigo.

¿Cómo te ves dentro de diez años?
La idea del suicidio ronda a veces mi cabeza, con más o menos fuerza. Si sigo metida en esto terminaré haciéndolo. No sé, no me veo dentro de diez años. A veces me gustaría poder ver el futuro y saber si estaré viva o no. Todo lo que he tenido que aguantar… No sé. Intento reprimirlo pero ahí está.

¿Tus ingresos te permiten ahorrar/vivir con comodidad o es un oficio que solo te permite vivir al día?
En mi caso no obtengo mucho, pago el alquiler, las facturas y poco más. Pero mi compañera, la yonki, en dos días hace 800 euros y se los gasta en fiesta o de compras, en tonterías. Hay personas que tienen un imán para los puteros y otras que no. Si yo ganara lo que gana ella, podría cumplir mis metas enseguida.
Como dice el dicho «Dios le da pan a quien no tiene dientes».

¿Ves relación entre la prostitución y el machismo?
Más que machismo creo que es una enfermedad mental, hay hombres machistas que no pagan por sexo.
Un hombre que paga por sexo no está bien de la cabeza. Hay chicos de 18 años que ya están pagando por sexo, ¿qué les espera para los 50? Todo el mercado sexual está dirigido a hombres. Estuve en alguna agencia donde había chicos y el 99% de los clientes eran hombres, casados o con novia.

¿Cómo pueden pedirle sexo a una prostituta sin condón o besos con lengua? Están totalmente locos. Tienen una noción distorsionada de la realidad. Incluso te piden abrazos. Las carencias afectivas no se solucionan pagando. Si no puedes generar emociones en personas libres, no esperes que pagando alguien vaya a sentir algo por ti.

Es un encuentro entre personas con problemas mentales, ellos y nosotras. Aunque entre nosotras hay de todo, las que estamos por necesidad porque no tenemos otra fuente de ingresos, las que lo hacen por drogas, las que lo hacen por lujos (las pocas las vip) y a otras les da igual, se excitan con todo pero son las menos.

Buscamos cosas diferentes. Nosotras dinero, ellos sexo/compañía. Entre ellos hay puteros ‘normales’, que buscan sexo y nada más, luego están los que cruzan la línea y pretenden encuentros pasionales, como si fueras su amante. Eso es muy agotador mentalmente, y los que se drogan o piden toda clase de porquerías, son los más enfermos.

También puedes leer aquí la primera y la segunda parte de la entrevista:

“Me acuerdo del primer putero que atendí, un pederasta”

“Muchos puteros se niegan a usar condón y muchas prostitutas lo aceptan” 

Duquesa Doslabios.

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«Muchos puteros se niegan a usar condón y muchas prostitutas lo aceptan»

Dentro de la prostitución: conversaciones con la chica X

Hace poco conocí a la chica X. Sabes de quién hablo. Tú también la conoces.  La que vive en un piso de Madrid, de Valencia, de un pueblo de Toledo con cinco mil habitantes o cerca de la playa. Es esa que te cruzas en el supermercado, en el gimnasio, la que podría tener la edad de tu hija, de tu hermana mayor o de tu novia, cualquiera de las mujeres que te rodean. Aunque esta, en concreto, tiene 26 años, y esto es lo que me contó de su oficio, la prostitución.

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¿Cuál es el perfil de tus clientes?
No hay un perfil, hay tanto hombres de 18 como de 60. Incluso de 70. Una vez un viejo me dijo «te veo fría». ¿Y qué esperaba? Prefiero gente joven porque dan menos asco visualmente. Pero con los viejos no tengo sexo, les pongo excusas. Les hago terminar de otras formas. En la ciudad donde estoy ahora hay más hombres mayores de 40 o 50. Pero a la vez a mi compañera de piso le vienen más de 18 a 40. Cada una tiene su público supongo.

¿Has sufrido violencia o maltrato?
Sí, lo conté anteriormente. También puedo agregar los insultos que me llegan a veces, por mensaje, claro. A la cara nadie te dice nada. O incluso amenazas de muerte. Son muy resentidos los puteros. Muchas veces se obsesionan contigo aunque no te conozcan ni hayan estado contigo.

Como es todo clandestino ni siquiera ellos te respetan. «Eres una puta de mierda» te dicen. Pero soy una «puta de mierda» porque tú me pagas. O sea eres parte del problema, ¿no? Y me sorprende que ellos tan adictos a pagar por sexo insulten. Son personas muy infelices.

¿Te han obligado a hacer algo que tú no quisieras?
Hasta hace poco dejaba que me hicieran cosas que me daban asco, como tener sexo con ellos. Sí, suena raro, pero no quiero y si puedo evitarlo lo hago el 99% de las veces.

