Archivo de febrero, 2015

Una píldora antes y después del sexo reduce la infección por VIH

El preservativo. Ese es a día de hoy el gran y más eficaz aliado a la hora de prevenir la infección por VIH. Conviene no olvidarlo, entre otras cosas porque además de ayudar a combatir el sida, hace lo propio con el resto de enfermedades de transmisión sexual, que aunque todos crean que es cosa de otros, se dan “hasta en las mejores familias”, como dice mi madre.

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Dicho esto, un estudio realizado por la Agencia Nacional Francesa especializada en el sida (ANRS) acaba de ser presentado en Estados Unidos y ofrece resultados muy alentadores en cuanto a prevención. El ensayo clínico, realizado entre 400 hombres homosexuales, reveló que un fármaco utilizado para combatir el VIH, una píldora llamada Truvada, también puede servir para prevenirlo cuando se consume antes y después de tener relaciones sexuales de alto riesgo entre varones gays. En concreto, el riesgo de transmisión del virus entre ellos se redujo un 86%.

La Truvada es una pastilla que combina dos medicamentos, los retrovirales tenofovir y emtricitabine, y se usa actualmente de forma preventiva contra la infección por VIH en personas de alto riesgo a través de su ingesta diaria. Sin embargo, este estudio ha demostrado que el fármaco es más efectivo cuando se saltan algunas dosis. A los 400 sujetos participantes en el ensayo se les dieron placebos o Truvada y se les pidió tomar dos pastillas entre dos y 24 horas antes de tener relaciones sexuales, y una tercera píldora 24 horas después, así como una cuarta pastilla 48 horas después de la primera dosis. El resultado fue dos nuevas infecciones entre los que tomaban Truvada y 14 entre los que estaban con el placebo. Es decir, los que tomaron Truvada fueron un 86% menos propensos a contraer el virus.

De momento, tanto investigadores como médicos han sido muy cautelosos a la hora de presentar el medicamento por miedo a que la gente lo interprete como un “preservativo químico” y deje de utilizar los mejores y más efectivos métodos de prevención, que son, como hemos dicho, los condones de toda la vida.

La falta de sexo amenaza la natalidad en Japón

Cada vez menos sexo y, lo que es peor, cada vez menos interés y ganas de tenerlo. No es una sensación ni una forma de hablar, sino una realidad que pesa como una losa sobre la sociedad japonesa y amenaza seriamente a la tasa de natalidad del país, que desde hace años no para de caer. Al cierre de 2014 Japón contaba con 126.125.000 habitantes, casi un millón y medio menos que un año antes. De seguir esa tendencia, la población, una de las más envejecidas del mundo, se habrá reducido a la mitad para el año 2100. A día de hoy, solo el 13,2% de sus ciudadanos tiene 14 años o menos, mientras que las personas con 65 años o más son casi el doble, el 24,8%.

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Y no, no es porque la planificación familiar funcione a la perfección y sean los capos de los anticonceptivos. Es, simplemente, porque cada vez tienen menos relaciones sexuales, lo que preocupa seriamente al gobierno del país. En el último mes el 48,1% de los hombres y el 50,1% de las mujeres no practicaron sexo, según el estudio más reciente de la Asociación Japonesa de Planificación Familiar (JFPA). Los datos muestran un incremento de cinco puntos respecto a 2012, cuando se llevó a cabo el anterior informe. La tendencia es especialmente llamativa entre los menores de 24 años: el 45% de las mujeres y el 25% de los hombres no muestran interés o detestan el sexo con otras personas. A estos, el sondeo los califica de «hervíboros», en alusión a su falta de deseo carnal. Y eso, a una edad en la que supuestamente las hormonas hacen difícil que se pueda pensar en otra cosa…

En cuanto a los mayores de 24 años, uno de cada cinco hombres casados encuestados afirmaba que estaba «demasiado cansado» para practicar sexo después del trabajo, mientras que casi el 16% señalaba que se había vuelto sexualmente inactivo después de que su pareja diera a luz. Entre las mujeres, por su parte, los motivos más habituales para justificar su desinterés por el sexo es que lo encuentran «aburrido» (el 23,8%) y que llegan de trabajar muy cansadas (17,8%).

