Archivo de abril, 2014

¿Es la depilación un factor determinante a la hora del sexo?

Ya hemos hablado anteriormente aquí de la cuestión “pelos”, pero vuelvo a ponerla sobre la mesa porque un nuevo estudio concluye que el 78% de las mujeres españolas considera imprescindible depilarse para mantener relaciones sexuales, mientras que solo el 58% de los hombres le da esa importancia.

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El informe, elaborado por la empresa Quieru.com a partir de 1.213 encuestas realizadas los pasados días 3 y 11 de abril, afirma además que, de todas las españolas, las vascas son las mujeres que menos se comen el coco con este asunto. En su caso, la tasa baja al 52%, la más baja de toda España con una diferencia de 14 puntos porcentuales sobre la segunda, que es Extremadura (66,7%).

Por comunidades autónomas, las mujeres de las islas son las que más consideran la depilación un factor determinante para el sexo: el 96% de las canarias y el 95,7% de las baleares así lo entienden. Les siguen las castellano leonesas (91,3%), castellano manchegas (85%), aragonesas (84,8%), murcianas (83,3%) y catalanas (81,3%). En el lado opuesto se encuentran las mujeres del País Vasco, entre las que sólo el 52,6% piensa que es un factor crítico para las relaciones sexuales. Les siguen las extremeñas (66,7%) y navarras (70%).

En cuanto a los hombres, un espectacular 97% se declara a favor de la depilación de sus parejas, aunque como decíamos, este porcentaje se reduce al 58% si se trata de considerarlo un factor “imprescindible”.

También resulta destacable que, según el estudio, el interés por la depilación relacionada con los hábitos sexuales se va reduciendo según las mujeres cumplen años. Antes de los 45 años, cuatro de cada cinco féminas lo considera muy importante o imprescindible. A partir de ese momento, el porcentaje se va reduciendo hasta llegar al 51,3% en el caso de las mujeres de más de 65 años.

Sexo en grupo los domingos por la tarde

Iban allí todos los domingos, más o menos a la misma hora. Eran un grupo amplio, con unos cuantos miembros fijos y otros tantos que iban cambiando, distintos cada vez. Quedaban siempre para comer en aquella taberna/restaurante de la calle San Bernardo, en Madrid, en pleno barrio de Universidad. Era un almuerzo largo, con litros y litros de vino y una sobremesa con copas que parecía eterna.

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Serían unos 10, más o menos, y cada uno era de su padre y de su madre: una pija pijísima, un clon de Loquillo, uno de apariencia árabe, otra rollo hippy… Los camareros los miraban con más curiosidad cada vez y no paraban de preguntarse cuál sería el vínculo entre las personas que conformaban ese grupo tan variopinto. Un día, mi amigo Dani, que trabaja allí desde hace años, pilló sin querer a dos de ellos enrollándose en el baño. La cosa no tendría la más mínima importancia pero, siempre según me cuenta él, una hora más tarde volvió a encontrarse a la misma chica en el baño… solo que con otro de los miembros del grupo. Lejos de sobresaltarse, ella lo miró con cierta provocación, como si le estuviera invitando a unirse a la fiesta.

El domingo siguiente a aquella escena, la chica, cuando el grupo se disponía a pagar y abandonar el lugar, se acercó a la barra y dijo algo a uno de los camareros. Nadie oyó el qué, pero cuando se marcharon, el chico, alucinado, contó a sus compañeros que lo que le había propuesto la chica era sumarse a la orgía que iban a montar a continuación. Al parecer, eso es lo que hacían cada domingo por la tarde, no sé si en una casa, un hotel, un local o dónde narices. “¿Y tú qué has dicho?”, le preguntaron todos. “He dicho que no”, contestó. Mi amigo Dani me lo cuenta indignado: “Joder, ya me lo podía haber propuesto a mí”. No sé, no sé, a la hora de la verdad, creo que se hubiera acojonado.

