Archivo de octubre, 2014

El sexo no importa a partir de los 50, según el Tribunal Supremo de Portugal

Una vida sexual limitada a los 50 años. Eso es a lo que pueden aspirar las mujeres en Portugal, según se desprende de la sentencia que acaba de emitir el Tribunal Supremo del país vecino. La resolución de la que hablo, que ha dejado ojiplática a gran parte de la sociedad lusa y, afortunadamente, ha despertado todo tipo de críticas, se refiere al caso de una mujer que fue operada a esa edad de una cirugía vaginal por un problema de glándulas y que, por un error médico, quedó imposibilitada para mantener relaciones sexuales.

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Dolor crónico agudo e incontinencia urinaria completan el cuadro, pero total, la tipa ya tuvo dos hijos, que es al fin y al cabo el fin último del sexo, y a esa edad ya no folla ni Dios y, si lo hacen, es poco y mal, así que, ¿qué más da? Ironías aparte, es algo parecido a lo que les ha debido de pasar por la cabeza a los jueces de este tribunal, que tienen entre 56 y 64 años, en vista de su veredicto. En este, deciden rebajar la indemnización atribuida a la señora en más de 60 mil euros, con el argumento de que “en la fecha de la operación ya tenía 50 años y dos hijos, es decir, una edad en la que la sexualidad no tiene la importancia que asume en edades más jóvenes”. De esta manera, el precio de la vida sexual de esta mujer ha quedado fijado en 111.000 euros. No importa cuantas veces lo lea, sigo sin dar crédito. Y luego dicen que hemos avanzado…

Yo no sé cómo son las personas con las que se relacionan esos jueces, pero puedo asegurar que muchos hombres y mujeres que conozco tienen vidas sexuales más plenas y satisfactorias a los 50 que a los 20, libres ya de complejos, prejuicios y comeduras de tarro varias. Así opina también la Asociación Portuguesa de Mujeres Juristas (APMJ), que ha reaccionado indignada al veredicto y ha recordado que «la edad potencia el pleno goce” de la sexualidad. Así, exigen que se revise la sentencia, a la que consideran inconstitucional por ir “en contra de los derechos sexuales y reproductivos, que son derechos fundamentales personales, protegidos y tutelados por la Constitución de la república y por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos”. La asociación cree que ni la edad ni la maternidad impiden el ejercicio de tal derecho y que “la práctica sexual no se agota ni se reconduce de modo exclusivo a la procreación”.

Que a estas alturas haya que dejar claro este tipo de cosas, que haya siquiera que debatirlo, es tan indignante como desalentador. A la pobre mujer le han jodido la vida, pero no sé quién me da más pena, si ella o los que han emitido la sentencia.

Amor prohibido: mujeres obsesionadas con sacerdotes

Cuando me lo contaron, no me lo creí. Pensé “bah, la típica historia exagerada hasta el extremo en el que el único ápice de verdad es casi casual”. Pero un día, en lugar de oírselo al “amigo de un amigo”, se lo escuché de su propia boca al que se supone que era su íntimo y confidente desde la más tierna infancia, su compañero inseparable desde que compartieran vecindario y colegio en tierras murcianas.

El tipo no quería abrir la boca, pero presionado por un amigo común y aliviado por el anonimato y el convencimiento de que yo nunca la conocería en persona, acabó accediendo a contarme la historia de su mejor amiga. La muchacha, que hoy tiene unos 30 años, es hija de cura. Resulta que su madre se enamoró del párroco del pueblo y, entre confesión y confesión, logró que el hombre colgara los hábitos y se casara con ella. O puede que fuera al revés, quién sabe, que fuera él quien le comiera la oreja tras la misa y la mujer perdiera los papeles por el hombre de carne y hueso que se ocultaba tras la sotana.

FOTOGRAMA DE EL PÁJARO ESPINO

FOTOGRAMA DE EL PÁJARO ESPINO

El caso es que se casaron y comieron perdices hasta que, cuando la hija que tuvieron contaba con solo dos años, el pobre exsacerdote, que por lo visto era bastante mayor, falleció. Hasta ahí vale, tampoco es que resulte muy excepcional la cosa. Pero el asunto empieza a complicarse cuando la triste viuda acude en busca de consuelo a moquear el hombro de un seminarista. Es que debía de ser muy espiritual, la pobre… Y de nuevo surgió el amor, porque el tipo en cuestión nunca llegó a ordenarse sacerdote y la viuda volvió a cambiar de estado civil. De esta forma, nuestra protagonista pasó a ser una hija de cura criada por un seminarista.

