Archivo de diciembre, 2014

Enamorarse del examante de tu jefe

Las vueltas que da la vida. Ella siempre fue la tía moderna, la que me sacaba de marcha a sitios donde mi madre nunca me hubiera dejado y me contaba historias que me sacaban los colores. En realidad no era mi tía, sino la mujer de mi tío, y a mí me encantaba. Su ropa, su pelo, su música… todo en ella era distinto, como con un toque extra de color que destacaba de forma especial en aquel barrio de gente corriente y pelín aburrido. Porque, por suerte para mí, vivíamos muy cerca.

Fue ella quien me consiguió mi primer trabajo, una especie de prácticas remuneradas que duraron solo unos meses. Allí conocí a su jefe, del que mi tía era muy amiga. Resulta que el hombre, gay hasta la médula, estaba enamoradísimo de su novio, pero vivía en un sinvivir porque estaba casado y no se atrevía a salir del armario. Aquello no era Madrid y eran otros años… Y si en la actualidad la orientación sexual aún constituye la principal motivación para los delitos de odio registrados en España, imaginaos entonces. Mi tía era el hombro en el que lloraba y su confesora, hasta el punto de que muchos creían que estaban liados, lo cual a él le venía de perlas. Estaba tan atormentado por su condición que prefería que la gente lo tomase por un adúltero antes que por homosexual. A ella se la sudaba, la verdad; nunca le importó lo que pensaran de ella.

GTRES

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Luego acabaron las prácticas, yo me mudé a Madrid y, varios años después, mis tíos se separaron. Nada fuera de lo común, un divorcio más como tantos otros, sin mucho ruido, salvo el de los escombros al caer cuando el edificio se desmorona. Más polvo que otra cosa. La separación me dio muchísima pena, eran una gran pareja, y aunque al principio mantuve el contacto, la distancia hace muy bien su trabajo. Las llamadas telefónicas se espaciaron, las visitas aún más y hoy solo la veo una vez cada uno o dos años, cuando su hijo, mi primo, viene de Estados Unidos por Navidad.

Hace unos días, hablando con mi primo por Facebook de cara el próximo encuentro navideño, le pregunté por ella. Me dijo que, por primera vez desde la separación, la veía feliz y tranquila, sosegada. Sigue en el mismo trabajo, con el mismo jefe (del que sigue siendo amiga) y vive en el mismo sitio corriente y aburrido de siempre. La novedad es que ahora sale con el que en tiempos de mis primeras prácticas era el amante de su jefe (¿¿¿¡¡¡!!!???). “Pero, ¿por salir quieres decir que salen por ahí de marcha, que son amigos?”, pregunté ingenuamente a mi primo. “¿Tú eres tonta o qué? Que salen, que follan, que duermen juntos… vamos que son pareja”, me contestó él, descojonándose.

Y desde entonces no paro de pensar en ello. Porque, hasta donde yo sabía, él era gay, no bisexual. ¿Habrá cambiado de tercio o es simplemente un experimento? ¿De verdad la desea? ¿Estará ella enamorada? Y dándole vueltas al asunto volví a ver Sobreviviré, con Emma Suárez y Juan Diego Botto, y pensé que perdemos una gran cantidad de tiempo y energía en etiquetar absolutamente todo. Tarea tan ardua como absurda, porque, en este caso como en tantos otros, no hay nada menos catalogable que las personas y los sentimientos. Vive y deja vivir.

¿Una vagina «clonada» como regalo navideño?

Una réplica exacta de una vagina de lujo. En concreto, la de la estrella del porno Alexis Texas. Eso es lo que una conocida pretende regalarle a su chico estas navidades. Me lo dijo el otro día, mientras tomábamos café con una amiga común, y se quedó más ancha que larga. “¿En serio?”, le pregunté, incrédula. Pero no era coña, no. Era, más bien, un coño, literalmente, si me permitís el chiste fácil.

ALEXIS TEXAS. WIKIPEDIA

ALEXIS TEXAS. WIKIPEDIA

Resulta que el novio de la susodicha es un gran fan de esta pornostar estadounidense, y ella, que gusta de deleitarse junto a él de las hazañas cinematográficas de Texas, quería regalarle algo especial este año, cachondo y original. Recorrió varios sexshops en busca de todo tipo de juguetes sexuales, pero no encontró nada fuera de lo común, hasta que alguien le habló de la vagina “clonada» de Alexis Texas. Parece ser que la marca Fleshlight ha logrado que se deje hacer una réplica de sus genitales que incluye hasta el más mínimo detalle. El resultado, según me cuentan, es un masturbador masculino de alta gama con nombre propio.

Hay gente pa tó, oye, como diría mi madre. A mí me parece fantástico que el personal se masturbe con lo que tenga más a mano, y no le veo ninguna pega a que la gente lo regale, pero en lo que a mí respecta no lo termino de ver como presente navideño. Que una cosa es que a mi (reciente) chico le guste Angelina Jolie y a mí no me importe, y otra que le regale por Navidad un clon plastificado de su seguro que estupenda y gloriosa vagina. “Toma cariño, ahí tienes, un trozo de roscón de reyes y el chochete de Lara Croft, para cuando yo no esté…” Pero claro, si le doy la vuelta y pienso que fuera al revés y él me regalara a mí una réplica del asunto de Brad Pitt, pues reconozco que me cambia la perspectiva.