Enganchados a relaciones anteriores

Es algo que ha pasado toda la vida, pero últimamente tengo de la sensación de que ocurre cada vez más. Me refiero a la cantidad de gente que hay enganchada a relaciones anteriores. Hombres y mujeres por igual, sin distinción, que por alguna razón (o varias) se muestran incapaces de pasar página y permanecen atados por una especie de hilo, muchas veces invisible, a personas y momentos de sus vidas que les marcaron.

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Esta semana, aprovechando unos días de descanso, bajé a mi pueblo y me encontré con una chica a la que hacía al menos un año que no veía. Hacía más de tres que lo había dejado con su novio, pero él fue de lo primero que me habló nada más verme. Ahí seguía, pendiente de sus idas y sus venidas, de con quien andaba, anclada en el pasado y esperando secreta y vanamente que él se arrepintiera y volviera a su lado. Aquello me hizo pensar y me acordé de todos los que conozco que están en una situación parecida. Como mi amigo Rodrigo, al que 12 años después no se le puede nombrar a su exnovia Begoña porque se le nublan los ojos y se le tuerce el gesto. Creo que no exagero si digo que vive amargado desde entonces, como si no hubiera perdonado al universo por semejante agravio.

¿Amor incondicional? ¿Dependencia afectiva? ¿Problemas de autoestima? Cada persona es un mundo, supongo. Una ruptura nunca es fácil, sobre todo cuando esta ha sido unilateral y es el otro/a quién ha decidido dar el paso, al margen de nuestros sentimientos. Aunque cada uno tiene su propio ritmo, antes o después las heridas cicatrizan y uno sigue adelante. Afortunadamente, porque si no, ¿Cómo podríamos vivir?

Pero a veces pasa que uno se queda atascado, como suspendido. En muchos de estos casos, más allá del dolor por la pérdida, intervienen algunos factores que contribuyen a ello. Dos psicólogas a las que he preguntado por el asunto coinciden al asegurar que muchas veces, amor aparte, se trata de dependencia emocional, un estado que se ve agravado por cuestiones como la inseguridad, una autoestima deficiente, idealización de la persona, intolerancia a la soledad, demasiadas autoexigencias… En ocasiones, dice una de ellas, “si el tiempo ha pasado y no se ha encontrado a nadie más, uno recurre mentalmente al referente inmediato, a aquello que le remite directamente a su experiencia del amor”. Ay, qué complicadito es a veces todo. Con lo fácil que parecía aquello de la mancha de una mora con otra mora se quita…

Ninfómanas que hicieron historia

Mesalina, Cleopatra, Paulina Bonaparte, Catalina II de Rusia, Mata-Hari, Isadora Duncan… La historia está llena de mujeres de vidas apasionantes que siempre serán recordadas, entre otras muchas cosas, por la voracidad de su apetito sexual, en muchos casos considerado insaciable. A muchas se las ha tildado de ninfómanas, una hermosa palabra utilizada para referirse, en el caso de las mujeres, a la actividad sexual excesiva. El término proviene de la antigua Grecia y hace referencia a las célebres ninfas, divinidades mitológicas que personifican la reproducción y fecundidad de la naturaleza. Su vida gira alrededor de las pasiones y los sentimientos y tienen una belleza proverbial. En recuerdo de ellas se empezó a utilizar el nombre, que viene del griego ‘nymphê’ (jovencita) y ‘manía’ (obsesión).

En el caso de los hombres el trastorno era llamado satiriasis y a quien lo padecía se le denominaba sátiro. Ambos conceptos han sido sustituidos hoy en día por el de hipersexualidad o adicción al sexo. Pero, ¿Eran estas mujeres realmente merecedoras de tal nombre? Actualmente la hipersexualidad se contempla como una patología con raíces biológicas y psíquicas, y solo se considera como tal cuando se convierte en una conducta incontrolable que causa problemas en la vida cotidiana. De hecho, lo que realmente se tiene en cuenta a la hora de diagnosticarla no es tanto el número de relaciones sino cómo se viven estas: suelen ser destructivas, provocan sentimiento de culpa, disminuyen la autoestima y suponen disociar el componente emocional del sexual.