Se ve que la impronta de estos hombres debió de impresionarla, así como la pasión de su madre por las sotanas, porque según cuenta su amigo, ella está obsesionada con ellos y es incapaz de fijarse en un hombre que no tenga en su vida un alzacuellos. Se mudó a Madrid, donde vive y trabaja desde hace años. Y él, su gran amigo, su apoyo incondicional, solo le conoce relaciones y amistades con jóvenes curas o que van camino de serlo. Al parecer los va encadenando. Relaciones estrechas, supuestamente amistosas, pero turbias y extrañas hasta que un día, el tipo se quita de en medio, se evapora, y a los pocos meses aparece con otro. Van con ella al cine, al teatro, a cenar, a fiestas, de copas… Son curas modernos, nada que ver con el viejo párroco que la engendró. En ocasiones se quedan a dormir en su casa. ¿Tienen relaciones sexuales? Nadie lo sabe, pero su amigo apuesta por ello. Él cree que la cosa dura hasta que ellos se ven obligados a elegir… y eligen. De momento, nunca a ella.

Contra todo pronóstico, he acabado por conocerla, por eso me he animado a hablaros de ella, con permiso del amigo. Fue este fin de semana, en una fiesta en la que acabé de forma un tanto forzada. Me moría de curiosidad, lo admito. Supongo que esperaba encontrar una especie de monjita sin hábito, una chica tímida y poca cosa, pero he de confesar que quedé muy sorprendida. Por supuesto, ella no sabe que estoy al tanto de su historia y no pude preguntarle nada, pero ahí estaba, una mujer atractiva, resuelta y extrovertida, y pegado a ella, como una sombra, un joven curita. Él sí que estaba como fuera de su sitio, descolocado. Educado y amable, sí, pero distante. Pensé que iba a marcharse en cualquier momento, pero ahí aguantó, estoico, hasta que un par de horas después ella cogió su chaqueta y ambos salieron por la puerta. Eran las 2 de la madrugada.

¿Un reto? ¿Obsesión? ¿Pasión por lo prohibido? No dejo de darle vueltas. Mientras tanto, me han entrado unas ganas locas de volver a ver El pájaro espino.

Sexo y desenfreno… pero solo para guapos

Ya había hablado con anterioridad de las fiestas swinger, es decir, saraos a los que acuden parejas con ganas de emociones fuertes para intercambiar impresiones, compañeros/as y fluidos. Lo que es existir, ese tipo de “trueques” ha existido siempre, pero ahora los nuevos tiempos y tecnologías brindan oportunidades inéditas a aquellos que quieren probar nuevas experiencias y nunca se han atrevido.

Fiestas temáticas, cruceros, locales… Las últimas iniciativas que surgen en torno al fenómeno veo que vienen siempre acompañadas de un halo de lujo y exclusividad, al tiempo que se vanaglorian de garantizar el anonimato. Lo más novedoso en este sentido de lo que he oído hablar es Xclusive Room, que se define a sí mismo como el primer club virtual organizador de fiestas eróticoliberales. La única pega, que algunos verán como punto a favor, es el “estricto proceso de selección” al que someten a todos los candidatos a formar parte del mismo “para garantizar un rango de belleza muy concreto”. Hablando en plata: fiestuqui de la buena pero solo para gente joven y guapa. A los maduritos y del montón, que les den.

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Pintura de Édouard-Henri Avril (WIKIPEDIA)

Las combinaciones son todas las posibles, no se trata solo de intercambio de parejas. Pueden acudir solteros/as, tríos, grupos, etc. El caso es que todas las fiestas que han celebrado hasta ahora han sido un auténtico exitazo, y ahora andan preparando la que celebrarán este otoño. Locura, sensualidad, desenfreno, erotismo… eso sí, siempre que pases el corte y previo pago de una cantidad que solo publican cuando se anuncia el evento. Cada celebración tiene un precio diferente, en función del lujo del lugar, la oferta de bebidas, si es entrada individual o en pareja, etc. Ah, y ojo las chicas, porque por muy buena que estés, si pasas de 35 años no eres bienvenida (¡¡¡!!!).