Llevo más de un mes sin tener penetración con un putero. Les hago terminar de otras formas y si se enfadan me da igual. No puedo más. Mi cabeza no soporta más.

Ahora por 50 euros te exigen de todo. Y muchas hasta por 20 euros lo hacen. Hay que mentir y decir que sí, que te hago de todo, porque si les dices la verdad no vienen y las facturas hay que pagarlas igualmente.

¿Crees que legalizar la prostitución cambiaría algo?
No lo sé, está muy degenerado todo esto. El uso del preservativo, por ejemplo. Muchos puteros se niegan a usarlo y muchas prostitutas lo aceptan. Eso del francés natural que suelen pedir me parece una asquerosidad. Hasta piden eyacular en tu boca o besos negros. Qué locura, ¡lamer culos de puteros!
Incluso piden la penetración sin condón.

Los hombres se educan mirando porno, y creo que todo el porno debería ser de pago. El fin de semana en un fast food vi a unos niños de 10 años con móviles y ahí me di cuenta. Tienen acceso a tanta información, a porno y a cosas sexuales, que así terminan, trastornados como sus padres.

Todas las peticiones asquerosas de los puteros vienen del porno que consumen. Sobre todo desde que salieron los teléfonos con Internet, que pueden ver a escondidas toda clase de contenido que antes no veían en sus ordenadores por miedo.

No sé en qué cambiaría la legalización todo esto, la falta de cuidado, las tarifas bajas o la droga. Corre muchísima droga. ¿Cómo se legisla esto? El putero va a querer seguir drogándose y pidiendo sexo sin condón.

En Twitter hablas de tu compañera de piso que también se dedica a la prostitución, pero está enganchada a las drogas, ¿es algo habitual entre prostitutas?
Muchas consumen. Hay anuncios que ofrecen «fiestas blancas», porque con un solo putero pueden hacer bastante dinero. De 80 a 100 euros la hora y el putero drogadicto se queda varias horas. A veces incluso días.

Prefieren eso a estar follando con varios tipos al día. Mi compañera se droga porque es una tonta, no puedo decir otra cosa, ellos le ofrecen pero no la obligan. A mí también me han ofrecido y me niego.

¿Te gustaría dedicarte a otra cosa?
Sí, totalmente, estoy en eso. Me parece degradante la prostitución, no se puede defender esto. Creo que solamente la vería válida si una pudiera escoger al hombre con el que se va a acostar, como un ligue pero de pago.

A ninguna mujer le gusta estar con viejos asquerosos, gordos, feos o tipos agresivos. Se me pone la piel de gallina al recordar cuando me penetraban algunos de estos. Me sentía tan mal por dentro…

¿Te han contagiado de alguna enfermedad? ¿Te preocupa que suceda?
A mí por suerte no. Y creo que los puteros a pesar de lo suicidas que son, no se infectan de nada tampoco.
Muchos tienen novia o están casados y piden prácticas de riesgo. O hay una epidemia oculta de VIH o es más difícil contagiarse de una venérea.

Yo pongo condón siempre para todo. Ni los beso ni nada, aunque ellos sí. Te pasan la lengua por el cuerpo y hasta por el culo. No saben separar, una cosa es tu pareja y otra una prostituta.

Aunque me habría gustado escribirlo en un solo post, la conversación con chica X continúa, por lo que dejaré para la próxima semana la continuación de su historia. También puedes leer aquí la primera parte por si te la perdiste.

Duquesa Doslabios.

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«Me acuerdo del primer putero que atendí, un pederasta»

Dentro de la prostitución: conversaciones con la chica X

Hace poco conocí a la chica X. Sabes de quién hablo. Tú también la conoces.  La que vive en un piso de Madrid, de Valencia, de un pueblo de Toledo con cinco mil habitantes o cerca de la playa. Es esa que te cruzas en el supermercado, en el gimnasio, la que podría tener la edad de tu hija, de tu hermana mayor o de tu novia, cualquiera de las mujeres que te rodean. Aunque esta, en concreto, tiene 26 años, y esto es lo que me contó de su oficio, la prostitución.

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¿Cómo empezaste en esto? ¿Podrías contarnos tu historia?
Empecé en esto en mi país. Lo hacía en la calle, comencé siendo menor de edad. En mi casa había muchos problemas y me escapé varias veces. Mi casa no era el mejor ambiente para crecer. No veo a mi familia desde hace muchos años.