Partiendo de esta base, ¿puede considerarse ninfómanas a estas mujeres, o están simplemente pagando el precio de haber vivido libremente en la época equivocada? Os resumo a continuación un breve relato de las hazañas de tres de estas féminas, a las que he querido destacar por encima del resto:

mesalina

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-Mesalina: Está considerada, probablemente, la ninfómana más famosa de la historia. Fue la tercera esposa del emperador Claudio y protagonizó, allá por el 40 después de Cristo, la anécdota más escandalosa de la época. Su lujuria era legendaria, al igual que su belleza y sus continuas infidelidades. En un alarde de lascivia, lanzó un desafío a las prostitutas de Roma. El reto consistía en quién podía acostarse con más hombres en una noche. Las meretrices romanas aceptaron y enviaron a Escila, la prostituta más famosa de la ciudad, que pudo con 25. Mesalina llegó a los 200. “Tiene las entrañas de acero”, dijo su rival cuando se retiraba.

Catalina II de Rusia

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-Catalina II de Rusia: Fue emperatriz de Rusia durante 34 años, desde 1762 hasta su muerte, en 1796.  Mujer de una personalidad tan compleja como arrolladora, fue y es conocida con el sobrenombre de Catalina la Grande. Culta y curiosa, formada en la Europa de la Ilustración y la Enciclopedia, sentó las bases de la grandeza rusa del siglo XIX al tiempo que daba rienda suelta a sus pasiones y a una muy activa vida sexual. Entre amante y amante modernizó el imperio ruso, aumentó su territorio y multiplicó su poder y prestigio. Una muestra de su elevada libido es la llamada “habitación erótica”, una estancia repleta de objetos sexuales que la zarina mandó construir y que fue descubierta en la Segunda Guerra Mundial por un grupo de soldados. Falos de madera de distintas formas y tamaños adornaban el lugar, cuyo mobiliario estaba constituido por un gran número de sillas, escritorios y pantallas con escenas pornográficas.

MATA-HARI

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-Mata-Hari: Es, sin duda, uno de los personajes femeninos más apasionantes del siglo XX. Margaretha Geertruida Zelle se casó muy joven con un capitán y posterior comandante a quien destinaron a la isla de Java. Allí aprendió las exóticas danzas que más tarde, cuando su matrimonio hizo aguas, hicieron de ella una famosa bailarina autobautizada como Mata-Hari, que significa «El Ojo del Alba”. Su fama creció tan rápidamente como su obsesión por los militares y altos cargos políticos, que desfilaron por su cama formando una lista casi interminable. Oficiales, cónsules, jefes de policía, espías… El destino quiso que el estallido de la Primera Guerra Mundial la pillase actuando en Berlín. Su fascinación por los uniformes pronto la condujo a una espiral de amantes de ambos bandos que acabó por convertirla en una espía arriesgada. Reclutada primero para sacar información a los militares franceses, y convertida en agente doble doble después, sus líos de alcoba hicieron que terminase arrestada el 13 de febrero de 1917.»Amo a los militares. Los he amado siempre y prefiero ser la amante de un oficial pobre que de un banquero rico», declaró durante el proceso que la condenó a muerte. Se defendió con el argumento de que se acostaba con ellos por placer, no para sacarles información, y muchos historiadores consideran que fue casi lo único cierto que dijo en su vida. Un pelotón de fusilamiento acabó con ella el 15 de octubre de 1917. Vestida y maquillada como para una gran ceremonia, no permitió que le taparan los ojos. Nadie reclamó su cadáver.

Mentiras arriesgadas: descubrir de repente que tu novio es un stripper

Podría ser el guión de una película. Mala, sí, pero peores las he visto. Resulta que Miriam, amiguísima querida, llevaba más de un año en paro y hace un par de semanas, tras numerosas pruebas y entrevistas, consiguió un sí como una casa para un ansiado puesto de trabajo. No uno cualquiera, sino uno con el que llevaba años soñando. Al fin algo le salía bien a esta amiga mía tan buena como gafe, todo hay que decirlo.

