Archivo de marzo, 2015

La falta de sexo, principal motivo para ser infiel

Follar poco, mal o nada. Ese es el factor fundamental que empuja a hombres y mujeres casados o emparejados a buscar un amante. Al menos eso es lo que se desprende de un estudio realizado por una de esas webs de contactos para poner los cuernos, Ashley Madison, entre sus 24 millones de usuarios.

El informe, llamado ‘The Global Sex Survey’, revela que el 37,2% de las mujeres y el 55% de los hombres entrevistados se decidieron a ser infieles por la falta de sexo con sus parejas. «La falta de sexo es un indicador y factor clave que conduce a los hombres y mujeres de todo el mundo a tener relaciones extramatrimoniales», afirma al respecto Noel Biderman, fundador y CEO de AshleyMadison.com. «Aunque otras cosas como la frecuencia con que ven pornografía o si usan o no juguetes sexuales pueden ser signos reveladores, la mayor amenaza a la monogamia en el mundo sigue siendo una vida sexual poco saludable, ya sea por relaciones poco frecuentes o inexistentes en un matrimonio», sentencia.

GTRES

GTRES

Yo no comparto sus afirmaciones respecto a la pornografía y los juguetes eróticos, pero en lo de la falta de sexo, creo que razón no le falta. Si cierro los ojos unos minutos y me pongo a pensar en todas las historias de cuernos que ha habido a mi alrededor, desde amigos íntimos y familiares a simples conocidos o compañeros de edificio, un sexo rácano, miserable o ausente está detrás de la mayoría de ellas. El porqué se llega a esa situación es otro debate (da para escribir un tratado), como también lo es si, llegados a ese punto, no sería mejor abordar el tema para intentar cambiarlo, cortar por lo sano, etc. No es tan sencillo, en cualquier caso, y ya hablaremos de ello en otro post.

En cuanto a otro tipo de motivaciones para lanzarse al adulterio, el 21% de los entrevistados señalaron el deseo de probar cosas nuevas en el terreno sexual, mientras que el 12% habló del “morbo de tener una aventura”. Hay quien dice que tener un amante es beneficioso para la relación, que la relanza, etc. Así lo han afirmado el 77% de las mujeres que han participado en el estudio, frente al 66% de los hombres. «Pon un par de cuernos a tu depresión», decía Sabina.

¿Y qué hay de los remordimientos y el sentimiento de culpa? Pues no mucho, la verdad, aunque según dicho informe son ellos quienes más lo sienten: el 19,4% contra sólo el 7% de las mujeres.»El sentimiento de culpa no les afecta porque entienden que la infidelidad es una decisión personal de una experiencia privada y, por errónea que pueda ser, justifican sus acciones diciendo que son fieles a su sentir, a su derecho de experimentar y sin necesidad de afectar a sus propias parejas», cuenta Francisco Goic, director regional de Ashley Madison.

Pues eso. Dime cuánto follas…

Amores interrumpidos, amores eternos

Había oído hablar de él toda mi vida, desde que tenía uso de razón. Pepe Cabello, el pintor. El gran y único amor de mi tía Paca. Tardé años en oírselo nombrar a ella, que vivía aparentemente ajena a los comentarios y chismorreos que sobre su vida y su pasado hacían familiares y amigos. Siempre a sus espaldas, eso sí: “Pobre, tan buena y tan sola”, “ha sido incapaz de rehacer su vida desde entonces”, “si no hubiera sido tan cabezota…” Mi curiosidad crecía cada día, pero siempre que preguntaba me respondieron con evasivas. Al fin y al cabo, yo solo era una niña.

Paca era mi tía “la solterona”. Tía abuela, en realidad, pero se ve que su condición de no-casada la convertía a nuestros ojos en una especie de tía universal que siempre estaba cuando la necesitábamos, capaz de cuidar de todo y a todos. Era extremadamente cariñosa, detallista y poseía una alegría contagiosa; todo le hacía gracia. Pero un día, mientras paseábamos las dos por la Plaza Alta, la de las palomas, se le heló la sonrisa en la cara. Tardé en darme cuenta porque me había acercado un momento al quiosco a por pipas, y hasta que no me di la vuelta no vi a aquel hombre, del brazo de una señora, parado frente a mi tía. Para cuando los alcancé, la conversación ya estaba iniciada.

