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Guía para despelotarse y hacer un striptease de película

Querid@s,

Algo documentados ya, que conste que ante todo, esto es un jueguecito para los dos. Es de primordial importancia que la bailarina (nos centraremos en strippers masculinos en otra ocasión) lo pasará tetón disfrutando de una electrizante coreografía mientras ve como su espectador se enciende por su cuerpo y lo mira con ojos hambrientos.

1. La preparación no es que sea fundamental, es que lo es todo. Ensaye delante del espejo, trabaja tu contoneo y tu sensualidad, ponga morritos y no pare hasta hacerlo de matrícula de honor

2. La actitud es básica, usted es una auténtica showgirl, una chica 10, una chica Bond. Muéstrese segura. Como ella.

STRIPTEASE, Demi Moore, 1996

STRIPTEASE, Demi Moore, 1996

3. Juegue con la luz y cree una atmósfera sexy. Una lámpara de luz tenue es una opción ideal. Puede cubrir la lámpara con alguna prenda translucida de color rojo para crear un ambiente más caliente. El morado y el azul también funcionan bien como colores para crear ambientes sensuales.

4. Instale a su espectador en un sillón y sírvale una copa del mejor champan. Lo que va a ver vale una de esas copichuelas rebosante de burbujas doradas. Si le apetece puede esposarlo para amenizar el espectáculo y que no se ponga muy tocón.

5. Póngase ropa interior mona y atractiva. Un conjunto de encaje: tanguita, culote o bragas y sujetador, liguero y medias. Los corsés son tendencia, los bodys también. Luz verde en cuanto al estilismo, lo que sea, pero lo único que queda terminantemente prohibido son las bragas de Bridget Jones.

¡Para volverle loco! Usted se pondrá rabiosa.

Encima del conjunto vístase con algo sugerente. Falda con cremallera y una blusa, o un vestido lencero o transparente. Si le va el rollo andrógino, plántese un traje de chaqueta, una blusa, una corbata. Incluso puede cogerle prestado alguna camisa suya. Le encenderá ver cómo usted la lleva desabrochada, dejando entrever sus pechos y unas braguitas sensuales….En los pies, cómo no, un taconazo de aguja, de esos de chúpame la punta. No olvide que los tacones son un dulce fetiche.

6. No dude en utilizar complementos para la puesta en escena: una silla (para posturas sugerentes), un sombrero, un fular, un collar de perlas. El collar de perlas les pone malísimos, seguramente porque querrán arrancárselo, pero antes de que lo hagan, juegue con él, rodéale con el collar y atráigalo lujuriosamente hacia usted como si fuera su presa y se fuera a comer. Ojo no se la coma él a usted antes.

7. Elija bien la música. Escoger la banda sonora apropiada para el evento que va a comenzar es importantísimo. Le ruego que no sea hortera y escoja esas canciones tan previsibles, aunque reconozco que algunas son inevitables. Ubíquese. Le dejo algunas sugerencias de 20 minutos. Aquí tienen la que es, para mi gusto, la mejor de todas. No falla.

8. Dele al play y despelótese, pero no de cualquier manera. Una vez haga los primeros movimientos, comience a desnudarse. Comience siempre empieza por la parte de arriba. Desvístase suavemente, lento, que no tenemos prisa. Cuanto más lento vaya todo, más deseos incontrolables de poseerla despertara en él. Desabróchese la camisa, muy lentamente, con lascivia, un botón, otro botón. Si es un vestido, quíteselo muy, pero que muy despacito. Primero desnúdese un hombro, y cuando vea en su rostro que su cuerpo pide salsa, muéstrele el otro.

10. Bailar pegados: A medida que vayan quedándole menos prendas de las que despojarse, acérquese a él y despierte su deseo rozándolo, acariciándolo. Arrímese donde usted ya sabe y frótese (las nalgas funcionan genial) contra él un ratito para luego apartarse. Las más desvergonzadas bailarinas se abren de piernas a poca distancia de sus espectadores, incluso plantan sus hermosas posaderas en toda la cara. Atrévase, que no se diga.

 Recuerde que el espectador puede mirar todo lo que quiera, pero a usted no puede ni acariciarla de lejos. Es usted peligro de muerte. Si se le va la mano, puede castigarle atándole las manos con alguna de sus prendas o con unas esposas.

9. Juegue con la ropa que se vaya quitando: pase sus medias alrededor de su cuello, lánzale el sujetador y las bragas a la cara. Insisto, no puede tocarle

12. Tóquese.

Usted si debe tocarse. Juegue con sus manos, tóquese los pechos, las piernas, las caderas o cualquier parte de su cuerpo sobre la que quiera centrar la lividinosa mirada de su espectador. El deseara tocarla también, no se lo permita usted. Todavía no, hágale sufrir un poquito.

11. Mirada sucia: Al igual que él no le quitara el ojo de encima, procure mirarle en todo momento a los ojos. De vez en cuando, como quien no quiere la cosa, láncele miradas lujuriosas, de esas ardientes, al ritmo de la música. Que sus ojitos y su rostro digan que están on fire y todas las cositas que usted quiere hacerle y que el espectador le haga a usted. Una cosa así.

toquese

Dosifíquese, se frustrará y se encenderá al quererlo todo ya. Recuérdele que con usted la cosa no va a ser llegar y besar el Santo, tendrá que esperar su turno. Sea como un microondas, caliéntele sin quemarlo y déjele con la miel en los labios.

