Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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¿Te gusta la portada de Millenium 3?

Los stieglarssonmaniacos no ganamos para sustos. Si la semana pasada daba cuenta blogera de cómo la lectura de La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina ha desatado la Fermatmanía y reavivado el interés por libros sobre El teorema de Fermat, hace un par de post volvía sobre el ‘Mundo Larsson’ para contaros lo del intolerable baile de fechas de Destino con el lanzamiento del tercer volumen de la trilogía que, os recuerdo, se adelanta cinco días…

… Sí, queridos, La Reina en el Palacio de las corrientes de aire estará en todas las librerías españolas del Providencia Librera mediante el próximo 18 de junio.

Pues bien, no me queda más remedio que volver sobre Millenium porque me acabo de topar con el secreto mejor guardado por Destino después, eso sí, de la sinopsis de La Reina en el Palacio de las corrientes de aire. Me refiero a su portada. Hétela aquí:

 

 

Y bien, reginaexlibrislandianos de pro y stieglarssonadictos de vocación, ¿Qué opináis de la nueva portada? ¿Y de las anteriores? Algunos dejásteis comentarios contando cómo os espantaron tanto las portadas de Los hombres que no amaban a las mujeres y de La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina que os pulverizaron cualquier interés por leeros los libros… ¿es así? ¿Tanto impactan estas portadas?

¿Y si las editoriales nos dejaran elegir portadas?

Bienaventurados los bibliófilos devotos de Henning Mankell porque de ellos es la cubierta de El Chino, la última novela del maestro sueco que lleva un mes a la venta en reginaexlibrislandia y demás librerías españolas.

Tusquets, sello que edita a Mankell en España, puso en marcha la iniciativa en verano a través de la web del escritor. La idea era ofrecer varias cubiertas alternativas y dejar en manos de los mankellianos la decisión final.

¿El resultado? Tres meses después más de 8.600 votos registrados y una ganadora, que lleva la firma Alma Barroca & Ed, y que es la que viste al último thriller de uno de los titanes del género negro contemporáneo.

Aunque yo supe en su día de la iniciativa de Tusquets, he de reconocer que me olvidé del tema por completo.

Hasta que ayer la Providencia Librera, que además de creativa puede resultar machacona, me lo recordó por partida doble. Primero en boca de uno de mis libreros leyéndome una nota publicada en Qué Leer relativa al tema…

Y horas después a través de un reginaexlibrislandiano asiduo que se adentró en mis confines blandiendo su gloriosa ‘lista navideña’. Entre los títulos afortunados estaba, como no, El Chino de Mankell:

– Cliente: … Y también un ejemplar de El Chino, de Mankell.- Regina: ¿Pero no te lo leíste ya?

– C.: Sí, mujer, sí. Este es para mi cuñado.

– R.: ¡Ah! Y a ti, ¿te gustó?

– C.: La verdad es que sí, tras el chasco de Zapatos Italianos y aunque no sea una historieta del Wallander la verdad es que se trata del Mankell que me entusiasma.

– R.: ¡Me alegro! Además, es el próximo en mi lista de pendientes.

– C.: ¿Sabes que yo elegí la portada que lleva? Me encantó el detalle del chosptic…

– R.: ¿Y eso?

– C.: Sí, Regina, ¿no te acuerdas que lo comentamos hace meses? Cuando me enteré de que saldría otro vi que Tusquets planeaba una acción on line para que los lectores eligiéramos la portada del nuevo.

– R.: ¡Ah, sí, es verdad! Ups, lo olvidé por completo…

– C.: Pues, ¿sabes qué? Te parecerá una tontería pero cuando vi el libro justo con ‘mi portada’ me hizo aún más ilusión hacerme con él…

Más tarde, cuando mi reginaexlibrislandiano asiduo abandonó mis confines me quedé dándole vueltas al tema. Ya hace meses, cuando comentamos una encuesta sobre qué es lo primero que valoras antes de elegir un libro, coincidimos en que, más allá del autor, la portada es esencial…

Así que, visto lo visto, os hago una llamada a la reflexión bibliófila…¿Y si a las editoriales les diera por dejarnos elegir cubiertas, queridos? ¿Os gustaría que fuera así? ¿De qué libro os hubiera encantado decidir sobre la portada?

Millenium II, de Stieg Larsson, ya tiene portada… ¿te gusta?

A dos semanas vista de la publicación de La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, segunda entrega de la gloriosa trilogía Millenium del sueco Stieg Larsson de la que en su día me confesé adicta, no pasa un día sin que algún que otro cliente se adentre en mis confines para preguntarme:

Cliente: «Estoo… ¿cuándo sale la que sigue a esa que se llama algo así como Los hombres que aman, o que no aman a las mujeres? ¡Siempre me hago un lio con el título!Regina: Se refiere a Los hombres que no aman a las mujeres, de Stieg Larsson, primera entrega de la trilogía Millenium.

