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‘La literatura erótica puede hacer que la pasión entre una pareja vuelva a ser la que era’

Si al preguntarte por literatura erótica lo primero que me puedes mencionar es 50 sombras de Grey, déjame decirte que es el momento de que conozcas a Patty McMahou.

La escritora de Con faldas y pelirrojo, Muchos apellidos… y yo solo quiero un vasco u Olvídate de la lotería y deja que te toque yo son algunas de sus novelas eróticas que combinan lo mejor de los dos mundos: mucho sexo (y muy buen contado) y un gran sentido del humor.

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Son las obras perfectas para pasarlo bien de verdad, como cuando te encuentras en la cama con alguien que, además de compartir un polvo fantástico, si pasa cualquier cosa enseguida te hace reír.

Orgasmo y risas, la combinación ganadora.

Patricia Hervías dice que tiene una parte «cómica y canalla», pero canalla bien, no canalla estilo el tío que te hace ghosting y llama «bro» a sus colegas.

Y, como mujer que escribe de sexo, no le han faltado tampoco los clásicos estereotipos relacionando su vida íntima con su profesión, como es el hecho de que hayan podido insinuar que es «una fiera» en la cama.

Que es algo así como dar por hecho que un periodista deportivo va a ser un auténtico crack en los deportes, para que te hagas una idea…

«Lo cierto es que casi siempre que hablan de ello estoy con mi pareja y lo miran a él sonriendo… Ya sabes, intentando encontrar ese ‘código’ masculino que yo no comprendo y que él no sigue», me dice Patricia.

«Sin embargo, las veces que lo han hecho siempre he respondido lo mismo: “Menos mal que no escribo novela negra/policiaca si no, estarías cagado cada vez que abrieras mi congelador”».

¿Y lo mejor? Que a la hora de inspirarse para escribir sobre escenas o prácticas, no le inspiran las películas porno.

Como escritora de literatura erótica, ¿te sientes limitada de alguna manera?
Yo no me siento limitada, pero aún te limitan públicamente. Durante mucho tiempo, y no quiero echar la vista más allá del siglo XX, a esto se le llamaba ‘literatura para mamás’. Creo que con eso te he contestado. Personalmente sé que soy capaz de hacer cualquier cosa.

Mi profesión me ha llevado a estar en radio, como guionista, coordinadora de equipo de copys, periodista de viajes, articulista sobre historia y mucho más. Pero sí, cuando intentas hablar profesionalmente de ello, sientes que te miran de manera diferente. Nos continúan menospreciando por ser escritoras (mujeres) de novela romántica erótica, a los hombres se les sigue mirando como grandes escritores, a pesar de que es una de las que más se vende en este país. ¿Qué se le va a hacer?

¿Qué suele ayudarte a inspirarte para crear personajes?
Mis personajes suelen ser personas normales. Gente de calle con vidas reales, historias que me han contado, otras que he oído mientras tomaba un café o una cerveza… Si pones el oído al lado de un grupo de chicos o chicas solos, te asombrarías de las maravillosas historias que puedes crear: machismo, feminismo, drama, burradas varias. Eso sin contar las que te cuentan amigos o conocidos.

¿Y cómo creas situaciones de alto contenido erótico entre ellos?
Ahora, en cuanto a hacer que sus historias sexuales sean compatibles, ahí es cuestión de profesión a pesar de pensar que quizás todo lo basamos en escenas de películas porno. Y aunque sí que he visto, este tipo de películas me inspiran bastante poco o nada para escribir.

Me gusta más pensar en situaciones que pueden ocurrir en cualquier momento entre una pareja libre que se desea, habla y está de acuerdo en todo lo que hace. Pasando después, poco a poco en su crecimiento como personajes, a conocerse y saber lo que uno u otro desea y convertir un momento sexual en uno sexy, loco o sorpresivo.

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¿Dirías que sinónimos del pene hay infinitos mientras que los de la vulva y la vagina son más limitados?
Diría que muchos de los sinónimos son ofensivos, quizás hasta incomprensibles, ridículos o hasta enigmáticos en un intento tonto de continuar con aquella candidez que se nos presuponía, y algunos/as siguen presuponiendo. Pero vamos, que hay cientos de ellos y es cierto que, si nos ponemos a ver algún ejemplo, la mayoría describe o a bivalvos con forma bastante desagradable o a partes de animales (pata de camello), a vegetales (¿coliflor?).