—Hace ya seis meses que regresé. Que regresamos —dijo él, mirando fugazmente a la que a todas vistas era su mujer—. La jubilación, ya sabes… Es raro que no nos hayamos encontrado antes, esta es una ciudad pequeña”.

—Uy, ya no tanto… ha crecido mucho, no es la que era. Te habrá costado reconocerla…

—Está distinta, sí, pero en esencia sigue siendo la misma. Algunas cosas no cambian nunca.

A mi tía le temblaba ligeramente la barbilla y él me miró.

—¿Tu hija?

—No, mi sobrina —aclaró ella, y aunque sonreía, o al menos lo intentaba, no pudo evitar que se le ensombreciera el rostro. Tenía los ojos acuosos.

Se hizo un silencio demasiado largo —incluso una niña podía darse cuenta de eso—, hasta que la mujer que colgaba del brazo del hombre, visiblemente incómoda, carraspeó. Por un momento creí que iba a decir algo, pero no dijo nada. Ahora pienso que quizás estaba invitando a su marido a presentarla, pero aquello no sucedió. Solo miradas y más silencio incómodo.

—Bueno, me alegro de verte, Pepe, que disfrutéis del regreso —dijo mi tía mientras tiraba de mi mano—. Tenemos que irnos.

Él hizo un gesto con la cabeza a modo de despedida y la mujer sonrió, educada. Ya caminaban hacia la Calle Ancha, cuando se volvió.

—Paca…

Ella se dio la vuelta, expectante.

—Me ha gustado mucho volver a verte.

Cuando se es muy joven se tiende a creer, por error, que el amor no es cosa de mayores. No es un pensamiento consciente, es algo interiorizado, que sale sin querer. Uno cree que sus calores y anhelos, sus vaivenes y navajazos son patrimonio exclusivo de la juventud. Cuando se es muy joven nadie se imagina a un señor o una señora de 60 años temblando por la cercanía de otra persona, o con el corazón a mil, o simplemente hecho trizas por lo que fue, por lo que ya no, por lo que pudo haber sido. Cuando se es muy joven, a menudo, se está equivocado.

Aquella tarde Paca y yo anduvimos de vuelta a su casa. Ni ella ni yo dijimos una palabra, aunque juraría que le vi alguna que otra lágrima. Casi podía tocar su tristeza.

Años después, cuando mi tía enfermó, le conté a mi madre aquel episodio de la plaza y lo triste que había visto a la tía. Entonces ella me contó que ese debía de ser Pepe Cabello, su amor de juventud y el único novio que había tenido. Al parecer estaban muy enamorados e iban a casarse. Pero en aquellos años España no era un buen lugar para el amor… Como muchos otros, en esos tiempos de oscuridad y represión Paca y Pepe necesitaban de una carabina para poder verse. Sí, una de esas señoras mayores que acompañaban a las chicas jóvenes en sus citas para asegurarse de que no hacían nada indecente. En su caso, una prima de ella bastante mayor, Luisa, que a su vez arrastraba la amargura de un amor truncado por ser él más joven que ella. Luisa, a la que prohibieron casarse con ese hombre. Luisa, que se quedó para vestir santos. Luisa, que si no se casaba ella no se casaba nadie.

Y así, hizo todo lo posible por boicotear aquella relación. Si querían estar juntos, tenían que ir a donde ella quisiera y hacer lo que a ella le diera la gana. Si protestaban, se negaba a acompañarles y ya no había cita. Un día, en plena semana santa, Pepe pidió a su novia que fueran al balcón que había preparado su familia para ver la procesión. Luisa se negó, y el hombre ya no pudo más. “Estoy harto de que tu prima nos mangonee. Si no vienes esto se termina, Paca. O ella o yo”. Algo así debió de decirle. Pero Pepe no entendía que no se trataba de él o Luisa, sino de él y todo un régimen. ¿Cómo iba ella sola a poder dinamitarlo? Dolor, orgullo, llantos… y Luisa malmetiendo. Al final se canceló la boda y Pepe se fue de la ciudad, que por aquel entonces era más bien un pueblo.

