Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

Entradas etiquetadas como ‘W. Peter Blatty’

Cómo superar mi ‘momento-Gollum’

Y yo que creía que Reagan, la inolvidable niña de El Exorcista (de la película, pero más de la novela previa W. Peter Blatty, que es fabulosa e inquietante), era la única capaz de bordar aquel antológico giro de cuello de 360º…

Pues no, queridos, hoy descubrí que yo también puedo ejecutarlo bajo relativa presión. De hecho creo que es algo consustancial al librero/dependiente nato en plena campaña navideña o de rebajas.

Eso sí, nada de soltar improperios ni espumarajos por la boca, sólo sugerencias, recomendaciones, alguna que otra indicación y sin escatimar en sonrisas.

El caso es que a dos días de la noche de Reyes no doy abasto en la librería, y me he convertido en toda una reinona de lo que los teóricos llaman ‘atención simultánea’. Escucho las peticiones de cinco o seis personas a la vez logrando que ninguna se sienta desatendida, y así durante horas. Sin parar. Es agotador pero en algún momento de la jornada toda yo soy un amasijo de vísceras, pelucón y adrenalina con patas.

Y es que se vende, y mucho, y a velocidad de crucero. Es algo escandaloso, queridos. Aún es pronto para el análisis, pero cada persona se lleva una media de cinco o seis libros, un poco de todo. Y a mi me ocurre algo curioso que me tiene desconcertada.

Cuando van esfumándose ejemplares de Un mundo sin fin, de Ken Follet; La Bodega, de Noah Gordon; La catedral del mar, de Ildefonso Falcones o Un día de Cólera, de Pérez Reverte, de los que tengo reservas y pilones enteros de lo único que me preocupo es de reponer.

Pero si veo que cogen ejemplares ‘de fondo’ de las estanterías me entran unas ganas locas de arrebatárselos y volverlos a colocar en su sitio.

Es lo que ya he bautizado como el momento-Golum, cuando cada célula me implora acercarme a ellos, agarrar el ejemplar y soltar aquello de:

‘Mi tesssssssssssoro, essss miiiiiioooooooooooo

Creo que no soporto ver mis baldas melladas, esos huecos entre tomos son superiores a mi. Espero ser fuerte y mantener a raya al Golum que llevo dentro o el numerito que puedo montar en la librería puede ser verdaderamente regio… y de loquero.

Apenas diez minutos antes del cierre me pasó de nuevo, cuando un señor cogió/me quitó/cogió/mequitó/cogió/mequitó… perdón, quiero decir cuando un cliente se llevó ‘nuestro’ último ejemplar de uno de mis últimos grandes tesoros: Sputnik, mi amor del nipón Haruki Murakami(Nota de Regina: si no os lo habéis leído, os lo recomiendo… me robó a traición una noche de sueño, pero me dejó en paz con el Universo)

Menos mal que en ese momento estaba enterrada bajo una caja repleta de colosales ejemlares de Un Mundo sin fin, por lo que me pilló inmovilizada, si no igual hasta le salto al cuello…

Os recuerdo la dualidad de Golum/Smeagol:

Ahora es cuando debiera decir eso de ‘¿Qué me pasa, doctor?’

Por cierto, ¿qué libro creéis vosotros que será el más vendido hasta Reyes? Y en un mundo ideal, ¿qué libro os gustaría que fuera el más vendido?