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Pues bien, Miriam decidió que había que celebrarlo por todo lo alto. Llevaba meses deprimida por la falta de curro y porque su novio, un cretino que nunca me gustó, no le hacía ni caso. El tipo siempre estaba demasiado ocupado sacando músculo en el gimnasio y preparando sus maratonianas reuniones de trabajo. Se supone que tenía un alto puesto en el departamento de ventas de una empresa de informática y que tenía que viajar mucho. Y cuando digo mucho es mucho, incluidos bastantes fines de semana.

A lo que iba… Miriam había decidido que quería desbarrar y reírse un poco, así que convocó a su grupo de incondicionales para una noche de celebración y parranda. Y no se le ocurrió otra cosa a la buena muchacha que ir a una de esas salas en las que un grupo de tíos hormonados empiezan a despelotarse al ritmo de la música con una coreografía que pretende ser sexy, pero que no pasa de restregarte el mandoble contra el culo, echarte nata por el escote y simular un polvo desaforado mientras te revuelcan por el escenario a la vista de todo el mundo. Canela fina.

“Todo sea por complacer a Miriam, que con el añito que lleva…”, pensamos, y allá que fuimos. Y ya que estábamos, pues nos mimetizamos con el ambiente dispuestas a darlo todo. En esas andábamos cuando, al cuarto o quinto número, aparece un cachas vestido de bombero. Con casco y todo. Saca a una chica con una banda de futura novia colgada y una diadema con diminutas pollas en la cabeza, para cachondeo de sus amigas, y empieza el pseudomagreo. Vuelta por aquí, vuelta por allá, que si ay que original soy porque juego con la manguera… En fin, todo lo que podáis imaginar. Hasta que se quita el casco y las gafas de sol, porque en esos sitios, los bomberos llevan gafas de sol… y ¡Oh cielos, es Marcos! Sí, el alto ejecutivo de ventas informático, el gran viajero.

Aún puedo ver la mueca congelada en la cara de Miriam y el coro de ojos estupefactos que se volvieron hacia ella y que se buscaban desesperadamente unos a otros, preguntándose qué hacer, incluidos los míos. “¿Pero vosotras sabíais esto? ¿Es una broma?”. “Pero nosotras que coño vamos a saber, si has sido tú la que nos has traído!”. Y así fue como Miriam, mi pequeña gafe, descubrió que su novio, además de un cretino, era un mentiroso. Luego vinieron el ataque de ansiedad, los llantos, y el inevitable grito de las menos contenida de nosotras: “¡No os creáis nada, a ese bombero de mierda ni se levanta y solo se excita con porno homosexual!”.

A partir de ahí mejor os ahorro los detalles. Solo os diré que al final resultó que ni agente de ventas, ni informático, ni nada de nada. El tipo trabajaba de guardia de seguridad en uno de los muchos centros comerciales que cierta cadena de grandes almacenes con nombre de tinte anglosajón tiene repartidos por toda la ciudad. Y digo yo, en los tres años que llevaban juntos, ¿Nunca lo sospechó? ¿Nunca fue a recogerlo al trabajo, ni conoció a ningún compañero, ni nada de nada? ¿Es eso posible? La pobre Miriam no para de llorar, pero yo espero que más pronto que tarde, cuando haya olvidado al innombrable y superado el disgusto, podamos reírnos juntas de este episodio.

 

Masturbarse por primera vez

Para todo hay una primera vez. Con la masturbación pasa lo mismo, solo que nadie nos enseña y suele ser a golpe de intuición y autodescubrimiento. Que si una mano por aquí, que si un roce por allá… Aunque una cosa son los tocamientos iniciales y otra, lo que vulgarmente se conoce como “hacerse una paja” en toda regla. ¿Cuándo y cómo se suele empezar?

