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Obscenum, Madrid ‘on fire’

Querid@s,

¿Qué les parece esta sinopsis?

Obscenum«Efe, artista de la fotografía erótica, atraviesa una crisis profesional, emocional e incluso sexual desde que Eme, su modelo y musa, le ha abandonado. En el camino de su recuperación, Efe habrá de cruzarse con Perla, una sofisticada ama de casa que combate el aburrimiento con la promiscuidad, Alfa, un actor porno que redondea sus ingresos alquilando su cuerpo, y Junior, la antigua amiga, amante y confidente de Eme que habla de sí misma en masculino y está, por tanto, convencido de que las personas somos, más allá de nuestros genitales, cabeza y corazón. Juntos o separados, pero especialmente juntos y revueltos, los personajes de “Obscenum” parecen vivir la vida al límite, siempre bajo la máxima de que el amor es la única perversión a la que no conviene nunca abandonarse.» 

¿Impúdica, torpe, ofensiva al pudor?

Es la trama de la obra teatral Obscenum. En cartelera desde el pasado 19 de noviembre, está escrita por José Cruz y cuenta con las canciones de Diego Domínguez. Podrán disfrutarla, si quieren, hasta el próximo 10 de enero. Desde la butaca 3 de la fila 11 del Teatro Galileo me empapé hace unas cuantas noches de esta chocante y divertida mezcolanza de drama, comedia y musical sobre un mismo escenario en el que a los cuatro protagonistas les sobra las vestiduras, la vergüenza y los prejuicios. Quizás por ello, los cuatro se enfrentan a sus luces y a sus sombras desde la transparencia de sus desnudos (sin photoshop) y la desnudez de la palabra. Y los actos sinceros.

¿Recomendable? Si no le gusta que le provoquen, si no le gusta escuchar la palabra coño o polla, o no le gusta ver ninguna de estas cosas en vivo y en directo, no vaya. Ahorrese el disgusto, deje libre la butaca para el que no le hace ascos a las obscenidades, e invierta los 18 euros que vale la entrada en menesteres de su gusto. Si por otra parte no le importa ver desnudos imperfectos pero reales, si quiere ver juntos y revueltos a Alfa, Efe, Eme y Junior y le seduce la idea de que le escandalicen, déjense caer por el teatro Galileo.  No sé si les gustará (eso no lo sabe nadie), pero les garantizo que no será un espectáculo convencional. Y juzguen ustedes mismos.

La cosa va de obscenidades. 

De historias indecentes, impúdicas

De personas deshonestas, inmorales, procazes, concupiscentes,

Relatos pornográficos, lúbricos

De actos sucios y escabroso

Cartel Obscenum

No esperen una historia de príncipes y princesas azules. Eso sería demasiado peligroso. Ya me contarán.

Que follen mucho y mejor.

El arte de decir guarradas en la cama

No es que se lo haya preguntado a todo el que conozco, ni mucho menos, pero la gran mayoría de personas con las que sí que lo he hablado coinciden: decir guarradas durante el sexo mola y es una práctica bastante habitual.

El repertorio es tan amplio como el mundo y su alcance depende de muchas cosas: el grado de excitación, de conocimiento de la otra persona, la experiencia, el nivel de intimidad, si se es más o menos tímido, etc. La lista es interminable.

susurros en la camaPero si hay algo de lo que no hay que fiarse en este asunto es del aspecto y las apariencias. Alucinada me he quedado con la sarta de barbaridades que han soltado por esa boquita algunas a las que tenía por auténticas mosquitas muertas. Y resulta que luego, en horizontal, les salía la fiera… Respecto a ellos, exactamente lo mismo.

Entre las chicas, según muchas de ellas admiten, lo más socorrido es recurrir a los comentarios sobre las virtudes del miembro viril de su compañero. Hacer referencia a lo mucho que les gusta el uso que hacen de él es otro de las clásicos, junto a las mil y una formas de pedir “más guerra”, ya sea a modo de orden o de súplica, de grito o de susurro, en plan dominatrix o princesa de cuento. A ellos, por su parte, les encanta oírlo y suelen ser muy descriptivos, tanto en sus peticiones como en sus ofrecimientos.

En cuestión de sexo, y ya metidos en faena, cuanto más explícito se sea, mucho mejor. Decir obscenidades puede ser realmente excitante, pero ojo, si usamos palabras que normalmente no utilizamos o con las que nos sentimos incómodos, puede resultar ridículo y chocante. Y si ese momento llega, el fracaso está asegurado.

Por supuesto, habrá a quien le ponga nervioso/a tanto parloteo o simplemente le resulte escandaloso. A esos les diría que no pasa nada, que sobre gustos no hay nada escrito, pero que un poco de cháchara nunca viene mal. ¿Vosotros sois de los primeros, o más bien de estos últimos?