Cosas como: zanja, canalón, mondongo… Podría seguir hasta llegar a los que son más ‘intensitos’ como ‘fuente de la vida’… A ver, sí que hay, el problema es que o es feo, o es secreto o de aquella manera que a veces ni apetece usar ninguno y es mejor decir vulva o coño.

¿Hay machismo en la literatura erótica o es un espacio donde las escritoras reflejan mayor igualdad en las prácticas sexuales que narran?
Sigue habiendo machismos en la literatura erótica, aunque yo lo veo de otra manera. Sí que es cierto que durante mucho tiempo se esperaba que la protagonista fuera ‘salvada’ por el gran hombre que haría que su vida fuera muchísimo mejor que hasta el momento. Aunque quiero creer que, como toda fantasía, se sabe perfectamente que el ‘malote’ de la novela es un estereotipo o que el ‘mafioso’ de turno solo es una fantasía erótica.

Personalmente no me gustan ese tipo de historias o estereotipos y me gusta demasiado hacer a la pareja igual. Quiero decir, tal como preguntas, con los mismos deseos, las mismas peticiones y no hacer que el hombre sepa exactamente cómo, qué y cuándo ha de hacer todo lo que tiene que hacer para hacer ‘feliz’ a la protagonista. Vamos, que ella misma sepa exactamente de qué manera ha de conseguir su propio orgasmo pidiendo claramente lo que desea.

En tu opinión, ¿cuáles son las ventajas de leer literatura erótica?
Comenzando por que leer es una ventaja, hacerlo leyendo libros de literatura erótica, quiero creer que hace que nuestra imaginación vuele y que intente probar cosas nuevas, si nunca se ha hecho. Puede hacer que la pasión entre una pareja vuelva a ser la que era. Porque sí, leer en pareja novela erótica puede convertirse en un juego más entre ellos. Creo que las ventajas son múltiples y beneficiosas, como un complemento vitamínico.

Mara Mariño

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Por qué a tu próxima cita deberías llevar una novela erótica

Mi primera paja literaria fue con Memorias de Idhún de Laura Gallego García. Jack y Victoria, los protagonistas, se daban un apasionado beso entre rocas.

Daba igual que fuera una novela juvenil, mi calenturienta imaginación adolescente hacía -o imaginaba- el resto.

Muchos años después, me animan a hacer algo revolucionario: compartir esos fragmentos que uso en la intimidad con alguien más.

cena romántica cita

PEXELS

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Son las 11 de la mañana, varias periodistas nos reunimos gracias a Lelo, la marca de juguetes sexuales, en el Museo Chicote.

Es ese local de Gran Vía, por el que has pasado 500 veces por delante y, si eres millennial, como yo, seguramente no hayas entrado.

El lugar por dentro huele a ligoteo, a madera por sus bancos enfrentados (para hablar con el de al lado rompiendo el hielo), a ganas de sexo y a baños que cuentan historias de no poder aguantarlas.

Y si no, ya me las imagino yo mientras Valérie Tasso nos lee un fragmento de Diario de una ninfómana, su best seller.

El objetivo del encuentro es ‘convencernos’ (así entrecomillado, porque más que un convencimiento es una sugerencia para inspirarnos) de que deberíamos compartir la literatura erótica, como si fuera un masajeador para él y para ella.

La escritora y sexóloga tiene tablas no solo en esto de leer para excitarse, sino en escribir para que sus lectores lleguen a ello.

«¿Cómo se describe un orgasmo si el orgasmo no tiene palabras? Es inefable», señala como uno de los retos de escribir este tipo de novelas.

No le ha hecho falta, en el metro volviendo a casa, mi amiga y yo recordamos una de las escenas de su libro, en la que la protagonista tiene sexo con un desconocido que se cruza por la calle.

«El reto de normalizar» es otro desafío que destaca Patty McMahou, otra escritora invitada.

Aunque el objetivo de sus libros lo tiene claro, y no es solo que nos vuele la imaginación cuando narra una escena en la que una pareja se lo monta sobre una silla.

«Quiero que la gente se divierta con el sexo», afirma.

En mi opinión, la diversión estaba garantizada cuando me imaginaba las caderas de su protagonista revolviéndose en el asiento mientras le practicaban sexo oral.

Ya no sé si es por la subida de las temperaturas en Madrid o la lectura de la escritora, pero de repente ponen al máximo el aire acondicionado de Museo Chicote. No vaya a ser que nos calentemos de más.