Me acuerdo del primer putero que atendí. Un viejo al que tuve que masturbar en su coche. Ahora que lo pienso, era un pederasta. Pero a ellos eso les daba igual. Venían a buscarte entre varios, a veces no pasaba nada, otras sí. Una vez me tuve que escapar de un viejo que se había quedado en «modo violador». Le tuve que apartar varias veces y me fui corriendo del coche porque no se detenía. Hay hombres que se excitan y ya no razonan. Me ha pasado incluso con amigos, o que pensé que lo eran.

Recuerdo los coches pasar, te hacían señas para que te acercaras. La prostitución de la calle debería estar totalmente prohibida por todos los riesgos que corren las chicas allí, a manos de puteros, de «novios proxenetas» y de otras prostitutas. Es un ambiente asqueroso. Y a los puteros les encanta eso, es divertido para ellos ir a buscar prostitutas en la calle. Saben que es ilegal pero van igualmente.

Después de eso terminé en agencias donde te quitaban el 50%. Todas dormíamos en la misma habitación y te cobraban multas por todo: la publicidad, el techo, todo. Al final terminabas prostituyéndote para pagarle la deuda al dueño del chalet. Había muchas menores de edad allí. A mí me rescató un italiano y me trajo a España.

Intento olvidar aquella época, fue la peor de mi vida. No he regresado a mi país, ni pienso hacerlo.

¿Qué es lo más desagradable a lo que te has enfrentado?
En la calle me fui una vez en un coche con varios hombres. No pensé que fuera peligroso y lo fue. No quiero hablar mucho del tema pero bueno ya puedes imaginarte lo que pasó. Cuando se fueron me senté en el borde de la calle, vino la policía por allí y pasó de largo.

Una vez en Benidorm un marroquí, terminó muy rápido. Era eyaculador precoz, le toqué y terminó sin hacer nada. Se puso violento. Pasé mucho miedo también y más sabiendo la fama que tienen. Intentaba empujarlo para que saliera del apartamento, pero me resbalaban las medias de red en el suelo. Le arañé en su cara. Recuerdo mis dedos metidos en sus ojos, se le hundieron. Pensé que iba a quedarse ciego.

Le arañé dentro de la boca. Al final empecé a gritar y se fue. Como tengo las uñas duras creo que le hice daño porque se puso a escupir sangre en la puerta. «No entrará más nadie aquí», gritaba. Son cosas que pasan a veces.

También vienen hombres muy sucios, con el olor a no sé… cebolla mezclada con ajo que desprenden sus axilas. ¿No se dan cuenta de lo mal que huelen? Te dicen que ya se ducharon antes y es mentira. Una vez tuve que salir a vomitar de lo penetrante que era ese olor.

¿Qué es lo que menos te gusta de tu oficio?
No considero trabajo esto, es un medio para sobrevivir nada más. No terminé de estudiar. Tuve trabajos precarios pero terminaba volviendo a esto. No me gusta estar con gente que me repugna físicamente, pero llega el momento de pagar las facturas y me desespero.

¿Hay algo que te guste?
En algún momento me gustaba algún putero, cuando los veía como personas normales. Luego me di cuenta que están enfermos, tienen una adicción sexual. Se pasan el tiempo viendo webs de prostitutas, buscando una y otra y otra. Basta mirar el móvil de cualquiera de ellos. Un putero que se había mostrado interesado por mí había llamado antes a trece chicas. Yo era la última de la lista. Una semana están contigo y la otra con otra chica. Es una obsesión enfermiza.

Aunque me habría gustado escribirlo en un solo post, la conversación con chica X va para largo, por lo que dejaré para la próxima semana la continuación de su historia.

Duquesa Doslabios.

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No son las putas, son los puteros

Desde que empecé a escribir este blog, sabría que llegaría el día en el que me tendría que mojar sobre la prostitución. Abrochaos los cinturones, ahí voy.

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España es el Disneyland de la prostitución en Europa. Ya lo he soltado. Os dije que os sujetarais. No solo somos el país con más demanda del continente, sino que el 39% de los españoles reconocen haber pagado por sexo según los estudios de la Asociación de Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP), editados por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad.

En nuestro país las leyes son bastante generosas ya que la práctica no se encuentra penada, simplemente regulada por los municipios cuando hablamos de ejercerla en las calles. Todo lo demás es campo. Un negocio de cuerpos basado en la explotación sexual de mujeres, demasiado atractivo y rentable como para hacer algo al respecto, ya que son varias las bases sólidas que lo sostienen.

La economía, por supuesto, es la primera. En el momento en el que de casi diez hombres, cuatro están dispuestos a pagar, o han pagado por ello, habrá una segunda persona moviendo cielo y tierra para llevarse ese dinero. Ilegalizarla sigue sin estar sobre la mesa cuando debería ser la primera carta que levantar de esta partida.