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Las razones de este fenómeno, que ha sido bautizado como el síndrome del celibato, son varias, según los expertos. Las jornadas maratonianas de trabajo y la extrema dificultad para compaginar vida personal y laboral son algunas de ellas, sobre todo para las mujeres. Estas, además de cargar con una gran presión familiar y social por encontrar marido antes de determinada edad, tienen que enfrentarse a una desigualdad de género en el tema laboral apabullante. Tanto es así que el 70% de las niponas se ven obligadas a abandonar su puesto de trabajo después de tener su primer hijo, en torno a los 30 años. Por eso no es casual que cada vez más japonesas opten por centrarse en su trayectoria profesional; el precio de tener una familia es demasiado alto.

A todo ello se suma que hablamos de una sociedad casi patológicamente tímida y caracterizada por una gran dificultad a la hora de expresar los sentimientos. Puede que eso explique, al menos en parte, que buena parte de los jóvenes varones haya encontrado en la realidad virtual un fácil sustituto a las relaciones amorosas. Simuladores de citas y chicas cibernéticas de conducta servicial y creadas a la imagen y semejanza del chico de turno están tomando la delantera a la vida real y a las mujeres de carne y hueso. Y todo ello al alcance de un botón que se encienda y apaga a voluntad.

¿Están los japoneses volviéndose locos? ¿Es ese el futuro que nos espera? Es, cuanto menos, para echarse a temblar.

Tres estrellas del porno se desnudan para explicar por qué odian ’50 sombras de Grey’

Retrógrada, machista, humillante para la mujer… ¿Es 50 sombras de Grey la historia de un conquistador sexual controlador y atormentado que se redime por el amor y entrega absoluta de una virgen inocente? Tanto el libro como la película han cosechado todo tipo de críticas en este sentido, sobre todo el primero, al que muchos achacan además un más que escaso valor literario. Y eso que la cinta, para algunos bastante digna, lo ha petado este fin de semana en la taquilla.

Las últimas en sumarse a las críticas furibundas contra el fenómeno Grey han sido tres estrellas porno, Nadia Styles, Mercedes Carrera y Nina Elle, que completamente desnudas arremeten contra la cinta y explican ante la cámara las cinco razones por las que la odian.

En primer lugar, y aunque para muchos pueda parecer chocante, estas mujeres que llevan toda la vida dedicándose al porno consideran insultante 50 sombras de Grey porque la ven como una “fantasía de dominación masculina aburrida, misógina y pasada de moda”. Mucho más retógrada, según ellas, que una larga lista de géneros de películas pornográficas que sugieren: fisting, cunnilingus, porno lésbico…

CAPTURA DEL VÍDEO

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Al tiempo que ridiculizan pasajes de la novela, recreándolos para tratar de demostrar que son falsos y forzados (¿hay algo más forzado que un orgasmo femenino en una porno?, me pregunto), Nadia, Mercedes y Nina argumentan que, para colmo, la entrada para ver la película es muy cara para el poco sexo que muestra (20 minutos en todo el metraje). Y encima, simulado. “Estamos en el jodido siglo XXI. ¿Dónde están las pollas? (…) Si lo que quieres es ver algo realmente subido de tono, echa un vistazo a cualquiera de mis  vídeos. Son gratis y con mejores diálogos”, afirma una de ellas.

Por último, animan a que, si se trata de apoyar el cine, que sea al independiente. «Den sus 15 dólares al monumental proyecto artístico que es Boyhood. Es una familia, pero son todas nuestras historias».

¿Habrán convencido a alguien? No sé yo. Pero tiene su gracia.

Sadomasoquismo para principiantes

Ataduras, azotes, flagelaciones, privación sensorial… Un cóctel explosivo de dolor, dominación, entrega y sumisión con un objetivo: el placer extremo. El sadomasoquismo, una práctica sexual tan antigua como el mundo, está más de moda que nunca gracias a la novela erótica mundialmente famosa 50 sombras de Grey, cuya adaptación cinematográfica se estrena este viernes en España.

Reconozco que yo no la he leído. Lo intenté, pero (y con esto no quiero ofender a nadie) me pareció bastante regulera y llena de estereotipos, así que abandoné. Sin embargo, he de reconocerle que ha caldeado la temperatura de multitud de alcobas y animado la intimidad de muchas parejas. Ya solo por eso, bienvenida sea.

El fenómeno es tal que los sexshops y tiendas especializadas de todo el mundo han disparado las ventas de prendas y juguetes eróticos relacionados con dichas prácticas.Tengo amigas cuyos bebés deben su nacimiento a Christian Grey y sus hazañas y otras que andan como locas buscando cursos de iniciación al sexo BDSM. Pero, aunque los juegos eróticos sadomasoquistas forman parte de las fantasías sexuales más recurrentes, lo cierto es que una cosa es animar el cotarro con un par de esposas, una máscara y un poco de cuero, y otra muy distinta es el auténtico sado.

