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Trucos para desenmascarar los falsos orgasmos de los hombres

Querid@s,

Ahora resulta que fingir orgasmos ya no es sólo cosa de mujeres. Así lo asegura una encuesta realizada en diez ciudades estadounidenses: según los datos arrojados por Trojan Charged Sex Life, el 60% de las mujeres admite haber fingido orgasmos, mientras que la proporción es solo del 19% en el sexo masculino. Los estudios de los portales AskMen.com y TresSugar.com realizados en 2012 entre 50.000 personas de Reino Unido, EEUU y Australia, revelan, sin embargo, cifras más preocupantes. Un 54% de las mujeres mienten entre las sábanas, frente a un alarmante 34% de los hombres. ¿O sea que uno de cada tres también miente como un bellaco?

Aunque las reinas del embuste orgásmico seguimos siendo nosotras por goleada (vergüenza debería de darnos), el 33% de los hombres ha simulado algún orgasmo, según otro estudio de la Universidad de Kansas. Con estas cifras queda bien clarito que la posibilidad de fingir orgasmos no es exclusividad de las féminas, pues los hombres son perfectamente capaces de simularlo. El orgasmo y la eyaculación, aunque hasta ahora quizá creyerais lo contrario, son dos procesos diferentes que no siempre van de la mano.

Nosotras fingimos orgasmos para satisfacer al hombre que yace a nuestro lado, para no herir su ego, o bien para acabar pronto la faena si estamos hartas de la sesión de folleteo ¿Pero para qué iba a querer un hombre fingir orgasmos? Pues por lo mismo, para quedar de machote, para no defraudar a la pareja, para no dañar sentimientos. Tampoco son pocos los hombres que fingen, fingen y fingen en el séptimo arte. Si sois unos incrédulos y no me dais crédito, entrad aquí. Encontraréis un carrete de clímax de más de 50 películas (no pornográficas), cortesía de Jezebel. Ya me diréis cómo os quedáis con los actores masculinos que desfilan en pantalla y exhiben orgasmo que parecen 100% reales.

Escena orgásmica de Jim en American Pie

Fingir orgasmos es jugarle una mala pasada al otro. Independiente de que sea el hombre o la mujer quien mienta, actuar cuando se trata de orgasmos está feísimo, y además no lleva a ninguna parte. A ver, no hay que sacar las cosas de quicio y una mentirijilla piadosa se entiende en ciertos momentos. Se entiende cuando se te ha ido la mano con los chupitos etílicos, te levantas junto a un cardo borriquero que hacía unas horas, con menos luz y muchas más copas, te parecía un auténtico pivón. ¿Quién no se ha visto en esta tesitura alguna vez? ¿O quien no ha sido en alguna ocasión el cardo borriquero para el otro? Actuar vale en ocasiones especiales y extraordinarias, ya se sabe que una vez al año no hace daño. Pero otra cosa muyyyyy distinta es perpetrar el engaño constantemente, y peor aún si es con la pareja habitual. Igual no te pone, igual ya no os entendéis, igual ya te has enamorado de otro o de otra. Háblale, dile, coméntale y reflexiona por qué finges orgasmo sin ninguna necesidad. Pero por Dios, deja de fingir; debería estar prohibido. 
¡Benditos orgasmos!
Cuando uno se abandona al placer del orgasmo, las reacciones que nos invaden nuestro cuerpo son inevitables y maravillosamente involuntarias, caemos en manos de una fuerza más allá de nuestro control y albedrío. En el caso de las mujeres se nos eriza la piel, nos tiemblan las piernas, se nos entrecorta la voz, ardemos por dentro (y quemamos por fuera), los pezones se nos ponen duros, se nos humedece la vagina, se nos nubla la vista, nos dan espasmos, se nos contrae la vagina a ritmos cadentes, y un larguísimo y lujurioso etcétera. Igual no todo junto, pero estas ocurren. Algunos de estos símbolos del clímax son imperceptibles (sólo nosotras nos enteramos), inimitables, mientras otros sí son susceptibles de ser imitados.

