Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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«Una de Kafka y su muñeca inquieta»

Ante ciertos ardides de esta Providencia Librera que me guía, me atosiga y me motiva cada día en las trincheras bibliófilas no puedo por menos que

sonreír. Eso explica por qué eché una vez más el cierre con la sonrisa sujetándome las orejas y repitiendo en plan tántrico una frase del autor que ha protagonizado las últimas horas en reginaexlinrislandia: ni más ni menos que el grandísimo Franz Kafka. El checo fue quien escribió:

«Lo cotidiano en sí mismo es ya maravilloso. Yo no hago más que consignarlo»

Y yo, siguiendo su ejemplo, me abalanzo rauda sobre el teclado para contaros por qué Kafka se materializó hace unas horas por entre mis anaqueles. Estaba yo dale que dale al plumero cuando irrumpió en mis confines una mujer cargada de bolsas.

Tras interrumpir de forma abrupta lo que parecía una acalorada discusión vía móvil se dirigió a mi:

 

– Clienta: Oiga, ¡Oiga!

– Regina: Si, ¿puedo ayudarla?

– C.: Verá, busco una novela de Kafka sobre una muñeca inquieta.

– R.: ¿Cómo dice?

– C.: Lo que oye, una de Kafka que va de una muñeca inquieta, viajera o algo así.

– R.: Mmm, pero ¿de Kafka?

– C.: Ay, sí. De Kafka, el que tenía otra de una cucaracha.

– R.: ¿Cucaracha? Bueno, sí, La Metamorfósis. Pero es que, verá, no me suena que Kafka escribiera alguna novela sobre una muñeca.

– C.: Pues lo hizo, el libro existe y me lo encargaron.

 

Justo cuando un silencio incómodo solidificaba hasta el polvo del aire regino el teléfono de la mujer escupió el «Magnificent» de U2 a un volumen desorbitado. Mientras ella retomaba su discusión yo aproveché para entregarme a una febril actividad bibliófilo-detectivesca en pos de la muñeca kafkiana:

 

«¿muñeca inquieta? ¿kafka? ¿novela? ¿novela? ¿muñeca inquieta? ¿KAFKAAAAAAAAAA? Uy, ¿no seráaaaaa….?» Y justo cuando iba a hablar la buena mujer se me adelantó:

– C.: Bueno, ¿lo tiene o no?

– R.: Disculpe, ¿no se referirá a Kafka y la muñeca viajera, de Jordi Sierra i Fabra?

– C.: ¡Ese, ese! ¡No era inquieta, era viajera!

– R.: Verá, no es un libro de Kafka, es una novela juvenil basada en una anécdota real de Kafka.

– C.: Si, juvenil, si es para el cole de mi nena. ¿La tiene?

– Regina: Si, aquí está.

 

Metió el libro en una de sus bolsas, se aferró del nuevo al móvil y desapareció tras la puerta, dejándome a mi con el recuerdo de una de las anécdotas literarias más entrañables que jamás leí.

Os cuento. Imaginaros a Franz Kafka paseando por Berlín poco antes de su muerte. El checo enfila un famoso parque y de pronto se topa con una niña que llora desconsoladamente. Entonces él, tras enterarse de que la pequeña se llama Elsi, descubre que sus lágrimas obedecen a la pérdida de su muñeca. Desarmado, Kafka improvisa y le dice a la niña que su muñeca no se perdió, sino que se fue de viaje. Él lo sabe mejor que nadie puesto que, según improvisa, él es el ‘Cartero de Muñecas’ y al día siguiente a la misma hora le llevará una misiva de su muñeca a ese mismo rincón del recinto…

… Así lo hizo, y así continuó durante semanas, ficcionando cartas remitidas por la muñequita de Elsie, donde contaba a la niña sus aventuras viajeras.

 

 

Pues bien, ese es el punto de partida de Jordi Sierra i Fabra para su Kafka y la muñeca viajera que, editado por Siruela, obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil de hace un par de años. Y lo cierto es que lo vale, palabra de regina.

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿conocíais la existencia de Kafka y la muñeca viajera? ¿ Oísteis algo sobre esa anécdota real de Kafka? ¿Qué os parece el escritor checo?

Manoseándole el alma a la librería

Todos los días parecen una tómbola en reginaexlibrislandia; bueno, más bien aquellos en los que recibimos los pedidos que hicimos a editoriales a través de distribuidoras.

Algunos son encargos de clientes, y otros son de nuestra cosecha, títulos con los que modelamos nuestro fondo. Así que, de alguna manera, día si y día no le manoseamos el cuerpo y el alma a la librería.

Ahora que lo pienso, y que la Mary Shelley de la que hablábamos hace un par de días me perdone, somos como el doctor Frankenstein con su criatura: reginaexlibrislandia está sobre la camilla, sembrada de costurones, y nosotros operamos bisturí en mano. Pero algún día se levantará y caminará sola. Y yo gritaré como una loca:

¡¡¡¡¡¡VIVEEEEEE, VIVEEEEEEE!!!!!!

Por ahora nuestra tarea es dotarla de órganos vitales: hacernos con libros para su corazón, sus riñones, sus pulmones, el cerebro, los músculos, etc., y trasplantárselos con éxito y poco a poco.

Por eso tratamos de llevar un orden con los pedidos y todos aportamos ideas, así que es enriquecedor y tremendamente divertido.

Las charlas previas a la elaboración de los listados son regias, y cuando llegan las cajas volamos en círculos sobre el paquete como buitres leonados, esperando ver nuestros títulos dentro para llevarlos a su balda y ganar una función vital más de nuestra criatura.

Si, queridos, cuando ves aparecer los libros que quieres te sientes como si te tocara el puñetero perrito piloto o la muñequita chochona de las tómbolas de toda la vida. ES fantástico.

Hoy llegó uno de esos pedidos:

Regina: ¡Ha llegado un pedido de Antonio MachadoLibrero1: ¿Dónde, dónde está? ¿Es el de la semana pasada?

Librera2: ¿Y el albarán?

Regina: Aquí, lo tengo yo, espera.

Librero1: Déjame, yo abro las cajas.

Regina: Toma el cutter.

Librera2: A ver… el de Mailer y la edición de bolsillo de Guía del autoestopista galáctico de Anagrama, El desencantado de El Acantilado, Zapatos italianos de Mankell de Tusquets, El mundo de sofía y Caperucita en Manhattan de Siruela, El segundo tomo de Lovecraft de Valdemar…

Los etiquetamos y los colocamos. !Y vuelta a empezar!

Pero no quiero reventar raginaexlibrislandia a base de libros ni topar de pronto con una criaturita fuera de mi control, irremediablemente monstruosa y enloquecida.

Así que ha llegado la hora de un buen inventario.

Esta noche, queridos, va a ser muy, muy larga…