Ignoro si volvieron a verse. Mi tía murió a los 66 años de un cáncer. Pepe, su Pepe, solo la sobrevivió un par de meses, aquejado del mismo mal. Están enterrados en el mismo cementerio, a no demasiados metros de distancia. Cerca, pero sin tocarse… como cuando estaban vivos.

Y en su casa, bajo la cama, una vieja lata llena de fotos.

PACA Y PEPE

PACA Y PEPE

Sexo y fútbol: polémica campaña publicitaria con una pareja haciendo el amor en un estadio

Un fake de los buenos… y una campaña publicitaria más que eficaz. Eso es en realidad lo que había detrás del vídeo que la semana pasada escandalizó a los ingleses y corrió como la pólvora por Internet y las redes sociales. En él, supuestamente grabado por cámaras de seguridad, podía verse a una pareja colarse en el estadio del Charlton Athletic y practicar sexo apasionadamente en el centro del campo. El vídeo pasó a youtube y empezó a tener tantas visitas que pronto acabó en los informativos, incluso el equipo afirmó que pensaba abrir una investigación para aclarar el asunto, del que aseguraba no tener constancia.


Pero, al igual que el título de aquella película de los 90 con Conque Malla y Penélope Cruz, todo es mentira. El Charlton Athletic, un equipo de la segunda división inglesa, quería darse a conocer, y para ello orquestó una campaña publicitaria basada en dos elementos: sexo y fútbol. Un cóctel explosivo que no podía fallar. Y no lo ha hecho, viendo el resultado. Ahora, hasta alguien como yo, que no tiene ni puta idea de fútbol, sabe quién es el Charlton Athletic.

Tras el revuelo suscitado, el equipo ha aclarado que el objetivo de la campaña era recordar a sus trabajadores y aficionados que pueden utilizar las instalaciones del club para celebrar cualquier festejo. Seguro que a más de uno le han entrado ganas.

¿Qué os parece la campaña?

Orgasmos a través de smartphones: se buscan probadores

Una revolución del sexo. Eso es lo que promete Durex a través de una nueva división especializada en tecnología digital, llamada Durexlabs, que pronto anunciará su primer producto tecnológico, con el que pretenden “ayudar a los usuarios a llegar al orgasmo”.

GTRES

GTRES

De momento, y a la espera de los detalles, la compañía está buscando por todo el mundo “probadores” que se animen a ser los primeros en probar el producto y experimentar esta nueva aplicación. Los interesados ya pueden registrarse, de momento de forma gratuita, en su web. 

“Muy pronto algo cambiará vuestra vida sexual para siempre. Preparaos para el clímax”, aseguran desde la firma de preservativos. El desarrollo de la aplicación, que pronto se presentará oficialmente, ha corrido a cargo de Susie Lee, CEO de Siren Mobile, a quien Durex califica como «una de las mayores expertas en el mundo de la tecnología móvil”.

“Con la proliferación de smartphones, redes sociales y apps de citas, la tecnología ha demostrado ser un medio exitoso para emparejar a las personas e intensificar sus relaciones. Con Durexlabs estamos realizando el siguiente paso vital al utilizar la tecnología para intensificar la conexión de las parejas en la cama y mejorar nuestras vidas sexuales”, explica la propia Lee.

Si alguien se anima a probarlo, que me lo cuente. Porque no digo yo que vaya a ser un bluf, pero de ahí a que vaya a “revolucionar nuestra vida sexual”, hay un trecho. Habrá que esperar a ver.