Aunque a lo mejor el mayor reto, es el de dejar de considerar la novela erótica un género de segunda.

Quizás porque, como comenta uno de los asistentes, puede ser debido a que es de los pocos en los que la mujer ha tomado las riendas: ya no es solo musa, sino artista (y ya sabemos que no es que nos pongan precisamente las cosas fáciles cuando queremos el rol que toma la iniciativa en vez del pasivo).

Ambas escritoras defienden la literatura erótica como un complemento más que podemos usar para nuestro propio placer.

Valérie siempre prescribe orgasmos -cuanto más nos masturbemos mejor, según la sexóloga-. Aunque bien sabe que «si te das placer, estás más predispuesta a ofrecerlo«.

Pero también recomienda leernos un fragmento de literatura erótica en pareja, porque, como ella misma afirma «es la promesa de lo que va a llegar«.

Y aunque he visitado mi pasaje de Memorias de Idhún más veces de las que me atrevo a confesar, sé que tendría un giro nuevo que me lo leyera en alto alguien más.

Despacio, al oído, mientras me baja un tirante o me retira el pelo del cuello.

Las palabras tienen el poder de construir una realidad, por eso cuando escuchamos un texto erótico nos excitamos. De una manera estamos recreando esa vivencia en nuestro cerebro.

Y es una ‘película’ mucho más interesante que la que nunca se podría ver en la pornografía. Porque es tan rica de detalles como parca en imágenes, las mismas que tienes que dibujar tú.

Salgo con ganas de contar, para mi próxima cena, con unas velas y un plato de pasta -por ejemplo-, pero también con un libro en la esquina de la mesa. Uno que me despierte, desmelene, asalvaje, provoque y avive.

«Es una gran herramienta para recuperar el deseo en la pareja. Hay que romper el cliché de que es para una misma», afirma la escritora.

Ella misma nos recuerda que la sexualidad no está escrita en piedra. Es algo plástico que va cambiando de la misma manera que lo hacemos nosotros.

Por eso mismo, lo que antes podía horrorizarnos, puede generarnos ahora curiosidad y ganas.

Lo que hay que tener claro es que en nuestra mano está disfrutar por partida doble (o triple o cuádruple) esta literatura subversiva, que quiere dinamitar la moral en la que aún nos vemos envueltas.

Además que sean mujeres que lo hagan -y que animen a hacerlo-, que somos las que vivimos más encorsetadas todavía por los valores de la sociedad en la que todavía es tabú hablar del deseo femenino, es tan inspirador de ver como estimulante.

«Las mujeres hemos empezado a hablar sin pelos en la lengua de nuestra vida sexual», dice Valérie. Y ya lo hagamos nosotras o lo hagan otras en forma de libro, nos excita.

Mara Mariño

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Lecturas eróticas que les recomiendo para leer con una sola mano

Querid@s

Pongamos en marcha la mente, intentando cumplir aquello de Mens sana in corpore sanoEjercitemos pues la mente y el alma con un poco de literatura erótica. No hablaremos en este post de Corín Tellado, ni de la creadora de las sombras de Grey, ni de otros colegas afines, sino de esas obras maestras tan poderosas que a todos recomiendo encarecidamente, pues marcaron un antes y un después en mi vida amatoria sexual.

Lysystrata

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Lysystrata es una obra de teatro escrita por Aristófanes que tuve la suerte de leer allá por Octavo de la lejana E.G.B. Sexo, Guerra y Humor, el trío calavera. Aquella sacerdotisa del amor que llevaba por nombre Lysystrata y sus secuaces deciden poner a pan y agua a sus hombres con fines pacíficas, un NO A LA GUERRA en toda regla. Al final los hombres, que llevan una eternidad sin comerse un colín, no se aguantan más las ganas y  comparecen ante sus contrincantes dispuestos a negociar completamente erectos. ¿Se imaginan? Abandonan las armas para entregarse a los brazos del sexo y del placer. ¡Ojalá!

Con Lysytrata aprendí que es increíble como sí sabemos cómo, cuándo y con quién las armas de mujer son letales y mortales. Nuestras armas de mujer, que precisamente no son ni blancas ni de fuego, son más poderosas y potentes que un ejército con tanques, fusiles y misiles.