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Ese, el que causa dolor de verdad, está a otro nivel. Y con ello no quiero decir que sea malo, sino que no es apto para todos los públicos. Pese al boom que hoy vive, siempre ha sido considerada una práctica marginal y oscura condenada socialmente. Algo sórdido propio de perversos y perturbados o con un trágico historial de abusos a sus espaldas, nada que ver con las buenas gentes del pueblo, como diría Patxi Andión. Pero no. El BDSM se apoya siempre en el consenso entre los participantes y, partiendo de esa base, las amenazas que lo rodean no son tan distintas de las que se dan en el mundo vainilla, que es como los amantes del sadomasoquismo llaman a quienes no lo practican porque, a su juicio, no tienen ni gracia ni sabor. “Igual que en el mundo vainilla no te vas a casa de cualquiera, en el mundo BDSM no dejas que un completo desconocido te ate y te de con una fusta”, me dice al respecto una apasionada de esta disciplina, si es que puede denominarse así. Y tiene razón. Psicópatas hay en todos sitios, y desde luego habrá quien se pase de la raya, pero muchos miles de personas lo practican en todo el mundo disfrutando de ello y sin perjudicar a nadie.

De hecho, un estudio publicado en 2013 en The Journal of Sexual Medicine revelaba que los amantes de este tipo de prácticas sexuales son mentalmente más fuertes, más equilibrados, más sociables, más abiertos a nuevas experiencias y menos neuróticos. La explicación que dieron los investigadores a semejantes resultados fue que ello se debe al mayor conocimiento que tienen estas personas de sus necesidades y deseos sexuales, lo que hace disminuir la frustración física y emocional en las relaciones.

Lo más peligroso, según los expertos, es confundir la fantasía y el juego con la realidad. Porque, aunque extremo, no deja de ser eso, un juego. Un juego consentido y pactado entre adultos en el que alguien domina y alguien es dominado. Como el yin y el yang. Alguien, el amo, inflige dolor y sufrimiento al objeto de su deseo para obtener placer; a su vez el otro, el contrario, el esclavo, recibe y necesita ese castigo para alcanzar esa misma excitación y éxtasis. Escupir, abofetear, insultar… cada pareja llega a los límites que desea llegar.

FOTOGRAMA DE 50 SOMBRAS DE GREY

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Y bueno, que si a uno le pica la curiosidad, puede darle al sexo duro sin tener que adentrarse en las turbias aguas del BDSM extremo. Que mira que siempre digo que entre el blanco y el negro hay millones de grises… No hace falta reencarnarse en el Marqués de Sade para romper la rutina y adornar un poco tu vida sexual. Eso sí, si te animas, aunque sea en plan light, hay algunos mínimos que debes tener muy en cuenta. Como decía antes, debe hacerse con alguien de confianza y es muy importante establecer con anterioridad los límites y el reparto de roles, así como definir lo que en el BDSM se conoce como palabra de seguridad. Esto último no es más que pronunciar una palabra previamente pactada cuando el dominado ya no pueda más, y la sesión se dará por terminada. Esa palabra debe ser distinta a «no», «para», «basta» o algo por el estilo. La razón es que uno de los pilares sobre los que descansa el sadomasoquismo es el juego de resistencia y dominación de una persona a otra, por lo que esa terminología forma parte del juego. “No, para, por favor, basta…” Y cuanto más pides que pare, más te azota el otro el culete… Por ello, lo más común es usar los colores del semáforo. Si se grita rojo, hay que parar inmediatamente.

Es muy importante evitar las zonas sensibles (espalda, huesos…) y el precalentamiento es fundamental. Hay que ir de menos a más, como en todo, y se pueden alternar los cachetes con caricias breves. También se pueden intercambiar los roles, por su puesto. ¿Quieres ser el profesor/a exigente o el alumno/a travieso que debe ser castigado? ¿Te has portado mal y necesitas un correctivo? Las opciones son tantas como tu imaginación y tus ganas… ¿Te atreves a probar?

¿Malinterpretamos las señales de cortejo del sexo opuesto?