Somnofilia o síndrome de la bella durmiente: sexo entre sueños

Un susto de muerte. Eso es lo que se llevó el pasado fin de semana una amiga cuando, al entreabrir los ojos a las 5 de la madrugada en la cama del chico con el que sale desde hace un par de meses, se lo encontró inclinado a pocos centímetros de su cara mirándola fijamente. “Casi se me para el corazón. Di un grito tan grande que aún me duele la garganta”, me cuenta. El tipo, nervioso ante tanto escándalo, trató de calmarla explicándole que no pasaba nada, que se había levantado al baño y que, al verla dormida, le había parecido preciosa y se había sentado a “admirarla”. No sé, no es la primera ni la última persona que babea mientras ve dormir a su lado al hombre o a la mujer de sus sueños, sobre todo al inicio de la relación, pero eso de que estuviera tan tan cerca da un poco de mal rollo. A mi amiga, al menos, se lo da. “¿No estás un poco paranoica? A mí me parece tierno”, afirma una tercera.

GTRES

GTRES

Dándole vueltas al tema acabamos hablando de la somnofilia. Y con eso no quiero decir que el reciente noviete de mi amiga la padezca, eso sería mucho decir, pero nos dio tema de conversación para rato. Como decía, todos hemos mirado alguna vez a la persona que teníamos al lado y, al verlo/a dormido/a, hemos pensado “guau, que suerte tengo”. Pero la somnofilia, como toda parafilia sexual, va más allá. Esta en concreto se caracteriza porque el individuo (o individua) que la padece solo logra excitarse al interactuar sexualmente con alguien que está durmiendo. Y como todo en la vida, hay distintos rangos. Los hay que simplemente se excitan con la contemplación, quienes se masturban al hacerlo y quienes sienten la necesidad de mantener relaciones sexuales aunque la otra persona se encuentre totalmente inconsciente por el sueño. O mejor dicho, precisamente por eso. En casos extremos pueden darse casos de abuso sexual.

En la fase REM del sueño, el cuerpo experimenta lo que se denomina tumescencia peneal nocturna en el caso de los hombres y la erección del clítoris en el caso de las mujeres, lo que podría propiciar procesos sexuales. Resulta ridículo pensar, sin drogas ni fármacos de por medio, que alguien pueda penetrar a otro alguien sin que esta persona se despierte, por muy dormido/a que esté. Pero sí que es posible durante la tumescencia nocturna del pene (vamos, el empalmamiento nocturno de toda la vida), que puede durar hasta 90 minutos, que se realice una felación o una masturbación mientras el individuo sigue en los brazos de Morfeo.

"La Bella Durmiente", por Henry Meynell Rheam

«La Bella Durmiente», por Henry Meynell Rheam. WIKIPEDIA

Conozco a una mujer que, en una larga conversación sobre sexo, contó lo muchísimo que le ponía su novio cuando se empalmaba dormido. Tanto, que la mitad de las veces sentía un irrefrenable deseo de metérsela en la boca hasta que él, confundido y somnoliento, se despertaba entre espasmos sacudido por un fuerte orgasmo. Y encantado de la vida, vaya. Otra, en cambio, tiene una fantasía sexual recurrente que pone en práctica a menudo con su marido, y es que ella es la Bella Durmiente y su hombre, convertido en príncipe dorado, la despierta de un siglo de sueño a base de pollazos.

Aunque esto último no entra dentro de lo que se entiende propiamente por somnofilia, viene al caso porque es precisamente así como se ha denominado coloquialmente a esta parafilia: el síndrome de la Bella Durmiente, en referencia al cuento infantil de Charles Perrault en el que una joven doncella es condenada a una maldición que la obliga a permanecer dormida 100 años o hasta que la despierte un beso de verdadero amor. En el cuento, el príncipe, abrumado por la belleza de la joven durmiente, no puede evitar besarla, sacándola así, sin saberlo, de su letargo.

No obstante, la somnofilia no debe ser confundida con la sexomnia, un trastorno del que hemos hablado anteriormente y que lleva a las personas que lo sufren a desarrollar actividad sexual mientras duermen, de forma completamente inconsciente y sin posibilidad de comunicación. Al igual que el resto de sonámbulos, al despertar no recuerdan nada.