Kamasutra, Vatsyayana

El Kama Sutra es un fascinante libro/catalogo/tratado sobre el amor y el sexo, escrito por Vatsyayana. Es un auténtico curso intensivo sobre las infinitas posturas habidas y por haber para dar y recibir amor en forma de posturas sexuales, muchos de ellas solo para acróbatas. Es imposible dominar todas las posturas, pero tómense su tiempo, la práctica lo es todo. Personalmente, yo me embarque en su lectura, más bien fue una intermitente consulta, hace unos años. Quería darle una sorpresa especial a un chico especial. Entre los dos estudiamos y pusimos en práctica con mucho amor y absoluta dedicación y constancia diaria, las enseñanzas de Vatsyayana. Os confieso que nunca fuimos maestros de estas artes, pero sí unos discípulos muy entregados. Imagino que de haber estado vivo Vatsyayana nos hubiera dado matrícula de honor. En algo sí fui la empollona de la clase.
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Historia de O

Que sepan que el BDSM (Bondage, Disciplina y dominación, Sumisión y sadismo, Masoquismo) no nace con Cincuenta Sombra de Grey. Con la lectura de Historia de O durante un Erasmus con fecha de caducidad, juventud y mucho por vivir, me adentré en el oscuro mundo de estas prácticas sexuales poco católicas y convencionales. La sumisión, siempre VOLUNTARIA del cuerpo, la dominación de un sexo sobre el otro no es malo, incluso es divertido y muy excitante. Pero sólo en el sexo. Fuera de la cama, nada de dependencias de ningún tipo. Ni hablar del peluquín.

Pauline Réage, la autora, era una mujer de armas tomar, una mujer que se adelantó a su época. Si hoy sorprende Historia de O, imagínense cuando estalló en forma de bomba sexual arrasando en los ambientes más puritanos de una sociedad en post guerra. Por aquel entonces la lectura de este libro transcurría en la penumbra, la censura cómo no se cebó con ella…Hoy podemos disfrutarla incluso desde ese invento tecnócrata llamado ebook.

Lolita

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Lolita, lejos de ser un motivo para LOL (“Laughing Out Loud”, reírse a carcajadas) habla de vicios, obsesiones, perversiones y belleza. Lolita me impactó: el sexo es precioso y el amor también, pero no debemos confundir estos términos como lo hacen los protagonistas. Os dejo con la incógnita del argumento y sólo una mirilla: los fantasmas de un frustrado amor de adolescencia, la atracción por las nínfulas y el incesto. Porque nadie es perfecto, los protagonistas de esta novela tampoco lo son.

«Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.»

Las edades de Lulú

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Las edades de Lulú (1989) de Almudena Grande es la biografía de otra lolita quinceañera que inexorablemente sucumbe a la atracción de Pablo, un hombre mayor que ella. Creo que Lulú y yo hubiéramos hecho muy buenas migas, siempre quise tener una amiga mucho más atrevida y arriesgada que yo. Lulú se deja llevar, no tiene complejos de ninguna clase, su curiosidad es infinita.

La canción de Nora

En el mundo del porno femenino, el nombre de Erika Lust está en boca de todos. La directora sueca afincada en Barcelona también se atreve con el arte de la pluma y hace un par de años publico esta novela. La Canción de Nora habla de una de esas jóvenes que quiere hacerse un hueco en el mundo del cine. Además de la  lucha por buscar su sitio y hacerse un hueco en el mundo del cine, cuando menos se lo espera, aparecen dos hombres para complicarle un poquito la vida: Xavier y Matías.

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Dos Hombres con un mismo destino. ¿Lucha de Gigantes? Xavier, sexy, pijo, sofisticado, triunfador, pretencioso y pedante versus Matías, argentino, atractivo, misterioso, soñador y bohemio. Hagan sus apuestas y ¡Que gane el mejor! Espero que Nora elija bien, apostar por la persona equivocado puede convertirse en un best seller como La Historia Interminable (más bien el cuento de nunca acabar).

Espero que hagan los deberes y que con estas lecturas recomendadas enriquezcan sus conocimientos sexuales, los mimen con humor y colmen de deseo sus mentes para ejercitarla, no vaya a ser que nos ocurra como a ese cinéfilo empedernido que en algún momento de amnesia, quizás selectiva, confesó que Existen dos cosas muy importantes en el mundo: una es el sexo, de la otra no me acuerdo 😉, Woody Allen.

¡Que follen mucho y mejor!