La primera parte de la fiesta consiste en beber y charlar para conocerse, pero en un momento determinado de la noche, según cuentan en su web, sucede esto: “Todas las mujeres se retirarán para vestirse con sus conjuntos sexys y lencería fina en un área designada para ello. Después acudirán a la sala común para encontrarse con sus parejas y singles que estarán también en ropa interior. Este es un momento muy especial para todos. Aquí es cuando la temperatura empieza a subir cada vez más y las parejas y singles empiezan a acariciarse, besarse, tocarse jugar… A partir de aquí cada uno puede actuar como lo crea oportuno, entrando y saliendo de la fiesta y la desnudez tantas veces como lo crea oportuno, o retirarse a una zona apartada para disfrutar de un momento íntimo con algún favorito en particular”.

Pues eso, que a mí cualquier iniciativa que sirva para que la gente de rienda suelta a sus pasiones, sueños y deseos me parece estupenda. Y si esto le facilita las cosas a los más tímidos, pues bienvenido sea, pero puestos a elegir, si se trata de sexo en grupo yo me quedo con esta panda de la que hablé en su día, que son más de andar por casa y no ponen tantas pegas: sexo en grupo los domingos por la tarde.

Un año como lesbiana: ¿Experimento sexual o puro marketing?

Hay resacas, y resacas. Imaginaos que, en una de esas épicas tras una noche de juerga, te desperezas, abres los ojos y, al volver la cabeza, descubres que en tu cama hay un huésped inesperado. En concreto, alguien de tu mismo sexo, cuando tú siempre te has sentido heterosexual. Es lo que le ocurrió a la escritora, guionista y productora británica Brooke Hemphill, que ha causado un gran revuelo al transformar en un libro sus experiencias sexuales durante un año con otras mujeres, surgidas a raíz de aquel encuentro casual. Lesbiana por un año, se titula, y acaba de ser publicado rodeado de polémica.

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Tras esa borrachera digamos que iniciática, casualmente Hemphill recibió una oferta laboral para realizar el capítulo piloto de una teleserie basada en las idas y venidas de un grupo de lesbianas. Fue entonces cuando decidió comenzar un proceso de “profunda exploración” de la sexualidad humana. «No fue un experimento social, más bien fueron una serie de acontecimientos que se fueron sucediendo en un periodo de mi vida», explicó al Daily Mail Australia. “Nunca fue mi intención jugar con nadie”, añade.

Sea como fuere, el caso es que Hemphill se sumergió de lleno en ese proceso de “exploración”. Se unió a un grupo de ayuda para la comunidad gay en Australia e inició una relación con otra mujer, a la sazón una de las protagonistas de la teleserie. “Mis amigas la llamaban Claire la ‘convertidora’, por su capacidad para atraer a otras mujeres a su equipo”, afirma la escritora. Esta relación duró seis meses y durante ese tiempo no paró de hacerse preguntas sobre su sexualidad: “¿Acaso soy lesbiana?, ¿soy bisexual?, ¿Y si sigo siendo hetero? En realidad solo estaba pasando una nueva fase de experimentación”, comenta. Y así siguió, durante otros seis meses, probando hasta llegar al año y publicar el libro. Ahora cree que no es necesario poner una etiqueta a su sexualidad, pero si hay una que es más apropiada esa sería la de bisexual, ya que afirma sentirse más atraída por una personalidad que por un género.

Lesbian for a yearEsta actitud le ha causado a la autora no pocas críticas, no tanto de los sectores más tradicionales como por parte de la comunidad gay y lesbiana, que considera que Hemphill frivoliza con la sexualidad y da a entender que es algo que se puede elegir. En ese sentido, afirman desde el colectivo que no puede ser “lesbiana a tiempo parcial”. Los ataques más feroces, no obstante, le llegaron a través de las redes sociales, donde a la escritora le han dicho de todo menos bonita.