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Mis amigos, acostumbrados a mis indiscretas preguntas, accedieron una vez más a dejarse interrogar, y la verdad es que echando la vista atrás en esto del onanismo no nos pudimos reír más. “Yo tenía 12 años. Estaba en la ducha y empecé a toquetearme. Cuando quise darme cuenta estaba ahí dale que te pego y de repente sentí un escalofrío de placer. Casi me desmayo; tuve que agarrarme a las cortinas y todo para no caerme. Y dije ay la leche, ¿esto qué es? Desde entonces no he parado”, añade.

En lo que a los chicos se refiere, salvo las diferencias propias en detalles y matices, las historias suelen ser parecidas. La cama en lugar de la ducha, 13 años en lugar de 12… Pero poco más. En el caso de las chicas, las diferencias son más grandes. No tanto en la horquilla de edad (12-14) como en los métodos. Alguna me dejó con la boca abierta, reconozco.

“Yo empecé muy jovencita, a los 12 años, y lo hacía pensando en los actores de la peli Exploradores”, me contaba una. Esta lo hacía con la mano, pero me encontré de todo. Eso sí, ninguna con penetración, que con esas edades ni se les pasaba por la cabeza. La que más me sorprendió fue la que dijo que se masturbaba frotándose contra el pico del lavabo. “Una vez hice tanta fuerza que acabé arrancándolo de la pared y rompiéndolo. Mi madre se enfadó muchísimo y nunca entendió cómo narices había hecho aquello”. Para otra, su primera vez fue inesperada. “Había un columpio que simulaba ser un cohete, con barras de hierro muy altas por las que trepar. Un día estaba intentado llegar arriba, y de tanto rozarme, acabé teniendo un orgasmo”. Cojines, almohadas, movimientos rítmicos contra pelotas de tenis… el repertorio es inacabable.

Luego, claro, la técnica se va perfeccionando con la edad. Pero eso, amigos, ya lo dejamos para otro post. ¿Recordáis vuestra primera vez?

Expulsada por practicar sexo con un negro

Le han perdonado su pasado como actriz porno, pero no que protagonizara escenas de sexo con negros. Ina Groll, una joven alemana de 28 años, ha visto así truncado su sueño de convertirse en la musa de los neonazis alemanes. Rubísima, tatuada, con un cuerpo escultural y un pasado escandaloso a sus ojos, la chica no era el prototipo ideal para estos energúmenos de cabeza rapada y métodos más que violentos, pero lo cierto es que se ganó a pulso un hueco entre ellos con sus peroratas xenófobas y sus soflamas racistas y nacionalistas. No hay más que echar un vistazo a su perfil en Facebook.

Ina Groll

FOTO DE PERFIL ABIERTO DE FACEBOOK

Además, con su llamativo físico y sus embutidos modelitos era un buen reclamo para promocionar al ultraderechista Partido Nacional Democrático (NPD) y atraer a nuevos votantes. Así que estos fornidos y calvos muchachos hicieron de tripas corazón y se mostraron dispuestos a pasar por alto que Groll fuese también Kitty Blair, protagonista de películas porno como Kitty descubre el esperma, informa La Voz de Galicia.

Para desgracia de esta chica tan entregada a la causa neonazi, alguien se dedicó a escarbar más de la cuenta y claro, pronto descubrieron que en una cinta había rodado una escena sexual con un actor negro. ¿Habrá algo menos alemán que eso para un ultraderechista teutón racista y xenófobo? “Quienes venden su cuerpo por dinero y deshonran su raza no tienen sitio en nuestro partido”, escribió un usuario en una página de Facebook creada exclusivamente para apartar a la exactriz porno del NPD. Dicho y hecho. Los guardianes de la moral dentro del partido optaron por cortar radicalmente con Groll y la han declarado persona non grata.

Por si acaso se repone de la pena y le da por retomar su carrera dentro del cine porno, el portavoz del sector en Alemania, John Thompson, se ha apresurado a afirmar: “En el cine porno recibimos con los brazos abiertos a participantes de todos los colores y todas las nacionalidades. No a los nazis”. Pobrecita, rechazada por todos… Que pena me da.