Un libro sobre sexo: Cuando el negro se hace rosa

Querid@s,

Hoy quisiera compartir con ustedes un libro sobre sexo. Cuando el negro se hace rosa es un retrato deconstruido en colaboración donde cada pieza es independiente, pero que juntas crean un fresco panorámico y delicioso. Este libro-objeto es un homenaje al erotismo y a la sexualidad de la mano de 10 artistas: Amaia Arrazola, Paula Bonet, Ricardo Cavolo, David de las Heras, Maria Herreros, LyonaIvanova, Mariadiamantes, Sergio Mora, Conrad Roset y Chamo San. 

Un libro de sexo. Ya nos lo advierten sus 10 autores (y amigos entre ellos) en el escueto aviso para navegantes de la contraportada de ‘Cuando el negro se hace rosa‘ (Lunwerg). Cda uno de ellos usa el dibujo o la pintura para expresar a su manera su experiencia interior y experimentan con el erotismo, con el objetivo de construir la más sugerente de las ficciones de una sexualidad expresada de manera muy particular en cada caso.

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A medida que el lector-espectador va pasando página, coitos, orgías, amor lésbico, masturbación, caricias y besuqueos, y fantasías sexuales van revelándose en forma de acordeón sexual. Podría confundirse con un recopilatorio de posturas sexuales, una suerte de Kamasutra en negro y rosa, pero realmente es un decálogo de escenas eróticas y sensuales, cada una obra de uno de los coponentes de esta nueva generación de ilustradores.

La idea surgió en una cena de las pasadas Navidades. Pensat y fet. Ahí mismo decidieron que el libro iría de sexo, apostando por el bitono en negro y rosa. Además tendría forma de instrumento musical, de acordeón para ser más precisos. Se serviría al lector guardado en un elegante estuche negro. Una ilustración por página y en el reverso de cada una, un texto (narrativo, abstractos, poéticos, surrealistas) u otros guiños.

Y así cada loco con su tema.

LYONA

Por qué negro y rosa? Son los colores de las zonas erógenas de la antomía humana: labios y pezones, según afirma la propia Lyona (nombre artístico de Marta Puig). Ella se atreve con una orgía casera en mitad del salón en la que una botella vacía parece estar a punto de caerse al suelo, un felino voyeur observa desde el sofá.

Lyona añade «Busco su boca. La muerdo y lo enveneno. Agonizando, mete su mano dentro de mis bragas y encuentra su perfecta madriguera. Acaricio su cola. Agonizamos los dos. Ella, que sigue detrás de mí acariciándome, se estremece al sentir el animal dentro de ella. La tiene bien cogida y no permitirá que se escape».

CONRAD ROSET

La expresión de las caricias entre dos cuerpos es la creación de Conrad Roset. En su reverso, apenas escribe: ‘Los amantes’ sobre un fondo de cuerpos. Roset es de los que piensa que una imagen vale más que mil palabras.

MARIA HERREROS

Maria Herreros  nos deleita con una explícita estampa erótica japonesa. El texto que acompaña: «Buenas noches, mi coñito; me voy a acostar y pajearme hasta acabar. Escribe más y más sucias cosas, querida. Acaricia tu coñito mientras me escribes para hacer peor y peor lo que escribes. Escribe grandes las palabras obscenas y subráyalas y bésalas y ponlas un momento en tu dulce sexo caliente, querida… haz más si quieres y mándame entonces la carta, mi querida pajarita folladora». Lo que escribe es un fragmento de una de las epistolas que James Joyce envió a su esposa, Nora Barnacle.

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MARIA DIAMANTES

Mientras la ilustración de Maria Diamantes dibuja el placer de la masturbación femenina. En el reverso no pone nada, sólo un pequeño clítoris rosa rodeado dos palabras. Amor mío.

MASTURB

PAULA BONET

Paula Bonet dibuja esta escena lésbica y escribe: «La humedad y el calor te retendrán conmigo; entra muy dentro y tiembla. Y el juego empezaba una vez desdoblados. Mi sexo en tu cara y el tuyo en la mía. Tus dientes presionan muy fuerte mi coño. Tu lengua en mi lengua, tu leche en mi boca. Lametazos en la noche del tacto. Pero primero que muerdan tus manos mi piel como muerden mis labios».

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AMAIA ARRAZOLA

Amaia Arrazola muestra las fantasías sexuales y sueños eróticos de aquellas personas que se tiran toda la noche pensando el uno en el otro, pero al final nunca pasa nada. Estas son sus palabras: de acompañamiento «Follaban en la ducha. Follaban en la mesa, encima de una silla, en el sofá. Durante horas que parecían minutos, durante días que parecían horas. Lo hacían por la mañana al despertar, después de la siesta y antes de cenar».