Pero claro, no interesa. A fin de cuentas, tampoco está tan mal visto. Ya se encarga la sociedad de que sigamos diciendo «O follamos todos o la puta al río» como cualquier otro refrán.

Para eso se sigue defendiendo refiriéndose a ella como «el oficio más viejo del mundo», una nomenclatura que solo busca arrojar luz sobre un provecho en el que todo son sombras.

¿Lo que refleja? El poder del machismo, el mayor responsable de que la prostitución continúe. Una serie de mentalidades y comportamientos que dejan claro por qué los puteros son la lacra de la sociedad. Y sino, aquí analizo su trasfondo.

    • Quienes defienden la prostitución afirman que los hombres tienen unas necesidades que deben ser satisfechas a cualquier precio sin importar la integridad, estima o respeto hacia la mujer. Para sus protectores, tener sexo es una necesidad vital. La realidad es que las relaciones sexuales no son una urgencia biológica como respirar, beber agua o comer.
    • El placer de la mujer no cuenta en ningún caso. Ya sea dentro del matrimonio o fuera de él, lo único que busca el putero es que se satisfagan sus deseos con quien, normalmente, no podría hacerlo.
    • Las mujeres no somos recipientes sexuales por mucho que la prostitución considere así a quienes lo ejerzan. Reducirnos a meros objetos de placer es rebajarnos colocándonos en un escalón inferior.
    • Los defensores de la prostitución sostienen que es una manera de empoderar a las mujeres cuando solo es una manera de someternos. El dinero no paga más que una violación, porque, recordemos, es una relación sexual que, en otra circunstancia, la mujer no realizaría. Dinero no equivale a consentimiento.
    • Es imposible que la prostitución se considere una manera real de empoderamiento cuando los casos de prostitutas que han conseguido salir del círculo han dejado claro que no es otra cosa más que una espiral en la que confluyen las amenazas, abusos o exposiciones a enfermedades, una indefensión total. Una rueda que termina con miles de mujeres destrozadas física y psicológicamente. Los puteros son capaces de hacer oídos sordos ante eso (la mayoría son conscientes de la situación de las mujeres que les prestan sus cuerpos) demostrando, una vez más, que siguen siendo ellos quienes están por encima con sus deseos.
    • No existe la puta feliz. Es un mito que esgrimen algunos partidarios para defender que la práctica continúe. Pero lo de que hay quienes se meten por decisión propia solo es una cortina que nos pinta de rosa una realidad cruda tras la que solo hay sufrimiento. Quienes ejercen la prostitución se han visto coaccionadas, empujadas por pobreza, por traumas, adicciones… Es una decisión a la que se ven más obligadas quienes pertenecen a minorías étnicas o carecen de oportunidades laborales. De pasados y presentes destrozados se ha erigido un negocio que sigue destrozando personas sacando provecho de ellas.

La prostitución, pagar por tener sexo, no es un derecho. Pero sí es un derecho no estar sometido a esclavitud, torturas, penas, tratos crueles, inhumanos o degradantes, un artículo que forma parte de la Declaración Universal de los Derechos Humanos al que se le ha puesto precio cuando, es también un derecho humano trabajar en unas condiciones justas y favorables.

Duquesa Doslabios.

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What happens in Vegas stays in Vegas

Querid@s,

Así da la bienvenida al visitante la urbe del pecado fabricada a base de cemento, luces de neón, casinos, barras de striptease y sueños en la que diversión y dinero son los únicos dioses a los que adorar. Las Vegas literalmente parece de cartón piedra cuando uno la pisa por primera vez y la contempla de lejos mientras se aproxima a su locura. Precisamente por la sin city me dejé caer el pasado fin de semana. Yo y otros tantos miles de turistas, pues Las Vegas es el destino vacacional escogido para lunas de miel, escapadas románticas y cómo no, para las consagradas parrandas en las que parece que el lema sea que el mundo se va a acabar mañana y hay que tirar la casa por la ventana.

Todo parece posible en la ciudad del pecado. Salvo matar

El ritual es casi siempre el mismo aunque cada uno vaya a lo suyo; hoy toca desfasar y mañana tocará recuperarse como buenamente se pueda con la esperanza de que los pasos propios le guíen a uno de nuevo a otro puerto en el que pecar. La mayoría de los que se acercan hasta las Vegas lo hacen casi siempre con el fin de desinhibirse (algunos ya vienen desinhibidos) y luego aquí no ha pasado nada. What happens in Vegas stays in Vegas, ya se sabe. Rendición y pecado, eso es Las Vegas. La lujuria, la primera de ellas. La soberbia del cliente que a golpe de tarjeta puede comprar todo lo que se le antoje. La envidia de carnes prietas y cuerpos que rezuman juventud. La pereza del mirón que delega su placer en los juegos sexuales de otros. La avaricia del que quiere beberse la noche y fundirse hasta el último gramo de cocaína. La gula saciando adicciones en cualquier parte. La ira de aquel para el que la rendición a estos pecados es solo un sueño inalcanzable.