“Si eres amable te acusan de calientapollas, pero si cortas la conversación te llaman borde y amargada”, se quejaba el otro día una conocida. Hablábamos de hombres, mujeres y de las distintas formas de relacionarse entre sí. A mí, personalmente, me pareció una exageración. Es cierto que en el mundo hay mucho capullo suelto, pero no comparto la afirmación, al menos no de forma general. Lo que sí creo es que, a menudo, unos y otros confunden las señales que perciben o reciben de sus interlocutores del sexo opuesto.

flirteo

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Gestos, poses, actitudes, sonrisa, contacto visual, tono de voz… El lenguaje corporal que adoptan las personas cuando interactúan con alguien por quien sienten atracción o interés sexual es muy revelador; pero ocurre que, a menudo, se ven señales de cortejo donde no las hay o, por el contrario, no las pillas aunque tengas a un equipo entero de controladores aéreos dándote en las narices con luces rojas, bengalas luminosas y haciendo sonar una docena de bocinas.

Siempre he pensado que el darte o no por enterado tenía que ver con el carácter, con lo espabilado/a que fueras, el bagaje vital… pero ahora leo que, según un reciente estudio del Departamento de Psicología de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (Noruega) y que recoge la revista Evolutionary Psychology, se tiende a una cosa o a otra dependiendo de si eres hombre o mujer.

La investigación, para la que se contó con 308 participantes heterosexuales (el 59% de ellos mujeres) con edades comprendidas entre los 18 y los 30 años, concluyó que tanto hombres como mujeres malinterpretan las “señales” del sexo contrario, aunque, a la hora de confundir estas “pistas”, son ellos los que se llevan la palma. Ojo, que no lo digo yo, que lo dicen los tipos estos de Noruega, aunque lo cierto es que los resultados de su estudio coinciden 100% con los de otro realizado en 2003 en Estados Unidos.

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Al parecer, ellos tienden a confundir la amistad y las sonrisas con el interés sexual, y ellas, por su parte, suelen pensar que las distintas muestras de cortejo que ellos les lanzan son simplemente amabilidad. “El hecho de que ambos estudios coincidan plenamente debilita alegaciones alternativas sobre que los roles sociales de hombres y mujeres en diferentes culturas determinan su psicología en estas situaciones”, aclara Mons Bendixen, coautor de la investigación.

Precisamente, uno de los temas en los que los psicólogos evolucionistas están especialmente interesados es la psicología sexual de género entre las culturas y los grupos sociales. “La aptitud reproductiva de un hombre, es decir, la cantidad de descendencia que produzca, depende de la cantidad de mujeres a las que él es capaz de dejar embarazadas. Pero esa actitud no funciona para las mujeres”, explica Bendixen, para quien la posibilidad de un embarazo con el consiguiente parto y crianza ha hecho que la psicología femenina, a través de miles de generaciones, haya evolucionado a poner el listón más alto; lo que significa que ellas necesitan señales mucho más claras que los hombres antes de considerar mantener relaciones sexuales.

¿Qué opináis? ¿Alguna vez habéis confundido los sentimientos de otra persona? ¿Habéis dejado pasar algún tren por no ver lo que teníais delante de las narices? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra

Las zonas erógenas, esas grandes desconocidas para el 64% de los jóvenes españoles

No es lo mismo acariciar la espalda que una rodilla, ni besar el cuello que un codo. Las zonas erógenas, claves para el erotismo y el placer, son aquellas partes del cuerpo humano que presentan una mayor sensibilidad y, por tanto, son más susceptibles de, con el estímulo adecuado, activar el deseo sexual. Aunque es cierto que hay enormes variaciones individuales en función de cada persona, algunas zonas del cuerpo son consideradas amplia y tradicionalmente erógenas: cuero cabelludo, axilas, cuello, pechos, ojos, oídos, labios, lengua, espalda, cintura, ombligo, muslos… Y, por supuesto, los genitales.

a00465905 3911Su conocimiento es esencial para un buen sexo, sin embargo, muchas veces son grandes desconocidas. De hecho, constituyen una asignatura pendiente para muchos jóvenes españoles, según el último estudio sobre el tema realizado por Control. Así, el 64% de los consultados en el barómetro Los jóvenes españoles y el sexo reconocen no tener ni idea o tener mucho camino por descubrir. El estudio revela también que es una cuestión de edades: mientras los jóvenes entre los 18 y 25 años se muestran más inexpertos (lógico, por otro lado), el 30% conoce a la perfección las zonas que le provocan mayor placer en el sexo. Por otro lado, el 43% de los jóvenes entre 26 y 35 años tiene claros sus puntos erógenos. También se observan diferencias entre Comunidades Autónomas. Así, baleares (48%), catalanes (40%) y andaluces (41,5%) son quienes mejor creen conocer su cuerpo frente a navarros (20%), murcianos (27%) y asturianos (29%).