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Atrévanse con este libro de sexo en el que cada artista ―desde su imaginario personal― aporta un detalle, un momento, una instantánea, creando un conjunto de escenas eróticas o sexuales que cuentan una bonita historia con final feliz. Y por sólo 25 euros.

Que follen mucho y mejor.

‘Galatea’ y el sexo en la literatura no erótica

Por primera vez, hoy tenemos firma invitada en este blog. Todo surgió a raíz de la noticia que leímos hace un par de días sobre la publicación de Grey, la nueva entrega de la serie Cincuenta Sombras, a la que la crítica ha destrozado por considerarla, entre otras cosas, profundamente sexista. Varios amigos tuvimos un intenso debate sobre estos libros, y aunque acabamos saliendo por peteneras, mi compañera Melisa Tuya (autora del blog ‘Madre reciente (cada vez menos)’ y En busca de una segunda oportunidad tuvo el detalle de ‘regalarme’ este post que os reproduzco a continuación:

beso Blade runnerHe escrito una novela de ciencia ficción, una que quiero creer que es buena. Al menos las reseñas que están llegando y las opiniones de los lectores van en esa dirección. Galatea tiene unas cuantas escenas en las que hay sexo explícito, que no sucio (como dijo un buen amigo y ahora consta en la solapa). El sexo para mí es parte de la vida y, al escribir, no tiene sentido soslayarlo. Si no me siento incómoda describiendo otras acciones y sensaciones de mis protagonistas, ¿por qué apagar la luz y pasar a otro capítulo cuando se quitan la ropa si lo que puedo contar va a ayudar a entender a la historia y a los personajes?

Para mí era tan natural, le había dado tan poca importancia a esos pocos párrafos, que me sorprendió que llamaran tanto la atención tras publicar la novela. Ya en la presentación fue uno de los temas estrella; la escritora Espido Freire destacó estas escenas y me recomendó, entre bromas y veras, que abordara una novela erótica porque se me iba a dar bien, reconociendo además su pudor a la hora de escribir con alto voltaje. Hace poco, en la presentación de la primera novela de mi compañera Arancha Serrano, Neimhaim, también se destacó que el libro era a veces explícito.

Más allá de presentaciones, un porcentaje razonable de lectores (con los que más confianza tengo) me han destacado también estas escenas. También el hecho de que hubiera sexo con robots (módulos los llamo yo en el libro), y en bastantes entrevistas me han preguntado sobre si creo que, de haber alguna vez androides como los que describo, tendremos sexo con ellos. Clarísimo tengo que sí. El ser humano lleva dando un uso erótico a la tecnología desde el primer momento. ¿Alguien duda de que si logramos crear replicantes los usaremos para ello? Yo no.

No había reflexionado demasiado respecto al tratamiento del sexo en novelas no eróticas, pero últimamente estoy muy pendiente de si otros escritores apagan la luz o describen lo que pasa sobre las sábanas (o en el pajar o la encimera de la cocina) y de lo que opinan respecto a instroducir contenido explícito. Con frecuencia no lo incluyen y en algunos casos directamente he leído que no ven necesidad en describirlo, que para eso ya hay recursos audiovisuales mucho mejores.

No lo entiendo. También hay fotos de paisajes maravillosas y no por eso dejamos de contar cómo es el bosque por el que camina nuestro personaje. También los hay que se sienten como pez en el agua escribiendo de ello y los que se quedan en los soez, gratuito o repetitivo. Aunque percibo demasiada luz apagada que, de encenderse bien, mejoraría la novela.

Tal vez sea pudor, tal vez inseguridad, impericia, miedo a perder consideración literaria (sí, hay prejuicios con el género que pueden salpicar las ‘obras serias’), a que juzguen menor la calidad de su obra… o pura falta de interés. Habrá de todo. Igual que hay muchos escritores que publican obras eróticas con pseudónimo. De hecho, si hay algún escritor por ahí leyéndome, agradecería que me ilustrase sobre su caso particular.

Os voy a invitar a debatir al respecto, a que me digáis escritores que creáis que lo hacen bien, mal y regular o que deberían hacerlo o hacerlo más (sí, yo no doy nombres pero os los pido, la vida es injusta y luego vas y te mueres), y os voy a dejar con la escena más erótica de Galatea. Advierto que no hago spoilers, pero puede mermar un poco la sorpresa.