De todas formas, ellos lo tienen bastante más jodido esto de engañar, pero pueden engañarnos. Pensamos que si eyacula es que ha llegado al orgasmo, pero va a ser que no. “En el hombre el orgasmo está regido por el sistema nervioso parasimpático  -el que relaja-, mientras que la eyaculación pertenece al simpático –el que estimula- y para que ambos coincidan deben ponerse de acuerdo, que es lo que normalmente sucede. Pero si hay estrés, presión o excesivo afán de control este equilibrio se rompe y puede ocurrir que el hombre eyacule sin experimentar un orgasmo, lo que resulta bastante doloroso, o viceversa. Cada vez hay más casos de anorgasmia en el sexo masculino. Las mujeres nos quejamos de haber estado reprimidas en  este ámbito pero ellos tampoco lo han tenido fácil. La mayoría de los hombres incluyen en su autoestima su desempeño sexual. Algunos piensan que si la mujer no disfruta es porque hay algo que hacen mal. El eterno dicho de que no hay mujer frígida sino hombre inexperto, no los ha ayudado mucho”, comenta la psicóloga Pilar Cristóbal.

Si se finge, a no ser que lo que se pretenda es que la otra persona se dé por aludida, el embustero intentará no levantar sospechas y será harto complicado desenmascarar la farsa. Don’t panic porque aquí estamos para desvelaros esos viles truquitos que son claramente signos de engaño en su modus operandi habitual. Sin más preámbulos, he aquí el Manual para detectar en cero coma a esos hombres que nos quieran dar gato por liebre.
  • Grita demasiado y se pavonea: El hombre suele ser silencioso mientras folla, como mucho emite sonidos graves o agudos mientras se corre, pero poco más. Por eso, si grita demasiado ándate con ojo, por lo general es mala señal. Seguramente está actuando y exagerando su placer para contigo. No te dejes convencer, qué caramba.
  • Habla más de la cuenta: Que un hombre se dedique a la tertulia en exceso mientras está afanado en empotrarte quiere decir que está mintiendo. Como un bellaco. Si uno está a gusto y disfrutando no le da al palique como una cotorra, que no se puede estar en misa y repicando.
  • Te dice que se ha corrido sin demasiado emoción: A ver, que no somos tontos, y esas cosas de correrse se notan, se sienten. Si para que te quede claro te lo tiene que decir con palabras, mal vamos.

Prestad atención también en los momentos del after sex, porque también hay rastros de farsa.

  • Continúa empalmado: Obvio, si sigue empalmado es que ha fingido la petite mort. Cierto es que en algunos casos un hombre puede tener un orgasmo y a pesar de ello, mantener la erección del pene. No obstante, esa erección post coitum no dura eternamente; si dice que ha terminado y la erección sigue y sigue, te la está intentando colar.
  • Ni rastro de semen: Existen los orgasmo en los que el hombre alcanza el clímax y no eyacula, es lo que se llama orgasmo seco. Pero estos son casos excepcionaales y por norma general, si hay orgasmo tiene que haber semen, por huevos. No pretendo que te conviertes en la rastreator del semen, tampoco no es plan de ir buscando como una desesperada esta sustancia en el condón. Simplemente si no hay semen, querid@, no ha habido corrida.

Si crees que él finge los orgasmos nada mejor que una buena charla. Hablando se entiende la gente.

A follar a follar que el mundo se va a acabar.

¿Eyaculamos o nos meamos?

Querid@s,

Tengo una pregunta para ustedes las mujeres. Sean sinceras. ¿Paran mientras hacen el amor para ir al baño o son de las que esperan a terminar para hacerlo? ¿Sienten que se están haciendo pis? Quizás no se esté usted miccionando, porque puede ser que lo que ocurre es que está usted a punto de eyacular. Sí señora. ¿Contrae los músculos pélvicos para no mearse encima? Mal. Erróneamente piensa que se está haciendo pis, o bien sabe que va a eyacular pero tiene miedo, o le da vergüenza correrse como lo hacen ellos. Mal también. Márquese una de squirting. Se mee o no.