En realidad esto de los genitales “clonados” no es una novedad. Desde hace años existen múltiples dispositivos, por llamarlos de alguna forma, para que el pene o la vagina codiciados estampen al detalle su morfología en distintos materiales: chocolate, gelatina, látex, etc. O también puedes estampar el tuyo propio. ¿Qué mejor forma de decirle a alguien que te gusta que enviarle una caja de bombones con la forma exclusiva y única de tus partes nobles? Seguro que el o la agasajada no se queda indiferente: o cae rendida/o a tus pies o te denuncia por acoso. ¿Alguien se anima?

Los peligros de la momificación erótica

Prepararte para una gran noche de sexo y lujuria y acabar muerto, envuelto en papel transparente de cocina, como una pechuga de pollo cualquiera. Eso es lo que le ocurrió a Alun William, chef británico de 47 años, el pasado mes de agosto, según informa el diario The Daily Mirror. Al parecer, William sufrió un ataque al corazón durante su juego sexual con R. B., de 35 años, y D.C, de 23.

Bondage

Mujer practicando Bondage. WIKIPEDIA

Al difunto le gustaba la momificación, una práctica sexual derivada del bondage (encordamientos y ataduras eróticas) que consiste en privar a una persona de todos sus sentidos, inmovilizándolo totalmente. Puesto hasta las cejas de cristal y ketamina, el cocinero pidió a sus compañeros de juerga que lo envolvieran de pies a cabeza en papel film y plástico negro, según cuentan ellos. Le dejaron un hueco en la nariz y en la boca para respirar. Todo un detalle, pero que sirvió de poco teniendo en cuenta que luego le cubrieron la cabeza con una capucha.

Cuando estaban en plena faena, uno de ellos se percató de que el cocinero parecía no estar respirando, por lo que llamaron a los servicios de emergencia. Cuando llegaron, poco antes de las 6 de la madrugada, ya no había nada que hacer, salvo certificar la muerte. En concreto, la llamada a emergencias decía lo siguiente:“Esto es un poco embarazoso… Se trata de mi amigo. Estábamos practicando un juego sexual y ha dejado de respirar”, dijo R.B. Este, que sufre parálisis cerebral, y D.C, su “cuidador”, viven juntos en Dover, Kent. Ahora ambos están acusados de homicidio por negligencia grave, algo que ellos niegan. El juicio empezó ayer y el fiscal, Ian Hope, considera que corrieron muchos riesgos al dejarlo así envuelto: “Deberían haberlo vigilado en todo momento”, afirma.

Más allá de si fueron negligentes o no, que eso se determinará en el juicio, lo cierto es que la momificación erótica no es una práctica recomendada para principiantes en el BDSM; es una versión extrema que requiere movilizaciones previas y es solo apta para expertos. Como todo en el sexo, se debe hacer de forma consensuada y es importante acordar tanto el tiempo que durará como los sentidos que se privarán. Así se evitarán ataques de pánico y lesiones.

Pero vamos, que yo, visto lo visto, con unas esposas voy que me mato.

Hamaca-sutra, los secretos del sexo colgante

Una hamaca en una playa paradisíaca y un cóctel fresquito. Esa es la imagen que a menudo acude a mi mente cuando, devorada por el estrés y la vorágine cotidiana, empiezo a fantasear con unos días de descanso, placer y relax. Y cuanto más lejos, mejor. Pero mira tú por dónde ahora me entero (tarde, sí, qué le voy a hacer) de que esos sencillos trozos de tela, además de descanso y comodidad, se han convertido en un instrumento sexual casi de culto en muchos lugares de América Latina por su flexibilidad y dinamismo.

mayasutraNo es que lo haya practicado, a quién voy a engañar… Pero un amiga muy cercana que acaba de llegar de Venezuela viene contando mil maravillas. Ha pasado allí tres semanas por un viaje de trabajo y ha conocido a un maromo que la ha vuelto loca. El tipo le habló de un libro del filósofo venezolano Carlos Torrealba, en el que este describe más de 60 posiciones para hacer el amor en una hamaca. Por lo visto el hombre se dedicó a hacer entrevistas y recoger testimonios en la zona Maya y recopiló numerosas posiciones sexuales de estas características. El resultado es lo que se conoce como el Hamaca-Sutra.

Mi amiga, como os digo, viene entusiasmada, con dos hamacas en la maleta para colgar no sé dónde, porque ella no tiene ni terraza ni jardín. Digo yo que igual viene tan feliz por eso de que es bailarina y claro, la flexibilidad es lo que tiene. Porque no me digas tú a mí que esto del hamaca-sutra es apto para todo el mundo… Vamos, no quiero yo imaginarme a más de uno y de una colgando del trapo este en cuestión mientras la contraparte intenta atinar en alguna de sus partes nobles en pleno balanceo.

En cualquier caso, tras echar un vistazo a algunas de las ilustraciones de Torrealba que me ha mostrado mi amiga, no dejo de pensar que igual merece la pena ejercitarse y ponerse en forma. Todo sea por descubrir un nuevo mundo de posibilidades.