Sin embargo, sí hay unanimidad al identificar las zonas erógenas: el 80% de los encuestados se decanta por los genitales, seguido del cuello (73%) y el pecho, especialmente en el cuerpo femenino. Las zonas más desconocidas son el cuero cabelludo, los muslos y las manos (solo las calificaron de punto erógeno el 8% de los encuestados), a pesar de que tratarse de zonas con gran sensibilidad.

Al conocimiento de los puntos de estimulación propios se suman los de la pareja, y aquí el porcentaje disminuye notablemente: solo un 18% de los encuestados afirmó conocer “perfectamente” las zonas erógenas de su pareja, mientras que el 82% restante afirmó tener dudas.

La experta en sexología Nayara Malnero, que ha participado en el estudio, concluye que, además de las diferencias individuales, hombres y mujeres no reaccionan por igual a los mismos estímulos. Según Malnero, aquellos responden a una estimulación más visual, mientras que ellas “disfrutan más con las claves contextuales, los roces, las caricias y las insinuaciones”.

“Para disfrutar más de nuestras relaciones es fundamental no solo conocer sino saber cómo estimular cada zona erógena”, afirma. De acuerdo con el estudio, 8 de cada 10 jóvenes han probado algún tipo de estimulación extra en el sexo. Los productos más utilizados son los lubricantes (un 67% de los encuestados los utiliza con regularidad), seguidos de los geles de masajes (46%) y los anillos vibradores. (37%). Ya se sabe, un poco de ayuda nunca viene mal.

El hombre que practicó sexo con un delfín durante un año protagoniza un documental

“Tuve un romance con un delfín durante un año porque me sedujo”. El que así habla es Malcolm Brenner, de 63 años, protagonista de Dolphin Love, un documental que acaba de estrenarse hace solo unos días en el festival de cine alternativo Slamdance, en Park City, Utah (EE UU). En él, Brenner cuenta durante 15 minutos, con todo lujo de detalles, la relación que mantuvo durante varios meses, sexo incluido, con un cetáceo hembra llamado Dolly.

dolphin loveTodo empezó en 1971, cuando Brenner, que entonces era fotógrafo, recibió el encargo de tomar imágenes de los delfines en el estanque de un ya desaparecido parque de atracciones en Sarasota, Florida. “Empecé a frotarle la espalda, hasta llegar a las aletas y la cola. Entonces ella fue lentamente girando hasta posicionarse frente a mí”, explica en el documental. A partir de ese momento, el exfotógrafo pasa a describir la escena de sexo con detalles muy muy precisos y un lenguaje muy directo, hablando de “hendiduras genitales” y cosas por el estilo, y mientras habla, los espectadores pueden ver un gráfico animado que ilustra el encuentro a la perfección.

Brenner pasaba horas con los delfines trabajando y, según su testimonio, aprovechaba cuando el parque cerraba al público para practicar sexo con Dolly. Según él, fue el animal el que inició el cortejo sexual que acabó en una relación que duró un año. Él se describe a sí mismo como zoófilo y en 2009 publicó la novela autobiográfica Wet Goddes.

Malcolm brennerEl año pasado, en una entrevista previa, Brenner contaba al diario Daily Mirror que había “algo trascendental en hacer el amor con un delfín”. “Son criaturas muy conscientes, inteligentes y empáticas”, decía, al tiempo que insistía en que su “romance” fue consentido.

El propio Brenner ha comentado en su blog que el documental ha sido bien recibido en el festival y que nadie se salió durante la proyección. Asimismo, describe como “bonitas” las imágenes animadas que explican el encuentro sexual con el delfín.

La noticia de esta cinta llega solo unos días después de que en España, la Comisión de Justicia del Congreso de los Diputados diese vía libre a una reforma del Código Penal que castiga por primera vez la zoofilia, el maltrato y abandono de animales y la celebración de peleas de gallos y perros (no así a sus organizadores). La ‘explotación sexual’, en concreto, será tipificada con una pena de tres meses a un año de cárcel.

¿Creéis que la historia de Brenner puede considerarse explotación sexual? ¿De verdad puede un animal dar su consentimiento a una relación sexual de ese tipo? ¿Cuáles son vuestras conclusiones?