Con el porno se ha puesto en boga el squirting, o como deliciosamente lo denominan los franceses, esas ‘fuentes de amor’ que las porn stars más expertas hacen emanar de sus bajas pasiones como si nada. Ya me gustaría a mí. Este misterioso líquido sigue siendo un enigma sexual para la ciencia. Doble misterio. Por una parte, ¿qué lleva y de dónde viene ese líquido? y, por otra, ¿Pueden todas las féminas experimenta dicha lúbrica experiencia? En el caso de las actrices porno, mana a borbotones y sin esfuerzo aparente por parte de ella. Pero es más que probable que en estos casos cinematográficas haya un gran montaje detrás del lúbrico espectáculo. O sea fruto de constancia y perseverantes ejercicios de la musculatura vaginal. Para las ciudadanas de a pie, lo normal es que salga una cantidad considerable de líquido, pero sin tanta parafernalia.

ERIK PANOV

¿QUÉ ES Y DE DÓNDE VIENE?

En cuanto al primer enigma, parece que los expertos no se ponen de acuerdo. Si los doctos en  la materia no se aclaran, no me llega el agua al cuello el dilema que esto puedo provocar entre el resto de los mortales que siempre tenemos opiniones para todo.

Por una parte, algunos estudios, como el del Hospital Parly de Le Chesnay, concluyen que la dichosa eyaculación es únicamente orina. Al contrario, son muchas las sexólogas que no opinan lo mismo. Deborah Sundahl, autora de Female Ejaculation and the G-Spot (Eyaculación Femenina y el Punto G), deja muy claro que esto no es así y que el legendario líquido expulsado por la uretra es una mezcla de fosfata ácida prostática, glucosa, fructosa y un poquito de micción. Vamos, algo muy parecido a lo que emana del pene durante el orgasmo, sólo que, no lleva semen. Sensorialmente es un fluido claro, prácticamente inodoro que apenas mancha las sábanas, que no sabe a nada y con un alto contenido en PSA (antígeno prostático específico).

En lo que sí hay bendito quorum es en que la culpa la tienen las glándulas de Skeene, situadas en la pared anterior de la vagina, alrededor del orificio externo de la uretra. El gran debate es si se trata de pis o no.

¿Y LA SENSACIÓN ES?

La sensación que procura también es una cuestión peliaguda. ¿Es un orgasmo o no lo es? La sensación es de gustirrinín y desahogo, como cuando un@ se quita un peso de encima, pero no es como llegar a la eclosión sexual. Es placentera, pero no orgásmica. Pero si suena flauta, podemos hacer las dos cosas a la vez: eyacular y llegar al orgasmo. O una cosa puede conducir a la otra. ¿No es maravilloso?

¿CÓMO LLEGAR?

Buenas noticias. Todas las mujeres podemos eyacular. Eso sí, siempre será más fácil conseguirlo si está usted excitada y se le estimula como toca (bien) y donde toca (glándulas de Skeene). Esto no es magia potagia, simplemente se trata de pasárselo bien, no obsesionarse y estar tranquila y relajadita. Pero no va a ser todo llegar y besar el Santo, así que trate de que los movimientos que le han de llevar a la eyaculación sean rítmicos y continuos. Cuando sienta que está a puntito de eyacular, NO contraiga los músculos pélvicos por miedo o por vergüenza (me da igual el motivo, no lo haga por favor), sino todo lo contrario. Como las parturientas, empuje hacia fuera. Puede probar también con la estimulación anal llevando a cabo ese mismo movimiento pero en la pared que toca la vagina.