C: ¡Esa, esa!

R: Pues la nueva se llama La chica que soñó con una cerilla y un bidón de gasolina, y sale el 25 de noviembre.

C: Ah, ¿y tendrá usted?

R: ¡No lo dude, caballero, no lo dude!

Adoro saber que hay tantos lectores hambrientos de Millenium, queridos, más aún cuando Destino hasta el momento no ha lanzado una bomba publicitaria a gran escala. No, señor, no, esta vez el boca a boca y el click a click están abriendo el apetito lector de cada vez más gente.

En su día una de las cosas que más me impactó de Los hombres…. fue su portada. A mi me cautivó, hay quien la odia. Pues bien, este polémico diseño para la cubierta de la edición española fue obra y gracia del artista mexicano Gino Rubert, a quien desde Planeta le encargaron los dos tomos siguientes de la trilogía, y probablemente otros países retrasen el lanzamiento de sus ediciones para adoptar estas cubiertas. Y hace poco me topé con la imagen que vestirá La muchacha que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina... ¿Qué os parece, queridos?

Mientras llega y no el dichoso 25 de noviembre os dejo aquí la sinopsis que facilita la editorial:

Lisbeth Salander se ha tomado un tiempo: necesita apartarse del foco de atención y salir de Estocolmo. Trata de seguir una férrea disciplina y no contestar a las llamadas y mensajes de un Mikael que no entiende por qué ha desaparecido de su vida sin dar ningún tipo de explicación. Las heridas del amor las cura Lisbeth en soledad, aunque intente despistar el desencanto con el estudio de las matemáticas y ciertos felices placeres en una playa del Caribe.¿Y Mikael? El gran héroe, el súper Blomkvist, vive buenos momentos en Millennium, con las finanzas de la revista saneadas y reconocimiento profesional de colegas y medios. Ahora tiene entre manos un reportaje apasionante que le propone una pareja, Dag y Mia, sobre el tráfico y prostitución de mujeres provenientes del Este. Las vidas de nuestros dos protagonistas parecen haberse separado por completo, y mientras… una muchacha, atada a una cama soporta un día y otro día las horribles visitas de un ser despreciable, y sin decir una palabra, sueña con una cerilla y un bidón de gasolina, con la forma de provocar el fuego que acabe con todo.

Más allá de las 750 páginas que tenemos por delante de La muchacha que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina os recuerdo que la tercera entrega de Millenium, La reina en el palacio de las corrientes de aire, se hará esperar hasta marzo, salvo bailes de fechas de la editorial.

¡Ah! Y el primer trailer de la adaptación cinematográfica de Los hombres que no amaban a las mujeres, cuyo estreno está previsto para marzo del 2009:

¡30 de Los Girasoles Ciegos en 3 días!

La girasolesciegosmanía ha llegado a reginaexlibrislandia. He vendido los 30 ejemplares que tenía en apenas 3 días, así que me rindo a los pies del padre del cine y brindo por José Luis Cuerda, que es quien ha llevado la novela al celuloide. Aún así, necesito racionalizar el fenómeno.

Veamos, como bibliófila nata soy de quienes piensan y sienten que la adquisición de un libro no requiere justificación alguna. El ejemplar lo vale per se. Pero si hay que buscarle alguna razón a la compra me aferro al socorrido ‘cualquier excusa es buena’.

Como librera a pie de baldas tengo la suerte de ser el blanco sobre el que la clientela descarga su arsenal de argumentos:

‘todo el mundo se lo ha leído’, ‘no paran de recomendármelo’, ‘hablaban de él en la radio’, ‘en la prensa lo ponen de maravilla’, ‘es de mi autor favorito’, ‘investigo la época en la que se ambienta la trama’, ‘queda bien en mi mesilla de noche’, ‘se viene conmigo a la playa’, ‘llevaba años para leérmelo y de hoy no pasa’, ‘me lo leí hace años pero lo dejé y no me lo devolvieron’… ‘yo todo lo que sea de amor’, ‘aparecía en la última novela que me leí’, ‘lo vi por Internet’…

… y así hasta el infinito pasando, como no, por el desfiladero de una posible adaptación cinematográfica. El estreno de una película basada en una novela da lugar a lo que una amiga librera denomina ‘efecto llamada’.

Como por arte de magia ese libro que, como el de Los Girasoles Ciegos, hasta ahora languidecía agazapado y polvoriento en baldas se convierte en el oscuro objeto de deseo de legiones de clientes. Ahí es cuando la editorial reacciona y ¡PAM! nueva edición al horno con una portada-réplica del cartel de la película y, con suerte, hasta su versión en formato bolsillo.