El poder de los afrodisíacos

Lujuria, placer, pasión desenfrenada, vigor… Todos ellos son elementos claves y codiciados a la hora de un encuentro sexual perfecto. Por eso, desde que el hombre es hombre, todas las civilizaciones y culturas han pretendido disponer de sustancias con las que provocar y aumentar el apetito sexual.

Aunque el uso de de filtros, pócimas de amor y ungüentos destinados a estimular la sexualidad o atraer al sexo contrario se remonta a la prehistoria, la primera mención escrita de los afrodisíacos procede de unos papiros egipcios del siglo XXIII antes de Cristo. También se los menciona en el Génesis, donde se hace referencia a la menta y a la mandrágora, y los griegos y los antiguos romanos hacían un gran uso de estas “milagrosas sustancias”. Y, como no podía ser menos, también se refiere a ellas el kama-sutra, tratado del amor por antonomasia.

FOTOGRAMA DE 9 SEMANAS Y MEDIA

FOTOGRAMA DE 9 SEMANAS Y MEDIA

¿Realidad o mito? A veces es difícil separarlos, pero la mente es poderosa y solo hace falta crear un clima propicio y un poco de predisposición. Y en eso, los afrodisíacos pueden ser de gran ayuda. Ya solo su nombre resulta sensual y evocador… Proviene de Afrodita, la diosa griega de la lujuria, la belleza, la sexualidad y la reproducción. A menudo se alude a ella en la cultura moderna como «la diosa del amor», pero normalmente no era el amor en el sentido cristiano o romántico. Afrodita, que nació de la espuma del mar cuando Cronos mató a su padre y arrojó sus genitales al océano. Numerosos alimentos considerados aún hoy afrodisíacos, como las ostras y otros mariscos, están asociados a su nacimiento.

Cierto o no, siempre es mejor recurrir a sustancias naturales, aunque resultasen ser puro placebo, que atiborrarse de química tirando de viagra y otros fármacos. Vamos, es mi opinión. Y aunque solo sea por si acaso, os añado un pequeño resumen de algunos de los ingredientes, ya sean bebidas, comidas o condimentos, mencionados en varias investigaciones por su supuesto poder estimulador del deseo.

-Ginseng: Se usa para aumentar el vigor sexual. Es una planta herbácea de la familia Aralacieae cuya raíz se usa en la medicina tradicional china. Ayuda al cuerpo a producir más óxido nítrico, que relaja el músculo liso cavernoso y refuerza las erecciones.

-Chocolate oscuro: Aumenta los niveles de feniletilamina, que desencadena sentimientos similares a “estar enamorado”. Es una sustancia producida en el cerebro que pertenece a la clase de las anfetaminas, estimulantes del sistema nervioso que permiten superarse durante un lapso limitado de tiempo, por sobreexcitación.

-Ostras: Poseen grandes cantidades de zinc, que incrementa la producción de testosterona. La testosterona a su vez incrementa el deseo sexual en la pareja.

-Ajo: Produce una enzima responsable del mecanismo de erección. Además, tanto en el varón como en la hembra contribuye a mejorar el flujo circulatorio en el área de los genitales. Para que haga el efecto adecuado debe tomarse crudo, exprimido o en cápsulas.

-Canela: Estimula el riego sanguíneo en la zona abdominal del organismo. Al facilitar el flujo de sangre en la región central, mejora la irrigación de los genitales, tanto en el caso de la mujer como en el hombre. De esta manera aumenta la facilidad para lograr la excitación y, en el caso de hombre, para alcanzar y mantener la erección.

-Chile picante: Según algunos investigadores comer chile hace que liberes endorfinas, conocidas también como hormonas de la felicidad.

-Azafrán: Aunque su uso como afrodisíaco se remonta al Antiguo Egipto, fue el profesor Massimo Marcone, de la Universidad de Canadá, quien demostró sus efectos permanentes en la estimulación del impulso y el rendimiento sexual.

-Zanahorias: Su gran cantidad de beta-caroteno, ayuda a incrementar las hormonas sexuales.

-Vino tinto: Un estudio de la Universidad de Florencia corroboró hace años lo que todos sospechábamos. Posee antioxidantes que producen un beneficioso efecto vasodilatador, de manera que su consumo moderado potencia la erección masculina y aumenta la lubricación femenina.

-Espárragos: Su contenido de vitamina E se cree que estimula las hormonas sexuales.

Y dicho esto… Hala, por probar que no quede.