Y PARA EYACULAR…

Si esto no es suficiente y quiere convertirse en una squirter profesional, léase el libro y póngase manos a la obra. Es una reivindicación de la eyaculación femenina y aporta una sugerente y práctica guía para alcanzarla a través de la concienciación y el fortalecimiento de la musculatura vaginal. Para provocarla a su gusto y discreción.

Pero sobretodo déjese de miedos y no se avergüence de nada. No teman que sus parejas piensen que lo que realmente está viendo manar procede de la mismísima vejiga. Y si se hace pis, no pasa absolutamente nada. No será más engorroso y difícil de limpiar que la eyaculación masculina.

Que follen mucho y mejor.

Situaciones ridículas y embarazosas durante el sexo

En los libros y en el cine nunca pasa. Sobre el papel y en la pantalla, salvo excepciones, el sexo se suele mostrar en forma de encuentros de pasión desmedida y una erótica perfecta. Pero claro, luego uno vuelve a la vida real y, a veces, se encuentra con algunas situaciones que, o acaban en carcajada y complicidad, o equivalen a un barril repleto de dinamita. Depende, sobre todo, de la relación que tengamos con la otra persona y del nivel de confianza. No es lo mismo una pareja de años que alguien con quien lleves pocas semanas, no digamos ya si se trata de una persona a la que acabamos de conocer.

La horquilla es muy amplia y hay historias de todo tipo, aunque hay algunas, por recurrentes, que son casi míticas. A mí, esta en concreto nunca me ha pasado, lo juro, pero son varios los/las que me han contado que pasaron un momento realmente embarazoso cuando vieron que, al quitarse la ropa interior, ya fueran bragas o calzoncillos, una mancha parduzca de tamaño considerable arruinó la magia del momento. No sé quiénes pasaron más vergüenza, si los dueños de dicha ropa interior o quienes lo presenciaron. No quiero ni imaginarlo.

GTRES

GTRES

Otro clásico son los pedos. Estar ahí, en plena faena, y que a uno de los dos se le escape un “gas” inoportuno. Si encima es de los que huelen mal, apaga y vámonos, sobre todo si es alguien con quien estamos “empezando” y estamos en esa etapa en la que tratamos de parecer perfectos. El colmo de los colmos, según me cuenta un amigo, es que suceda durante el cunnilingus o el 69. La chica le gustaba desde hacía tiempo, pero dice que aquello le cortó “el rollo” hasta el punto de que, al menos esa noche, no fue capaz de nada más.

En el caso inverso, o parecido, está el caso de otro amigo que me contaba, avergonzadísimo, que durante una noche romántica con su chica, con la que llevaba saliendo un mes, tuvo la necesidad imperiosa de ir al baño. El tipo se lo curró mucho, en plan disimulado, ni un ruidito ni nada de nada. Solo que, cuando volvió al catre, ella le avisó de que llevaba trocitos de papel higiénico pegados al culo.

Más de una (y de dos) me han contado a su vez el sonrojo que pasaron cuando, durante una felación, el chico eyaculó sin avisar y ellas, sin poder evitarlo, vomitaron de inmediato. Sobre él o sobre la cama, no importa. El mal rato se lo llevaron igual.

También hay que tener cuidado con el alcohol, que hace que nos desinhibamos y nos puede jugar malas pasadas. Que un streptease está muy bien, pero si el baile no es tu fuerte y te da por improvisar, es bastante probable que acabes haciendo el ridículo. Un amigo de mi ex siempre contaba espantado la performance a lo 9 semanas y media que le montó una chica a la que había conocido una noche y que, según sus palabras, hizo que se le helara la sangre. O el supuesto actor que, flipado perdido, empezó a hacer de Mr. Hyde sin previo aviso, provocando una mezcla entre patetismo y acojone en su compañera de cama.

Como todo en la vida, habrá quien se lo tome con más o menos humor, pero lo que está claro es que son anécdotas que no se olvidan y que forman parte del bagaje vital que siempre recordaremos. Por si acaso, ya se sabéis: echad un vistazo a vuestra ropa interior antes de quitárosla.