Y se vende. ¡Vaya si se vende! Tanto que un librero avispado ya no sólo está al tanto de los inminentes lanzamientos editoriales, sino que también se empapa bien de las carteleras y festivales cinematográficos del mundo.

¿La última? Lo que os decía: Los girasoles ciegos. Como la película de José Luis Cuerda se estrenó el 29 de agosto, pedí a Anagrama 30 ejemplares de la gran novela de Alberto Méndez (Premio Nacional de Literatura 2005; Premio de la Crítica 2005; Premio Setenil 2004). Pues bien, queridos, me llegaron un lunes a primera hora y el jueves a media mañana habían volado de mis confines. Vo-la-do. ¡Estoy a cero, y me he encomendado ya a la Providencia Librera para que me envíe más!

Mis cuentas de resultados lo agradecen, pero mi pelucón no termina de comprender el fenómeno. Veréis, de los clientes que se han llevado uno de esos ejemplares de Los Girasoles Ciegos la gran mayoría me dijeron que ya habían visto la película y que ahora no podían pasar sin leerse la novela.

Y ahí es donde a mi pelucón y a mi nos envuelve una densa cortina de desconcierto.

Como una es devota del orden inverso -primero el libro y luego, quizás, la película- lo cierto es que estoy perdida… decidme, queridos, ¿vosotros también corréis a comprar un libro cuya adaptación cinematográfica acabáis de ver? ¿Por qué? ¿Habéis adquirido Los Girasoles Ciegos últimamente? Si es que sí, ¿qué os llevó hasta él, cuando lleva en baldas desde 2005?

Va el trailer de Los Girasoles Ciegos, por si con visualizarlo alguno se pica y corre a por uno de los ejemplares de Alberto Méndez, que bien vale una lectura, o dos:

¡Guerra a las etiquetas adhesivas con el precio en los libros!

Como amanecí absolutista a puntito estoy de erradicar de reginaexlibrislandia las etiquetas adhesivas con las que marco el precio de mis libros.

Me resultan odiosas y terriblemente molestas, no solo para mi, sino para mi clientela y, como no, para mis libros, que son mis tesoros y no mis ‘reses’.

Por la parte que me toca como librera resultan un incordio -etiquetar cada libro que entra, desetiquetarlo cuando sale, bien porque se ha vendido bien porque va de vuelta a su editorial- y un gasto en tiempo -hacerlas y pegarlas/despegarlas- y en dinero -los rollos de papel y la tinta de la impresora.

Ese es el pan nuestro de cada día, pero queridos, paraos un segundo a pensar que con cada variación de precios los libreros tenemos que cambiar las etiquetas de todos los libros de nuestro fondo. Y hablamos de miles y decenas de miles de ejemplares hasta en las más modestas.

En cuanto a mis reginaexlibrislandianos de pro asiduos o esporádicos más allá del indicativo puntual del precio del libro de poco creo yo que les sirven, salvo para dañar la portada trasera del ejemplar. Según sea ésta, o sale a la primera o la superficie quedará marcada a perpetuidad con una odiosa escarificación o con jirones pegajosos, recuerdo de la dichosa etiqueta.

Sed unos ángeles y tomaos un segundo para responder a esto: ¿qué porcentaje de las etiquetas que quitáis a un libro recién adquirido salen sin dejar secuelas en vuestro ejemplar?

Y claro, es justo ahí, en el daño que infieren a mis libros, cuando a mi me tocan el pelucón. Y por ahí no paso.

¿Solución? Máquinas lectoras de códigos de barras estratégicamente colocadas por toda reginaexlibrislandia. Adiós al trabajito manual, a la impresión de miles de etiquetas y un daño menos a mis criaturas de papel y tinta. Para saber el precio de un libro sin consultar al librero de turno basta con acercar el ejemplar al lector óptico y ¡tachan! precio actualizado al instante.

¿El problema? Bueno, supongo que el miedo a una mala acogida de la iniciativa entre la clientela. Aunque puestos a sincerarnos os diré que, aún teniendo todos y cada uno de los libros que pueblan reginaexlibrislandia perfectamente etiquetados por detrás, el 70% de quienes se adentran en mis confines vienen a preguntarme el precio con el ejemplar en la mano. Entonces entre los dos le damos la vuelta y leemos el precio.

Así que si esa es mi realidad, ¿qué más da que les diga el precio pasando el código de barras por el lector de pared, por el de mi ordenador o leyéndolo de la puñetera etiquetita?

Pero como no hago nada sin consultar a mi consejo de sabios decidme, queridos, ¿os molestaría encontraros con lectores de esos en vuestra librería, en lugar de las etiquetas con el precio? Como cuando me obceco en algo no veo más allá de este mi regio pelucón, ¿veis vosotros alguna ventaja en el etiquetado que a mi se me escape?