Un paseo por el Strip

En la calle más transitada de Las Vegas, The Strip, se suceden letreros de neón de hoteles-casinos y barras de striptease que invitan tanto a hombre como a mujeres a disfrutar del espectáculo. Abundan fiestas maratonianas que no defraudan donde se sirven botellas de fino champagne cuyos precios pueden sacarle a uno los ojos de sus órbitas y casinos con opciones de juego que pueden arruinarte o convertirte en millonario en solo una noche. ¿Alguien da más?

En Las Vegas, y no solo en el Strip, todo es una aventura fascinante en busca de ese sueño americano que uno ya no sabe ni en qué consiste. Al menos yo ya no lo sé. La ciudad del pecado es un tótem, un homenaje a los días de las juergas de drogas, sexo y alcohol sine díe y sin duda simboliza el exceso más o menos legalizado. Neones luminosos que anuncian burdeles y barras de striptease. Una ciudad paradójica en la que a pesar de vender sexo continuamente, la prostitución es ilegal.

La ciudad es un paraíso para el hedonista. También para empedernidos ludópatas, juerguistas, puteros, putas o millonarios a los que les sobre el dinero y deciden desprenderse de un buen fajo de billetes lanzándolos para histeria colectiva del resto de los mortales a la piscina de la pool party del club Encore, por ejemplo, mientras pincha David Guetta.

¿Qué pasa realmente en Las Vegas?

Quizá tendría más sentido plantearse la pregunta de otro modo. ¿Qué no pasa en Las Vegas? Que le pregunten al staff de los hoteles que han visto desfilar todo tipo de personajes y sido testigos oculares de las situaciones más inverosímiles. Los empleados hablan de tener que enfrentarse en sus tareas cotidianas de limpieza a preservativos usados, vómitos, jeringuillas, suites literalmente arrasadas y todo tipo de basura que abandonan huéspedes insensatos y desconsiderados. Seguramente colocados con cocaína o alguna novedosa sustancia psicotrópica. Otros empleados comentan cómo la gente practica sexo en público, en medio de la sala de juegos de algún casino o en las piscinas de los hoteles.

Bajo esa imagen de glamour y diversión que ofrece Las Vegas a primera vista, que no te engañen. La ciudad oculta, y no precisamente en sus profundidades, una realidad oscura y camuflada que ríete tú de la edulcorada trilogía de “Resacón en Las Vegas”. En el submundo de la ciudad siguen abundando excelsas orgías amenizadas a base de drogas de diseño, esclavismo sexual y campamentos subterráneos de mendigos. Estos son otros mundos, pero no olvidemos que también están en Las Vegas.

¿Qué queréis que os diga? Sí vi excesos, muchos y de todo tipo. Vi cómo un americano que celebraba su cumpelaños se fundía 50,000 dólares en una enorme botella de Don Perignon. Contemplé bajarse de una limusina a un caballero acompañado de al menos 7 escorts. Admiré con envidia un par de bellezas mulatas contoneándose completamente desnudas y tapadas únicamente por cubre pezones dorados que aceptaban ser retratadas junto al turista por el módico precio de 5 dólares. Me escandalicé al ver como un joven masturbaba a una joven en una piscina atestada de gente. Pero del mismo modo observé parejas tomando una copa tranquilamente, grupos de amigas paseando por el Strip y familias disfrutando de un picnic de domingo en el Red Rock Canyon. Un padre de familia afirmaba con rotundidad que Si nos olvidamos del Strip, Las Vegas es una ciudad maravillosa y tranquila. Aquí he criado a mis hijos.  

Las Vegas es un microcosmos único en el que convive lo más indeseable y florido de Estados Unidos, y parte del extranjero Y en ese espectro de la sociedad se entremezcla todo lo demás. Para bien o para mal Las Vegas es única y sería una pena que te perdieras el libertinaje de sus noches y el exceso en todas sus versiones posibles. Si tienes tiempo (y dinero) pasea por las calles de la ciudad con más pecadores por kilómetros cuadrados de América y que sea lo que Dios Quiera. Y respira tranquil@, la ciudad sabrá guardar tu secreto.

A follar a follar que el mundo se va a acabar.