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Una de las mejores posturas etiquetadas por el Kamasutra: el vuelo de la mariposa

Querid@s,

Si las cosas se están poniendo sosas entre usted y su amante, y desea probar nuevas sexperiencias para darle sabor y color a su vida entre las sábanas, he aquí una de las maravillas de ese catálogo de posturas etiquetadas para el goce sexual, el venerado Kama-Sutra. El más antiguo de los manuales amorosos que conocemos, obra de un sabio libidinoso indio llamado Vatsyayana, encierra más de 100 posturas dedicadas a la pasión.

En el libro se habla de relaciones entre hombre y mujeres, así que no me tilden de homófoba – pues no lo soy- o lo que corresponda llamarme en esta ocasión. Mi única intención es compartir con ustedes las enseñanzas de este genio impúdico sobre lo que más sabe: posturas a las que agarrarse cuando un hombre y una mujer follan. Si les continúa molestando, inviertan los roles a su gusto y santas pascuas. Que por cierto olvide felicitárselas. Espero que sepan disculparme. Nunca he sido buena para las fechas.

Y ahora despleguemos alas, alcemos el vuelo. Despegamos…

La clave para alcanzar el vuelo con esta postura consiste en alinearse correctamente con su amante. Como si ella fuera Marte y él Venus, o al revés- tanto da- y hubieran de colocarse en fila india plantándole cara al astro rey. Primero, encuentre un sitio sobre el que la mujer pueda estirarse cómodamente y el hombre pueda estar de pie frente a usted. Piensen concienzudamente en el escenario y no escatimen en imaginación y coraje. Lo más importante de todo: conviene que se trate de un sitio en el que la pelvis femenina esté unos 30 centímetros por debajo de la masculina. Para poder llevar a cabo esta postura les aclaro de antemano que es necesario abandonar la habitación o al menos colocarse en el borde de la cama o el enser que hayan escogido para darse tan concupiscente homenaje.

En esta posición, el hombre deberá posicionarse de pie y erguido entre las piernas la que se encuentra a punto de echarse a volar. Cuando ya esté estirada, levante las piernas (también puede alzarlas él) y colóquelas sobre los hombros del caballero para que espalda y cuerpo formen un ángulo (siempre se pueden añadir cojines para lograr mayor elevación). Es momento de pasar a la acción. Hágalo sin remilgos, sin piedad; elévela ligeramente hacia arriba mientras la penetra con pasión y si no es demasiado pedir agárrela por debajo de la cadera y cójale debidamente el trasero mientras la embiste rijosamente.

Esta es postura perfecta para alcanzar el éxtasis sin que suponga un gran desgaste de energía para ninguno de los dos amantes. La inclinación pélvica ofrece al pene un acceso total a la madriguera y supone una fricción de sugerente intensidad para los dos. Cuando esta postura sexual se practica con meneos sutiles y suma delicadeza es igualito que un sueño. Dulces sueños ya les aseguro.

Antes de dejarles marchar, vean las dos caras de la moneda, el ying y el yang del vuelo de la mariposa. Por un lado, esta postura está perfectamente concebida para los amantes más cachondos, no en vano permite una penetración profunda y también crea un ángulo óptimo para la estimulación vaginal. Es también una gran posición para concebir una bonita y larga descendencia a la que arrojar al mundanal ruido. Por el otro, la penetración profunda tampoco está hecha para todo el mundo y podría salirles el tiro por la culata y acabar perjudicando a la mujer participante, especialmente cuando las parejas están muy bien dotadas.

Beneficios y tribulaciones aparte, el resultado será un orgasmo que le hará sentir como en el mismísimo cielo. Ya me contarán, si quieren.

Que follen mucho y mejor.