Ella, por su parte, huye de las etiquetas y asegura que lo único que pretende es abrir un debate acerca de lo que denomina “la fluidez de la sexualidad”. “Si tienes una sexualidad fluida, te encontrarás en una situación envidiable, ya que podrás elegir tu compañía en función de factores relacionados con la personalidad de la otra persona, sin limitaciones de género”. Actualmente está con un hombre y no ve claro volver a estar con una mujer, pero subraya que no sabe lo que ocurrirá dentro de unos años. ¿Qué opináis vosotros? ¿Podríais sentidos identificados con la historia que narra?

PGAD: la tortura de tener 100 orgasmos al día

Cocinando, de paseo, en el trabajo, cuidando de tus hijos, en la consulta del médico o hasta en un funeral. No importa el cómo, el cuándo ni el dónde, porque puede asaltarte en cualquier momento y circunstancia. Se trata del Síndrome de Excitación Sexual Persistente (PGAD, por sus siglas en inglés), un desorden sexual consistente en la presencia de tensión en los genitales acompañada de excitación sexual continua, sin que exista deseo sexual previo. La consecuencia directa es la experimentación de orgasmos incontrolados y sin necesidad de estimulación las 24 horas del día, algo que, lejos de proporcionar placer, condiciona la vida de aquellas personas que lo padecen hasta el punto de convertirla, en ocasiones, en un auténtico infierno.

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Es el caso del estadounidense Dale Decker, como él mismo contaba hace unos días al diario DailyMail: «Imagine que usted está de rodillas en el funeral de su padre junto a su ataúd y, mientras se despide de él, tiene un orgasmo mientras está toda la familia presente (…) También me pasó en el supermercado y cuando terminó había unas 150 personas mirándome. ¿Por qué iba a salir de la casa cuando me puede volver a pasar algo así?”, explicaba Decker, de 37 años, casado y padre de dos hijos. Durante los últimos dos años ha sufrido 100 orgasmos al día, según cuenta, pero no ha disfrutado de ninguno de ellos. Lo que él describe como un calvario empezó en septiembre de 2012, cuando se cayó de una silla y se le desplazó una vértebra. Sufrió un traumatismo de los nervios pélvicos que le provoca hipersensilibilidad, una situación que ha descrito como «repugnante y horrible”. Desde entonces vive enclaustrado, atormentado por el miedo y la vergüenza. Se muere de culpa si tiene un orgasmo frente a sus hijos, por lo que ya no cuida de ellos, y aunque su mujer lo apoya, han empezado a dormir en camas separadas. Y eso dentro de la familia, imaginaos además cómo puede afectar a nivel sociolaboral.

El PGAD fue descrito por primera vez en 2001 y es considerado oficialmente una disfunción sexual desde 2003. En un principio se pensó que afectaba únicamente a mujeres, aunque últimamente se han venido describiendo casos también en hombres. Las féminas que lo sufren sienten que aumenta su frecuencia cardíaca, se acelera su respiración y su musculatura pélvica se contrae. En definitiva, se trata del cuerpo preparándose para el orgasmo, solo que, como decíamos, sin que exista en ningún caso deseo sexual previo. En cuanto a los hombres, la estimulación no va siempre acompañada de eyaculaciones y se producen los denominados “orgasmos secos”. No hay que confundirlo, no obstante, con la multiorgasmia, un fenómeno que no es patológico en sí mismo y que se caracteriza por la posibilidad de llegar al clímax varias veces seguidas. Tampoco tiene que ver con la hipersexualidad.

Las causas que lo generan no están nada claras, en realidad. Se alude a razones tanto físicas como psicológicas. Algunos expertos lo han relacionado con la presencia de malformaciones, tumores en la zona genital, consumo de psicofármacos, cambios vasculares, problemas neurológicos, etc. Se puede experimentar, además, de formas muy diversas. Hay personas que están permanentemente en una especie de estado preorgásmico, sin llegar a culminar, y otras que van alternando un orgasmo tras otro a lo largo del día. En cualquier caso, el denominador común es la angustia, la desesperación y el sufrimiento. La imposibilidad de llevar una vida normal desemboca en frustración extrema, genera en la mayoría de ocasiones la pérdida de interés en las relaciones sexuales y muchos pacientes acaban sufriendo depresiones e incluso ideas suicidas. Vamos, que no es ninguna tontería. Por ello, la ayuda psicológica es, además de la médica, más que fundamental.