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A veces las segundas citas son las mejores

Querd@s,

Tras el monumental batacazo con el terror de las nenas (sin duda la peor cita que he tenido en mi dilatada experiencia de citas a ciegas) conocí a Jaime, todo un gentleman. Sabía que toparme con alguien peor que el informático era estadísticamente imposible y demasiado para el body, pero Jaime superó sobradamente mis expectativas. Todo hay que decirlo, yo estaba acojonada y a Dios rogando y con el mazo dando mientras pensaba en la joyita que me podía caer teniendo en cuenta la patética suerte que me había tocado otrora.

Pero esta vez tuve suerte. Jaime era, y sigue siendo, un tipo con clase, educado, simpático, guapete y además de mi mismo pueblo. La bella Jávea. Aunque cada uno es de su padre y de su madre, con Jaime conecté enseguida. Hubo química, buen feeling y lo cierto es que la cita se me pasó volando. Hablamos como lo hacen las personas normales, la conversación fluyó desde el principio, ninguno de los dos tenía que hacer esfuerzos sobrehumanos para mostrar interés por la vida del otro, y me di cuenta de que teníamos tantas cosas en común que la cita me supo a poco.

Además esta vez si pude probar el postre, que estaba de rechupete. Gracias Jaime por el buen rato que pasamos juntos. Me hizo olvidar con creces el mal trago del día anterior y pensar que, a veces, las primeras citas son las peores. Y las segundas, las buenas.

Como ya les he comentado, actualmente me encuentro en Chicago hasta nueva orden. Pero una paellita en el pueblo donde los dos pasamos los veranos no nos la quita nadie.

Diganme que les pareció la cita. ¿A que Jaime mola? No me defrauden y sean sinceros plis. Como siempre.

Aunque en el restaurante de Primeras Citas lo de menos es la comida, les animo a que si están solteros y sus corazones abiertos a encontrar el amor, se sienten en una de sus mesas desconociendo por completo con que partenaire les va a tocar compartir mantel y velada. Y que se dejen llevar en esta especie de ruleta rusa del amorPor malérrima suerte que tengan con la cita que les caiga en gracia, les aseguro que, al menos, se lo pasarán bien. Que no se lo tengan que contar.

Que follen mucho y mejor.