12. Solo para profesionales del despelote: Haga el amor (metafóricamente) con una silla o una barra vertical.

Si usted es una profesional, hágase con una barra y láncese al pole dance. El poledance es un tipo de artes escénicas que combina baile erótico y acrobacias en torno a una barra vertical.

¿Parece fácil verdad? Pues no lo es. Implica una fuerza y elasticidad elevadas. También hay hombres, pero sobre todo se trata de mujeres que logran bailar, moverse y girar alrededor de una barra de acero sujetando su peso sólo con brazos y piernas, o únicamente con la ayuda de una de las extremidades. Si cree que la barra es demasiado sufrida para usted, coja una silla y hágale un lap dance.

Siéntese y magréese con la silla, como si estuviera haciendo el amor con ella. Abrase de piernas, con elegancia por favor, ciérrese luego, gire alrededor de sí misma, practique frotamientos contra la silla, acaricie sus bordes, incluso anímese a chuparlos. En fin, perpetre movimientos sexy y de alto voltaje sobre la silla mientras siga mirándole con cara de guarrilla. No se me alteren con el termino, que estamos a lo que estamos y otra cara no vale poner. Mientras en la mira con deseo su mente empezará a imaginar que cuando acabe con la silla le tocará el turno a él.

No hace falta que le diga que la cosa el ambiente estará cada vez más caldeado. Lo suyo es clausurar esta sensual sesión de baile privado con un bonito revolcón.

Que follen mucho y mejor.

Mentiras arriesgadas: descubrir de repente que tu novio es un stripper

Podría ser el guión de una película. Mala, sí, pero peores las he visto. Resulta que Miriam, amiguísima querida, llevaba más de un año en paro y hace un par de semanas, tras numerosas pruebas y entrevistas, consiguió un sí como una casa para un ansiado puesto de trabajo. No uno cualquiera, sino uno con el que llevaba años soñando. Al fin algo le salía bien a esta amiga mía tan buena como gafe, todo hay que decirlo.

GTRES

GTRES

Pues bien, Miriam decidió que había que celebrarlo por todo lo alto. Llevaba meses deprimida por la falta de curro y porque su novio, un cretino que nunca me gustó, no le hacía ni caso. El tipo siempre estaba demasiado ocupado sacando músculo en el gimnasio y preparando sus maratonianas reuniones de trabajo. Se supone que tenía un alto puesto en el departamento de ventas de una empresa de informática y que tenía que viajar mucho. Y cuando digo mucho es mucho, incluidos bastantes fines de semana.

A lo que iba… Miriam había decidido que quería desbarrar y reírse un poco, así que convocó a su grupo de incondicionales para una noche de celebración y parranda. Y no se le ocurrió otra cosa a la buena muchacha que ir a una de esas salas en las que un grupo de tíos hormonados empiezan a despelotarse al ritmo de la música con una coreografía que pretende ser sexy, pero que no pasa de restregarte el mandoble contra el culo, echarte nata por el escote y simular un polvo desaforado mientras te revuelcan por el escenario a la vista de todo el mundo. Canela fina.

“Todo sea por complacer a Miriam, que con el añito que lleva…”, pensamos, y allá que fuimos. Y ya que estábamos, pues nos mimetizamos con el ambiente dispuestas a darlo todo. En esas andábamos cuando, al cuarto o quinto número, aparece un cachas vestido de bombero. Con casco y todo. Saca a una chica con una banda de futura novia colgada y una diadema con diminutas pollas en la cabeza, para cachondeo de sus amigas, y empieza el pseudomagreo. Vuelta por aquí, vuelta por allá, que si ay que original soy porque juego con la manguera… En fin, todo lo que podáis imaginar. Hasta que se quita el casco y las gafas de sol, porque en esos sitios, los bomberos llevan gafas de sol… y ¡Oh cielos, es Marcos! Sí, el alto ejecutivo de ventas informático, el gran viajero.

Aún puedo ver la mueca congelada en la cara de Miriam y el coro de ojos estupefactos que se volvieron hacia ella y que se buscaban desesperadamente unos a otros, preguntándose qué hacer, incluidos los míos. “¿Pero vosotras sabíais esto? ¿Es una broma?”. “Pero nosotras que coño vamos a saber, si has sido tú la que nos has traído!”. Y así fue como Miriam, mi pequeña gafe, descubrió que su novio, además de un cretino, era un mentiroso. Luego vinieron el ataque de ansiedad, los llantos, y el inevitable grito de las menos contenida de nosotras: “¡No os creáis nada, a ese bombero de mierda ni se levanta y solo se excita con porno homosexual!”.

A partir de ahí mejor os ahorro los detalles. Solo os diré que al final resultó que ni agente de ventas, ni informático, ni nada de nada. El tipo trabajaba de guardia de seguridad en uno de los muchos centros comerciales que cierta cadena de grandes almacenes con nombre de tinte anglosajón tiene repartidos por toda la ciudad. Y digo yo, en los tres años que llevaban juntos, ¿Nunca lo sospechó? ¿Nunca fue a recogerlo al trabajo, ni conoció a ningún compañero, ni nada de nada? ¿Es eso posible? La pobre Miriam no para de llorar, pero yo espero que más pronto que tarde, cuando haya olvidado al innombrable y superado el disgusto, podamos reírnos juntas de este episodio.