Eric estaba cenando. Se alegró de no encontrarlo dormido, probablemente no se habría atrevido a despertarlo y tal vez el día siguiente ya habría perdido el valor que había reunido caminando por la Aurora en penumbras.

La sonrisa del hombre era espontánea y sincera. Se alegraba de verla allí. Cala se relajó un poco.

-La reunión ha terminado, he creído que te gustaría saber lo que ha pasado-.

-Te lo agradezco-, dijo Eric invitándola a sentarse a su lado, en la pequeña barra.

Se sentó más cerca de lo que era necesario, sus piernas estaban tan próximas que casi se rozaban. Notar el calor que irradiaba el cuerpo del hombre a través de la ropa la dio la seguridad que la faltaba mientras explicaba el enfrentamiento irresoluble que había presenciado. Su madre jamás permitiría lo que la Comandancia exigía como único requisito para cederles Galatea.

-¿A tu madre le gustaría que me lo contaras?-, preguntó Eric.

Ella bufó. -Me da igual lo que opine-.

Tardó poco en resumir el desastre, la pelea a gritos entre su madre y Joupé, y ambos se quedaron en silencio, sin mirarse. Él probablemente rumiando la información recibida, Cala decidiendo su siguiente movimiento.

Su cuerpo actuó por ella. Sin pensar en lo que hacía, su muslo se apretó contra el del hombre, desde la rodilla hasta la cadera. Su antebrazo desnudo rozó la mano de Eric. Esperó unos instantes antes de girar el rostro para ver su expresión y lo que encontró fue una boca ansiosa, que exploró sus labios y su cuello, recorrió la línea de su mandíbula y volvió de nuevo a su boca. El roce furioso en torno a sus labios de la áspera barba incipiente la hizo desear tenerle dentro, en ese mismo instante, sin esperar ni un segundo más.

Se separó de él, con la respiración entrecortada, para tomarle de la mano y llevarle hasta la cama. Se desnudaron casi con rabia, pero se detuvo para deleitarse con las marcas que la ropa interior había dibujado sobre su piel. Otra novedad a la que no estaba acostumbrada. Las recorrió con la punta de la lengua, como si fueran caminos a explorar.

Besó su cuello y su nuez, disfrutando con su respiración agitada, sintiendo al mismo tiempo la ancha palma de la mano masculina recorrer su espalda, su cintura, apretando su culo. Ella bajó por su pecho, su vientre, el vello bajo el ombligo, sus muslos musculosos. Y mordió esa carne dura, sabiendo que le dolería. Y se dirigió hacia su pene erecto y lamió carne, sabiendo que él sentiría placer. Repasó toda su superficie con sus labios, exhalando su aliento cálido desde la base hasta la increíblemente suave piel del glande, jugueteó con la punta de la lengua en su orificio antes de introducírselo casi entero en la boca. Nunca antes lo había hecho, jamás había sentido ese impulso con sus módulos. ¿Por qué debía de haberlo experimentado?. Todos eran máquinas que podían dispensar placer, pero no sentirlo. Salvo ClaX, claro.

Y descubrió por vez primera a qué huele el sexo mientras lo introducía en su interior. Y esa mezcla de su olor y el de él, el saber que él sentía tanto o más que ella, la llevó al orgasmo más rápido de lo que jamás habría creído posible.

Él la dio la vuelta sin contemplaciones para ponerse encima. -Si me dejara llevar te abrazaría tan fuerte que te rompería-, susurró el hombre sobre el lóbulo de su oreja justo antes de derrumbarse sobre ella.

Ya separados, Eric recorrió de nuevo con la palma de la mano el cuerpo desnudo de Cala.

El hombre frotó la punta de su nariz hasta llegar a su oreja, la mordió delicadamente el lóbulo y susurró en su oído con esa voz maravillosa que ella nunca se cansaría de escuchar: -Tienes una piel perfecta, dorada como el sol reflejado en el agua-. Enterró la nariz en su cuello. -Y hueles a pan caliente, a pan crujiente y recién horneado-.

Eric se elevó, apoyándose en un codo, mirándola a los ojos.

Cala se vio en los ojos del hombre, y junto a su reflejo vio deseo, devoción, complicidad… creyó al mirarle que, al menos en ese instante, él nunca querría estar con otra mujer. Y se maravilló al descubrir lo que le había estado faltando.

-Ahora lo entiendo-, dijo aplastando la mejilla contra su mano.

P.D.: Aprovecho para recomendaros su lectura, si andáis buscando un libro para el verano. Cuesta 14 euros y la mitad de los beneficios que nos genere a mí y a la editorial (Lapsus Calami) irán destinados a la Asociación Nacional de Amigos de los Animales (ANAA). Espero que me disculpéis la cuña, que vender libros no es fácil.

Sexo, mujeres y literatura erótica

Hace unos días alguien me preguntó que por qué creía yo que en España costaba tanto hablar abiertamente de sexo, sobre todo si se trataba de mujeres. No me hizo falta pensar mucho para responderle que, desde mi experiencia, no podía compartir en absoluto dicha afirmación. Al contrario, son ellas a quienes he encontrado casi siempre dispuestas a abordar temas sexuales y contar sus secretos más íntimos, ya tuvieran 20, 30, 40 o 60 años.

Obviamente el lenguaje no era el mismo de unas a otras y varía mucho en función de la edad, pero el mundo se ha movido y las mujeres se han sacudido de encima muchos años de oscuridad y prejuicios. La mayoría no sienten vergüenza a la hora de compartir sus fantasías y experiencias con compañeras y amigas. Así lo demuestra un estudio sobre hábitos de salud sexual realizado recientemente en España. El informe, para el que se entrevistó a 3.000 personas, concluía que el 66% de las mujeres hablaba de su sexualidad de forma clara y sincera. Los hombres, por el contrario, a diferencia de lo que se piensa, hablan poco de sus relaciones sexuales. Según el estudio, solo el 15% admitió hablar abiertamente de sexo con sus compañeros y amigos. Aunque aquí sería importante no confundir hablar de mujeres con hablar de la vida sexual de uno, con detalles sobre deseos, miedos y quejas incluidos. De esto último, parece ser, es de lo que a ellos les cuesta hablar.

PORTADA DEL LIBRO DIARIO DE UNA NINFÓMANA

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Prueba de esta salida del armario de la sexualidad femenina es el boom de la literatura erótica escrita por y para mujeres que estamos viendo en los últimos años. Aunque existir, lo que se dice existir, el erotismo escrito siempre ha existido, al menos desde la antigua Grecia. Además de varios textos anteriores, hacia el siglo II a. C. se atribuye a Luciano la escritura del libro pornográfico más antiguo, Los diálogos de las cortesana. La Antigua Roma también es rica en este género literario, cultivado entre el siglo II a. C y principios del siglo I, y en la antigua China circularon diversos manuales didácticos sobre la práctica sexual. Luego llegó el Kamasutra, en el siglo IV, y Las mil y una noches, en el IX, por poner otros ejemplos. La Edad Media, en cambio, fue una época difícil para el erotismo y la sexualidad en general, pero luego vinieron el Renacimiento y la liberación que supusieron los siglos XVI y XVII, Decameron incluido. De la mano de la Ilustración y la revolución francesa llegó el Marqués de Sade, pero en el XIX el puritanismo inglés hizo surgir una nueva corriente, el Romanticismo, que idealizaba el dolor y el sufrimiento psíquico como ingredientes inherentes al amor pasional. Madame Bovary y Cumbres Borrascosas lo representan a la perfección.

El siglo XX, por su parte, arrojó auténticas joyas de la literatura erótica, desde el polémico El amante de Lady Chatterley hasta Las edades de Lulú, pasando por Emmanuelle, Historia de O o Lolita, por citar algunos. En 2003 la francesa Valérie Tasso revolucionó el panorama editorial con su libro Diario de una ninfómana, donde relataba sus vivencias de carácter sexual en el mundo de la alta dirección de empresas, su relación con un maltratador y su experiencia como acompañante de alto standing. La obra vino cuestionar de forma radical los arquetipos sexuales y los criterios morales impuestos. Pero el auténtico boom de la literatura erótica para mujeres llegó con la trilogía Cincuenta sombras de Grey, de E. L. James, cuyo primer libro se publicó en 2011 y se convirtió en un auténtico fenómeno de superventas. Desde entonces, este tipo de libros no se han parado de publicar: La canción de Nora, de la directora de cine porno Erika Lust, La Sumisa, de Tara Sue, Diario de una sumisa, de Sophie Morgan, La máscara de Venus, de Venus O’Hara… Y así hasta formar una lista interminable. Parece, además, que el fenómeno ha venido para quedarse. ¿Qué pensarían Corín Tellado y Victoria Holt?